Cinco años habían pasado ya desde la noche que la perdieron, desde que el la dejó ir, y el final de su búsqueda parecía estar más lejos que nunca.

Todo estaba mal. Tal parecía que Naraku y los fragmentos habían desaparecido por completo, esfumados, aun con Kikyo a su lado. Apenas tenían suerte de encontrar un fragmento de vez en cuando.

Los demás creían que era porque Kikyo, al estar hecha de barro y huesos, estaba perdiendo poco a poco su poder espiritual. Inuyasha no creía eso y Kikyo tampoco, aquí había algo más, algo sospechozo. Naraku estaba jugando un juego muy peligroso, eso era seguro. Se estaba ocultando, lo había estado haciendo por mucho tiempo, pero aunque no estuviera ahí, su recuerdo y promesa de venganza los atormentaba todos los días.

Era como si el tiempo los hubiera olvidado, mientras veían todo a su alrededor moverse y avanzar, ellos seguían igual y su misión parecía estar congelada.

Sus viajes en busca de los fragmentos se iban reduciendo cada vez mas y mas ya que siempre regresaban un tanto decepcionados. La mayoría de su tiempo la pasaban en la aldea. Temiendo. Temiendo que en esos momentos Naraku podría estar haciéndose más fuerte y que en cualquier instante podría sorprenderlos y quitarles los pocos fragmentos que tenían...entonces todo terminaría al fin, y ellos perderían.

Sin mencionar que Inuyasha, despues de buscar por tanto tiempo, aun no hallaba ni rastro de Kagome. Al igual que Naraku y los fragmentos, la chica del futuro parecía haberse esfumado por completo, como si hubiera desaparecido en el aire sin dejar rastro alguno.

Cada día su ausencia le recordaba a aquel error cometido, le recordaba a como la dañó y odiaba como tuvo que perderla para darse cuenta que era a ella a quien amaba con todas sus fuerzas.

El Hanyou daría su todo por un poco de esperanza, todo por terminar de una vez por todas con esta batalla, por volverla a ver tan solo una vez más.

Cuando estaba con Kikyo era diferente, él la quería, eso era verdad. Tenía un lugar especial en su corazón por ser su primer amor, y le tenía mucho cariño. Pero lo que sentía por ella ahora, o lo que había sentido por ella hace cincuenta años no se comparaba para nada con lo que sentía por Kagome a quien sin piedad apartó de él, y era un tonto por eso. No pasaba día sin que pensara en Kagome, su Kagome.

En silencio y con la mirada a veces sus amigos le reprochaban sus acciones del pasado a Inuyasha, pero a nadie le gustaba hablar de eso en voz alta y menos en frente de él ya que creaba un ambiente tenso y desagradable, después de todo había costado mucho que Sango, Miroku y Shippo perdonaran a su amigo por lo ocurrido hace años con Kagome. Después de mucho, se podría decir que Inuyasha contaba con sus amigos una vez más. Inuyasha moriría antes de decirlo en voz alta, pero en ese momento ellos eran lo más preciado que el Hanyou tenía, eran su familia y estaba agradecido por eso.

Pero eso no significaba que las cosas siempre estuvieran bien.

Era ya otro pesado y molesto dia de busqueda para Inuyasha y los demas. Esa tarde habían decidido salir a continuar su misión después de pasar semanas deprimentes en la aldea de Kaede. Al menos era un dia agradable.

El grupo de amigos se había acostumbrado a viajar sin la calidez y las pláticas de Kagome ya que estas habían sido reemplazadas por la indiferencia y el silencio de Kikyo, quien en ese día en particular los había guiado hacia una pequeña aldea.

-Vamos, estoy segura que hay algo por aquí. – comentó Kikyo. El equipo se encontraba ahora bajando una pequeña colina que llegaba hacia una próspera aldea.

-En la aldea? –preguntó Miroku. –Se ve bastante tranquila.

-No, ahí no. Más allá, pero podemos pasar aquí la noche. –añadió Kikyo.

-Pero no hay tiempo que perder, apenas salimos hoy. –habló Sango en forma de protesta. –No es así Inuyasha? Tenemos que seguir.

Todos sabían que la desesperación y mayor angustia de Sango era su hermano menor Kohaku, entendían totalmente sus razones para querer seguir sin importar nada, después de todo no lo había visto en tanto tiempo y no sabía nada de él, era esa la razón que la movía e Inuyasha la entendía perfectamente, mas sin embargo…

-Creo, que es buena idea quedarnos solo esta noche. –dijo Inuyasha mientras examinaba la aldea con la mirada, nunca había estado ahí, y él tenía prioridades. Lo primero que le pasó por la mente fue verificar si cierta sacerdotisa del futuro a quien él buscaba se encontraba cerca. El no dejaba escapar ni una oportunidad para buscar por ella, después de todo las posibilidades eran infinitas y los juegos del destino eran por completo impredecibles.

-Como quieran. –respondió Sango un tanto irritada mientras se cruzaba de brazos.

