Hola, de nuevo. Aquí les dejo un capítulo interesante que espero les guste. Hubo pistas para llegar a este momento, incluso creo que me pasé de evidente una vez, entonces aquí estamos.


OSCULA, NON OCULI, SUNT IN AMORE DUCES

(Son los besos y no las miradas, quienes nos guían al verdadero amor)


1997

Ginny caminaba por los pasillos de Hogwarts totalmente aterrorizada, se había salvado de torturar y ser torturada en la clase de Artes Oscuras solo porque Amycus Carrow había sido convocado a una reunión de mortífagos.

Casi todos sus compañeros en el aula habían sido lastimados, esto era horrible, esto debía terminar pronto, si tan solo…

—¡Maldita sea!

En medio de su miedo y de la ira, había tropezado con alguien, específicamente con Zabini.

—¿Podrías fijarte por dónde vas? —inquirió Blaise en tono molesto.

En particular, también estaba teniendo un día horrible, ya que su madre acababa de comunicarle que debía tomar la marca. Y él no quería. Había visto lo mal que estaba Draco con toda la cuestión de ser mortífago, y él se negaba a vivir eso, a convertirse en un asesino.

Al ver que era Weasley quien estaba en el suelo justo enfrente de él, se sintió culpable, puede que Blaise estuviese teniendo un día malo, sin embargo no era razón para hacer que otras personas paguen con su ira.

Rápidamente se puso de pie y corrió a ayudar a la chica.

—Discúlpame, no sabes cuanto lo siento. Estaba tan distraído, ¿tienes alguna herida?, ¿te duele algo?

—La cabeza, solo un poco —tomó la mano del chico para ponerse de pie.

—Te puedo llevar a la enfermería, si quieres —ofreció Blaise, nervioso.

Decir que estaba sorprendida por la actitud de Blaise Zabini, era por debajo de lo mínimo. Ginny y estaba espantada, él, un miembro de la pandilla de Malfoy, ayudándola. INAUDITO.

—No será necesario, gracias. De todas formas también es mi culpa.

—Si lo dices, bien. Yo me… tengo que ir —extendió su brazo como indicando a donde se iba, y luego escondió sus manos en los bolsillos del pantalón del colegio.

—Sí, yo también. Adiós.

Ginny hizo un gesto con la cabeza y se marchó con la única intención de meterse en su cama y tener una larga siesta.

Desde ese día, pareció como si la presencia de Zabini se hiciera más obvia. En el Gran Comedor, en los pasillos, en el hall, en las mazmorras.

Entonces, las cosas en Hogwarts se pusieron peor, las torturas y los golpes eran más frecuentes, no había grandes motivos para que fueras receptor de una maldición cruciatus. Si no torturabas a alguien cuando te indicaban, te torturaban a tí.

Pocos eran capaces de negarse, algunos como el Ejército de Dumbledore, todavía eran valientes para defender a los niños de primer, segundo y tercer año. Neville se resistía en clases y luego recibía una paliza.

Cuando Ginny fue obligada a hacerle daño a una compañera de Hufflepuff, al salir de las mazmorras huyó a la torre de astronomía, ya que en los jardines y confines del bosque prohibido al caer el atardecer era todo tan peligroso. Así que terminó en el lugar en el que el director había sido asesinado solo unos meses antes.

—Parece que seguimos coincidiendo —dijo alguien en las sombras.

—¿Zabini?

—El único e inigualable —se puso de pie de donde estaba apoyado y le sonrió.

—Vaya, encontraste un buen camuflaje —Ginny no evitó reírse.

Al entender la broma Blaise comenzó a reír.

—Eres graciosa, pequeña comadreja, y reír en medio de un desastre es un regalo, supongo que gracias.

La pelirroja inclinó la cabeza un poco para poder observarlo, él estaba sonriendo, una sonrisa auténtica.

—Ginny.

—¿Qué?

—Mi nombre es Ginny, no pequeña comadreja o lo que sea que tus amiguitos hayan dicho.

Hubo silencio durante unos segundos y luego;

—¿Por qué Ginny? —quiso saber Blaise, como si ese nombre guardara el secreto del universo.

—Porque mi nombre es Ginevra, así que como lo odio siempre me han llamado Ginny, o Gin, pero tú todavía no tienes ese privilegio.

—Está bien Ginevra.

Cuando Ginny lo miró con ojos molestos, él solo sonrió.

En lo siguiente, hubo pequeños y cortos encuentros, en los que Blaise la saludaba con un "Ginevra", parecía que le había agarrado el gusto y no era capaz de dejarlo ir.

