Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.


Capítulo en edición, mi amada editora está de vacaciones (te quiero, Karla)

Capítulo 14:

El empujón perfecto

Bella estaba a punto de pellizcar los músculos de Edward, desesperada por sentirlo a como diera lugar.

¿Desde cuándo le parecía tan atractivo? Quería engañarse porque le caía como patada en las nalgas, pero…

—¿Y? ¿Por qué tienes calor? —insistió Edward, que intentaba pensar en su abuela Nancy vistiendo su anticuado traje de baño para calmar la erección. Eso sí que surtía efecto, ¡pero ahora parecía no querer hacerlo!

«Vamos, abuela Nancy, ¡haz algo sin que parezca un maldito degenerado».

Pero ya era demasiado tarde, en el instante en que el suave ritmo de Sade disminuyó sutilmente para cambiar al ritmo romántico de How Deep Is Your Love de los Bee Gees, Bella botó el aire y miró sus ojos verdes, que parecían tan sencillos y profundos a la vez. Por su parte, Edward no se detuvo en sus curvas como hubiera imaginado su hombre cavernario interior (y que aunque quisiera erradicar, seguía ahí), sino que simplemente miró su rostro y vio los detalles de una mujer preciosa, imposible de olvidar, comenzando por sus ojos achocolatados que brillaban en honor a la luz y sus labios llenos que brillaban de deseo. ¿Estaba loco? No lo sabía, pero por Dios, cómo quería besarlos.

Ella suspiró y echó aquel aliento divino en el teniente, contemplando los labios del hombre que la sostenía con tanta fuerza y suavidad a la vez. Nuevamente, otra antítesis que no tenía respuesta, solo acciones, por lo que la distancia se vio limitada y finalmente ambos dieron rienda suelta a un beso que no tuvo cabida a los titubeos ni menos a suaves roces dignos de un romance cinematográfico; Edward y Bella se alzaron en una pasión descarnada, abriendo sus bocas para transferir sus alientos cálidos con aroma a whisky y a necesidad, mezclándose con un salvajismo digno de dos apasionados. Ambos unieron sus lenguas, grabándose su sabor de una forma divina, en la que ninguno quiso separarse.

Edward perdió control de su voz interior, solo dejó que esa metralleta rebelde comenzara a ponerse cada vez más dura, apuntando al alto vientre de Bella, que era increíblemente más pequeña que él. Ella, al sentirlo, sintió las mejillas rojas y miró hacia sus ojos, separándose de ese beso que, aunque no quisiera, le estaba generando una fuerte excitación, una que le hacía recordar a una experiencia adolescente a pesar de tener ya cuarenta y tres años, casi cuarenta y cuatro, en realidad. ¿Qué le estaba pasando?

—Quiero algo frío —insistió Bella, sintiéndose extasiada.

No se sentía así hacía muchísimo tiempo. Ni siquiera cuando tenía reunión con amigas rememoraba una sensación similar.

Edward estuvo varios segundos saboreándose los labios hinchados antes de reaccionar ante el calor que ella mencionaba. Él también lo sentía.

—¿Qué deseas? —preguntó subiéndose aún más las mangas de la camisa y abriéndose un par de botones.

Isabella, esa psicóloga difícil de complacer desde que era una niña y ahora una mujer con todas sus letras, no supo cómo contestar coherentemente mientras veía esos brazos tatuados y el inicio de un pecho que comenzaba a sudar producto de la gente y del baile.

—¿Una cerveza? —inquirió Edward, elevando una ceja mientras intentaba esconderse la metralleta dentro de su pantalón.

—Lo que sea. —El planteamiento de Isabella seguía siendo distante y a la vez coqueto, a la espera de insistir en ese tira y afloja que la estaba volviendo loca.

Edward se dio la vuelta para ir a por unas cervezas heladas, esperando a que ella siguiera sus pasos, protegiéndola de la marea humana bailando, por lo que aprovechó de mirarle las nalgas apretadas y perfectas que ocultaba tras ese ajustado pantalón.

«Méndigo teniente de mierda», pensó Bella.

—¡Dos cervezas! ¡Que sea de las buenas! —exclamó Edward, bastante ebrio para su gusto.

Era consciente de que estaba perdiendo la apuesta, pero solo porque no era un bebedor habitual.

«Saliste más débil de lo que creí, soldado», se dijo.

