¡Hola a todos!
Como les he dicho en el capítulo anterior, este comienza con el contenido sexual, y si bien en este no hay todavía descripciones de la misión, si hay mucho lenguaje vulgar y que puede incomodar a algunos.
El Rollo Escarlata
En el frío estoy de pie
Estaba lloviendo esa noche, pero no había disminuido el bullicio en las calles. A través de la ventana abierta, Kakashi miró hacia las farolas y luces que goteaban y a las mujeres llamativamente vestidas agrupándose bajo coloridas sombrillas, riéndose y animando a los hombres que pasaban por ahí. Un brillo suave de color naranja caía desde el prostíbulo de frente, sus ventanas y puertas encendidos como en una calabaza -muchos clientes estaban acercándose, atraídos por la calidad de la luz y el placer que las mujeres prometían.
No era el único prostíbulo en Otafuku Gai. A unos noventa metros más o menos en esta misma calle había otro. Y otro luego de ese. De hecho, este distrito no era más que una serie de prostíbulos conectados por una interminable cadena de bares, recintos de apuestas y love hotels baratos. Era el centro de la vida nocturna y el entretenimiento adulto para todas las cinco naciones, y cada noche, en cada calle, había siempre una fiesta. La música estaba por todas partes. Desde el prostíbulo cantaban una cancioncilla sobre seducción, y en el bar dos edificios después él escuchaba el ruido sordo de un repetitivo bajo. Sonaría durante toda la noche hasta la mañana, como siempre hacía, pero igualmente no es como si alguien viniera a Otafuku Gai a dormir.
—Oh, ahí va.
Kakashi resistió el mirar hacia el otro lado de la habitación donde dos hombres estaban sentados junto a una segunda ventana abierta. Por esta ventana una gran cámara negra apuntaba, la película había sido usada hacia unos días, y ahora sólo era buena para hacer acercamientos y espiar a través de las ventanas de otros hoteles. Ambos hombres tenían los ojos pegados a ella, intercambiándola entre ellos con carcajadas.
—Tiene que ver esto, Senpai, él realmente va a hacerlo ahora. —Uno de ellos dijo, riéndose perversamente.
Kakashi fingió un bostezo y acomodó la barbilla sobre su palma. En lugar de aceptar la invitación a ver a través de la cámara, mantuvo los ojos viendo hacia la calle de abajo, apenas poniéndole atención a algo. Un hombre estaba vomitando en un callejón lejano, y un poco más cerca, otro hombre estaba siendo empujado por una puerta, probablemente porque ya no tenía dinero. Sólo un par de molestias desarmoniosas en una escena llena de regocijo y lascivia. El movimiento en una ventana que quedaba directamente frente a la suya le hizo mirar hacia ese punto. Una mujer estaba echando un vistazo en una habitación del prostíbulo, admirando la lluvia. Vio a Kakashi también y sonrió. Se inclinó hacia adelante para mostrarle su amplio escote, y movió un dedo hacia él, invitándolo silenciosamente a ir, para conocerla y su precio.
Él vio a través de ella, tocando el colguije alrededor de su cuello antes de moverse para cerrar la persiana de madera con decisión. Con la vista de la prostituta y la calle bloqueadas, su mirada no tenía a donde más vagar más que alrededor de su pequeña y sucia habitación que olía a té viejo y moho. En lugar de arriesgarse a ver a los hombres y el monitor al que estaban jadeando, él optó por cerrar los ojos y pensar en casa.
—Vamos, nalguea a esa putita.
—Mira su cara, ama esto.
Una risa profunda. —Ouch, eso tuvo que doler. Desearía que tuviéramos más película para esto.
—Acércalo, acércalo. Quiero ver esas tetitas rebotando.
Kakashi levantó la cabeza fuera de la pared. —Jin, Ari, —Su acerbo tono cortó los pervertidos susurros y risas de los dos hombres. —Es su compañera de equipo.
Ellos simplemente le miraron, claramente preguntándose cómo eso era relevante. —Nuestra compañera de equipo terminó hace horas. —Dijo Jin. —Sin embargo, tres pisos debajo de ella, hay una rubia muy guapa que parece disfrutar de la vaquera inversa.
—Si Sakura terminó, ¿Por qué no ha regresado todavía? —Kakashi se levantó y caminó a través de la habitación para sacar la cámara del tripié, sin importar las protestas de los ninjas de Raíz. Movió el lente de la cámara y lo concentró en la ventana de la habitación de su objetivo. Todo estaba oscuro.
—¿Quién sabe? Son amantes. Los amantes duermen juntos. —Ari apuntó a la ventana. —¿Ya viste a la rubia?
Kakashi arrojó la cámara en el regazo de Ari, retrayéndose a su lado de la habitación. No sería la primera vez que Sakura pasaba la noche entera con su objetivo, pero siempre le ponía nervioso. Entre menos tiempo pasara en compañía de uno de los más feroces peleadores en el País del Rayo, más años eran salvados de la vida de Kakashi.
Jin se giró hacia Ari poniendo los ojos en blanco. —Sólo está siendo un aguafiestas porque ha estado en Otafuku Gai por tres semanas y sigue sin tener suerte.
