Alerta de contenido: Violencia, violencia sexual.


El Rollo Escarlata

Brasas


Kakashi no durmió mucho esa noche, pero raramente lo hacía. Usualmente era despertado por los dos idiotas que se metían a tropezones alrededor de las cuatro o cinco de la mañana para llenar la habitación con una peste a alcohol y ronquidos colosales que mantenían incluso a los otros huéspedes despiertos. Pero el insomnio de Kakashi esa noche tenía otra causa diferente.

Sakura le había pedido engendrar un hijo con ella.

Ella no estaba pensando claramente, obviamente, o jamás lo hubiera sugerido. Tendría que estar muy desesperada para…

Pero, por supuesto, estaba desesperada. Kakashi había atestiguado cómo había sido lentamente derrotada con los días y semanas que pasaban. Esa era la razón por la que él se había arrojado tan devotamente a encontrar algo divertido o interesante que hacer cada día o ella perdería esa sonrisa tan descarada y despreocupada que se estaba volviendo tan increíblemente rara de ver. Cada día parecía un poco más difícil para ella unirse a la diversión que le mostraba -sin importar si eran teatros, bares, clubes de karaoke, buffets, casas de baño o salones de masaje. ¿Sabía cuánto tomaba encontrar lugares como esos que no involucraran desnudistas y 'finales felices'? Un día cercano temía -con una palpabilidad que estrujaba su corazón- que ella caería completa e irrevocablemente en el desespero, y no habría nada que él o alguien más pudiera hacer para reparar el daño que la misión le había hecho.

Para estar así de desesperada que le pidiera ayudarla de esta manera… Kakashi estaba asustado de que ella ya hubiera pasado al punto de no retorno.

¿Qué tal si eso era exactamente lo que necesitaba ella? ¿Estaría mejor si ella terminaba la misión con tanta rapidez como fuera posible, sin importar lo riesgoso que fuera el truco, en lugar de jugar a la segura y esperar a ser reasignada en algunos meses?

Ultimadamente, tenía que confiar en el propio juicio de Sakura, y para la hora en que la suave luz de la mañana estaba filtrándose a través de las persianas en la ventana bajo la que él estaba acostado, había resuelto algo de la confusión e impresión con las que se había metido a la cama. Fiel a su palabra. Lo discutiría con Sakura esta mañana y llegarían a un arreglo que mejor le sentara a ella.

Sin embargo, no sería él.

Como el primero en despertar a la profana hora de seis en la mañana, cuando los juerguistas más hardcore estaban comenzando apenas a dar tropezones en las calles hacia sus hogares. Kakashi fue al baño del hotel para llevar a cabo sus abluciones diarias, entonces fue a la tienda de té a la vuelta de la calle para conseguirse una copia del periódico del día anterior del dueño y tener algo parecido a la adrenalina liquida en una taza de té para mitigar la fatiga de la larga noche sin dormir. En algunas horas, Sakura aparecería, como siempre, y entonces hablarían.

Pero Sakura no llegó. Kakashi estaba comenzando a resignarse a la posibilidad de tener que regresar y golpear su puerta cuando vio a Jin y Ari yendo por la misma calle hacia él. Kakashi pretendió no darse cuenta que estaban haciéndolo con propósito en su andar, eso no podía significar nada bueno. Mientras bebía su té y obligaba a sus ojos a seguir las palabras en su papel, su mente corrió.

Jin se detuvo junto a él, bloqueando el sol. —¿Dónde está? —Demandó saber.

Lo que significaba que Sakura no estaba en su habitación. Había desaparecido.

Sin perturbarse, Kakashi dijo con mucha calma. —Me imagino que está duchándose.

—Checamos los baños. —Dijo Ari cortantemente. —¿Dónde está? Se supone que debes mantener un ojo en ella.

—Caballeros, por favor, tomen nota de que hay cincuenta y seis casas de baño en esta ciudad. —Suspiró. —Sakura está en la Corte Jazmín. La llevé yo esta mañana.

La mentira era creíble, pero Jin todavía se veía incrédulo. —¿Y simplemente la dejaste ahí? ¿Sin supervisión?

—Son baños exclusivos para mujeres. Asumí que estaría a salvo de terminar embarazada por una hora más o menos. —Kakashi dijo secamente, bajando la taza. —Así que pueden ir a recogerla. Le dije que me encontraría con ella, pero ya que están obviamente preocupados-

—No. —Dijo Jin, más que predeciblemente, quien no quería terminar atorado con una chica tristona arruinando su estilo. Ninguno querría admitirlo, pero los dos hombres estaban casi agradecidos de que Kakashi estuviera haciendo la mayor parte de 'niñera'. —Sólo que no se meta en problemas.

Él llamó a Ari con la mano y los dos hombres se escaparon, yéndose a dios-sabía-dónde para a ver sólo dios-sabía-qué. Kakashi no estaba interesado en sus planes para el día… sólo esperó hasta que ambos hombres desaparecieron de su vista, dando la vuelta en la esquina, antes de salir de su asiento y correr de vuelta al hotel.

Sakura de verdad no estaba. Kakashi escaneó su habitación y notó que el cobertor de su futon había sido doblado impecablemente. Su ropa estaba en orden, sus mochilas seguían ahí. No hubiera escapado sin al menos una de esas… a menos que hubiera sido lista y comprado nuevas cosas para que nadie se diera cuenta de su equipo faltante.

Se movió hacia su closet y jaló un vestido fuera del gancho. Un momento después, cuando Pakkun apareció, se lo extendió al perro. —Encuentra a Sakura. —Dijo. —Esto es una emergencia.

Sin una palabra, el perro corrió buscando su rastro más reciente.

No podía haber ido lejos. Kakashi había checado que ella estuviera esa precisa mañana, deteniéndose fuera de su puerta en su camino hacia la casa de té para echar un vistazo por la vieja rasgadura en la puerta shoji para asegurarse… bueno, no estaba seguro qué estaba tratando descubrir. ¿Si todavía estaba ahí? ¿Si seguía viva? ¿Todavía sentada con la mirada de muerte con la que le había dejado anoche? Tal vez había buscado algún alivio en la vista de su figura acurrucada bajo sus mantas, dormida y sin preocupaciones, aunque fuera por un rato.

Pero ¿Y si era un truco? ¿Qué tal si había tomado su rechazo a pecho la noche anterior y decidió que no debía esperar su ayuda para nada?

Las silenciosas calles se abrieron frente a él mientras seguía la cola rechoncha de Pakkun a través de callejones con orina y mesetas de hormigón blanqueado. Ocasionalmente las patitas del perro se alentarían en intersecciones llenas, pero ni una sola vez perdió la esencia, y Kakashi no tuvo que sufrir de muchas palpitaciones antes de que dichas patitas echaran a correr con decisión a una nueva dirección.

Si Sakura había dejado la ciudad, esta era una ruta más que rotonda. Él comenzó a dudar de sus miedos iniciales cuando se volvió evidente que el rastro de Sakura conducía al corazón de la ciudad e iba de aquí para allá a través de las calles, como si no tuviera prisa particular. Aunque esto introdujo un nuevo miedo. ¿Por qué estaría vagando en las calles a sola y tan temprano en la mañana sin decirle? La falta de explicación ante tal extraño comportamiento era igual de preocupante.

Finalmente, Pakkun se detuvo habiendo olfateado frente a una entrada pintada de blanco. —Está aquí. —Dijo con decisión.

Kakashi levantó la vista. Las ventanas de esta tienda estaban llenas con maniquís delgados sin cabeza, demostrando ropa que era demasiado elegante para pasar por casual, pero mucho más barata que la ropa que vendían en las otras tiendas a lo largo de la calle. Esta era la misma tienda a la que había venido numerosas veces con Sakura para surtir su guardarropa. ¿Qué demonios estaba haciendo aquí?

—¿Estás seguro? —Preguntó al perro.

—Definitivamente. —Pakkun dijo. —Entraría, pero está ese letrero… —Sus tristes y oscuros ojos se posaron en el cartel pegado a la puerta que decía: "No Perros."

A Kakashi no le importaba. Despidió a su invocación y entró en la puerta, su aguda mirada escaneando a profundidad la habitación, buscando el distintivo camino. Algunas mujeres podían ser vistas -compradoras genuinamente dedicadas como para estar aquí tan pronto como las puertas abrieran- pero Kakashi no vio nada rosa que no fuera parte de algún display.

La asistente de la tienda le vio y se acercó. Tal vez porque claramente no estaba ahí por los vestidos, o porque lo recordaba de previas visitas, ya sabía la razón por la que estaba ahí. —Si está buscando por la dama de cabello rosa, —Dijo. — está en los probadores.

