El Rollo Escarlata

Nuvole Bianche


Este no iba a ser un día ordinario. Sakura lo supo desde el momento en que abrió las persianas chirriantes y tomó una mirada a las calles lavadas por la lluvia bajo un cielo que se veía bajo, gris y triste. Entendía cómo se sentía, y lo envidió un poco; si pudiera orinar cubos de agua en cientos de personas y arruinarles el día cuando se sintiera triste, sería un poder que disfrutaría profundamente y apreciaría.

Quería quedarse ahí, inclinada contra el alfeizar y viendo todos los colores oscuros y ricos emerger en el mundo luego de la lluvia, pero la niñita de la prostituta del burdel de enfrente estaba jugando con un abanico y una muñeca, y siempre que notaba a Sakura le ondeaba la mano. Sakura bajó de nuevo la persiana y se vistió cuidadosamente, armándose un cabestrillo con una bufanda de patrón antes de bajar, Kakashi estaría esperando por ella en la casa de té en la vuelta de la esquina como siempre hacía cada mañana, y por primera vez titubeó en la entrada, insegura de si realmente era ahí donde quería estar justo ahora.

Bueno, el hecho de que habían arreglado tener sexo en doce horas sería una conversación incómoda para tener encima del café.

Era mejor que estar encerrada a solas, sin embargo, así que Sakura tomó un paraguas de los proporcionados por el hotel y se movió bajo la llovizna. Si se acobardaba en verlo esta mañana, razonó, ¿Cómo se suponía que lo vería en la noche? Cuando dio la vuelta en la esquina y encontró la casa de té, lo vio sentado en la misma mesa de siempre, protegido de la lluvia bajo los parasoles que estaban hechos para días más soleados.

Pero no estaba solo. Dos figuras enmascaradas lo rodeaban, observándola aproximarse. Por la manera en que Kakashi estaba jugueteando con el tenedor para pastel, estaba disfrutando de la compañía tanto que estaba contemplando apuñalar a alguno. Y aunque Sakura no quisiera admitirlo, estaba casi contenta de que los dos idiotas estuvieran ahí. Significaba que no tendría que estar sola con Kakashi, por lo menos.

Aun así, estaría todavía más contenta si ambos caían muertos. De causas naturales, por supuesto. No querían hacer que Danzou creyera que tenían algo que ver con ello -así que, con esto en mente, Sakura esperaba que Kakashi dejara de probar el filo de los dientes del tenedor al clavarlo en la mesa como estaba haciendo.

Una vez que llegó a la mesa, Sakura se deslizó en el asiento libre, a igual distancia de Jin, Ari y Kakashi, lo que era lo máximo que podía llegar razonablemente. Una mesera salió de la casa de té, parecía molesta por tener que salir a la llovizna para alcanzar a los clientes. Lució todavía más molesta cuando Sakura la despidió sin pedir nada. No estaba hambrienta o sedienta. Era difícil tener apetito con tal amarga compañía.

En el momento en que la mesera se escurrió fuera de la vista, uno de los idiotas se inclinó sobre ella. A veces era difícil distinguirlos hasta que uno hablaba. En este caso era Ari. —Suda Hiroshi ha regresado a Kumo. Se fue anoche.

Sakura se encogió de hombros. Había esperado eso. —Volaría hacia allá si también creyera que he matado a alguien. —Lo que era más sorprendente era que Jin y Ari realmente se habían molestado en investigar el suceso durante la noche.

—Fácilmente se le puede sacar de su error. —Jin dijo. —Podríamos enviarle una cartita de amor con tu nombre, disculpándote por tu comportamiento poco agradecido y pidiendo una reconciliación.

—Podrían. —Sakura dijo fríamente. —Pero ¿Por qué? ¿Esperan que regrese para terminar lo que ha comenzado?

Ari se río, pero Jin se le quedó viendo con tal intensidad que Sakura casi creía que eso era exactamente lo que esperaba.

—Si las cosas se han vuelto violentas entre tú y el objetivo, por supuesto que no podemos continuar con este plan. —Ari dijo.

La ceja de Sakura cosquilleó un poco. Eso era remarcablemente razonable para un idiota, pero ella no iba a pelear.

—Aunque uno tiene que preguntarse qué hiciste para ponerlo así. —Jin agregó amargamente.

¿Qué se suponía tenía que admitir? ¿Qué lo pateó a través de la habitación o que se atrevió a irse en primer lugar? No había hecho nada por lo cual sentirse culpable, pero en su mente, ella debía simplemente tenderse de espaldas y hacer lo que fuera que Hiroshi le diera sin ningún intento de resistencia o pelea. Al menos estarían indignados porque ella hubiera intentado irse, pero nunca sabrían esto de sus labios.

Kakashi no había dicho nada todavía. No se atrevía a verlo a los ojos, pero podía ver por la esquina de los ojos que todavía veía con intensidad a su tenedor. ¿Eso era todo lo que estaban hablando antes de que ella llegara? ¿Esa era la causa por el aparente mal humor de Kakashi o era la misma Sakura la razón? Él no había estado exactamente complacido de lo que ella le había pedido hacer… lo que le había pedido sacrificar.

—Nos quedaremos en Otafuku Gai de momento. —Ari continuó. —Todavía hay posibilidad de que hayas concebido, así que tendremos que asegurarnos de eso antes de asignarte a un nuevo objetivo. También hay posibilidad de que Suda Hiroshi regrese pronto, y puedas continuar tu relación con él.

Los ojos de Sakura se movieron al hombre enmascarado. —¡Acabas de decir-!

—Sería poco inteligente enviarte de regreso a él, aunque tú eres una kunoichi. Si tus intentos por volverte su amante hubieran fallado, siempre podíamos tomar medidas más radicales para meterte en su cama. Una de ellas era matar a una de sus prostitutas regulares y que tu asumieras ser ella. Todavía podemos arreglar eso.

¿Por qué nunca había sido informada de esto? Había dejado su vida en la línea anoche, literalmente, para alejarse de Hiroshi, y ahora le estaban diciendo que incluso si él la dejaba ir ella tenía que ser enviada directamente de vuelta a él con una nueva cara. Miró a Kakashi para ver si sabía de este plan de respaldo, siendo su cuidador oficial y todo, pero él todavía miraba su tenedor. Ni siquiera estaba escuchando.

Sakura regresó su ira a Ari. —Él me descubrirá en seguida. —Dijo como si nada. —Este tipo ha eliminado ejércitos completos y aldeas, ¡No lo tomen a la ligera! Si él se da cuenta de que soy yo, su plan secreto será descubierto ¡Y me rehusó a apostar mi vida en eso!

—¿Podrías gritar 'plan secreto' un poquito más fuerte? —Ari le preguntó con dulzura.

—Si no te gusta esa opción, no debiste haberlo jodido. —Jin dijo fríamente. —No puedes rehusarte.

—Eso dijiste anoche. —Sakura respondió. —Así que, ¿Qué vas a hacer? ¿Taclearme y manosearme de nuevo? Aunque admitiré que la sensación de tus asquerosas manos tocándome de nuevo podría convencerme de tenderme en frente de un tren en marcha.

El tenedor de Kakashi se enterró en la mesa con la suficiente fuerza como para hacer que las tazas rebotaran en sus platos. Todos miraron el cubierto firmemente puesto en la madera, y luego al hombre. Él estaba viendo a Jin con enojo, pero Jin estaba pretendiendo no darse cuenta.

—Dirás cualquier cosa para zafarte del problema, ¿no? —Jin dijo despectivamente, aunque no tenía por qué haberse molestado. Sakura sabía lo que había hecho. Ari lo había visto. Y Kakashi obviamente conocía el carácter de Jin lo suficiente como para creerlo.

—Si Hiroshi regresa a Otafuku Gai, me iré. —Dijo llena de convicción.

—Harás lo que te han dicho. —Ari le corrigió, y él no creería cuan similares eran sus palabras a las de Hiroshi.

