Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES 18.


Historia editada por Karla Ragnard, Licenciada en Literatura y Filosofía

Capítulo 8:

Ness

Bella solo quería regar sus plantas, pero no, ¡tenía que aparecer ese maldito perro!

Antes de que siquiera pudiera cortar la llave del agua para guardar la manguera, el can se la arrebató con su hocico y comenzó a perseguirla por todo el jardín.

—¡Déjame en paz! —gritaba, recibiendo los chorros de agua mientras el perro seguía persiguiéndola.

Ni siquiera podía tomar la manguera y quitársela de los dientes, ¡no quería acercarse a él!

—¡Maldito perro acosador! ¡Ush! ¡Vete! —Le hizo un movimiento con la mano y el perro, al parecer, creyó que se trataba de un juego, por lo que saltó en dos patas y comenzó a ladrar, sacando la lengua—. ¡Sáquenme a este perro! —gritaba.

Carlisle se sorprendió y corrió hacia su encuentro, mientras que Edward no dejaba de reír al verla saltar con su entusiasta can. De pronto, sintió que alguien tiraba del lóbulo de su oreja, causándole un fuerte dolor.

—¡Auch! —exclamó.

—¿Cómo se te ha ocurrido reírte de una señorita asustada? ¡¿Crees que te crie así?! ¡No te formé para ser un poco hombre! —gruñó su madre.

—Pero, mamá… ¡Es solo un perro que quiere jugar!

—¡Que no te crie para eso, dije!

Jasper corrió junto a su padre para calmar a Puntito, quien parecía querer seguir jugando con Bella, aunque esta no lo tomara como tal. Cuando el perro fue sostenido y este se calmó, Bella se pudo tranquilizar, respirando de manera agitada.

—Oh, señorita, lo lamento mucho —dijo Carlisle, muy educado y cálido.

Le dio la mano para tranquilizarla, aunque Bella era una mujer dura que no se dejaba ver vulnerable por nadie… Sin embargo, cuando notó que ellos eran la familia del Teniente de Mierda y que al parecer eran sus padres, no tardó ni un poco en fingir, en especial cuando vio cómo la madre, que se parecía mucho a él, tiraba de su oreja, regañándolo por ser tan burlesco con la pobre chica.

«Méndigo hombre adulto incapaz de dejar a un lado el poder de su madre», pensó Bella.

—¿Le ha hecho daño? —preguntó Jasper, mirándola de reojo.

Era una mujer atractiva, la verdad.

—Para nada, me ha asustado nada más —respondió de forma delicada.

—Se ha mojado, permítame ayudarle —insistió Carlisle.

El hombre mayor tomó uno de sus pañuelos y le limpió la cara, aunque Bella intentó tragarse el asco de imaginarse que ese mismo pañuelo se lo pasaba por la nariz para limpiarse los mocos.

—Es usted muy amable —dijo ella.

—Oh, querida, estás temblando —se lamentó Esme, que en un segundo se maravilló con tan linda chica—. Ven a casa, te haré un té.

—Madre —exclamó Edward, irritado de que la llevara a SU casa.

A Esme le bastó una sola mirada desafiante para que él cerrara la boca.

Bella no se había dado cuenta de que producto de la persecución se había cortado la pierna, situación que todos los demás sí, en especial Esme y Carlisle.

—Siéntese aquí. Lamentamos mucho la situación…

—Mi perro no va a morderte —bramó Edward, reacio a que ella entrara a un lugar tan privado para él—. Es un can entrenado…

—¡No seas maleducado! —reprendió Carlisle.

Bella sonrió solo para él, con unas ganas gloriosas por mostrarle la lengua.

Ella aprovechó de mirar a su alrededor, contemplando la decoración tan masculina y sencilla a la vez. Parecía que Edward quería continuar en el Medio Oriente, pues todo estaba orillado a esos lugares. Y ni hablar de las condecoraciones, trofeos y medallas esparcidas por la amplia pared principal. Bella solo levantó las cejas. Además de eso, tenía títulos y diplomas colgados en cuadros muy bien puestos, destacando sus labores de liderazgo, apoyo a escuelas, lucha contra el hambre y un sinfín de más características impuestas en papel. Pero no solo eso llamó su atención, sino también las fotografías en las que salía con un bebé y luego con un pequeño que lentamente iba creciendo. Cuando iba a ver más, un imponente teniente se posó delante de ella.