Oh, gracia a Dios. Kakashi liberó un suspiro tenso que no sabía había estado conteniendo, suavemente agradeció a la mujer y caminó por el arco hacia la parte de atrás de la tienda con dirección al corto pasillo con cabinas con cortinas.

—¿Sakura? —Le llamó con cuidado, notando la cabina cuyas cortinas estaban cerradas. —¿Estás aquí?

Sin respuesta. Él se acercó con cautela a la cortina, sabiendo que, si estaba a punto de encontrarse con alguna mujer de mediana edad en ropa interior, iba a recibir una bofetada. Nunca le importaban -pero si esta era Sakura, recibiría un puñetazo que le haría volar a través de la pared.

Con gran valentía, deslizó la mano detrás de la cortina y la hizo a un lado, dándole a quien estuviera del otro lado suficiente tiempo como para reaccionar y gritar si había cometido un error. Pero él no escuchó nada, hasta que los aros en el riel de la cortina se juntaron y fue presentado con la vista de su compañera de equipo sentada en la banca dentro, viendo de lado su reflejo. El único reconocimiento de su presencia fue cuando su mirada se movió brevemente para encontrarse con la de él en el espejo, antes de volver a ella misma. Sus ropas estaban amontonadas en el suelo. El vestido blanco que vestía tenía una etiqueta saliendo debajo de su brazo.

Kakashi no había sabido qué esperar cuando la encontrara. Ciertamente no esto, y repentinamente su preocupación por ella fue reunida con la memoria de su última conversación, y no sabía qué decir.

—No deberías irte así tu sola. —Le regañó en voz baja. —Jin y Ari comenzaron a sospechar.

—Necesitaba un nuevo vestido. —Explicó con la voz calmada.

Kakashi no sabía por qué. Tenía más ropa allá en el hotel que la que él había tenido su vida entera. —Entonces debiste decir-

—¿Por qué? ¿Por qué importa? —Su mano cayó a su costado, rozando los pliegues de la falda del vestido. —Sólo quería un nuevo vestido. No hay necesidad de crear drama.

—No sabía a dónde habías ido. —Le reprochó. —Creí…

Ella dejó caer hacia atrás la cabeza, golpeando la pared de su cabina con un sonido hueco. —¿Creíste que me había ido a buscar un acostón rápido ya que me habías rechazado?

Él se movió incómodo. —Creí que habías huido. —Dijo.

Apagados ojos verdes se movieron hacia él una vez más y luego se alejaron. —Eso demuestra lo que sabes. Debiste asumir que estaba intentando tener suerte.

—Parece que estabas buscando vestidos.

—¿Para qué crees que es el nuevo vestido? —Preguntó, abriendo con amplitud la falda plisada. —Pero soy una idiota. ¿Dónde voy a comenzar a buscar a un hombre, y cómo se supone que debo abrir esa conversación? Entre más pienso en ello, menos quiero hacer nada… sólo quiero quedarme aquí sentada… No creo que pueda irme.

—No puedes quedarte aquí para siempre. —Puntualizó, moviéndose para tomarla del codo y ayudarla a levantarse. Pero Sakura alejó el brazo en el momento en que sus dedos tocaron su piel desnuda.

—No actúes como si te importara. —Respondió cortante, su mirada puesta con decisión en la pared opuesta, incluso mientras su visión comenzaba a nublarse con lágrimas. —Actúas amable y me llevas a montajes y me obligas a bailar estúpidamente, pero realmente no lo entiendes. Me prometiste que podía hablar contigo y que harías cualquier cosa que yo te pidiera, pero la primera vez que te pido algo, me arrojas esa promesa en la cara. ¡Me haces sentir como una niña estúpida! ¿Sabes cuán humillante fue pedírtelo?

Kakashi había esperado hablar de esto con ella, pero no había planeado este tipo de locación. Si los cambiadores estaban vacíos excepto por ellos mismos ahora, eso pronto cambiaría, además, no le interesaba que esta conversación fuera escuchada. —Tal vez, ¿Debamos ir a un lugar más tranquilo? —Sugirió.

La mandíbula de ella se apretó. —Si, bien. Puedo ver que no quieres hablar de ello. Hagamos como que nunca sucedió si eso te hace sentir mejor, pero creo que me quedaré aquí si no te importa. —Ella movió la mano para jalar la cortina, cerrándola entre ellos.

Kakashi la volvió a abrir y entró, y antes de que pudiera sacarlo de nuevo, se sentó en la pequeña otomana frente a sus rodillas; una posición que lo obligaba a levantar la mirada para verle. —De acuerdo, podemos hablar aquí. —Dijo, estirando las piernas tanto como podía para intentar y demostrarle que no iba a ir a ningún lado hasta que esto no estuviera resuelto. —Me provocaste más que una impresión anoche… no puedes culparme por eso. Pero pensé en lo que dijiste…

—¿Y qué decidiste? —Preguntó con rigidez.

Él suspiró. —Todavía creo que no soy la persona apropiada para… ayudarte. —Dijo, notando que esto no pareció sorprenderla. —Pero si de verdad crees que eso es lo que quieres, puedo ayudarte a encontrar alguien más. Alguien considerado, y discreto, y… limpio.

Sus ojos parecían inusualmente oscuros mientras le examinaba. ¿Qué pensaría de él la mente detrás de ellos? ¿Todavía creía que él estaba decepcionándole?

—Si es lo que quieres, lo haré. —Dijo de nuevo. —No voy a ser condescendiente contigo, y creo que conoces mejor los riesgos que yo. Pero tengo que asegurarme de que esto es lo que quieres.

—No tengo opción. —Susurró con dureza. —Nada de aquí es algo que yo 'quiera'. Pero si es la única manera de terminar la misión, y la única forma en que puedo recuperar el control de mi vida, lo haré. Haré todo a mi alcance.

—De acuerdo, está bien. —Su corazón se sintió terriblemente pesado mientras él se convencía de la nueva tarea que encaraba. —Comenzaré a buscar hoy si regresas al hotel. Todavía tienes que ver a Hiroshi mientras tanto, porque pueden pasar algunos días-

Ella estaba sacudiendo la cabeza. —No. No.

—¿" No" qué? —Preguntó, mirándola.

—Te dije que no iba a volver a verlo. —Ella evitó su mirada, viendo en su lugar el reflejo de su vestido.

—Necesitamos mantener las apariencias. —Dijo.

—Preferiría morir. —Replicó con tanta seguridad que le asustó un poco.

Algo había cambiado desde el día anterior. Su sombría resolución siempre había estado un poco más cerca de romperse cada noche que pasaba con su objetivo, pero esta repentina revuelta sabía que tenía que ver con algo que ella no le estaba diciendo. —¿Qué sucedió anoche con Hiroshi? —Preguntó. —¿Por qué de pronto estás tan determinada a hacer esto?

—¿De pronto? —Repitió con la voz plana. —He estado pensando en esto por semanas. He estado esperando ser capaz de tolerar a Hiroshi hasta el siguiente objetivo, pero tomar múltiples parejas al mismo tiempo siempre había sido mi plan de emergencia, sin importar si tenía tu ayuda o no.

Eso no explicaba nada sobre por qué de pronto había decidido cambiar a su plan de emergencia. —¿Qué sucedió? —Preguntó de nuevo, con más suavidad.

Su labio inferior tal vez había temblado, pero había sido de manera muy breve como para estar seguro. Se había vuelto muy buena en controlar sus emociones alrededor de él últimamente. —No me creerías. —Jadeó, su voz ronca.

—No soy Ari. —Dijo. —No soy Jin.

Ella inhaló profundamente, todavía rehusándose a verlo. —Hiroshi usó su límite sanguíneo en mí. Debió haberle dado un golpe a mi corazón con el suficiente poder para subirme la presión. Tuve un sangrado nasal.

—¿Un sangrado nasal? —Él no podía evitar el sonar un poco incrédulo. Había tenido su justa cantidad de sangrados nasales en su vida, y no veía como eso quería decir daño al corazón.

—¡que él lo hizo! No me importa si crees que lo estoy inventando o si estoy histéricamente paranoica, no voy a volver a verlo. ¡La siguiente ocasión probablemente me mate!

—Te creo. —Kakashi dijo rápidamente. —Eres tú la médico, no yo. Sólo que no entiendo por qué él querría lastimarte.

—¿Por qué no lo haría? Se excita haciéndolo.

