Capítulo 10: La búsqueda
Tasuki se despertó sobresaltado y jadeando, como si se hubiese despertado de un mal sueño. Rápidamente se incorporó algo desorientado, palpó las suaves sábanas de la confortable cama mientras miraba a su alrededor. Realmente estaba allí. Se levantó para inspeccionar el lugar donde se encontraba. Su mente rápidamente procesó la información. Estaba en su apartamento, un pequeño loft que contaba con un armario empotrado cerca de la puerta de entrada, una pequeña cocina en una esquina, separada de la zona del salón por un sofá de dos plazas, y un pequeño dormitorio en un rincón con una cama, cerca del baño. No era demasiado grande, pero se sentía acogedor y al menos estaba limpio y recogido. Observó el móvil así como el reloj de muñeca que se encontraban en la mesilla de noche. Después abrió el pequeño cajón para revolver varios papeles y torpemente se enredó con el cable de un cargador. "¿Para qué necesitarán tantas cosas?" pensó mientras intentaba deshacerse de aquella extraña cuerda. Las paredes contenían imágenes de personas que no conocía, en las que también aparecía él. Recordó aquel chisme que tenía Miaka del que salía un papel con la imagen de él. Foto, lo llamó ella. Observó la imagen de su otro yo detenidamente. Era extraño verse a sí mismo, pero con otras ropas totalmente diferentes, otra versión de él. Sonrió levemente pensando que aquel Tasuki también tenía cierto estilo. El bullicio de la calle atrajo su atención. Se acercó hasta la ventana para mirar al exterior apartando cautelosamente una fina y traslúcida cortina.
-"¡Wow! Cuánto movimiento..." - exclamó ante el ir y venir de tantos vehículos y personas.
El mundo de Miaka no habia cambiado en absoluto, seguía siendo tan ruidoso y caótico como lo recordaba desde la última vez que estuvo allí con Chichiri.
El sonido de una notificación en el teléfono móvil lo sobresaltó.
-"Oh sí, ese es el chisme que usan aquí todo el tiempo. Por supuesto mi "yo" de este universo tiene uno también..."- murmuró toquetando la pantalla del dispositivo, como si realmente supiera lo que estaba haciendo.
-"¡Increíble!"- exclamó. Pero si sé cómo funciona... Esto es raro.."
Entonces, recordó las palabras de Taitsukun justo antes de emprender su "viaje"...
Algunas horas antes...
-"¿Lo has entendido todo Tasuki?"- preguntó Taitsukun tras desvanecer la imagen del espejo con la última lección sobre el mundo de las sacerdotisas.
-"Sí, sí..."- afirmó el bandido con desgana. Su cabeza apoyada en su mano y el codo en la mesa, revelaban su aburrimiento. -"¿Pero cuándo me enviarás allí? Llevamos una eternidad mirando ese espejo y hablando de cosas sin importancia. ¡Estamos perdiendo un tiempo valioso!"
-"Es importante que sepas desenvolverte en aquel mundo. A pesar de ser menos hostil que el nuestro, es tremendamente peligroso para cualquiera que no sepa sus usos y costumbres."
Taitsukun hizo una pausa para respirar hondo.
-"Estamos rompiendo un sin fin de reglas celestiales para enviarte allí..."- dijo mirando a Chichiri que se encontraba un poco más atrás. Después volvió a fijar su mirada en Tasuki.
-"Por suerte para ti, podrás beneficiarte de las habilidades y conocimientos que posee tu otro yo, aunque no las hayas aprendido aquí. Eso te será útil para sobrevivir allí."
-"¿De verdad?"- dijo emocionado. -"Aún estoy alucinando con que yo exista allí, ¿por qué no lo dijiste antes?"
-"¡No eres tú, atontado sin cerebro! ¿Acaso me escuchas cuándo hablo? Al igual que todos los guerreros celestiales, tienes una versión de tí allí, pero sois personas distintas. Cada uno tiene sus experiencias y vivencias personales que nada tienen que ver con su otro yo. Aunque sí es cierto que pueden haber similitudes en cuanto a personalidad y por supuesto apariencia. Acuérdate de Taka, que no es Tamahome, aunque su caso es especial por razones que ya conocéis..."
-"Vale, vale,... Lo entiendo, mi conciencia viajará hasta la otra dimensión y se alojará en el cuerpo de mi otro yo..." - dijo con aire despreocupado.
-"No puedo creer que haya aceptado enviarte a tí en vez de a Chichiri..."- se lamentó llevando una mano contra su frente.
-"No teníamos otra opción, si. El Tasuki de allí vive en la misma ciudad que Em, si. Eso facilita la búsqueda."- apuntó Chichiri. -"Además no olvides lo cabezota que es, nunca dejaría que fuese otro el que rescatara a la dama en apuros."- se lamentó burlonamente el monje ante la mirada asesina del bandido.