-Vamos Sango, no te enojes, solo es una noche! –sonrió el monje mientras se acercaba peligrosamente a Sango. –Además yo nos puedo conseguir la casa más lujosa de la aldea para dormir.

Sango sintió una caricia un tanto incómoda de parte de Miroku, la cual solo consiguió que el pobre monje quedará con la marca de la mano de sango en su mejilla.

-Usted jamás aprenderá. –dijo Sango fulminandolo con la mirada.

Aun después de tanto tiempo y tantos cambios, esta escena era tan familiar para todos que decidieron ignorarla y seguir su camino.


Una vez en la aldea, Miroku se apresuró a encontrar la casa más lujosa para pasar la noche tal y como se los había prometido. Nadie puso objeciones y siguieron al estafador monje en silencio.

-Perdón que sea yo el que le diga esto, pero hay un espíritu maligno en esta casa, nosotros podríamos exorcizarlo a cambio de un lugar para pasar la noche y comida. –decía el monje típicamente fingiendo una expresión y una voz seria y preocupada dirigiéndose al dueño de la casa quien en este momento se veía muy asustado y claro que este aceptó.

Después de la pequeña y tan conocida por el grupo farsa de Miroku, el dueño de la casa les ofreció un gran banquete a todos para celebrar. Pasaron un buen rato, comieron de todo, y era de las pocas veces que podían hablar amenamente y olvidar sus problemas aunque sea por un rato. Bueno casi todos.

Inuyasha aunque parecía estar en su humor normal por fuera pensaba en una cierta persona a quien tenía la pequeña esperanza de encontrar a donde sea que el fuera, esa persona que inuyasha buscaba, por cierto, tampoco se encontraba en esta aldea, había sido cuidadoso, había buscado discretamente como lo hacía siempre pero de nuevo, nada de nada. No podía evitar sentirse mal cada vez que su pequeña esperanza de encontrarla en algún lugar se derrumbaba, siempre era igual, necesitaba estar solo.

-Inuyasha, a dónde vas?- preguntó Kikyo mientras el Hanyou se levantaba.

-A tomar un poco de aire fresco, regresare luego. –Respondió Inuyasha sin dedicarle una mirada a sus compañeros y solo salió.

-Vaya…-escucho Inuyasha decir a Shippo. –me pregunto qué le pasa ahora a Inuyasha. –El Hanyou creyó escuchar el nombre de Kagome ser pronunciado por sus amigos, ya estaba demasiado lejos para escuchar. Ingenuos, creían saber lo que pasaba por su cabeza, mas no tenian idea... No tenían ni la mas minima idea.


Inuyasha se encontraba sentado en la rama de un alto árbol que se encontraba en el amplio patio de la casa en la que les habían permitido pasar la noche gracias a un exorcismo falso. Se encontraba sumergido en sus pensamientos, últimamente hacía eso mucho. Era preferible que afrontar la realidad.

Cuando dejaba sus preocupaciones de lado y se encontraba solo y en silencio, le gustaba entretenerse e imaginarse cómo sería su encuentro con Kagome a quien amaba, porque sí, definitivamente, él estaba seguro que la iba a volver a ver, el la iba encontrar. Sabía esto porque la misma Kagome se lo había dicho hace años y aún lo recordaba perfectamente.

Era un hermoso día soleado, la brisa era refrescante y la perfecta armonía se sentía alrededor. Inuyasha se encontraba acostado en la grama junto a Kagome, viento todo y nada al mismo tiempo, sus miradas y pensamientos estaban perdidos en el cielo. Eran de esos momentos en los que dejaban sus preocupaciones de lado y pretendían que nada además de ellos dos existía, ambos disfrutaban de su compañía mutua y el silencio. Momentos como esos no tenían precio. Ni uno de los dos había hablado por un rato, no es que fuera necesario, Inuyasha y Kagome estaban lo suficiente cómodos entre sí que el silencio no resultaba incómodo ni aburrido, solo la presencia de el otro era necesario, pero después de un rato Kagome empezó a hablar.

-Hey Inuyasha, te sabes la leyenda del hilo rojo del destino?

-El rojo que? –preguntó Inuyasha levantando la cabeza un poco. "esta mujer y sus cosas raras" Pensó él… aunque aquello había llamado un poco su atención y aunque él no lo admitiera en voz alta, le encantaba que ella le enseñará cosas nuevas.

-Bueno…-comenzó a hablar ella. –es una leyenda que dice, que a dos personas que están destinadas a estar juntas, los dioses conectan un hilo rojo invisible en su dedo meñique. –Dijo ella tomando su meñique y el de darse cuenta el Hanyou se sonrojó con este -entonces las personas que estén conectadas por dicho hilo, siempre se encontraran, no importa el tiempo, lugar o circunstancias. –Inuyasha escuchaba atentamente y con algo de fascinación todo lo que ella decía mientras la cara de la chica se iluminaba mientras hablaba. –y ese hilo podrá tensarse o enredarse, pero jamás quebrarse.

