Descargo de responsabilidad: ya saben ustedes que PUCCA y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Boo Kyoung Kim. Yo sólo usé sus personajes, para crear esta historia loca, pero según yo entretenida.

Descargo de responsabilidad 2: así como el libro de Harry pottery sus personajes no me pertenecen, pues le pertenecen a la autora JKRollin. yo sólo utilicé a Harry potter para juntarlo con Pucca, así que no plagien, adapten o copien por favor que eso no está bien.

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"Mientras yo esté aquí, siempre te daré la mano."_(Señora Weasley)

Cuando ellos la vieron, la mujer preguntó con suavidad.

–Primer año en Hogwarts, ¿no? Ron también es nuevo, seguro que se llevarán bien con él.

Señaló al último y menor de sus hijos varones, haciendo que los cuatro lo miraran. Era alto, flacucho y pecoso, con manos y pies grandes y una larga nariz.

–Sí.

Dijo suave Harry y Destiny.

–Lo que pasa es que... es que no sabemos cómo...

–¿Cómo entrar en el andén?

Preguntó bondadosamente la mujer, y Harry asintió con la cabeza junto con los demás.

–No se preocupen.

Dijo gentil la mujer.

–Lo único que tienen que hacer es andar recto hacia la barrera que está entre los dos andenes, lo demás sé hace solo. No se detengan y no tengan miedo de chocar, eso es muy importante. Lo mejor es ir deprisa, si están nerviosos. Vayan ahora, vayan antes que Ron.

–Zumbido... De acuerdo.

Dijo decidido Harry, mientras que los cuatro se preparaban para seguirlo. Empujó su carrito y se dirigió hacia la barrera, seguido por su hermano Garu, atrás de él iba Pucca y atrás de ella iba Destiny.

La barrera parecía muy sólida, tanto que podía parecer que una pared en la que se podrían chocar. Comenzó a andar, al igual que su hermano, Pucca, Destiny y los dos gatos.

La gente que andaba a su alrededor iba al andén nueve o al diez, casi nadie los giraba a ver aparte de la señora y los tíos de Pucca. Fueron más rápido, casi corriendo en medio de los dos andenes.

Iban a chocar contra la taquilla y tendrían problemas, aunque claro que los cuatro esperaban que no. Se inclinó sobre el carrito y los cuatro comenzaron a correr (la barrera se acercaba cada vez más) a todos ellos.

Ya no podían detenerse (el carrito estaba fuera de control), ya estaban allí... Cerró los ojos, preparado para el choque...

Pero no llegó, parecía que nunca terminaría. Siguió rodando, sin saber si Pucca, Destiny, Garu y los gatos lo seguían.

Abrió los ojos verdes, cuando por fin pudo ver bien. Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente con un rótulo decía:

«Expreso de Hogwarts, 11 h.»

Harry miró hacia atrás y vio una arcada de hierro donde debía estar la taquilla, con las palabras:

«Andén Nueve y Tres Cuartos.»

Lo había logrado, al igual que los demás que no tardaron en aparecer. El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente.

Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles. Los primeros vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunos asomados por las ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar.

Harry empujó su carrito por el andén, buscando un asiento vacío. Pucca, Garu y Destiny hacían lo mismo, pasando al lado de un chico de cara redonda que decía:

–Abuelita, he vuelto a perder mi sapo.

–Oh, Neville.

Oyeron que suspiraba la anciana, negando con la cabeza. Un muchacho de pelos tiesos estaba rodeado por un grupo, casi como sí fuera a pasar un espectáculo o algo así.

–Déjanos mirar, Lee, vamos.

El muchacho levantó la tapa de la caja que llevaba en los brazos, y los que lo rodeaban gritaron cuando del interior salió una larga cola Peluda. Mientras caminaban, Pucca se paró junto a Harry y le dijo seria.

–No quiero molestar, Harry. Pero ahora, ¿A dónde vamos?

–¡Ha-Hablaste!

Dijo Harry asombrado, perplejo por que decidiera ella romper su voto de silencio en esa situación. Garu se paró a la izquierda de Harry, diciéndole serio con una voz ligeramente profunda.

–No hagas drama, hermano, Pucca solo habló porque el maestro so dijo que podíamos hablar cuando fuéramos a Hogwarts y cuando saliéramos de allí retomáramos nuestro voto de silencio. Así que dinos, ¿A dónde vamos?

–Vale, entiendo.

Soltó en un suspiro Harry, agregándoles con calma.

–Vamos a buscar un sitio a donde sentarnos.

–Que bien, vamos.

Dijo Destiny emocionado, poniéndose al lado izquierdo de Pucca. Harry se abrió paso hasta que encontró un compartimiento vacío, cerca del final del tren, en la que Pucca, Destiny y Garu entraron también.

Harry Primero puso a Hedwig y luego comenzó a empujar el baúl hacia la puerta del vagón, Pucca, Garu y Destiny hicieron lo mismo y pasaron con facilidad. Harry trató de subirlo por los escalones, pero sólo lo pudo levantar un poco antes de que se cayera golpeándole un pie.