-"Como sea, estés listo o no, es la hora."- afirmó con rotundidad Taitsukun."
-"¿Mi yo de aquel mundo será consciente de que estoy dentro de su cabeza?"- preguntó el pelirrojo algo preocupado.
-"No, será como si estuviera dormido. No se enterará de nada. Así que intenta pasar lo más desapercibido posible."
Tasuki asintió con impaciencia. No veía el momento de marchar a aquel excitante mundo. Además, quería ver el rostro de Em cuando lo viera, menuda sorpresa se iba a llevar. De hecho, la estaba echando tantísimo de menos. Sin embargo lo que de verdad le inquietaba era volver a ver a Miaka. ¿Qué sentimientos le evocarían verla después de tanto tiempo? Solo de pensarlo se le hacía un nudo en el estómago.
Tasuki se miró al espejo y sonrió ampliamente al verse con las ropas de aquel mundo. Pantalones vaqueros con una camisa lisa y botas. Pero se alegró aún más al descubrir que su otro yo también le gustaba usar joyas. Eran algo menos ostentosas que las que solia llevar, pero no le desagradaban. En su caso, una cadena en plata colgaba de su cuello, y sus orejas estaban adornadas con unos pequeños aros a juego. Tras acicalarse un poco el cabello, se puso una chaqueta marrón con cuello y forro sherpa, listo para salir. En el mueble de la entrada vió una cartera de cuero junto a un manojo de llaves. No podía salir a la calle sin ambas cosas, eso lo sabía. Abrió la cartera y dentro vió su carnet de identidad con su foto. "Takuro Juzhu". Ese era su nombre allí. Encogiéndose de hombros, guardó la cartera en el bolsillo trasero de su pantalón y agarrando las llaves del apartamento, cruzó la puerta hasta el portal. Justo al salir del edificio, encontró su medio de transporte. Una moto tipo enduro de color negro. Dios, se moría por probarla. Taitsukun le había advertido seriamente sobre los peligros de conducir un vehiculo semejante, puesto que una moto corría más veloz que cualquier caballo y podía fácilmente convertirse en un ataúd con ruedas si no sabía manejarla. Al parecer Taitsukun ya conocía la pasión de su otro yo por las motos.
Tras observarla con fascinación durante un buen rato, cogió el casco, se lo puso y se montó sobre ella, metiendo y girando una de las llaves en el bombín. Con un movimiento de su pie, consiguió arrancarla a la primera. "¡Esto se me da bien!" se felicitó escuchando orgulloso el rugido del motor. "Pero no tengo ni idea de dónde buscar a Em..." , su emoción cayó en picado en cuestión de un segundo. Taitsukun parecía saber mucho sobre el Tasuki de allí, pero no sabía absolutamente nada sobre Em, aparte de que vivía en aquella ciudad llamada Lyon. Tampoco mencionó cómo contactar con Miaka. Solamente le dijo que vivía con Tamahome en otro país llamado Japón, y que una vez encontrara a Em, encontrarían la forma de contactar con ella.
"Maldita vieja" pensó. "¡Sabe de todo menos lo más importante!" se dijo en voz alta.
Con sus dos manos agarradas fuertemente a los puños del manillar, giró suavemente su muñeca para acelerar la moto y como si lo hubiese hecho toda la vida, rápidamente cogió velocidad y se puso en marcha.
Tras pasar el día entero dando vueltas buscando a Em sin éxito, decidió aparcar la moto y caminar un poco para despejarse. Hacía un buen rato que había oscurecido, y estaba cansado. Lo mejor era volver a la casa y dormir un poco, y de ese modo volver al Universo de los Cuatro Dioses para trazar un plan con la abuela y Chichiri.
Mientras caminaba de vuelta al lugar donde había aparcado la moto, empezó a inquietarse. Aquella ciudad era más grande que cualquiera de las que había en su mundo. ¿Y si no conseguía encontrar a Em? ¿Y entonces, cómo se suponía que iba a encontrar a Miaka? Inmerso en sus dudas escuchó a un grupo de chicos jóvenes hablar entre sí.
-"¡Ehh tíos! He oído que este fin de semana pincha un Dj muy famoso en la Discoteque."
-"¡Pues no nos lo podemos perder! Ya sabeis que se pone hasta arriba, así que habrá que ir pronto."
La Discoteque... ¿Dónde había escuchado antes ese nombre? Se acordó de la noche en la que Em se desmayó tras beber más de la cuenta. Ella lo mencionó cuando despertó... No,... no estaba tan borracha. Empezó a encajar algunas piezas y sin perder un segundo se acercó hasta el grupo de jóvenes.
