Notas de la traductora:

En realidad no sé con qué palabras ponerlo exactamente -puede ser que sea porque no he dormido bien-, pero el capítulo puede tener escenas sexuales que no les sienten del todo bien, incluso si no son como lo pasado con Hiroshi, si se puede leer cierta coerción. Además, se discuten las reacciones físicas que pueden ser relacionadas -aunque no lo estén- con el disfrute/placer durante las violaciones (que son reales y que algunas víctimas pueden/pudieron experimentar durante el acto).


El Rollo Escarlata

Eros


Sakura nunca había prestado mucha atención a las manos de Kakashi antes, pero ahora tenía mucho tiempo para examinarlas cuando estaban presionados contra el colchón a unos centímetros lejos de su cabeza. Uñas cortas. Las puntas de sus dedos eran chatas. Tenía una leve doble articulación, a juzgar por la forma en que su pulgar se doblaba en forma de Z cuando hundía los dedos convulsivamente en las sábanas. Estaban cubiertas en todo tipo de rasguños y cicatrices -no cuidaba de ellas, aunque debió hacerlo. Eran manos fuertes y tan largas… pero siempre gentiles.

Siempre gentiles. Tenía que recordar ella eso.

Incluso así, cuando la mano desapareció repentinamente de su lado, instintivamente cuadró sus hombros y apretó los ojos, esperando un golpe -una bofetada en la parte trasera de su cabeza, o una dura nalgada con la suficiente fuerza como para moretearle el trasero- o tal vez sólo para colocarse alrededor de su cuello y empujarle la cara contra la almohada. Pero nunca venía, por supuesto. Él sólo reajustaba su pierna, separándola un poco para acomodarse mejor. Él siempre era cuidadoso con ella.

Había un montón de palabras para lo que estaban haciendo. Joder. Coger. Tener sexo. Tener relaciones. Hacer el amor. Dormir juntos. Ser íntimos. Copular. Pero no había una palabra sin pasión que encajara. No podían ser más clínicos si lo estuvieran haciendo en una mesa de examinación rodeados por hombres y mujeres en batas blancas, tomando notas. Pero esta era una habitación oscura en un nada personal love hotel donde los suaves chirridos del colchón bajo su estómago casi quedaban asfixiados por los amorosos gritos de la mujer junto a ellos. En comparación, Sakura estaba en silencio, manteniendo sus brazos cruzados mientras se concentraba en su respiración para ayudarse a distraerse de… otras cosas. Kakashi estaba tomándose su tiempo esta vez. Sakura reacomodó sus caderas haciendo un gesto, intentando encontrar una posición más placentera para él. Esperaba que terminara pronto; estaba comenzando a doler.

Por encima de la ruidosa vecina y el ritmo de los resortes de la cama, Sakura atrapó otro sonido, de pisadas moviéndose por el corredor fuera y giró la cabeza para escuchar. Un repentino golpe a la puerta la hizo saltar en su marco. Ella saltó e instintivamente intentó retroceder de la puerta, casi cayéndose de la cama. El peso de Kakashi la mantuvo atrapada. Él se detuvo y se quedó quieto, pero sólo para tocarle el hombro. —No pasa nada. —Le dijo él. —Son algunos borrachos.

Él tenía razón. Risas escurridas se desvanecieron por el corredor, pero el golpe de adrenalina seguía en las venas de Sakura. Ella no tembló, pero se sentía lo suficientemente débil como para comenzar a hacerlo si no tenía cuidado. Si alguien los atrapaba aquí… si alguien sabía…

Siempre estaba segura de que la siguiente voz que escuchara o las siguientes pisadas pertenecerían a Jin o a Ari.

Kakashi continuó, pero fue demasiado pronto. Su compostura había sido rota, y ella luchaba para calmar su respiración. Sus instructores shinobi -Tsunade, que descansara en paz, y el mismo Kakashi- siempre le habían enseñado que controlar su respiración era controlarse a sí mismo. Con ese control deslizándose, su concentración estaba perdida, y estaba dolorosamente consciente de su cuerpo empujando dentro del suyo. Invadiendo. Ella debió hacer algún ruido, porque Kakashi repentinamente se detuvo de nuevo.

—¿Qué pasa? ¿Te duele? —Preguntó él.

Así que sí se había dado cuenta.

—Mi… mi brazo. —Dijo ella, lo que no era una total mentira. Su muñeca estaba sanando más rápido de lo que normalmente haría, pero no dejaría de doler hasta dentro de algunos días.

—Podemos parar. —Dijo.

Él sonaba esperanzado, y Sakura desesperadamente quería estar de acuerdo. Cada vez que él preguntaba y le daba una oportunidad de escapar de esta locura, le volvía un poco débil… lo que era la razón por la que él necesitaba dejar de preguntar. —Sólo acaba. —Dijo, más bruscamente de lo que sentía.

Ella le escuchó suspirar, y luego de otro menor reajuste comenzó a moverse contra ella de nuevo. Sakura se mantuvo quieta y esperó… contando su respiración, contando los segundos, contando sus embistes. Cuando ella sintió su cuerpo ponerse rígido y aquellos embistes se volvieron más seguidos y rápidos, supo que estaba llegando al final, y casi recibió con alegría el momento en que finalmente se tensó y jadeó. Su cuerpo entero tembló y se tensó, y comparado con Hiroshi que terminaba como si estuviera eructando, no había equivocación en lo que le estaba sucediendo a Kakashi.

Pero a veces, como ahora, era lento para salirse de ella y él parecía olvidar su acuerdo de no toqueteo innecesario cuando su mano ausentemente le masajeaba la cadera cuando intentaba recuperar el aliento. Cosas como esas provocaban un quiebre parecido a una telaraña en su compostura. Sabía dónde estaba cuando limitaban su contacto a sólo lo que era requerido, y cada vez que él le tocaba como un amante amenazaba con sacarla de balance, poniéndola en un lugar en el que amante y maestro se desvanecía, y los recuerdos de todo lo que Hiroshi le había hecho se sentían tan frescos y a veces pensaba que él era quien estaba encima de ella.

Pero ¿Cómo podía culpar a Kakashi por cosas que no podía compartir y que él no podía adivinar? Él estaba esforzándose, eso era obvio, y no era sencillo o natural para ninguno de ellos dos. Todo lo que Sakura podía hacer era esperar que él lo recordara, y en el momento en que retrocedió, acomodándose en sus talones, ella se levantó con rapidez y se acomodó la bata por debajo de las caderas. Incluso si estaba demasiado oscuro para que él viera algo, lo correcto entre ellos siempre se instalaba tan pronto como él acabara de cogérsela.

