Capítulo 1:

Lisa levantó su mano para golpear la puerta de Rick, pero se detuvo antes de tocar. Podía escuchar adentro el murmullo de las voces de Rick y Minmei conversando. Sintió como la garganta se le apretaba, preludio del llanto.

¿Qué estoy haciendo? Se preguntó severamente y cerró los ojos. ¿A quién estoy engañando? Se dijo a sí misma.

Una vez que el Almirante Gloval le dio sus nuevas indicaciones de una misión en busca de salvaguardar al planeta y cumplir el sueño de una vida, comandar su propia nave, no lo pensó dos veces y quiso despedirse de Rick. Estúpido subconsciente, sonrío amargamente pensando en que era el último intento de su romántica cabeza por un final feliz. Rick la vería a los ojos y finalmente se daría cuenta que era a ella a quien realmente quería. Estúpida, se fustigó.

En vez de golpear la puerta, posó suavemente su mano sobre ella y suspiró. Dios, el universo o lo que sea que estuviera ahí afuera, le estaba dando la oportunidad de empezar de nuevo. Si observaba la situación con objetividad, Rick ya le había dado la respuesta que tanto anhelaba hace mucho tiempo, sólo que no quería reconocerla. Ahí estaba ella, detrás de su puerta, sola, mientras él yacía con la mujer que había perseguido desde la tierra hasta el espacio. Su musa, su obsesión.

Ella sabía que sólo había sido algo fugaz en la vida de Rick. Habían estado juntos, sí, pero siempre supo que estaba ocupando un espacio prestado en su corazón. Se dio cuenta de que estaba en una encrucijada y era ella, y sólo ella, quien tenía que decidir el siguiente capítulo de su vida. Si tocaba la puerta y le expresaba sus sentimientos, lo más probable era que él cortésmente le desearía lo mejor y le diría adiós. ¿Eso era lo que quería? ¿vivir la humillación de escuchar de su propia boca que nunca fue la escogida?

No, una pequeña voz resonó en su interior. Ya fue suficiente.

Lisa miró la puerta, mientras algunas lágrimas traidoras escapaban de sus ojos. Esto había sido sólo una fantasía. La vida le estaba indicando un camino donde realmente la necesitaban, a ella y todo lo que podía dar. Todo ese amor que sentía podría canalizarlo en pro de algo más grande que ella misma, la protección de todos, incluyéndolos a ellos, detrás de la puerta. Lentamente, dejó caer su mano.

"Adiós Rick" murmuró, giró y se alejó caminando lentamente. El sol caía y observó el último ocaso que teñía de rojo un cielo que no volvería a ver en muchos años o quizás nunca más. Detrás de las nubes, las estrellas le daban la bienvenida a una nueva aventura junto a ellas.


La noticia del lanzamiento del SDF-2 fue sorpresiva para todos. Si bien el proyecto era conocido, su estado siempre fue confidencial para evitar contratiempos. Quienes no fueron llamados a la nueva misión se enteraron el mismo día del despegue.

Rick, al igual que muchos, miraba confundido todo el alboroto de último minuto. El personal corría de un lado a otro, muchos se abrazaban y lloraban en improvisadas despedidas, otros cargaban emocionados las pocas pertenencias personales que les era permitido. Su impresión fue enorme al enterarse que Max y Miriya partirían en la misión junto a Dana, al igual que Breetai y Exedore considerados miembros fundamentales para la misión. La despedida fue rápida y las palabras se quedaron cortas. Los padres primerizos comprendían que antes que ellos, la protección del planeta y sus habitantes era fundamental. Rick sintió una gran tristeza al ver partir al único amigo que le quedaba.

No hubo grandes celebraciones, ni discursos políticamente correctos. La tripulación del SDF-2 se reunió en una de las plataformas de lanzamiento, mientras los oficiales que se quedaban en la Tierra, entre ellos Rick, se formaron al lado opuesto. Una simple tarima se alzaba entre ambos grupos, con un solitario micrófono a la espera. La actividad era cerrada exclusivamente a personal militar, sin embargo sería transmitido en vivo hacia todo mundo como noticia de última hora.

