El Rollo Escarlata
Luz de Sol
—¡Luces tan diferente, Sakura-chan!
Sakura retrocedió tanto como los brazos de Naruto le permitieron y miró a su viejo amigo de arriba abajo. —Mira quién habla. —Le dijo, notando que había tenido la valentía de crecer más de nuevo. No sólo eso, su cara había perdido esa redondez infantil a la que estaba acostumbrada, y sólo podía asumir que él no había comido lo suficiente, o tal vez esto era lo que sucedía sin su dieta constante de ramen. Pero igualmente, tal vez había crecido finalmente. Sin importar eso, él todavía sonreía como un idiota, asegurándole que no importaba cuán malas se hubieran vuelto las cosas para él, todavía era el chico que había dejado Konoha con un guiño y ondeando la mano, con la promesa de que regresaría cuando fuera momento de volverse Hokage.
Sakura deseaba que pudiera decir lo mismo de sí.
Sin embargo, había cosas más importantes que hablar sobre cambios superficiales. —¿Qué estás haciendo aquí, Naruto? —Preguntó ella, antes de deslizar la mirada hacia Kakashi. —¿Qué estás haciendo tú aquí, ya que estamos?
Kakashi levantó la barbilla, eligiendo ignorar su pregunta. —¿Fuiste seguida? —Preguntó cortante.
—No lo sé. —Respondió con frialdad. —No me di cuenta de que venías a una reunión clandestina cuando te seguí. Si tenía que saber que tenía que checar, probablemente hubiera sido mejor que me dijeras.
—No es culpa de Kakashi-Sensei, Sakura-chan. —Naruto dijo con rapidez. —Lo tomé por sorpresa.
Ella se le quedó viendo horrorizada. —¡Naruto, no puedes simplemente aparecerte por una charla sorpresa cada vez que te dan ganas! Tienes a la Aldea completa detrás de ti y dos agentes de Raíz podrían estar dirigiéndose hacia aquí mientras hablamos. Es lindo verte, pero no vale el riesgo de ser atrapado.
Él levantó las manos. —¡Relájate, Sakura-chan! —Dijo él. —Kakashi-sensei me pidió venir, ¿Verdad, Sensei?
—¿Le pediste que viniera? —Sakura repitió, buscando en un incómodo Kakashi una confirmación. ¿Qué demonios había estado pensando? Más importante, ¿Cómo había sido capaz de contactar el número de un ninja intrazable?
—Antes de que comenzáramos la misión, intenté mensajearle a Naruto pidiéndole ayuda. No creí que en verdad fuera a recibirlo… no luego de tanto tiempo. —Kakashi suspiró y arrastró la uña de su pulgar a través de su ceja. —Si hubiera sabido que él vendría, te lo juro Sakura, no hubiera… no hubiera aceptado hacerlo.
La sonrisa de Naruto comenzó a desvanecerse en medio de la confusión. Él miró entre sus antiguos compañeros de equipo. —Bueno, está bien. —Dijo. —Estoy aquí ahora. ¿Qué era lo que querían?
Su pregunta fue respondida con un sonoro silencio. Sakura se quedó tan quieta que parecía que incluso había dejado de respirar mientras la mirada de Kakashi caía al suelo y permanecía ahí. Ninguno hizo intento de responder la pregunta, y Naruto sintió que estaba atrapado entre dos piedras frotándose. —¿Qué? —Demandó, sus cejas juntándose. —¿Qué es lo que no me están diciendo? ¿Alguien murió?
—No es así de malo. —Kakashi le aseguró, aunque el resoplido incrédulo de Sakura decía otra cosa.
—De acuerdo. —Naruto dijo con lentitud, inconscientemente avanzando poco a poco entre ellos. —¿Qué querían de mí?
Kakashi levantó la mano como si estuviera gesticulando, luego la dejó caer en un suspiro de derrota. —Quería saber si podías sacar a Sakura de Konoha. —Dijo. —Si podías llevarla contigo.
—¿Por qué? —Él se giró para mirar a Sakura. —¿Algo sucedió? ¿Qué?
—No hay punto ahora. —Dijo ella, parpadeando sin emoción alguna. —Es demasiado tarde.
—No es tan tarde. —Kakashi le dijo. —Puedes irte con Naruto justo ahora-
—No lo hagas. —Le interrumpió, su voz luchando por permanecer calmada. —¡No puedes hacerme atravesar todo esto para decirme que hay una salida finalmente! No quería ir con Naruto en primer lugar porque estaba asustada de que lo detendría y haría que nos mataran a los dos ¿Ahora crees que soy capaz de seguirle el ritmo?
—Quería que tuvieras la opción. —Dijo él, su débil tono rogándole. —Pero renuncié a esa esperanza de que él llegara a tiempo.
Naruto cruzó los brazos flojamente. —Miren, chicos, creo que tomé un gran riesgo viniendo aquí; ¿Les importaría contarme lo que sucede?
Como un corredor a punto de tomar la última vuelta, Sakura contuvo el aliento. —Una misión. —Le dijo cortante. —Pero Kakashi estaba equivocado. Lamento que gastara tu tiempo.
Tal vez Kakashi fue un poco herido por sus palabras, ya que le miró en silencio por un momento antes de girarse de vuelta a Naruto. —Tengo que checar a nuestros dos escoltas idiotas de Raíz y asegurarme que no nos siguieran. Lamento que no puedo seguir aquí para ponernos al corriente, pero estoy seguro de que los dos tienen mucho que decirse el uno al otro, así que me despediré por ahora.
