Capítulo 12: Díficil de afrontar
El vuelo procedente de Tokyo, vía Frankfurt, venía con retraso. Genro comprobaba una y otra vez la pantalla en la que se anunciaban las llegadas de los diferentes vuelos. No dejaba de resoplar y mirar su reloj de pulsera cada dos por tres. A medida que se acercaba el momento de ver a Miaka de nuevo, su nerviosismo aumentaba. Ni siquiera en su tiempo juntos, hace 10 años, se había sentido tan inquieto. Se suponía que había pasado página, entonces, ¿por qué estaba en aquel lamentable estado?
Em por su parte, lo miraba por el rabillo del ojo. Podía percibir su nerviosismo, y eso solo confirmaba que seguía enamorado de la sacerdotisa después de tanto tiempo. Al parecer, el que hubiesen estado haciendo el amor salvajemente en el pasillo de su casa dos días atrás, no había tenido otro significado más que el de saciar un deseo primario. Porque, en cuanto él habló con Miaka por teléfono, su actitud cambió, se volvió distante. Aunque pensándolo bien, puede que la irrupción de Fred en sus planes tampoco ayudara. ¿Cómo demonios se le ocurrió permitir que Fred participara en aquello? ¿Por qué estaba él allí a su lado enfrente de la puerta de "llegadas" del aeropuerto de Lyon, esperando a que la mujer que debía salvarla llegara? Solo de pensarlo, su dolor de cabeza aumentaba aún más.
Hace 2 días:
-"¡No puedo creer que seas tú, Tasuki!"
Escuchar de nuevo su nombre pronunciado por su viva voz, hizo que algo resurgiera en su interior. Sintió una especie de nostalgia apoderarse de él. Inevitablemente, sus labios se curvaron dibujando una tierna sonrisa en su rostro. Echaba de menos aquel entusiasmo que siempre la había caracterizado. Seguía siendo la Miaka de siempre.
Pero lo que él ignoraba era que desde el otro lado del pasillo, Em no perdía detalle de sus reacciones, y por lo que pudo ver, pensó que él parecía estar coladito por aquella chica hasta los huesos.
-"Miaka va a coger el primer avión que salga mañana para Lyon. Estará aquí pasado mañana sobre el mediodía." - anunció Genro tras colgar el teléfono.
-"¡Vaya, qué rápido!" - exclamó Camille.
-"El asunto que nos atañe es urgente, ella es consciente de ello."- contestó el pelirrojo. -"Ella es una persona muy especial, siempre hace todo lo que está en su mano para ayudar a los demás."
Genro miró a Em y se percató que su semblante había cambiado. Ella estaba evitando el contacto directo con sus ojos. Claramente, ella necesitaba tiempo para pensar en todo aquello.
-"Quisiera ir a recoger mi moto y pasar por casa a darme una ducha y cambiarme de ropa. ¿Nos vemos aquí a mediodía y comemos juntos?"- propuso para cambiar un poco las ideas.
Em asintió con poca gana.
-"Después hablaremos de lo que haremos una vez esté Miaka con nosotros." - afirmó con rotundidad. Sí, a pesar de la poca predisposición de Em, tiempo era algo de lo que no disponían, así que tenía que ponerla en la realidad cuánto antes.
Una vez Genro se fue, Em permaneció en la cocina, pensativa, mientras Camille iba a por algo para beber.
-"¡Joder Em! ¡Tienes el frigorífico vacío!" - le dijo rebuscando dentro del refrigerador.
-"No he encontrado un momento para ir a hacer compra, la verdad" - contestó con ligero sarcasmo.
-"Al menos te quedan un par de cervezas..."
Camille miró a su amiga mientras abría los botellines encima de la encimera de la cocina.
-"Estás muy callada, ¿quieres que hablemos?" - le dijo ofreciéndole un botellín.