Cuando el barman le entregó dos Ayinger Privatbrauerei, el teniente las tomó con fuerza para no resbalar y al darse la vuelta se encontró con ella, con esa vecina histérica que le mostraba unos ojos endemoniados y preciosos, sí, ¡preciosos como dos ópalos achocolatados!

—Ten —le dijo él, pasándosela con tal de tocar sus pequeñas y suaves manos.

Bella tragó y tiró sutilmente de su escote mientras esperaba que él abriera la tapa. El teniente no escatimó en recursos y usó la técnica de los viejos tiempos: sacó una moneda de su pantalón, la llevó hacia arriba para volver a recibirla en su mano y abrió ambas botellas sin mucho esfuerzo, aunque el suficiente para mostrarle la fuerza de sus músculos a una humedecida Isabella.

Quería taparse los ojos y salir huyendo para no gritarle que se la follara ahí, en medio del escenario.

No se reconocía.

Y entonces, otra de los Bee Gees hizo que Edward sonriera, recordando su ya pasada juventud. Sin embargo, para Isabella, fue un recuerdo de aquellos tiempos adolescentes, aquellos en los que apenas era una adolescente huidiza que escapaba de sus padres cada noche para colarse a las fiestas junto a sus amigas de la preparatoria: More Than a Woman hacía vibrar a todos en la pista de baile junto a unas inmensas y estrafalarias luces que daban el escenario más divertido jamás visto.

—¿Vienes a bailar conmigo? —preguntó Bella, que cuando pretendía hacerlo, era la primera en tomar la iniciativa.

—¿Ya estás dándote cuenta de cuán divertido puedo ser? —molestó el teniente.

Ella puso los ojos en blanco y luego sonrió con sutileza, sintiendo el efecto mismo del whisky. Vaya que había golpeado con fuerza su cabeza.

Edward se bebió la botella con rapidez, estaba sediento, sobre todo al ver ese escote fino brillando con las hermosas luces del local. Aquello impulsó a Bella a no ser menos y beberse la botella de la misma manera, sin detenerse siquiera a pensar en el gas ni en cuán amarga resultaba en su boca. Cuando los dos terminaron, Bella aprovechó de quitársela de la mano y llevarla moviendo el culo de forma coqueta, sabiendo que su vecino, el desagradable teniente de mierda, estaba observándola. Al darse la vuelta se encontró con su pecho y luego sus manos en su cintura, invitándola a bailar.

El ritmo lo era todo y en cuanto volvieron a unirse con el resto, comenzaron a reír, olvidándose de enemistad. Edward le dio unas vueltas y volvió a hacerla chocar con su pecho, mirándola siempre a los ojos y cantando con suavidad una de sus canciones favoritas. Bella se mordía el labio inferior y cuando estaba a espaldas de él, cerraba sus ojos mientras la abrazaba y ella le restregaba las nalgas cuán chiquilla hormonal dispuesta a perpetrar una locura en una fiesta clandestina a punto de estallar.

En un momento volvieron a chocar, pecho a pecho, y sus miradas se unieron como la primera vez. Todo seguía dando vueltas y la desinhibición era la principal característica entre los dos, pero no solo eso, sino también la inminente atracción que los dos habían ocultado desde que se conocieron.

—¿Y? ¿Vas divirtiéndote? —preguntó Edward.

—¿Y? ¿Ya te has emborrachado? —contraatacó Bella.

Edward tomó su mandíbula y la besó sin preámbulo. En otra ocasión, ella lo habría golpeado… pero sabía que tratándose de él, aceptaba cualquier beso de su parte, sobre todo si era de la manera más salvaje y bestial posible… y sí, solo viniendo de él.

Bella subió sus brazos por su pecho, aprovechando de tocar todo lo que tuvo por delante, deteniéndose en sus pectorales y en sus hombros. Era tan fuerte que quería subirse a su cuerpo y pedirle que la llevara a cualquier maldita a cueva a hacerla gritar.

«Por Dios, Isabella, ¿qué te está pasando? ¡Reacciona!».

No, ya era demasiado tarde. Si ella pudiera haberle mostrado la lengua a su propio subconsciente, sí, claro que lo hubiera hecho.