-"Disculpad..."- dijo interrumpiendo su conversación. -"¿Qué es la Discoteque?"
Se hizo un silencio en el que todos y cada uno de ellos le miraron como si fuese un bicho raro.
-"Tío, ¿nos estás vacilando? ¿De dónde sales?"
-"Tranqui colega"- dijo otro dándo un golpe en el brazo a su amigo. -"¿No ves que no es de por aquí?" El chico se acercó al pelirrojo y amistosamente le agarró del hombro.
Tasuki entonces se dió cuenta de que su apariencia no era como la de ellos. Sus rasgos eran distintos. De hecho la mayoría de personas con las que se había cruzado no tenían los ojos rasgados como los de él.
-"¡La Discoteque es el garito de moda de la city! Si vives aquí tienes que saberlo. Me caes bien, ¿Por qué no te vienes con nosotros este sábado, y así lo conoces? ¡Siempre hay un montón de tías buenas!"
Tasuki asintió. A pesar de que no le gustaba demasiado el tono descarado de aquel chico, cualquier oportunidad de encontrar a Em debía aprovecharla. Se intercambiaron los números de teléfono y cuando se disponía a despedirse, alguien chocó con él bruscamente.
-"¡¡Ehhh oyee!!"- protestó antes de girarse y encontrarse frente a frente con una apurada Em. Sus ojos se abrieron de par en par ante el inesperado encuentro. "Es el destino" pensó.
-"¡Lo siento, perdón!" - dijo ella sin apenas mirarlo para continuar su apresurada carrera.
-"¡Espera!"- gritó Tasuki estirando su mano hasta alcanzar el brazo de la joven rubia, quién fijó sus asustados ojos en los de él.
Aquella desconfiada mirada le recordó a la primera vez que se vieron, ¿Cómo era posible? ¿Ella no le reconocía?
-"¡Ya me disculpé! Lo siento pero ahora tengo que irme"- insistió ella deshaciéndose de su agarre y echando a correr nuevamente, esta vez más rápido.
-"¡No, espera!" - gritó él corriendo detrás de ella. Se dió cuenta entonces que el Tasuki de aquel mundo era lento como una tortuga, si tan solo tuviese su super velocidad...
Em no se detuvo hasta subir a aquel autobus, a pesar de las súplicas desesperadas del bandido. Entonces, lo único que pudo hacer fue mirarla impotente durante un segundo a través del cristal de la ventana, y después desapareció.
Rápidamente memorizó el número de bus y revisó todas las paradas en la marquesina. Eran demasiadas, y la mayoría no las conocía. Volvió rápidamente hasta su moto e intento localizar el bus, sin éxito. Devastado, volvió a su apartamento. Casi lo había conseguido, pero se le escapó como humo entre los dedos.
-"¡Abuela! Me puedes explicar por qué no me ha reconocido?"
De regreso en el Universo de los cuatro Dioses, Tasuki se sentía furioso.
-"Cuando se cruza la brecha entre mundos, el espacio-tiempo puede distorsionarse. La única explicación que se me ocurre es que has estado en un tiempo diferente al que es realmente aquí. Probablemente ella aún no te había conocido en el momento en el que os habeis cruzado.
-"¡Demonios! ¿Y qué vamos a hacer ahora?"
-"Intentaré ajustar el próximo envió un poco más en el tiempo, pero no te prometo nada."
-"¿Y qué se supone que significa eso?" - dijo enojado el bandido.
-"Tú céntrate en encontrar a la chica, y la próxima vez asegúrate de no dejarla escapar."- le reprendió.
-"¡Tsk!"- Tasuki chasqueó la lengua en disgusto. Como si fuera tan fácil decirle "Hola, tú aún no me conoces, pero vengo de otro mundo para salvarte."
Ahora entendía las razones de Em para no contar su verdadera procedencia.
Después de aquella primera vez en el mundo de Em, Tasuki volvió un par de veces más al lugar donde se topó con ella, pero no pudo encontrarla. Había hecho mil y una vez el recorrido de aquel bus, había ido a la "Discoteque" todas las veces en las que el local estuvo abierto. Pero nada. No había ni rastro de Em. Sin embargo, un día notó un aura extraño no muy lejos de él. Un aura que no pertenecía a ese mundo, sino al suyo propio.
-"Podría ser Em?"- preguntó confundido de regreso en el Monte Taykyoku. Él jamás había percibido el aura de la joven anteriormente, ni de nadie en general. Normalmente era Chichiri el que percibía ese tipo de cosas.
-"Lo dudo"- respondió Taitsukun pensativa.
-"Estoy de acuerdo, sí"- añadió Chichiri. -"El aura de Em no era del Universo de los Cuatro Dioses, si. Al menos no del todo... según yo lo percibí, tenía cierta similitud con el de Miaka, si.
