La mente del menor solo pensaba en una cosa: correr.
Corría como solía hacerlo para huir de sus problemas, abusos, maltratos, huía de todo lo que lo lastimaba.
Huía seguido para poder olvidar su patética y miserable vida por unos segundo, para poder respirar en paz por una vez en todo el día.
Pero ahora se encuentra huyendo de aquellos sentimientos que estan creciendo en su corazón, si tan solo no se hubiera sentido atraído por aquel chico lindo, nada de esto estaría pasando.
Sin perder el tiempo, llegó hasta una puerta al final del pasillo, con temor tomó el picaporte y abrió aquella puerta de madera.
— ¿Hola? - Cuestionó entrando lentamente al lugar. - ¿Hay alguien aquí?
Con cada palabra se adentraba más al oscuro lugar.
— Innie...
Jeongin dio media vuelta encontrándose con una silueta oscura estorbando su camino hacia la puerta, quedaron cara a cara, Yang por más que quería buscarle un rostro al sujeto, era inútil, ni siquiera su voz lograba reconocer.
¿Quién era esa perosna?
— ¿Qué ocurre? - Cuestionó ladeado un poco su cabeza en clara señal de confusión.
— Ya aparecio el nombre de mi alma gemela...
Jeongin dejó de respirar por un segundo.
Si el nombre ya apreció... Eso quiere decir que... ¿Ya encontró a su alma gemela?
— ¿Te conozco?
— Innie, claro que me conoces.
— ¿Por qué no puedo ver tu rosotro? ¿Quien eres? - Cuestionó intentando matener la calma. - ¿Por qué estás hablándome? ¿Eso es posible?
Él no sabia que eso pudiera pasar, era normal escuchar la misma muisca que tu alma gemala e incluoso senrir sus emociones, pero nunca habia oido que se manifestaran en los sueños.
El destino le gusta ilusionarlo y después lastimarlo, alguien como él no merece felicidad.
— Innie...
— ¿Qué?
— Se que tienes muchas preguntas, se que existen muchos miedos en tu corazón. - Jeongin cerró los ojos al sentir la mano cálida del ser frente a él. - Pero esas dudas serán respondidas a su debido tiempo, debes ser valiente y esperar el día de nuestro encuentro.
— ¿En verdad merezco ser feliz? - Cuestionó sin abrir los ojos.
— Claro... Y lo serás, lo prometo.
Y todo volvió a oscurecer, dando paso a otro pasillo largo y frío, donde el menor tendría que volver a huir.