Efectivamente Em no había asimilado aún su situación. ¿Quién era ella realmente? ¿Era una especie de ser mágico de otro mundo? No podía entender cómo todo aquello le estaba pasando a ella. Sin embargo, se sentía estúpida porque eso no era lo que le preocupaba de verdad. Con todos los peligros que le acechaban en aquel momento, lo único en lo que pensaba era en Genro. Más allá del deseo sexual que sentía por aquel bandido de otro mundo, diría que había desarrollado ciertos sentimientos hacia él.
Agarró agradecida la cerveza que le ofreció Camille y le dió un sorbo.
-"Estoy confundida" - dijo finalmente mirando al suelo. - "Al margen de toda esta locura de que yo sea de otro mundo, y que me quieran violar para conseguir no sé qué poderes,... Joder, solo puedo pensar en,... Genro y yo juntos,... ¡acabamos de hacerlo en el pasillo!" - dijo gesticulando dramáticamente.
-"¿¿¿En el pasillo??? ¡Wow! ¿Un "aquí te pillo, aquí te mato"? Eso no te pega nada Em, ¡eres una auténtica zorrona!..." - bromeó.
Em fingió indigación, pero no pudo evitar lanzar una risita furtiva.
-"Bueno, ¿y qué tal? ¿Te ha gustado?"- le dijo con tono morboso.
-"Te parecerá una estúpidez, pero a pesar de haber sido tan breve, ha sido el mejor polvo de mi vida. "- contestó Em con un ligero brillo en sus ojos.
-"Mejor incluso que con Fred?"
Em asintió convencida.
-"¡Vaaaya!"- exclamó Camille. -"Pues sí que debe ser bueno. Ha conseguido superar a Fred, y eso es realmente díficil..."
-"Pero ya has visto cómo hablaba con esa chica japonesa, ¡Es obvio que aún está enamorado de ella! ¡Fue su sacerdotisa!
-"La cuestión es, estás tú enamorada de él, o simplemente te gusta para pasar el rato?"
-"..." - Em no contestó, y en su lugar resopló y bajó la cabeza.
Camille ya sabía la respuesta. Em se había acostado con incontables hombres tras su ruptura con Fred hacía año y medio, pero siempre tenía alguna pega a todos los hombres que le proponían algo más. Nunca se quedaba satisfecha del todo, y al final siempre terminaba comparándolos con Fred, y él siempre ganaba. Ahora, Genro parecía haberla sacado de aquel bucle.
-"Hace 10 años que no la ve, ella está con otro y tiene una familia."- le dijo Camille en un intento de consolarla.
-"El amor, aun siendo no correspondido, sigue siendo amor..."- respondió con resignación Em.
Genro dejó aparcada la moto delante de su edificio. Entró en su apartamento, y tras dejar el casco y las llaves en la mesa de la pequeña cocina, se sentó en el sofá pensativo.
Miaka estaría allí con él en 48 horas, algo impensable hace un par de días. ¿Qué le diría cuándo la viera? ¿Debería abrazarla? ¿O mejor darle la mano? No, demasiado frío. Seguro que ella se echa a sus brazos. Sí, ella era así, tan impulsiva y pegajosa. Sonrió de nuevo al recordarla. Se ruborizó al pensar que ella dormiría en su apartamento. Inmediatamente se castigó golpeándose en la cabeza. ¿Por qué? ¿Por qué se ponía tan nervioso, si habían dormido juntos innumerables ocasiones en sus aventuras juntos? Y además, ¿qué había de Tamahome? Por supuesto le preguntó por él en el teléfono. Ella le comentó que viajaría sola, ya que él debía quedarse a cuidar a su hijo. Un hijo, ella había tenido un hijo con Tamahome. Eso le provocó una punzada en el pecho. Ahora tenían una familia, algo que él anhelaba y que no poseía.
Sus labios se curvaron hacia abajo. ¿Por qué se sentía así? No entendía aquella sensación de vacío, si jamás había tenido nada con ella, y se suponía que ya la había olvidado, solamente la recordaba en algunas pocas ocasiones, pero nada más.