Él levantó la mano y la pasó por la cabeza de Naruto con cariño mientras los dejaba atrás, aunque Naruto ahora casi tan alto como su Sensei. Y mientras Kakashi pasaba, Naruto se giró de nuevo hacia Sakura, desconcierto nublando sus rasgos. —¿Se han peleado por algo? —Preguntó.
—Sí. —Admitió.
—Debió ser serio, le llamaste 'Kakashi'.
—¿Lo hice? —Ya no notaba cosas. Lo que sentía hacia Kakashi era tan confuso esos días que se le escapaba la forma correcta para dirigirse a él. A veces era correcto y natural que siguiera agregando el 'sensei' a su nombre, pero otras ocasiones era imposible pretender que seguía siendo un maestro para ella. —No te preocupes por eso, Naruto. Las cosas sólo están un poco tensas en este momento.
La forma en que él se le quedó viendo le puso incómoda. Era la misma forma en que Kakashi le veía cuando estaba haciendo un pobre trabajo al ocultar sus sentimientos y le compadecía demasiado como para decir algo. Pero Naruto no lo entendía de la misma manera. Él no sabía lo que ella estaba atravesando. —Sé que seguirás diciendo que me alentarás, —dijo. —pero si quieres venir conmigo, no me preocupa. De hecho, estaría muy bien. Voy a Suna -Gaara es un completo desastre cuando se trata de reunir apoyo, siempre diciendo que él va a poner a su aldea primero- pero tal vez pueda convencerlos de que te presten algunos de los rollos de Chiyo para que los estudies. Sé cuánto admiras sus técnicas, y ellos todavía te recuerdan y lo que hiciste por ellos.
La garganta de Sakura estaba amenazando con cerrarse sobre el bulto que se había formado. Ella tragó con fuerza y controló su respiración. —Quizás un día pueda volver ahí. —Dijo en voz baja. —Pero Suna es un lugar rebosante de espías de Raíz. Tal vez seas capaz de evitar la captura con fuerza bruta si todo lo demás falla, pero no pretendas que si voy contigo no va a tratarse de que me tengas que estar cuidando en cada paso del camino.
Él sonrió. —No me importa-
—Pero a mí sí. —Dijo ella. —Siempre fue más seguro que permaneciera en Konoha, y es el único lugar en el que te puedo ser de uso. Necesitas apoyo en casa, Naruto.
—Aunque sería lindo tener compañía. —Suspiró. —Con todo el mundo queriendo atraparme, está volviéndose solitario.
—¿A quién intentas engañar, Naruto? —Le reclamó sin ira. —Haces amigos a donde quiera que vayas. Es como un super poder que tienes, lo juro…
—Sí, pero en algunos lugares sospechan bastante de un tipo viajando a solas. Las parejas siempre son menos sospechosas. —Dijo, sus ojos obteniendo un brillo muy viejo y muy familiar en sus ojos. —Oye, Sakura, oye, podríamos pretender estar, no sé, casados.
¿Casados? Sakura casi sonreía. Un pequeño bulto de alegría en el camino sería el complemente perfecto para su actuación… pero ellos apenas eran un par discreto, y estar cerca de una mujer embarazada era una forma segura de acortar sus días de libertad. —No creo que Hinata me perdonaría. —Le dijo calmadamente.
—Ja, sí… eso es cierto. —Él rascó su cabeza, aunque sus pensamientos parecían moverse en otra dirección mientras un débil tinte rosado tocaba sus mejillas.
La apasionada declaración de amor de Hinata había sido literalmente la plática de toda la Aldea incluso días después de la invasión de Pain, pero desde ese momento las circunstancias habían conspirado para mantenerles separados. Danzou había volteado la opinión pública contra Naruto con tanta facilidad luego de que Tsunade hubiera muerto, y Hinata -ya tan dolorosamente sensible y tímida- se había retraído luego de que Naruto se hubiera ido sin siquiera tener la oportunidad de hablar con ella.
Sakura no sabía cómo se sentía su amigo hacia la insegura Hyuuga, pero traerla a la plática era una manera segura de distraerlo de la otra línea de conversación, y ella no iba a dejar que él supiera la verdad ni rompería la burbuja que él tenía de que sus amigos estaban bien y a salvo y así siempre habría una esperanza. Con el clima del momento, alguien tan positivo y con naturaleza tan dulce como Naruto tenía que ser protegido. Si el mundo se le permitía arrastrarlo al nivel de los otros, terminaría perdiendo algo demasiado importante.
—Me alegra haber tenido la oportunidad de verte de nuevo. —Dijo ella, preguntándose mientras lo decía si sería la última vez que se verían en años. O alguna otra vez. —Ahora eres algo lindo, Naruto.
Sus mejillas rosadas casi se ponían completamente rojas. —Bueno, tú siempre fuiste hermosa. —Murmuró él, tomando su mandíbula entre su pulgar y su dedo índice. —Pero… te ves más triste estos días, Sakura-chan.
Ella intentó sonreírle para tranquilizarlo, pero su boca se sintió débil y terminó más cómo un gesto feo. —No te preocupes por mí. —Dijo. —No soy yo quien tiene tras de mí múltiples divisiones de Cazadores.
Atrapando su mano, ella la apretó. —Deberías irte antes de que vengan a buscarme.
—Sí. —Asintió él, pero antes de que cualquiera pudiera retroceder, él se abalanzó, jalándola para abrazarla con fuerza.
