¡Hola a todas! ¡Espero hayan amanecido contentas y bien! Aquí les comparto un capítulo más de la historia. ¡Bendiciones!
"UNA VISIÓN DE AMOR"
CAPÍTULO XXXII
Dos toques a la puerta, y ésta se abrió ante ellos.
"La señora Brower, señora Elroy." Anunció el mayordomo principal dejando pasar a Candy y luego cerrando la puerta tras ella, saliendo él. La joven señora se sorprendió al ver a la tía abuela acompañada del doctor Miller en los sillones del lugar, quienes se pusieron de pie al instante de verla entrar.
"¡Doctor Miller!", dijo Candy sorprendida, acercándose a saludarle. "Qué inesperada sorpresa.", dijo la rubia sonriéndole y dándole un pequeño abrazo. Ella sonreía, pero en su corazón sentía cierta reticencia y temor de verlo allí, le traía un oscuro deja vú. La joven apartó de su mente esos sombríos pensamientos. "Qué bueno que nos visite, doctor." Le dijo sin embargo.
"Y qué gusto verla otra vez, señora Brower.", le dijo el doctor de cabello blanco, de manera gentil.
"Llámeme, Candy, doctor Miller, ya se lo he dicho", le sonrió. El doctor asintió, pero le costaba llamarla así frente a la señora Andley.
"Candy… hay algo que tenemos que decirte", dijo la señora Elroy llamando la atención de la muchacha, notando Candy de inmediato que la expresión de la anciana era familiarmente preocupada, sintiendo la rubia su corazón hundirse de pronto con un inquietante presentimiento.
"¿Dónde está Anthony?", dijo de improviso la joven esposa, aprensiva, volteando a ver a su alrededor en el despacho. Solo estaban ellos tres en el recinto. "¿Dónde está Anthony, tía abuela?", dijo mirándole entonces preocupada.
"De eso justamente queremos hablarte, Candy", dijo el doctor Miller con serenidad, al quedarse callada la anciana sin saber qué decirle.
Candy vio sorprendida al galeno, "Pero ¿por qué no está él aquí, doctor?", preguntó sintiéndose cada vez más asustada. "Tía… ¡Él bajó con usted esta tarde!, ¡¿Dónde está Anthony, tía abuela?!", dijo la rubia ya al borde de la histeria. "¡Dígame!", tomándole del brazo.
"¡Cálmate, Candy!", le dijo el doctor Miller, aproximándose a ella. "¡Recuerda a tu hijo!", le exigió. "No puedes ponerte así."
"¡Pero, doctor Miller…!", protestó la pecosa.
"Anthony está dormido, Candy", le dijo el doctor entonces. "Ven con nosotros, siéntate, y te explicaremos."
La joven señora se dejó llevar junto a la tía abuela y los tres se sentaron en la pequeña sala.
"¿Cómo que está dormido, doctor Miller?", preguntó ella confundida. Era la última explicación que esperaba. "Pero ¿qué pasó?"
"Es que… el doctor Miller le puso un tranquilizante a Anthony para que descansara, Candy." Le explicó finalmente la matriarca, apenada, "Ahora está dormido en una de las habitaciones de este nivel.", le dijo.
"Pero ¡¿por qué?!", se sorprendió la rubia. "¡Tengo que ir con él!", dijo decidida, levantándose con la dilación de premamá para ir a buscar la habitación ella misma.
"Espera, Candy", le dijo el doctor Miller alcanzándola. "Anthony dormirá todavía algunas horas más." Le dijo el doctor.
"Pero… ¿qué fue lo que pasó?", dijo desconcertada. "¿Se sintió mal acaso? - ¡Tía abuela! -", protestó viendo a la anciana.
"Candy, por favor, siéntate aquí con nosotros, hija, y deja que te expliquemos", pidió la matriarca, invitándola a sentarse junto a ella otra vez.
"Ven, Candy, no temas. Anthony está bien. Pero quiero hablar con ustedes antes de llevarte con él", le dijo el doctor Miller.
Candy asintió y fue con ellos otra vez.