Su corazón se conmovió en automático por ella, y su mano se movió antes de que él se diera cuenta. Pero antes de que pudiera ponerla en su hombro, ella lo alejó, casi con casualidad, como si lo estuviera esperando de él. —No necesito que me reconfortes. —Dijo, desdén entrecerrando sus ojos. —Necesito salir de aquí.

Kakashi suspiró y volvió a sentarse. —Bien. —Dijo con calma. —Si me prometes regresar al hotel y dejar de provocarme ataques de pánico, encontraré a alguien.

La cabeza de Sakura descendió un poco antes de asentir por completo. —Debería ser capaz de hacer esto por mí misma. —Dijo con la voz gruesa.

—Bueno, esa es la razón por la que estoy aquí, ¿No? —Kakashi murmuró. —Porque no deberías tener que hacer esto.

—Gracias, Kakashi. —Susurró.

—Regresemos al hotel antes de que Jin y Ari comiencen a sospechar más. —Dijo.

Sakura suspiró. —Idiotas.

Kakashi asintió. —Exactamente.


El día se movió con lentitud. Luego de bañarse tuvo que vestirse en uno de los yukatas azul oscuro que el hotel les daba a los clientes, y se sentó cerca de la ventana. El resto del hotel estaba en silencio. La calle afuera podía pasar por cualquiera de los callejones de Konoha. Incluso el prostíbulo de frente estaba calmado. Una prostituta estaba sentada en una de las habitaciones de arriba, cepillando con paciencia el cabello de una niña, con seguridad su hija. Los niños eran conocidos entre las prostitutas como 'riesgos laborales', aunque aquella de ahí no parecía ser uno mal recibido. La manera en que la mujer tocaba y acariciaba el cabello de la niña le recordó a Sakura de los días en que su propia madre le había arreglado.

De alguna manera, Sakura dudaba ser capaz de mostrarle afecto al niño que planeaba tener, sin importar quién fuera el padre que Kakashi le encontrara. Dudaba que pudiera sentir afecto por alguien de nuevo. Justo ahora su corazón se sentía como un pesado y hambriento bulto en su pecho que se esforzaba en dar cada latido. ¿Por qué trabajaba ahora? ¿Qué tenía ella para seguir viviendo? Tal vez una vez en algún momento había tenido una delgada esperanza que bailaba como una lucecita en el horizonte, de que Danzou no viviría por siempre, y que era sólo cuestión de tiempo antes de que Naruto comenzara a moverse y a reunir apoyo y recuperara la aldea que había sido robada por radicales. Ahora ya no podía ver esa esperanza. ¿Cómo podía mirar hacia el futuro cuando el mero pensamiento de la noche que venía hacía que sus manos se sacudieran y sudara con ansiedad?

La puerta se abrió detrás de ella. Sakura se giró con cautela, esperando que Kakashi hubiera llegado con noticias de algún joven hombre fértil que estaba dispuesto a cogérsela sin pregunta alguna. No creía que estaría muy feliz por recibir tales noticias, pero recibir a Jin y Ari era mucho peor.

—¿Por qué estás holgazaneando? —Jin preguntó, su máscara haciendo nada para ocultar la manera en que su mirada se deslizaba críticamente por su yukata. —Deberías estarte preparando.

Cuando Kakashi no estaba ahí, los dos era increíblemente difíciles de tolerar. Sakura había aprendido que la mejor manera de evitar la atención era ignorarlos, y hacerse tan pequeña y modesta como pudiera. Sin una reacción, se aburrían fácilmente. Así que, en lugar de verlos a los ojos, movió la vista hacia la ventana y se encogió de hombros con rigidez.

—Eso no era una sugerencia. —Ari dijo lentamente, como si fuera simple. —Suda Hiroshi te espera esta noche. Vístete.

—No voy a ir. —Sakura dijo con la voz plana.

—¿Qué dijiste? —Jin ladró.

Sakura no lo repitió. Habían escuchado perfectamente bien, pero cuando Sakura no respondió, Jin cruzó el cuarto en cuatro zancadas y le tomó del brazo con la suficiente fuerza como para alejarla de la ventana. —Tú no eres quien decide cuándo y dónde hacerlo, zorra. —Su máscara se acercó a su rostro, misteriosa, blanca y sonriente. Los pálidos ojos detrás de ella eran bastante diferentes. —No me vengas con la mierda de que estás de nuevo con la regla. Usaste esa excusa la semana pasada.

Sakura se puso fría con la ira, conteniéndose, su boca se torció. —¿Qué pasó con ese legendario entrenamiento de Raíz, huh? —Siseó. —No tienes más control en tus emociones que un niño de cinco años. ¿Esta es la grandiosa división de Danzou? Sus estándares debieron haber bajado considerablemente el día en que creyeron que ustedes dos calificaban-

La mano de Jin le cruzó la cara. Ardía, y algo de sangre cruzó en su lengua, pero Sakura no había sentido este tipo de satisfacción en un largo tiempo. Tal vez no lo sabía él, pero si ella lo abofeteaba, su cabeza estaría encajada en una pared distante.

—Tranquilo, Jin. —Dijo Ari. —No se nos permite arruinarla.

—Mientras no se le note, ¿A quién le importa? —Jin replicó, tomándola por el frente del yukata para azotar su espalda contra el suelo. —¿De qué otra forma esta perra traidora conocerá su lugar?

—¿Traicionera? —Escupió, sangre manchando su barbilla. —Tu gente está destruyendo Konoha ¿Y tú quieres hablar de traición?

—Escúchate, Sakura. —Le advirtió Ari. Había entrado en la habitación y cerrado la puerta detrás de él. —Personas han sido ejecutadas por decir cosas como esas.

—Entonces hazlo. —Jadeó, incapaz de detenerse. —Mátame justo ahora antes de que diga lo que en verdad pienso de ustedes.

Podría terminar justo ahí, en un hotelito en Otafuku Gai, con la prostituta cruzando la calle mostrándole a su hija cómo tomar un abanico, y con la sirvienta del hotel barriendo la escalera a unos metros en el corredor. Sakura lo sabía y lo aceptaba, si el golpe final venía ahora mismo ella lo aceptaría con gusto.

Pero Jin sólo se río de ella. —Tengo mejores cosas en las cuáles enterrar mi espada. —Se burló. —Te encanta pintarte a ti misma como una trágica mártir, ¿No es así? Pero todos podemos ver cómo estás rogando por ello como una putita cuando vas ahí. Así que, supéralo y vístete.

—¡Prefiero morir! —Gritó.

—Esa sería un gran desperdicio. —Jin dijo, mientras sus manos pasaban sobre sus pechos, empujándolos y apretándolos dolorosamente. —Eres una cosita atractiva.

—Si me haces daño, ¡Danzou irá por tu cabeza! —Era una amenaza vacía ya que no creía que a Danzou le importara mucho su bienestar, sólo el de su útero, pero les daba una advertencia antes de soltarles una patada.

—¿Qué vas a hacer? ¿Correr a casa y quejarte con el Hokage? —Jin volvió a reírse. —Le diremos que eres una zorrita mentirosa. Mejor aún, ¿Qué crees que hará si le decimos que tu querido sensei intentó sacarte del país?

Sakura palideció. —Él no ha hecho nada de eso. Mentiroso.

—Me pregunto, ¿A quién le va a creer? —Ari dijo altivamente. —Hatake Kakashi será colgado, arrastrado y despedazado antes de que puedas parpadear.

—¿Por qué harían eso? —Sakura demandó, confundida porque tal crueldad impenitente pudiera venir de alguien de Konoha.

—¿Por qué serías tan egoísta? —Jin rebatió. —Si te rehúsas a continuar con la misión, es nuestro cuello el que estará en peligro. Y por ello… tu propio sensei sufrirá.

¿Así que todo se reducía a chantaje? Sakura tomó la mano de Jin y la torció fuera de ella. —Ambos son patéticos. —Escupió. —Son retorcidos.

—Tenemos nuestros propios intereses. Haz tu trabajo, y no diremos nada sobre lo que Kakashi anda.

Le tenían haciendo malabares. Si se rehusaba a proceder con la misión, para cubrir sus espaldas los dos idiotas comenzarían a acusar a Kakashi de traición. Tal vez no eran tan idiotas como le gustaba pensar. Había una crueldad fría y calculadora detrás de sus acciones. No les importaba ella ni Kakashi. Ni siquiera les importaba Danzou o la misión. primero estaban ellos, y pobre de Sakura si se interponía en su cruzada.

No eran amenazas vanas las que estaban haciendo, y mientras a Sakura no le importaba arriesgar su propia vida, no era justo meter a Kakashi en agua caliente por sus propias debilidades. —Sólo dejen a Kakashi fuera de esto. —Dijo.