Si algo, eran esos momentos los que se sentían mucho peor. Ella siempre se preguntaba si debía de decirle algo en esos precisos segundos cuando parecía que su relación estaba colgando de su último y frágil hilo, pero ¿Qué podía decir? Tonterías superficiales sobre el clima no funcionarían. Podría comentar las cosas que eran diferentes esta noche -como su repentino incremento de estamina, o cómo no había tenido problema en excitarse esta vez- pero no quería sonar como si estuviera calificando su desempeño. Ella veía cómo le veía a veces, o, mejor dicho, cómo se rehusaba a mirarle, y sabía que la culpa y el autodesprecio se lo estaban comiendo. Sabía que no debía confundir reacciones físicas simples como la excitación o el clímax con deseo, o incluso con voluntad.

Había soportado el suficiente tiempo a Hiroshi para recordar aquellas ocasionales punzadas de placer… y cuán devastador se sentía después.

Probablemente era así como Kakashi se sentía justo ahora, sentado en silencio, en la oscuridad. No había nada que alguno de los dos pudiera decir para hacerlo mejor, así que simplemente se levantó y cruzó hacia el baño donde ella podía lavarse y cambiarse de nuevo.

El camino de regreso al hotel siempre era conducido en silencio, hasta el punto en que Sakura se preguntó por qué se molestaban en caminar juntos, y Kakashi había parado de decirle buenas noches mientras tomaban caminos diferentes fuera de su habitación. Si tenía suerte, tal vez le tocaba en la espalda mientras se detenía fuera de su puerta y él continuaba hacia la suya, pero el contacto entre ellos era superficial comparado a lo que había sido antes…

Y mañana, ambos tendrían que dar su mayor esfuerzo para pretender que nunca había sucedido.


El libro era aburrido y Sakura había estado arrancando las páginas con un ritmo constante durante toda la mañana. El capítulo tres ahora era la mayor parte de su ejército de grullas de origami alineado junto a su futón, y los capítulos del cinco al siete ahora estaban en algún lugar de la calle, habiéndose transformado en aviones y arrojados desde la ventana -con diferentes grados de éxito. La hija de la prostituta en el prostíbulo de enfrente le había visto, y ahora Sakura se había puesto a hacer dibujos en las páginas en blanco entre los capítulos, podía levantar la vista de vez en cuando y ver a los otros aviones rudimentarios volando con el paso del viento.

Antes de venir a Otafuku Gai, Sakura nunca había sido buena manejando su aburrimiento. Estar callada en una pequeña habitación todo el día le hubiera vuelto loca con la frustración, pero la necesidad le había obligado a lidiar con su naturaleza inquieta. Había aprendido a lidiar con su ansiedad ocupándose con actividades triviales, incluso si eran destructivas. La mujer que limpiaba las habitaciones cada vez se ponía más exasperada con ella, porque cada vez que Sakura dejaba su cuarto lucía como si fuera el sitio en que una bomba había sido detonada. A su vez, Sakura estaba poniéndose cada más enojada con la limpiadora también. A veces tenía que debatir seriamente si quería salir o no para comer algo, sabiendo que la pequeña arpía se metería en su cuarto en el momento en que saliera y desmantelaría su nido de ropa, sus sábanas, su papel cortado y las cajas de comida para llevar.

Había tenido que limpiar un espacio para su ejército de grullas, y ahora estaba ideando un ejército de perros para enfrentarlos. En el gran final probablemente los incendiaría, y esperaba -sólo un poco- que se llevaran el hotel completo con ellos.

Cuando la puerta se abrió de golpe detrás de ella, inmediatamente supo quién podría ser. La sirvienta nunca le molestaría, Kakashi siempre golpearía, e incluso Ari daba dos golpes antes de abrir la puerta con o sin permiso. Jin, fiel a sí mismo, pasó por la puerta y una vez dentro de la habitación hizo un sonido de disgusto. —¿Alguna vez limpias?

Sakura continuó doblando un perrito. —¿Te molesta? —Preguntó, indicando con obviedad que si descubría cualquier cosa que molestara a Jin, lo utilizaría al máximo.

Sin embargo, Jin ignoró el anzuelo y pasó por encima de una barrera de ropa que había formado con todas las piezas de su armario que ya no necesitaba para Hiroshi. —Es un lindo día, ¿Por qué no vas a jugar a fuera?

Sakura resopló. —¿Por qué? ¿Quieres hurgar en mi habitación?

—¿Tienes algo qué esconder?

Ahora Sakura era quien ignoraba la pregunta, fingiendo estar muy absorta en sus manualidades como para hacerle caso. Escuchó a Jin acercarse más, y en el siguiente momento, su ejército de grullas fue aplastado sonoramente bajo sus pies.

Ahí iba su gran final.

Golpeando su mano en su perro medio terminado, miró con molestia a Jin. —¿Qué? —Gruñó. —¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué es tan importante que me molestes todo el maldito tiempo?

Él se acuclilló, incómodamente cerca. —Sabes, estaba pensando que tal vez sería lo mejor advertirte… Suda Hiroshi podría estar de vuelta más pronto de lo que habíamos creído. Quizá ¿Deberías levantar esas prendas del suelo y alistarte?

—Jódeme. —Gruñó.

—No me tientes. —Dijo él, arrastrando sus dedos por su brazo desde su hombro hasta su codo, deteniéndose en su yeso. Sakura inmediatamente se arrepintió de su elección del vestido sin mangas, y miró su mano como miraría a una serpiente. —Mejor seguimos en buenos términos, Sakura-chan. Somos nosotros quienes deciden tu futuro.

—Eso suena como una amenaza. —Dijo, sus dientes apretados.

—Sólo es un hecho. —Jin replicó.

Él movió la mano como si fuera a acariciarla de nuevo, pero esta vez, Sakura golpeó su mano para alejarla. —¡Ajá! ¡Ambos parecen olvidar que sólo son chaperones! Kakashi es mi cuidador- no tú, tampoco Ari- ¡Nadie excepto por Kakashi!

—¿Y cómo se siente eso? —Le preguntó de pronto, su voz cayendo hasta hacerse un susurro ansioso. —Sakura-chan, ¿Cómo se siente tener a tu Sensei viendo todo esto? ¿Tenerlo de pie ahí, observando a su protegida volverse una puta? Sabes que él lo observó todo, ¿no? Todos lo vimos. Fue una cosa hermosa.

Sakura estaba temblando. No con miedo o disgusto, pero con una profunda rabia que radiaba a través de sus músculos, demandando que se entregara a ella. Demandando que lo asesinara.

—Sabes, mejor te cuidas de ese sujeto. —Jin continuó. —Él siempre parecía interesado en ello, si sabes a lo que me refiero.

El brazo de Sakura se movió, golpeándolo en la cabeza antes de que pudiera detenerse. Probablemente hubiera valido la pena ese breve momento en que lo vio torcer el gesto y agachar la cabeza para evitar por completo el golpe, pero la satisfacción fue breve. Jin se recuperó con rapidez, tomando su brazo herido y empujándola con la suficiente fuerza como para quitarle el equilibrio y aterrizar de costado.