Una noche desesperada, luego de pintar las paredes con la idea de reclutar más miembros para el E.D., decidió junto a Neville y Luna, ir a buscar la espada de Gryffindor a la oficina de Snape. Fue un fracaso total, Neville fue muy fuerte al resistir la maldición Cruciatus, las chicas tuvieron mejor suerte, siendo castigadas con detención para ayudar a Hagrid a ir al Bosque Prohibido y sin visitas a Hogsmeade.

El castigo poco le importaba, Hagrid las cuidaría y Hogsmeade era una pesadilla con carroñeros y mortíferos rondando.

Al ir a ver a Neville a la enfermería, notó a otro chico ocupando una camilla.

—¿Zabini? ¿Qué pasó? —se acercó a la camilla que ocupaba el moreno aprovechando que su amigo estaba dormido.

—Oh, hola Ginevra —quiso incorporarse pero hizo una mueca de dolor— Ouch.

—¿Qué sucedió?

Él hizo un gesto para que se acercara, la chica le hizo caso a su tono de seriedad.

—Los malditos Carrow querían que torture a Pansy, ¿te imaginas?. A mi amiga. No podía hacerlo y ellos lo hicieron conmigo.

Ginny se sorprendió un poco con el sentimiento de protección que Blaise tenía. Dejar que le hicieran daño para que no lastimen a sus amigos.

Mientras ambos se recuperaban y cada vez que Ginny iba a ver a su amigo, si le llevaba frutas o comida, lo mismo le llevaba a Blaise. Ese era el problema de acercarte a las personas en estos tiempos, te involucrabas más de lo recomendable.

A Blaise le gustaba Ginny desde sexto año, era bonita, fuerte, valiente y un poco descarada. No era una de esas chicas que iban detrás de él o Draco. Los chicos iban a ella. La atracción era inevitable, y ahora la conocía, y le gustaba aún más.

La próxima vez que se vieron fue en el lago negro, cuando Blaise trataba de huir de otra exasperante correspondencia de su madre.

—Ginevra —saludó el moreno, con sus problemas de repente olvidados en cuanto la vio.

—Ah, hola Zabini —asintió tratando de secarse el sudor de la frente.

Ginny acababa de tener una jornada muy agotadora con Hagrid y estaba hecha polvo.

—Iba al lago negro, ¿quieres venir?

—No lo sé, estoy algo cansada. Y realmente no deberíamos estar aquí.

—Tu estábas aquí primero —Blaise cruzó los brazos.

—Estaba cumpliendo detención —bufó irritada.

—¡Estudiantes fuera del colegio! ¡Hay estudiantes fuera del colegio! —oyeron decir a Filch.

Sin pensar dos veces en lo que estaban haciendo, Blaise le tomó la mano y comenzó a correr, arrastrando a Ginny junto a él camino hacia los invernaderos para esconderse entre los espacios libres de un invernadero a otro. La señora Norris pasó cerca de ellos, aún así, el aroma de las distintas plantas mágicas la confundió y siguió su camino.

Con el tiempo tuvieron más reuniones, en las cuales tenían conversaciones triviales y simples, luego pasaban al plano personal y así se iban adentrando a territorios más turbios, sus posturas en el guerra, sus planes a futuro, qué harían si lograban sobrevivir, Blaise le contó de su dilema entre obedecer a su madre y convertirse en mortifago, Ginny le contó sobre Harry y todo el drama del Diario de Tom Riddle. Blaise sabía su color favorito, era capaz de describir a cada uno de sus hermanos y Ginny conocía casi todo de los diferentes esposos de la madre de Blaise.

Una noche, de regreso a la torre de Astronomía, Ginny se encontraba contándole todo sobre su viaje familiar a Egipto, hacia todos esos años atrás.

—Y regresamos a casa, Ron prácticamente enmarcó la nota de periódico y la puso en su habitación, antes de haberla presumido por todo el Caldero Chorreante.

—Draco hizo un comentario una vez…

—¿Comentario? Blaise, eso fue una idiotez —su nombre deslizándose por sus labios con la familiaridad adquirida durante el último mes y medio.

—Lo sé, perdón —juntó ambas manos simulando la disculpa—. Ahora, esa casa tuya, ¿es como Draco dice?

—¿Qué? ¿Un desastre grande y desordenado? Sí, mi casa es como Malfoy lo dice. Papá y mamá tuvieron que acondicionarla para los niños que no esperaron tener, pero se respira hogar ahí, ¿sabes? Cualquier cosa puede salir mal en el mundo, pero una vez que estás dentro todo parece estar en orden.

