IV. Colisión

Cuando Kiro se percata de que Akane habla muy en serio, cambia de estrategia y pone cara de niño bueno. ¡Será malnacido!

—De acuerdo —dice alzando las manos en son de paz—. No te preocupes, me portaré bien. Pero que conste que lo hago por ti, no por él —añade mirándome de soslayo con displicencia. Me entran ganas de reírme, es un tío patético.

—Te lo agradezco, Kiro —comenta Akane con una amabilidad forzada—. Ahora corramos un tupido velo y sigamos con la fiesta. —Se gira hacía mí y pregunta—: Ranma, ¿te vienes? —Hay diversión brillando en sus preciosos ojos. Sabe que me está poniendo en un aprieto.

—Quizás más tarde —respondo tras unos segundos, dejando la puerta abierta a que eso ocurra. Veo como asiente y sonríe pícara, aceptando mi decisión.

—¡Bah, Akane, pasa de él! —interviene Shun—. Si quiere seguir haciendo de estatua, allá él.

—Podrían aprender a mantener la boca cerrada… —gruño por lo bajo, conteniéndome.

—Tú de vez en cuando también —indica Akane jovial, pillándome por sorpresa. No esperaba que me hubiese escuchado—. Luego nos vemos —se despide con una leve sonrisa, ladeando la cabeza.

—¡Sí, Akane, vamos a divertirnos! —expresa el tocapelotas de Kiro, instándole a que se marchen.

Comienzan a alejarse, Akane quedando entre los dos estúpidos.

—¿Pero qué cojones? —maldigo indignado al ser testigo de como Kiro le pasa una mano a Akane por los hombros mientras se alejan. Esto sí que no lo voy a dejar pasar, ha traspasado los límites.

No tardo en pasar a la acción. Lanzo rápido y con mala hostia la piedra con la que había estado jugando antes. Por supuesto, doy de lleno en el brazo del susodicho.

—¡Auch! —exclama Kiro dolorido retirando la mano y dándose la vuelta para dar con el origen del ataque. Cuando se da cuenta de que he sido yo, su mirada se oscurece.

Sí, aquí estoy, sobón. No te vas a ir de rositas esta vez. Noto como la sangre bombea con fuerza por mi cuerpo, pidiéndome que encuentre una forma de darle salida a la tensión acumulada. Una pelea me parece una opción fantástica.

—No le pongas las manos encima —le aviso con mala leche, adoptando una postura de perfil, listo para atacar o defenderme.

—¡¿Qué?! —espeta cabreado encarándose conmigo—. ¿Pero quién coño te crees que eres, niñato? ¡Tú no puedes decirme qué puedo o no puedo hacer!

Por el rabillo de los ojos percibo como Akane y Shun también se vuelven, así como otros invitados que han escuchado las voces de Kiro. Mi atención está totalmente fija en mi adversario.

—En lo que se refiere a Akane, sí que creo que tengo algo que decir —digo con convicción, porque así lo siento. Sólo espero que Akane me respalde y no me deje en evidencia. Busco la mirada de mi prometida un instante para confirmar que no me estoy equivocando. Aprecio que está preocupada.

—¿Pero de qué va este, Akane? —le pregunta Kiro enojado—. ¿Acaso se cree tu novio? Te voy a dar una paliza, canalla —amenaza viniendo a por mí.

—¡Kiro, para! Es más complicado de lo crees —intenta detenerle Akane, dándose prisa en interceder.

—¿Complicado? —le pregunta mosqueado una vez tiene a Akane delante—. ¿Tienes algo que ver con este sinvergüenza: sí o no?

—Te estás pasando, Kiro. Vale ya —responde Akane incómoda.

—¡Para sinvergüenza tú, Narasaki, que tienes la mano muy larga! —exclamo, perdiendo la poca paciencia que tengo—. ¡Te voy a tener que enseñar cuál es tu lugar!

—¿Un piltrafa como tú? —se mofa con diversión—. ¿Cómo puedes dar la cara por este memo, Akane? Tengo entendido que su padre y él son los PA-RÁ-SI-TOS —recalca— que viven en tu casa.