Se levantó para ir al baño y tras abrir el grifo de la ducha, se quitó la ropa y se metió dentro. El agua cayendo sobre su cara hizo que su mente se despejara de Miaka. El agua caliente mojaba su cuerpo y poco a poco la tensión desapareció, y lanzando un suspiro al fin se relajó. Cerró los ojos y la imagen de Em gimiendo y jadeando le sorprendió. Revivió aquella escena del pasillo en su cabeza, una y otra vez mientras se enjabonaba y al mirar hacia abajo vió que estaba duro. Agarró firmemente su dureza con y bombeó durante algunos minutos para conseguir el ansiado alivio, pero eso no hizo que Em desapareciera de su pensamiento. Ella era preciosa, y le importaba. Quizá tanto como le importaba Miaka. Entonces, ¿se estaba enamorando de Em? ¿Y por qué siempre aparecía Miaka por medio?
Cerró el grifo y acto seguido salió de la ducha poniéndose una toalla. Se secó rápidamente y se vistió. Tenía prisa por volver a casa de Em. Tenía ganas de verla, de estar a su lado, y de hacerle el amor en mejores condiciones, porque lo del pasillo había estado bien, pero seguro que ella había pensado que él era un bruto por follarla de esa manera. Ella merecía algo mejor, y él sabía que podía dárselo.
El mediodía se acercaba y el timbre del portal del edificio de Em sonó.
-"¡Ya está aquí!"- exclamó Camille con entusiasmo dándole al botón de abrir. - "Bueno, yo os dejo para que podáis estar a solas y seguir con lo vuestro... Estoy segura de que tú puedes hacer que se olvide de la sacerdotisa esa"- le dijo guiñándole un ojo. Cogió su bolso, y se dispuso a marcharse. Solo que cuando abrió la puerta del apartamento, a quien se encontró en el rellano no era Genro, sino Fred.
-"Ah Camille, hola."
Em se asomó desde la cocina al escuchar aquella voz familiar. "Mierda"- pensó rodando sus ojos.
Rapidamente se acercó hasta la puerta.
-"Hola Fred, ¿qué... qué haces aquí?"- dijo apoyando su brazo en el marco de la puerta, evitando cualquier posibilidad de que entrara.
-"Vine a ver qué tal estabas. Ayer me quedé preocupado."
-"¿Ayer?"- preguntó Em confusa.
-"¿No te ha dicho Camille?"
-"Oh sí, lo olvidé, hehe..."- dijo Camille con apuro.
-"No importa..."- interrumpió Fred consciente de que su estado la noche anterior tampoco era el mejor.
-"Camille me dijo que te habías pasado bebiendo."
En ese mismo instante llegaba Genro subiendo por las escaleras con una bolsa de compra. En cuanto se acercó lo suficiente pudo reconocer al tipo de la pasada noche, el ex de Em. Al menos parecía estar en un estado normal esta vez. Pero, ¿qué demonios hacía él otra vez allí? No tenía pinta de que nadie lo hubiese invitado. ¿Acaso no se daba por aludido?
La cara de pocos amigos de Genro no pasó desapercibida para Fred.
-"He comprado algunas cosas de camino." - dijo el asiático enseñando lo que contenía la bolsa: unas pizzas precocinadas, algo más para picar, algunas cervezas y un par de botellas de vino.
-"¿Quién es este?"- preguntó Fred sin darse cuenta de que su tono era más bien despectivo.
Em y Camille se miraron. ¿Qué podrían decir para que Fred no sospechara? Soló faltaba que armase un escándalo motivado por los celos.
-" Eehhh... es un nuevo amigo de Camille..."- inventó Em.
Genro levantó sus cejas en sorpresa, y tanto él como Camille la miraron extrañados. Su respuesta sugería que entre ellos dos había una relación más allá de la amistad.
Fred los miró con sospecha.