Sólo era Naruto, haciendo lo que Naruto hacía mejor, pero en ese medio segundo Sakura sintió una puñalada de puro pánico a través de su corazón. Él debió haberla abrazado docenas de veces -si no es que cientos de veces en el pasado, y nunca antes sus brazos se habían transformado en una jaula, como una boa intentando asfixiarla. Ella se quedó rígida, luchando con el impulso de liberarse, o sólo colapsar contra él y llorar. Sólo era Naruto.
Estaba bastante jodida si el cuerpo de su mejor amigo le aterrorizaba. Se sintió como un minuto terriblemente prolongado antes de que él se retirara, frunciéndole el ceño ligeramente como si sintiera que algo estaba mal con ella. Podía romperse y disculparse… explicarle todo a él.
En lugar de eso, ella levantó la cabeza y le dio un asentimiento de cabeza que intentaba tranquilizarlo y darle valor que no poseía. —Adiós, Naruto.
Sólo cuando sus manos dejaron sus hombros finalmente se sintió libre para respirar. Entonces, sin una palabra él simplemente desapareció.
Y Sakura finalmente estuvo a solas una vez más.
Se tomó un momento para recuperarse, tocándose los ojos para checar si tenía alguna humedad traicionera y para enderezarse el vestido en caso de que hubiera sido arrugado durante el abrazo de Naruto. Cuando estuvo segura de que presentaba una ordinaria, si no es que falsa, imagen al mundo, salió fuera de la pequeña bodega hacia el callejón.
Kakashi no se había ido tal lejos; estaba de pie contra la pared apenas a unos metros lejos. —No le dijiste. —Dijo.
Chismoso. Suspiró internamente. —No.
—Él va a descubrirlo. —Le advirtió. —No es algo que puedas esconder.
—No siempre tiene que saber la verdad. —Dijo ella. —Nadie tiene que decirle sobre Hiroshi. No creo que deba saber sobre nosotros.
Kakashi se alejó de la pared y caminó alrededor de ella. Él se detuvo pronto, lo suficientemente cerca como para que ella escuchara su gruñido. —Tienes razón. Él no puede saber sobre esto. Danzou te dará una historia oficial a la cuál deberás ceñirte… esta será la verdad para él y para todos los demás.
¿Por cuánto tiempo alguien podía vivir con una mentira tan enorme? Sakura se preguntó, pero no tenía respuesta. —¿Crees que hicimos lo correcto? —Preguntó débilmente.
Kakashi no tenía ninguna respuesta tampoco. —No puedo pensar más en eso.
Él se giró y comenzó a caminar de nuevo, sin duda para encontrarse con Jin y Ari y comenzar el largo camino de vuelta casa. Sakura le siguió como una sombra y decidió que era la última vez en que preguntaría eso. Lo hecho, hecho estaba, y las consecuencias eran puentes que tendrían que pensar cómo cruzar una vez que llegaran ahí.
El viaje de vuelta a Konoha era más largo de lo que ella había anticipado gracias a que Kakashi les hizo detenerse repetidamente para descansar. Esto era en beneficio de Sakura, dijo. Viajar en 'su condición' no era aconsejable, ni siquiera si la misma Sakura no se sentía diferente a lo usual. Esa mañana una varita de plástico le había informado que estaba embarazada, y si no fuera por eso ella ni siquiera lo sabría. Cuando ella pensaba en los síntomas clásicos de embarazo que había leído en libros o visto en dramas televisivos, como nauseas matutinas, inflamación, brillo, sabía que no tenía ninguno de ellos. Tal vez eso vendría después, pensó ella. Y quizás entonces se haría a la idea.
Mientras tanto, las paradas constantes no hicieron nada por ella excepto poner a prueba su paciencia. Había creído que estaría contenta el día en que regresara a Konoha, pero descubrió que, aunque podía dejar Otafuku Gai sin mirar hacia atrás, tampoco estaba viendo hacia adelante, hacia ver su viejo hogar en Konoha ni tampoco a sus amigos. Había pasado casi veinte años haciéndose lugar en Konoha, y ahora estaba regresando consciente del hecho de que había cambiado y quizá ya no encajaba ahí. ¿Ahora qué? ¿Cómo explicaría todo esto a su madre? ¿A sus amigos?
Cada paso hacia que sus pies se sintieran más pesados y la tentación de echarse a correr y adentrarse al bosque era una con la que coqueteaba más o menos en serio. Sin embargo, cada vez que Kakashi les ordenaba descansar y la obligaba a sentarse y a tomar un refrigerio, se sentía arrestada. No había deseo alguno de continuar y aun así tampoco tenía deseo de pelear contra lo inevitable.
Sólo quería terminar con todo.
Al menos los dos idiotas no los molestaron tanto. Pasaron el viaje entero caminando algunos metros al frente como si sintieran un poco más de añoranza por el hogar de lo que les gustaría admitir, y la distancia los dejaba fuera de la escucha de cualquier cosa que Kakashi y Sakura tuvieran la necesidad de decir. Sin embargo, no la tenían. De hecho, apenas hablaron. Además de sugerir direcciones y cuándo detenerse, su viaje fue silencioso y ninguno pareció notarlo. Cada uno tenía sus propios pensamientos con los cuales lidiar. Sentimientos, cosas normalmente sometidas y manejadas con facilidad, estaban corriendo demasiado alto como para poder hablar con confianza.