"¿Seguros de que él está bien? ¿No me están mintiendo?", preguntó la pecosa preocupada, sentándose donde le decían.
"Sabes que jamás te mentiría sobre la salud de tu esposo, Candy", le aseguró el doctor con seriedad.
"Lamento lo sucedido, Candy", dijo la tía abuela apenada. "Anthony se ofuscó por la actitud impertinente y vergonzosa de sus primos Neil y Elisa. En un momento incluso golpeó a Niel."
"¡Dios mío!", se sorprendió la joven rubia.
"Y bueno, ellos se marcharon ya, y mañana comenzarán su viaje de regreso a Escocia. No los veremos más, Candy, por ellos no te preocupes ya", concluyó la matriarca.
"Pero… ¿por qué vinieron…? Sabía que a Anthony esos dos primos no le agradaban, me había comentado algunas cosas. Pero ¿qué pudieron hacer para enfadarlo de esa manera?"
"Venían a pedir dinero.", dijo la señora Elroy, resumiéndolo todo por el momento para no apenar más a la joven madre.
"¿Dinero?", preguntó Candy sorprendida.
"Se les dijo que no lo obtendrían y se marcharon disgustados.", concluyó la matriarca.
Candy sentía que había mucho más en esa historia que solo el dinero que mencionaba la tía abuela, pero por lo pronto no quiso insistir, su prioridad era otra.
"Pero ¿y Anthony? ¡¿Se lastimó al enfrentarse así a Neil?! ¿Por eso está acostado?", la aterraba el solo pensar que hubiese golpeado a su amado.
"No. No te preocupes, hija." Dijo la tía abuela. "Afortunadamente, solo Anthony lo golpeó a él."
"Y aunque no se lastimó, sí fue un esfuerzo de su parte", dijo el doctor Miller, "pero el estrés es lo que más lo afectó, Candy", le explicó su médico entonces. "Por ello preferí que descansara para que se relajara y su organismo pudiera reestablecer su presión normal.", le dijo, obviando mencionarle el detalle del dolor de cabeza que había sufrido el rubio, y la molestia en su espalda. "Dormirá durante varias horas", le advirtió.
"¿Pero él estará bien, doctor?", le dijo la rubia con un nudo en la garganta y lágrimas en sus bellos ojos verdes. "¿Eso no lo afectará en su recuperación?"
"Estará bien en la medida en que tú lo estés, Candy.", le dijo el médico, sorprendiéndola. "Tendrá un poco de molestias otra vez, pero con descanso total espero se recupere pronto. Pero por eso quería hablarte a ti, Candy. Durante este proceso, él debe verte animada y tranquila para que eso no se sume a una presión más para su recuperación. Sabes lo importante que tú y tu hijo son para él ahora. Deberás convencerlo de descansar al máximo durante el próximo mes. Y tú cuidarte el doble para que él se sienta tranquilo por ustedes."
Candy asintió. "Por supuesto, doctor", dijo Candy decidida, con su mano sobre su pancita. "Lo convenceré de descansar, por supuesto, y lo ayudaré en todo lo que él necesite", dijo, recordando la natural preocupación de su príncipe por ella, mientras acariciaba distraídamente su pancita al sentir lo inquieto que se había puesto su hijo también.
"Eso me lleva a lo segundo que quería comentarte, Candy. Ya mandé a traer a Mallory al pueblo para que se quede al pendiente de él esta noche.", le dijo, haciendo referencia a la enfermera que trabajaba con él en la clínica y que ya les había apoyado durante el cuidado de Anthony tras el accidente.
"Pero, doctor Miller", dijo la pecosa "¡yo puedo cuidar de él otra vez!"
"No es lo que Anthony querría, Candy", le dijo comprensivo el doctor Miller, "Ni tampoco sería lo que yo recomendaría por lo avanzado de tu embarazo", le dijo. "Con la señora Elroy hemos acordado que lo más conveniente es que tú priorices tu embarazo y nos dejes a nosotros apoyar a Anthony para que se recupere rápidamente de este percance, en cuanto a sus cuidados se refiere."