Él no liberó su brazo, y ella se mantuvo rígida en su incómoda posición, rehusándose a dejarle ver que tenía dolor.

—Dame una excusa. —Susurró hacia ella. —Oh, por favor, dame una excusa.

Ella contuvo el aliento, mirándole con enojo a la máscara. Tenía que recordar que Jin y Ari eran intocables en lo que respectaba; todo lo que les hiciera se volcaría contra ella y Kakashi por dos. Él sólo estaba intentando conducirla en darle una excusa para matarla o ponerla en contra de Danzou para que la ejecutara, y no le sorprendería si tenía órdenes expresas para empujarla a su límite hasta que reventara.

Sakura contuvo su temperamento, forzándose a respirar en lentos y calmados alientos. —Algún día tendrás tu merecido. —Dijo en voz baja.

Jin pareció divertido por esto. —Oh, ¿Es esa una amenaza?

—Sólo un hecho.

Evidentemente a Jin no le gustaban las respondonas que volcaban sus palabras a él, y por un momento el agarre en su tierno brazo se apretó con tanta fuerza que casi dejaba salir un quejido.

—¿Qué sucede?

Ante el sonido de la voz de Kakashi, Jin soltó su brazo con casualidad y se levantó como si sólo hubiera estado acuclillado para acariciar a un amado cachorro. Él se giró hacia la puerta donde el otro hombre estaba de pie y levantó las manos. —No te pongas loco, ¿Dos personas no pueden tener una conversación sin ser acusados de algo?

Kakashi se le quedó viendo intensamente mientras lo dejaba atrás y pasaba por el corredor. Cuando ya no estaba, él se giró hacia Sakura, casi como si estuviera enojado. —¿Qué hizo él? —Demandó.

Sakura se enderezó, ignorando el dolor en su brazo y comenzó a levantar los restos de sus grullas de papel. Algunas habían sobrevivido pero el resto eran pequeños pancakes de papel con marcas de lodo de botas. Suspiró. —No hizo nada. Apenas me tocó.

—¿Apenas? —Kakashi dijo en voz alta. —Él no debería tocarte para nada. ¿Qué hizo?

—¡No es tu problema! —Replicó.

—Por supuesto que sí, es mi problema. Nunca me dices nada, pero siempre es mi maldito problema. —Él cerró la puerta y cruzó el desastre de la habitación hacia la ventana. Mientras la dejaba atrás, una bolsa plástica cayó en el colchón junto a su rodilla. Sakura echó un vistazo al interior con curiosidad, entonces provocó un sonido al meter la mano.

—¿Manzanas? —Ella levantó la ofensiva fruta. —¿Ensalada y pescado-? Pedí comida-

—Eso no es saludable. —Le interrumpió.

—¿A quién le importa? Si estuviera embarazada, tú deberías estar escuchando mis antojos, no ignorándolos. —Cuando Kakashi le miró, ella se quedó callada, medio sintiendo como si hubiera dicho algo excesivamente grosero. Un tabú. Probablemente era algo inconsiderado hablar tan casualmente de un embarazo cuando podría ser cierto…

De cualquier manera, dejó a un lado la comida y cambió su atención hacia su brazo, frotándose la abusada carne y jalando los ásperos volados del yeso. Ya debía habérselo quitado. El musculo seguía doliendo, pero el hueso había sellado un tiempo atrás y sanaría mejor con un simple vendaje de tiras que con un yeso. Su bolso médico con las tijeras estaba enterrado en algún lugar bajo sus montañas de basura así que se concentró en intentar desenterrarlo.

—¿Qué estás haciendo? —Kakashi preguntó.

—Necesito mis tijeras para sacarme el yeso. —Le dijo. —Sé que están aquí en algún lado.

—Tal vez si limpiaras aquí de vez en cuando no perderías cosas.

—Estás comenzando a sonar como Jin.

Eso lo calló.

Pero el kit médico persistió en esconderse de ella y se sentó sobre sus talones con un suspiro de molestia. Quizá había cierta lógica en mantener las cosas ordenadas, después de todo, porque justo ahora no tenía la paciencia ni la energía para montar una búsqueda apropiada.

Kakashi se alejó de la ventana, deslizando algo de su cadera. —Toma. —Dijo, colgando un kunai en su vista.

—No puedo usarlo con mi mano izquierda. —Apuntó. —Me cortaré.

—Entonces extiende el brazo. —Dijo, como si estuviera hablando con un niño petulante que sólo estaba poniendo excusas.

Kakashi se arrodilló en el pequeño espacio que ella había dejado para sus ejércitos, ignorando que estaba aplastando las grullas que habían sobrevivido a Jin. Sakura presionó los labios y le ofreció su brazo en silencio.

Ni siquiera tomó un segundo. Kakashi alineó el kunai contra el yeso, y con un salvaje tirón lo abrió de principio a fin. Algunos hubieran dicho que había sido descuidado, pero sólo aquellos que no sabían que las manos de Kakashi eran tan precisas y confiables como laser. Sakura nunca sintió el más débil sentido de cautela cuando él sostenía una cuchilla a menos de una pulgada de una arteria principal. Estaba más preocupada por la cuidadosa mano sosteniéndole el codo mientras le quitaba la cáscara de yeso del brazo y rompía los tirones de algodón debajo. Las puntas de sus dedos estaban rozándole el interior del brazo. Podía sentir las cicatrices elevadas y sus callos contra su comparativamente suave piel y se preguntó si él estaría consciente del contacto tan intensamente como ella.

¿Por qué era que ella podía poner una de esas manzanas en su cabeza y fácilmente dejarle que le diera con un cuchillo a cientos de metros de distancia, pero el más gentil de sus toques le hacía querer escurrirse en búsqueda del armario más cercano?

Cuando la última de las vendas cayó, su brazo se sintió remarcablemente desnudo, y estaba lleno de bandas rojas por haber estado envuelto. También olía muy parecidamente a un calcetín sudado. —Te conseguiré una toalla. —Kakashi dijo, siempre suficientemente amable para notar tales cosas.

—Tengo dos piernas. —Sakura respondió. —Puedo ir al baño yo misma.

Kakashi gruñó mientras ella se levantaba. —No tienes que ponerte así.

—Sí, sí tengo. —Respondió. —O me consentirás hasta la muerte.

Mientras dejaba la habitación y caminaba por el corredor hacia el baño, se dio cuenta que desde el momento en que Kakashi había llegado ella no le había visto a los ojos. Se estaba volviendo más difícil, pensó, pero era más sencillo mantenerlo a la distancia de esta forma. ¿Eso era injusto? ¿Ella estaba siendo demasiado difícil?

