Hinata se observó en el espejo con la mirada vacía, sin saber qué estaba haciendo con su vida.

Era una mujer casada..

Ya habían pasado seis meses y aún no podía creerlo. Todavía se sentía abombada, como si hace sólo unos segundos le hubiera dado las noticias que cambiarán su vida.

Hinata había empezado a trabajar en la empresa de los Uchiha, como secretaría de Shikamaru hacia sólo tres meses, después de graduarse. Ella había sido feliz, con la idea de que pronto, su novio de hace cinco años le propondría matrimonio.

Resulta, que la propuesta si llegó, pero no de Toneri.

Ella había disfrutado de una vida acomodada, no sufriendo ninguna necesidad por parte del dinero. Por eso, no pudo más que asombrarse cuando su padre le dijo que estaban en banca rota. Hinata se había quedado sentada, congelada en el sofá del escritorio de su padre. Hiashi había tenido una muy mala inversión, perdiendo casi todo el dinero que le habían prestado. Su padre, le explicó todo, pero ella lo recordaba algo borroso. Lo único que se sumergió como piedra en el agua, fue que debía casarse.

Itachi Uchiha era un tiburón, un despiadado hombre de negocios y el cabecilla de la "empresa" Uchiha. Pero lo cierto es que prácticamente era jefe de una mafia que se ocultaba como empresa. El hombre que le había prestado dinero a su padre. Él no iba a permitir que Hyuga no pagará la deuda y estaba cansado del casanova de su hermano menor. Entonces vio la oportunidad y la tomó.

Hinata sería la esposa de su hermano, ella debía encarrilar la actitud despreocupada de Sasuke. No iba a permitir que su hermano arruinará la reputación de la familia Uchiha... Sea lo que sea que eso significaba.

Hinata no tuvo voz o voto con ello.

Debía hacerlo si no quería que su padre fuera a la cárcel y su hermana menor se quedara en la nada. O peor aún, que terminarán en el fondo de un lago.Itachi hizo un contrato con ellos. Hinata Hyuga debía casarse con Sasuke y darle un hijo en el plazo de un año.

El tiempo pasaba y Hinata no lograba eso. Sasuke no estaba más feliz que Hinata por el casamiento. Él la evitaba, no le hablaba y mucho menos la tocaba.

¿Cómo iba a tener un bebé si su marido no la tocaba?

Ella había intentado todo, necesitaba ese bebé aunque la sola idea de tener relaciones sexuales con Sasuke le diera náuseas. Había perdido demasiado tiempo sintiéndose traicionada, por tres meses ni siquiera lo miró. Pero, cuando Itachi fue a una cena a su casa y notó que Sasuke no estaba allí, habló seriamente con Hinata sobre el asunto.

Resultaba que Sasuke se había metido con la familia equivocada.

Itachi era íntimo amigo del heredero de la familia Uzumaki, y su hermano había robado algo de ellos. Su cuñado no quiso decir el qué, simplemente dijo que necesitaba sacar el tema del foco. Podía sentir como el que había sido su amigo, estaba empecinado en romper a Sasuke.

El hombre había empezado a robarles clientes, poco a poco hundiendo a los Uchiha en un problema que si no era detenido, probablemente terminarían en la ruina, o en una guerra, ya que los Uzumaki eran tan peligrosos como los Uchiha. Itachi necesitaba que el hombre creyera que Sasuke era ahora un hombre de familia y que, tal vez de ese modo, rompiera la enemistad que había creado.

Hinata no podía creer que eso fuera cierto. Por un momento, pensó que si ese misterio Uzumaki tuviera éxito en arruinar a los Uchiha, los Hyuga ya no deberían preocuparse por la deuda. Pero Itachi le aclaró que Hiashi no podría librarse de la deuda, a menos que lo pagará o ella logrará quedar embarazada.

Ella termino de ponerse el polvo en el rostro y se levantó de su asiento.

Tenía un vestido ajustado color rosa pálido, marcando cada curva. Ella sabía que era bonita, tenía curvas proporcionadas. Pechos firmes, cintura delgada y trasero en forma de corazón. Ella no se sentía tan cómoda con esa ropa, pero debía seducir al estúpido y frío de su marido.

Para evitar verla, Sasuke le dijo que ya no necesitaba trabajar en la empresa y la sacó de su puesto de secretaria. De ese modo, logró que ella se quedará en casa sin hacer más nada que mirar las paredes. Pero no le había prohibido ir a su oficina.

Hinata camino por la gran casa, bajando por las escaleras con el ruido de sus tacones de aguja haciendo eco. Su cabello lacio y largo, color negro azulado, bajó por su hombro y ella lo lanzó hacia atrás mientras agitaba un poco la cabeza. Ella estaba acostumbrada a usar la raya del pelo al medio, pero esta vez la hizo a un lado, dándole volumen a esa parte de su cabello.

Su perfume flotó hasta su nariz. Ella se había maquillado, lo suficiente para asentar sus rasgos, pero no de una manera exagerada. Tenía un labial con brillo color rosa pálido, a juego con su vestido. Sus ojos estaban delineados, las sombras suaves sólo marcando más sus ojos afilados y levantados por las comisuras. Sus pestañas largas y arqueadas.

Caminó hacia la puerta, donde el chófer que le había dado Itachi la esperaba. Ella se percató de como el hombre le dió una mirada de pies a cabeza y sus ojos marrones se volvieron más oscuros.

— Buenos días, señora Uchiha. ¿Dónde desea ir hoy?

Hinata se detuvo justo al frente de él, notó cómo sus ojos marrones se clavaban en su escote que mostraba piel pálida y suave.

— Iremos a la oficina de mí marido—, respondió segura.

Él juego ya había empezado.

No quedaba de otra ..

Ella debía jugar y haría su movimiento después de tanto pensarlo. Había actuado de manera sumisa, manteniéndose encerrada en su pesar por demasiado tiempo. Itachi prácticamente no dejaba que viera a su familia, y ella sabía que su padre, aunque idiota, estaba preocupado por ella.

Entonces, empezaría a atacar de manera directa.

Kiba le abrió la puerta de la casa y asintió, aún mirando su escote. A Hinata no le importó, estaba en modo Killer, como la película.

Conseguiría ese bebé.

Continuará...