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Hermione se encontraba recogiendo sus pertenencias en lo que era su oficina.
Era una oficina dentro del Ministerio de magia, exactamente en el departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas.
Ese lugar donde había pasado tantas horas trabajando los últimos tres años.
Se sentó en su silla del escritorio y miró alrededor. El lugar ya se encontraba como se lo habían entregado.
Alzó la varita y con un movimiento recogió las últimas cosas que quedaban en ese escritorio, algunos pergaminos, tintas y fotografías.
Creyó que su estancia en ese trabajo sería más largo, pero en muy poco tiempo hizo un gran avance para el mundo mágico.
Se encontraba pensando en el tiempo que estuvo en ese lugar, cuando un ruido de la puerta abriéndose en su oficina hizo que se sobresaltara y dirigiera la mirada hacia la entrada.
—Hey, espero no interrumpirte—saludó un hombre asomándose por aquella puerta.
—Remus, claro que no me interrumpes, pasa—respondió Hermione con una sonrisa y caminando hacia Remus, su antiguo profesor de Hogwarts.
Lo saludó con un abrazo y beso en la mejilla, cosa que el hombre correspondió.
—Veo que ya tienes todo listo—Comentó Remus separándose de Hermione y mirando alrededor.
—Sí, ya todo listo. La verdad pensé que mi tiempo aquí sería más largo—Hermione sonrió con nostalgia al decir eso.
—En el poco tiempo que estuviste hiciste grandes avances, es lo importante.
—Ya era tiempo de que las cosas cambiaran para los que son menos escuchados.
—Y nosotros te lo agradecemos—comentó Remus tomando su mano para darle un apretón—. Hiciste que a mi y a la gente como yo se nos diera una oportunidad para que se nos trate los más humanamente posible.
—Tú también lo hiciste posible Remus. Tú hiciste mayormente el trabajo, no te quites ese crédito.
—Si, pero yo estuve por años luchando por eso. Después de la guerra algunas personas se dieron cuenta que no todos los hombres lobos eran malos. Pero aún existían algunos prejuicios sobre nosotros. Pero gracias a tu llegada, aquí, en el Ministerio y a la influencia de Harry—ambos soltaron una risita por lo último—Se pudo hacer posible eso. A mi me diste una nueva oportunidad ante la sociedad. A mi y a muchas personas con mi condición. Nos diste una oportunidad de empleo, de poder salir adelante y vivir con más calidad de vida.
—Es lo que siempre debió ser—Hermione le miró con cariño.
—Y nos diste de más. Con la asociación para apoyarnos, y todavía que entre tú y Harry hicieran posible un acceso fácil y gratuito de la poción matalobos para los afectados. Es algo que nunca sabré cómo agradecerte.
La chica sonrió y no pudo evitar abrazar a Remus de nuevo.
—Me hubiera gustado que pudiera haber hecho eso antes.
Ambos se separaron y sonrieron.
—Tenías que prepararte para poder llegar aquí y poder lograrlo en el tiempo que lo hiciste.
—Sí. Es verdad—la joven asintió con su cabeza.
Hermione caminó hacia el escritorio, acomodando dos cajas en las que había depositado sus pertenencias.
—Déjame ayudarte con una de ella— se apresuró Remus a cargar una de las cajas—¿Vas a despedirte de alguien?
—No, ya lo hice temprano. Ahorita ya voy a casa.—Hermioné comentó mientras cargaba la otra caja—Por cierto ¿Cómo sabías que me iba hoy?
Cuestionó Hermione levantando las cejas.
—Harry me dijo el otro día que hoy sería tú último día. Así que vine a ayudarte. Y a pasar un último momento en esta oficina contigo—el hombre le sonrió.
—Si que pasamos muchas horas juntos aquí en esta oficina—comentó Hermione caminando hacia la chimenea—Aunque el último año no pudiste visitarme tan seguido.
—No, no como hubiera querido. Por eso vine hoy a pasar un último momento aquí contigo cielo.
Remus le dio una sonrisa que Hermione correspondió con otra sonrisa.
No sabían cuándo habían cruzado esa línea en su relación de amistad.
El empezar a usar apodos cariñosos.