—Entonces mejor rezas porque nunca regrese. —Jin se burló.

—Y tú mejor rezas porque nunca escuche que le has vuelto a poner una mano encima a Sakura. —Kakashi dijo en voz baja. —O entonces tendré que explicarle a Danzou sobre tu trágico final ahogado en el río durante una de tus muchas noches drogado.

Aquí estaba una amenazaba que podían tomar en serio. Ari sólo se encogió de hombros, nada preocupado, porque nunca había tocado a Sakura y no planeaba hacerlo; simplemente era un voyeur. Jin, por otro lado, ya no estaba irradiando esa confianza burlona. Él le dirigió a Kakashi una mirada molesta. —Sólo inténtalo.

—Si la tocas, comprometes la misión. —Kakashi dijo, poniéndolo en términos que entendieran. —Y te asesinaré tal como Danzou demandará que haga.

Duras reprimendas contra aquellos que comprometían a 'sujetos' como Sakura debían estar en su mente últimamente.

Jin se dio la vuelta. —Sí, bueno, no creas todo lo que te dice. Es una mentirosa compulsiva. —Dijo, pero sonaba como el fallido intento de alguien que sabía había sido atrapado. Él se alejó de la mesa. —Y este lugar es un puto cementerio. Me voy.

La única actividad que Jin podía hacer y que Sakura aprobaba era irse. Curiosamente, Ari no lo siguió de inmediato. Siempre había pensado que estaban unidos por la cadera por una cuerda invisible, así que medio esperaba que se cayera de la silla y se deslizara por la calle detrás de su iracundo compañero como un poodle con correa.

—Si Suda Hiroshi no regresa, estaremos aquí por dos semanas más únicamente, —Le dijo a Sakura y a Kakashi. —hasta que una prueba de embarazo pueda ser hecha. Luego de eso regresaremos a casa, o regresaremos a casa y comenzaremos a hacer preparativos para el siguiente objetivo, dependiendo de los resultados.

—¿Eso es todo? —Sakura preguntó con labios apretados.

Ari levantó las manos en una pose defensiva. —No mates al mensajero. —Pidió con tranquilidad. —No somos quienes deciden permanecer aquí. Si dependiera de nosotros, estaríamos yendo a casa hoy, así que, si quieres desquitarte con alguien, desquítate con tu sensei. Él es quien decidió que debíamos esperar y darle a Suda Hiroshi otra oportunidad antes de irnos.

Sakura miró con rapidez hacia Kakashi, justo como para atraparlo retirando la mirada lejos de ella. ¿Él había sugerido que esperaran por Hiroshi? No podía ser verdad… pero ¿Por qué no lo estaba negando?

—Ya que estoy seguro de que tienen mucho que discutir, —Ari dijo con casualidad. — me retiraré.

Sakura apenas notó que él se levantaba y caminaba en la misma dirección que Jin. Tal vez ¿Realmente había una cuerda invisible entre ellos? Al menos ella tuvo el suficiente sentido como para esperar hasta que los golpes de sus pisadas contra el pavimento se desvanecieran y ella y Kakashi eran literalmente las únicas dos personas afuera en la miserable callecita gris, antes de respirar y hablar. —¿Por qué nos vamos a quedar? Si Suda Hiroshi regresa-

—Lo mataré. —Kakashi interrumpió con suavidad. —Lo mataré antes de que alguien sepa que está aquí y lo quemaré hasta que se vuelva una pila de cenizas, así nadie lo sabrá.

—No te atrevas. —Susurró.

Kakashi parpadeó hacia ella, sorprendido. Era la primera vez que le veía a los ojos esa mañana.

—Hiroshi podría matarte fácilmente, Kakashi. No lo vale. —Dijo. —Él no lo vale. Sólo vayamos a casa.

La mirada de Kakashi se deslizó de ella, de vuelta al tenedor que había plantado en la mesa. —Suda Hiroshi merece ser picoteado hasta la muerte por cuervos, pero de eso no se trata. No estoy esperando que regrese. Sólo espero que no regrese aquí en largo tiempo.

—Entonces ¿Por qué quieres quedarte aquí? —Preguntó, porque Sakura ya había tenido suficiente de esta ciudad. Era una pústula húmeda y putrefacta en la cara de la tierra, donde la bacteria se reunía, extendía y comía las almas atrapadas aquí. Con Hiroshi lejos, era como si le hubieran quitado un peso de encima, pero como un animal intentaba huir irracionalmente del lugar en el que había sido herido, Sakura añoraba irse, incluso si era obligada a arrastrarse para ello. Su subconsciente le susurraba que seguirían sucediendo cosas malas entre más tiempo permaneciera en este infierno creado por el hombre. Intentaba ignorarlo, pero su corazón, demasiado consciente de su mortalidad el día de hoy, estaba de acuerdo.

Kakashi nunca había sido alguien que pusiera su corazón antes que la lógica. —Si vamos a hacer esto, —Dijo en voz baja. — entonces sólo puede hacerse aquí. Danzou tiene muchos espías observando a gente como nosotros allá en Konoha… aquí, sólo tenemos que preocuparnos de Jin y Ari, y fácilmente podemos quitárnoslos de encima sin que sospechen.

Sakura no sabía que decir. Obviamente él se había adelantado, mucho más que Sakura, y por supuesto que tenía razón. Como era usual. Si regresaran ahora a Konoha, ciertamente serían atrapados.

Qué incómodo. Casi se sentía como si estuviera con su primer amante de nuevo… intentando ir detrás de la espalda de su madre, esperando que sus compañeros de equipo no lo descubrieran y se burlaran de ella. Excepto que el castigo por ser atrapada ahora no eran bromas o una madre decepcionada porque tenía su corazón puesto en que su hija se guardaría para el matrimonio. Si ella era atrapada con Kakashi, estaría muerta.

No había emoción o suspenso tampoco; sólo una blanda resignación por lo que tenía que ser hecho. Kakashi no era su amante. Ella no estaba temblando de emoción ante el pensamiento de escabullirse con él en un love hotel -estaba sudando frío. Cada vez que pensaba en lo que vendría esta noche, una cascada de ansiedad caía sobre su cuerpo, enfermándola y haciendo que su corazón latiera como si estuviera considerando rendirse de nuevo.

Las consecuencias de su decisión eran tremendas. Iba mucho más allá que simple sexo, para que su plan funcionara tendría que haber un niño, y eso era algo que nunca podría deshacerse. Alteraría sus vidas para siempre de una manera u otra.

—¿No has cambiado de idea? —Susurró ella, distrayéndose con el mantel.

—¿Y tú? —Replicó.

Era bastante claro que ambos estaban en el mismo lugar que la noche anterior, aunque ambos deseaban que no lo estuvieran. Habían hecho un arreglo; su silencio mutuo en el tema era toda la confirmación que necesitaban oír de que seguía siendo así. Ella podría ser amable y hablar, absolverlo de cualquier responsabilidad que sintiera hacia ella, pero… no podía. Tenía que ser egoísta.

Con un repentino suspiro, Kakashi se alejó de la mesa. —Necesito un trago. —Dijo.

Sakura sabía que no quería uno no-alcohólico. —Es la mitad de la mañana. —Apuntó en voz baja.

—Sé la hora. —Gruñó, poniendo dinero en la mesa. Al menos no iba a dejarla con la cuenta.

—Se supone que no debes dejarme sin compañía. —Apuntó.

—Estoy seguro de que estarás bien. —Dijo, y comenzó a alejarse.

—¿Qué se supone que haga? —Gritó.

—Lo que sea que quieras.

Sakura se encontró muy sola de pronto. Sus manos se movieron intranquilas sobre la sombrilla que descansaba en su regazo, empapándola, preguntándose qué hacer. Kakashi usualmente no la abandonaba así, pero incluso Sakura tenía que admitir que no estaba tan dispuesta a pasar el día con él. Estaba teniendo problemas para verlo. Él definitivamente luchaba para verla sin volar hacia el bar más cercano por coraje líquido, evidentemente.