¿Cuál era el punto de responderle a esos tipos? Era igual a hablar con gorilas. Kakashi suspiró y dejó que su cabeza golpeara contra la pared. Que se siguieran apretando a través de los pantalones. ¿Si su compañera de equipo lo descubriera…? Bueno, lo que ella no supiera no la lastimaría. Necesitaba creer que al menos sus compañeros eran profesionales cuando hacían la vigilancia para mantenerla segura, e incluso si eso no fuera cierto, Kakashi no creía que necesitara ser puesta al corriente y humillada.
Un silencioso golpe fue dado en la puerta.
Kakashi se puso rígido, su mano automáticamente moviéndose para cubrir el tanto en el suelo junto a él. No se relajó ni siquiera cuando una voz femenina habló. —¿Alguien ordenó un gorro para dormir?
Él intercambió su dura mirada entre Jin y Ari, quienes no estaban tan preocupados por la persona del otro lado. —¿Ordenaron un gorro para dormir? —Siseó en voz baja.
—Relájate, es sólo una bebida. —Jin dijo alegremente.
—Estamos en una misión encubierta. —Gruñó, apuntando con la mirada al equipo de la cámara apuntando hacia la ventana. —Si somos descubiertos, provocaremos otra guerra con las otras naciones.
—Es sólo una bebida. —Jin bufó de nuevo mientras Ari gritaba hacia la puerta. —¡Entra!
Una mujer delgada de cabello claro sobre sus rodillas abrió la puerta y dejó una bandeja dentro en el suelo, de la manera sumisa que era tan popular en este sitio creado para satisfacer el deseo masculino. Ella se levantó, entró, y se arrodilló una vez más para cerrar la puerta antes de llevar la bandeja con bebidas hacia los dos hombres que le animaban. Notó el equipo de grabación inmediatamente. Debía estar ciega como para no hacerlo.
—¿En qué están metidos ustedes tres? —Dijo con una coqueta sospecha. —¿Son vouyeristas?
—Artistas. —Dijo Jin.
—Fotógrafos. —Dijo Ari.
—¿Te gustaría ser nuestra siguiente modelo? —Preguntó Jin.
La mujer se río y ondeó la mano hacia él. —Oh, tú. —Dijo. Kakashi sospechó que probablemente le cortejaban continuamente y tenía un largo repertorio de líneas para rechazarlos.
—¿Qué tal un besito de buenas noches para acompañar nuestras bebidas? —Jin preguntó, jalando de un brazo a la mujer hacia su regazo. Ella cayó con un grito de sorpresa y Kakashi se tensó de nuevo, los dedos curveándose en la funda de madera de su espada, hasta que la mujer se río y se movió juguetonamente.
—Tendrán que pagar extra por eso, chicos. —La sirvienta dijo con una risa forzada.
—Eso será todo. —Kakashi dijo cortante. Tenían un trabajo que hacer. La falta de profesionalismo de sus colegas podría esperar hasta que su tarea actual estuviera finalizada.
—Aguafiestas. —Ari gruñó.
—¿Quién es él? —Preguntó la sirvienta.
—El director de iluminación. —Jin le dijo, sus manos moviéndose con libertad por encima de sus muslos. —Los artistas como él son muy temperamentales. Que no te afecte.
—Huh. —Ella se levantó de su regazo y los reverenció. —Gracias por su pedido, caballeros. Les deseo buenas noches.
Mientras la mujer caminaba hacia la puerta con la bandeja vacía, Ari y Jin dirigieron miradas con un pico de molestia a Kakashi como si todo fuera su culpa. Lo que así era, por supuesto. Pero apenas ella iba a cerrar la puerta detrás de sí, Kakashi se puso en pie y cruzó la habitación para detenerla.
Ella echó un vistazo a las pesadas monedas de oro que él le extendía. Inmediatamente su comportamiento se volvió de nuevo coqueto y seductor. —¿Cambió de parecer? —Ronroneó.
Kakashi le dio el dinero. —No le digas a nadie sobre nosotros… los fotógrafos. A tus amigos, o a tu jefe. A nadie.
Ella aceptó el dinero. —¿Algo más? —Preguntó con falsa docilidad. Claramente esperaba que él le pidiera otra cosa.
Kakashi retrocedió a la habitación y cerró la puerta en su cara. Por la ventana, Jin y Ari juntaron sus copas de sake en un brindis mudo. —Eso fue estúpido. —Dijo con aspereza. —Si ella habla-
—Eh, sólo la mataremos después, antes de que tenga oportunidad. —Jin murmuró encogiéndose de hombros, sus ojos de vuelta en la pantalla de televisión. —No es la gran cosa.
—Sin matar. —Kakashi suspiró. —Eso será todavía más sospechoso. Pero si esta misión se va al drenaje, pueden estar seguros de que le diré a Danzou quien es exactamente responsable.
—Piensas que te creería, a ti, el caído Ninja que Copia, por encima de nosotros, ¿dos capitanes de Raíz? —Ari levantó una ceja hacia él. —Si esta misión fracasa, ¿De verdad crees que él pensará que no tuviste nada que ver? Eres el único aquí con un interés en sabotearla.