Solamente un día pasó, y Remus continuó llamándole "cielo, cariño", o algún otro apodo cariñoso. Y la joven lo sentía tan natural viniendo de Remus.
Hermione entró primero a la chimenea y por medio de polvos flu se dirigió a su casa, siendo seguida por Remus.
La chimenea de la casa de Hermione estaba en la sala. La chica caminó hacia el final de la sala y depositó la caja en el suelo, a un lado de uno de los sillones.
—¿Dónde dejo esta caja?— Preguntó Remus detrás de ella.
—Aquí en el suelo. Ya luego me encargaré de sacar todo.
Hermione se dirigió hacia la cocina.
—¿Quieres té?
—No, ahorita no, gracias.—respondió Remus— ¿Cómo te sientes?
—Bien, me alegro de haber hecho algo bueno en ese trabajo. Pero ya quería cambiar de ámbito laboral.
—Lo harás muy bien en tu nuevo trabajo.
—Gracias por todo Remus, todo lo que me has ayudado, tanto en lo laboral y en lo personal. Eres un gran amigo.
—No hay nada qué agradecerme. Eres una gran persona. Sabes que siempre puedes contar conmigo—.Remus se acercó y le acarició la mejilla en forma cariñosa— Creo que me voy por ahora—se separó para dirigirse a la puerta—quiero comprar unas cosas cerca de aquí y antes de que cierren el local, mejor me apresuro.
—Claro, y de nuevo, gracias por todo.
—No hay de qué cariño, nos vemos.—Remus le dedicó una sonrisa antes de salir de la casa.
La casa de Hermione estaba en el mundo muggle. Había comprado la casa en Enfield, muy cerca de Londres.
Había decidido vivir entre los muggles porque quería tener una distancia del mundo mágico.
A pesar de que ya habían pasado 10 años
de la segunda guerra y la derrota de Voldemort, seguía siendo casi como una celebridad por ser parte del trío de oro o dorado, como muchos los apodaban.
Se alegraba de formar parte del trío dorado, y haber ayudado a derrotar a Voldemort, claro que no se arrepentía de ello, pero la fama que ganó con después de eso no era parte de lo quería en su vida.
Por eso, después de cursar de nuevo el séptimo año (u octavo año, como muchos lo llamaban) en Hogwarts, decidió irse a Francia para seguir con sus estudios.
Ahí se especializó en Leyes mágicas por cuatro años y al terminar siguió sus estudios para poder especializarse en pociones dos años más.
Estuvo seis años fuera de la comunidad mágica del Reino Unido. Así que cuando regresó para tomar el trabajo en el Ministerio de Magia, la gente aún la trataba como celebridad y algún que otro paparazzi la seguía.
En el tiempo que estuvo en Francia se reencontró con ex compañeros de Hogwarts que inesperadamente hizo amistad con ellos.
Aún tenía una amistad con Harry y Ron, pero Hermione se había apartado un poco más de Ronald Weasley, porque no quería darle falsas esperanzas.
Tuvo una relación corta de unos meses con su amigo Ron después de la guerra, pero Hermione se dio cuenta que no sentía nada más que amistad por Ronald y rompió relación con él.
Para no lastimarlo, mintió (gran error) y se excusó que era porque quería dedicarse a los estudios, cosa que una parte era verdad, pero no el verdadero motivo.
En esos años de separación se enteró que Ron había tenido varias parejas, a lo cuál a Hermione le alegraba eso, pensando que su amigo ya había pasado de página de con ella, pero algunas veces que se veía con su amigo o él le mandaba alguna carta, indicaba que Ron aún esperaba otra oportunidad de parte de Hermione.
La respuesta que ahora Hermione le daba era «Quiero dedicarme a crecer profesionalmente».
Cuando regresó a Londres para comenzar su vida laboral comenzó a tener una cercanía con Remus Lupin.
Al principio fue por el mismo trabajo y la causa por la que ellos luchaban, los derechos de las personas infectadas con licantropía. Pero en esas horas de trabajo comenzó a disfrutar la compañía de aquel hombre. Habían descubierto que tenían muchas cosas en común y Remus fue haciéndose cada vez más presente en su vida.