¿Cómo demonios iban a sobrevivir esta noche?

La puerta de la casa de té se abrió mientras la mesera enfrentaba una vez más la lluvia para juntar el dinero que Kakashi había dejado. —¿Necesita algo más? —Preguntó educadamente, intentando aplanar su cabello.

Sakura elevó la vista hacia el rostro de la joven, tan envidiosa de la simpleza de su vida que realmente le preocupaba. Después de todo, su más grande preocupación parecía evitar que su cabello se mojara o no. —Toma. —Le dijo ella, pasándole el paraguas antes de deslizarse también fuera de su asiento y caminó bajo el rocío de la llovizna.


—El Hokage quiere verte, Sai. —Dijo la secretaría que una vez había sido jefa de los cazadores ninjas de Konoha antes de que su división entera hubiera sido desmantelada y transferida a Raíz, toda menos ella misma.

—Para usted… ¿Lucía molesto? —Sai preguntó con cuidado. Siempre era importante conocer el humor del Hokage antes de que uno fuera a encontrarse con él… uno tenía que saber si era buena idea ir y ver al Hokage inmediatamente, o volar del país y cambiarse el nombre.

La antigua jefa ANBU parpadeó lentamente. —Luce igual que siempre para mí.

Entonces probablemente él no estaba en problemas. Sai reverenció y le agradeció, y procedió a subir la escalera que conducía a la punta de la torre donde estaba la cámara del Hokage. Ahora había ANBU de Raíz estacionados cada diez pasos, de pie perfectamente quietos como si debajo de la ropa negra y las máscaras de porcelana hubiera cuerpos de mármol. El mismo Sai estaba indistinguible de ellos en su propia máscara y ropa, así que sentía un poco de lástima por la secretaria afuera de las habitaciones que ocupaba el Hokage que tenía que identificar a cada persona que entraba.

—El Hokage quiere verme. —Dijo a ella.

—¿Quién eres tú? —Demandó sin levantar la vista de su papeleo.

—Sai.

Ella no se molestó por pedir una identificación. —Adelante.

Dentro de la habitación de recepción del Hokage estaba tan lúgubre como siempre. El semicírculo de asientos estaba lleno con los 'barones', los viejos sublíderes de Raíz, de cuando sólo era una pequeña división medio-escondida del Sandaime. Sai recordaba trabajar con ellos, defendiendo Konoha de las más viles amenazas con los más viles medios, pero esos días sólo se quedaban sentados en sus sillas elegantes, quejándose y gobernando. Danzou una vez le había prometido a Sai un asiento, pero hasta el momento no había escuchado más del tema, y sentía que, si la oferta llegaba, la pasaría. Mirando alrededor de la habitación de hombres estancados, gradualmente insolados del resto de la aldea y perdiendo el piso, Sai no estaba impresionado.

En el momento en que Danzou lo vio, hizo un gesto de bienvenida con el brazo que le servía. —Sai. —Dijo con calidez.

Como uno de los pocos privilegiados, Sai no necesitaba arrodillarse, aunque todavía tenía que reverenciar lo suficiente como para exponer su nuca. —Hokage-sama. —Saludó con neutralidad. —¿Cómo puedo ser de utilidad?

—Me gustaría tomar tus conocimientos en cierto tema. Sólo necesitas responderme algunas preguntas. —Danzou dijo, moviendo un dedo hacia un ANBU de rango menor que estaba perdiendo el tiempo cerca de la habitación. A su señal, el hombre corrió, reverenció y volvió a su puesto una vez que le dio un archivo al Hokage. —Parece ser que el chico de las nueve colas no es tan bueno escondiéndose como sus partidarios esperarían. Ha sido visto más que cerca de la Aldea, esta mañana únicamente.

—Ya veo. —No estaba en la naturaleza de Sai reaccionar, y no lo hizo.

El ojo descubierto de Danzou se fijó en él, especulativamente. —Pasaste mucho en compañía de Naruto, Sai, ¿Sientes que lo entiendes?

—Mejor que la mayoría. —Sai dijo sinceramente.

—¿Y cuál crees que sea su motivo para aparecer tan cerca de la aldea? —Danzou demandó. —¿Está declarando sus intenciones?

Sai pensó por un momento. —No creo que Naruto-kun sea de exhibiciones ociosas, así que no creo que tenga la intención de intimidarlo. Tampoco es infalible. Si lo ha visto, dudo que sea porque haya querido ser visto.

Esta respuesta pareció satisfacer a Danzou. Él sonrió, frotándose el labio inferior con diversión. —Entonces, ¿Por qué regresaría? ¿Tal vez está en contacto con alguien? ¿Aliados dentro de la Aldea?

—Posiblemente. —Sai concedió.

—Has estado vigilando a ciertas personas de interés, ¿Has visto algo inusual esta semana?

—No que haya notado. —Lo que estaba cerca de ser verdad, mientras Sai omitiera el mencionar que no había estado vigilando con mucha atención.

—De cualquier forma, las divisiones de la seis a la trece han sido despachadas. Tal vez esta ocasión seremos capaces de traerlo y darle a la gente la justicia que merece. Konoha ya no será amenazada por el monstruo de nuevo colas, o los ejércitos que levante contra nosotros.

Sai sonrió sin humor detrás de su máscara. El Hokage no necesitaba repetirle líneas de propaganda, él y todos los demás en la habitación sabían que Naruto sólo era una amenaza para Danzou y la razón por la que los ninjas cazadores recorrían la tierra por él. Pero, ¿Tal vez si repetías con frecuencia una mentira, eventualmente parecería verdad, incluso para aquellos que la contaban?

—No debemos olvidar que Naruto-kun es todavía un joven. —Sai dijo. —Tal vez sea capaz de convencer a otros con su encanto, pero todavía está inclinado a ser descuidado e ingenuo, y confía en aquellos que no debería. No creo que necesitemos tener miedo de que esté reuniendo un ejército.

—Tú mismo eres joven y te acercaste mucho a Naruto, no puedes entender lo intrincado de todo lo que mis estrategas y generales han descubierto. —Danzou dijo suavemente.

—Por supuesto, Hokage-sama. —Sai respondió con rapidez, haciendo otra reverencia. Él había hablado sin cuidado.

—Antes de que vayas ahí, hay otra cosa en la que deseo pongas tu atención. —Danzou dijo, extendiéndole el archivo a Sai. —Como sabes, el verano no ha sido amable con nosotros este año y la producción de cultivos bajó el treinta por ciento. No todos nuestros queridos pobladores entienden la necesidad de restringir el arroz y otros granos, y el mercado negro está creciendo. Preveo que esto se volverá… preocupante. La gente no entiende que lo que reciben es robado de la boca de otros que tal vez estén en más necesidad. Así que quiero que reúnas información y lleves operativos si es necesario.

Sai había escuchado que siempre había existido un mercado negro de una forma u otra, pero nunca le había prestado atención. Si estaba creciendo, ¿Era realmente su trabajo reunir información de ello? —Veré que puedo hacer. —Dijo.

—Excelente. —Danzou asintió. —Y si escuchas algo relacionado al nueve-colas… vendrás y me lo dirás inmediatamente, ¿No es cierto?

—Por supuesto, Hokage-sama.

Sai lo reverenció y a sus barones y salió, contemplando su nueva orden. Estaba muy concentrado preguntándose dónde iba a comenzar a investigar sobre el intangible 'mercado negro' que casi no notó cuando, mientras descendía la escalera, uno de los inmóviles guardias de Raíz parado cerca de la pared se despegó y comenzó a seguirlo.

Casi.