Por unos segundos se hace el silencio, sólo la música sonando de fondo junto con los cuchicheos. A nuestro alrededor se ha formado un corrillo con el resto de personas que han asistido, nuestro numerito siendo mucho más interesante que lo que estuvieran haciendo.

Akane da un paso hacia atrás con una estampa entristecida, agraviada por el último comentario hacia nuestra familia. No es la única, yo estoy bullendo de rabia por dentro. Sé que ella preferiría que no hubiera violencia, pero el insulto ha sido tan humillante para los dos que no puede quedar impune. Aprieto los puños con fuerza. Voy a hacer que ese capullo se coma sus palabras.

—Akane, déjanos —le pido, en parte pidiéndole permiso.

En nuestras miradas nos lo decimos todo. Tras unos instantes, ella asiente levemente en mi dirección, dándome luz verde para machacar a este pardillo de pacotilla.

—¿Te duele oír la verdad, Saotome? No se puede ir de fresco por la vida. No deberías siquiera estar en esta fiesta, te queda grande —continua provocándome Kiro, acercándose—. Y muchos menos te mereces la compañía de alguien como Akane.

—Deja de hablar tanto y échame de la fiesta, si es que puedes, sobón de mierda —contesto harto de tanta palabrería.

—¡Acaba con él, Kiro! —le anima Shun, golpeándose un puño contra la otra mano, con ganas de ver un espectáculo.

Esquivo con facilidad el primer puñetazo de Kiro.

—Dame todo lo que tengas, cabrito —le desafío en el espacio que nos distancia, sabiendo que los demás no van a poder oírnos. Mis palabras sólo hacen que se enfade más, e intenta darme de nuevo con el otro puño. Esta vez me salvo por los pelos y me pongo en guardia, dándome cuenta de que tiene más técnica de la que esperaba. ¿Así que sabes luchar, cabeza de chorlito? ¡Mejor!

Conecto el primer golpe en su abdomen y veo que lo aguanta bastante bien. Me queda claro que este tío también pelea en su tiempo libre.

—No estás con un novato, mariquita —me dice, lanzándose de nuevo a por mí.

Nos enzarzamos en varios golpes cruzados con los brazos, el público viniéndose arriba al ver nuestra demostración de ataques y reflejos a la hora de defendernos. Intento tirarle al suelo agachándome y haciendo un barrido con la pierna derecha, sin éxito. Aprovecho un espacio que ha dejado para acercarme y darle un puñetazo en toda la cara. Mi puño ha caído sobre su pómulo y le ha abierto una brecha que empieza a sangrar. Primer tanto para mí, perdedor.

—¿Tienes que meterle mano a Akane para que te haga caso? —me cachondeo, bajando a su nivel rastrero.

Mi rival entra en cólera y se abalanza sobre mí con una lluvia de codazos, patadas y puños, acorralándome contra el muro de la casa. Es cuando consigo escabullirme que me da un golpe en la mandíbula y parte de la boca. Distanciados a un par de metros, se produce una pausa en la que recuperamos el aliento. Con la gente a nuestro alrededor jaleando, compruebo con la lengua el sabor metálico de la sangre. Me ha debido de partir el labio. Me hiere en el orgullo que me haya herido. Sé luchar mucho mejor que esto. Al mismo tiempo, saborear la sangre hace que me tome la pela mucho más en serio.

—Para tu información, a Akane le gusta que le meta mano —me sonríe retador, satisfecho de haberme devuelto el golpe—. ¡Tiene unas tetas increíbles!

Aprieto los dientes, el dolor rugiendo tras el tortazo en la mandíbula.

—Te voy a destrozar, gusano de mierda —blasfemo; acto seguido escupo en el suelo, la saliva llena de sangre, y me limpio la boca con el dorso de la mano—. ¡Akane es mía, ¿te enteras, gilipollas?!

Ahora es mi turno. ¡Voy a enseñarte quién es Ranma Saotome!


Kanakosmiles: Qué poco éxito ha tenido el capítulo anterior :(. En cualquier caso, el fanfic continúa con esta última entrega. A ver qué os parece. El final de la historia se desvelará en el próximo capítulo.