Tanto era esa cercanía con su antiguo profesor que pasaba más tiempo con él que con sus amigos.
En la actualidad Remus sabía más de ella que Harry y Ron.
Y una información que él sabía que sus amigos no, era que Hermione mantenía comunicación con una mujer squib que vivía en Australia, y era vecina de sus padres.
En esos años la bruja hizo el intento muchas veces por restaurar la memoria de sus padres, cosa que nunca pudo lograr.
En esos viajes que hacía al visitar a sus padres conoció a una mujer mayor, que era Squib, y le contó sobre sus padres.
Esa mujer le mantenía informada sobre la vida de sus padres.
A veces le era difícil ir personalmente a verlos. Así que la mujer le mandaba algunas fotos o vídeos de ellos a su celular, y otras veces le escribía cartas por medio del correo de las lechuzas.
Hermione al quedar sola en su casa se puso a sacar los objetos que había recogido de su antigua oficina.
No es que tuviera los días siguientes del todo libres, ya que en unas semanas estaría ingresando a su nuevo empleo, que sería un cargo de docente en la escuela de Hogwarts, enseñando pociones.
Sabía que en ese tiempo tenía que organizar su tiempo e ir de compras al callejón diagon para comprar algunas cosas que necesitaría en su nuevo empleo, pero también quería hacerse un espacio en su tiempo para ir a Australia y ver a sus padres, al menos de lejos.
Tomó una fotografía de sus padres que tuvo en su oficina en el ministerio. La miró con melancolía. Una lágrima se le escapó de sus ojos.
Le dolía no poder estar con ellos, pero no se arrepentía de haberle modificado sus memorias, ya que por eso ellos seguían con vida y era lo importante.
Con un suspiró dejó la foto en una repisa que tenía en la sala y siguió organizando sus cosas.
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Se acercaba cada vez más el mes de septiembre. Hermione estaba a dos semanas de comenzar su nuevo trabajo.
Así que a Harry se le ocurrió hacer una reunión en su casa Grimmauld Place, para verla y festejar su nuevo empleo.
Hermione sin poder hacer mucho aceptó aquella reunión. Ya que hace mucho no veía a sus amigos y personas que consideraba casi como su familia.
Al llegar a la casa de Harry y Ginny lo primero que se encontró fue a su ahijado James corriendo hacia sus brazos.
—¡Madrina! —Gritó el niño de siete años entusiasmado mientras la abrazaba.
—¡Hola James! Déjame verte —Comentó Hermione con una risa alejando al niño.—¡Cada vez que te veo estás más grande!
—¿Lo crees madrina? Ya casi te voy a alcanzar.
Hermione volvió a abrazar al niño.
—Verás que será muy pronto.
—¡Hermione!—Dos voces diferentes dijeron su nombre.
—¡Harry¡ ¡Ginny! Me alegro verlos. Gracias por esta reunión.
Hermione dio paso hacia ellos para saludarlos con un abrazo.
—Tenemos que hacerle así, si no, ni podemos verte—reprochó su amiga Ginny
—Lo siento, es que estas últimas semanas estuve tan ocupada por dejar todo bien en mi antiguo trabajo, que ni sabía donde tenía mi cabeza.
—Si me imagino, es lo que le dije a Ginny—Comentó Harry—que a como eres, estarías muy ocupada con ello y preparándote para el nuevo trabajo. ¿Ya tienes todo?
—Me faltan algunas compras, pero en los siguientes días me encargaré de ello.—respondió Hermione.
—Ven, vamos al piso de abajo donde ya está la mayoría de las personas—Ginny la tomó del brazo y la encaminó hacia las escaleras.
—¿Mayoría? —La castaña temía preguntar qué tantas personas estaban presentes.
—Oh no te preocupes Hermione, son los de siempre—Harry trató de tranquilizarla.
—Bien, me alegra que sea así, en confianza.
La familia Weasley estaba ahí, quienes la saludaron con gran entusiasmo. Tenían meses sin verla.
—Hasta que podemos verte—Comentó Fred que le dio un fuerte abrazo.
—No te escondas más de nosotros Herms—Comentó Greg dándole un beso rápido en la mejilla.