-"¡Vaya!"- exclamó al fin, aliviado de saber que aquel atractivo asiático no era el amante de Em. -"Encantado de conocerte, yo soy Frederic, pero puedes llamarme Fred. Y tú eres...?"
-"Genro"- dijo con un fuerte acento.
-"¿Y qué haces en Lyon? No te ofendas, pero no pareces de por aquí.."
-"Trabajo"- le dijo secamente.
-"Vamos, no te quedes en la puerta"- le dijo cambiando a un tono de lo más amistoso, mientras le agarraba del hombro y le guíaba hasta dentro del apartamento ignorando la barrera que Em había intentado poner. -"Tomemos unas cervezas."
Em resopló con resignación. Fred aún tenía esa excesiva confianza de meterse en su apartamento como cuando estaban juntos. Adiós a su velada a solas con su crush. Al menos, Genro había traído alcohol, lo iba a necesitar para poder soportar aquella tarde, así que sin perder un segundo, metió la bebida en el congelador para que se enfriara lo antes posible. Después encendió el horno para hacer las pizzas, y preparó algo de picoteo.
Con toda confianza, Fred invitó al pelirrojo a sentarse alrededor de la mesa del comedor y después fue a la cocina a abrir unas cervezas. Tras ofrecerle un botellín, se las arregló para sentarse al lado de Em.
Durante la comida, Fred no dejó de hablar de su trabajo y sus viajes, mientras Em bebía un trago tras otro. Nunca se había dado cuenta de lo egocéntrico que era su ex. Sí, era cierto que Fred era una persona con mucho mundo y con conversaciones de lo más interesantes, y lo había admirado por ello durante todo este tiempo. Pero ahora veía que ella había estado bajo su sombra, siempre escuchando fascinada sus historias, sintiéndose tan orgullosa de tener una pareja tan lista e inteligente. Sintió como si de pronto se le hubiese caído una venda de los ojos. Miró discretamente al asiático pelirrojo sentado frente a ella. Solo de pensar en su pequeño escarceo del pasillo, se le humedecían las bragas. Inesperadamente él le devolvió la mirada, y como si le estuviese leyendo el pensamiento, ella se sonrojó y en acto reflejo apartó sus ojos de él. Era extraño, puesto que no solía sonrojarse con facilidad. Era algo que solo él era capaz de provocar. Genro bajó su mirada esbozando una sonrisa furtiva que dejaba entrever uno de sus puntiagudos colmillos. Él lo sabía. Sabía que ella estaba pensando en eso.
-"Estás bien?"- le preguntó Fred, al verla inquieta.
-"Si, todo bien,.. debe ser el vino"- dijo disimulando con una sonrisa.
A pesar del aire distraído de Fred mientras hablaba, no pasó por alto la tensión que había en el ambiente, y no era precisamente entre el chico extranjero y Camille. Algo no le cuadraba.
-"Y dime Camille, ¿cómo os conocistéis Genro y tú?"
Camille miró a Genro con una sonrisa forzada intentando ganar tiempo.
-"Puueeesss..."
-"En la Discotéque"- intervino Genro rápidamente.
Em respiró aliviada por la agilidad del bandido de otro mundo.
-"Ah sí, la Discotéque. Allí íbamos mucho Em y yo a bailar cuando estábamls juntos. ¿Te acuerdas cariño?" - dijo pasando su brazo por su espalda hasta su cintura para acercarse aún más a ella, en un gesto que era más típico de parejas que de ex amantes. No era extraño que él se mostrara cariñoso con ella, incluso después de haber cortado, algo que a Em nunca le molestó. Hasta ese día. Ella levantó su mirada para encontrarse con los ojos sombríos de Genro. Aquella situación estaba siendo realmente incómoda. Tras tomar un gran trago para terminar su copa de vino, se deshizo del agarre de su ex y se levantó de la mesa.
-"¿Qué tal si abrimos otra botella de vino?"- sugirió mientras recogía los platos.
En la cocina, Em pudo detenerse a analizar la situación.
