Cuando Sanemi llegó por la mañana, no había desayuno esperando. La casa estaba en silencio total, y eso lo incómodo.
"La cagué... realmente la cagué." Pensó, mientras caminó sigilosamente hasta la habitación de Saori.
El fusuma estaba cerrado y él dudó un momento antes de abrirlo. Sin embargo lo hizo, sólo un poco y muy despacio.
Espió hacía adentro de la habitacion en penumbras. Ahí estaba ella, recostada, dormida. A su lado,la medicina que Shinobu le había dado, y una taza vacía de té. Era evidente que dormia de verdad así que él se dio media vuelta y se marchó, resignado.
Se dio un baño rápido, y comenzó a hacer el desayuno.
Cuando todo estuvo listo, fue él quién fue a despertar a Saori para que lo acompañe. Y contrariamente a lo que creía, ella aceptó, lo cual lo puso bastante contento. Un paso es mejor que ninguno.
Saori apareció unos minutos después, con el cabello suelto y la ropa de dormir aún. Sanemi la observó con disimulo mientras ella se acomodaba y se le hizo evidente que había dormido poco la noche anterior.
"Está no es la forma en la que me gustaría quitarte el sueño…" pensó él, sentándose en su lugar. "Pero aparentemente es la única que me sale bien".
Ella por su parte no sabía bien qué decir, la situación del día anterior le había dejado un mal sabor de boca. Se sentía sumamente avergonzada aún, e incómoda.
Había estado pensando hasta muy tarde luego de que él se marchó.
Y había llegado a la triste conclusión de que él solamente era su Maestro. Ella su discípula. Y a lo sumo eran buenos amigos y ya. Así debían ser las cosas.
En algún momento de la madrugada, aceptó que todo lo que ella sintió e imaginó hasta ese entonces, habían sido malinterpretaciones.
Así que se durmió con el corazón y su dignidad intentando digerir esa realidad.
Sanemi la miraba cada tanto, pero ella no lo hacía. Tenía la vista fija en el arroz frente a ella, en la taza de té. En los palillos. En cualquier cosa menos en él y eso no le gustaba.
- Oye...- Dijo, finalmente mirándola.- Hoy inicia el Tanabata.-
- Cielos...no recuerdo la última vez que fui.- respondió ella, suavemente pero de verdad sorprendida.
Quizá era porque salió poco y nada en todo ese tiempo. Su entrenamiento la consumió totalmente y no fue capaz de ver las decoraciones colgando en las calles para recordar que el festival había iniciado.
- ¿Quieres…?- Sanemi se aclaró la garganta. Estaba nervioso, se sentía un adolescente y odiaba esa sensación.-¿...quieres ir a las celebraciones? Ya que estás limitada para entrenar...-
Saori lo miró por primera vez en toda la mañana y él reprimió una sonrisa de alivio.
- Oye, mira...- dijo ella, dejando suavemente el té que estaba tomando sobre la mesa.- Realmente no es necesario que hagas esto. Anoche estaba frustrada y dolorida, y quizá tomé las cosas con más sentimentalismo del que debía. Y acepto que estuvo mal, muy mal escuchar tu conversación con la señorita Kocho. Pero luego tuve tiempo de pensar y entendí algunas cosas que quizá estaba-.
- Carajo...no me compliques las cosas...sólo... sólo acepta ir conmigo al jodido festival.- Sanemi la interrumpió. Se frotó el cabello y suspiró largamente. La miró a los ojos y habló lo más sinceramente se pudo. -Mira, estoy intentando hacer las paces contigo..yo también estuve mal y no soy bueno haciendo esto, ¿está bien?-
-Si, lo noté.- dijo ella, alzando una ceja.
- Entonces acepta la invitación. Por favor.- repitió él.
Saori se sorprendió. Algo dentro de su ser se sintió sumamente feliz.
"Se prudente" se dijo, sin embargo.
Pero la invitación le gustó mucho. No era mala idea despejarse...había entrenado demasiado tiempo sin casi descanso. Su mente, más que su cuerpo, deseaba desconectarse.
- Está bien...- Le dijo Saori, y le sonrió. Sanemi le devolvió el gesto.
Repentinamente, el Pilar reconoció en su interior un júbilo acogedor, y una buena dosis de dopamina que recorrió su cuerpo.
Terminando de desayunar, un poco más distendidos luego de las torpes y bastante rústicas disculpas de ambos, Saori fue a su habitación y rebuscó entre su ropa.
Estuvo un rato pensando que solamente tenía una yukata decente.
Así que decidió que necesitaba ropa nueva, lo ameritaba la ocasión.
Realmente estaba entusiasmada, cómo si fuera una niña a quién llevarían de paseo por haber sido obediente.
Tomó su pequeño monedero y contó él dinero que tenía, lo guardó entre sus ropas y salió del cuarto, en busca del Pilar.
- ¡Sanemi!- exclamó ella, buscándolo por la casa.- Sanemi, iré a comprar...-Las palabras se le escaparon de la mente cuando finalmente lo encontró en el recibidor hablando con otro hombre. Saori se congeló en el lugar y terminó su frase en un susurro-...ropa...-
Era altísimo, fornido y francamente, hermoso. Tenía el cabello blanco como Sanemi pero le caía en mechas largas, olía muy bien y tenía las uñas pintadas de colores. Sus ojos eran de un profundo color granate, y creaban un contraste hipnótico con la palidez de su cabello.
- Esta bien.- contestó Sanemi, con normalidad.
Saori quedó inmóvil y el hombre le sonrió cuando la vio.