—Cotilla —le susurró con los ojos entrecerrados.

Bella levantó su ceja.

—Hijo de mamá.

—¿Estás diciéndole al teniente Cullen que es un hijo de mamá?

—Pues sí.

Él rio y apretó sus fuertes brazos tatuados.

—¿Dices esas cosas en mi casa? Cotilla —espetó.

—¡Edward! —regañó Esme, arrugando el entrecejo de forma amenazante.

El teniente, imponente y de gran altura, bajó la cabeza en cuanto vio el rostro de su madre.

—Siéntate aquí, querida —señaló la mujer, mientras Carlisle buscaba algo para cubrirla.

Jasper miraba con una ceja enarcada, bastante interesado en la mujer que había llegado de improviso. Se comenzó a preguntar cómo se llamaba, qué edad tenía y a qué se dedicaba. Le resultaba enormemente interesante que, además, pareciera tan… sexy.

Edward se sentó frente a ella y con los brazos cruzados, muy receloso de cómo su familia la trataba, pero cuando notó cómo la miraba su hermano, su ceño se frunció de forma obligada.

—Hey—. Le dio un codazo tan fuerte que el interpelado dio un salto.

Jasper emuló un "¿qué?" entre gestos, pero Edward se negó a decir más.

Esme le hizo un té como había prometido y Carlisle le puso una toalla sobre los hombros, preguntándole constantemente si estaba bien.

—Qué agradables son —dijo Bella, siendo muy sincera—. ¿Ustedes viven aquí?

—Oh, no, nena, vivimos en un barrio cercano, esta es la casa de nuestro hijo, que ha llegado hace muy poco —respondió Esme, mirando a Edward para que este saludara.

—Ya nos conocemos, mamá —dijo su hijo Edward.

—Un placer conocerla, soy Jasper Cullen—. Él le ofreció la mano y Bella sonrió de forma cálida.

Jasper disfrutó solemnemente aquel roce de manos. Edward seguía mirando la forma en la que su hermano la contemplaba, receloso y repentinamente incómodo.

—Nosotros somos Carlisle y Esme Cullen —exclamó el patriarca—. Me apena que te hayas mojado, ¡y mira tu pierna, cariño!

Él había traído un botiquín equipado que Edward guardaba para casos especiales, además, era un médico capacitado para guerras y su puesto en el batallón había sido la clase perfecta para ver todas las diferentes atrocidades que después le habían hecho restarse de continuar en aquel lugar.

—Ya estoy acostumbrada a que me mojen, de hecho, hace muy poco me lanzaron el barro encima y ni siquiera se dignaron a girar para preguntarme si estaba bien. En realidad, hasta el día de hoy no me han pedido disculpas por ello —contó Bella, mirando a Edward con los ojos entrecerrados.

El teniente se mantuvo mirando al suelo, culpable hasta los huesos por ese comportamiento tan soez con una dama como ella. Luego recordaba su venganza y se arrepentía de inmediato de siquiera decir "lo siento".

—Hoy en día las personas son tan maleducadas —dijo Esme.

—Les agradezco la gentileza. Me encantaría invitarlos algún día a comer algo delicioso en casa. La mía es la de al lado.

Los dos adultos mayores se sintieron muy agradecidos de tal invitación. Les parecía que esta chica tan linda era un regalo del cielo.

—Mira cómo sangra esto—. Jasper se acercó, dispuesto a curarle la herida, pero Edward volvió a fruncir el ceño y lo sacó sin delicadeza alguna.

—Yo lo haré —espetó, elevando una ceja—. Dame la pierna.

Isabella lo hizo, poniéndola con fuerza sobre su periódico que estaba sobre la mesa de café, esperando haberle destrozado las hojas. Edward medio gruñó, se lavó las manos con alcohol en gel estéril y luego hizo lo suyo, procurando no ver más allá de esa pierna larga, divina y…

«¡Con cuidado, soldado! ¡Padres a la vista! ¡No actúes como un soez mandril! ¡Rápido! ¡A tus labores!», se dijo a sí mismo, pensando con desesperación.