La línea que ella dibujaba entre ellos en la noche tenía sus propósitos, aunque se preguntaba si se había extendido más allá, interfiriendo con sus otras interacciones. ¿Por qué si no, toqueteos que nunca antes había notado comenzaban a raspar sus nervios como lijas? ¿Por qué le molestaba tanto que él todavía quisiera hacer cosas consideradas por ella -cosas que previamente siempre había apreciado? ¿Cómo todo eso podía sentirse repentinamente tan inapropiado?

Pasó la habitación de sus compañeros de equipo en su camino al baño y miró con casualidad al interior. No había señal de Jin, gracias a Dios, pero Ari ciertamente estaba ahí. Sakura apenas contuvo su bufido de desprecio. Si él iba a seducir a la mucama contra una pared como esa, debía al menos tener la consideración de cerrar la puerta primero.

¿Qué veían las mujeres en hombres como esos?

Era algo que tenía que decirle a Kakashi. Sin embargo, para cuando ella regresó a su habitación, él se había desvanecido.


—¿Qué será?

—Lo usual, por favor. —Kakashi dijo.

Pero el bar tender sólo parpadeó hacia él con lentitud, como si fuera una vieja broma que había escuchado un millón de veces antes. Él no recordaba el rostro de Kakashi, mucho menos su 'usual', pese a que Kakashi se había metido en su bar cada noche durante toda la semana pasada. Cierto, Kakashi no estaba muy familiarizado con las reglas de los alcohólicos. Sólo había incursionado en las bebidas cada tarde porque, si algo, le daba el levantón de valor que necesitaba antes de regresar a Sakura.

—Cerveza. —Aclaró.

La botella hizo ruido contra la barra frente a él y Kakashi dejó caer la cabeza contra su mano. Para ahora, él se había acostumbrado a la atmosfera, aunque mayoritariamente intentaba ignorarla. Había crecido regañando a su amigo, Asuma, sobre los peligros de fumar, y poniendo sobre él culpa al hablarle de los peligros de ser fumador pasivo, y, sin embargo, aquí estaba permitiéndose a sí mismo a ser envuelto gradualmente en humo y vapores de alcohol y bastardos tristes tan miserables y callados como él mismo.

Y si Sakura nunca notaba que él olía como la axila de un borracho… bueno, eso era porque religiosamente se duchaba antes de acercarse a ella.

Siempre parecía que no pasaba nada de tiempo antes de que ambas manecillas apuntaran al '12' y la cerveza frente a él fuera consumida. Kakashi pagó -pero no dejó propina- y comenzó a hacer su camino de vuelta al hotel, sintiendo la misma aprehensión que se amontonaba con cada paso. Y aunque creía ser inofensivo, nunca conseguía escapar el notar a las mujeres trabajando, y no eran tan diferentes a los ninjas en la manera en que se movían en las sombras y atacaban de la nada.

—¿Necesitas relajarte, mi amor? —Una dijo desde el marco de una puerta. Otra intentó jalarlo hacia un callejón. Él no estaba seguro de qué había despertado tal repentina e inesperada atención. Hasta que escuchó un comentario mientras pasaba. —Luces como alguien que necesita alegrarse.

Kakashi había ya dejado atrás los días en que hubiera pensado en aceptar tales generosas ofertas. Ya no era un niño, tampoco era un viejo pervertido que estuviera buscando algo de emoción. El glamur del sexo sin significado o sentimiento había perdido su atractivo y por los últimos años mientras Konoha había sucumbido al miedo y a la inseguridad y a los demonios que acechaban sobre ella, él había comenzado a pensar en que había partes importantes de su vida que había ignorado. La aldea a la que había jurado proteger le había dado la espalda, así que ¿Qué más quedaba por hacer? ¿Pelear fútilmente contra la nueva estructura de poder hasta su muerte? O ¿Continuar su vida y encontrar una mujer adecuada para comenzar la familia que se había negado él mismo por tanto tiempo?

Pero entonces Sakura había pisoteado sus planes con su típica sutileza. No era su culpa; no había pedido esta misión y él no podía simplemente rechazar su petición y condenarla a sufrir a solas en el proceso, pero todavía se sentía… atontado, como si alguien terriblemente fuerte hubiera entrado y le hubiera pateado en el costado de la cabeza. Ya no sabía dónde estaba arriba o abajo, si estaba moviéndose hacia adelante o retrocediendo, o si este plan suyo era una genialidad o una locura criminal.

Principalmente, él ya no sabía qué significaba esto para su futuro. Pero estaba seguro del destino de Sakura. Había visto a suficientes sujetos de este proyecto para saber lo que les sucedía a las mujeres una vez que regresaban a Konoha, y sabía que tendría algunas opciones, que eran limitadas, y ofrecían poco consuelo. ¿Y qué con él? ¿Qué tipo de parte jugaría él en la vida de ella? ¿Cómo exactamente se suponía que tenía que seguir con normalidad luego de engendrar un niño con una subordinada -no por amor, ni siquiera por un amorío fugaz- sino por pura desesperación?

Tenía que recordarse que estaba adelantándose. Sakura todavía no estaba embarazada y quizá todavía no lo estaría para el fin del mes. No todos eran compatibles, y él recordaba como a parejas perfectamente saludables como Asuma y Kurenai les había tomado casi un año para concebir.

Ese pensamiento dejó un sabor desagradable en su boca. Él no quería que Sakura fuera sujeta a un año de esto… no con él, ni con Hiroshi, con nadie.

E… incluso si había concebido, todavía existía la posibilidad de que él no fuera el padre, especialmente si ella realmente había mentido sobre que Hiroshi era estéril.

Cuando Kakashi llegó al hotel, se encontró a la mucama justo a la entrada puliendo zapatos. Los zapatos de Ari y Jin no estaban, y Kakashi casi se sintió relajado. Una vez que esos dos salían durante la noche, no se les vería hasta que casi llegara el amanecer.

Subiendo las escaleras pasó por la habitación de Sakura y se dirigió a los baños para sacarse la peste del humo del cabello y cepillarse el aliento a cerveza de su boca. Por lo que podía ver a través de la capa de limo en el espejo no había algún defecto serio en su apariencia esta noche, no cómo si eso importara. Sakura permanecía insistente en tener todo a oscuras cada vez que estaban juntos, probablemente por un tipo de antipatía física hacia él o su propia inseguridad.

Él llegó fuera de su habitación puntualmente y golpeó la puerta antes de entrar. Esperaba que Sakura estuviera completamente vestida y lista como era usual, lo que era la razón por la que él momentáneamente se bloqueó cuando la vio acostada en su futón, vestida con el yukata con el que dormía y con un termómetro saliendo de su boca. No sólo eso, su habitación estaba inusualmente ordenada, y sospechaba que la mucama tal vez se había pasado por ahí si Sakura había salido para encontrar una comida apropiada. Ella se levantó con rapidez cuando él entró.

—¿Estás enferma? —Preguntó.

