Capítulo 7: ¿Dormida o despierta?
Em se despertó repentinamente. Notaba sus ojos hinchados y doloridos. Estaba oscuro a su alrededor, solo un tenue resplandor de luna entraba por la pequeña ventana avisando que aún era de noche.
Dió un par de vueltas en la cama, ella tenía mucho sueño y quería seguir durmiendo, pero por alguna razón, no podía. Tomando poco a poco conciencia del extraño entorno, abrió los ojos. Estaba confusa, como cuando alguien se despierta de un extraño sueño y no sabe exactamente dónde está. Se percató al fin de que esa cama no era la suya. Miró a su alrededor, una habitación pequeña y rústica, como de otro tiempo...
-"¡He vuelto!" - pensó sobresaltándose.
Rápidamente miró debajo de las mantas. Aliviada, comprobó que aún seguía vestida, pero le faltaban las bragas...
-"¡Oh dios mío!" -dijo tapándose la boca con sus manos. No tenía idea de lo que había pasado tras dormirse, ¿cómo había llegado hasta la cama? ¿Genro se habría aprovechado de su estado?Justo antes de perder el conocimiento, él estaba a punto de... Se llevó las manos a la cabeza. No, Genro era un bruto, pero no la habría forzado, ¿o si?... y... ¿dónde demonios estaba él?
Hizo un repaso de sus últimas horas, todo era muy confuso. Aunque de forma borrosa, recordó que había visto al Genro de su mundo, pero la droga que aquel pirado le había echado en la bebida había hecho que se desmayara y ahora estaba de nuevo en aquel lugar.
Se levantó rápidamente y se apresuró a buscar su ropa interior, pero no estaba por ningún lado. Decidió que le daba igual, solo quería salir de allí. Cuando abrió la puerta, se encontró en el salon donde el bandido y ella habían estado antes de que se durmiera ¿o debería decir despertarse? Porque pasaba de un lugar al otro y tenía la sensación de no haber dormido nada.
Y allí estaba él, durmiendo plácidamente en un sillón situado en un rincón. La lámpara de aceite aún seguía encendida, no parecía haber pasado mucho tiempo.
Ella se acercó en silencio y observó al joven bandido con gran interés. Era la primera vez que lo veía de ese modo, así que aprovechó para mirar detenidamente sus facciones, su tez ligeramente bronceada, sus rasgados ojos, sus prominentes pómulos y su marcada mandíbula.
Miles de preguntas se formulaban en su cabeza mientras lo observaba. ¿Estaba él viajando entre mundos al igual que ella? ¿O acaso sus dos versiones eran independientes sin ninguna relación entre sí? Entonces, ¿cuál era el sentido de todo aquello? ¿Por qué estaba él en la Discotèque aquella noche? ¿Fue casualidad que la salvara de aquel tipo?
Continuó observándole, esta vez fijándose en su rojizo cabello. No pudo evitar apartar con sus dedos un mechón despeinado que caía sobre su cara, dejando ver uno de sus pendientes de jade.
Tras un largo suspiro, Genro abrió sus ojos y para su sorpresa, se encontró a Em frente a él.
-"¿Oh, ya despertaste? Aún no es de día"- dijo él al tiempo que se desperezaba desviando su mirada hacia la ventana para confirmar que aún no amanecía.
Em lo miraba fijamente, esperando que dijera algo sobre su mundo.
-"No me mires así, te desmayaste y te llevé a la cama para que durmieras la mona." - dijo rápidamente al ver sus ojos inquietos mirándolo de esa manera. -"Parece que no toleras bien el alcohol"- dijo entre dientes para suavizar el ambiente.
-"¿Has estado soñando?"- preguntó ella.
La pregunta sorprendió al bandido.
-"Creo que no... ¿Por qué? ¿Dije algo extraño mientras dormía?"
-"¿Te suena de algo la "Discoteque"?"
-"¿La qué?"- preguntó él con tono agudo sin saber de qué iba el asunto.
-"Escucha, tengo que hablarte de algo..."- dijo nerviosa, decidida a contarle la verdad sobre ella.
De pronto, algo en el suelo atrajo la atención del bandido. Se levantó y tras recogerlo del suelo con la mano, estiró su brazo para ofrecérselo.