Para cuando llegaron a las puertas de Konoha, Sakura se sentía drenada. Dejó que los guardias del punto de revisión le tocaran y picaran, y les dejó discutir innecesariamente sobre el tipo de tinta de su pasaporte. Dejaron pasar a dos agentes de Raíz como Jin y Ari sin mucho problema, pero a ella no le importaba si eso la retrasaba a ella y a Kakashi. Sólo estaban haciendo a los dos idiotas esperar por ellos, y por extensión, al mismo Hokage.
Aunque, cuando finalmente les dejaron pasar, Sakura tenía la sensación de estar marchando hacia la torre del Hokage. Sus tres escoltas masculinos la rodeaban y atravesaban las multitudes como la proa de un barco atravesando el océano. Sakura no vio a nadie que reconociera porque mantuvo la mirada concentrada en la espalda del chaleco de Kakashi, y si alguien la vio al menos no tuvo que verlo a los ojos todavía.
En la torre del Hokage fueron apresurados para subir las escaleras y pasaron las estatuas que eran los guardias de Raíz alineadas en los pasillos, aparentemente eran pagados por no hacer nada más que permanecer de pie y lucir intimidantes.
Fue en este punto en el que Sakura notó la casi divertida transformación que sufrieron Jin y Ari. En la misión habían actuado sin fallar como dos niñitos crueles, llenos de bromas molestas y actitudes juveniles. En la torre del Hokage se volvieron los drones que habían forjados para ser, hablando con otros drones en el mismo tono plano y monótono con el que todos se comunicaban entre ellos, como si hubieran exitosamente purgado todas sus emociones como su entrenamiento demandaba. Cuando llegaron a la antecámara afuera de la recepción de la Sala del Hokage, donde tendrían que esperar hasta que fueran llamados, los dos idiotas tomaron posición contra la pared.
Sakura de hecho se burló en voz alta de lo ridículo que resultaba esto, pero nadie le miró. Tenían que pretender que no tenían ninguna emoción y que ni siquiera podían responder a su escarnio.
Y como era de esperarse en Danzou, pese a haber sido informado de su llegada y obviamente no estar ocupado, los mantuvo esperando un tiempo más que razonable. Sakura se rehusó a mostrar su impaciencia y se sentó en la banca contra la pared sin moverse mientras Kakashi caminaba con casualidad frente a ella como si estuviera aburrido. Él era mucho mejor actor que ella. De igual forma, él había estado en este programa por más tiempo.
Se preguntó cuántas veces había estado aquí con otras mujeres, esperando ser despedido luego de otra misión 'exitosa'.
Pero, por supuesto, esta ocasión era diferente. No había éxito aquí; la misión había sido gravemente comprometida y el castigo por ello no era algo que se atrevía a pensar. Debían tener colapsos nerviosos… y, sin embargo, Sakura se sentía remarcablemente calmada ahora. Había atravesado por mucho y encarado todos sus miedos. Y un viejo con gota ya no le asustaba.
Al final las puertas de la pequeña habitación del trono de Danzou fueron abiertas y fueron escoltados en la cámara atmosféricamente oscura. Los asientos del semicírculo estaban llenos de nuevo, y Sakura se sentó apáticamente en la postura que Danzou demandaba. Kakashi no lo hizo, sin embargo. Eso era interesante. ¿Él tenía una posición más alta en el régimen de Danzou de lo que había pensado ella o de hecho estaba faltando a las reglas?
—Me han dicho que tu misión fue un éxito. —Ella escuchó que Danzou dijo, un tono no identificable coloreando su voz. —Ponte de pie.
Sakura se levantó obedientemente y miró a Danzou.
Parecía divertido consigo mismo. —Por supuesto, tendremos que asegurarnos. —Él continuó, poniéndose de pie para acercarse a ellos. Mientras veía a Sakura, estaba segura de que él se dirigiría a ella, pero no estuvo del todo sorprendida cuando la dejó atrás para hablar con Kakashi como si no fuera ella más que un animal domado que había sido sacado y preparado para el espectáculo. —¿Encontraste su actuación adecuada?
Sin importar si Danzou sabía o no, esa pregunta fácilmente podía tener un doble significado.
Kakashi permaneció pasivo, mirando a la distancia como si hubiera sido un pupilo estrella en Raíz. —Ejemplar. —Dijo con tranquilidad.
—¿Alguna complicación con el objetivo? —Danzou le preguntó.
—No, señor. —Kakashi respondió. —En algún punto intentó asesinar a Sakura y escapó con rapidez, pero afortunadamente la misión ya había sido completada.
—¿Él descubrió su identidad?
—No, señor. Imagino que intentó asesinarla porque él sólo era un psicópata violento, lo que estoy seguro, Hokage-sama, usted ya sabía. —La débil insinuación de que Danzou había elegido a Hiroshi por esto específicamente fue dejada en el aire como un elefante intentando esconderse en una esquina.
Afortunadamente, Danzou iba a ignorarlo. —Bien. Entonces espero un reporte completo para esta semana, y nos moveremos para asignarte a otro sujeto.
Si Kakashi tal vez había inhalado un poco abruptamente ante esto, Danzou no lo notó, ya que ya había vuelto a poner su atención en Sakura. —Has servido a tu Aldea admirablemente. —Dijo él, como un orgulloso abuelo. —Serás bien recompensada por tu contribución. Una vez que seas checada por nuestro médico privado y tu condición sea confirmada, recibirás un aumento del cinco por ciento. Una vez que el embarazo esté establecido en seis meses o así, se te dará un nuevo hogar que le siente a tus circunstancias y serás puesta en baja por maternidad totalmente pagada por todo el siguiente año. ¿Encuentras eso aceptable?