-"Si percibiste un aura de este mundo, seguramente sea porque es alguien de aquí que ha cruzado. Y probablemente sea alguien que también la está buscando."- aseguró Taitsukun. -"Ya os dije que muchos habían aprovechado la brecha abierta para cruzar. Por tanto no es de extrañar que coincidas con ellos."
-"Ten cuidado, al igual que tú les percibes, ellos podrían percibirte a ti también, si."- le advirtió Chichiri.
Tras frotarse los ojos, Tasuki miró su reloj en la mesilla de noche aún medio dormido. Eran las 9 de la mañana, y era sábado, la Discotéque abriría para probar suerte una vez más.
Tras una rápida ducha y un buen café, salió a hacer el mismo recorrido que hacía siempre. Pasaba las horas yendo y viniendo con su moto, siguiendo todas las paradas que tenía la línea de aquel bus en el que Em se montó aquella noche. Pero como todas las demás veces, no la encontró. Miró su reloj de pulsera. Ya era medianoche, la Discoteque estaba a punto de abrir, así que se dirigió hasta allí en la moto.
Una vez dentro, dió una vuelta por el local y después se dirigió a la barra del bar para pedir algo para beber.
-"¡Hey! Mirad quién está aquí, el lobo solitario!"
Tasuki se giró para encontrarse con el grupo de chicos que le habían hablado de la Discoteque el mismo día que vió a Em, y que ahora eran sus amigos.
-"¡Qué pasa tíos!"- les saludó el pelirrojo con un amistoso choque de manos.
-"Ha habido suerte con tu chica?"
Tasuki negó con la cabeza.
-"Tranqui, fijo que esta noche la encuentras, nosotros te ayudaremos..." - le dijo otro levantando su pulgar en señal de ok.
Tasuki rodó sus ojos sin que se dieran cuenta. No se enorgullecía de ello, pero una de las noches en las que quedó con ellos para ir a la Discoteque, estaba más deprimido de lo habitual, así que bebió algunos tragos para animarse un poco, hasta que terminó borracho como una cuba y habló más de la cuenta. Menos mal que omitió los detalles del Universo de los Cuatro Dioses y ellos se lo tomaron como que Em era una especie de amor platónico para él. Sus nuevos amigos decidieron entonces ayudarlo en su búsqueda, y aunque lo hacían con la mejor intención del mundo, siempre le metían en situaciones incómodas con chicas cuyos rasgos físicos eran similares a los de Em. Porque para su desgracia, en aquel lugar habían muchas chicas rubias y de ojos azules, así que la búsqueda se tornaba aún más complicada que en su mundo.
De pronto notó el mismo aura de la última vez. Aquel que pertenecía a su mundo. Él o ella estaba allí, en el mismo local que él, ¿pero cómo saber quién era?
Se disculpó con los chicos y fue en búsqueda de aquel ser venido del Universo de los Cuatro Dioses. Se acercó a la balconada que daba a la pista de baile y se asomó para mirar la muchedumbre. Imposible ver nada, había demasiada gente y las luces estrambóticas no ayudaban tampoco.
"¡Mierda! ¡Necesito ir a mear!" pensó antes de dirigirse hasta los baños que se encontraban al otro lado de la circunferencia.
-"¡Hey colega!"- le interceptó uno de sus amigos tras salir del aseo.- "Creo que he visto a tu chica frente al bar. Eso sí, te aviso que ya está ocupada..."
Tasuki no prestó demasiada atención a su amigo, al fin y al cabo habían encontrado a "Em" infinitas veces, pero nunca era ella realmente. Sin embargo aquel aura se sentía más y más intenso, así que lo siguió hasta el bar donde lo pudo ver con sus propios ojos. Una extraña y tenue luz se reflejaba en el hombre que para su asombro, tenía a Em entre sus brazos, besándola. ¿Por qué? ¿Él acaso la había seducido? No, algo estaba mal, ella se estaba resistiendo, pero parecía débil, sin voluntad. Impulsivamente se abalanzó contra él, propinándole puñetazos en la cara mientras el hombre permanecía en el suelo sin poder defenderse.
-"¡Sé de dónde vienes!"- gritó mientras los de seguridad de la discoteca lo separaban de él.
-"¡Te encontraré y te mataré si la tocas de nuevo!"- pudo gritarle antes de que le golpearan fuertemente en el estómago.
Aturdido y arrastrado por los dos empleados encargados de la seguridad del local, pudo ver a otra mujer llevando a Em tras de sí hasta la salida.
Se sentó en el bordillo de la acera de enfrente para recuperar el aliento, e inesperadamente encontró a Em sentada a su lado.
"-Eres tú, estás aquí..."- dijo ella antes de desvanecerse sobre sus brazos.
CONTINUARÁ...