-"Ten, creo que esto es tuyo..." -le dijo tendiéndole la mano con sus bragas.
Em frunció el ceño avergonzada al tiempo que sus mejillas se enrojecían para diversión del pelirrojo, que miraba atentamente sus reacciones. Cuando la joven se dispuso a coger su ropa más íntima, él apartó su mano burlonamente, como si de un juego se tratara, haciendo que ella se enojara.
-"Aún queda un buen rato para que salga el sol."- dijo con una pícara sonrisa colmilluda y con sus ojos fijos en los de ella. Su mirada se volvió ardiente y seductora, y el rostro de Em se volvió a calentar al mismo tiempo que su expresión se suavizaba. Sin apartar sus ojos de los de ella, Genro lanzó las bragas de nuevo al suelo.
Em estaba tan ansiosa por retomar su encuentro sexual con él , que rápidamente olvidó lo que iba a decir. Pero de nuevo fueron interrumpidos antes de que ella reaccionara, por unos fuertes golpes en la puerta.
Los dos jóvenes deseosos continuaron mirándose el uno al otro inmóviles, con la esperanza de que el intruso se marchase pronto. Pero la voz de Koji se oyó al otro lado de la puerta.
-"¡Genro! ¡Sal! ¡Sé que estás ahí.! ¡Estamos siendo atacados por enemigos!
Genro se dirigió hasta la puerta mientras Em rápidamente se ponía las bragas por debajo de su falda.
-"¿Qué está pasando?"-preguntó apresuradamente tras abrir a Koji.
-"No lo sé"- contestó su amigo nervioso. -"Hemos sufrido un ataque repentino desde el exterior de los muros con flechas de fuego y hay un par de casas que están en llamas."
-"¿Quién osa atacar a los bandidos del Monte Reykaku? ¿Acaso no saben con quién están tratando?"- exclamó Genro furioso.
Los dos hombres se pusieron en marcha con paso ligero. Em les siguió apurada.
-"No, tú quédate aquí hasta que yo mismo venga a buscarte".-le dijo el pelirrojo con tono autoritario tras detenerse y girarse para cortarle el paso.
-"¿Qué? ¡No!" - replicó molesta arqueando una ceja. Ella no recibía órdenes de nadie.
-"¡Hazme caso Em! ¡Es peligroso!"- insistió frunciendo el ceño y elevando la voz.
Em arrugó su nariz en disgusto. Odiaba dar su brazo a torcer, pero tenía razón, ella no podría hacer nada para ayudar. Así que volvió a entrar en la pequeña casa y cerró la puerta con el pestillo.
Cuando llegaron al lugar del incidente, algunos hombres trataban de sofocar las llamas en las casas afectadas con barreños de agua, que pasaban a través de una cadena humana que llegaba hasta el pozo más cercano. Otros habían salido fuera a luchar contra los atacantes quienes estaban armados con cuchillos y flechas incendiarias. Genro desenfundó su abanico y ordenó que abrieran el portón. Koji y él se unieron a la lucha fuera del recinto. Con su poderosa arma, el joven líder hizo un primer barrido de llamas que mermó a sus enemigos. En cuestión de minutos, algunos cayeron chamuscados, pero la mayoría habían huído malheridos. Sin embargo lo más sorprendente fue que los que quedaban ilesos, se retiraron sin dudarlo ante el asombro de los bandidos del Monte Reykaku.
-"Es muy extraño, ¿provocan todo este jaleo para escapar en el primer contrataque?"- preguntó Koji indignado.
Genro se quedó pensativo. Examinó el cuerpo inerte de uno de ellos, llevaba tatuada la marca del clan de los bandidos que les saquearon la última vez, los mismos que tenían a Em cuando la conoció. ¿Su líder querría recuperarla? Pero, ¿por qué se molestarían en ir hasta allí, atacarles, y después escapar a la primera de cambio?
-"¡Una distracción!"- dijo dirigiéndose rápidamente hasta la entrada de la fortaleza.
Chichiri apareció cruzándose frente a él.
-"¡Hay un intruso en el interior!"- anunció inquieto. -"¡Presiento un aura maligna, no es un hombre corriente, está usando magia oscura!"
Genro abrió sus ojos de par en par.
-"¡EM!"