Fred solo se mostraba cariñoso cuando quería acostarse con ella, pero últimamente estaba más pegajoso de lo normal. Habitualmente era Em la que buscaba su atención, pero desde que lo rechazó aquella noche, él estaba mucho más pendiente de ella que de costumbre. Además, ¿por qué tuvo que mentir y decir que Genro era "el amigo de Camille"? Podía haber dicho que era un amigo de ambas.
Ella no quería reconocer que tenía miedo. Miedo de que si Fred descubría lo suyo con Genro, él dejara de darle esa atención que ella siempre le reclamaba. ¿Por qué? se preguntaba una y otra vez. Ella ya había abierto los ojos, se había dado cuenta al fin de que Fred no era para ella. Entonces, como si las piezas de aquel rompecabezas encajaran poco a poco, la solución a ese dilema le vino inmediatamente a la cabeza. Estaba convencida de que Genro seguía enamorado de la chica japonesa, no de ella y él le iba a destrozar el corazón, igual que hizo Fred en el pasado. No podía pasar por aquello otra vez, había sido demasiado díficil de superar. Sin duda prefería mantener atado a Fred como ex/folla-amigo que tener otra decepción amorosa. Al menos, se quedaría con lo malo pero conocido.
Todo aquello sin tener en cuenta que su vida aún corría peligro. Suspiró. "Deprimente"- pensó, y tomó un largo sorbo de su copa recién servida con el vino que acababa de abrir. En unas pocas horas la sacerdotisa estaría allí con ellos, y no tenía ni idea de lo que iba a poder hacer aquella simple mujer para salvarla, mientras ella la odiaría a muerte por ser la que le había robado el corazón a aquel que se lo había robado a ella. Todo era tan surrealista y enrevesado.
La tarde pasó entre charlas y risas, el vino se acabó, también las cervezas, y Fred encontró una botella empezada de tequila en un armario de la cocina. Con algo de torpeza, sacó cuatro vasos de chupito y los llenó con la bebida.
-"Yo paso"- dijo Genro empujando el pequeño vaso hacia el centro de la mesa.
Camille hizo lo propio, y Fred dirigió su mirada a Em con una sonrisa mientras levantaba su vaso para brindar. Em aceptó y chocando sus vasos, los dos se bebieron el chupito de un trago.
-"¡Saca limón y sal!"- dijo ella con voz ronca debido al paso del alcohol por su garganta.
Fred fijo sus ojos sobre los de ella, y ella aguantó su mirada seductora.
-¡Marchando una de limón y sal!"- anunció Fred alegremente dirigiéndose hacia la cocina.
-"Em, creo que ya has bebido suficiente"- le advirtió Camille.
-"Naaaahh, ¡¡si estoy completamente sobria!!"- respondió ella haciendo equilibrio con una pierna mientras reía.
-"Completamente borracha"- corrigió Genro. -"Déjalo ya".- le dijo con hastío.
-"¿Quién coño eres tú, mi padre?" - replicó Em molesta. -"Qué aburrido eres"- dijo dándole la espalda para ir en busca de Fred.
Genro, conteniendo su enfado, la agarró firmemente del brazo, haciendo que ella se volteara para encararlo. Em lo miró desafiante.
-"¿No te das cuenta de tu situación? Mañana tienes que estar entera, Miaka viene aquí por tí."- le recordó de mala gana.
Los ojos de Em reflejaban su rabia. El simple hecho de mencionarla hizo que se enfureciera aún más, y bruscamente se soltó de su agarre.
-"Tu no eres quién para decirme lo que tengo que hacer"- le recriminó. -"Joder, ya estoy harta de tu maldito juego. No soy tuya, ¿vale? Este no es tu mundo de mierda ¡No te necesito! ¡Ni a ti ni a esa estúpida sacerdotisa!
Genro estaba tan sorprendido como enfadado. Era obvio que estaba ebria pero jamás la había visto de esa manera. Sus palabras eran hirientes.