Ella metió el termómetro de vuelta a su kit médico. —Estoy bien. —Dijo. —Sólo creí que me sentía caliente, así que me tomé la temperatura. Y… está elevada, así que…

—Oh. —Ellos habían pasado por esto al mismo tiempo el mes pasado, y ya que estaba aproximadamente en la mitad de su ciclo ahora mismo, una temperatura elevada era una de las primeras y pocas señales de la ovulación.

Si ese era el caso para el día de mañana la ventana de la oportunidad estaría cerrada, y finalmente podrían acabar con esto. Si sus intentos habían funcionado o no todavía no podrían saberlo, pero ya no había mucho que pudieran hacer que afectara el resultado luego de este punto. De hecho, probablemente no había mucho sentido en siquiera intentarlo de nuevo esta noche. —Entonces ¿No quieres…? —Se interrumpió, nunca cómodo con decirlo en voz alta. —Asumo que esa es la razón por la que estás vestida así.

—Bueno, tal vez sea un poco tarde. —Dijo incómodamente. —Aunque, podría estar equivocada. Normalmente me da un dolorcito si estoy ovulando, pero no tengo eso… así que ¿Quizá debamos seguir intentando sólo para asegurarnos?

Él esperó porque ella continuara, pero Sakura se había quedado callada. —¿Qué quieres hacer?

—¿Qué piensas tú que sea lo mejor? —Preguntó ella a cambio.

Kakashi exhaló en alto. Grandioso. Ella sólo tenía que poner la elección sobre sus hombros. Lógicamente, sabía que deberían continuar por todo el tiempo en que esa ventana siguiera abierta, sin embargo, también era una oportunidad para terminarlo.

Sintiendo su indecisión, Sakura sacudió la cabeza. —Mira, no importa. Deberíamos dejarlo… pero probablemente hoy sea la última vez.

Él suspiró, casi agradecido de que le hubiera quitado la decisión de sus manos. —¿Probablemente?

—Definitivamente. —Dijo con más firmeza. —Pero no te veas tan aliviado.

Kakashi sabía de hecho que su expresión cuidadosamente educada era exactamente esa. —¿Te vas a vestir? —Preguntó con casualidad.

Ella se miró a sí misma y alrededor del medio chiquero que era su habitación. —No me siento con ganas de ir de excursión al otro lado de la ciudad justo ahora. —Dijo en voz baja. —¿Podemos usar este cuarto?

—¿Aquí? —Él miró a la cama con dudas. —¿Estás segura?

—¿Por qué no?

—Bueno… es tu cama. No creí que querrías usarla para eso… conmigo. —Dijo.

—No hueles tan mal. —Le dijo. —Y realmente no me importa. Pero si tengo que pasar otra noche en ese insípido love hotel, gritaré.

Sakura parecía segura de esto, y él no podía profesar tampoco mucho amor por el lugar, incluso sus habitaciones más inofensivas o aburridas eran demasiado sórdidas para su gusto. Esta habitación, sin embargo, se había vuelto el espacio personal de Sakura durante las últimas semanas; su hogar lejos del hogar. ¿Realmente no le importaba que él lo invadiera así?

—Ari y Jin no estarán de vuelta en horas. —Continuó, en caso de que esa fuera la razón por la que titubeaba.

Él no tenía ganas de pelear con ella, así que movió la mano detrás de él para cerrar la puerta y cruzar hacia el futón donde estaba sentada. Ahí estaba el momento en el que atestiguó la incomodidad y el desagrado cruzar su cara, pero en el momento en que comenzó a desabotonar su abrigo, ella se movió para apagar la lámpara.

Kakashi se detuvo. Bajo otras circunstancias Kakashi quizá se hubiera ofendido de que su cuerpo sólo fuera algo pasable cuando las luces estaban apagadas, pero en este caso no habría hecho mucho bien. La ventana dejaba pasar mucha más luz que la que estaba en el love hotel, y como estaban situados frente a un prostíbulo que estaba brillando con tantas luces, letreros y linternas, casi podía pasar por estar a plena luz del día. Kakashi podía ver perfectamente bien a Sakura, y por la forma en que su cara estaba vigilantemente girada lejos de él, sabía que ella podía verle a él también.

Desnudo de todo excepto por su ropa interior, Kakashi se colocó en el futón, donde Sakura se movió de lado para hacerle espacio. Él se preguntó si ella estaba a punto de recordarle sobre su regla de no-desnudez, pero ella sólo le dio una sonrisa pequeña y dolorosamente débil antes de ponerse sobre su estómago sin una sola palabra y acomodar una almohada bajo su cabeza y otra bajo sus caderas.

Ya estaba terminada su parte. El resto le tocaba a él.

Él tragó saliva, familiarizado lo suficiente con lo que venía a continuación ahora que su cuerpo estaba reaccionando. Sabía que no debía desear el cuerpo de Sakura, intelectualmente hablando, pero su verga era de lejos una criatura mucho más simple, y el mero pensamiento de estar dentro de ella le puso duro. Sabía que era patético. Con suerte, Sakura sólo creería que su control era magnifico.

Kakashi se sacó los bóxer y quitó las mantas antes de moverse para posicionarse sobre Sakura. Tan respetuosamente como podía, levantó el bordillo de su yukata y lo sacó del camino, esforzándose en ignorar cuán suaves eran sus muslos rozando los de él o cuán firme y redondo se sentía su trasero. Esas eran cosas que no le estaban permitidas disfrutar, aunque normalmente eran cosas que disfrutaba por encima de todo. Como fuera, cuando él se alineaba contra ella y la penetraba, intentaba no pensar mucho en cuán caliente estaba, o cuán apretada, o cuán intolerablemente bien se sentía.

Para contenerse y no lastimarla, siempre se movía suavemente, al menos al principio. Era difícil decir si Sakura se sentía incómoda, ya que desde el principio hasta el final ella se quedaba tendida, respirando con tanta lentitud y regularidad como si estuviera dormida. Su fortaleza era tan admirable como poco excitante pero ahora con el brillo de lámparas rosadas y naranjas derramándose a través de la ventana, podía ver también que sus ojos estaban fijos en la pared más lejana y viéndola casi sin parpadear, como si fuera la mirada nublada de una muñeca.

Era más sencillo para Kakashi cerrar los ojos e imaginar a alguien más -alguien más cercana a su propia edad, con menos cicatrices, no tan delgada, y rubia, con cálidos ojos castaños en lugar de los verdes que parecían de cristal. Alguien que tenía permitido tocar y que no odiaba tan descaradamente estar cerca de él.

Esta sería su última noche juntos. Creía que debía sentirse aliviado por ello, y tal vez lo hubiera estado si no estuviera tan consciente de lo que venía. Si fallaban, todo esto hubiera sido por nada. Si tenían éxito tendrían que cuidarse las espaldas, aproximadamente por el resto de sus vidas sin importar cuán largas o cortas resultaran ser. Y ¿Si el niño se parecía a él de alguna manera? La gente con frecuencia sabía quién era su padre en el momento en que ponían sus ojos en él, y el parecido entre Naruto y su padre se había vuelto tan fuerte que para el momento en que había sido exiliado, había pocas personas que no se habían dado cuenta de que el jovencito al que estaban obligando a salir de la Aldea era el hijo de su más amado Hokage.