Kakashi le miró con frialdad. Podía detectar la amenaza ahí. Por puro caprichoso, esos dos podrían arruinar la misión y poner en acción la cuarta guerra ninja, sólo para meterlo a él en problemas. Amarían eso. Danzou amaría eso.
Jin agarró el brazo de Ari, sus ojos pegados en la cámara. —Aquí viene, él está terminando- ¿Está? – No lo creo ¡Se cayeron de la cama!
—¡Déjame ver!
Los dos hombres rompieron a reír mientras Kakashi se giraba, su mandíbula apretada. —¿Terminaron? —Kakashi preguntó fríamente.
—Sí, como sea. —El Capitán de Raíz bebió todo su sake y se levantó. La excitación haciendo una tienda de campaña en sus pantalones era tan obvia como predecible. —Voy a buscar algo de diversión… ¿Vas Jin?
—Seguro.
—Puedes continuar con la vigilancia. —Ari dijo. —Y luego puedes ir a recogerla dado que la amas tanto.
Los dos salieron de la habitación, dejando a Kakashi viendo con resentimiento la cámara todavía apuntando hacia la noche.
'Seducción' no era la palabra que encajaría con todo el acto. Como la mayoría de las personas, Sakura tomó su conocimiento sobre las misiones de clase X de los muy romantizados libros y películas del tema. Ahí, la seducción significaba largas miradas, faldas cortas, escote llamativo, palabras ardientes susurradas al oído, labial, música sexy, y mucha confianza. Significaba bares llenos de humo y apenas iluminados o incluso hoteles sórdidos. No era algo que creía podría hacer de manera convincente.
Pero sólo había tomado una mirada.
Un poco de luz se estaba filtrando a través de un quiebre en la puerta corrediza. Sakura estaba acostada en la oscuridad, viendo las diminutas esporas de polvo entrar y salir de la vista, ocasionalmente interrumpidas por una sombra pesada que pasaba por el corredor, perteneciente a algún cliente lento y borracho, o a un miembro silencioso del equipo de limpieza.
Sakura arrastró su mirada reluctantemente de vuelta hacia la larga figura que chirriaba junto a ella. él no se veía tan joven como su foto de perfil sugería. Un poco más calvo, un poco más delgado. Esas noches en que caía dormido sin más luego de hacerlo y se olvidaba de despedirla eran las peores. Se quedaba estancada ahí, escuchando su molesto silbido mientras exhalaba e inhalando su olor desagradable, incapaz de dejarlo para que él le reprendiera la siguiente ocasión en que le viera, e incapaz de dormirse hasta que él se fuera. Algunas veces le asombraba cuán sencillo sería estirar las manos y aplastarle la garganta, terminando todo. Había ocasiones en que se tenía que dar una sacudida y advertirse que este hombre era un peón inocente en todo esto. Era ella, después de todo, quien lo tenía como objetivo. Era ella quien había aceptado volverse su amante, y había sido demasiado sencillo.
Lo conoció en el onsen. Los baños mixtos eran una tradición que seguía aferrada con fuerza a Otafuku Gai, y era difícil encontrar una casa de baños en que no te vieras obligado a compartir una bañera caliente con el sexo opuesto. Cualquier otro día, Sakura hubiera preferido bañarse sola en un diminuto y sucio baño que meterse con un puñado de hombres extraños, pero no podría darles a sus escoltas suficientes buenas excusas como para que ellos dejaran correr tan perfecta oportunidad. Kakashi no había dado ninguna opinión. Como cuidador era increíblemente no intervencionista, y Sakura estaba muy agradecida por ello. Mientras sus escoltas, Jin y Ari, planearon observar su primer encuentro con su objetivo, Kakashi lo evitó. Ninguno de ellos quería que él la viera desnuda, aunque Jin y Ari estaban irritantemente ansiosos.
Pero el encuentro le quitó cualquiera de las expectativas que ella tuviera sobre seducción. Era difícil sentirse sexy metida en una alberca cuadrada casi llena con hombres de mediana edad sin una pizca de maquillaje. El vapor le había tintado las mejillas y su incorregible cabello nunca le sentaba estando mojado. Sin faldas cortas, sin labial, sin escote favorecedor. No había nada para tentar o provocar. Todo lo que poseía estaba a la vista para cualquiera que quisiera ver, y ella se hundió hasta que el agua le llegó a la barbilla, preguntándose qué hombres de esta habitación serían sus escoltas de Raíz. Nunca se quitaban las máscaras en su presencia… y ella no tenía idea de si el hombre abanicándose a su derecha era otro ninja de Suna tomándose unas vacaciones, o uno de sus verdugos que estaría observando todo y escuchando todo lo que ella dijera, listo para reportar si ella mostraba alguna señal de no estar dándolo todo para esta misión – o peor, si deliberadamente la estaba saboteando.