El chico dejó que Ginny se quedara con ese momento con los recuerdos de su casa.

—Quisiera tener un lugar así, en mi casa siempre hay fiestas de sociedad y noches de juego, la de Draco es tenebrosa, Narcisa es genial pero Lucius no, siempre hay que estar cuidándonos las espaldas y la de Theo, bueno su padre es un asco, solo podemos estar en la habitación de Theo y tener cuidado.

—Lo lamento.

—Tuve buenos amigos y uno que otro padrastro agradable, no fue malo del todo —sin querer bajó el tono de sus voz.

El ambiente de pronto se sintió más íntimo y tranquilo.

—Así que…

Blaise hizo un audaz movimiento.

—Que…

—Te gusta el Quidditch, y sabes que la snitch…

—¿Qué tiene que ver el Quidditch? —cuestionó Ginny con una ceja levantada.

—Nada, iba a hacer una frase de Potter atrapando a la snitch con la boca y yo te iba atrapar con la mía, me di cuenta que no venía al caso y…

Ginny lo silenció haciendo exactamente lo que él pensaba hacer, besándolo. Tomó a Blaise desprevenido, pero el chico reaccionó, puso sus manos en ambas mejillas de Ginny y la acercó, profundizando el beso.

Esa fue una gran y nueva adición a sus encuentros, maravillosos si les preguntabas a ellos.

No eran novios, no obstante, un tipo de acercamiento así, en medio de una guerra, donde un mago peligroso estaba dispuesto a destruirlo todo, era muy valioso, un regalo; y Blaise lo apreciaba como tal.

Y un día, avisaron a Ginny que Luna no había regresado de las vacaciones de navidad porque había sido secuestrada. Preocupada y triste, buscó con desesperación a Blaise. Encontrándolo en uno de los pasillos junto a Bulstrode y Goyle; Ginny hizo lo mejor que pudo para tranquilizarse, dio unos pasos hacia ellos, pensando en la mejor manera de pedirle verse.

—Hola, Blaise, ¿nos vemos en la biblioteca?

—¿En serio, Zab? ¿Pasaste de Daph a ella? —dijo en burla Millicent.

—Jaja, no. Y Weasley, tal vez en tus sueños —comentó con hastío.

Ginny sintió eso como un golpe en el estómago. ¿Cómo pudo? Todo había sido un juego. Un engaño. Y ella como tonta había caído.

Ocultó el hecho de que su corazón se iba rompiendo en ese momento y sonrió con descaro.

—Te estaba haciendo un favor, Zabini —él hizo una mueca—Gracias por no dejar que me equivoque. Te veo en mis pesadillas.

Caminó por el lado de todos ellos y su historia terminó tal como había empezado, con un giro en la esquina del pasillo, solo que ésta vez no estaría él al frente, apuntó de chocar con ella, él estaba varios metros detrás, viéndola irse.


Domingo 22 de marzo del 2000

—Y luego, empezamos con el refugio en la sala de Menesteres, ustedes regresaron, la guerra terminó y volví con Harry. No esperaba ver nunca más a Zabini, hasta el día en el que vinimos aquí. Intenté no hacerle caso y lo alejé, ayer estuvo insistiendo y hoy me sacó de quicio, no quería que todos lo supieran.

Ginny terminó de contarle a Hermione y la castaña rodeó sus hombros.

Después de las palabras dichas en el comedor, Ginny se puso muy roja y su amiga la ayudó a llegar a su habitación. Hermione no le había pedido que le cuente, las palabras habían fluido y ahí estaban.

—¿No te buscó?

—Sí, pero yo estaba centrada en otras cosas como para creerle sus "no es lo que piensas", "déjame explicarte".

—Gin —dijo Hermione de la manera más tranquila que pudo—, ¿no crees que es tiempo de escucharlo?

Ginny sabía que tal vez era hora de hablar con él, sin embargo, no se sentía lista, ni lo suficientemente fuerte para oírlo decir que sí había sido un juego.

—Sé que las cosas con Harry no van bien —suspiró— ¿Sería tan malo darle una oportunidad de explicarse al chico por el que una vez tuve sentimientos? Dime, Mione, ¿crees que siendo la novia de alguien, este bien que hable con Zabini?

—No tendría nada de malo, solo vas a hablar. No es como si fueras a engañar a Harry con una charla, estás en tu derecho. Y como dices, las cosas no van bien entre ustedes, tal vez esto te ayude a aclarar tus sentimientos, descubrir que si lo que Harry quiere también lo quieres tú; o no.