Era una miserable consolación por haber sido prostituida contra su voluntad. Como Kakashi, ella se endureció para no mostrar nada de su disgusto. —Gracias, Hokage-sama.
—Oh, —Agregó Danzou, como si acabara de recordar algo. —y una cosa más…
Su mano se movió más rápido de lo que pudo ver, tomándola por la garganta y jalándola hacia él con un fuerte agarre. El corazón de Sakura casi explotaba en pánico. ¡Lo sabe!
Junto a ella vio a Kakashi moverse como si fuera a intervenir, entonces rendirse tan pronto como cualquier otro guardia en la habitación que movieron las manos amenazadoramente hacia sus armas. Él ya sabía lo que iba a pasar, parecía.
—No se te tiene permitido hablar del embarazo por al menos tres meses más. —Danzou dijo, su horrible aliento invadiendo sus fosas nasales. —Cuando se lo digas a tus amigos, familiares y conocidos, tendrás que explicarles que fuiste una puta descuidada que terminó preñada en su misión. ¿Lo entiendes?
Ella ni siquiera podía responder, aunque lo quisiera. En retrospectiva era algo bueno. Si hubiera sido capaz de mover la mandíbula le hubiera escupido.
Fue entonces que sintió algo atravesándole la garganta. Un poco de dolor, pero con la viscosidad de la brea la sintió invadirla y arrastrarse por su tráquea, cubriendo todo y envolviendo su lengua hasta que creyó que estaba a punto de asfixiarse. Cerró los ojos y luchó por respirar.
Danzou la jaló todavía más cerca. —Ahora tendrás que hacer un juramento, —Le dijo. —y con el poder de este jutsu de vinculación lo mantendrás hasta que mueras. Me aseguraré de ello.
Sakura sintió arcadas, pero abandonó la idea de intentar liberarse. Sabía que era esto. Sai se lo había explicado antes, y sabía que cualquier juramento al que quedaría atada la lisiaría o mataría si intentara romperlo. Maldición, ¿Por qué Kakashi no se lo había advertido?
—Haruno Sakura. Ahora debes jurarme y bajo pena de muerte, que nunca revelarás a nadie la verdadera identidad del padre de este niño.
Los ojos de Sakura se abrieron de golpe, y si había una chispa de triunfo en ellos fue demasiado débil como para que Danzou lo notara. Pero repentinamente sintió ganas de reírse. ¡Qué idiota es!
—Lo juro. —Le dijo con esfuerzo.
Su recompensa fue un repentino ardor en la parte trasera de su lengua que le arrancó el aliento por un momento. Danzou la soltó tan de la nada que se hubiera caído al suelo si no hubiera sido por Kakashi que le tomó por el codo.
—Regresa a tu trabajo. —Danzou dijo, despidiéndolos, regresando a su asiento. —Tu cuidador manejará tus próximas citas médicas y cualquier preocupación que pudieras tener él la responderá.
Esta era el momento de irse. Sakura sintió que Kakashi la condujo con firmeza hacia la salida, caminando con rapidez y forzándola a seguir. Su garganta estaba ardiendo con los efectos del jutsu de vinculación y cuando intentaba hablar todo lo que salía era un jadeo.
—No podrás hablar en un rato. —Kakashi murmuró hacia ella mientras descendían por las escaleras, dejando atrás líneas de guardias. —Lo siento, normalmente no es así de rudo. No estaba preparado.
—Qué lindo ser la excepción. —Susurró. Pero si Danzou creía que la tenía bajo su pie, estaba en un error. Él no la había silenciado como creía, más bien había asegurado que ella nunca sería capaz de revelar el hecho de que lo había engañado.
Fuera de la torre, Kakashi no se detuvo. Había todavía demasiados ANBU de Raíz alrededor del lugar del Hokage y no parecía querer detenerse a conversar cerca de ellos. Sakura le siguió. Luego de dos meses de ser movida y tratada como una niña que no podía hacerse cargo de sí misma, estaba acostumbrada a ello. Finalmente, él se detuvo fuera de las puertas de una parcela comunitaria. Ahí había menos tráfico humano y sólo estaban las líneas de judías para escucharlos.
—Toma algo de jarabe para la tos y estarás bien. —Le dijo, observándola mientras se tallaba la garganta con tristeza.
—Es fácil para ti decirlo. —Dijo con la voz rasposa.
Él se encogió de hombros. —Ya me han atado. Casi todo el mundo en el programa lo está.
—Entonces, es mi ritual de iniciación básicamente. —Ella intentó aclararse la garganta, pero todavía sonaba como si su laringe hubiera sido pasada por un rayador. —Se siente bien ser parte del grupo al fin.
Kakashi estaba viéndole lo suficientemente cerca como para incomodarla. —No serás capaz de decirle a alguien que soy el padre.
—¿No es eso lo mejor? —Preguntó. —Si no puedo decirle a alguien la verdad permanecerá entre los dos, así que tal vez no deberías pensar en ti como su padre. Para todos dentro del programa, es hijo de Hiroshi y tenemos que actuar como si fuera así. Y ¿Tal vez lo sea? No te sientas con la obligación hacia mí o al niño… porque no la tienes.
Él suspiró y retrocedió en un pie. —¿Qué planeas hacer ahora?
—¿Ir a casa? —Sakura se encogió de hombros. —Tomar algo de jarabe para la tos. ¿Qué más tendría que hacer?