El único hombre que reconocía estaba del otro lado de la alberca, y sólo porque Kakashi le había dado su fotografía. Su mirada se encontró con la de ella y por un momento la sostuvo. Eso fue todo lo que tomó. Toda su agonía sobre cómo se suponía se acercaría a un extraño por el cuál no sentía ninguna atracción o conexión fue en vano. En pocos minutos, él se acercó y su cuerpo flacucho estaba inclinado contra la pared de la bañera junto a ella en la más repulsiva muestra de encanto masculino. Él necesitó poco ánimo para creer que ella estaba interesada. ¿Cuál era su nombre? Sakura. ¿De dónde era? Konoha. ¿Una kunoichi? Por supuesto. ¿No es Konoha un mal sitio para las kunoichi justo ahora? Esa era la razón por la que se había ido. ¿Al Hokage no le importaba que no estuviera en la Aldea? Sakura tenía permiso. ¿Sabía ella lo lindos que eran sus ojos? Gracias.
No pareció importar a Suda Hiroshi que Sakura nunca le sonrió ni le mirara a los ojos. Que ella no le estuviera bañando con gas pimienta era todo el entusiasmado consentimiento que necesitaba. Para el final de esa primera noche ella ya estaba en su habitación de hotel, entre sus sábanas, resignada a que acabara lo más pronto posible. Había esperado, tal vez ingenuamente, que su objetivo fuera un tipo al que le gustaran los acostones de una noche, y una vez que esto estuviera hecho, él estuviera contento de no verla jamás. Pero una mujer dispuesta a dormir con él sin demandar dinero a cambio debía ser una especie con la que no se cruzaba frecuentemente. Cuando él preguntó si ella permanecería en la ciudad algunos días más, ella respondió sombríamente que sí, y que estaba 'dispuesta a verlo de nuevo'. Seguro tenía la impresión de que habían sido grandiosos juntos. Sakura decidió no romperle la burbuja, aunque tuvo que regresar a su propia habitación de hotel la mañana siguiente, adolorida, y gruñéndole injustamente a Kakashi cuando él se atrevió a preguntar si estaba bien.
No podía culpar con la consciencia limpia a Suda Hiroshi por ser parte inconsciente de esta degradación. Pero podía culparlo por las mordidas y moretones en sus muñecas. Podía culparlo por jalarle con tanta fuerza el cabello y por encontrar divertidos sus ruegos porque fuera más lento en lugar de tomarlo como algo que debía respetar. Hiroshi tal vez podía ser ignorante de por qué Sakura lo había elegido a él de todos los hombres en este onsen, de todos los baños en Otafuku Gai, pero algunas de las cosas que había estado obligada a 'consentir' cuando estaba con él le habían dejado preguntándose si este hombre trataba mejor a sus enemigos que a sus mujeres.
Llevaba ya tres horas tendida, mortalmente cansada, con cada segundo que pasaba intensificando su frustración. Los ronquidos de Hiroshi sólo se estaban haciendo más profundos, y jalarse el cabello estaba comenzando a sentirse como una buena manera de lidiar con esto. Incapaz de soportarlo más, salió de la sábana que había estado bajo sus brazos y comenzó a levantarse fuera del futon.
La respiración de Hiroshi cambió, dándole apenas una fracción de segundo como advertencia antes de que su mano se moviera y se apretara alrededor de su brazo superior. —¿A dónde vas? —Demandó saber, incluso si seguía medio dormido.
—Me voy. —Dijo cortante.
—Regresarás. —Gruñó, y se giró para continuar roncando.
Por supuesto, Sakura regresaría… cuando Jin y Ari decidiera que debía regresar. No era porque, como él creía, le gustara la fea y cara joyería que le daba, o su horrible mano en la cama. Se levantó y vistió antes de deslizarse en silencio hacia la puerta. por ahora, al menos, otra noche se había acabado y ella estaba libre.
Armado con un paraguas rojo Kakashi estaba bajo la lluvia, insensible a las increíbles mujeres que le gritaban desde alerones que les ofrecían protección fuera de sus prostíbulos, diciéndole que no fuera tímido. Sus ojos permanecieron entrenados en la puerta del hotel, preparado para esperar toda la noche si tenía que hacerlo. Un gran grupo de personal estaba de pie alrededor de la entrada, claramente en su descanso para fumar. Y luego, de pronto, ahí estaba Sakura, emergiendo entre los cuerpos con cualquier trazo de maquillaje limpio de su rostro y su cabello peinado en un apretado y húmedo moño. Encontró sus ojos con tristeza, usando un abrigo verde claro que era más largo que el vestido de cocktail que ella vestía debajo.
Ninguno de ellos dijo nada mientras él le ofrecía el paraguas y ella se paraba bajo éste. Echaron a andar uno junto al otro bajo su tela roja, lentamente. Sólo habían llegado a mitad del bloque antes de que ella se detuviera por completo. Kakashi le miró con curiosidad.
—Yo… no tengo muchas ganas de regresar.
Él asintió en entendimiento, sabiendo exactamente qué estaba tan reluctante de enfrentar. —No están ahí.
—¿Dónde están?
¿De putas, porque verla cogerse a su objetivo los había puesto duros? —Fueron a beber. —Dijo diplomáticamente. —Probablemente no estén de regreso hasta la mañana.