No era inusual ser seguido en la Aldea, pero siempre preocupaba un poco. Cuando sucedía con frecuencia significaba que el Hokage había encontrado una razón para sospechar que uno le estaba dando menos que lealtad completa. Era extraño ser seguido tan abiertamente, pero uno no se quejaba. Sai permaneció calmado, dirigiéndole a su perseguidor una sola mirada por encima del hombro para dejarle saber que no engañaba a nadie, y decidió continuar con normalidad, avanzando hacia su casa para preparar su almuerzo. Para cuando llegó a su propia puerta, su cola se había desvanecido. Sai detuvo la llave en la puerta, preguntándose si el tipo se había rendido, entonces se encogió de hombros y entró.

Ahí encontró a su perseguidor, buscando en su refrigerador.

—¿No tienes algo de ramen? —Preguntó.

Las cejas de Sai se levantaron mientras el hombre se enderezaba, su capucha cayéndose para revelar una despeinada mopa de cabello rubio. Había estado justo ahí en la torre del Hokage apenas quince minutos atrás, a un latido lejos del mismo Hokage.

Si Danzou hubiera sabido, probablemente hubiera maldecido el día en que había decidido que sus más cercanos protectores y subordinados debían usar ropa que escondiera perfectamente sus identidades. Aparentemente el enemigo número uno de Konoha podía caminar justo bajo la nariz del Hokage sin ningún jutsu o alguien notándolo.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Sai preguntó apaciblemente.

Naruto se bajó la máscara y le dirigió una mirada de reproche. Sai suponía que le había dado un saludo bastante blando a tal hombre en tal situación, pero estaba genuina y honestamente impresionado, así que había olvidado al menos parecerlo.

—También me alegra verte, Sai, bastardo inexpresivo. —Naruto sacó un cartón de leche de su refrigerador, e incluso si había pasado más de un mes desde su expiración, él la tomó de un solo trago.

—Debe haber más de media docena de divisiones de cazadores rastreándote justo ahora. —Sai apuntó. —No deberías estar aquí.

—¿Por qué, planeas delatarme?

—Una vez que te vayas, sí. —Dijo Sai. —Si se descubre que estuviste aquí y no lo reporté, me darán los mismos cargos que a ti.

—Los que son… ¿Cuáles? —Naruto se rascó la cabeza. —Lo olvidé.

—Traición. —Sai le ayudó.

—Sai, sabes que eso no es cierto.

—La verdad no importa tanto si una mentira hace que la Aldea esté más segura de lo que ha estado en veinte años. —Dijo Sai. —Además, ya no es una mentira. Planear derrocar al Hokage es traición.

—¿Incluso si estamos hablando de un Hokage realmente horrible? —Naruto preguntó inocentemente.

Sai suspiró con paciencia. —La Aldea se ha beneficiado bajo Danzou.

—No crees en serio eso. —Naruto dijo, dándole una mirada peculiar.

—No siempre. —Sai admitió. —Pero casi siempre.

Naruto dio un suspiro audible y golpeó la puerta del refrigerador para cerrarla. —Sabía que era mala idea venir a verte. —Dijo. —En verdad vine a ver a Kakashi-sensei. Él era quien estaba intentando contactarme.

—Él no está aquí.

—Obviamente, y Sakura tampoco está aquí. —Naruto cruzó la habitación hacia la ventana para echar un vistazo a través de polvosas cortinas. Parecía ser un hábito reflexivo que había tomado desde la última vez que Sai le había visto. —Vine tan pronto como pude, pero no fue tan pronto.

—Estoy seguro de que están bien. —Sai dijo con calma. —Se fueron en una misión hace algunas semanas.

Torciendo las cortinas para cerrarlas, Naruto puso una mirada consternada en Sai. —¿Estás seguro de eso?

—Estoy seguro de que era una misión. —Si estaban bien o no eso era otro tema.

—¿Qué tipo de misión? ¿Dónde están? —Naruto preguntó, alejándose de la ventana para reexaminar el refrigerador una segunda ocasión en caso de que algo delicioso se hubiera materializado dentro desde que lo cerrara. Sin ramen, decidió que se conformaría con un plato de dumplings. Sai lamentó la pérdida de su almuerzo.

—No sé dónde están. Y no sé de alguien más que sepa excepto por el Hokage.

Naruto miró los dumplings, no luciendo tan hambriento como un momento atrás. —¿Y si los ha ejecutado en silencio?

Sai ya había pensado en eso. —Entonces quizá nunca volvamos a escuchar de ellos.

Naruto dejó el plato a un lado. Su apetito se desvaneció por completo. —¿Cómo puedes decir algo así, sabiendo que puede ser verdad, y todavía decir que Danzou ha sido bueno para esta Aldea?

—¿Mejor que escapar? —Sai preguntó.

Un ceño profundo se marcó en la frente de Naruto, manchando sus rasgos juveniles. Lo que una vez había sido la expresión petulante de un niño ahora estaba volviéndose algo que podía helar la sangre de un joven. No por primera vez, Sai se preguntó si Danzou había cometido un error al volverlo un enemigo.

—Voy a buscar a Kakashi-sensei y a Sakura, ya que soy el único aquí al que parece importarle. —Dijo Naruto con molestia.

Antes de que Sai pudiera responder, la puerta frente a él comenzó a temblar y agitarse bajo el peso de un fuerte puño. Él se giró con rapidez, recordando sin contento que había olvidado cerrar la maldita puerta cuando su nuevo visitante la abrió sin esperar por una invitación.

—¿Sai? ¿Estás ahí? —Una máscara de Raíz apareció frente a él. —Te conseguí la tinta que ordenaste.

Sai miró nerviosamente sobre su hombro.

—¿Qué estás viendo? —Preguntó el ninja de Raíz.

Naruto se había desvanecido por completo.

Sai se giró con inquietud. —Nada.


Cada vez que Kakashi miraba al reloj colgando chueco sobre la barra, las manecillas parecían haber saltado hacia adelante. El dicho que decía que ver ollas las hacia no llegar a ebullición no podía ser más falso. No importaba cuánto viera esos números, el tiempo seguía avanzando sin compasión y ni siquiera toda la cerveza del mundo podía evitarlo.

No que Kakashi se hubiera sumergido mucho en su botella. Todavía era el adulto responsable, y sus obligaciones pesaban en él. No sería capaz de realizar su deber felizmente o con mucha disposición, pero lo haría con una mente clara y manos sobrias. Además, había un límite en lo que podía beber antes de que se quedara dormido del cinturón para abajo, y lo último que necesitaba ahora era que Sakura le acusara de sabotearse para zafarse de esta ridícula… mórbida… humillante… perversa…

Kakashi se apretó el puente de la nariz y empujó su vaso de cerveza medio vacío. El reloj estaba advirtiéndole que la medianoche estaba acercándose y él estaba comenzando a desesperarse. Tenía que haber otra manera; algo que no había pensado todavía y que les proveería a ambos de un lindo y limpio escape de esta situación. La frase 'pies fríos' era un eufemismo para la condición que Kakashi sufría. Sus pies no sólo estaban fríos, eran bloques de hielo encapsulados en concreto y tenía la ligera sensación de pánico de que estaba a punto de ser arrojado en un muy enorme, muy profundo lago del que nunca podría escapar.

Se preguntaba qué estaría haciendo Sakura en ese preciso momento. Obviamente ella había llegado a términos con su decisión tiempo atrás -su determinación era desconcertante, aunque esperaba que ella al menos sintiera el mismo miedo que él. ¿Habría regresado al hotel o estaba, como él, intentando ocuparse con otras actividades banales? Kakashi no podía estar seguro de cuál. Sin él empujándola a salir y olvidarse de sí misma, Sakura siempre estaba dispuesta a encerrarse en el hotel. No había querido abandonarla esta vez… pero necesitaba un día para estar solo y llegar a términos con lo que iban a hacer.

Sin embargo, se había equivocado en buscar absolución en el alcohol.