Se marchó corriendo lo más rápido que pudo en dirección a su refugio.
Em no cesaba de dar vueltas en el salón preocupada, cuando inesperadamente tocaron a la puerta, sobresaltándola. Ella se quedó en silencio sin moverse. Era demasiado pronto para que estuvieran de vuelta.
-"¡Em abre, soy yo!"
La voz de Genro la tranquilizó, ¿habría olvidado algo? Ella se apresuró a abrirle, pero al otro lado de la puerta no estaba él...
-"¡Em! !Despierta!"
-"No te esfuerces, ese cabrón la ha drogado, estará dormida por algunas horas".
En el apartamento de Emmanuelle, el joven asiático de cabellos cobrizos posó el cuerpo inconsciente de la chica sobre la cama.
Eran las 5 de la madrugada. Camille preocupada, se sentó en el borde del colchón, al lado de su amiga, y la observó con lástima. Después miró con curiosidad a aquel chico de ojos rasgados. Era tan atractivo como Em lo había descrito.
-"¿Tú eres Genro...?" - le dijo con una mezcla de escepticismo y temor. ¿Quedaba aún alguna posibilidad de que aquel hombre la tomara por loca?
-"¿Ella te ha hablado de mí?"
-"Solo un poco..." - dijo Camille irónicamente. - "¿Qué está pasando? ¿Por qué estás tú aquí?"- preguntó ansiosa por saber.
-"Es complicado..." - dijo mirando por la ventana, como si algo acechase.
El móvil de Em sonó asustando a Camille. Ésta lo sacó del bolsillo trasero de su pantalón. Vió que era Fred quién la estaba llamando. Le dió al botón del silencio, pero de pronto, el timbre del telefonillo de la calle sonó bruscamente asustándola de nuevo.
-"¿Qué diablos?"- protestó ella.
Seguidamente una notificación en el móvil de Em anunciaba un nuevo mensaje. Camille lo leyó, era Fred otra vez.
-"¡Mierda!"- exclamó Camille.
-"¿Qué pasa?"- preguntó Genro mirando nuevamente por la ventana.
-"¡Noo! ¡No te asomes!"- le dijo exhaltada. -"Es Fred, el ex de Em...".
-"¿Su ex...?- repitió él pensativo. -"¿Qué quiere?"
-"¡Está abajo,... qué pesado...!"- murmuró por lo bajo mientras se levantaba nerviosa ante la mirada del asiático.
El teléfono volvió a sonar, esta vez Camille contestó.
-"¡Em, ábreme Em!"- La voz de Fred sonaba desesperada y sus palabras eran arrastradas torpemente, ciertamente estaba borracho.
-"Fred, Em está dormida..."- contestó ella con apuro.
-"¿Camille? ¿Cómo que dormida? ¿Por qué estás tú ahí? ¿Te ha pedido que me despaches, no?"- dijo entre lamentos. Genro puso sus ojos en blanco.
-"No, no, de verdad..."- continuó ella. -"Es que ha bebido mucho esta noche y ha caído redonda, solo la he traído a casa, ya me iba..."
-"¡Deja que suba, quiero estar con ella! ¡Buaaaahh!"- suplicó entre llantos.
Camille también rodó sus ojos en desesperación. Fred estaba como una cuba y no se iría fácilmente, pero la cosa se complicaría si veía a Genro en la habitación de Em.
-"Cuida de ella por favor. Yo me encargo de Fred."- le dijo ella antes de marcharse.
Genro miró discretamente por la ventana para ver cómo la amiga de Em convencía a aquel tipo para llevárselo de allí. Por fin, respiró tranquilo. Se sentó al lado de la joven inconsciente y le acarició el pelo.
-"Al fin te encontré..."- le dijo suavemente
-"¡Aaauuuu!"- se quejó Emmanuelle cerrando con fuerza sus ojos y arrugando su expresión. Tenía un terrible dolor de cabeza. Cuando abrió sus ojos de nuevo, vió a una decena de mujeres asustadas mirándola. Algunas sentadas en cajas de madera, otras de pie o en el suelo. Todas estaban maniatadas y se dió cuenta que ella también. Estaba confusa, ¿dónde estaba y cómo había llegado hasta aquella cabaña mugrienta?