—Aún así… —Dijo, frotándose el brazo con timidez. —¿Podemos ir a algún lado antes de…?
—Seguro. —Dijo suavemente. —¿Dónde te gustaría ir?
Él creyó que le gustaría ir a un bar o a un buffet, pero en lugar de ello, ella asintió hacia el río. —¿Podríamos… ir al parque?
Eso le sorprendió. El parque no era un destino popular a esta hora de la noche y en este tipo de clima, pero tal vez ese era el punto. Él asintió de nuevo y caminó con ella hacia la colina por la que bajaba el río, donde las luces y los sonidos de la vivaz ciudad se desvanecían detrás de ellos y una oscuridad se extendía del otro lado del agua que corría. La puerta estaba cerrada, para mantener lejos a los borrachos e indiscretos amantes que tendían a rondar por ahí buscando lugares para profanar en la noche, pero eso no era problema para un par de ninjas. Treparon por encima de la barrera y continuaron por el apenas iluminado camino hasta que llegaron a una fuente circular rodeada por un cuadrado formado por bancas. Incluso si los asientos estaban empapados con lluvia, Sakura se sentó en uno sin pensar.
Deseando que hubiera pensado en usar algún tipo de ropa interior impermeable, Kakashi se sentó estoicamente junto a ella, manteniendo el paraguas levantado para que al menos no se mojaran todavía más.
Sakura no habló. Parecía satisfecha con simplemente ver el agua saliendo de la boca de los tres peces de piedra, y Kakashi no tenía deseos de presionarla a tener una conversación si todo lo que quería hacer era ver a los peces.
Pero entonces ella tomó un profundo aliento. —¿Podrías cerrar el paraguas?
Él titubeó. —Nos empaparemos. —Puntualizó, aunque probablemente ella lo sabía. —No quiero que pesques un resfriado…
—No puedes pescar un resfriado de la lluvia. —Dijo con calma. —Es un virus.
—Correcto. —Porque eso le iba a tranquilizar y ciertamente le haría recibir con contento la idea de ser empapado hasta el hueso con agua helada. Pero si eso era lo que quería…
Kakashi cerró el paraguas y lo dejó en el asiento junto a él. De golpe, las gotas de lluvia estaban tamborileando sobre su cabeza y arrastrándose por su nuca. Él apretó el cuello de su chaleco alrededor de su garganta y cruzó con fuerza los brazos, pero Sakura no estaba preocupada por la lluvia. Ella levantó la cabeza para recibirla y la dejó mojarle el vestido.
Ella estaba llorando. Quería sentir la lluvia caer porque no quería que él se diera cuenta, pero era su decisión y él jugaría a mantener la actuación si eso le hacía sentir mejor.
Aunque, después de un rato, él comenzó a temblar un poco.
Sakura lo notó y se giró distraídamente como si acabara de notar que él estaba con ella. —Lo siento, probablemente no era una buena idea. Podemos regresar al hotel si quieres. —Dijo, quitándose la lluvia y las lágrimas de la cara.
—Nah. —Dijo, obligándose a dejar de temblar. ¿Por qué no parecía sentir el frío como él? —Los dos idiotas tal vez regresaron a casa antes.
Ella miró el suelo. —Si no estamos ahí para cuando ellos regresen, estaremos en problemas. Se supone que no me deben dejar sin supervisión.
—Estoy aquí. —Apuntó.
—Ellos no confían en tu supervisión, ¿Recuerdas? —Dijo tristemente.
Kakashi sólo respondió con un gruñido monosilábico y miró hacia las sombras bajo los árboles. Disfrutaba hablar sobre las dolorosas restricciones que tenían durante esta misión tanto como Sakura. Esa era la razón por la que pasaban tanto tiempo en silencio estos días. Cuando dolía discutir de la pesadilla en la que estaban, la charla casual era incapaz de cubrirlo, así que no quedaba mucho que decir.
Pero esta noche Sakura rompió su silencio. —Este tipo… —Susurró, su voz apenas más que un delgado aliento que casi se perdía bajo el ruido de la caída de lluvia. —No puedo soportarlo… no aguanto su olor, su aliento, ni sus manos, o la forma en que habla. Es horrible. Desearía… desearía simplemente poner mis manos alrededor de su cuello y apretarlo hasta que…
Posiblemente era la primera vez que hablaba de esto desde que él había golpeado su puerta un mes atrás para iniciarla en lo que el Hokage Danzou llamaba un 'emocionante programa nuevo'. Kakashi no pudo evitar que regresaran los temblores. Aunque había intentado evitar ver al sujeto de aquellas fotografías, no había sido totalmente exitoso. Incluso si hubiera conseguido evitar ver la mayoría de las cosas que Sakura había sido obligada a soportar, sólo podía suponer que la reputación de su objetivo referente a la violencia que mostraba dentro y fuera del campo de batalla no debía tomarse a la ligera. Incluso se preguntó si esa era la razón por la que Danzou había elegido a este hombre en particular como su objetivo.