Henry Gloval subió en silencio al podio y pronunció un breve discurso, refiriéndose a la necesidad de llevar la lucha directamente hacia el planeta de los Maestros de la Robotecnia. Instó a quienes se quedaban en el planeta a proteger a sus habitantes y recordar que todos perseguían un objetivo común y no debían perderse en pequeñas rencillas personales. Gloval se refirió a quienes partían al espacio como valerosos guerreros que entregaban absolutamente todo por la protección de su planeta natal y que sus nombres serían por siempre recordados en la historia mundial.

"Finalmente, quiero agradecer personalmente a la persona que será la responsable de llevar esta odisea a buen puerto y, esperamos, al éxito. Esta vez yo no tomaré el liderazgo de esta campaña, sino que lo hará nuestra mejor oficial quien cuenta con la agudeza, experiencia y el respeto de todos nosotros. Una mujer que nos ha salvado a todos en más de una ocasión y cuyos logros jamás destacó como propios sino como parte de los esfuerzos en conjunto con la tripulación que comandaba. Capitana Lisa Hayes, hoy asume el mando del SDF-2 y se transforma en la Almirante más joven de nuestra historia. Hoy descansamos en sus manos el futuro de nuestro planeta y le deseamos todo el éxito en esta nueva aventura", concluyó Gloval, saludando a Lisa quien subió al podio y extendió su mano al Almirante.

Rick quedó perplejo desde donde se encontraba. No podía creer que Lisa estuviera ahí frente a sus ojos, asumiendo el comando de su propia nave y partiendo al futuro más incierto que se pudiese tener. Algo se apretó en su pecho, una angustia desconocida.

Lisa, usando un nuevo uniforme acorde al cargo asumido, tomó lugar frente al micrófono.

"Hoy damos un gran paso por la protección de la humanidad. Todos quienes partiremos en unos pocos momentos, llevamos junto a nosotros la responsabilidad y el deber de velar por nuestro planeta y la sobrevivencia de nuestra especie. No llevamos la guerra con nosotros, sino que la devolvemos a su origen.

Tenemos la esperanza de conseguir la paz a través de medios razonables, sin embargo no permitiremos que nuestro hogar sea aniquilado bajo ningún punto de vista. La Tierra debe sobrevivir y si por ello debemos dar nuestras vida, lo haremos gustosos. Queremos volver, queremos regresar a nuestro hermoso mundo y traer con nosotros la paz, las alianzas y la tecnología que nos permitan subsistir para ver un nuevo día".

La multitud aplaudió enardecida tras las palabras de Lisa. Vítores, gritos y la emoción era palpable entre las filas de quienes se quedaban y quienes partían. Rick sin embargo estaba paralizado en su lugar. Simplemente no podía procesar lo que estaba pasando. Le era imposible imaginar que a partir de unas pocas horas, quizás nunca más la volvería a ver.

El mundo a su alrededor quedó en silencio a pesar del ruido. Miraba a la distancia a la mujer con quien compartió tantos momentos significativos y que más de alguna vez consideró más que una amiga. Lisa recibía los saludos de los altos mandos y veía en su rostro la determinación que la definía. Sin embargo él conocía otras facetas, reservadas sólo para unos pocos: su rostro alegre y despreocupado, el cariño y atención que demostraba cada vez que podía y que él simplemente daba por sentado. Su arista vulnerable, sus ojos llenos de lágrimas por tantas pérdidas vividas y ese anhelo secreto de también ser protegida, cuidada y reconfortada.

Las personas se dispersaron rápidamente. Era cuestión de momentos para que el SDF-2 ascendiera en búsqueda de su noble propósito. Rick se despabiló de su ensoñación y comenzó a buscar desesperadamente cómo llegar a ella. No podía dejarla ir sin hablar con ella.

