Capítulo 11: Deseos y temores

Genro espió por la ventana cómo Camille se alejaba con Fred. Se preguntó qué tipo de relación tenía Em con su ex novio, puesto que era más que evidente que él seguía enamorado de ella. Un sentimiento familiar lo asaltó, los celos. La última vez que había sentido aquella extraña sensación, fue hacía 10 años. Miaka aún no se había marchado a su mundo. En aquel entonces, cuando la veía con Tamahome, el corazón se le partía en mil pedazos.

Una vez que los dos jóvenes desaparecieron por el callejón, Genro se giró para observar a Em dormir. Según lo que le contó Taitsukun, ella debía estar en ese instante en el Universo de los Cuatro Dioses. Acercó su mano para apartar un mechón dorado de su cara. -"¿Dónde estás?".


-"¡Son buenas noticias, si!"- celebró Chichiri.

-"Sí, aunque por el momento sigue dormida."

-"Cuando vuelvas, debes advertirla del peligro y contactar con la sacerdotisa cuanto antes."- ordenó Taitsukun.

-"¿Y entonces qué?"- preguntó impaciente Tasuki. -"¿Qué se supone que debe hacer ella para salvarla y para salvar este mundo del emperador de Kuto?"

-"Deberá utilizar el pergamino del Universo de los Cuatro Dioses, y con vuestra ayuda, invocar a los cuatro dioses. Ellos le guiarán en su misión."


Tasuki despertó en una posición incómoda. Sentado sobre una pequeña butaca, la parte trasera de su cabeza estaba apoyada contra la pared. Se incorporó ligeramente masajeándose el cuello dolorido con su mano y fijó la vista en la cama que tenía enfrente, la cama donde Em dormía, solo que ella ya no estaba allí.

-"¡Mierda!"- maldijo levantándose bruscamente.

-"¡No... no!"- decía mientras daba vueltas nervioso por la habitación mirando cada rincón.

Salió rápidamente del cuarto para buscar en el pequeño apartamento. Cruzó el estrecho pasillo para llegar al salón-cocina. Echando un rápido vistazo comprobó que tampoco se encontraba allí. Volvió sobre sus pasos y vió que aún quedaba un lugar por mirar. El baño. Estaba tan desesperado que abrió la puerta sin llamar, y para su gran alivio allí estaba ella. Un sonoro jadeo indicó que la irrupción del joven pelirrojo la había sorprendido en el mismo momento que salía de la ducha, y se había puesto rápidamente una toalla que cubría su desnudo cuerpo, desde el pecho hasta las rodillas. Su pelo y su piel aún estaban mojados y Tasuki no pudo evitar tragar saliva mientras observaba hipnotizado el deslizar de las gotas de agua sobre su cuello, hombros y escote.

-"Estabas dormido así que decidí tomar una ducha para despejarme y..."- empezó a decir ella para romper aquella incómoda situación.

Sin darle tiempo a terminar la frase, Tasuki se abalanzó sobre ella para rodearla entre sus brazos en un intenso abrazo, notando el agua fresca empapando sus manos, su cuello y su ropa.

-"Creí que te había perdido de nuevo..."- le dijo con voz suave acunándola aún más contra su pecho.

Em no sabía cómo reaccionar. ¿Era él realmente? Sus últimas horas en el otro mundo habían sido aterradoras. Pero él estaba allí, con aquellos fuertes brazos abrazándola, haciéndola sentir segura y protegida. Dejando el pudor a un lado, Em se abandonó a su calidez, apoyando su cara contra su pecho. Se moría por corresponder su abrazo así que pasó sus manos por debajo de sus brazos rodeándole la espalda. Genro evitó cualquier movimiento que delatara su deseo y simplemente apoyó su mejilla sobre el cabello fresco y húmedo de ella, pero no sirvió para apagar el fuego que ardía en su interior, consciente de que aquella toalla era todo lo que se interponía entre él y el cuerpo desnudo de Em.

Se quedaron así por un largo rato, hasta que ella levantó la cabeza para mirarlo a los ojos.

-"¿Cómo es posible que seas tú?"

Él no pudo resistirse a sus asombrados ojos azules, y tras esbozar una sonrisa, pasó una mano por detrás de su cabeza y la besó en los labios. Sorprendida de la mezcla de intensidad y ternura de aquel beso, Em no dudó en corresponderle cerrando sus ojos para disfrutar de sus labios sobre los suyos. Su fantasía al fin se hacía realidad, literalmente.

Los besos no tardaron en hacerse más profundos, con sus lenguas bailando y entrelazándose de manera cada vez más voraz, haciendo evidente el deseo que ambos se tenían el uno por el otro.

A medida que aquellas grandes manos recorrían su cuerpo, ella sentía su excitación crecer en sus entrañas, llegando a su máximo nivel en el instante en que él la empujó contra la pared del pasillo y la bloqueó con su propio cuerpo, besándo primero su cuello, después el hueco de su clavícula pasando por su escote hasta llegar a uno de sus pechos, para terminando jugueteando con su lengua en su pezón. Aquello era demasiado para ella.

Em pensó que todo iba muy rápido mientras miraba a Genro quitarse con prisas la camiseta y desabrocharse el cinturón para bajarse los pantalones y calzoncillos, apenas lo justo para liberar su miembro endurecido y dirigirlo directamente hasta su entrepierna. A ella jamás le habían gustado los hombres que tenían demasiada prisa en "meterla". Ella prefería aquellos que eran delicados con ella, que se tomaban su tiempo en besarla, acariciarla,... y entonces la intensidad iba creciendo, poco a poco. Pero aquello era diferente, con Genro había pasado de cero a cien. Sin embargo no estaba molesta ni disgustada, todo lo contrario. Lo ansiaba tanto como él a ella, y lo quería dentro de ella desesperadamente.

