Cuando culminaron las actividades en la Academia, Cream hizo todo lo que estaba a su alcance para no toparse con ninguno de los altos cargos, prefería evitarse una situación similar a la de más temprano. Trató de mimetizarse entre el cúmulo de gente que se retiraban a sus hogares. Por el rabillo del ojo podía ver a la Sargento Lanolina y al Comandante Shadow inspeccionado a los reclutas que se retiraban, por suerte ninguno la notó. Cuando sintió que estaba segura, en medio del centro de la ciudad, es cuando pudo relajarse.
Cómo era costumbre, el centro económico de Oak Shire estaba rebosante de actividad, a pesar de que el sol ya empezaba a ocultarse tras la cordillera de montañas detrás del castillo de Acorn. Buhoneros y mercantes ambulantes pululaban el mercado informal ofreciendo sus productos y servicios, algunos realmente interesantes, otros que eran claramente una estafa. Muchos de ellos hablaban en lenguas que Cream no entendía, aunque intuía que venían de Shamar o Spagonia, lugares a donde nunca ha ido pero ha oído hablar mucho.
Cream recibió un mensaje en su celular, Vector le pedía que comprase frutas y especias en el mercado, que ya había transferido el dinero a la cuenta personal de Cream para que lo hiciese. Por las cantidades que había pedido, Cream intuyó que la comida era para uno de los comedores comunitarios en los que Vector ayudaba, así que fue a acatar la orden con gusto, ya que aún le encanta ayudar y además significaba más tiempo rondado la ciudad.
Sobre ella los Patrol-Gear de los Cortadores de Diamante sobrevolaban el mercado como aves de presa. Eran sumamente silenciosos, solo hacían un ligero susurro al volar, pero Cream ya había determinado lo particular del mismo, por lo que le era fácil reconocerlos. Tenían como tarea principal el mantener en relativo orden el mercado informal, que había crecido exponencialmente los últimos años debido a la migración. Por Decreto Real todo extranjero que solicitase la ciudadanía dentro del Reino se le era concedida de forma inmediata y sin tanta burocracia, esto hizo que hubiese un boom migratorio considerable. Según contó Vanilla en su momento, la Sargento Lanolin no era muy fan de la medida, ya que decia que por cada 100 inmigrantes que eran trabajadores y bien intencionados, entraba por lo menos uno que no tenía las mejores intenciones, capaz de formar un gran alboroto, y que resultaba difícil identificarlo de entre todos los demás. Así que se determinó que era más fácil concentrar a los nuevos ciudadanos en zonas específicas para así hacer más fácil su identificación y mantener el orden, o lo que es lo mismo, ponerlos en Ghettos.
Mucho se especula de cual fue el verdadero origen de esa medida, ya que la Sargento Lanolin no tiene mayor influencia más allá de la policía, y de cual es la verdadera opinión de la Reina al respecto. Algunos dicen que ella odia está política y está trabajando para buscar una alternativa mejor, otros dicen que fue ella quién la instauró directamente. La primera ministra Jewell ha tenido que dar la cara y cargar con la responsabilidad, aunque la propia Vanilla afirma no es y nunca fue su idea, pero se vió de algún modo presionada a admitirla. Aún con todo, se han estado tomando medidas por otros medios para integrar mejor a los inmigrantes en el reino mientras se mantienen sus Ghettos, en algunos aspectos parecen nobles, pero en otros se asemejan más a un filtrado de personas.
Cream sentía el pasear por los Ghettos como una experiencia agridulce, ya que adoraba la diversidad de personas con las que se podía encontrar y ver sus costumbres en primera persona, pero notaba la gran diferencia que había en la calidad de vida entre los inmigrantes y los residentes autóctonos. Ella sabía de primera mano los esfuerzos que se estaban haciendo para la integración, su madre Vanilla desde el Ministerio de Educación creaba iniciativas educativa para niños y adultos, mientras que Vector hacia lo propio brindando apoyo en comedores comunitarios para familias que a duras penas ganaban lo suficiente para subsistir, pero las cosas simplemente no parecían mejorar...