Bella metió su lengua en la boca de Edward y él le recibió con una necesidad apremiante. Sus besos eran intensos, tan pasionales que no recordaban haber reaccionado así a ningún encuentro anterior, era una lucha por devorarse y hacerse uno solo, una burbuja sexual dispuesta a todo en ese escenario… y adónde fuera.

Edward delineó su espalda con cuidado y en un solo segundo tomó esas nalgas que había soñado por tantear desde que lo vio. Pero sentirlas de verdad era diferente, mejor… tanto que no pudo evitar pellizcarlo y hacer gemir a una impresionada Isabella.

—Vaya —jadeó él, juntando su frente con la de ella.

Iba a responder, pero de pronto sintió que alguien les empujaba de manera provocativa, no de la manera en que ellos estaban tratando específicamente, sino más bien, buscando cortar el momento.

—¡Hey! —espetó Edward, furioso.

Habían golpeado a Bella desde la espalda.

Ella, al darse la vuelta, vio al cerdo de Aaron Butler, el mayor socio de su exjefe patán hijo de…

Quien la había empujado era una mujer rubia preciosa, alta y curvilínea como las guitarras. Y vaya que era joven, más joven que ella, por supuesto.

—Lo siento —canturreó ella, moviendo el cabello mientras los miraba a ambos y… a Edward.

Isabella entrecerró sus ojos, de pronto, olvidándose completamente de que el cerdo de Aaron estaba con ella.

—No fue con intención —respondió otra mujer, esta de cabello negro, cuerpo de modelo y, por lo que alcanzaba a apreciar, unos ojos azules de ensueño.

Edward tampoco había pasado desapercibido para ella.

El teniente solo contempló a Isabella, quien parecía molesta. Al fijar la mirada en la dirección que la tenía tan atenta, notó que sus ojos viajaban a ellas y luego al vejete gordo que también la observaba, con la lascivia de un asqueroso y también un profundo odio que solo un misógino podía contener.

Entonces recordó la conversación que habían tenido hacía un rato, ahí, en medio del caos mental producto del alcohol y la excitación.

Él era uno de los cerdos, no le cabía duda.

.

Tony y Ness se besaron con dulzura bajo la luna y las estrellas que brillaban con una tonalidad intensa. El tiempo había desaparecido y solo se sentían el uno al otro, bajo el árbol cercano a un parque lejano al vecindario.

Ness sentía que había conocido a Tony desde antes, aunque eso era imposible, pero solo quería besarlo con ternura, demostrarle cuánto le gustaba y quería liberarlo de una prisión que cada día era más notoria. Tony, por su parte, nunca había sido besado… por un chico, y jamás se había sentido de esta manera, como si algo dentro de su pecho, que llevaba escondido, quisiera salir. Fue inevitable que se abrazaran en medio de ese beso inocente, puro y lleno de fantasías románticas, de sentimientos benévolos, de colores brillantes y grandes intenciones, porque ambos, sí… ambos, sentían que se conocían de toda la vida.

Pero entonces, Ness sintió que Tony lloraba, que esas mejillas constantemente ruborizadas estaban cubiertas de un salado caudal.

—¿Qué ocurre? —le preguntó, separándose lo suficiente para que ambas narices se rozaran.

—Esto es lo que soy, Ness —musitó.

Lo entendió perfectamente.

—Lo eres y es hermoso.

—¿Lo crees?

—Muchísimo.

—¿No le temes?

—¿A ser quiénes queremos ser?

—No. —Tony tenía los labios apretados.

—A que nos hagan daño.

Ness tragó y asintió mientras fruncía el ceño.

—Pero eso no va a limitar lo que soy ni menos aún lo que tú eres.

Tony se intentó limpiar las lágrimas, pero Ness le ayudó con sus pulgares para luego volver a besarlo. Al separarse y traspasar sus sentimientos ante los ojos del otro, ambos sonrieron a pesar de todo ese decir que aún quedaba por exponer.

—Ese eres tú, Tony, y voy a enseñarte que puedes amarte.

—Y ser el orgullo de mamá —agregó, recordándola.

Ness sonrió.

—Ya lo eres.

Volvieron a besarse y a contenerse, porque sí, a pesar de la modernidad y lo que significaba este nuevo siglo ejemplificado como la era de la tolerancia, aún guardaban miedo e inseguridades, porque el mundo estaba repleto de personas incapaces de aceptar al resto.

.

