El caso es que yo quería obtener una venganza. Una venganza cósmica, que ya estaba iniciada simplemente porque Bokuto debía ver mi cara cada vez que encendiera la tele.

Y si, es infantil querer vengarse de un tipo que amé, pero no elegí amarle y no podía elegir odiarle hasta puntos inimaginables 8 años después. Así que si bien él no tenía habilidades de acosador, yo sí las tenía y debía, por mi salud mental, usar mis habilidades de acosador para construir su ruina.

Tras varias horas de rodaje, tomé el tren bala hasta Sendai. Quería ir a casa.

Investigué en diferentes webs deportivas, el fichaje de Bokuto en Hokkaido era de hacía 4 años, pero su salida del armario debía ser más reciente. Y eso significaba que sólo podía encontrar respuestas en las revistas del corazón y revistas de vóley. Y desde que era famoso, no había nadie que acumulará más que mi señora madre.

Le encantaba comprarlas y buscar mi nombre con algún rumor. Tenía álbumes enteros con cualquier recorte de revista en el que salieran mis fotos y era la más activa en el club de fans. En más de una ocasión había reprendido a otras fans de forma online por hacer comentarios obscenos sobre mí.

Mamá, como si no fuera lógico que todo el mundo deseara esta cara y esté cuerpo. Si yo no fuera yo, también me desearía.

En cualquier caso llegué a casa de mi madre y abrí con mi propia llave. Entré y caminé hasta la cocina.

—Hola mamá — ella estaba pelando algunas verduras para la cena. Me miró sorprendida, no la había avisado de que iba. La besé en la mejilla y me serví un poco de agua.

Takeru estaba sentado en la mesa de la cocina repasando algunos apuntes. Sí, antes de que llegara Takeru yo era el niño mimado de mi madre, después el mocoso me desbancó.

—¿Te vas a quedar a cenar? — pregunto ella.

—Sí y a dormir — confirmé. Era posible que llegara tarde al entrenamiento al día siguiente pero estaba ocupado liderando mi propia revolución-. Necesitaré revisar todas las revistas que tienes.

Tanto mamá como Takeru me miraron sorprendidos. No las miraba nunca.

No era que no me interesarán, pero la mayoría de veces solo se inventaba las cosas.

Me indicó que encontraría las revistas en el despacho porque llevaba varios meses sin hacer recortes importantes. Era normal, los tasers de Amor Desesperado temporada tres empezarían la semana siguiente, así que por el momento había poca cosa. La nominación a los Asian film award y las victorias de los Tokio great Bears

Me estiré en el suelo y empecé por revisar las revistas de vóley revisando cada punto que pudiera haber sobre los VH. Derrotados contra los Osaka samuráis les habían machacado, al parecer. No era raro, estaba los primeros en la liga... Y ahí estaba una foto directa de Bokuto.

Su cabello seguía blanco y negro, con tanto gel que prácticamente era imposible que se le escapara un solo pelo.

Sus ojos ambarinos seguían siendo enigmáticos pero transparentes. Podía leer sus emociones como en un libro abierto. Se veía claramente su agobio tras la derrota. Y aquella nariz puntiaguda que me gustaba repasar, como si las yemas de mis dedos pudieran dibujar su perfil...

La quemazón en el pecho, seguida de la ira que bullía en mí ¿por qué no podía soltar todo aquel rencor sin más? Apreté los dientes.

Estaba a punto de romper la revista cuando me di cuenta de que Takeru me miraba desde la puerta de la habitación.

–Mocoso, ¿qué quieres? – musité, me molestaba que me espiara. Me molestaba que fuera un buen rematado en vóley con lo que me había esforzado en enseñarle técnicas para ser acomodador, me molestaba existir en aquel momento. Era la intolerancia intestinal hacia Bokuto.

–¿Es ese un rival? – preguntó señalando la fotografía de los Voreas. Asentí, algo así Takeru.

Arrastró la silla de ruedas del escritorio y se puso a mi lado. Le miré, estaba a punto de cumplir ya los 16 y me hacía sentir anciano. Ya ni comprendían mucha de la música que escuchaba, apenas conocía los mangas que aparecían en la Shonen jump, y todo me parecía más complicado. No quería llegar a la treintena, seguramente allí se abría ya un acantilado insorteable para comprender a las generaciones venideras.

–Tooru, seguramente ahora tienes mucho éxito con las chicas... –afirmó Takeru, aunque siempre lo había tenido. Usualmente pasa cuando las tratas como personas iguales a ti en vez de como seres alienígenas que investigar– ¿Tú puedes decirme como se hace para saber si a una chica le gustas de verdad?