Con una última mirada al traicionero reloj, Kakashi se rindió en prolongar lo inevitable. La rotación de la Tierra no había prestado atención a sus problemas personales y la noche había caído demasiado temprano para su gusto. Dejando su cambio en la barra, Kakashi dejó el bar y se unió a la agitada multitud en el exterior bajo las brillantes luces de las calles. La lluvia no se había quitado desde que se había escondido junto con los alcohólicos empedernidos, y aunque no había disuadido a nadie de salir y disfrutar de la noche, cayó sobre la cabeza desnuda de Kakashi para agregar un frío insulto a su herida.

No tenía otro lugar dónde estar ahora excepto por el hotel. Lo había postergado por tanto como había podido, pero había llegado a su límite.

El hotel construido entre dos tristes prostíbulos estaba tan silencioso y oscuro como siempre cuando regresó. Él asintió brevemente a la camarera que estaba trapeando las escaleras, dejándola atrás en su camino hacia el piso donde las habitaciones rentadas de su equipo estaban. Como era usual, la habitación que compartía con Jin y Ari estaba vacía; los idiotas nunca pasaban una noche aquí si podían pasarla en la cama de una prostituta.

Se acercó a la habitación de Sakura con todavía más precaución. ¿Era demasiado esperar que no estuviera ahí? Bueno, sí… porque si no estaba, entonces esa sería un grave motivo por el cuál estar preocupado. Y, sin embargo, mientras caminaba hacia su destino, todavía estaba esperando por cualquier -de verdad cualquier excusa para no hacer esto.

Pero cuando golpeó educadamente a la puerta, la suave voz de Sakura le respondió del otro lado. —Entra.

Ella estaba arrodillada en el suelo cerca de su futón, empacando una pequeña maleta a una sola mano. No lo miró mientras hablaba: —Estaba comenzando a pensar que habías huido.

—Lo consideré. —Gruñó.

Su mano se detuvo en su cepillo. —También yo.

Así que ella estaba tan asustada como él. Al menos eso era un pensamiento reconfortante.

Sakura cerró su bolsa y se levantó para ponerse un abrigo que estaba colgado en el alfeizar. Con una mano libre luchó para ponerlo, y Kakashi automáticamente se movió para colocarlo sobre sus hombros. Ella murmuró un agradecimiento, pero Kakashi todavía estaba confundido. —¿Vas a algún lado? —Preguntó él.

—Sí. —Dijo ella. —Los dos.

—Oh. —Así que esta habitación no sería el escenario de su muerte.

—Hay un… un hotel a unas calles de aquí. —Explicó.

Kakashi sabía exactamente a qué tipo de hotel se refería. —Un love hotel.

—Sí.

—Esa es una buena idea. —Era algo que él hubiera sugerido antes si no hubiera estado intentando con tanta fuerza no pensar en cualquier cosa relacionada a esto.

—¿Estás listo? —Preguntó.

Como si pudiera estarlo, pensó, conteniendo un suspiro que estaba intentando escapar de él. Tomando su débil asentimiento como consentimiento, Sakura lo rodeó y tomó el liderazgo. Pasaron a la mucama en su camino en las escaleras, y ella se hizo a un lado con una educada reverencia que hizo sentir a Kakashi incómodo. Hubiera preferido que su viaje de esta noche pasara inadvertido para todos, incluida esta mujer que ni siquiera tenía manera de saber a dónde iban o qué planeaban hacer.

En la calle, Sakura se puso la capucha del abrigo sobre la cabeza, tanto para oscurecer su cara como para mantenerse seca. Miró una vez a Kakashi para asegurarse que seguía con ella, entonces se movió hacia la colina.

Lo que los rodeaba era un silencio particularmente doloroso. Kakashi nunca sintió la necesidad de llenar los huecos en la conversación con plática innecesaria, pero esta calma entre ellos le crispaba los nervios. No tenía idea de qué decirle mientras caminaban firmes bajo la lluvia y entre las multitudes. No tenía idea de a dónde iban tampoco. Cada tanto robaba un vistazo a Sakura, pero su capucha verde no delataba nada.

—¿Estás bien? —Preguntó cuidadosamente.

Sakura no lo escuchó o eligió no responder. Luego de un momento se detuvo y tocó su brazo para llamar su atención. Aquí. Ella apuntó un edificio de concreto gris cuyo único distintivo era un letrero de neón de un espantoso rosa que parpadeaba intermitentemente las palabras "Love Inn". Si se trataba de algo deliberado o de un circuito descompuesto en el letrero, no lo sabía.

—¿Aquí? —Kakashi no pudo mantener lejos toda la aprehensión en su tono.

Sakura se encogió de hombros hacia él, y luego de un vistazo rápido hacia la calle se apresuró en los escalones y desapareció dentro. Debió haber elegido este lugar en particular por una razón, y tal vez mientras él había pasado el día cometiendo entropía en un bar, Sakura había estado ocupada recorriendo los locales para parejas. Kakashi no estaba seguro de cómo sentirse respecto a eso, pero suponía que debía estar agradecido de que ella se hubiera inclinado por un tipo de lugar más discreto. Otafuku Gai era un lugar donde el mal gusto estaba por todos lados, y podías encontrar tanto hoteles modelados como castillos y elefantes de fibra de vidrio como aquellos construidos de maneras más tradicionales con madera y concreto. Este era uno de eso que caía en medio.

Mientras Kakashi seguía a Sakura fuera de la lluvia y corría al recibidor del hotel, el beneficio de elegir un love hotel para sus propósitos se volvió más aparente: no había una sola persona a la vista.

Estos lugares eran creados para el anonimato. Un par de sillas y una planta en una maceta estaban alineados contra la pared sólo por el bien de la apariencia, pero el registro no tenía personal y estaba cubierto por un cristal grueso y oscurecido. No había personal de limpieza durante las horas abiertas al público, y el único servicio venía de una máquina ligeramente sucia en la pared que a primera vista podría ser confundida por una máquina de venta.

Sakura avanzó hacia ella, quitándose la capucha. Bajo las baratas luces fluorescentes, se veía pálida y ligeramente enferma. Ciertamente no se había preocupado con algo de maquillaje. —¿Cuál te gusta? —Le preguntó. Kakashi se acercó a ella y miró por encima de su hombro, y se dio cuenta que estaba viendo a un panel de fotografías mostrando una pequeña variedad de habitaciones y camas. Algunas estaban encendidas, aunque bastantes se veían apagadas, presumiblemente indicando cuáles estaban disponibles, y junto a cada foto había un botón y el precio.

El cerebro de Kakashi dejó de funcionar. Sakura estaba esperando por su respuesta, pero era como si le hubiera preguntado cuál dedo no le importaba perder. Había una habitación con un obvio tema marino, pintado principalmente en azul con peces dibujados nadando a través de las paredes y el edredón -una nota escrita explicaba que los trajes de buceo que se incluían no estaban disponibles por el momento debido al servicio de limpieza. Otra habitación parecía haber sido sacada directamente de la fantasía de una niña pequeña con montones de almohadas rosadas en una cama rosa y una habitación del mismo color, además de osos de felpa colgando del techo como si fuera una macabra escena de un suicidio en masa. Otra habitación tenía una cama en forma de un corazón rojo. Otra tenía un tema medieval que no lucía diferente a la habitación que acababan de dejar en el hotel, completada con paredes y paneles shoji y un futón viejo, aunque esta parecía proveer con disfraces de elaborados kimonos y una peluca (también ausente por mantenimiento). Kakashi echó un vistazo a una habitación llena de espejos y decidió que prefería hacerlo en una cuneta.

—¿Y bien? —Sakura presionó, viéndolo, y sospechaba que sólo le estaba haciendo elegir a él porque la espantosa colección le había dejado perpleja también. Todas las habitaciones que lucían vagamente normales habían sido ocupadas y las que quedaban eran las que eran un poco muy pervertidas, incluso en una Ciudad hecha exclusivamente para pervertidos.