—Puedo acompañarte. —Le ofreció.
Ella le dio una mirada paciente. —Me hiciste de niñera por dos meses, descansemos. Puedo recordar donde vivo-
—¡Regresaste!
La visión de Sakura se llenó de cabello rubio y dio un salto hacia atrás sólo para chocar contra un basurero colocado inconvenientemente detrás de ella. Pero no era ella quien estaba bajo ataque; era Kakashi.
—Sabía que eras tú. —La mujer le saludó con emoción, y Sakura pensó fuertemente en un labrador recibiendo a su dueño tras un largo tiempo de ausencia. Si ella hubiera tenido una cola estaría ondeándose. Era una reacción inusual para que alguien como Kakashi la inspirara, y Sakura se le quedó viendo con mucha sospecha. Era atractiva, rubia, tenía ojos azules y era lo suficientemente bonita como para usar un brillante tono rojo de labial. Tenía buenas curvas, era alta, y hablaba con una voz ronca y seductora que podría ser ocupada para narrar comerciales de chocolate. —¿Regresaste recién de tu misión?
Sakura abrió los ojos como plato hacia Kakashi.
—Kimiko. —Le saludó con inseguridad. —Hola.
—Veo que mi amuleto te mantuvo a salvo. —Dijo coquetamente, y movió la mano para sacar la cadena de oro alrededor de su cuello -esa con el amuleto del carácter de 'ki'.
Una ola de shock atravesó a Sakura, dejándola entumecida y sintiéndose tan lejos de lo que estaba viendo. Sus manos se movieron discretamente detrás de su espalda para jalar su manga y cubrir el brazalete de jade que estaba usando.
—Kimiko, —Kakashi dijo, tomando su mano para alejarla de la cadena. —Ella es Sakura, mi estudiante.
Hace poco había sido ascendida a 'amiga'. ¿Este era algún tipo de retroceso? Sakura ni siquiera intentó regresar el saludo amistoso de Kimiko, sólo se le quedó viendo.
—Ha perdido la voz. —Kakashi explicó con rapidez.
—Oh, pobrecita. Escuché que hay un brote de laringitis. —Dijo Kimiko con compasión. —No quería interrumpir si estaban hablando de su misión, pero cuando te vi, Kakashi, sentí que debía venir. Ver si todavía me recordabas.
—Por supuesto. —Él sonrió con vaguedad. Suave y sincero, y Sakura no creía haber visto que él viera a alguien de esa manera antes.
—Y, bueno, si no estás demasiado cansado… tal vez, ¿Te gustaría salir a cenar hoy? —Kimiko preguntó, torciendo sus dedos ansiosamente.
Kakashi miró a Sakura titubeantemente. Ella podía ver lo que él estaba pensando y sintió su compasión, y sabía que estaba a punto de rechazar educadamente a esta mujer en un momento tan incomodo. Sakura movió la mano y con más fuerza de la que quería golpeó el brazo de Kakashi con el dorso. No dijo nada, pero ella no necesitaba hacerlo; su expresión estupefacta lo decía todo. Él miró de nuevo a Kimiko. —Me gustaría eso. —Dijo.
Con un sonrojo, Kimiko bajó la cabeza, complacida.
Con mucha rapidez, Sakura se sintió como una invasora, y de pronto le cayó lo idiotamente ciega que había sido. Por supuesto, el amuleto alrededor de su cuello era de una amante. ¿Por qué nunca se había dado cuenta de eso? Obviamente era su tipo -glamurosa, pero con los pies puestos en la tierra, y hacían tan buena pareja que perfectamente pudieron haber sido hechos el uno para el otro. Ella encajaba con él y viceversa, cualquiera que los viera se daría cuenta de ello. Pero él nunca le había mencionado a Sakura que tuviera un amante. De haberlo sabido, ella nunca le hubiera pedido…
¿Lo que ellos habían hecho podría siquiera considerarse infidelidad?
—Debo irme. —Sakura dijo con la voz rasposa, y sin esperar a ver la reacción de Kakashi se giró y comenzó a marcharse.
Por primera vez en semanas podía ir a donde quiera que quisiera, y nadie le estaría siguiendo o vigilando. Había pasado tanto tiempo desde que había tenido tal pequeña y simple libertad que no era sorpresa que se sintiera algo abrumada, como si estuviera caminando sin dirección al interior de un agujero negro en medio de su propia aldea.
—¿Me creerías si te dijera que te extrañé?
—Supongo que me preguntaría que motivo ulterior tendrías.
Kimiko se río tiernamente y enlazó los dedos con los de él. —He extrañado tu compañía, ¿Es tan difícil creerme?
—La mayoría de mis amigos no dirían algo así, entonces, sí. —Kakashi le dijo.
—Eres muy duro contigo mismo.
Su cortejo sencillo y gentil había sido algo que Kakashi había apreciado antes de su última misión, y parecía demasiado fácil continuar donde lo habían dejado. Algunos meses atrás, él veía a esta mujer y se preguntó si esta era 'la' mujer, y decidió que no le importaba continuar con las cosas y ver hasta donde conducían. Si era a una casa unifamiliar, un matrimonio e hijos, eso le sentaría bien. Normalidad era algo que había comenzado a desear en recientes años, y Kimiko era lo suficientemente estable e interesante como para adaptarse a él por el resto de su vida -sin importar si era poco o mucho tiempo.