Mientras andaba perdía en sus divagaciones, Cream pudo llegar a la tienda donde acostumbraba a comprar. El mercader era un Antílope anciano muy jovial proveniente de Shamar con un acento muy marcado. Siempre la recibía con alegría y repetía que le recordaba a su nieta, de quién no ha sabido nada desde antes de la Unión. Mientras Cream seleccionaba las frutas y las especias, una señorita entró al local. A Cream le llamó la atención por como vestía: una falda larda de todos rojizos con una túnica con capucha tapando gran parte de su cuerpo y una bandana cubriendo la mitad de su rostro. En un principio pensó que era una inmigrante del Norte de Shamar, donde es tradición que las mujeres vistan de esa forma, pero por como hablaba pudo notar que no tenía un acento Shamares, sonaba como una residente autóctona del Reino o de los territorios aledaños, o quizá de las islas de donde Cream provenía. Pero más allá de eso, lo que interesó a Cream era su voz, que le resultaba extrañamente familiar...
La mujer se acercó a donde estaba Cream y empezó a seleccionar fruta al igual que ella. De forma disimulada Cream intento mirarla de reojo para ver si lograba identificarla aunque sea un poco. Entonces la mujer extendió su mano para conseguir una fruta lejana y se pudo revelar gran parte de su brazo, mostrando un gran anillo dorado alrededor de la muñeca. La respiración de Cream se detuvo por un momento. De forma automática su mano empezó a moverse, alcanzando la muñeca de la mujer y sosteniendola con fuerza. De inmediato la mujer volteo a ver a Cream y está pudo ver claramente sus ojos verdes y las púas rosadas de su cabellera.
"¡Señorita Am-!", antes de que pudiera terminar su sentencia la mujer tapó la boca de Cream y la retuvo con fuerza.
"¡Shhhh! No grites", le susurró en el oído.
Mientras sostenía la boca de la Coneja y la retenía con una mano, la mujer utilizo su mano libre para sacar un fajo de billetes y dárselo al mercader.
"¡Muchas gracias! ¡Pagaré por lo de la niña también, quédese con el cambio, adiós!".
Rápidamente la mujer se llevó a rastras a Cream fuera de la tienda y atravesando todo el mercado. Cream intentó forcejear, pero aún con todo el entrenamiento y siendo la recluta más fuerte de su promoción, le era imposible liberarse del agarre de la mujer. Esta avanzaba a empujones, apartando a la gente de su camino, pero siempre disculpándose después. Solo se detuvo un momento cuando un puñado de Patrol-Gear sobrevoló sobre ella, tomó una posicion de resguardo bajo una pequeña carpa donde vendían ropa. Cream pudo ver cómo uno de los oficiales volteaba a verlas, a lo que la mujer reaccionó volteando y sosteniendo a Cream cerca suyo como si de su hija se tratase pero sin dejar de taparle la boca. Al final el oficial siguió su camino junto a los demás y entonces la mujer siguió con su carrera.
Ambas llegaron a una zona residencial a medio construir, atravesaron un callejón oscuro hasta dar con la puerta de una casa en obra gris vacía. La mujer abrió la puerta con una patada, entró, soltó a Cream y cerró la puerta tras de si lo más rápido que pudo. Al fin libre, Cream tomó unos minutos para recuperar el aire. Lentamente volteo a ver a su raptora, quién empezó a quitarse la capucha y bajarse la bandana de la cara. La poca luz le hacía difícil el identificarla bien, pero aún con la poca luz era inconfundible a quien estaba mirando.
"Señorita Amy ¿Es Usted...?".
La pregunta fue respondía por un fuerte abrazo, de esos que son asfixiantes pero tan reconfortantes, tan llenos de amor, que es difícil no querer que duren por siempre. Cream correspondió abrazando de vuelta con la misma intensidad.
"Por Gaia, estás tan alta...", susurró Amy.
"Y a usted le creció el cabello", respondió Cream, a lo que Amy contesto con una risa.
"No he tenido tiempo de cortarlo, he estado... Ocupada".
"¿Haciendo qué? ¿Dónde ha estado?".
De a poco Amy fue rompiendo el abrazo hasta que tuvo a Cream en frente para verla mejor puso una sonrisa melancólica antes de responder:
"Es una historia muy larga para contarte aquí y ahora".
"¡El Señor Sonic! Él...", al momento de Cream decir esto la sonrisa de Amy desapareció. "¿Está bien? ¿Está vivo, con usted?".