—Um… —Kakashi levantó el brazo para que su dedo indicara la única habitación que no aterrorizaría sus pesadillas durante las siguientes semanas. —Esta bastará.

La habitación que había apuntado era la única temática que tal vez hubiera pasado por normal -al menos cincuenta años atrás. Estaba llena de muebles austeros y retro, y aunque la descripción decía que había sido modelada basada en un programa de TV, ni Kakashi o Sakura eran familiares con él, así que lucía lo suficientemente normal.

—Supongo que está bien.

Antes de que Kakashi pudiera incluso pensar en pagar, Sakura comenzó a meter su dinero en la máquina. En el momento en que presionó el botón de la habitación retro, su foto se apagó y una llave cayó en la bandeja del fondo. Ella se la extendió. —Habitación dos-cero-uno. —Dijo, dándole una débil sonrisa que no hacía nada para esconder la incerteza en sus ojos.

Él miró entre la llave y su rostro conflictuado. —No tenemos que hacer esto. —Le recordó, aunque para lo que servía.

Y aunque la sonrisa de Sakura de verdad se hizo más amplia, paradójicamente sólo enfatizaba cuán triste era. —Sí, tenemos. —Dijo.

Él suspiró internamente. —Si estás segura.

No encontraron a nadie en su camino hacia la habitación, y una vez que la llave los dejó entrar, Kakashi tomó un vistazo cuidadoso del panorama. Olía a limpio al menos y aunque la alfombra había visto mejores días, las sábanas de la cama se veían nuevas. Por supuesto, en el momento en que vio la cama su boca se puso remarcablemente seca. Miró hacia Sakura que estaba viendo con un poco de incomodidad, y cuando sus ojos se encontraron, ambos supieron exactamente lo que el otro estaba pensando.

—Yo- uh- creo que tomaré una ducha. —Kakashi dijo repentinamente, viendo el baño dentro de la habitación. —A menos ¿Qué quieras tomarlo tú primero?

—Ya me bañé. —Dijo en voz baja, luciendo como si sólo quisiera terminar con todo. Tal vez la hubiera complacido si no estuviera tan consciente del hecho de que olía bastante a cigarrillos y alcohol -la esencia de cualquiera que pasara el día completo en un bar. —Supongo que me pondré cómoda. —Dijo ella con casualidad y se acomodó en la cama para probar su suavidad.

Como una verdadera cama retro, los resortes crujieron bajo ella mientras rebotaba.

Grandioso. Kakashi se retiró al cuarto de baño con más que rapidez y cerró la puerta detrás de él. Por más tiempo del que le gustaría admitir, permaneció con la espalda contra el lavamanos, su mente corriendo. Había una ventana junto a la regadera, pero era demasiado pequeña para intentar escabullirse por ahí. Estaba más que atrapado, si no era por las paredes físicas entonces al menos por su propia consciencia. Había prometido hacer esto por Sakura. Así que lo haría.

Pero todo en esto gritaba que estaba mal. No era ético. Era inmoral. Sórdido. Hubo un momento en que esta chica había sido su joven estudiante, e incluso si parecía como una vida que le pertenecía a dos personas distintas, ciertas imágenes vivirían por siempre en su mente. Imágenes como él llevando a su nuevo equipo a través del bosque, mientras Sakura recogía flores y se las ofrecía a sus compañeros basándose en su significado. No-me-olvides de color azul para Sasuke, para representar serenidad. Ranúnculos amarillos para Naruto, porque simbolizaban descaro e idiotez -y principalmente porque quedaban con su ropa. Hibiscos rosas para ella misma, porque quería ser vista como alguien grácil y hermosa. Y para Kakashi una hoja rizada de helecho verde, para simbolizar salud y resistencia. En ese momento creía que él, como cualquier adulto y maestro, era inmortal e invencible. Después de su primer roce con cierto jounin de la Aldea de la Niebla, ella había revisado esa posición, pero siempre le había visto con admiración.

Se sentía como una traición recurrir a esto. Su vida no debió colisionar con la de él de esta manera. Cuán desesperadamente triste era que el único hombre que tenía ella para confiar era él. Merecía algo mejor.

Al menos merecía mucho más que su reluctancia.

Prenda a prenda, Kakashi se sacó la ropa y las dejó en una montaña en el piso, junto con la cadena con el colgante dorado. La ducha ofrecía sólo una diminuta botella de jabón, pero era suficiente. Él se froto la piel y el cabello hasta que su madre -que alguna vez batalló largas horas con él en la bañera- hubiera estado orgullosa. Se quedó sin jabón, y, por lo tanto, sin excusas para seguir aquí más tiempo. Se secó y examinó brevemente en el espejo, trazando un dedo por la cicatriz que le cruzaba el ojo izquierdo, y luego en las líneas más naturales de las patas de gallo que habían comenzado a aparecer en los últimos años.

Definitivamente merecía algo mejor, pero esto era todo lo que le podía dar.

Como en su hotel, el love hotel proveía a sus clientes con batas de baño que parecían un extraño hibrido entre papel y toalla. Una de color blanco estaba colgando en la puerta del baño y Kakashi se metió en ella y la dejó floja.

Se apreció una vez más en el espejo -el tiempo suficiente como para preguntarse una vez más qué demonios pensaba estaba haciendo- antes de que abriera la puerta y entrara de nuevo al dormitorio.

Sakura ya estaba en la cama. Parecía que se había quitado el cabestrillo y puesto su propia bata, y ahora estaba sentada contra las almohadas duras con las delgadas sábanas puestas sobre su regazo, su brazo enyesado descansaba ligeramente en su estómago. Lucía como la última persona que tenía que estar en un lugar como este… y ella estaba viéndole como si estuviera un poco preocupada porque él fuera a comérsela viva.

No era un gran sentimiento.

Él se acercó a la cama.

—¿Podrías apagar la luz? —Le pidió repentinamente.

Kakashi se detuvo. —Seguro. —Se movió para apagar la luz y la habitación se hundió en la oscuridad, lo que Kakashi no encontró particularmente más cómodo cuando tuvo que regresar hacia la cama dando tropezones.

Los resortes chillaron inquietantemente bajo su peso, y Kakashi se dio cuenta que la cama no sólo estaba modelada a partir de un diseño de cincuenta años atrás -probablemente tenía cincuenta años. Él comenzó a deshacerse el cinturón en su cintura, pero Sakura debió haberlo escuchado y tocó su brazo.

—¿Podemos dejarnos la ropa? —Preguntó.

Él continuó quieto, extraña y dolorosamente consciente de la tibieza de su mano a través de su manga. —Seguro. —Abandonando su cinturón, se metió bajo las frías mantas. Mientras se movía para poner la cabeza en la abultada almohada, algo pequeño y plástico le rasguñó el cuello. Kakashi lo levantó.

Un condón de regalo, tendido ahí como una menta.

Kakashi lo hizo a un lado discretamente. No necesitarían eso esta noche.

Mientras su ojo comenzaba a ajustarse a la oscuridad, gracias a los destellos de luz que pasaban a través de los bajos de la cortina, algunas formas comenzaron a emerger de la oscuridad de sus alrededores. El diminuto mini bar. La radio de plástico roto encima del mini bar. Las aspas de madera del ventilador sobre él que estaba arrastrando polvorientas telarañas. La figura de Sakura bajo las mantas junto a él, demasiado lejos.

Ninguno de ellos estaba moviéndose.

—No tenemos que- —Kakashi comenzó.

—No tienes que seguir diciendo eso. —Dijo cortante.

—Correcto. —Suspiró. —Sólo continuaré con esto, ¿Puedo?

Escuchando su tono mordaz, él casi la escuchaba torcer la cara. —Lo siento, es que es… incómodo. ¿Deberíamos terminar?