—Qué bueno verte, Bella —exclamó el tipo, ajustándose el saco mientras tomaba a las mujeres a las que, evidentemente, les había pagado—. ¿Disfrutando tu periodo sin la gerencia?

—¿Y tú? ¿Disfrutando de compañía pagada? —inquirió Bella, sonriendo de oreja a oreja—. Qué lástima que tengas que recurrir a eso desde que tu esposa te ha abandonado. Y lo siento, chicas, por tener que soportar a este tipo.

Las mujeres se miraron, dubitativas.

—¿Seguirás creyendo que puedes juguetear como una jovenzuela? Convertiste a mi esposa en una tonta que cree que ha vuelto a la adolescencia, ¡olvidándose que tiene más de cincuenta años…!

—Y vivía como una pobre mascota a tu lado, teniendo que soportar tu incapacidad para moverte en el sexo y sentir tu barriga sudorosa. Ya te lo dije, es normal ir al médico por durar dos minutos en el acto sexual —decía Bella, aumentando el odio de Aaron—. ¡Ahora es feliz con un hombre más joven! Por Dios, no sabes cómo me alegro.

—Maldita perra…

—Oye, hijo de puta —gruñó Edward, interponiéndose entre Bella y Aaron, que había avanzado con furia, quizá dispuesto a golpearla.

Aun así, Bella no se inmutó, pero sí se sorprendió de ver que Edward estaba dispuesto a defenderla.

—Ja. ¿Te has conseguido quien te defienda? —preguntó Aaron.

—Dudo mucho que ella necesite que la defienden, pero lo que sí puedo hacer es darte una patada entre las nalgas, una tan grande que mi zapato quedaría grabado en esa zanja maloliente que tienes —aseguró Edward, hablando con mucha seriedad—. No querrías meterte con un teniente del ejército.

Aaron tragó.

—Siento tener que usar tus defectos físicos, Aaron, pero es lo que menos mereces por tratar a tu esposa de flácida y reírte de su cuerpo con estrías, ¡estrías que lleva con orgullo por tener a sus hijos, imbécil hijo de…!

Edward la tomó de la cintura y la apegó a su cuerpo, impidiendo que siguiera descontrolándose ante la rabia que, asumiendo, sentía al haber insultado a la mujer que debía amar y respetar.

Isabella carraspeó cuando se pudo desasosegar y miró a ambas mujeres.

—Lo siento, chicas, huyan, no querrán tener que besar esa boca por unos dólares, creo que pueden encontrar mejores individuos y que paguen mucho mejor. Además… dudo mucho que con un preservativo se salven de tener el Virus del Papiloma Humano, que por cierto, le causó más de un problema a la mujer que logré salvar de este nauseabundo —espetó.

Las mujeres se miraron, muy asqueadas, y Bella terminó asintiendo con una sonrisa.

—¡El condón no es suficiente, nenas! —terminó por decir.

Ambas miraron a Edward, esperando a que las tomara en cuenta y quizá pudieran continuar algo más por esa noche, sin embargo, el teniente las contempló y les regaló una sonrisa cortés y ebria.

—Estoy ocupado —musitó, apuntando a Isabella.

Ella pestañeó y levantó sus cejas, a punto de sonreír.

—Vuelve a acercártele, siquiera una vez más, y sabrás lo que se siente que te patee un teniente con sus botas —amenazó Edward, causando que Aaron se alejara lentamente mientras tragaba y las chicas finalmente lo dejaban a un lado, como si tuviera una infección incurable.

Y probablemente así era.

Bella comenzó a reírse al verlo marcharse y luego miró a Edward con otra carcajada.

—Eres muy amenazante cuando quieres —dijo ella, tocando su pecho.

—Cuando quiero, claro que sí.

—¿Puedes serlo conmigo? —inquirió, demasiado ebria para darse cuenta de lo que estaba diciendo.

—En algunos ámbitos… claro que sí —declaró Edward, también demasiado ebrio para comprender qué estaba saliendo de su boca.

—Quiero un Aperol —exclamó Bella—. Uno muy helado.

Edward solo podía mirar su boca y sus ojos de ópalo achocolatado.

—Conozco un lugar en el que te encantará el Aperol.

—¿Sí? ¿Dónde queda?

—Está en el hotel del frente.

Bella sonrió.

.