—Sin matar. —Kakashi le recordó con suavidad. —La Aldea de la Nube no puede ser alertada sobre lo que estamos haciendo aquí, y si el mismo Suda Hiroshi lo sospechara alguna vez…
—Lo sé. —Jadeó.
—Terminará pronto.
—Esto no terminará. —Insistió. —Estoy atorada aquí hasta que se complete el objetivo, pero ¿Y si eso no es posible…?
—¿Qué quieres decir? —Preguntó en voz baja.
Ella volvió a ver la fuente, perdida en la completa desesperanza de su situación. La fría y mojada mano de Kakashi se movió para tomar la de ella, intentando asegurarle que al menos no estaba sola, y ella saltó, asustada, y le miró repentinamente. —Huyamos, sensei.
—¿Qué?
—Justo ahora, vayámonos. —Dijo, volviendo a la vida mientras un nuevo fuego bailaba en sus ojos y sus dedos apretaban los de él. —Dijiste que esos idiotas no regresarán hasta la mañana- si comenzamos a correr ahora, podríamos estar en el País del Aire antes incluso de que se den cuenta de que no estamos. ¡Podríamos tomar asilo en Suna!
Él intentó sonreír, pero era doloroso. —Suna sería uno de los primeros sitios en que los cazadores de Danzou nos buscarían.
—Pero-
—Ya hablamos de esto tres semanas atrás. —Le recordó con cuidado. —Sólo tres ninjas renegados han sobrevivido más de un mes. Orochimaru, Sasuke, y Naruto. ¿Realmente crees que tienes la oportunidad si te comparas con ellos?
Odiaba decirlo. Observar la esperanza desvanecerse de su cara le hizo sentir como un imbécil, pero cuatro semanas atrás, cuando él le informó de su misión, le dijo que la opción de huir estaba ahí. Pero era suicidio entonces y era suicidio ahora.
—Entonces, ¿Estás diciendo que tengo que soportarlo? —Preguntó, y su voz ya no era tranquila ni calmada.
—Lo sé, no es justo. —Jadeó. Ni por un momento él había subestimado cuán difícil sería esto para ella, y no tenía duda alguna de que estaría sufriendo. Todas sufrían. Todas las mujeres en este programa sólo tenían dos opciones -hacerlo o morir-, y había visto a algunas romperse mucho antes que Sakura.
No quería ver que Sakura fuera declarada traidora y cazada, pero ¿En serio sería mucho peor que lo que estaba soportando ahora? Originalmente rechazó su sugerencia de huir de la Aldea, pero quizás ahora, luego de experimentar la misión, ella había reevaluado su situación. ¿Tal vez una vida corta huyendo con nada más que la certeza de la muerte para avanzar era mejor que esto?
Kakashi volvió a apretarle la mano. —Podemos huir. —Dijo. —Si es lo que quieres.
Y él lo decía en serio. En este preciso momento estaba listo para ponerse de pie y comenzar a correr -para dejar a todos y todo detrás- con el único fin de dar una diminuta probada de libertad de nuevo.
Pero la luz se había ido de los ojos de Sakura y no volvió. Ella le sonrió débilmente, con gratitud, pero alejó su mano de vuelta a su propia rodilla y se rindió. —No… esto es egoísta. No puedo pedirte que mueras conmigo, y te meterás en problemas si escapo bajo tu guardia. Danzou sospechará de ayudarme y luego…
Luego probablemente sería ejecutado de la misma forma que la mayoría de los ninjas insubordinados y detractores.
—Lo siento, no debí decir nada. —Dijo ella, manteniendo la compostura tan fácilmente como si se hubiera puesto una máscara. —Regresemos al hotel.
Él buscó su cara. —¿Estás segura?
Todo trazo de desespero y esperanza se había ido. —Estás temblando, sensei. Regresemos.
Como si todavía sirviera de algo, él abrió de nuevo el paraguas y juntos caminaron de vuelta al mismo sucio hotelillo en el que él había estado escondiéndose todo el día. Ella dormía aparte de sus compañeros de equipo, en una habitación al fondo del corredor que era más pequeño y con el espacio suficiente como para un futón y un tubo del que colgaban las ropas seleccionadas para la misión y que ella llamaba sus 'disfraces'. En su puerta, ella le acarició el brazo y entró. —Gracias por escucharme. —Fue lo último que dijo a él antes de cerrar la puerta por completo.
Mañana regresarían a no decir nada de esto. Luego la llamada llegaría, y Sakura sería enviada de nuevo, y sería otra larga noche de escuchar a Jin y a Ari calentándose por la cámara, y de saber que, aunque era doloroso para Kakashi, no era nada comparado con lo que Sakura estaba lidiando.
Kakashi regresó a la habitación que compartía con los idiotas, contento de que no se contuvieran de frecuentar la ciudad cuando sus ordenes habían sido cuidar a Sakura cada momento desde el amanecer al atardecer y todo en medio. Con suerte ambos tendrían sífilis para el momento en que esto se acabara.