Me reí. Ni idea sobrino, no tenía ni idea.

–¿Por qué no se lo preguntas a tu madre? – me escucho y puso una cara rancia. Era cierto, si se lo preguntaba a Megumi, esta seguramente le instaría a una charla sobre el sexo seguro, el uso de preservativos y la posibilidad de castidad hasta el matrimonio. Después de todo ella se había quedado embarazada a los 16–. O mejor, preguntárselo directamente a la chica, a fin de cuentas es la única que puede decirte lo que quiere.

—No, si ella dice que le gusto mucho y de hecho salimos juntos pero... – me miró de reojo—. Todas sus carpetas tienen fotos tuyas, no deja de hablar de ti y cada dos por tres pregunta que cuando estarás en casa y si puede venir.

Bufe, la sociedad podía llegar a apesta. Aunque sinceramente yo estaba sacando las cosas de contexto ¿Podía ser una gran fan y salir con Oikawa Takeru porque mi sobrino era medianamente guay?

–Pues creo que no tienes nada que preguntar, Takeru, tú ya sabes la respuesta – Le vi poner cara de masticar limones. El amor era molesto a veces, pero era una molestia necesaria.

Pensé en aquella frase absurda de que no podías encontrar el amor si primero no te querías a ti mismo. En sí mismo era una mentira, pero si bien es cierto que si no te sabes querer bien a ti mismo terminas siempre en relaciones tóxicas e insanas que te destruyen la existencia. Sin ir más lejos, yo no era capaz de superar un rechazo de mierda…

–Para ti es fácil decirlo – me contestó señalando el nuevo titular de que "La top model, Nakahara Amai parce tener un romance secreto con el actor y deportista Oikawa Tooru". Tan secreto que ni nosotros sabemos que lo tenemos.

La foto de Amai, con su larga cortina de pelo negro dejando entrever su perfil de forma estratégica mientras se abraza a mí... Mi cara, estratégicamente ruborizada la miraba de reojo y la rodeaba por la cintura con un único brazo. Nunca entenderé como los paparazzi caían en aquellas fotos tan y tan calculadas. Era un poco cutre si te paras a pensarlo. Me imaginaba al fotógrafo creyendo que tenía la exclusiva y pensado que era un súper reportero, cuando en verdad estábamos posando. POSANDO.

—No te creas todo lo que ves — Me rasque la cabeza pensado en cómo explicárselo —. La confianza en ti mismo debería ser suficiente para saber si a esa chica le gustas tú o solo quiere conocer a tu tío.

Siempre uno podía equivocarse, estaba claro, pero de ahí fluía el discernimiento sobre la situación. Quizá sí, aquella niña se moría por conocerme, pero también tenía sentimientos reales por Takeru. O tal vez ni siquiera era que quisiera conocerme, quizá Le gustaban las gyoza que preparaba mi madre y por eso quería venir. Cocina de maravilla, por si a alguien le interesa.

La confianza, eso que tardas décadas en construir y a veces se cae con un segundo. Y es que al final, las cosas tampoco dependen de una verdad fehaciente, sino simplemente de lo que uno quiera creer. Y por eso mismo creamos la realidad con nuestra mente, aunque sea una forma simplista de interpretarlo.

Después de aquello se marchó a continuar con sus deberes y yo proseguí con mi búsqueda.

Bokuto había salido del armario públicamente aquel año de forma totalmente involuntaria, y es que había tenido un romance con un camarero que literal había ido a la prensa a contar todo. Si Bokuto me caía mal, aquel tipo me caía aún peor.

Podía imaginar a Bokuto deprimido, tirado en la cama sin afeitarse y sin querer salir de su casa. Me imaginé involuntariamente aquel mini piso en el que habíamos vivido juntos pocas semanas con una almohada separándonos. Recuerdo contenerme ante la idea de querer tocar su piel, recuerdo su característico olor y sus uñas mal recortadas... La opinión de los demás para mí siempre había sido importante, pero para Bokuto era primordial. Me obligué a recordar también su insana obsesión con su ex-novio. Akaashi esto, Akaashi lo otro, Akaashi lo de más allá.

Aquello estaba siendo una terapia de choque, y de no haber pensado que todo aquello me ayudaría a continuar con mi vida, jamás hubiera seguido por aquel camino. Dolía, pero las heridas siempre se tienen que limpiar antes de empezar a sanar.