Se hizo el silencio. Amy dio un vistazo por encima del hombro a la ventana de la casa que daba al exterior. Cream pudo reconocer el susurro característico de los Patrol-Gears que rondaban afuera. Cuando esté hubo desaparecido fue que Amy continuó hablando:
"No deben verme, no deben saber que estoy aqui".
"¿Por qué?"
"No puedo decirte", exclamó Amy apuntando al uniforme de La Academia que Cream llevaba vestido.
La situación era demasiado confusa y surreal para Cream. La última vez que vio a Amy fue antes de partir de su viejo hogar, hace casi 7 años. La Unión había vuelto inhabitable West Side Island, por lo que Cream y su Madre no tuvieron otra opción más que partir. Amy no les pudo acompañar porque aún tenía compromisos que atender en la isla. Después de un par de meses de comunicación por mensajes de texto y llamadas, las comunicaciones fallaron y se perdió el contacto.
Todos estos años Cream tuvo que lidiar con la idea de que Amy y los demás ya no estaban convida, porque así era como los demás actuaban. Peor aún era el ver cómo parecían querer olvidarlos, como si nunca hubiesen existido en primer lugar. Nunca hablaban de ellos, nunca decían sus nombres, parecían querer borrar todo el pasado. Por eso Cream se aferraba a sus recuerdos, intentaba no olvidar sus aventuras y desventuras, muy a pesar de que todos a su alrededor fingían que nada antes de La Unión había pasado. Ella sabía que sus recuerdos no eran falsos, y el hecho de ver a Amy ahora, en carne y hueso frente a ella, confirmaba su tenacidad.
Cream bajó la vista a su uniforme y entonces empezó rápidamente a desabotonarse la chaqueta, quitársela y lanzarla al suelo.
"Puedes confiar en mí", le dijo Cream a Amy mientras la miraba directamente a los ojos con determinación.
Amy esbozo una gran sonrisa que Cream solo había visto hacer antes a su madre cuando estaba orgullosa, eso hizo que su corazón ardiese con aún más determinación.
"Siempre", respondió Amy. Luego procedió a desamarrarse la bandana del cuello. "Y tú también puedes confiar en mí ¿Verdad?", le decía mientras se acercaba con la bandana extendida entre ambas manos.
Cream dudó por un momento al no saber exactamente a qué se refería Amy, pero sacudió la duda de su cabeza y asintió con efusividad.
"Siempre", dijo Cream al final.
"Perfecto, vendrás conmigo".
Amy colocó la bandana sobre los ojos de Cream y la amarró tras su nuca.
"No... ¿No confiabas en mi-".
"Podría confiarte mi vida mil veces sin rechistar, Cream", dijo Amy con firmeza. "Esto es por tu bien. Así no tendrás nada que decir si todo se tuerce, y siempre puedes fingir que te secuestramos... Cosa que no está tan lejos de la realidad, ahora que lo pienso", finalizó Amy antes de soltar una carcajada.
Aún con cierta dificultad, Amy pudo arreglarselas para salir del centro de la ciudad sin ser detectada. Había vestido a Cream con unos trapos extra que tenía, y si alguien preguntaba, decía de que era su pequeña hermanita ciega, que habían venido a la capital por su medicamento y que ahora volvían a su casa fuera de Oak Shire.
Totalmente a oscuras, solo el silbido del viento en sus orejas era lo que podía percibir la joven coneja mientras viajaban a una velocidad de vértigo.A pesar de no poder ver, Cream podía apostar su oreja derecha a que se habían montado en un Xtreme-Gear. Llevaban varias horas de viaje, lo que le hizo pensar que se estaban acercando al borde exterior. El Reino de Acorn es uno orgulloso y muy rico en recursos, pero pequeño en tamaño, de la capital al borde exterior, yendo a la super velocidad habitual de un Xtreme-Gear, no se tardaría más de un puñado de horas.
En un determinado momento del viaje, Cream presintió que habían entrado a una cueva debido al eco que había. Pensó que quizá así hizo Amy para atravesar el borde exterior sin que la detectaran. Cuando salieron de la cueva, un repentino golpe de calor las embistió, prueba de que estaban fuera del Reino de Acorn. La ruina desertica que invadió a todo el mundo tras La Unión había atravesado las meta-secuoyas del borde exterior, pero la temperatura dentro del muro era considerablemente más baja que fuera, lo que hacía al territorio aún habitable. No se podia decir lo mismo de los terrenos más allá del muro, aún en plena noche el calor del páramo desértico era demasiado para cualquier ser vivo, razón por la cual venían tantos inmigrantes al Reino de Acorn, el único bastión habitable sobre la tierra, hasta donde se sabía.