—Estamos todos en esto. —Jin dijo, en su voz más enferma. —¿Qué será entonces?

Sakura cerró los ojos y rezó por que Kakashi regresara pronto.


—¿Un hombre?

—Sí. Quiero un hombre.

—Oh, querido, nuestros gustos cambiaron. —Bromeó Madame Wisteria. Ella le llamó con la mano, lejos de los oídos de las chicas hacia una habitación más privada en la parte trasera de su morada. Estaba decorado de manera llamativa como cualquier otra habitación, pero no parecía tan cutre cuando tuvo que mover una bufanda tejida a medio terminar para sentarse. —Espero que tengas dinero.

—Algo. El hombre no es en verdad para mí, sabe. —Le dijo.

—Sabes cómo hacemos los negocios aquí. —Wisteria abrió su palma y movió los dedos. —El dinero habla primero.

Kakashi no había esperado otra cosa. Con un suspiro fingido, metió la mano en el bolsillo de su chaleco y sacó el precio collar de opal que Sakura había arrojado a su mano la noche anterior. La cadena estaba un poco dañada, pero el pendiente estaba perfecto. Los ojos naturalmente pequeños de Wisteria se pusieron más redondos. —Ahora ¿Cómo es que alguien con tu salario encontró algo así?

—Una herencia de mi madre. —Kakashi mintió descaradamente. —Es muy valiosa, y no sólo por el valor sentimental.

Wisteria elevó una ceja. —De acuerdo, no debí preguntar. Pero con esto podrías comprarte a mi mejor chica por todo el fin de semana.

—Preferiría tener a su mejor chico. —Kakashi le corrigió.

—Tal vez te duela sabe que sólo tengo dos. Hay otros lugares que tienen más variedad masculina, así que me estoy preguntando ¿Por qué viniste a mí…?

—Confío en su juicio.

Wisteria hizo un suave sonido gutural que probablemente había vuelto locos a sus clientes alguna vez -y tal vez todavía lo hacía. —Y ahora me estoy preguntando ¿Por qué necesitas confiar en mi juicio…?

—¿Recuerda la chica con la que estaba hace unos días? —Preguntó.

—¿La cosita con extraño cabello? —Ella se tocó la barbilla pensativamente. —Es tu amante, ¿No?

—Una amiga. Una muy buena amiga.

—Oh, ¡No me digas que este hombre es para ella! —Wisteria se río entre dientes.

—Esa es la razón por la que necesito su juicio. —Dijo. —Necesito un hombre que sería bueno para alguien que podría ser un poco tímida con los hombres.

—De acuerdo a mi juicio, alguien que es tímida con los hombres no tiene nada que hacer cerca de prostitutos. —Wisteria dijo secamente. —Esto suena como la receta para un desastre.

Kakashi torció el gesto, sabiendo cuán ridículo sonaba. —Esta situación es un poco complicada, pero le aseguro, esto es lo que ella quiere.

—Bueno, no es como si no quisiera el negocio. —Wisteria suspiró dramáticamente, mirando más que apreciativamente el ópalo en su mano. —Haku probablemente será el mejor. Él es el más gentil de los dos, así que será bueno para tu chica.

—Y… ¿Qué hay sobre anticonceptivos…? —Kakashi comenzó con incomodidad.

—¿Por quién me tomas? —Wisteria preguntó, como si le ofendiera que él tuviera que preguntar. —Mis chicas y chicos están tan limpios como un silbato, y uso todo tipo de anticonceptivo disponible. Sin excepciones.

Eso no era exactamente lo que Kakashi había esperado escuchar. —¿Sin excepciones?

—Esta es una ciudad peligrosa, Kakashi. Nadie en sus cinco sentidos entraría en el negocio sin protección. He tenido incontables hombres viniendo a mí, jurando que están tan limpios como vírgenes sólo para poder hacerlo a pelo con mis chicas, pero ¿Cuántos crees que me han convencido?

—No muchos, me imagino. —Kakashi suspiró.

Ninguno. —Corrigió con firmeza.

—Bueno, supongo que, como plan de emergencia, ¿Conoce a algún cliente que pueda servir?

—Obviamente no puedo darles el mismo voto de confianza que les doy a mis chicos, pero tal vez haya uno o dos que recomendaría para mi propia hija. Aunque que estén o no en la ciudad es otra cosa. Y también está el asunto de que la anonimidad es altamente apreciada como parte del paquete que ofrezco. Si comienzo a dar nombres, no sería una mujer de negocios particularmente buena, ¿No es cierto? —Ella colocó su redonda barbilla sobre dos dedos, mirándole fijamente. —Tal vez perdería mi negocio.

Y sí, Kakashi entendía el punto.

—El collar es muy caro. —Mencionó de nuevo. —Tendré que pedirlo de regreso si no puede ayudarme.

Desapareció muy rápidamente en el más que amplio escote de Wisteria. Ella le sonrió. —No tienes que ser tan impaciente. Eres más que bienvenido a reclamarlo, aunque supongo que al menos puedo darte un nombre.

—Estoy escuchando.

—Aunque, como ya dije, no puedo garantizarte hombres a los que no poseo. —Wisteria repitió. —Y antes de que te diga su nombre, ¿Puedo al menos preguntar por qué esto es tan importante?

Kakashi se jaló con incomodidad el lóbulo de la oreja, intentando pensar en una manera de ponerlo sin delatar mucha información o sonar como si estuviera loco. —Ella… ah… quiere un bebé.

—Entonces tiene que encontrarse un hombre de la manera antigua. —Wisteria no parecía impresionada.

—No quiere un hombre. —Explicó débilmente. —Creo que preferiría no tener un hombre de nuevo luego de algunas cosas que le han pasado, pero un niño… es importante. Así que tengo que ayudarla a encontrar un hombre que sea confiable y que entienda la necesidad de privacidad.

Madame Wisteria asintió. —Sí, tengo un viejo cliente que cumple con esos requisitos perfectamente.

—¿Cuál es su nombre? —Kakashi se inclinó hacia adelante. Si tenía que recorrer un largo camino para encontrar a este hombre, mejor que comenzara pronto.

Una sonrisa atravesó la cara de Wisteria. —Su nombre es Hatake Kakashi.


Las primeras palabras que salieron de la boca de Hiroshi cuando la vio fueron: —Te lo dije, regresarías.

El regodeo en su rostro era casi demasiado para Sakura. Casi se giraba y retiraba, y era sólo por la amenaza contra Kakashi y sí misma lo que le obligaban a sonreír de manera fría mientras entraba en la habitación de Hiroshi. No era ira lo que sentía, ni siquiera miedo. Un genuino adormecimiento le había gobernado desde que había dejado a Jin y a Ari en el hotel, y ahora no estaba segura de haber sentido la lluvia que había caído en su rostro de camino aquí.

¿Cómo había terminado aquí otra vez, luego de estar segura la noche anterior que esto se había terminado de una manera u otra? ¿Por qué era que cuando Hiroshi le decía que se sentara en la cama, ella se sentaba, y cuando pasaba los dedos por su cara, no podía sentirlo lo suficiente como para temblar?

—Te perdono por tus cambios de humor. —Le dijo, viéndola de la misma forma en que los cazadores ven un trofeo. —Sé que han sido tiempos difíciles para ti, con todas las cosas por las que te hace pasar tu aldea.

—¿Las cosas que me hace pasar? —Repitió con inseguridad.

—¿No es esa la razón por la que te fuiste? Porque no crees que Konoha te da el respeto que mereces. —Él lo hizo sonar como si la indignidad de tener su rango arrancado y que no pudiera ir más a misiones con su equipo fueran las únicas ofensas que existían en su cabeza. Se preguntó si había más en su comentario que eso. ¿Y si de verdad sabía sobre la misión que había tomado?

—Lo manejo. —Dijo lacónicamente.

Sus dedos se deslizaron por su cabello. Sakura felizmente se lo cortaría si significaba que jamás haría eso. Mejor aún, felizmente le cortaría los dedos. —Sabes, en algún momento, era normal que todas las aldeas les prohibieran a las mujeres entrar a sus fuerzas de defensa. —Dijo. —Y puedo entender con la forma en que el mundo moderno decae cómo algunos desean recapturar aquellos valores tradicionales que se han perdido. La vida de un guerrero es dura, y la vida de una mujer es preciosa.

Un músculo en la mandíbula de Sakura se movió. —¿No crees que soy capaz de manejar 'la vida de un guerrero'? —Preguntó con la voz calmada.