"¿Qué quieren decir? ¿Acaso me enviarán lejos de él?", la joven se compungió.
"Por supuesto que no, hija.", dijo la Matriarca con una sonrisa cariñosa, colocando su mano sobre la de ella sobre su regazo. "Solo te pedimos que sí, acompañes a Anthony durante estos días, pero que permitas que sea la enfermera y nosotros quienes lo apoyemos en lo que él necesite para sus cuidados. Tú dormirás en tu habitación en compañía de Dorothy para que no estés sola durante la noche, y Anthony permanecerá unos días en esta habitación de abajo para descansar, como dijo el médico."
"¿Nos separarán?", dijo la rubia a punto de ponerse a llorar otra vez.
"No, Candy.", dijo el señor Miller. "Tú lo cuidarás de día, sin descuidar tus propios cuidados por tu embarazo, por supuesto", le dijo el doctor, "y solo esta semana Anthony deberá dormir en la habitación donde se encuentra. Y Mallory se hará cargo de él en su apoyo médico, y lo atenderá por las noches, por si necesita algo. Ya después le permitiré trasladarse a su habitación arriba, pero primero veremos cómo se siente a lo largo de esta semana."
"Es lo mejor, hija.", dijo la señora Elroy, tratando de convencerla. "Verás que Anthony pronto se pondrá bien si seguimos las instrucciones que nos da el doctor."
Candy se quedó pensativa unos momentos, y luego sonrió suavemente, "Tiene razón, tía abuela. Para mí será muy difícil una separación así con Anthony, pero claro que lo comprendo y que haré lo que sea necesario para que pronto esté bien. Pero," dijo. "¿Podría verlo ahora, por favor?", suplicó. "Necesito verlo."
"Claro, Candy", le sonrió la tía abuela.
El doctor Miller se puso de pie también. "Vamos."
Al entrar a la habitación, Candy inmediatamente se adelantó a los demás e inclinándose hacia él, notó que el rubio dormía profundamente, pero con una expresión levemente preocupada en su sueño.
"Anthony…", la joven lo contempló con alivio, pero también con dolor, e inclinándose hacia él, besó su frente con ternura y luego una de sus mejillas, y estrechó una de sus manos. "Aquí estoy, amor." Le dijo. "Matthew y yo estamos aquí." Le susurró tierna. "Descansa, cariño. El doctor Miller dice que pronto estarás bien, y todos velaremos porque así sea, amor." Le sonrió, llorosa. La expresión de Anthony era noble pero tensa de alguna manera al llegar ella. Y conforme la pecosa le habló, acariciando con su pulgar el dorso de su mano, la expresión del rubio poco a poco fue volviéndose más serena y la preocupación fue desapareciendo de sus facciones hasta que su rostro solo reflejaba tranquilidad. Candy besó levemente sus labios, a pesar de la concurrencia, y le sonrió, mirándole embelesada unos momentos más, y luego se sentó en la cama junto a él, aun sujetando su mano.
"Por favor, tía abuela, ¿será que puedo tomar la cena aquí con él? No quisiera dejarlo solo ahora.", le dijo, consciente de que tenía que comer puntualmente a sus horas.
La tía abuela le sonrió, "Por supuesto, hija." Le dijo y se volvió a la mucama que había estado velando el sueño del muchacho, a dar la instrucción.
Horas más tarde, la señora Brower estaba a punto de retirarse de la habitación, tras la última revisión del doctor Miller que había tenido que regresar al pueblo de emergencia tras dar instrucciones a Mallory, porque le habían avisado de un nacimiento adelantado del hijo de una de sus pacientes y él debía volver. Afortunadamente, desde lo sucedido a Anthony, su clínica contaba ahora con dos enfermeras más que podrían apoyarlo a atender el parto.
La pecosa acababa de besar la frente de su esposo en despedida esa noche, cuando algo la retuvo.
"Candy…", la suave voz de su esposo la hizo mirarlo y asombrarse con su mirada azul cielo contemplándola.
