—¡AAAH! ¡A—ALICE!
Después de la escuela y ahora que llegó de su práctica de fútbol, el pelirrojo salía tranquilo del baño secándose el cabello para ir a su habitación, cuando de pronto fue atacado. O algo así.
Fue su hermana Alice.
La rubia de gafas apunta a su hermano que casi se infartaba por la varita y que haya aparecido de la nada. Ella pone una sonrisa socarrona. Es su venganza por querer manipularla emocionalmente para que sea más linda con Felicia y Scott. Bueno, quizás no fue manipulación y nunca lo dijo de mala forma, fue un pedido amable y dijo que entiende que no se lleven bien y todo, pero Alice no lo tolera. Aunque, de todos modos, esta vez no se trata de esa relación. Está aquí por otra cosa.
—¿Cuáles son tus intenciones con Chiara? —todavía le apunta con la varita oficial de Hermione, su personaje favorito.
Es una amenaza real, pues quiere información y... Le hará daño real si no la obtiene.
¡Ya tiene un hermano con una Vargas, no está segura de si quiere al otro con otra de las hermanas!
—¿M—Mis qué? ¡Deja de apuntarme con eso! —¡Su hermana un día le sacará un ojo a alguien! ¡Pensó que dejó de hacer esto a los once! Pero nooo.
—Responde —ella agita la varita amenazadoramente como si en serio pudiera lanzar un hechizo. No puede, pero sí cree que le picará el rostro si no obedece... Lo hacía cuando eran niños.
Aidan lamenta el día en que su rubio hermano le leyó por primera vez la saga de Harry Potter y que le prestó sus libros, de los que ella ahora tiene su propia colección. Al menos ella no ha hecho algo tan drástico como programar la cesárea para que su hijo nazca en una fecha importante para la obra. Sí, ha oído casos así y lo dejaron helado.
—Habla.
—¿C—Chiara? ¿Así se llama? —su hermano es pésimo mentiroso.
—La estuviste mirando durante todo el almuerzo y la semana pasada le ofreciste tu paraguas cuando llovió porque ella se olvidó el suyo.
—¡¿Quién te dijo eso?!
—Tengo mis fuentes.
Esa sería la señora de la cafetería sin que se lo pidiera, solo compró unos caramelos de café antes de volver a casa y esa mujer amaba los chismes. Es un milagro que la chica en cuestión no lo sepa aún, ¿o quizás lo sabe y se hace la desentendida? Hablará con ella más tarde.
—No, yo—Ella— ¿Nunca ha dicho algo sobre mí?
—¡GRYFFINDOR! —grita Alice como si fuera el Sombrero Seleccionador. Está orgullosa de que por fin su hermano tuvo el valor para decirlo en voz alta. Veamos si tiene valor para confesarlo a la chica.
Está tan feliz que no le importa la mirada de pena ajena que le lanza Scott cuando sale de su habitación y los ve, ni que le diga que da cringe, ¡como si a ella le preocupara lo que él piensa de ella!