Fred llegó en ese mismo instante.
-"¿Qué está pasando aquí?"-.dijo mientras se interponía entre la pareja en modo protector.
-"¿No crees que ya está suficientemente borracha?"- advirtió el pelirrojo apretando sus dientes para contener su ira.
-"Se lo está pasando bien. Déjala tranquila."- respondió Fred con aire despreocupado.
Camille intentó poner un poco de paz entre tanta testosterona.
-"Calma, calma". Genro tiene razón, Em ya está muy pedo."
-"Soy mayorcita para cuidarme sola"- intervino Em. -"¡Vamos Fred, me apetece bailar!"
Em conectó el altavoz a su móvil y puso una playlist de música de fiesta. Los dos comenzaron a bailar al ritmo entre risas y tarareos.
-"Yo me voy"- anunció Genro malhumorado.
-"¡Espera!"- le detuvo Camille. -"Está borracha, no piensa lo que dice. Por favor, no se lo tengas en cuenta. Entiende que toda esta situación la ha tomado por sorpresa y está claro que no sabe gestionarlo. Ella te necesita."
La expresión de Genro se suavizó. Miró resignado a Em pasárselo en grande con Fred. Frunció el ceño al verlos tan acaramelados. No parecía necesitarlo tal y como había dicho Camille. ¿Por qué tenía que haberse entrometido aquel gilipollas? Fred solo complicaba todo aún más. Vale, ella estaba borracha, pero aún así la ex pareja parecía tener una gran complicidad. Pero, ya no estaban juntos, asi que ¿por qué seguían tonteando de esa manera? Quizá Em aún sentía algo por Fred.
-"Qué es lo que pasó entre ellos?"- preguntó a Camille aprovechando que no tenía nada que hacer, más que esperar a que Em volviera en sí. -"¿Por qué lo dejaron? Parece que se llevan estupendamente"- añadió esto último con cierto resquemor en su tono.
-"Em y Fred estuvieron juntos por varios años, pero ella se enteró que él la había engañado, no solo una, sino varias veces."
Genro les observaba mientras escuchaba a Camille. Em tenía el corazón roto por culpa de Fred, quién arrepentido, suplicaba por una nueva oportunidad de ser amado de nuevo por ella. Pero ¿acaso ella estaba dispuesta a dársela?
-"De eso hace ya casi dos años"- continuó Camille. -"Ella nunca se pudo recuperar de aquello. Hasta ahora."- le dijo dándole una palmada en el hombro.
Em estaba totalmente absorta en la música, danzando mientras Fred la agarraba para darle una vuelta, y después inclinar su cuerpo sobre su espalda, acercando su cara tanto a la de ella que sus labios casi se tocaban, todo ello entre risas y ardientes miradas. Hasta que de pronto, sintió un mareo, las ganas de vomitar remplazaron el buen rollo y salió corriendo hacia el baño.
De rodillas, frente a la taza del váter, se dió cuenta de su estúpido comportamiento. En vez de hacer frente a sus miedos y sentimientos, prefirió esconderse tras Fred y el alcohol.
Fred la llamó tras la puerta.
-"Em, ¿estás bien?"
Salió del baño derrotada, y sin detenerse se dirigió hasta su habitación, para dejarse caer boca abajo en su cama. Fred la siguió. Le quitó suavemente sus zapatillas y después los pantalones, dejándola solamente con sus bragas y la camiseta. Finalmente, con suma delicadeza la tapó con el edredón.
Desde la puerta de la habitación, Genro y Camille observaban la escena.
-"Lo siento..."- balbuceó Em sin moverse y con los ojos cerrados. -"Teníais razón, me he pasado bebiendo. Mañana despertadme para ir a buscar a Miaka al aeropuerto...zzzzzz"
-"¿Quién es Miaka?" - preguntó Fred sorprendido.
Camille hizo una mueca y Genro se llevó una mano a sus ojos en desesperación.
CONTINUARÁ...