En la esquina de la habitación todavía estaba la cámara en el tripié con un paquete de fotografías puestas contra la pared. Serían entregadas a Danzou eventualmente, ya fuera como prueba de que la misión había sido llevada de acuerdo al plan o para darle al viejo cabrón una ayuda masturbatoria. Él se quedó viéndolas. Cada fotografía era una prueba del sufrimiento de Sakura, una fiel documentación de cada dolor y humillación. Le daba asco. Quería quemar el paquete y todo su contenido así nadie sería testigo de su violación, pero al mismo tiempo sabía que esto era precioso. Su sufrimiento era para gente como Jin y Ari nada más que pornografía. Para Kakashi, una diminuta ventana para entender lo que Sakura estaba pasando… y volvió los ojos lejos de ella.
No era su lugar en esta misión entender o atestiguar nada. Estaba aquí para asegurarse del éxito de la misión, pero, sobre todo, para asegurarse que Sakura estuviera sana y salva.
Era una pena que fallaba en este objetivo cada noche.
Había una mancha de agua en el techo que parecía tener la forma de un renacuajo. Sakura estaba tendida de espaldas sobre sus mantas y se le quedó viendo, preguntándose qué tan vieja sería y qué la había causado, y preguntándose si el agua de la lluvia que estaba penetrando en el futon bajo ella causaría un fenómeno similar para los clientes de la habitación de abajo.
No tenía deseo de cambiarse. Tampoco de secarse. Cada vez que regresaba al hotel era otra larga lucha para convencer a sus extremidades de cooperar y hacer la misma rutina nocturna. Era un cliché que la marca de la violación era algo que hacia que uno quisiera lavar y tallar la piel hasta que quedara rosada y dolorida. La realidad era que Sakura no quería quitarse la ropa ni una vez más. No quería estar desnuda, no quería ser vulnerable, y estaría toda la noche tendida en la cama mojada con su vestido de cocktail arruinado sólo si Kakashi no lo fuera a notar y comenzar a preocuparse. Bueno, él ya estaba preocupado, pero ella no quería provocar más lástima de su parte, sin importar qué tan bien la escondiera.
Se suponía que tendría que volverse más sencillo, ¿No? Luego de un tiempo las manos que le apretaban se volverían menos perturbadoras, el aliento menos vil, y el dolor más nublado. Pero no era así. Era una herida que seguía siendo picada, abierta una y otra vez, incapaz de sanar hasta que la infección ya estaba dentro y cada vez que ella iba con él se sentía como si fuera a morir si tenía que aguantar un momento más-
Cerró los ojos y dejó que esos pensamientos se esfumaran.
Levantándose de la húmeda impresión en las sábanas, letárgicamente comenzó a sacarse el abrigo y se bajó el vestido hasta la cintura. Nuevos moretones estaban desarrollándose a lo largo de sus brazos, pero no había nada que pudiera hacer sobre eso. Hiroshi notaría si se sanara ella misma de todas las heridas que sin duda le provocaban orgullo personal. Y ¿Qué eran unos moretones al final del día? Sólo vasos rotos y sangre vieja. Había sido pisada y pateada y golpeada por más hombres y mujeres de los que se acordaba. Había sido apuñalada, pasada encima, garroteada, aplastada, ahogada e incluso enterrada vivía. No había nada que temer de moretones, y para Hiroshi, ella no era mucho más que una de las prostitutas en una ciudad donde las prostitutas abundaban, y si no le gustaran los hombres rudos entonces ya lo hubiera rechazado.
Probablemente no se había dado cuenta que esa no era una opción disponible para ella.
Las joyas y el dinero que le daba, como todas las amantes merecían, se suponía tenían que ser entregadas a su cuidador, Kakashi, o, ya que usualmente fallaba en pedirlas y se rehusaba cuando ella las ofrecía, a uno de sus compañeros de equipo que eran 'sus superiores'. Imaginaba debía resentir ese dinero; era el valor monetario de su cuerpo y dignidad, y se sentía particularmente ligero en su mano. Pero era sólo dinero y piedras tontas, y si alguien las merecía, era ella, no esos pervertidos. Así que el dinero iba directo a su bolsa, sin contarse, y tal vez un día sería de uso cuando finalmente decidiera huir.
Mañana, se prometió a sí misma. Ese día sería mañana.
Pero eso se había estado diciendo desde la primera noche, y todavía tenía que actuar. ¿Era porque estaba asustada de lo que le pasaría si abandonaba la misión? Cuando inspeccionaba sus sentimientos, sólo se quedaba más confundida. Sabía que prefería arriesgarse a morir que completar la misión, entonces, ¿Por qué se estaba haciendo esto? ¿Por qué se quedaba?
Porque había otra opción. Era una opción que apenas había contemplado de manera consciente, pero estaba ahí en el límite de su consciencia rehusando a irse, recordándole que entre arruinarse y la muerte había otra opción, si sólo fuera lo suficiente valiente como para tomarla.
Entonces, ¿Era valor por lo que estaba esperando?
¿Era sencillamente una cobarde?
Sakura jaló un yukata seco y se cambió en él. Pero algo había caído en el suelo que hizo que sus entrañas se contrajeran cuando lo notó.