—Seguro. —Él murmuró con un tono algo resignado, y se levantó sobre un codo para ver con ojos entrecerrados su oscura figura a su lado. A lo que respectaba a interludios románticos, este era bastante pobre. Desde que había sido adolescente nunca antes había comenzado un encuentro sexual con una chica escondiéndose el uno del otro en una habitación a oscuras con mucha ropa de por medio, pero había podido con eso en ese entonces y podría con esto ahora. Armándose de valor, él movió la mano a lo que creyó era la cara de Sakura y le pasó los dedos por la mejilla.

Él la sintió ponerse rígida. —¿Qué estás haciendo? —Susurró ella.

—Uh… —La mente de Kakashi se puso de nuevo en blanco. —¿Entrando en ambiente?

—Eso no es necesario. —Le explicó. —Eso no es en verdad… Quiero decir, lo que estamos haciendo no es sexo realmente, es sólo una formalidad. No tienes que ponerme en ambiente. Entonces ¿Podemos no hacer esas cosas? No… nada de besos o eso, ¿De acuerdo? Se pondría raro.

La mano de Kakashi cayó en el colchón, derrotada. —Seguro. —Ciertamente tenía una manera curiosa de ver las cosas, el sexo no era solo sexo y era el prospecto de besarse lo que ella encontraba raro, pero si no quería la cortesía de ser seducida antes él lo respetaría. Sin embargo, no sería sólo por su beneficio.

—¿Qué estás esperando? —Sakura murmuró, moviéndose ansiosamente. —Estoy lista.

—Tal vez estés lista. —Respondió.

Si ella no lo hubiera notado ya, esta no era la situación más sexy para ninguno de los dos. La vista de una mujer tendida en cama susurrándole que estaba lista para recibirlo no estaba ni cerca de ser tan estimulante como habría sido en otra circunstancia. Su hombría nunca había funcionado de manera espontánea para comenzar, y nada sobre este ambiente o Sakura con su yeso (luego de tener su primer ataque al corazón nada menos) le seducía.

—Oh. —Sakura se levantó un poco, sonando sorprendida. —Ya veo… estoy tan acostumbrada a Hiroshi, no creí…

Kakashi sintió la necesidad de soltar una disculpa. Había una fina línea que estaba forzado a caminar entre ser repugnantemente ansioso como Hiroshi y tener una antipatía física que podía ser casi insultante. No quería lucir totalmente indiferente hacia ella, sin embargo, no podía forzar algo que no sentía.

—¿Necesitas un momento? —Le preguntó.

Posiblemente ella no podía ver la incrédula mirada que él le estaba dando. ¿Qué esperaba que él hiciera en ese momento?

—O podría ayudar. —Agregó con rapidez, girándose hacia él. —Um… si no te molesta.

—¿Ayudar? —Repitió con inseguridad.

Sakura se movió, poniendo una mano en su regazo bajo las mantas. —¿Puedo?

—Seguro. —Murmuró, aunque no estaba seguro de qué estaba intentando. No hasta que la misma mano encontró la abertura de su bata y se deslizó en su interior y las desnudas puntas de sus dedos tocaron su igualmente desnudo muslo. Su músculo saltó, no podía evitarlo. Sakura titubeó, pero no se detuvo, y con lentos y persuasivos movimientos sus uñas trazaron un patrón circular a lo largo de carne que nunca notó él podía ser tan sensible.

Kakashi contuvo el aliento. La parte racional y consciente de su cerebro le recordó relajarse y dejarse llevar, pero las partes más instintivas de él se rebelaron, apagando sin piedad cualquier respuesta que ella intentara provocar en él. Había pasado todo el día peleando contra este momento, y ahora que estaba aquí estaba consternado de descubrir que él todavía estaba peleando contra ello. Sólo relájate, intentó decirse. Que fluya. Terminaría más pronto si lo aceptaba…

Su mano estaba moviéndose más arriba. Sin importar cuánto peleara con su propia biología, no era una pelea para la que estaba preparado para ganar. Su aliento se cortó, ascendiendo como su mano, como su pulso. Con la boca seca, él esperó por el inevitable y horrible momento cuando ella cerrara su mano sobre su sexo y nunca serían capaces de mirar atrás. Sakura se había acercado y ahora su hombro chocó contra el suyo -estaba lo suficientemente cerca como para poder oler su cabello cuando bajó la cabeza.

Nada especial. Se había lavado el cabello con la marca genérica de shampoo que el hotel compraba, y probablemente olía como todo aquel que lo usara en el baño. Pero justo ahora esa inofensiva y leve esencia se arrastró por sus sentidos como si fuera un fino perfume. Su pulgar trazó una línea atrevida desde la cara interna de su muslo hacia su entrepierna, y cuando el dorso de sus dedos rozó ligeramente contra su verga, su aliento se cortó. Sabía que estaba perdido. Ambos sabían que estaba medio erecto, lo que ya era más de lo que Kakashi esperaba estar tan pronto.

—¿Necesitas que continue? —Le escuchó preguntar con debilidad.

¿Debería estar complacido por haberse levantado ante el reto, o simplemente avergonzado? Kakashi tal vez le hubiera dado crédito si él no hubiera estado tan seguro de que esto era evidencia de cuánto había pasado desde que había estado con una mujer, o al menos no le gustaba pensar de sí mismo como el tipo de sujeto que se excitaba con tanta facilidad en una situación tan perturbadora. ¿Ella pensaría en él como uno más de los bastardos sudorosos que buscaban una cogida rápida?

—¿Eso es suficiente? —Sakura preguntó de nuevo cuando él falló en responder.

Él asintió, un poco aturdido por cuán calmada parecía ella y cuán nivelada su voz sonaba. Sin importar cuáles eran sus pensamientos, ella los estaba manteniendo para sí misma. Las semanas con Hiroshi le habían desensibilizado de la intimidad, o al menos le enseñaron cómo esconder sus emociones extremadamente bien. Cuando se había metido con ella a la cama, ella había comenzado a esconderle algo, apagando una parte de sí misma con tanta facilidad como él había apagado la luz, y no estaba seguro de si eso lo hacía más sencillo o incluso más desconcertante. No quería pensar que ella le iba a tratar de la misma manera en que trató a Hiroshi… o que ella sintiera la necesidad de hacerlo.

Ciertamente no mostró ningún titubeo cuando dejó una firme mano en su hombro y deslizó la pierna encima de su regazo, montándolo cómodamente. Kakashi tomó un aliento agudo, inseguro de donde poner las manos. Pero eso parecía algo irrelevante cuando podía sentir a Sakura moviendo la ropa que los separaba.

En el momento en que él sintió su tibia carne encontrarse bajo el revoltijo de batas y sábanas, sus manos se colocaron en sus caderas. —Espera. —Jadeó. Estaban moviéndose rápido. Demasiado rápido.

El algodón rozó en la oscuridad. El cabello de Sakura le acarició su mejilla mientras acomodaba su brazo enyesado de manera floja alrededor de su cuello, alineando sus cuerpos. Las caderas de ella se movieron con cuidado sobre las de él y ante el primer toque ardiente de su sexo contra el de él se congeló, sabiendo lo que venía a continuación. Aquí venía. No podía detener lo que estaba a punto de suceder, tampoco podía detener la reacción primitiva de su cuerpo ante el ligero peso de la chica sobre él, o su trasero frotándose contra su creciente erección, sabiendo que en momentos él estaría dentro de ella.

Sakura finalmente disminuyó su velocidad. Todo lo que él podía escuchar era su suave respiración y para su desgracia era mucho más controlada que la de él. Entre todos los nuevos amantes había un momento de anticipación donde ninguno sabía cómo funcionarían, o si sus cuerpos encajarían juntos. Normalmente era excitante tener esa emoción, sin saber si sería bueno, malo, pasable, o les volaría la mente. Los amantes falsos como ellos sólo sentían un golpe de incertidumbre. Sin importar lo que sucediera a continuación, no sería placentero.