Bella pensó que iba a ser un vil bruto, pero sus manos eran suaves y… agradables. El calor de sus dedos largos le hicieron sentir tan bien, tan… cobijada. Cuando este comenzó a subir para rodear la herida con la venda, el calor le llegó a la entrepierna y ella tuvo que cerrarlas de forma abrupta, no queriendo llamar la atención de los Cullen y menos del Teniente de Mierda.

—¿Te he provocado dolor? —preguntó el teniente.

Sus ojos verdes parecían serios y expectantes. ¿Por qué no era un imbécil diferente? ¡No! Tenía que tener los ojos más espectaculares que había visto en su vida.

—No, para nada —respondió, tragando para calmar, nuevamente, una sensación de excitación.

.

Tony tomó su mochila y desde su posición pudo ver al grupo de baloncesto caminando con el nuevo miembro de aprendizaje: Ness. Este último no parecía muy cómodo mientras los demás le tomaban el cuello como si quisieran aprisionarlo a ellos. Tony se escondió detrás de un pilar y miró con atención.

—Hey, ¿de verdad querías entrar a las divisiones de baloncesto? —le preguntó Alec, uno de los imbéciles que solía molestar a Tony desde que fueron juntos a primaria. Con el cabello rubio y un rostro precioso para las chicas, no era difícil que sintiera que tuviera atribuciones que no le correspondían, en especial, al momento de decidir quién merecía vivir un infierno en la escuela.

—Sé que voy a hacerlo —dijo Ness, quitándolo de encima.

—¿Piensas hacerlo así? Oye, Monstruo, ¿por eso te teñiste el cabello de ese color?

El adolescente sonrió y con mayor fuerza sacó a Alec y al resto de encima, sin importarle nada más.

—Sí. Papá me ha puesto Ness por el Monstruo del Lago Ness y tengo el cabello así para parecer un pez.

Todos ellos se rieron de forma burlesca.

—¿Un pez? ¿De qué demonios hablas? El monstruo era un dinosaurio… Patético ignorante…

—En realidad, se dice que solo podría ser una anguila —interrumpió Tony, cansado de ver cómo se burlaban de Ness.

Todos se quedaron callados y miraron a Tony de forma despectiva y a la vez sorprendida.

—¿Y tú qué demonios haces aquí? ¡Vete antes de que te parta la cara! —exclamó Alec.

—Me molesta tu ignorancia, Alec. El lago Ness no permitiría que un dinosaurio acuático viviera a esa profundidad, es muy poca, y el agua no representaría una calidad de vida para el animal… Digamos, si tomamos en cuenta que es un dinosaurio, como tú tan torpemente dices —siguió aclarando Tony, de pronto, muy valiente—. Ness tiene razón, el monstruo es un pez, aunque en realidad, podría ser una anguila, debido a su forma y a lo que algunos dicen haber visto.

Los jugadores se acercaron a él en grupo, dispuestos a golpearlo por hacerles ver su propia ignorancia. Tony no sabía pelear, solo sabía usar su conocimiento, por lo que simplemente cerró los ojos, dispuesto a recibir un puñetazo. Sin embargo, alguien impidió que siquiera se dignaran a tocarlo. Cuando abrió los párpados, se dio cuenta de que Ness le había partido la cara a Alec y este se revolcaba de dolor en medio del césped.

—Ten cuidado con Tony. Ya no está solo —dijo Ness—. Si los demás se acercan, les daré uno a cada uno, ¿de acuerdo?


Buenos días, les traigo un nuevo capítulo de esta historia, disculpen la demora, pero he estado con bronquitis y soy asmática, no me he sentido muy bien, ¿qué les ha parecido la faceta de Ness? Sé que les encantará la relación que llevarán a cabo y cómo se irá desarrollando, además de que Bella logró encandilar incluso a la familia de Edward, ¿qué creen que pasará desde ahora en adelante? ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas

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Ya ven que ante más entusiasmo, más rápido habrá capítulo

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