La otra bruja asimiló las palabras de su amiga, incluso después de que ésta última se fuera.

No sabía qué hora era cuando alguien tocó la puerta.

—Adelante.

Ginny no se levantó de la cama esperando que fuera alguno de sus amigos. Y no, ésta vez era Zabini.

—¿Te parece bien si hablamos?

La chica asintió y él se acercó a la cama. Ginny hizo un débil intento de arreglarse el cabello, al final se rindió y lo dejó tal como estaba.

—Zabini, yo… no tenía intención de que todos oyeran

—Lo sé, no tengo ningún problema con eso — sonrió transmitiéndole seguridad— Ginevra, lamento lo de ese día.

—Te estaba buscando —Ginny bajó la mirada—. Neville me dijo que habían secuestrado a Luna y su padre la estaba buscando, si había alguien que podía ayudarme a pensar con la cabeza fría, eras tú.

Blaise se sintió mucho más culpa, no había hablado con Ginny, en una verdadera conversación, desde ese día. Él la abandonó, la dejó cuando ella lo necesitaba, era un maldito. Ginny tenía todos los motivos para odiarlo y para continuar evadiéndolo.

—Merlín, me siento como basura ahora.

Escondió el rostro entre sus manos, solo hasta que la joven pusiera su mano sobre la suya.

—¿Por qué hiciste eso… Blaise? —volvió a sentir la familiaridad que solían tener.

Blaise se quedó un poco sorprendido por el uso de su nombre, se había acostumbrado a ser llamado por su apellido con odio.

Dudó antes de hablar, no obstante, su Ginevra necesitaba una explicación, sea para un cierre o para que le otorgue otra oportunidad.

—El padre de Goyle es amigo de mi madre. Si recuerdas, él estaba allí ese día. Lo hice para protegerte. Puede que Gregory sea algo tonto pero a veces es atento con los detalles, si él descubría mi debilidad por ti, si descubría que estábamos juntos, se lo diría a su padre, y él a mi madre. Ella, además de todos sus otros defectos, es una purista, no me hubiese castigado a mí, sino a ti. Tiene poder, te habría hecho daño con el fin de alejarnos y por ser quien eres.

Ginny lo sabía. Una traidora a la sangre. Que no tenía derecho a acercarse a su hijo.

—Era en ese momento o darlo todo por perdido —Blaise nuevamente tomó su mano, se aferró a ella —. Por eso te busqué, quise explicarte. Sé que, en ese entonces no valía la pena, tal vez un no lo valgo, a pesar de eso, quise luchar por ti. Pasó la guerra y en el Gran Comedor te vi con Potter y supe que te había perdido. Ahora, Ginevra, si hay alguna oportunidad de…

—No Blaise, estoy con Harry. No le voy a hacer esto, por mucho que… —Que te quiera, completó en su mente, a sabiendas de que no podía decírselo—. Lo siento.

—Créeme, yo también.


Draco salió de clases, iba sujetando su saco por encima del codo y en la otra mano tenía su maletín, el que le había regalado Granger, estaba buscando un lugar para sentarse a fumar. Finalmente se decidió por ir al bosque que estaba al oeste, era como el bosque prohibido, a diferencia de ser tranquilo, y solo unos cuantos iban a pasar tiempo allí.

Mientras iba buscando un lugar, vio un grupo de chicas sentadas en una especie de picnic, fue inevitable no escuchar, sobre todo porque hablaban francés.

—Y ese sangre sucia dijo que quería salir conmigo —dijo riendo, casualmente, Sylvie— Por suerte tengo a Draco, es un sangre pura, sabes.

—Sí amiga, no mereces nada menos que un sangre pura. Además tienen dinero, sino mira a mi novio, su familia tiene dinero y me da muy buenos regalos.

—Es una pena que yo esté saliendo con un mestizo, tiene dinero no lo niego, pero no estatus —soltó otra chica.

—Mal momento en el que ese tal Señor Temible no venció, mi padre me dijo que se uniría a su causa una vez que tuviesen Londres, hubiésemos visto París siendo limpiado de muggles y apestosos sangre sucia.

—No habrías querido que el Señor Tenebroso llegara a Francia —dijo Draco interrumpiendo su charla—. Te habría convertido en asesina, te habría hecho torturar a desconocidos y conocidos, si no los hacías te quitaba a las personas que aprecias, si eres sangre pura, trabajas para él o mueres. Yo lo sé mejor que ustedes, chicas estúpidas.