—Estoy seguro de que puedes manejar cualquier cosa que se te ponga en la mente, mi querida Sakura. —Dijo, como un adulto condescendiente con un niño que quería volar a la luna. —Pero debes admitirlo, nunca ha sido un buen lugar para las mujeres.

Danzou amaría tomarse una cerveza con este tipo. —Bueno, entonces ¿Cuál crees que sea un buen lugar? —Preguntó con pesadez. —¿La cocina?

—Eres una chica divertida. —Hiroshi resopló. —Mi aldea es el frente de la igualdad entre géneros -soy un firme creyente de la equidad de derechos.

—Sí… eres prácticamente un neolítico. —Dijo con la voz plana.

Decepcionantemente, Hiroshi tomó esto como un halago juzgando por la sonrisa presumida en su rostro. —Gracias. Tal vez ¿Deberías renunciar y unirte a Kumo?

—¿Y ser tu amante en casa y fuera? —Encontraba el prospecto horripilante. —¿Cómo tomaría eso tu esposa?

—Esa perra tonta no puede ver más allá de su nariz. Podríamos hacerlo frente a ella y sólo se encargaría de seguir poniendo té.

Lindo. —Tendré que declinar. —Sakura dijo en un tono firme. —Mi lugar es aquí.

—¿Quieres saber cuál es tu lugar? —Hiroshi preguntó, inclinándose hasta que su horrible aliento le hizo cosquillas en la oreja. —Justo aquí, chupándome la verga.

La boca de Sakura se secó, como hacia cada vez que estaba a punto de vomitar. —No, gracias. —Dijo sin pensar.

Incluso Hiroshi pareció sorprendido. —¿Qué dijiste?

Todo el mundo parecía querer que repitiera sus palabras este día. Las palabras burbujearon de su boca, sin pensarlo, teniendo más sentido que cualquier cosa en su vida últimamente. —No creo que quiera seguir siendo tu amante. No deberíamos vernos de nuevo.

La mano de Hiroshi le tomó por la muñeca, apretando con fuerza. —Mejor que estés bromeando. —Siseó hacia ella.

Ella miró sus nudillos blanqueados con calma. —No estoy bromeando. —Dijo, con un tono bajo. —Así que suéltame.

—¿Te llevas mi dinero y mis regalos y luego me escupes en la cara así? —Demandó. —Súbete a la cama y bájate las pantaletas, y tal vez sea lo suficientemente generoso como para perdonar tu mal sentido del humor.

Algo parecido a la histeria había estado creciendo desde hacía mucho dentro del frío caparazón de Sakura y ahora amenazaba con salir. Quizá porque estaba provocando una pelea con un hombre que podría matarla con su voz, o quizás era porque si salía de esta viva, sus chaperones iban a reportar a ella y Kakashi con el Hokage y enfrentarían la pena capital. Pero justo ahora, a Sakura sólo le importaba salir, y salirse justo ahora. —Jódete. —Escupió, comenzando a levantarse. —Me voy.

—¡No- tú- no lo harás! —Hiroshi la arrojó de vuelta a la cama y la mantuvo ahí por la garganta. —¡Cómo te atreves a hablarme así! ¡Estaba dispuesto a tolerar que te cogieras a otros hombres tras mi espalda, pero no vas a jugar conmigo! ¡Y terminamos las cosas cuando yo diga, no tú! ¿Lo entiendes?

Cada frase estaba puntualizada por un apretón en su cuello que amenazaba con cortar el aire de Sakura. —Déjame ir. —Gruñó, mirando el techo.

—No. Eres una puta y lo aguantarás como una puta hasta que yo diga lo contrario. —Hiroshi gruñó mientras soltaba su muñeca para abrirse los pantalones.

Pero Sakura había llegado a su límite. Ya no más.

—Quítate o te asesinaré. —Dijo.

Su amenaza sólo produjo un resoplido lleno de humor. Hiroshi le levantó la falda y tomó sus pantaletas.

El pie de Sakura cargado con chakra conectó con sus costillas, y pateó con toda su fuerza. La mano se deslizó fuera de su garganta mientras Hiroshi volaba lejos de ella y golpeaba la pared opuesta con un terrorífico sonido de metralla decorativa mientras los ornamentos caían y las lámparas se reventaban. En esas habitaciones tradicionales donde las habitaciones estaban divididas por pantallas de madera y papel, cuando un cuerpo golpeaba la pared, desaparecía a través de ellas. Gritos del otro lado indicaban que no había sido en una habitación vacía.

Sakura dirigió una mirada nerviosa a la ventana. Las cortinas estaban medio corridas… era posible que los idiotas no hubieran visto eso. Ella trastabilló y se jaló la falda mientras corría hacia la puerta. vio la manija- levantó la mano hacia ella-

Un repentino dolor corrió por su brazo. Tardíamente se dio cuenta que había tocado un duro y caliente cuerpo, no la puerta, y Hiroshi le apretó de nuevo la muñeca. Agonía radiaba desde el punto que tocaba como si una cuchilla ardiente hubiera cercenado su mano. Todavía estaba ahí, podía verla, pero tenía que estar rota.

—Quieres morir, ¿huh? —Hiroshi dijo, aunque a través del dolor que rugía en sus oídos. —Esa es la única razón en la que puedo pensar para que hayas hecho algo así de estúpido. Nadie me ataca y vive. ¿Me escuchaste? ¿Estás escuchando, Sakura?

Estaba escuchando, y también escuchaba cómo un nuevo dolor se estaba desarrollando. Muy diferente al dolor ardiente que recorría su brazo derecho, un dolor agudo comenzó en el izquierdo, como una carga de electricidad. Su corazón se sentía gracioso, como si hubiera sido atrapado por una cobra que se estaba apretando cada vez más. No podía respirar. Intentó aferrarse a ello, tomando de manera fútil su ropa y como si quisiera enterrar sus dedos en la impenetrable jaula que eran sus costillas.

Su pulso saltó una última vez. Y entonces se detuvo.


Kakashi miró a su alrededor en el pequeño y oscuro cuarto del hotel. La ropa de Sakura seguía tendida en la esquina y su futón estaba doblado, pero la misma chica no estaba en ningún lado. Preocupado, Kakashi se movió por el pasillo hacia el baño compartido al final y golpeó educadamente en la puerta. —¿Sakura?

—No. —Respondió un profundo barítono.

—Disculpe. —Murmuró, girándose de vuelta a su propia habitación, su preocupación comenzando a crecer. Sakura ya había realizado un acto de desaparición hoy, no necesitaba otro. Mientras Jin y Ari no regresaran de los bares hasta más tarde, él tal vez tuviera el tiempo suficiente como para localizarla antes de que se dieran cuenta. Aunque ¿Y si esta vez no estaba escondida en algún probador? ¿Qué tal si hubiera cambiado de opinión sobre huir y ahora estaba a medio camino de Suna?

Una advertencia hubiera sido linda.

Cuando se deslizó a su habitación, la esperanza de que Jin y Ari todavía estuvieran fuera bebiendo fue inmediatamente eliminada. Él los encontró ahí, sentados cerca de la ventana en su posición usual, la cámara en la mano de Jin. Ambos estaban riéndose a carcajadas por algo que había sido dicho antes de que Kakashi entrara.

—¿Es en serio? —Ari preguntó entre risas.

—Con un demonio, sí. —Jin se quitó lágrimas de alegría y miró a Kakashi. —Qué bueno que te unes a la fiesta. ¿Dónde has estado?

—Finalmente se rindió y metió la verga en tibio. —Ari se río. —Te lo dije. Ni siquiera San Kakashi podría seguir célibe en este lugar por mucho tiempo.

Jin se río. —Ja. Sí…

Kakashi miró entre los dos y la ventana. —¿Qué están haciendo? —Preguntó cortante. Si no supiera mejor, esta escena se vería como cualquier otra noche… pero Sakura había jurado que jamás volvería a hacerlo. Que prefería morir.

—¿Qué crees que estamos haciendo? —El tono desdeñoso de Jin pasaba a través de la máscara. —Viendo a nuestra zorrita ponerse a jugar.

—¿Sakura está ahí? —Soltó, odiando delatar el hecho de que había perdido rastro de ella.

—¿Dónde más?

Kakashi arrebató la cámara fuera de los ojos de Jin y apuntó a la ventana de la habitación que Suda Hiroshi rentó. No era una mentira. Podía verlos, casi fuera de su vista, sentados en la cama con sus espaldas hacia la ventana y conversando separados. Le devolvió la cámara a Jin. —Necesitamos sacarla. ¿Está en peligro?