- Tú debes ser Saori Minamoto, la famosa aprendiz.- dijo, con una sonrisa que ella solo pudo calificar con una sola palabra: perfecta.
No estaba segura de si era otro cazador. Pero un tipo con ese cuerpo debía ser sumamente fuerte. Además, a pesar de que no estaba uniformado sino con ropa diaria, hablaba con Sanemi como un igual, así que Saori dedujo que era un Pilar también.
- Si soy yo. La Saori.- ella se dio cuenta del error y sintió como el rostro se le incendiaba.- ¡La aprendiz! ¡El aprendiz! Soy...Saori Minamoto.- dijo y le hizo una reverencia.
"Quisiera desaparecer de la faz de la tierra, por favor" pensó con el rostro encendido en vergüenza "Dioses, arrojenme al pozo más profundo de este planeta"
- Mucho gusto, mi nombre es Tengen Uzui.- dijo él, haciéndole una reverencia también.- Soy el Pilar del Sonido, el mejor, más extravagante y vistoso que conocerás.-
- Un honor.- sonrió ella, ampliamente y se perdió un momento en sus ojos, eran tan llamativos...además el mantuvo esa sonrisa tan bella. Y su voz...que voz tan seductora...
"Oh si...estoy segura de que los dioses tienen esa misma sonrisa..." Pensó ella.
Sanemi Shinazugawa percibió el impacto de Tengen en Saori y una molesta sensación le rebotó en el estómago.
Celos.
No era extraño que las mujeres reaccionen así ante la presencia de Uzui y en general a Sanemi le importaba un comino. Pero no con Saori.
- ¿Que no te ibas?- La voz rasposa del Pilar del viento la bajó de las estrellas.
Ella asintió, rió nerviosa y se movió entre ambos con un poco de incomodidad, para salir lo más rápido posible. Cuando estuvo fuera, saludo con la mano y desapareció.
Tengen y Sanemi se quedaron en la entrada.
- Lindo trasero.- dijo sonriendo el Pilar del Sonido cuando ella se fue.
- ¡Tengen! - gruñó Sanemi, cruzándose de brazos.
-¿¡Que!?- Rió el Pilar del Sonido. Pero no se retractó.- ¿Me lo vas a negar?-
Sanemi no dijo nada.
Por supuesto que no lo negaría. Ya lo habia notado también, mucho antes que él.
- Quita tus ojos de mí aprendiz.- dijo él, desviando la mirada, intentando no prestar atención a la incómoda bruma de celos en su mente.
- Parece buena chica...- dijo Tengen, ya sin bromear.
- Lo es.-
- ¿Qué dijo que iba a comprar? ¿Ropa?- preguntó el Pilar del Sonido, algo extrañado.
- Si...hoy...-Sanemi se aclaró la garganta.- la llevaré al festival de Tanabata.- dijo, intentando restarle importancia.
El silencio pareció caer entre ellos como un pesado telón y Sanemi ni siquiera quería mirar a Tengen. Sabía qué mirada tendría y no estaba de humor cómo para lidiar con eso.
- En serio.- Afirmó Tengen.
- Si...¿que tiene de malo?- ladró Shinazugawa.
- Vas a llevar a tu aprendiz. A celebrar Tanabata. Tú, Sanemi Shinazugawa.- dijo Tengen, aún perplejo, con incómodas pausas entre las frases para remarcar su incrédulidad.
- ¿Que tiene?- Gruñó Sanemi, y está vez si miró al otro.
- Si sabes que es un festival romántico ¿no?- preguntó Tengen.
- Si...- Contestó Sanemi, encogiéndose de hombros.
- ¿Entonces que? ¿Hay algo que tenga que saber?- Tengen deslizó la pregunta con un tono de complicidad que casi hizo que el otro se sonroje.
- No.- dijo Sanemi, tajante.- Y no saques conclusiones apresuradas. No la llevo porque quiera algo con ella. La llevo porque considero que se merece divertirse un poco como una persona normal...la tengo prácticamente encerrada aquí, empujando su cuerpo al límite una y otra vez y ella ni siquiera ha chistado. Además...la Selección Final se acerca y...-
" Y porque quiero algo con ella pero no voy a decirte eso" Pensó Sanemi.
- Y no quieres mandarla allá sin haberle dado un sólo momento de distensión.- completó Tengen.
Sanemi guardó silencio un momento y bajó la mirada. Esa no era una mentira realmente.
- Así es...no quiero que sus últimos recuerdos sean mis gritos, mis golpes. No lo soportaria. Si muere...si la mando a morir...no quiero pensar que pasé por su vida sin siquiera haber hecho algo bueno por ella. Algo...algo especial.-
Tengen se lo quedó mirando.
A decir verdad fue la única vez desde que se conocen que él le habló con tanta seriedad sobre una mujer. O que le habló sobre una mujer en general. Se consideraban amigos pero Tengen sabía que Shinazugawa era sumamente reservado con su vida personal y él respetaba eso.
- Además...me porté como un idiota de primera con ella hace poco y...- Agregó Sanemi, rascándose la nuca distraídamente.
- Lo entiendo.- le dijo Tengen, interrumpiéndolo. Y le puso una mano en el hombro.- Entonces dale una noche especial, regalale algo bonito.-
Sanemi miró hacia abajo.
"Bonito sería poder decirle lo que siento. Pero no puedo hacer eso. No aún. No sabiendo que quizá no vuelva a mi." Pensó.
Pero no había necesidad de contarle eso a Tengen.
Ya habría tiempo. Sanemi rogaba que haya tiempo.
- Si. Es mi plan.-le dijo, mirando a la nada.