Sylvie se encontraba avergonzada, tenía las mejillas rosas, al igual que sus amigas.

—Draco… yo…

—Cállate. Todas ustedes me dan tanta lástima, y no pienses en volver a acercarte a mí, jamás.

Giró e intentó caminar lo más rápido que pudo. Alejándose de esas ideas, había visto y sufrido demasiado como para seguir creyendo en esa basura. No creía que los nacidos de muggles no merecieran su magia, eso sí, los sangre pura eran valiosos, a pesar de todo, no habría mundo mágico sin mestizos ni nacidos de muggles.

Esa fue una noche en la que Granger bajó pasadas las doce, puso la tetera y se delizló en el sofá junto a él.

—¿Otra pesadilla? —quiso saber Draco.

—No, últimamente ya no. Simplemente no podía dormir —hizo un mohín— ¿Tú? ¿Pesadilla?

—Sí.

Hermione se inclinó a verlo completamente.

—¿Qué pasó?

—Hoy vi esa chica a la que estaba saliendo y era una antigua yo— compartió a regañadientes— Ya sabes, el cuento de los sangre pura y los…

—Los sangre sucia, lo sé, Malfoy.

—Y recordando eso, tuve pesadillas sobre ya sabes quien, obligándome a torturar a los prisioneros porque sino lo haría con mi madre —no era la primera vez que tenían este tipo de conversación, de forma que era normal compartirlo con Granger—. Desde año nuevo no suelo tener pesadillas, odio que ella las haya desencadenado nuevamente.

—¿Vas a seguir viéndote con ella? —cuestionó un tanto nerviosa.

—No, Granger. ¿Quién me crees?

—Nadie, solo debía preguntarlo. Espero que un chocolate caliente te haga sentir mejor, le pondré crema batida si quieres —ofreció con amabilidad, aunque por dentro sentía calma.

—Sin tanta azúcar —dijo casi gruñendo de acuerdo.

—Ok.

Draco tomó los discos que estaban ahí cerca de la mesita al lado del sofá y los revisó en tanto Granger iba preparando el chocolate caliente. Leyó nombres como ABBA, Tears for Fears, A-Ha, algo llamado Madonna, Spice Girls, The Beatles, The Rolling Stones y así sucesivamente.

—Oh, pon algo The Beatles, por favor —pidió Hermione desde la cocina.

Draco sacó el disco y lo puso con cuidado, justo como había visto a Blaise hacer.

Al instante comenzó a sonar una melodía algo infantil y luego "We all live in a yellow submarine".

—Esa es "Yellow Submarine", mi papá nos hacía escucharla cuando era niña —comentó la joven bruja acercándose con dos tazas rebosantes de crema batida.

Le entregó la suya, Draco susurró un agradecimiento.

Hermione tómo un largo sorbo, al bajar su taza, Malfoy rió de algo.

—¿Qué? ¿Por qué te ríes?

—Tienes crema en… —se cubrió la boca para evitar reir— Quédate quieta, yo te ayudo.

Hermione pasmada, Draco se estaba riendo, de algo que hizo ella, y lo peor de todo era que su risa le gustaba. Los últimos dos minutos, no eran nada Malfoy, o nada ella, para tal caso. Él riéndose, él ayudándola y ella conteniendo la respiración mientras él se acercaba a limpiarle el rostro.

Draco centró su atención en quitar la crema de la parte superior de sus labios y de la punta de su nariz, al levantar la vista dió con sus ojos. Eran hipnotizantes. Y hermosos. Y, ¿por qué se estaba acercando a ella?

Un momento.

Quería besarla, en serio lo deseaba. Este era el momento perfecto.

En un parpadeó, Draco se inclinó hacia adelante, rozando sus labios, con los ojos completamente abiertos, aún así, consciente de todos sus sentidos. Silenció su mente, dejó de oír todas las advertencias, y entreabrió los labios, tomando los de Hermione. Y la besó de verdad.

Sí, Merlín Santo. Draco Malfoy la estaba besando, y era un sentimiento agradable. Hermione cerró los ojos y se dejó llevar. Sintiendo esos labios suaves y entreabriendo lentamente los suyos, mientras sonaba "Something" de The Beatles, en el tocadiscos junto a ellos.

Y fue perfecto.


N/A: Hoy es mi cumpleaños (05/03)!

Bien, continuando ahhh! al fin se besaron. No sé si lo dije antes pero esta historia no tiene villanos, los únicos que pueden poner trabas aquí son ellos mismos. Solo para aclarar.

Besos, nos vemos en la siguiente actualización.