—¿Según quién? —Ari estaba enfocando su propio par de binoculares. —Están acurrucados como dos pequeños tortolitos.

Sólo si uno de los tórtolos estuviera rígido como la muerte mientras el otro picoteaba y molestaba. —Sakura no quería ir ahí. No debieron forzarla.

—¿Qué te hace pensar que la forzamos? —Jin demandó. —Estaba muriendo por ir ahí. Debe tener una verga enorme o algo.

Kakashi estaba a nada de soltarle un puñetazo al idiota enmascarado. —Eres un terrible mentiroso. —Kakashi dijo, como alguien que se mentía mucho a sí mismo. —Y no tienen idea de en qué tipo de situación le han puesto.

—Ella eligió hacerlo. —Jin replicó casi con obviedad. —Conoce las consecuencias de revelarse. A diferencia de ti, ella hizo la cosa inteligente. Los clavos que sobresalen deben ser martilleados, ¿No crees?

Kakashi apretó el puño. Absolutamente listo para golpear a este hombre.

Hasta que Ari habló. —Algo pasó ahí. —Dijo, haciendo girar el dial en sus binoculares.

Kakashi levantó su hitai-ate para exponer el sharingan. Se concentró con rapidez en la ventana, y justo en ese momento Kakashi olvidó todo lo demás. Todo lo que vio era que Sakura estaba en la cama, atrapada por la garganta por un hombre con una presión venenosa. No necesitaba escuchar lo que le estaba gritando. Él comenzó a avanzar, a punto de lanzarse por la ventana abierta.

Jin y Ari reaccionaron como un relámpago, uno bloqueándole mientras el otro le tomaba del brazo. —Whoa, Whoa- ¿a dónde crees que vas? —Jin preguntó, mirándole con superioridad.

—La está lastimando. —Ladró. Eso era todo lo que necesitaban saber.

—Es un poco de juego rudo, lo hemos visto antes. —Ari dijo quitándole importancia, manteniendo un firme agarre del hombro de Kakashi.

Kakashi le empujó. —¡La está ahorcando!

Ninguno de los hombres le devolvió la expresión. Él tal vez estaba hablando un lenguaje extranjero por cuán con abstraídos se veían. —¿Por qué están aquí, viéndola cada noche, si no es para protegerla? —Dijo con ira. Su indiferencia era increíble. Le tenía fijo en el suelo, momentáneamente esperando por algo humano que se moviera detrás de sus frías y blancas máscaras… pero estaba perdiendo el tiempo.

Cuando volvió la vista a la ventana, tanto Sakura como Hiroshi no podían ser vistos. —¿A dónde se fueron? —Preguntó en voz alta.

—Ocasionalmente lo hacen en el suelo. —Ari dijo, para nada preocupado.

Kakashi notó algo más. —La puerta está abierta… —Estaba seguro de que estaba cerrada un momento atrás. —Voy para allá.

Ari intentó sujetarlo de nuevo, pero Kakashi ya se había deslizado entre ellos y arrojado desde la ventana. Jin se inclinó para detenerlo. —¡Si comprometes la misión, Danzou lo sabrá en la mañana! ¡Arrastraremos tu culo de regreso a él muy rápido! —Él no parecía importarle quién más lo escuchara, pero no estaba preocupado por perseguirlo tampoco. Kakashi le dejó, y corrió a través del estrecho laberinto de callejones entre los edificios hasta que llegó directamente frente al hotel.

El personal estaba reunido en la entrada de nuevo. Kakashi se abrió paso empujándolos y corriendo por las escaleras, asustando a una mujer vestida formalmente en el último escalón mientras la dejaba atrás. Tres pisos pasaron en un parpadeo, y cuando atravesó las puertas del tercer piso, tuvo el honor de ver el perfil de Hiroshi mientras el hombre entraba en el elevador frente a él. Él no vio a Kakashi. Tal vez eso era algo bueno. Kakashi sintió que eso sería recordado solamente como una oportunidad perdida para golpear al hombre y volverlo una pulpa sanguinolenta. Sakura venía primero en ese momento, sin embargo, y él corrió hasta la única puerta abierta en ese piso.

Y fue inmediatamente confrontado con la vista de un pequeño cuerpo cerca de la puerta.

—¡Sakura! —Él se acuclilló, poniéndola de espaldas. Su pálida cara y labios azules eran una espantosa imagen. Buscó su pulso, pero no había vida bajo sus dedos. —No… no así. No puedes rendirte aquí.

Sin médicos ninja, los shinobi como él sólo podrían confiar en los viejos métodos físicos de primeros auxilios. Kakashi rápidamente se montó sobre ella y comenzó a comprimir su pecho con rápidas y cortas compresiones, contando cada movimiento bajo su aliento, y supo que cada segundo que tardara era otra posibilidad contra ella. Él empujó su barbilla hacia arriba, se bajó la máscara y sopló dentro de sus pulmones.

Pies comenzaron a golpear por el pasillo. —¿Qué sucede? —Un trabajador del hotel, y otro huésped. —¿Qué pasa?

Kakashi estaba demasiado concentrado en su tarea como para registrar su llegada. Él estaba contando cada comprensión subiendo progresivamente la voz, como si esperara que el sonido le llegara. —No te rindas, Sakura. —Rogó. —No después de todo esto.

—Consigan a un médico. —Un hombre dijo. Más gente llegó. —Alguien ha colapsado.

—¿Es una chica de pago?

—Esta es la habitación de Suda, ¿No es cierto?

—¿Por qué hay un agujero en la pared?

No eran de utilidad a Kakashi, así que los ignoró. Tenía que poner a trabajar el corazón de Sakura, incluso si no podía eliminar el pensamiento de que había visto lo que le sucedía a la gente que se metía en el camino del jutsu de Suda Hiroshi. Había visto reportes de autopsias y la descripción del libro bingo, y sabía que cuando los médicos abrían los cuerpos de las víctimas, no había nada que salvar. Sus corazones no sólo se habían detenido, habían sido rotos hasta quedar en tirones.

Y el CPR no arreglaba un corazón en esas condiciones.

—Vamos, Sakura. —Le rogó, empujando una vez más su pecho con tanta fuerza como se atrevía. —Todavía estás aquí. Lo sé.

Él se agachó una vez más para pegar su boca a la de ella. Ahí lo sintió -un débil movimiento bajo su mano, como un diminuto pajarito luchando por vivir. Se detuvo, no tan seguro de poder creerlo. Su corazón estaba latiendo, pero no como debería. Si no hacía algo con rapidez, se rendiría de nuevo.

—Lamento esto, Sakura. —Susurró, arrancándose el guante de su mano derecha con los dientes mientras con la otra mano le bajaba el vestido para exponer una zona de piel desnuda entre sus pechos. —Puedes gritarme mañana.

Las yemas de sus dedos se extendieron en la carne expuesta y comenzó a reunir un poco de chakra en cada punto de contacto. Este era un jutsu que había usado incontables ocasiones para matar incontables personas, y si Sakura escuchaba que él lo había usado con propósitos médicos, con toda probabilidad lo arrojaría por la ventana. Ni siquiera sabía si esto era sensible. Si esto la mataba, él nunca se perdonaría a sí mismo, y, sin embargo, si no hacía nada estaría muerta en cuestión de minutos. Posiblemente segundos.

Tenía que intentarlo.

Un brote de puro chakra eléctrico saltó de sus dedos directo al corazón de Sakura. Su cuerpo saltó y se sacudió. Su pequeño pero creciente grupo de espectadores retrocedió inseguro, finalmente quedándose callado.

Kakashi buscó con desesperación su pulso, preocupado porque el pequeño choque hubiera hecho daños irreparables a su corazón. Él estaba más o menos aliviado de que seguía latiendo, aunque era de manera arrítmica bajo su piel. Presionó la mano contra ella una vez más y dejó otro cuidadoso choque ir por su corazón.

Esta vez cuando deslizó los dedos contra su garganta para sentir su pulso, él encontró un latido respondiéndole, tan fuerte y tranquilizador como el suyo. Kakashi cerró los ojos y se dejó caer cansadamente contra la puerta. Estaba bien, se dijo a sí mismo. Su corazón estaba latiendo de nuevo y el tinte azul de sus labios estaba comenzando a desvanecerse mientras su pecho se expandía, sin ayuda, mientras respiraba una vez más. Pero la mano todavía le estaba temblando contra la rodilla. Por un momento, él realmente había temido perderla.

Tal encuentro tan cercano con la muerte casi le arrancaba su propia vida. Sólo había tomado algunos momentos revivirla, sin embargo, ahora estaba fatigado física y emocionalmente como si hubiera tomado una prolongada batalla por su propia vida. Quizás ¿Era porque la vida de Sakura era así de importante esos días?