Edward había recibido la tarjeta de ingreso cuando regresó con ella, que danzaba al ritmo de la música de fondo. Era un soul muy sensual.

—Vamos a por el Apperol —dijo el teniente, mostrándole la entrada a la zona de bar.

Cuando recibieron las copas con hielo y las rodajas de naranja en la comisura de estas, ambos bebieron y disfrutaron de otra antítesis: el amargor del licor y la dulzura del resto.

—Creo que hace mucho tiempo no me sentía tan libre —exclamó Bella, bebiéndose luego la copa sin pudor.

—Ni yo —respondió Edward.

Se tomaron de las manos y bailaron al son de esa música soul maravillosa, hasta que simplemente perdieron el control.

.

Isabella estampó a Edward contra la pared del pasillo de la habitación mientras lo besaba de manera acalorada, importándole un carajo si había alguien más viéndolos. El teniente la tomaba desde las nalgas, disfrutando de lo por tantos días había soñado con tocar en sus más oscuros sueños.

—Apenas soy capaz de pensar. —Bella carcajeaba mientras tocaba ese pecho duro y maravilloso.

—Sht —la calló él, dándole otro beso—, en esto no se piensa, ¿no lo crees? Porque yo tampoco soy capaz de pensar.

Ambos se unieron entre carcajadas ruidosas y finalmente Edward metió la tarjeta en la ranura, para luego abrir la puerta de la habitación del hotel. Cuando estuvieron dentro, no vieron siquiera la hermosa decoración ni lo que tenían para que disfrutaran, solo se siguieron besando y dejaron que su instinto hiciera lo suyo, sin pensar en el futuro.


Buenos días, les traigo un nuevo capítulo de esta historia, luego de darme unas vacaciones para los días antes del nuevo año, espero que todas hayan celebrado y hayan tenido un día de paz, de recuerdos y con ganas de que este año esté lleno de grandes sucesos. Ay de estos dos, ya no pueden más que sucumbir a los deseos y el alcohol fue un empuje suficiente, ¿qué creen que sucederá ahora? ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas

Agradezco los comentarios de cavendano13 , LaPekee Cullen , Cinthyavillalobo , ELLIana 11 , Celina fic , Arlette Cullen Swan , Anabelle Canchola , patymdn , Liliana Macias , Liliana Macias , saraipineda44 , calia19 , LadyRedScarlet , Santa , Teresita Mooz , sool21 , JMMA , rosy canul 10 , morenita88 , Mime Herondale , ELIZABETH , gabomm , Veronica , AnabellaCS , natuchis2011b , Ana Karina , Pao - SasuUchiha , LuAnKa , Wenday 14 , Valevalverde57 , Lore562 , BreezeCullenSwan , Liz Vidal , miop , llucena928 , Rero96 , Elizabethpm , Karina Ramirez , Pam Malfoy Black , almacullenmasen , Mapi13 , C Car , krisr0405 , Twilightsecretlove , NarMaVeg , Gan , Noriitha , Pancardo , pinkjmv14 , Iva Angulo , alyssag19 , PRISGPE , Elizabeth Marie Cullen , kathlen ayala , Makarena L , SeguidoradeChile , ari kimi , somas , calvialexa , alejandra1987 , Jimena , Franciscab25 , Karensiux , Lizzye Masen , dayana ramirez , luisita , Melany , sandju1008 , Naara Selene , Aidee Bells , Angel twilighter , Saydiss , Jade HSos , Tata XOXO , Freedom2604 , stella1427 , Fallen Dark Angel 07 , beakis , valem0089 , Erikay2003 , Jocelyn , EloRicardes , yesenia tovar 17 , SakuraHyung19 , Valentina Paez , twilightter , Rose Hernandez , cindycb03 , DanitLuna , Mentafrescaa , Adriu , LM , 1208 , MariaL8 , Belli swan dwyer , KRISS95 , Angelus285 , jupy , johanna maribel14, Cristal82, magic love ice 123, Gibel y Guest, espero volver a leerlas, cada gracias que ustedes me dan es invaluable para mí, su cariño, su entusiasmo y sus palabras lo son todo, de verdad gracias

Este año ha sido tan difícil, tan complejo, con tantos altibajos, pero aquí estoy, cumpliendo mis sueños y dándoles todo lo que puedo, ¡las quiero mucho!

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