Pero ahora sus afectuosos acercamientos le ponían incómodo. No podía sacarse de encima la sensación de que la había traicionado, incluso si se decía así mismo que sólo había hecho lo que tenía que hacer con Sakura. Y por la mirada en la cara de Sakura, él se preguntaba si no la había traicionado también.
Probablemente la normalidad no era algo que merecía.
—¿Me extrañas, Kakashi? —Kimiko dijo invitadoramente.
—Por supuesto. —Replicó, un poco demasiado automáticamente como para sonar creíble. Ella lo miró con curiosidad antes de inclinar la cabeza.
—Está bien si no quieres venir a cenar esta noche. —Dijo. —Lo entenderé.
Él sacudió la cabeza rápidamente. —No- quiero hacerlo. Sólo estoy agotado, es todo. La misión fue un poco difícil.
—De acuerdo. —Dijo ella. —Pero si estás agotado, probablemente necesitas descansar. ¿Te parece si cenamos la próxima semana? ¿En mi casa?
Él sonrió. —Eso sería lindo.
—Te haré mi receta especial, es una receta secreta que ha sido pasada en mi familia por generaciones, más preciada que cualquier jutsu. —Kimiko declaró. —Escuché que el camino hacia el corazón de un hombre es através de su estómago. Me aseguraré de que no me olvides otra vez.
—No te olvidé. —Le dijo, levantando la mano para poner un mechón rubio tras su oreja. —De hecho, pensé un montón en ti… y te extrañé.
Un ligero sonrojo tintó sus altos pómulos y ella se inclinó contra su mano. —Espero que no creas que soy demasiado directa, Kakashi, pero… ¿puedo besarte?
Él titubeó. ¿Estaba realmente bien continuar con una mujer mientras otra estaba embarazada con su hijo? Sakura tal vez había hecho abundantemente claro que no tenía que considerarse a sí mismo como el padre, y si él fuera más inteligente tomaría eso a pecho y continuaría con su vida como si la misión nunca hubiera sucedido, como era de esperarse. Pero no era solo cuestión de mantener las apariencias… él quería aceptar los avances de Kimiko, sin importar si los merecía o no.
Luego de un momento, asintió. Con fuego bailando en sus ojos ella le bajó la máscara hasta la barbilla y avanzó. Ella era lo suficientemente alta como para besarlo sin ponerse de puntillas, así como Sakura hubiera necesitado hacer, pero a diferencia de Sakura ella al menos estaba dispuesta a besarlo. Él podía detectar la esencia de su lápiz labial; un delicado y femenino olor que se mezclaba con el perfume caro y discreto. Sakura no usaba maquillaje cuando no estaba con Hiroshi, y cuando estaba con Kakashi, el olor de su cuerpo jamás había sido cubierto. La única esencia artificial en su piel era la del blando jabón barato del hotel.
Él rompió el beso con algo de culpabilidad. Besar a una mujer mientras pensaba demasiado en otra era algo demasiado bajo para los estándares de Kakashi, incluso si Kimiko no tenía manera de saberlo. Ella parecía satisfecha de cualquier forma, acariciándole la mejilla como si fuera la primera vez que había visto su rostro. ¿Tal vez lo era?
—Pareces algo preocupado. —Comentó, lamiéndose los labios y llevando su atención al lápiz labial que probablemente ahora manchaba también sus labios. —¿Estás pensando en la misión?
Kakashi asintió. Era esencialmente verdad, pensó.
—Entonces debería dejarte. —Dijo con una sonrisa torcida. —Nos veremos luego, ¿Sí?
—Adiós, Kimiko.
Con sus manos todavía unidas, ella retrocedió hasta que alcanzó el limite del largo de sus brazos. Ella apretó los dedos alrededor de los de él por un segundo, luego sonrió mientras lo liberaba y continuaba su camino, rebotando más de lo usual con cada paso.
Kakashi le miró alejarse -o más específicamente, miró su trasero- hasta que ya no estaba a la vista. Luego se giró, y ausentemente atrapó las barras de la puerta de la entrada de la parcela mientras miraba hacia el jardín que resultaba la mezcla de flores y vegetales. Era una vista llena de paz. Luego de que Konoha hubiera sido reconstruida y reestructurada, había perdido mucho de su viejo encanto ante la apresurada construcción de casas de emergencia. Lo que alguna vez había sido un distrito bastante verde ahora era mayoritariamente concreto, madera y yeso. Esas pequeñas esquinas de jardín compartido eran una vista nostálgica.
Y Kakashi no era el único disfrutando la vista.
Cómo no había notado a Sai, sentado ahí en el medio de un campo de girasoles, Kakashi nunca lo sabría. Él se paró en seco y con tosquedad se levantó la máscara. —¿Qué estás haciendo?
Sai levantó la mirada y le mostró un largo bloc de arte. —Dibujo.
Kakashi pasó por la chirriante puerta para acercarse. —¿Puedo ver?
—Sí. —Sai hizo un último movimiento con su lápiz y giró el bloc para que Kakashi apreciara su trabajo.
Era, por supuesto, un bosquejo de él y Kimiko besándose.
—Oye, espera un minuto- —Kakashi se movió para arrebatarle el bloc, pero Sai lo sacó de su alcance.
—Doscientos ryo. —Dijo.
Kakashi entrecerró los ojos. —¿Qué?
—Si quieres el dibujo, te costará doscientos ryo.
—¿Desde cuándo te volviste tan mercenario?
—Siempre he sido un mercenario. Sólo que he expandido mis habilidades últimamente. —Sai extendió la palma. —Doscientos ryo.