Lo que era importante era el aquí y el ahora. Sin importar qué sucediera de aquí a nueve meses eso era algo que Kakashi no tenía la fuerza o el coraje para encarar. Los puentes no podían ser cruzados antes de ser alcanzados, así que se concentró en los objetivos a corto plazo: llevar a Sakura de vuelta a su hogar a salvo, mantener a los dos idiotas lejos de ella, y asegurarse de que ella nunca tuviera que ir cerca de Hiroshi o alguien como él. Y, más inmediato, necesitaba terminar lo que estaba haciendo. Entonces al menos estos enloquecedores encuentros habrían terminado.

Con el ceño fruncido en concentración, se movió contra Sakura, animándose salvajemente a alcanzar con mayor rapidez su orgasmo. A veces funcionaba, pero esta noche su cabeza estaba demasiado llena con otros miedos peleándose por atención. Intentó cambiar su posición para mejorar el ángulo y cerró la mano sobre su cadera, sus dedos deslizándose entre ella y la almohada bajo ella así que las puntas de dichos dedos casi tocaban su vientre.

Su piel se sentía tan turgente y cremosa ahí como se sentía en otros lados, pensó él, pese a hacer su mayor esfuerzo en no pensar. Tampoco podía detener a sus dedos y evitar que se siguieran moviendo, presionando en círculos con el tacto de una pluma que eran más por instinto que deliberados.

Y había otras cosas que tampoco podía evitar notar… como un fino temblor que recorría los músculos bajo su toque. O cómo su respiración había cambiado de algo calmado y controlado a algo un poco más rápido sin importar si ella se daba cuenta o no.

Eso era interesante, e hizo que Kakashi se alentara por un momento. Era la primera vez en todas sus noches juntos que él había notado algún tipo de reacción de parte de Sakura, o al menos una que estuviera seguro fuera positiva. Deslizó la mano un poco más abajo hasta que cubrió su vientre completamente, bajo el pretexto de ajustar su ángulo, y cuando comenzó a moverse contra ella de nuevo tomó cuidadosa nota de la manera en que los músculos de su abdomen se movían. Podía sentir también su pulso, y se dio cuenta que no era el tamborileo sordo que normalmente sentía.

—Kakashi…

¿Eso era un gemino de anhelo o una advertencia? Una cosa que sabía era que su voz no era tan calmada tampoco, y cuando habló se volvió obvio cuán cerca estaba ella de jadear.

Si era una advertencia, Kakashi no la necesitaba. Luego de un movimiento particularmente duro, él dejó su mano bajar para acunar su húmedo sexo y presionó hasta que ella resolló y se retorció. —¡Kakashi!

Sus músculos internos lo rodearon, apretándolo como un puño. —Sakura. —Gruñó él.

—¡Kakashi! ¡Quítate!

Su resuello había sido de shock y su movimiento de protesta, y en un violento empujón ella se lo quitó de encima y escapó al otro lado del futón, respirando con fuerza. —¿A qué demonios estás jugando? —Demandó, forzando a varios cabellos sueltos a retroceder con una mano llena de molestia. —¡Me estás asustando!

Un poco demasiado lento, Kakashi arrastró la abandonada almohada sobre su regazo para tener algo parecido a la modestia. Él vio los iracundos ojos verdes de Sakura y la furia bien merecida que atravesaba todo su cuerpo, y no sintió arrepentimiento ni por un segundo. —Dios prohíba que el sexo se sienta bien, Sakura. —Dijo sin emoción.

—Te dije que no quería hacer cosas así. —Gruñó. —No es necesario. Es extraño. ¡Sólo tienes que concentrarte en ti mismo y eso no es tan difícil!

—¿No es tan difícil? —Repitió en voz alta, la irritación rozando sus mal cubiertos nervios. —¡Qué sabes tú sobre cuán difícil es! ¿Tienes idea de lo que es hacer esto mientras tú te quedas tendida como si fueras un cadáver? No soy ningún tipo de animal, ¡Pero esperas que me comporte como uno!

Sakura apretó los labios mientras le veía con enojo, pero al menos pareció escucharlo. No bufó ni lo ridiculizó. Al menos por eso estaba agradecido.

—Esto no es natural… y no está bien. —Dijo, bajando su voz una vez más. —Lo hemos hecho a tu manera cada noche hasta el momento, pero aquí pongo mi raya. Si continuamos, lo tenemos que hacer a mi manera, Sakura, o aquí paramos.

Los ojos de ella brillaron en la escasa luz y su garganta tembló mientras tragaba. —Define 'a tu manera'. —Dijo en voz baja. Su postura tal vez irradiaba indefensión, pero todavía podía derribarlo.

—Haremos esto bien. —Fue su única respuesta. Él recorrió su rígida figura y el amenazador ceño fruncido que nivelaba hacia él, y decidió prepararse para su ira. —Primero, no puedes estar asustada de mí o lo que hago. Y segundo, tienes que quitarte la bata.

Si era posible, Sakura se puso todavía más rígida. —¿Qué? —Preguntó con frialdad.

—O me voy de vuelta a mi habitación y nos olvidamos de esto.

Por largo rato se quedaron en silencio. Kakashi esperaba por su respuesta mientras la mirada de enojo de Sakura bajaba de su rostro hacia el colchón entre ellos. Los ruidos de la calle que él había silenciado comenzaron a llegarle de nuevo. Una risa distante, los estallidos de algunos fuegos artificiales, y el ruido del shamisen que Sakura odiaba tanto. Un coro entero debió cantar antes de que Sakura se moviera y hablara. —¿Tienes alguna idea de lo que es ser tocado por un hombre luego de haber pasado por todo lo que yo pasé?

Él dejó caer la cabeza. —No. —Nunca pretendió que pudiera entender del todo o compartir las experiencias que había sido obligada a pasar.

—Apesta. —Dijo lastimeramente.

Él asintió ligeramente. —Sí. —Suspiró.

Luego de otro rato viendo pensativamente las sábanas del futón, Sakura enderezó sus hombros y se sentó. Puso las manos en el cinturón de su bata.

—No tienes que obligarte. —Kakashi dijo con rapidez.

Ella no le prestó atención. Algunos tirones en el nudo y se deshizo… la bata se deslizó de sus hombros y cayó alrededor de ella.

Era la primera vez que él le había visto desnuda, y el yukata sin forma nunca le había hecho justicia. Ella presentaba una figura elegante, llena de curvas compactas que mujeres voluptuosas cuyas medidas le darían la vuelta envidiarían. Pero ella no lucía particularmente confiada o sexy en el momento, con un brazo anclado con timidez a través de su pecho y sus ojos fijos en el suelo. Ella era una ninfa pequeña y perfectamente formada, y tenía la confianza de un ratón.