Pasadas un par de horas más, Cream sintió como el Xtreme-Gear reducía la velocidad, lo que indicaba que estaban llegando a su destino. Cuando el vehículo se detuvo, Amy tomó con cuidado a Cream y la ayudó a bajarse, luego la llevo de la mano subiendo una colina. El sitio en que estaban era sorprendentemente fresco, un olor a humedad y vegetación impregnaba el aire, a su vez que otros olores que Cream aún no podía identificar. Cuando llegaron a la cima de la colina, Amy sentó a Cream sobre una roca y se fue alejando.
"¿En serio la trajiste todo el camino hasta acá con los ojos vendados?", una voz masculina familiar exclamó. Cream empezó a sentirse inquieta.
"¡Ya te dije que es por su seguridad! Asi podrá tener una coartada si nos atacan y la encuentran", respondió Amy.
"Si la quieren culpar de algo, lo van a hacer y punto. Así son ellos. Además, todo esto es desierto hasta donde alcanza la vista. Aún si quisiera, ella no sabría cómo ubicarse. Incluso yo me pierdo, y eso que ya he pasado por aquí infinidad de veces".
"Subestimas mi sentido de la ubicación", respondió Cream de golpe. "Una vez perdí de vista a mamá en el mercado y pude ubicarla-".
"Niña ¿Que haces contándonos eso con los ojos aún tapados? Quítate la venda. Ni que te fuésemos a fusilar", interrumpió la voz antes lanzar una carcajada.
Cream procedió a desamarrarse tímidamente la venda de los ojos. Lo hizo con tal lentitud y delicadeza que parecía estar realizando un ritual. Los nervios se habían apoderado de ella y temía que si hacía un movimiento brusco quizá despertaría y se daría cuenta de que todo fue un sueño. Retiró la bandana de sus ojos, levantó la mirada lentamente, parpadeo un par de vez antes de ver con mayor claridad lo que tenía frente a ella y... Otra vez, su respiración se detuvo.
"Ahora sí, puedes seguir contándonos", dijo aquel hombre con una sonrisa.
Era Luna llena, la luz tenue y blanquecina apenas y iluminaba lo suficientemente para definir las formas, pero los ojos bien adaptados a la oscuridad de Cream pudieron identificarlo con suma nitidez, desde la punta de sus púas azules hasta la planta de sus pies, era él sin duda alguna.
"Se...", Cream tuvo que tragar saliva y respirar hondo para recuperar la voz. "Señor Sonic. ¡Está vivo, y...!", se mantuvo en silencio un momento mientras apreciaba mejor al erizo frente a ella. "Se ve tan cansado...".
"Estoy muy cansado, pequeña", respondió aquel erizo con cierta tristeza en su voz, pero sin dejar de sonreír. "O debería decir gigante ¡Por Gaia, estás enorme!", exclamó Sonic con franca alegría e impresión.
"¡Eso mismo le dije! Es increíble lo mucho que ha crecido", agregó Amy.
Cream se quedó un momento viendo a ambos erizos. Se veían indudablemente más viejos, más maduros. Amy, a parte de tener las púas de su cabello más largas, tenía una contextura física más robusta y definida, aunque manteniendo esa aura alegre y enérgica que le caracteriza. Sonic, por otro lado, era... extraño. Mientras que se veía más fuerte, con más músculo y definición, a su vez parecía... acabado. Como si aquel brillo que emanaba de él, esa aura salvaje y esperanzadora suya, se hubiese esfumado hacía mucho tiempo. No era el mismo borrón azul de siempre, pero aún así se podía percibir un ligero rastro de su yo pasado, esa idea reconfortó a Cream un poco.
"Mi madre dice que he crecido 20 cm estos 7 años", explico mientras se limpiaba las pequeñas lágrimas que amenazaban con salir de su ojos.
"¡20 cm! ¡A este paso vas a terminar chocando la frente con los marcos de las puertas en un par de años!".
Todos empezaron a reír, y por un breve instante las cosas volvían a ser como antes.