De mala gana, Kakashi sacó dos monedas de su bolsillo y se las tendió. Sai obedientemente cortó la hoja y se la dio, y Kakashi tenía que admitir que era más que bueno. Si el tema no hubiera sido tan personal, quizás lo hubiera enmarcado.
Entonces notó el bosquejo que estaba en la hoja de abajo. —¿Dibujaste también a Sakura? —Preguntó. —¿Cuánto tiempo llevas aquí sentado?
—Gran parte de la tarde. —Sai le dijo, levantando el bloc para que viera su dibujo de Sakura. —Vine a dibujar los girasoles, pero sujetos más interesantes continuaron mostrándose.
El bosquejo de Sakura era bastante fiel, casi indiferenciable. Sai había capturado la tristeza en sus ojos perfectamente… era imposible ver el dibujo y no ver la miseria en que estaba la chica, sin importar si la conocieras o no. —¿Cuánto por este?
—No está a la venta. —Dijo Sai.
—Quinientos ryo.
Sai le dio una mirada plana. —Es increíblemente difícil que Sakura se quede quieta para los retratos, y este es el primero en que estoy satisfecho con la representación proporcional de su frente. —Dijo. —No está a la venta.
—Mil ryo.
Sai extendió la mano.
Al menos lo único bueno sobre alguien como Sai era que no había miradas divertidas o sabiondas por pagar tanto dinero por el dibujo de su estudiante. Él estaba interesado solamente en contar sus monedas mientras Kakashi examinaba los bosquejos. —Es bueno saber que tipos de Raíz como tú están ocupados manteniendo la Aldea a salvo. —Dijo con un ligero tono de amargura en su tono.
Sai se detuvo y lo miró. —Sarcasmo. —Dedujo.
—Muy bien. Y ¿Cuánto escuchaste de lo que Sakura y yo hablamos?
Sai regresó a su dinero. —Escuchar te distrae de ver, así que no escuché nada sobre un bebé mientras dibujaba.
—Sai. —Kakashi comenzó, sintiendo que su temperatura se elevaba.
—No escuché nada, Kakashi-sensei. —Sai se paró de prisa, desapareciendo el dinero en su bolsillo. —Gracias por su contribución a las artes.
La vista de la casa en la que había crecido siempre era suficiente como para aliviar a un cansado viajero, y Sakura se encontró a sí misma una vez más contenta que la casa de su madre estuviera a algunas cuadras del limite de la aldea que había permanecido de pie luego de la bomba final. Tal vez estaba un poco más hacia la derecha de lo que solía, y la pintura se había volado con el calor de la explosión, pero Sakura estaba contenta de verla en un tiempo como este.
La puerta de enfrente siempre estaba abierta. Su madre nunca la cerraba, razonando que, si estaba en una aldea llena de ninjas, no había punto alguno. Sakura entró, sacándose los zapatos en el pórtico y dejándolos en el pasillo. Por un momento permaneció ahí, saboreando el olor de su viejo hogar y lo que fuera que se estaba horneando. Olía como tarta de fruta -su madre siempre había sido golosa.
—¿Hola? —Gritó, su voz rompiéndose, pero comenzando a recuperarse. —¿Mamá?
—¿Sakura? —Su madre apreció al final del corredor con una espátula. —¿Cómo estuvo tu misión? Normalmente llamas antes.
Su madre se veía tan complacida de verla que Sakura hizo su mayor esfuerzo en fabricar una sonrisa por ella. Sin embargo, había tenido todo el efecto contrario en la mayor de las Haruno, cuyo deleite comenzó a borrarse mientras su espátula caía a su lado. —Oh, dios mío- ¿Qué sucedió? —Susurró.
—N-nada. —Sakura replicó, siempre perturbada por la sobrenatural habilidad de su madre para leer sus sentimientos. —Sólo vine a decir 'hola'.
La mujer no fue engañada ni por un segundo, y, de hecho, Sakura se preguntó si esa era la razón exacta por la que este era el primer lugar que visitaba luego de dejar a Kakashi. Esta era la única persona en el mundo que más la conocía y aceptaba. No quería abrirse a nadie justo ahora ni rogar por compasión y entendimiento, y con su madre no tenía que hacerlo. Era claro que, con una sola mirada a su hija, la señora Haruno sabía que algo terrible hacia sucedido, y Sakura se sintió incapaz de frenar las lágrimas que se habían acumulado y que ella había escondido por largos meses.
—Oh, gatita. —Su madre avanzó y la jaló para abrazarla. —Vamos a la cocina y comamos algo de tarta. Es mejor hablar con el estómago lleno.
Notas de la traductora:
Una disculpa por subirlo hasta ahora, la vida pasó y no recordé la actualización. Muchas gracias por su paciencia, su apoyo y por seguir leyendo la traducción. Sólo unas cosas rápidas, el siguiente es el último capítulo que SilverShine escribió, por tanto hasta ahí 'termina' la historia. Ahora, no sé si se malinterpretó en algún momento, pero yo no voy a continuarla. Respeto mucho el trabajo de Silver y si leen hasta el siguiente capítulo sabrán por qué me siento incapaz de hacerlo (de hecho, capítulos previos lo muestran). No es mi estilo de trabajo, tampoco soy muy buena manejando este tipo de líneas de acción y mis capacidades no llegan para poder transmitir las emociones tan viscerales que ella plasmó en esto. Así que, bueno, sólo un capítulo más y agregaré algunas cosas que no puedo mencionar ahora.
Nuevamente les agradezco su tiempo. Bye~