—Lo siento, Sensei. —Susurró, cerca de su oreja.

Pero nada de esto era su culpa. Cuando Naruto se fue, le dijo a Kakashi que la protegiera, y esto era a lo que había llegado. Él le había fallado a ella en cada posible forma, y escucharla disculparse por ello abrió un agudo dolor en su pecho que le hizo apretar los ojos con fuerza. Sus dedos hundiéndose más en la ropa abultada alrededor de su cintura mientras los dedos de ella se deslizaban discretamente entre ellos.

Por primera vez ella le tocó, alineando su media erección con su entrada. Entonces sus caderas se adelantaron e increíble calor le rodeó. Con un preciso movimiento de sus caderas lo tomó dentro de ella, profundo y tan cómodamente que no había espacio.

Kakashi murmuró una maldición contra su hombro, no-preparado para la corriente de crudo placer que arañó sus nervios. Necesitaba de un momento para ajustarse -para tranquilizar a sus temblorosas manos- pero Sakura estaba impaciente. De una, sus caderas comenzaron a levantarse y a rodar en un suave y calculado ritmo, pensado para seducir y elevar su deseo con rapidez. Era placer tan básico y fuerte que recorría sus venas en cada desliz. Su cuerpo era esclavo de tan simple manipulación. Mientras el aliento controlado de Sakura le daba en la frente con cada penetración templada, Kakashi se sintió endurecerse cada vez más dentro de ella, y odiaba que no podía mostrar la misma compostura que ella.

Evidentemente tenía mucho más práctica que él.

—¿Eso está bien? —Susurró en una voz tan calmada como para burlarse de él.

Kakashi gruñó un estrangulado sonido mostrándose de acuerdo, sintiendo un poco como si estuviera desmoronándose. Disgusto y agonía peleaban con el placer. Su ropa picaba contra su ardiente piel -deseaba que pudiera quitársela. Sus manos se apretaban sin descanso contra ella, todavía inseguro de qué hacer con ellas y medio frustrado porque la bata de ella ofrecía pocas pistas sobre la forma o la sensación de su cuerpo, y medio culpable porque quisiera saberlo. Y ¿Se daba cuenta ella de que las puntas de sus dedos estaban acariciándole la nuca de esa manera, o lo estaba haciendo sin pensar?

Tal vez era -más que cualquier otra cosa- esa pequeña caricia la que hacía que el creciente deseo se disparara todavía más. En la oscuridad no había más que el correr de su sangre en sus orejas y el calor del cuerpo de ella embistiendo metódicamente contra el suyo -ese delicado toque de su mano era lo que lo anclaba a tierra. Le hacía sentir casi capaz de engañarse y decir que ella era otra persona. Alguien que de hecho deseaba estar con él.

Incluso si todo lo que había entre ellos eran sus delgadas ropas, había una distancia que no podían disminuir ni siquiera presionados de esta manera el uno contra el otro. Para Sakura esto no significaba nada; continuaba moviéndose como una máquina, completamente imperturbable y casi sobrenaturalmente consciente de qué hacer para arrastrar su cuerpo al límite con tanta rapidez.

Él suponía… si sólo era necesario para él alcanzar el clímax, entonces tendría que hacerse. Harían lo que era requerido y nada más.

El ritmo de Sakura comenzó a elevarse, sus embistes volviéndose más fuertes y rápidos, más determinados. ¿Creía que estaba tardando mucho? Kakashi intentó contener un gemido y falló. Sus brazos moviéndose automáticamente, envolviendo su cintura para presionar con más fuerza contra ella. Era vergonzoso, pero él ya no tenía autocontrol. El sudor comenzó a perlar su piel mientras su sanidad comenzaba a perderse; necesitaba sostenerla y penetrarla, internarse más profundo en ese resbaloso, perfecto calor y olvidarse por un momento de por qué estaban haciendo esto. Ella era simplemente otro cuerpo caliente. Eso era suficiente, ¿No era cierto?

El placer se cimentó. El cuerpo de Sakura era demandante, y ante sus contenidos gruñidos, su fluida gracia se volvió un duro viaje, sus caderas montando con tanta fuerza las de él que los resortes de la cama comenzaron a chillar. Ella le iba a llevar al límite con pura fuerza. Sin seducción ni tentación. Ella quería que él terminara ahora. Ella estaba conteniendo su aliento.

Kakashi no podía soportarlo más. Con un patético sollozo, él se movió debajo de ella, abrazándola con rapidez mientras él penetraba y se aliviaba, pulsando dentro de ella.

Cada momento de esto fue tan exquisito como intolerablemente humillante.

En el segundo en que se terminó, temblores de fatiga le recorrieron. No podía hablar o pensar y sólo estaba parcialmente consciente de que Sakura estaba levantándose y retirándose a su lado de la cama, acomodándose la bata. Cuando finalmente él recobró la energía para levantar su cabeza y verla, su perfil contra la suave luz de la ventana le hizo saber que estaba tan compuesta como siempre.

—Debemos irnos. —Dijo en voz baja. —Antes de que Jin y Ari se den cuenta que nos hemos ido.

Él ni siquiera había recuperado su aliento. —Sí…

Mientras Sakura se escabullía al baño para cambiarse en privado -una acción extraña luego de lo que acababan de hacer- Kakashi se puso la ropa mecánicamente. Él se movía como un hombre muerto, aunque tenía la suficiente presencia mental como para dejarle propina a la pobre alma que tendría que limpiar la habitación y lavar las sábanas cada mañana, pero igualmente, habían rentado la habitación por menos de media hora; apenas había valido su dinero.

Vestidos, salieron al iluminado recibidor y finalmente podían verse el uno al otro… y ninguno podía ver al otro a los ojos. Caminaron con rigidez y en silencio al vestíbulo para depositar las llaves de vuelta en la máquina y repentinamente estaban de vuelta en la calle, como si nada de consecuencia hubiera sucedido. El cielo seguía lloviendo, y la gente seguía riéndose y bebiendo y andando en las calles buscando mujeres, diversión y problemas, y nadie notó a la pareja escapando del barato love hotel para unirse al sedado tráfico.

Kakashi miró de reojo a Sakura mientras caminaban y notó que estaba deslizando alrededor de su muñeca el colguije de gato que le había dado un poco compulsivamente. Normalmente, en un momento como este, hubiera colocado una mano en su hombro intentando confortarla -e incluso si no siempre supiera qué decir, ella usualmente tomaba consuelo de ese simple toque. Pero justo ahora Kakashi no podía obligarse a tocarla. Escasos minutos atrás había estado dentro de ella, y pese a su casual apariencia para otros, algo raro seguía pasando en el aire entre ellos.

Ninguno habló hasta que llegaron al hotel, y sólo después de que tomaron caminos separados fuera de la puerta de la habitación de Sakura. Sus ojos se elevaron brevemente hacia él antes de moverse de nuevo. —Gracias. —Dijo rígidamente.

Él colocó la mano contra el marco de la puerta, poniendo su peso ahí ligeramente. —Un placer. —Dijo sin una onza de humor.

Ambos esperaron, tal vez por que el otro dijera algo, pero todo lo que estaba desarrollándose ahora era un silencio todavía más agudo. Sakura se metió en su habitación, sus ojos puestos en el piso. —Buenas noches, entonces. —Murmuró.

Él suspiró y se giró.

—Necesitamos hacer esto de nuevo mañana por la noche. —Le recordó antes de que pudiera avanzar.

Él le dio una débil sonrisa. Había sospechado que así sería, y eso hacia este momento todavía más doloroso; sabía que esta había sido meramente la primera de varias noches por venir. —Buenas noches, Sakura.

Finalmente cerró su puerta, dejando a Kakashi a solas en el pasillo. Ahí, sin nadie que lo viera, se recargó de lado y presionó la cara contra la pared, preguntándose en silencio una pregunta muy seria.

¿Qué demonios había hecho?