Corrió por los pasillos, chocando con cientos de personas que preparaban el gran momento. Con el corazón en la garganta trataba de encontrar alguna cara conocida, alguna señal que le dijera dónde ir. Los hados jugaron a su favor finalmente y en un estrecho pasillo que unía al antiguo SDF-1 con la nueva nave espacial, dio con ella.

"Lisa", la llamó respirando agitado tras correr tanto. Lisa, quien estaba sola, se quedó quieta en su lugar.

"Lisa", repitió nuevamente y lentamente ella se dio vuelta hacia él, sosteniendo una sonrisa dolorosa en su cara.

"Hola Rick", saludó amablemente conteniendo sus emociones.

"¿Por qué? ¿Cómo?", murmuró el joven piloto acercándose a ella sin saber exactamente qué quería decir. Lisa suspiró y forzó nuevamente la sonrisa.

"Una gran oportunidad para mí, también me tomó por sorpresa", trató de explicar mientras el estómago se le hacía un nudo al verlo como siempre imaginó en sus fantasías.

"No te puedes ir… " le dijo con súplica en la voz, pero Lisa negó con la cabeza.

"Este es mi mundo, Rick. El ejército es mi vida. Debía ser la siguiente Almirante Hayes", quiso bromear pero su voz tembló un poco.

"¿y yo? ¿y nosotros?", preguntó con una gran tristeza.

"Siempre seré tu amiga perdida en el espacio", le respondió sonriendo, sin embargo sus ojos se llenaron de lágrimas que ya no podía contener.

Rick abrió la boca pero las palabras no salieron. Una mano invisible le apretaba la garganta. Lisa tomó aire y levantó su mano para saludarlo marcialmente.

"Espero que seas muy feliz, Rick", le dijo sinceramente mientras una lágrima resbalaba por su cara. Rápidamente se dio vuelta y retomó su camino hacia el SDF-2.

Rick se quedó viéndola mientras avanzaba hacia el nuevo puente. La puerta abrió, cerró y ella nunca miró hacia atrás. Su cabeza daba vueltas, si iba tras ella ¿qué le podía decir para que no se fuera?, ¿que quería a Minmei pero también a ella? ¿que siempre pensó que ella estaría ahí, esperándolo, mientras él jugaba a la casita con su amor de adolescencia?. En ese preciso momento se dio cuenta del gran egoísmo que vivía en su interior.

Pocos momentos después se daba la alerta y las sirenas anunciaban el despegue de la nave que llevaba la esperanza de la humanidad en ella. Rick desde la misma vieja terraza del SDF-1 donde Lisa consideraba renunciar el día anterior, siguió con sus ojos llenos de lágrimas el camino de la gran máquina hasta que se convirtió sólo un pequeño destello dentro del cielo azul de la mañana.


El paso de los días trajo consuelo al joven piloto. Sin duda el encanto y calidez de la joven cantante era un bálsamo para una herida que no sabía que llevaba consigo. La vida era simple cuando estaban solos los dos, retomando aquel juego inocente de creer que eran los únicos sobrevivientes tras un mundo devastado.

Tras pocos meses decidieron casarse. Era lo siguiente en aquella lista que planearon en su adolescencia y ahora podían realizar. La ceremonia se transformó en un gran evento internacional, pues todos querían participar de la felicidad de la joven que trajo esperanza al mundo en medio de la tragedia. La cantante y el piloto que le salvó la vida innumerables veces, sin duda era el titular soñado por cualquier medio de comunicación.

Rick se sentía abrumado por la atención a su alrededor. Cámaras lo seguían por doquier y solo encontraba algo de paz cuando patrullaba en su VF. Sin embargo, cada día al estar en los cielos recordaba a la oficial que lo cuidaba desde el puente, a pesar de sus protestas. Otra persona aparecía en la pantalla y no era lo mismo. Nada lo era.

El matrimonio fue un gran acontecimiento y los jóvenes novios dieron el sí frente a todo el mundo. Minmei desbordaba de felicidad cumpliendo su sueño de infancia y Rick era feliz al verla feliz.