"¡Anthony…!", dijo la rubia mirándolo a su mirada somnolienta que, al verla agacharse frente a su rostro más, le sonrió enamorado. "Pecosa…", le dijo suavemente, viéndola con mayor claridad.
"Mi amor…", le dijo Candy sonriendo, acariciando su mejilla, apoyada ella con su otra mano sobre el colchón, mirándose ambos con profundo sentimiento.
Anthony levantó su mano y acarició también su dulce mejilla. "Lo siento…", le dijo Anthony de pronto, viéndola apenado al recordar lo sucedido.
Candy negó, "No hay nada que perdonar, amor. La tía abuela me contó un poco lo sucedido. Lamento que hayas tenido que encontrarte con personas tan desagradables como los Legan, amor, pero lo bueno es que ya no regresarán más", le comentó. "Lo importante ahora es que descanses y que pronto te sientas mejor."
"Lamento preocuparte, tanto, Candy", le dijo Anthony suspirando. "Debí pensar más en las repercusiones para mi salud, que dejarme llevar por la cólera que esos infelices me inspiraron.", dijo enfadándose otra vez al recordarlo.
"Anthony, amor, no dejes que te afecte más, ¿sí? No te hace bien", le rogó la rubia, acariciando su brazo.
"Es cierto, pecosa. Perdona", le dijo Anthony con una sonrisa adormilada, estrechando su mano.
Candy se sentó junto a él, "El doctor Miller dice que solo es que descanses para que pronto estés mejor." Le dijo.
"Otra vez…", dijo un tanto desilusionado.
"Solo por un tiempo. Recuerda que tienes que estar bien para cuando nazca nuestro bebé."
"Es verdad.", dijo el rubio sonriendo suavemente.
"Estaremos bien, amor. Ya lo verás.", le sonrió optimista la rubia. "Incluso Matthew piensa que ahora entre los dos te cuidaremos mejor que la última vez", le dijo acariciando su pancita.
Anthony sonrió somnoliento, acariciando también su pancita con su mano levemente. Los ojos del rubio se le cerraban levemente, el medicamento era bastante fuerte.
"Y Mallory también nos ayudará.", dijo Candy, viendo a la gentil enfermera en el extremo de la habitación dándoles su espacio, sonriéndoles.
"Gracias, Mallory", dijo Anthony.
La enfermera asintió, "Mucho gusto, señor Brower."
Anthony cerró sus ojos un momento y luego, volvió a abrirlos, dándose cuenta de que le había ganado el sueño.
"Duerme, ahora, amor", le dijo Candy al notarlo. "Mallory se quedará aquí contigo para ayudarte si necesitas algo. Yo dormiré arriba por lo pronto", le dijo.
"Bien", dijo cansado el rubio, aun sonriéndole. "¿Estarás sola allá arriba?", preguntó preocupado, luchando con su cansancio.
"Dorothy se quedará conmigo, no te preocupes.", dijo la pecosa acariciando su cabello dorado, despejando su frente, y acariciando su rostro tan querido para ella con delicadeza. "Ahora duerme, Anthony. No te preocupes por nada más. Todos estamos bien", le dijo y con cuidado se inclinó y besó suavemente sus labios en un beso de buenas noches, tal como ambos acostumbraban hacerlo al acostarse. Anthony sonrió, sintiéndose más tranquilo de sentirla, y cerrando finalmente sus ojos, con el paso de los minutos, se quedó profundamente dormido una vez más.
Tratando de no despertarlo, Candy se levantó de su lecho con cuidado y caminó hasta Mallory.
"Se lo encargo mucho, Mallory.", dijo la pecosa con ojos llenos de lágrimas. Le había costado mucho controlarse al verlo tan indefenso, trayéndole recuerdos de los duros meses tras el accidente, pero sabía que debía ser fuerte por él ahora. Se lo había prometido a la tía abuela y al doctor Miller. Lo último que quería era convertirse en una carga emocional más para él.
"No se preocupe, señora Brower." La enfermera le sonrió gentil. "Estaré pendiente de lo que necesite."
"Cualquier cosa, por favor, avíseme", le dijo Candy.
La enfermera asintió, sabiendo que quizás no lo haría.