Era difícil creer que algunas noches atrás ella había sido quien iniciara las cosas entre los dos con tanta valentía y tan poca vacilación. Como actriz, ninguna podía hacerle competencia, pero con las ropas fuera, él veía quién era realmente.

Simplemente otra niña asustada tan fuera de su ambiente y probablemente ahogada para el momento.

Kakashi se movió a través de las sábanas hasta que su muslo besó el suyo, y movió la mano para acunarla alrededor de su mejilla. La mirada de ella saltó brevemente a la suya y luego de nuevo lejos, como un ratón que sabía que había sido atrapado por el gato. No era prometedor, pero cuando su mano se deslizó para tomarla por la nuca, con sus dedos enredándose en su cabello, él creyó sentirla relajarse ligeramente cuando sus ojos se cerraron.

Él se inclinó hasta que sus frentes se tocaron. —Sabes que no te voy a lastimar. —Le dijo él.

Ella asintió.

—Sabes que puedes confiar en mí. —Dijo, tocando con los labios su mejilla, luego su oreja.

Luego de un palpable titubeo, ella asintió de nuevo.

—Sabes, tienes un lunar realmente lindo, justo aquí. —Él tiernamente picó con el dedo su costado.

Sakura se estremeció, y una cadena de risa nerviosa y casi sin aliento escapó de ella. —Detente. —Susurró, aunque su llamada de atención no tenía enojo.

Kakashi dejó un beso en su hombro y presionó la nariz contra su piel. Ella olía a jabón, shampoo y a una pizca atrevida de un perfume desvanecido, y mientras sus brazos permanecían cruzados en su pecho, todavía protegiéndose un poco de él, ella no se alejó.

—Acuéstate conmigo. —Dijo, y corrió la mano a través de la curva de su costado para animarla.

Ella se resistió. —No debemos confundir esto con algo que no es. —Dijo ansiosamente. —No somos amantes-

—Incluso si eso es cierto, eso no significa que tenemos que torturarnos.

Ella sacudió la cabeza. —No quiero herir nuestra amistad-

—¿Más de lo que ya está? —Apuntó. —No puedo pretender que esto arreglará algo, pero al menos ¿Podemos dejar de pretender que esto no nos ha estado lastimando? No somos de Raíz. No podemos dejar nuestras emociones en la puerta cuando estamos juntos. Si podemos hacerlo placentero para los dos, entonces ¿Por qué estaría mal?

—Hacerlo placentero no es lo mismo que disfrutarlo. —Respondió de manera cortante. —Hiroshi a veces era capaz de darme placer. Era entonces cuando me sentía peor.

—Porque te hace sentir tan avergonzada. —Dijo suavemente. —Lo sé. No puedes conciliar el odiar todo lo que él te hizo con el placer físico. Y te preocupa que alguien como Jin tenga razón cuando dice que lo disfrutaste, como si merecieras que te digan 'zorra' y 'mentirosa'.

Sakura lo volteó a ver. —Sí. —Dijo con lentitud.

—He visto lo suficiente en estas misiones para saber que no es extraño que te sientas de esa manera. —Él movió la mano para acariciarle el cabello, alejándolo de su rostro. —Pero no puedes creer eso, y no puedes comenzar a tenerle miedo a tu propio cuerpo por culpa de él. Tú me elegiste para ayudarte porque confías en mí, y somos iguales, y si me pides que me vaya ahora, lo haré. He hecho todo lo que me has pedido hasta ahora porque creo que es lo mejor para ti, pero si necesitamos hacer el amor, entonces haremos el amor. Tenemos que dejar de temernos el uno al otro y de tratar esto como un mal necesario o realmente nos arruinará.

Con un débil gruñido, Sakura inclinó su cabeza hacia atrás. —Tus líneas de conversación son horribles. —Dijo.

Aparentemente no la había convencido. Kakashi dejó caer la mano y comenzó a buscar sus pantalones, sospechando que necesitaría de una ducha fría en este punto antes de ser capaz de poder dormir.

El peso de Sakura cayó sobre las almohadas. Él miró con sorpresa hacia abajo para verla descansando las manos a cada lado de su cabeza, dejando su cuerpo totalmente desnudo ante su vista. —Acuéstate conmigo. —Dijo en voz baja, repitiendo sus propias palabras a él.

Kakashi sintió como si todo el aire hubiera dejado la habitación en ese momento, y aturdido se recostó en el futón, sus ojos atrapados por los de ella. Una vez que se acomodó junto a ella, Sakura se rodó para encararlo. —Tengo una condición. —Dijo.

—De acuerdo.

—Puedes hacer cualquier cosa, —Dijo ella. —pero no me beses en los labios.

Si necesitaba una regla para establecer una línea entre él y un amante real, que así fuera. —Está bien. —Dijo él, pasando la mano por su costado para seguir el hundimiento de su cintura, y observó mientras se tensaba con inseguridad. Él levantó una ceja a ella. Parecía que ella estuviera esperando que se la cogiera sin compasión alguna y casi dejarla sin vida, aunque si ese fuera el caso, estaría decepcionada. —No soy un pervertido, Sakura.

—Eso está por verse. —Respondió ambivalente.

Incluso ahora luego de sus noches juntos, todavía eran tan poco familiares el uno del otro como siempre habían sido. Kakashi le respondió con un gruñido. No planeaba probar su suerte con ella, así que mientras la recostaba con cuidado en su espalda, él decidió mantener las cosas simples.

Las piernas de Sakura se separaron para acomodarlo automáticamente cuando él se movió sobre ella, y con poco preámbulo la penetró. Podría no ser tan diferente de su rutina, si no fuera por el hecho de que nunca lo habían hecho cara a cara de esta manera. Sakura estaba dando su mayor esfuerzo para alejar su cabeza de él y regular su respiración tan mecánicamente como una máquina de respiración, aunque no fue tan exitosa como normalmente era. Su pecho se expandía sólo un poco más rápido como para ser indiferente a su peso sobre ella. Podía ser porque se sentía más expuesta a él, o tal vez eran simplemente sus dedos, deslizándose por su cabello y haciéndole cosquillas en la nuca.

—Sólo relájate. —Le dijo mientras tomaba un lánguido y lento ritmo que siempre le había gustado más a él. Todo el tiempo buscó por las señales que delataran dolor, y aunque era habitual en Sakura cerrar los ojos con fuerza no parecía ser por sufrimiento.