Congeniar sus vidas resultó muchísimo más difícil de lo que alguna vez imaginaron. Al comienzo decidieron que ella dejaría el mundo del espectáculo y sería la amorosa dueña de casa, tal como alguna vez ella misma lo planteó. Funcionó por un tiempo, sin embargo la joven cantante comenzó de a poco a sentir que algo en su interior se apagaba. Su luz interior empezó a flaquear y su ánimo decayó lentamente. Rick hizo lo posible por compensarlo, pero simplemente no era suficiente.

En conjunto, decidieron cambiar los roles. Sería él quien dejaría de volar y ella volvería a los escenarios. Su ausencia del mundo artístico trajo una serie de cuestionamientos y especulaciones que tuvo que explicar a la opinión pública. Su música y su persona eran uno solo. Rick se desesperó ante la invasión a su privacidad. La casa les quedó pequeña y tuvieron que mudarse a un gran y lujoso departamento en las alturas que los protegiera de los ojos curiosos. Sin saber qué hacer, Rick se dedicó a apoyarla con la mejor de las intenciones. Cuando podía tomaba su pequeño avión y huía al cielo, pero pilotear sólo por placer y sin un propósito no era lo mismo. Extrañaba ser parte de un equipo, de un escuadrón. Se había acostumbrado sin saberlo a ayudar, a prestar servicio a la comunidad. Cuando algún ataque ocurría, deseaba salir a apoyar a sus compañeros, sin embargo su función era proteger a Minmei y cuidar de ella.

El tiempo en su infinita sabiduría fue ubicando las piezas del juego. Sin duda ambos trataron de hacer funcionar sus mundos, pero eran demasiado diferentes y cada uno resultaba ser la luz que los hacía brillar personalmente. Minmei necesitaba cantar su alma y Rick necesitaba proteger al mundo desde el cielo.

Los años se fueron llenando de peleas y resentimientos que fueron minando el cariño que sentían el uno por el otro, hasta que la única comunicación que podían sostener era a través de gritos y desdén. La gota que rebalsó el vaso fue la apatía. Cada uno se sentía mejor estando solo que junto al otro. Minmei decidió tomar su historia y transformar su experiencia en música, creando un álbum que reventó en ventas y fue calificado como una obra de arte. Esto la llevó a nuevos conciertos y viajes que pusieron la distancia que ambos necesitaban para terminar su historia. El divorcio se resolvió en silencio, finalizando el cuento de hadas y liberando por fin a sus personajes a seguir sus propios caminos.

Rick volvió al ejército, a su VF y a ayudar al mundo desde su vereda. El destino fue benévolo y lo dejó bajo el mando de Claudia Grant, quien permaneció en tierra junto a Gloval a cargo de un envejecido SDF-1 que protegía fielmente a la población. Al menos una cara familiar le ayudaba a ajustarse nuevamente a los cambios que vivía y le recordaba a un pasado que parecía ya tan lejano. El Almirante Gloval también fue un personaje importante en este período para él. A través de largas conversaciones donde la experiencia del héroe de guerra le daba algunas luces de cómo seguir con su vida.

Cinco años pasaron y un día como cualquier otro, un mensaje desde las profundidades del espacio levantó la mirada de todos hacia el cielo. El SDF-2 volvía a la Tierra con importantes noticias y la esperanza de un futuro mejor. Ese día Rick realizaba un vuelo de reconocimiento cuando Claudia tomó control de las comunicaciones de todos los pilotos y visiblemente emocionada anunciaba que el SDF-2 estaba bien y regresaba finalmente a casa. Rick se llevó una mano hacia la boca en incredulidad. Desde su ubicación lo único que deseaba era llevar su nave hasta el espacio y encontrar con sus propios ojos la nave que le devolvía una esperanza que creyó perdida. Aquella persona que había complementado generosamente su vida con la suya y que dejó ir tras una fantasía. Lisa volvía a casa.