—Debería llevarla al hospital ahora mismo. —Alguien dijo. Por la manera en que estaba vestido, lucía como el chico del elevador.

Kakashi le miró en blanco, casi había olvidado por completo dónde estaba. El chico, o lo que fuera, tenía razón, por supuesto. Sakura necesitaba más que su tonto e inadecuado cuidado. —Sí, la llevaré. —Dijo.

Él metió los brazos bajo Sakura y con cuidado la levantó como si estuviera hecha de delgado y frágil cristal. Su mano derecha se dejó caer, se veía roja y morada -probablemente rota. Kakashi se aseguró especialmente de no golpearla mientras se levantaba y movía hacia la puerta, pasando el grupo de preocupados huéspedes y personal. El elevador los llevó hacia el recibidor, donde soportó ojos curiosos y miradas sorprendidas mientras cargaba a la magullada chica a la calle.

Tal vez fue por la fría lluvia que le golpeó la cara, porque Sakura finalmente reaccionó y abrió los ojos con esfuerzo. —Kakashi… —Susurró.

—No hables. —Le ordenó. —Te voy a llevar al hospital.

—No… no… —Su cabeza rodó libremente contra su hombro. —Quiero ir a casa.

¿Se refería a Konoha, o…? —¿Quieres ir al hotel? —Preguntó.

—Por favor. —Dijo en silencio, su voz ronca y seca. —Llévame a casa…

Ella era la ninja médico, así que suponía que lo que dijera tenía que hacerse. Cambió el curso y caminó a través de callejones hacia el pequeño y sin chiste hotel que había sido su hogar por más de un mes ahora. Sakura no dijo nada en el camino. Su cabeza sólo se hundía y rodaba como si estuviera peleando por mantenerse consciente. Kakashi rápidamente la llevó a su habitación, abrió la puerta con el pie y la tendió con tanto cuidado como podía contra el futón doblado.

Acomodada ahí, mareada, mojada e inmóvil, lucía como un animal ahogado. Kakashi se quedó encorvado con cautela por un momento, antes de recordar que el kit médico de Sakura debía estar junto con su ropa. Él se arrancó de su lado para buscarlo, pero regresó con rapidez. —¿Qué necesitas? —Preguntó, buscando entre sus contenidos.

—Sólo agua. —Susurró. Recorriendo sus brazos, asegurándose de su funcionalidad, antes de presionar su mano izquierda contra su pecho. El suave brillo azul que iluminaba sus dedos como lenguas de fuego significaba que estaba sanándose. Kakashi se sentó sobre sus talones, una fracción de su tensión comenzó a salir fuera de sus hombros. Si estaba lo suficientemente fuerte como para realizar sus jutsus médicos en sí misma, iba a estar bien.

Sus ojos muertos decían otra cosa. —Él se giró con mucha rapidez. —Croó. —Sólo quería irme… así que lo pateé. No recuerdo qué pasó después de eso.

—Si hubiera regresado antes, —Kakashi comenzó miserablemente, pero rápidamente se interrumpió. —¿Por qué regresaste con él luego de lo que hizo anoche? Sabíamos que se estaba poniendo peligroso.

Sus ojos finalmente encontraron los de él, y estaban llenos de lástima. —Jin y Ari pondrían a Danzou contra ti si no obedecía.

Él sacudió incrédulamente la cabeza. —¿Ponerme en contra por qué?

—Lo que fuera que se les ocurriera. —La luz azul lamiendo su piel comenzó a desvanecerse, y cuando su mano cayó en su regazo tomó un respiro profundo como si fuera el primero que tomara. —No está mal para mi primer ataque al corazón.

—¿Habrá algún daño colateral? —Preguntó, preocupado.

—No creo que debiera. —Dijo lentamente. —La causa no fue natural, así que es sencillo de arreglar. No te veas tan preocupado, Sensei.

Unos minutos atrás, la había encontrado en el piso de una habitación de hotel sin pulso. Kakashi sentía que tenía todo el derecho de lucir tan estresado como se sentía. Estaba a punto de responderle eso cuando dos pálidas máscaras fantasmales aparecieron en la puerta que Kakashi había olvidado cerrar.

—¿Qué está pasando? —Jin demandó, entrando a la habitación sin permiso. —¿Qué sucedió?

Kakashi se puso en pie, instintivamente intentando ponerse entre los dos hombres y Sakura. —Hiroshi intentó matarla.

—Una reacción perfectamente entendible. —Jin dijo con indiferencia. —Ella es bastante molesta, y acaba de jodernos la misión.

Los hombros de Kakashi se cuadraron, listo para irse contra ellos.

Ari se metió entre los dos. —Un retroceso. —Dijo con calma. —Pero podemos trabajar para arreglarlo.

—¿Arreglarlo? —Kakashi repitió sin creérselo. —¿Me escucharon? ¡Él intentó matarla!

—Eso dices. Ella se ve bastante bien para mí. —Jin observó.

—Si realmente hubiera intentado matarla, estaría muerta para estos momentos. —Ari insistió. —¿Tal vez esto fue una mera pelea entre amantes? Con algo de control de daños, no es nada que no podamos solucionar.

Kakashi se le quedó viendo por un momento, sin palabras. —Debes estar bromeando.

—Hablaremos de esto en la mañana cuando todo el mundo esté más calmado. —Dijo Ari. —No hay necesidad de tomar decisiones apresuradas antes de saber lo que sucedió-

—Te acabo de decir lo que sucedió-

Jin lo interrumpió con la mano. —Y si vamos a casa sin completar el trabajo, tendremos que lidiar con el descontento de Danzou antes de que seamos preparados para el siguiente objetivo donde tendremos que disfrutar de nuestra compañía una vez más.

—¡Cómo si te importara! —Sakura explotó, sus labios apretados y rígidos por el dolor mientras se sujetaba la muñeca. Los mechones mojados de cabello temblaron alrededor de su cara. —¡Todo lo que haces es andar de putas! Te encantaría si nos quedamos aquí por siempre-

Jin le miró burlonamente. —Los adultos están hablando, querida.

—No le hables así- ¡No tienes idea de lo que está atravesando! —Kakashi espetó.

Sakura se giró para verlo con el mismo enojo. —¡Puedo hablar por mí misma!

—Hablaremos de esto mañana. —Ari repitió. —Jin y yo investigaremos lo que sucedió, y si Hiroshi es demasiado peligroso para acercarse de nuevo, lo dejaremos. Comenzaremos a hacer preparativos para el siguiente objetivo.

Sakura no se veía enojada ahora. Sólo enferma.

—¿Terminamos? —Kakashi preguntó con frialdad, abriendo ligeramente los brazos. —Pueden irse ahora y dejarla en paz.

Ari se encogió de hombros y salió. Jin le siguió, un poco más reluctante, y no pudo resistir el girarse en la puerta para apuntarle con el dedo a Sakura. —Y arregla ese hueso. Nadie va a tocar a un ave con un ala rota. (*)

Kakashi más que alegre cerró la puerta de golpe luego de que saliera, pero no fue ni cerca de ser tan satisfactorio como esperaba. Un ninja de clase alta de Kumo casi tenía éxito en asesinar a Sakura esta noche y, sin embargo, él no era su enemigo más grande aquí -ese honor lo tenían sus propios compañeros. Miró de nuevo a Sakura, todavía acostada en el futon. Veía con irritación su brazo herido como si estuviera debatiéndose si debía dejarlo, así como estaba, sólo para enfadar a Jin.

—Puedo arreglarlo si gustas. —Le ofreció.

—Puedo hacerlo yo. —Suspiró, dejando que su chakra azul se extendiera sobre la fea hinchazón. Pero incluso una ninja médico de su calibre sin comparación en el campo, podía arreglar las fracturas de hueso de un día para otro. —Necesitaré una férula. Hay algunas vendas en el kit médico.

Contento con finalmente ser útil, Kakashi obedeció, llevándole gazas, vendas y rollos de cinta blanca. Las habilidades de vendado de Sakura ponían las suyas en vergüenza, pero ya que no podía hacerlo con una sola mano, dependió de Kakashi envolver su muñeca. Ella supervisó, por supuesto.

Era rompe nervios la manera en que ella veía su cara tan abiertamente mientras trabajaba. Tenía un presentimiento de lo que estaba en su mente, y aunque quería evitarlo, sabía que no merecía ser ignorada. —Debí haber regresado antes.