-"¿Qué... cómo hemos llegado aquí?"- rompió el silencio al fin aún desorientada.
-"Él te ha traído, igual que a todas nosotras.."- contestó una mujer madura pero de buen ver.
-"¿Quién es? ¿Qué quiere de nosotras?"
-"Es un pervertido que solía venir a la aldea."
-"¡Quiere hacer un harén con nosotras!" - dijo otra lamentándose.
-"Bueno nosotras somos más, podemos contra un solo hombre" - dijo decidida mientras se asomaba por la pequeña ventana con reja de la cabaña.
-"Es imposible. Él controla la voluntad de la gente"
-"¿Cómo es posible?"- contestó Em alarmada.
-"¿Acaso recuerdas cómo llegaste aquí?"
Em se quedó en silencio pensando. Era cierto, lo último que recordaba era la voz de Genro y tras abrir la puerta del refugio en el Monte Reykaku de pronto estaba en aquel lugar maniatada.
-"Claro, por eso me dolía la cabeza..."- murmuró.
Reparó en que una de las mujeres la había estado mirando fijamente todo ese tiempo sin decir una palabra.
-"¡Mierda!"- maldijo Em al ver por la ventana dos hombres que se acercaban.
La mujer más madura se asomó también para mirar.
-"¿Ese es el pervertido que nos ha traído aquí?"- preguntó Em.
-"Sí, pero el otro no se quién es".
-"Yo sí se quién es..."- dijo Em mirando fijamente al líder de bandidos que la atacó la primera vez que llegó allí.
Se oyó el desatrancar de la puerta, y los dos hombres entraron. Todas las mujeres retrocedieron y se juntaron a modo de rebaño. Excepto Em.
-"Volvemos a vernos..."- le dijo el bandido con una sonrisa malévola.
Em no dijo nada, solo lo miró desafiante mientras él se acercaba hasta llegar a menos de un palmo de su cara. Las demás mujeres permanecían asustadas juntas en una esquina. Sabían que su secuestrador podía controlarlas según su voluntad sin que ellas pudiesen resistirse.
-"¿Sabes?"- continuó diciendo al tiempo que le acariciaba un mechón de sus rubios cabellos -"Creo recordar que teníamos algo pendiente, tú y yo..."
Después deslizó su mano por su mejilla bajando por su cuello, agarrando fuertemente uno de sus pechos. Em estaba aterrorizada, pero le propinó una patada en las partes bajas del bandidi, tomándolo por sorpresa y se puso a correr hacia el exterior. El otro hombre sacó algo de su bolsillo e hizo un extraño gesto.
-"Ahorrátelo para tí."- le detuvo el líder. -"A mí no me gustan sumisas."- le dijo mientras se recomponía con sus brazos cruzados sobre su bajo vientre retorcido de dolor. Curiosamente, esbozó una sonrisa.
Las manos atadas impedían a Em mantener un buen equilibrió y terminó por tropezar y caerse de bruces al suelo a solo unos metros de la cabaña.
El bandido se acercó sin prisa hasta ella ante la asustada mirada de las demás mujeres. Estiró su mano y agarrándola de sus rubios cabellos, la levantó y la enfrentó.
Em se temía lo peor. Pero estaba dispuesta a pelear, prefería morir que ser violada por aquel malnacido.
-"Tienes suerte de que te quieran intacta". Le dijo finalmente. -"De no ser así ya te habría despojado de la poca dignidad que te queda. Pero como sigas desafiándome, te juro que no respondo, ya te dije que me gustan las díficiles."- le dijo con una sonrisa siniestra.
Em tragó saliva y agradeció en silencio que no la acosara más, al menos de momento. Pero, ¿quién o quiénes la querían "intacta"? ¿Qué pensaban hacer con ella?
El bandido tiró de la cuerda que sujetaba las muñecas de Em, y tras entregar algo al pervertido secuestrador, éste volvió a la cabaña con las demás mujeres.
El líder, lanzó un silbido y varios de sus hombres llegaron rápidamente.
Tras llegar hasta la entrada del recinto, lanzó un silbido a unos de sus hombres que se acercaron inmediatamente.
-"Traed mi caballo"- ordenó agarrando fuertrmente la cuerda de su prisionera. -"¡Nos vamos!"
CONTINUARÁ...