—Puedes esconderte de nuestro hermano, pero trata de no hacerlo del resto de nosotros—le dijo Fred muy cerca para que solo ella escuchara aquel comentario, al alejarse Fred le guiñó un ojo, haciendo reír a Hermione.
—No me escondo de Ron—comentó Hermione riendo tratando de ocultar el sonrojo ante el comentario, a veces si lo hacía pero nunca lo admitiría, menos delante de su familia.
—Nosotros también ya le dijimos que sea menos intenso contigo y que ya te supere, pero es terco como una mula.
—Por cierto, ¿Vino hoy?—preguntó Hermione viendo que la mayoría de la familia Weasley la había saludado excepto Ron.
—Sí, pero a mamá se le olvidó el postre en la madriguera y mandó a Ron por él —Comentó Ginny—Ven Hermione, tenemos que ponernos al corriente.
La gente en esa casa estaba platicando por todos lados.
Los hijos de Harry y Ginny estaban jugando con su abuelo y tíos.
Ron llegó a los minutos después de Hermione, que fue a saludarla con gran efusividad en un abrazo, que hizo incomodar un poco a Hermione, pero fue salvada por los gemelos que hicieron algo de sus travesuras a Ron para que se rompiera esa tensión de Hermione.
Pasaron la tarde recordando algunas anécdotas de Hogwarts. Los señores Weasley también compartieron algunas historias de su época estudiantil, que hicieron a los más jóvenes sorprenderse y reír de las travesuras que también llegó a hacer el señor Weasley.
La hora de comer se aproximó y empezaron a dirigirse al comedor por pedido de la señora Weasley, cuando se escuchó como la chimenea de arriba se activó. Alguien había llegado a la casa a través de polvos flu.
Hermione trató de esperar a la persona que acababa de llegar pero Ron la tomó del brazo.
—Vamos Mione, mamá nos espera—Comentó Ron que trataba de tener contacto con ella ante cualquier oportunidad.
—Pero…
—No te preocupes Hermione, yo me espero—Comentó Harry.
Todos se dirigían a sus respectivos asientos, a pesar de haber sillas de sobras Ron trataba de que Hermione se sentara junto a él.
—Hola siento la demora, aunque creo que sí llegué en el momento indicado—Comentó el recién llegado y atrás de él venía Harry.
—Oh para nada llegas tarde, toma asiento Remus—Saludó Molly desde el otro lado de la mesa.
Remus saludó a los demás levantando la mano. Volteo para encontrarse con Hermione que estaba a unas cuantas personas de distancia de él.
—Hey—Saludo Remus quien estiró el brazo para tomar la mano de Hermione, quien la había levantado para saludarlo.
—Remus, me alegra que si pudieras venir.
Hermione caminó hacia Remus, dejando a Ron sentado solo, y antes de que pudiera levantarse para seguirla, sus hermanos se atravesaron y se sentaron a su lado, impidiendo que pudiera moverse.
Hermione saludó a Remus con un abrazo y lo tomó del brazo para sentarlo a su lado. Harry tomó asiento al otro lado de su amiga.
La comida iba bien, todos charlando y riendo de vez en cuando.
Ginny había visto los intentos fallidos de su hermano Ron en estar cerca y acosar a Hermione, le fastidiaba el asunto de la actitud de su hermano. Así que decidió ayudar a su amiga.
—Ron, ¿Qué tal va tu relación con esa chica con la que te vimos en Hogsmeade? ¿Cuál era su nombre? hm amor, ¿Lo recuerdas?
La pregunta de Ginny hizo que a Ron se le pusiera la cara roja.
—Kate…Creo que su nombre era Kate—comentó Harry.
—Ah, yo-—Ron miró de reojo a Hermione, que ella seguía bebiendo de su refresco.
—La hubieras traído Ron, no me hubiera importado, así la podemos conocer todos—Comentó alegremente Hermione
—No, no. Ella no es nada serio—Miró molesto a su hermana—que por cierto ya no estoy con ella.
—Una lastima, se veía buena chica—agregó Ginny con una sonrisa un poco burlona al ver la mirada que su hermano le echaba.
Hermione pasó el resto del día bien, disfrutando de la compañía de sus seres queridos.