–¿Quieres que te eche una mano?

Era uno de los gemelos pelirrojos, a los que había seguido a través de la barrera de los andenes.

–Sí, por favor.

Jadeó exhausto Harry, oyendo a el gemelo gritándole al otro.

–¡Eh, Fred! ¡Ven a ayudar!

Con la ayuda de los gemelos, el baúl de Harry finalmente quedó en un rincón del compartimiento.

–Gracias.

Dijo serio Harry, quitándose de los ojos el pelo húmedo.

–¿Qué es eso?

Dijo interesado de pronto uno de los gemelos, señalando la brillante cicatriz de Harry.

–Vaya.

Dijo jovial el otro gemelo.

–¿Eres tú…? ¿Y tú hermano?

–Sí, es él.

Dijo animado el primero.

–Eres tú, ¿no?

Se dirigió a Harry.

–¿Quién?

Preguntó curioso Harry.

–Harry Potter.

Respondieron a coro, volviendo a decir al unísono.

–Pero, ¿Y tú hermano Garu Potter?

–Oh, nosotros.

Dijo serio Harry y Garu, apareciendo Garu atrás de él.

–Queremos decir, sí, somos ellos.

Los dos muchachos los miraron boquiabiertos y Harry y Garu sintieron que se ruborizaban, los gemelos pelirrojos podían ver el parecido de los gemelos Potter, pero a la vez veían la gran diferencia en sus peinados y ropa. Entonces, para su alivio, una voz llegó a través de la puerta abierta del compartimiento.

–¿Fred? ¿George? ¿Estáis ahí?

–Ya vamos, mamá.

Con una última mirada a Harry, los gemelos saltaron del vagón. Harry se sentó al lado de la ventanilla, junto a él se sentó Garu y Destiny.

Desde allí, medio ocultos, podían observar a la familia de pelirrojos en el andén y oír lo que decían. Así como ver a Pucca y a Paccu despedirse de sus tíos, que quien sabe cuándo habían bajado.

Los tíos de Pucca y Paccu se despedían de ellas, mientras que la madre de los pelirrojos acababa de sacar un pañuelo. Se acercó a uno de sus hijos, haciendo que Garu y Harry prestaran atención a esa familia.

–Ron, tienes algo en la nariz.

El menor de los varones trató de esquivarla, pero la madre lo sujetó y comenzó a frotarle la punta de la nariz.

–Mamá, déjame.

Exclamó cohibido el chico, apartándose del agarre de su madre.

–¿Ah, el pequeñito Ronnie tiene algo en su naricita?

Dijo burlón uno de los gemelos.

–Cállate.

Dijo molesto Ron.

–¿Dónde está Percy?

Preguntó curiosa la madre.

–Ahí viene.

Soltó tranquilo uno de los gemelos, señalando hacia una dirección. El mayor de los muchachos se acercaba a ellos, mostrando un porte orgulloso y engreído.

Ya se había puesto la ondulante túnica negra de Hogwarts, y Harry notó que tenía una insignia dorada y roja en el pecho, con la letra P. Garu silbó por lo bajo, ya que adoraba cualquier cosa que tuviera que ver con la responsabilidad, el carácter y el honor.

–No me puedo quedar mucho, mamá.

Dijo serio el chico.

–Estoy delante, los prefectos tenemos dos compartimientos…

–Oh, ¿tú eres un prefecto, Percy?

Dijo uno de los gemelos, con aire de gran sorpresa.

–Tendrías que habérnoslo dicho, no teníamos idea.

–Espera, creo que recuerdo que nos dijo algo.

Dijo pensativo el otro gemelo.

–Una vez…

–O dos…

Agregó de nuevo el otro gemelo, él primer gemelo fingiendo recordar.

–Un minuto…

–Todo el verano…

Dijo burlón el segundo gemelo.

–Oh, callaos.

Dijo serio Percy, el prefecto.

–Y, de todos modos, ¿por qué Percy tiene túnica nueva?

Dijo curioso uno de los gemelos.

–Porque él es un prefecto.

Dijo afectuosamente la madre.

–Muy bien, cariño, que tengas un buen año. Envíame una lechuza cuando llegues allá.

Besó a Percy en la mejilla y el muchacho se fue, dejando a su madre con sus hermanos. Luego se volvió hacia los gemelos, advirtiéndoles con seriedad por actos pasados.

–Ahora, vosotros dos… Este año os tenéis que portar bien. Si recibo una lechuza más diciéndome que habéis hecho… estallar un inodoro o…

–¿Hacer estallar un inodoro? Nosotros nunca hemos hecho nada de eso.

Soltó el gemelo segundo, mientras el gemelo primero diciendo tranquila.

–Pero es una gran idea, mamá. Gracias.

–No tiene gracia. Y cuidad de Ron.

Les dijo seria la señora, diciendo los gemelos en conjunto.

–No te preocupes, el pequeño Ronnie estará seguro con nosotros.

–Cállense.

Dijo otra vez Ron, cansado de que lo llamaran Ronnie. Era casi tan alto como los gemelos y su nariz todavía estaba rosada, en donde su madre la había frotado.