Candy le sonrió, intuyendo esa respuesta, pero no dijo nada y al salir de la habitación se encontró con Dorothy que ya la esperaba atenta en el pasillo, y las dos jóvenes se dirigieron en silencio al segundo piso.
A la mañana siguiente, un tanto desvelada por el gran movimiento de su pequeño toda la noche, que ella suponía se debía a la ausencia de su padre junto a ellos, la joven señora Brower bajó a la habitación de su esposo en el primer nivel, a primera hora. Y justamente se encontró con la tía abuela saliendo de la habitación.
"¡Tía Abuela!", dijo Candy sorprendida de encontrarse con la anciana a tan tempranas horas de la mañana. Eran a penas las 6:00 am.
"Buenos días, hija.", le dijo la matriarca con una suave sonrisa.
"¿Lo ha visto usted?", dijo entonces la rubia. "¿Cómo amaneció?"
"La enfermera dice que pasó buena noche, Candy. Solo se despertó dos veces para pedir un poco de agua, y para recibir su analgésico. Ahora duerme otra vez."
"Oh…. Pero, igual, entraré a verlo. Me quedaré con él un rato."
"Pasa, hija. Yo te espero en el comedor para desayunar a la hora de siempre.", le dijo.
"Gracias, tía abuela." dijo Candy con una suave sonrisa, y tras tocar suavemente a la puerta, entró ella también a la habitación de su esposo.
"Buenos días, Mallory…", dijo acercándose a Anthony. "Me dice la tía abuela que pasó buena noche.", dijo suavemente a la enfermera, para no despertar a su esposo.
"Buenos días. Así es, señora Brower.", dijo la enfermera poniéndose de pie de la silla donde había pasado la noche, hablándole también bajito. "Tuvo un poco de fiebre en la madrugada, pero le bajó a eso de las 5:00 a.m. Le di agua hace media hora y volvió a dormirse. Cuando despierte haremos que coma un poco."
"El desayuno es a las 8:00 am. ¿Crees que me dará tiempo para ir a desayunar?", dijo la rubia preocupada. "Si no, mejor como aquí para esperar a que despierte."
"Descuide, señora Brower. El joven dormirá por el medicamento que le di durante varias horas más. Vaya tranquila cuando sea la hora."
"Gracias, Mallory.", dijo Candy, viendo a Anthony con su rostro vuelto al otro lado, dormido pacíficamente.
Con suavidad ella acarició su cabello un tanto despeinado y luego la enfermera le alcanzó su silla para que se sentara para acompañarle.
"Gracias, Mallory," le dijo la rubia con una sonrisa, sentándose al lado de su esposo. "Ves, amor," le dijo entonces en voz quedita a su pancita, "Aquí está papá, ya no te preocupes más. Duérmete tú también, cariño.", dijo acariciando su pancita, y durante los próximos minutos, su bebé dejó de moverse poco a poco haciéndole caso a su mamá; y padre e hijo durmieron serenamente aquella mañana, con el amanecer asomando tímidamente por la ventana de la habitación, bajo el cuidado de una amorosa pecosa que los cuidaba a ambos con todo su corazón.
Horas más tarde, mientras la tía abuela y Candy desayunaban tranquilamente en el comedor, frente a la mansión se detenía una carroza tirada por caballos, y un hombre descendía de ésta, en medio de la fría mañana, mirando con cansancio hacia la elegante fachada de la mansión Andley.
Continuará…
¡Gracias por leer!
Espero les haya agradado el capítulo. ¡Agradezco su cariño y preocupación por los personajes principales que igual se dan a querer por sí solitos! ¡ji, ji, ji! ¡Un abrazo para cada una!
¡Y gracias por sus comentarios al capítulo anterior, queridas Julie-Andley-00, Anguie, Sharick, Guest 1 y Guest 2! Me alegra que les inspire algún comentario la historia.
¡Bendiciones a todas! ¡Y feliz domingo!
lemh2001
18 de febrero de 2024
P.D. Se publicará la continuación el miércoles 21 de febrero. ¡Hgs!