Con cualquier otra amante Kakashi hubiera dedicado su buen tiempo y energía en repasar la mayoría de las formas de juego previo incluso antes de pensar en unirse a ella de esta manera. Pero Sakura no era alguien con quién jugar. Ella estaba increíblemente reluctante a la idea de tratar el sexo como algo recreacional, y francamente Kakashi no quería eso tampoco, y saltar directamente a los trucos baratos para excitarla sólo haría que ella se opusiera todavía más que si le daba eso con lo que era familiar, luego dejar que el placer la encontrara naturalmente, como toda el agua inevitablemente encontraba el mar.

Ella le había permitido que se tomara cuantas libertades quisiera, pero Kakashi sólo se permitió algunas. Quizá había presionado la cara en la curva de su cuello para inhalar su dulce aroma, o pasado la áspera palma de su mano a través de las sedosas líneas de sus brazos y encima de sus salientes caderas, pero los toques eran breves. Algo más que eso y hubieran parecido más manoseos egoístas que caricias reverenciales para tranquilizarla.

Y gradualmente se estaba relajando. La ansiedad desapareció de sus extremidades, erosionada. Estaba comenzando a confiar en que él no tenía nada extremo en mente, y por primera vez ella comenzó a moverse con él, aceptando sus penetraciones con una inclinación de sus caderas, invitándole sólo un poco más profundo.

Kakashi cerró los ojos y se entregó al momento, casi capaz de pretender que esto era normal. Sakura podría ser una amante real, aunque una un poco tímida no muy propensa a reacciones intensas… aunque eso estaba comenzando a cambiar, él pensó, cuando escuchó el aliento quedarse atrapado en su garganta. Pasando la mano por su vientre, él sintió una vez más aquel movimiento de sus músculos sensibles, antes de seguir bajando y deslizar su pulgar entre sus pliegues.

Sakura se asustó al principio, apretándole los hombros como si su primer instinto fuera empujarlo. Ella debió resistir esa urgencia, y en un momento ambos tuvieron su recompensa cuando ella suspiró agitadamente y sus muslos temblaron alrededor de sus caderas. Kakashi se mordió el labio. Su aguante nunca había sido grandioso para comenzar, y las reacciones tímidas pero remarcablemente fervorosas de Sakura podrían hacerlo terminar demasiado pronto. Por el bien de ella, esperaba contenerse, aunque no podía evitar el mecerse contra ella con un poco más de rapidez, presionando a más profundidad hasta que los temblores en sus piernas pararon y ella estaba apretando sus rodillas en él con un poco más de fuerza. Los dedos de ella estaban creando hoyuelos en su espalda.

Cuando el diminuto gemido escapó de sus labios, él supo que ella había renunciado a su preciosa indiferencia. Él enterró la cara en su cuello y besó su piel, moviéndose más fuerte y con más dureza, hasta que sus suaves jadeos se volvieron resuellos y sus cuerpos se deslizaron juntos, resbalosos con sudor y brillando con las luces del prostíbulo. Atrás quedó la reverencia tierna y cautelosa. Las manos de Kakashi se deslizaban por todos lados, agarrando sus hombros, apretando sus muslos, y manteniendo quietas sus caderas mientras él aumentaba el ritmo. Una mano se quedó en su cabello, la otra contra su cuello, y puso los labios en su oreja para susurrar estímulos y halagos sin sentido. Ella estaba haciéndolo realmente bien. Se sentía grandiosa. Sonaba genial. Ella podía tocarlo también. Ya casi llegaban. Sólo un poco más.

La insensatez se apoderó de ellos, y por un rato ambos se quedaron quietos en un apretado abrazo en el que nada más importaba, sólo lo que les sucedía a ellos. Se habían apretado, suspirado y derretido hasta que todo lo que Kakashi podía escuchar era el golpeteo del latido de su corazón.

Aunque Sakura nunca hizo un sonido cuando ella terminó, no hubo manera de malinterpretar cuando sus brazos repentinamente se apretaron alrededor de su cuello y se arqueó en el futón, temblores y estremecimientos corriendo a través de su cuerpo hacia su mero centro. Kakashi la abrazó con fuerza contra él, ya demasiado cerca de su límite. Con un duro gruñido él cruzó esa línea por última vez, cayendo en ese lugar donde el tiempo estaba suspendido junto con sus sentidos.

Él regresó con el sonido de un resuello sin aliento en su oreja. ¿Se estaba riendo? Kakashi se levantó sin decir palabra alguna, ignorando el cansancio que lo derribaba, y capturó la barbilla de Sakura para levantarle la cara y verla.

Su mejilla húmeda resplandeció en las luces rosas.

—No. —Rogó él, su corazón rompiéndose. —Sakura, por favor no llores.

Él quitó la humedad de su rostro con el pulgar, pero eso pareció hacerlo peor. Su rostro se arrugó y sus lágrimas cayeron libremente por sus sienes y hacia su cabello. Kakashi rápidamente movió su cuerpo fuera de ella, y de costado, él la acercó contra su cuerpo, haciendo que presionara la cara contra su hombro mientras los mudos sollozos comenzaban a sacudir su figura.

¿Se había equivocado? ¿Y si ella no había estado lista para esto? Él había pensando que todo lo que ella necesitaba era abrirse un poco más, pero ¿Y si ella sintió que él la había obligado a esto? Y mientras no había esperado sonrisas y risas, de verdad había esperado que no hubiera lágrimas.

—Lo siento. —Susurró contra su cabello. —Sakura, lo lamento.

Ella sacudió la cabeza contra él, incapaz de hablar más que alguna que otra silaba entrecortada. Aunque él no entendía qué quería decir, mientras ella estaba apretada contra él sabía que al menos el abrazo era bien recibido. Ordinariamente lo hubiera pateado de la cama para el momento, sin embargo, Kakashi no podía dejarla así. ¿Qué tipo de perro tenía sexo con una mujer y luego la dejaba en el llanto?

Y este no era un arrebato fugaz. Sakura se ahogaba y sollozaba, y si se quedaba callada sólo era hasta que pudiera recuperar el suficiente aliento como para comenzar de nuevo. Lo que fuera que estaba hiriéndola estaba mucho más profundo de lo que él podía imaginado, demasiado profundo para ser embotellado de nuevo tan pronto como se liberó. ¿Era compasión o vergüenza lo que llevaba agua a los ojos de él?

Kakashi continuó abrazando a Sakura con fuerza hasta que, algún tiempo después, gradualmente se volvió consciente de que sus paroxismos se habían detenido. Ninguno parecía tener alguna inclinación para moverse. Los dedos de Kakashi habían encontrado su lugar, acariciándole ligeramente el cabello en una manera tranquilizadora mientras la respiración de Sakura se nivelaba. Él sólo se detuvo cuando finalmente cayó dormido.


Notas de la traductora: Gracias por leer y disculpen la tardanza, pero se me pasó la actualización por completo -en mi defensa, he estado ocupada con los preparativos de la boda de mi hermano. Y quería actualizar un rato atrás, pero FFnet se cayó y aquí tengo el archivo corregido, así que fue una odisea. En fin, ¡Hasta la próxima actualización!