Con un deseo urgente que los dominaba, ambos hicieron el amor en aquel estrecho pasillo, de pie. Genro ayudó a Em a mantener levantada su pierna, sujetando firmemente uno de sus muslos con su mano mientras la empujaba salvajemente una y otra vez contra la pared. Los gemidos de Em eran más intensos de lo que ella podía recordar. Nunca se había sentido tan excitada y deshinibida con nadie, ni siquiera con Fred.

Solo con la ardiente mirada de aquel pelirrojo, que parecía devorarla, hacía que ella se estremeceriera de excitación.

Precisamente por eso, no fue de extrañar que apenas pasados unos pocos minutos, ella se sintiera desbordada, y sin poder evitar lo inevitable, explotó. Sus gemidos delataron su clímax, y Genro agradeció en silencio que no tuviera que contenerse más, y tras lanzar un largo gruñido, él también se corrió.

Los gemidos dieron paso a los jadeos, y los cuerpos se quedaron quietos, ella con la frente apoyada en el hueco de su clavícula. Él con su mejilla apoyada en su pelo aún mojado. Permanecieron unos par de minutos más saboreando las contracciones residuales de ambos sexos, del calor y la humedad que sentían mientras seguían unidos el uno al otro.

Cuando al fin se miraron de nuevo, el deseo aún se podía notar en los ojos de ambos.

Em pensó que había sido el "polvo" más corto de su vida, pero también el más intenso y fogoso. Se moría de vergüenza por lo rápido que había llegado al orgasmo. Aquello no podía quedar así, quería demostrarle que ella podía durar más que 5 miserables minutos, y que podía hacer muchísimas más cosas en el sexo que simplemente abrirse de piernas y correrse a la primera de cambio, y a juzgar por cómo la miraba él, estaba segura de que a él tampoco le importaba repetir en ese mismo momento.

Pero antes de que alguno de ellos se pronunciara, el timbre del telefonillo los sobresaltó, haciendo que los dos se separaran bruscamente. Em salió corriendo hacia su habitación para coger algo de ropa, mientras que Genro se ponía la camiseta y después se abrochaba rápidamente los pantalones y su cinturón.

Em volvió al pasillo con una camiseta puesta y mientras pasaba por delante del pelirrojo con prisa, se subía la cremallera de sus vaqueros. Sin perder un segundo, llegó a la cocina y descolgó el telefonillo. Era Camille, que venía a ver qué tal estaba.

Aún sofocada, y con la excitación presente en sus mejillas, abrió la puerta de casa y esperó a que su amiga subiera. Genro esperó despreocupado apoyado sobre la encimera de la cocina.

-"¡¡Em!! ¡Menos mal que te encuentras bien!- le dijo dándole un abrazo. -"Te he estado llamando, ¿Por qué no me llamaste en cuanto te has despertado?"- le reprochó con enfado.

-"Es-estaba dándome una ducha para espabilarme."- titubeó. -"Lo siento..."

Camille miró al pelirrojo y después de nuevo a su amiga ligeramente ruborizada. Ella la conocía bien y enseguida comprendió lo que pasaba.

-"¡Ohh!"- exclamó a modo de disculpa. -"No quería interrumpir..."

-"¡No, no!"- se apresuró a decir Em mientras la agarraba del brazo y la llevaba hasta la cocina.

Genro quiso desviar la atención y decidió ir al grano.

-"Tenemos que hablar."'- anunció con expresión seria.


Tras poner al día a las dos jóvenes, todos se quedaron en silencio.

-"No me lo puedo creer..."- exclamó Em incrédula. -"Yo soy originaria de aquel mundo... Esto no puede ser verdad..."

-"Tenemos que darnos prisa"- insistió el bandido. -"el hechizo que te mantiene en este mundo no durará para siempre. Además aquí tampoco estás a salvo, ya lo viste anoche".

Em, que había estado con la mirada perdida, fijó sus ojos en él con preocupación.

-"¿Y qué podemos hacer? ¡Todo esto me supera!"

-"¡Miaka!, ¡Tenemos que encontrar a Miaka!"- exclamó Genro.

-"Oh sí"- dijo Em abriendo sus ojos de par en par. -"Anoche pude contactar con ella, pero luego aquel tipo me atacó y..."

-"¿En serio? ¡Entonces eso facilita las cosas!"- dijo Genro esperanzado.

-"Pero cómo podría ayudarnos ella? Es decir, solo es una mujer normal y corriente, además vive en Japón."

-"¡Llámala!"- intervino Camille.

Genro asintió en acuerdo. Seguidamente Em fue a su habitación y regresó con su móvil en la mano.

-"Ten, tú la conoces."- le dijo a Genro al tiempo que le entregaba su teléfono. -"Será más fácil si tú hablas con ella."

Genro miró a Em en silencio, después miró la pantalla del smartphone en la que aparecía la foto de perfil de Miaka. Apenas había cambiado, seguía teniendo la misma expresión aniñada aunque parecía más madura, su rostro era menos redondeado, más fino.. Pensó que estaba tan guapa como siempre. Su corazón comenzó a latir con fuerza. Presionó el botón de llamada vía messenger. Empezó a sonar tono. La espera se le hacía eterna, estaba tan nervioso.

-"¿Sí?"

La voz familiar al otro lado del teléfono aceleró aún más su corazón.

-"Mi... Miaka... ssss.. soy yoo..."- pudo decir entre titubeos.

-"¿¿¡Tasuki!??"

CONTINUARÁ...