—No es tu culpa. —Dijo, torciendo el gesto mientras la cinta apretaba su herida. —Y sé que nos arruiné todo. No debí haberlo atacado.

—Nadie podría culparte. —Murmuró oscuramente.

—Jin y Ari podrían.

—Idiotas.

—Idiotas. —Suspiró de acuerdo.

Ambos se quedaron en silencio, observando el progreso del parchado. Las tiras de yeso necesitaban agua caliente, así que Kakashi le dejó momentáneamente para convencer a las viejas llaves y tuberías del baño en darle algo más que agua tibia. Pasó la habitación que compartía con Jin y Ari, pero estaba oscuro y en silencio. Estaban investigando a Hiroshi o se habían ido a otro club nudista. De cualquier forma, era más sencillo cuando no estaban cerca, y regresó a Sakura para encontrar que había cambiado su arrugado vestido por su bata para dormir y se había atado el cabello. Se veía mejor así. No como una chica que había sufrido un casi fatal ataque al corazón.

Una vez más extendió su brazo y Kakashi comenzó con diligencia a enyesar su muñeca. Todavía estaba decidida a verlo.

—Te fuiste mucho tiempo hoy. —Dijo en voz baja.

—Lo siento. —Se disculpó.

—No… quiero decir… ¿Encontraste algo?

Aquí estaba. Con el sacudón de eventos casi había esperado que no pensara en eso, especialmente considerando que las noticias que tenía no eran particularmente útiles. —Fui a ver a Madame Wisteria. —Le dijo, hablándole más a su muñeca que a ella. —Confirmó lo que sospechaba. Los prostitutos no van a sernos útiles. La mayoría de ellos usan protección, obviamente, y los que no… no vas a querer estar cerca de ellos.

Sakura contempló esto con calma. —Ya veo. —Dijo, sonando ni decepcionada ni complacida.

—Nuestra única opción que queda es elegir a un hombre al azar prácticamente, y eso es muy arriesgado, especialmente en lugares como este. —Continuó. —No hay garantía de que estén sanos o sean discretos, ni de su fertilidad o temperamento. No me gustaría que recurrieras a eso.

—No es tu decisión. —Dijo con rapidez y firmeza. —Si no quieres ayudarme, está bien, pero no vas a detenerme. Hablamos de esto. No voy a esperar tampoco el siguiente objetivo, si es lo que vas a sugerir. ¿Crees que sea una coincidencia que Hiroshi, nuestro primer objetivo, sea una bolsa de mierda? Danzou debe saberlo. El siguiente tipo que elija va a ser igual o peor. No me importa si me traes a un hombre de ochenta sin dientes y un récord de producir los niños más feos del mundo, felizmente tendré a ese niño si eso significa no ceder ante Danzou.

Kakashi tragó, sus dedos peleando con la pegajosa tira de yeso. —Bueno, no conozco ningún hombre de ochenta… así que quizás tendrás que conformarte.

—¿Con qué? —Preguntó, frunciéndole el ceño.

—Conmigo.

Él no logró verla a los ojos cuando lo dijo, aunque notó que había dejado de respirar antes de que girara la cabeza con un suave sonido que podría ser desde un "oh" hasta un "huh".

De hecho, era muy vergonzoso para los dos, notó. Por largo tiempo ninguno dijo nada más, no hasta que sintió Kakashi que había momificado su muñeca con suficientes vendas como para mantenerla segura y se movió para tirar el cuenco con la lechosa agua desde la ventana para unírsele a la lluvia, sin importarle si le daba a alguien. Tal vez eso era lo que delataba su estado mental ligeramente descompuesto, ya que había arrojado el cuenco por la ventana, no sólo su contenido.

Cerrando la persiana, sumergió la habitación en la oscuridad salvo por la vieja lámpara naranja. Esto sólo hizo la atmosfera peor, pero justo ahora necesitaban un momento para cerrarse al mundo y llegar a términos con el insano trato que habían tocado. Lo que habían contemplado era, en términos inequívocos, traición.

La traición, sin embargo, era la menor de sus preocupaciones.

—¿Lo dices en serio? —Sakura dijo al fin, distrayéndose con su nuevo yeso. —¿Vas a ayudarme?

—Si eso es lo que necesitas. —Dijo con pesadez. —Dije que haría cualquier cosa.

—Creí que habías dicho que preferirías morir.

—Eso no es lo que dije. —Rebatió con cuidado. —Pensé que estabas pidiendo demasiado, pero lo he estado meditando y… no es lógico forzarte a tomar un extraño cuando puedo ayudarte.

Ella levantó la barbilla, el desafío brillando en sus ojos. —¿Y si no quiero que lo hagas? —Demandó saber.

—¿Cambiaste de opinión? —¿Ya? Kakashi no podía seguirle el ritmo.

—Tienes tan poco entusiasmo. Siento que estoy sosteniendo un kunai contra tu cabeza. —Replicó con amargura. —Probablemente llorarías todo el tiempo. ¿Quién querría a un tipo así?

—Lamento si no me veo tan dispuesto a correr contra algo que irrevocablemente cambiará nuestra relación. —El mero hecho de que estuvieran hablando sobre esto significaba que las cosas entre ellos nunca serían iguales, pero eso ya era una realidad desde el día en que ella había recibido el rollo escarlata. Lo que habían pasado en estas últimas semanas arruinaría probablemente su relación por el resto de sus vidas. No había vuelta atrás.

Sakura asintió con tristeza, evitando su mirada. —Tal vez no seamos capaces de seguir como amigos luego de esto.

—Espero que eso no sea cierto. —Dijo. —Pero lo haré de cualquier forma.

—Gracias. —Susurró. —Sé que esto es demasiado para ti, pero no sabes cuánto significa para mí que… tú eres la única cosa por la que no tengo qué preocuparme.

Sin importar cómo lo viera, todavía parecía algo incorrecto. Sakura estaba eligiendo hacer esto por ella misma, sin embargo, le preocupaba que esto de 'su elección' no fuera más que una ilusión ya que sentía que no tenía otra alternativa. Bajo circunstancias normales, nunca se acostaría con él. Estaba siendo obligada a ello por una situación que jamás debió haber experimentado… así que ¿Y si él no era muy diferente a Hiroshi?

Pero si la elección era entre él o un octogenario sin dientes, Kakashi quería pensar que era marginalmente mejor.

—¿Cuándo quieres…? —Comenzó bruscamente, dejando la pregunta extenderse.

Sakura se tensó. —Necesita ser pronto. Esta noche.

Kakashi se separó de la ventana, sacudiendo con violencia la cabeza. —No. De ninguna manera. Tienes un brazo roto y moriste hace-

—No morí. —Dijo trivialmente, señalándose. —Todavía estoy aquí. —Incluso en la luz baja él podía detectar el marcado sonrojo que descendió en ella.

—¡Tu corazón se detuvo! —Protestó.

—No lo creo. —Corrió. —Si mi corazón se hubiera despolarizado, un tonto como tú jamás hubiera podido revivirme. Si no tenía pulso, probablemente significaba que tuve taquicardia ventricular.

Kakashi ni siquiera iba a pretender que sabía lo que significaba. —Tú casi moriste. —Dijo con lentitud, porque sabía por lo menos eso. —Necesitas tiempo para recobrarte. No quiero que te sobre exijas haciendo… eso.

—No voy a hacer eso por mi salud. —Respondió hoscamente.

—Incluso así…

—De acuerdo. Mañana por la noche entonces. —Cuando ella vio que él iba a protestar de nuevo, le dirigió una mirada de ruego. —Tiene que ser hecho.

Él se hundió. —Mañana por la noche entonces. —Accedió.

No dijeron nada más luego de eso. Él le ayudó a abrir el futón y luego la dejó en paz, moviéndose en dirección a su propia cama. Kakashi esperaba dormir algo antes de que Jin y Ari regresaran, pero se encontró una vez más incapaz de relajarse. Un ruido estaba manteniéndole despierto, aunque no era el típico sonido de la vida nocturna de Otafuku Gai -ese ruido se había desdibujado en el fondo, filtrándose fuera de la percepción de Kakashi.

En algún lugar en la habitación un reloj estaba sonando.

Estaba contando los segundos hasta la noche del siguiente día.


Notas de traducción:

(*) Nadie va a tocar a un ave con un ala rota. [No one's going to touch a bird with a messed up arm.] En Inglaterra, bird también se ocupa para referirse a una chica (como el "polluela" -chick-), pero decidí seguir con esa línea porque me gustaba más cómo sonaba que "nadie va a tocar a una chica con un brazo roto", además ya vimos que Jin realmente la ve como alguien débil.