Fue el comienzo de todo. Era el heraldo de su misión final para Konoha, y no importaba si cerraba los ojos y pretendiera que todo era una pesadilla de la que podía despertar en cualquier momento, sólo tenía que abrir los ojos y mirar esta cosa para saber que las pesadillas podían ser muy reales.
Lo levantó aturdida y se preguntó cómo algo tan inofensivo podía hacer que su mano cosquilleara y su estómago se revolviera. Sólo era un rollo; un rollo rojo. Sin embargo, su color, en esta forma, cargaba con un peso que le hacía temblar.
Un golpe contra su puerta le hizo saltar y casi se tronaba el cuello mientras se giraba hacia ella. El panel deslizante chirrió abriéndose. Su labio se curvó al ver a Jin ahí, una botella en su mano. —Tú. —Su voz venía escurrida, mientras el molesto olor de alcohol, perfume barato y sexo le cubrían. —¿Ya estás embarazada?
Sakura sacudió una vez la cabeza, ira ardiendo bajo su piel.
—Perra tonta. —Dijo con hipo para luego eructar. —Estamos atorados hasta que lo estés, así que apúrate. Las putas cobran mucho aquí.
Ella permaneció estoicamente en silencio mientras él tomaba otro sorbo de su botella y se internaba más en su habitación.
—Por pura curiosidad, ¿Cuánto cobras por dejar que un tipo te termine así en toda la cara?
Sin detenerse a pensar, porque cualquier momento de duda le habría recordado que atacar a un superior era una mala idea, corrió hacia la puerta y se arrojó con todo su peso e impulso en una patada que envió a Jin a volar contra la pared del otro lado del estrecho pasillo. Él no se levantó de nuevo. Sólo se quedó ahí, gruñendo e intentado abrir los ojos. Una puerta distante en el corredor se abrió y Kakashi salió de ahí, vestido en su propia bata de noche.
—¿Qué sucede? —E incluso si su compañero de equipo estaba ahí tendido en el suelo, fue a Sakura a quién vio cuando preguntó: —¿Estás bien?
Ella le miró, y ansiosamente se preguntó si había escuchado lo que Jin dijo antes de que lo mandara a volar -el tipo no había sido lo suficientemente cuidadoso. Era irracional sentirse fría y sudorosa por el pensamiento de que él hubiera escuchado el lujurioso comentario de Jin sobre ella cuando sin duda había visto las cosas que hacia con Hiroshi cada noche. Aun así, había algunas cosas que no quería que Kakashi pensara de ella.
Tragando, murmuró algo sobre idiotas borrachos y regresó a su habitación. Odió la mirada que él le dio mientras cerraba la puerta, como si siempre hubiera algo que él quisiera que dijera. Él usaba esa mirada como si todo lo que tuviera que hacer era pedirlo y él haría cualquier cosa para ayudarla, sin importar cuánto demandara. La mirada le gritaba. ¡Sólo pídelo! Excepto que ella ya había pedido, y él había lucido como si sufriera y le había explicado que huir de esta misión estaba próximo a ser imposible.
Entonces, ¿Cuán lejos llegaría su ayuda?
Esta noche, Kakashi arrastraría a Jin a la cama, como hacia la mayoría de las noches hacía, y cuando el hombre despertara en la mañana probablemente no recordaría nada. Entonces después vendría otra llamada, y ella tendría que ir a ver a Hiroshi de nuevo. Y luego otra vez. Y otra vez.
Sakura se hundió en la cama con un suspiro bajo que se quedó atrapado en su garganta. Incluso aquí, sola, donde no tenía que esconderse de nadie, no podía arriesgarse a romperse. Controló su respiración y cerró los ojos y… sintió algo en su mano. Todavía estaba sosteniendo el rollo.
Se deslizó de sus aturdidos dedos y rodó por el inclinado suelo para chocar contra una montaña de ropa mojada. Se le quedó viendo en la débil luz de la luna, y el tinte rojo era tan grueso que se veía negro.
—Cobarde… —Susurró así misma mientras cerraba los ojos y caía dormida.
Ahí, al menos, estaba libre de las pesadillas.
Notas de traducción:
El siguiente capítulo... me había olvidado francamente de él, pero pueden esperar algo grato luego de todo esto. Gracias por tomarse algo de su tiempo para leer y comentar ^^~
Sakura-chan: Yo creo que este capítulo respondió algunas de tus dudas, sobre todo con Hiroshi. Por desgracia, seguiremos viendo más de este tipo, aunque me generó dudas el que escribieras "ya ha sido usado con anterioridad, no sospechará algo?", así que tuve que releer por si había quedado en la traducción esa insinuación. En realidad, lo que dice el perfil es que "Está acostumbrado a tener amantes", pero creo que aquí explica que es porque está acostumbrado a pagar a las prostitutas (para que actuen como tal) y que Sakura no es la primera con la que tiene una 'relación' parecida. No es que lo haga mucho mejor. La posición de Kakashi no es que sea más sencilla, pero incluso él está consciente de que quien se lleva lo peor es Sakura y esto va a ser recurrente en los siguientes capítulos. Ojalá pudiera discutirlo más, pero contaría como spoiler. Gracias por leer y comentar .