Hubo silencio por un rato mientras Inuyasha asimilaba lo que le acababan de contar, por que Kagome le decía esto a él?

-Y tu que crees? –Le preguntó Inuyasha a Kagome

-Yo? Pues, yo solía creer que era un poco tonto, pero después de un tiempo, comienzo a creer que quizá pueda ser verdad –respondió ella con una dulce sonrisa dedicada a Inuyasha.

-Y tu que piensas? –le devolvió ella la pregunta, pero Inuyasha la ignoro totalmente.

-Que te hizo cambiar de opinión? –preguntó suavemente el. La chica parecía sorprendida por la pregunta de Inuyasha… A caso había dicho algo malo?

-Ah, pues eso no te lo diré. –le contestó ella un tanto avergonzada.

-Vamos Kagome, dime! –se paró el Hanyou esta vez exigiendo una respuesta

-Que no! –Ella también se paró pero parecía más divertida que otra cosa.

-Hazlo!

-No!

-Que lo hagas!

-Que no!

Y esa como muchas otras de sus peleas amigables, terminó con Kagome pronunciando cierta palabrita e Inuyasha besando el suelo.

Inuyasha tenía las palabras que Kagome le había dicho aquel día grabadas en su mente, y era lo que le daba fuerzas para no rendirse, no importa el tiempo, ni las circunstancias, podrá tensarse enredarse pero jamás romperse. Y en el momento en el que se dio cuenta que la amaba, fue el momento en el que se dio cuenta que definitivamente se iban a volver a encontrar.


Unas voces que venían de adentro de la casa sacaron a Inuyasha de sus pensamientos, en especial una mención de los fragmentos de Shikon. Sin importarle mucho ser descubierto se apresuró a buscar de donde exactamente provenían las voces, no le costó nada seguir el sonido y descubrir de dónde provenía. Las voces lo llevaron a un cuarto dentro de la lujosa casa, estaba bastante iluminado, varias mujeres de diferentes tamaños y edades se encontraban divertidas platicando. A juzgar por toda la comida y utensilios de cocina, Inuyasha supuso que se encontraba en la cocina y que esas mujeres trabajaban sirviendo en la casa.

-Ehm, disculpen señoras.- dijo Inuyasha entrando a la cocina. –escuché algo sobre un fragmento de la perla de Shikon…si no les molesta decirme, que era exactamente? –pregunto Inuyasha tratando se ser lo más amable posible, si algo había aprendido de el tiempo que paso con Kagome era que siendo descortés no iba a lograr mucho con las personas.

-Ah eso… -Una de ellas habló nerviosa, Inuyasha pudo notar que dudaban entre si decirle o no.

-Pues verá, no hablábamos de la perla o los fragmentos en sí. –dijo la más joven de todas parecía de unos quince años y vestía de un hermoso color azul. –Hablábamos de una sacerdotisa muy buena y talentosa, quien curó a mi madre el año pasado…-ella jugaba con sus dedos nerviosa y no estaba segura si continuar o no.

-Y eso que tiene que ver con los fragmentos? –Preguntó Inuyasha esta vez un tanto más irritado. No entiendia la hecitación de esas mujers. Ni que se las fuera a comer ni nada por el estilo!

-Es que se rumora que esa sacerdotisa guarda un fragmento de la perla. –terminó de hablar una mujer un poco mayor que la chica que habló hace un rato.

-No se sabe si es verdad lo del fragmento, son solo rumores pero lo que es cierto es que es poderosa y bondadosa, vive en un templo enorme, y es la guardiana de la aldea de Getsu, ya sabe, esa gran y numerosa aldea. –Terminó de hablar otra chica un poco más emocionada. Inuyasha estaba un poco confundido, sacerdotisas poderosas habían muchas, ni que fuera la gran cosa. Pero al menos algo había aprendido, los fragmentos no se habían desvanecido por completo, no todo estaba perdido y ahora ya tenían a donde ir.

-Ya veo…-dijo Inuyasha. –Eh, gracias por la Información.-se despidió con un gesto y corrió a buscar a sus amigos.


-La aldea de Getsu? –preguntó incrédula Sango. –estás seguro que quieres ir hasta alla? Recuerda que las muchachas te dijeron que no era seguro lo de el fragmento y si no resulta ser más que una pérdida de tiempo?

El Hanyou comenzaba a irritarse, al fin tenían información útil y como siempre alguien tenía que dudar.

-Y qué sugieres entonces? Seguir vagando sin rumbo alguno? – soltó Inuyasha sin medir muy bien sus palabras, cuando se dio cuenta de lo que había dicho ya era demasiado tarde, Kikyo lo miraba molesta, quizás también un poco herida. Como pudo haber sido tan tonto? Se suponía que estaban del mismo lado. Él sabía que la desaparición de los fragmentos no había sido culpa de Kikyo, pero también sabía que un poco de responsabilidad caía en la chica que se suponía que los iba a guiar. Inuyasha estaba a punto de decirle algo a Kikyo cuando este fue interrumpido por Miroku.

-Sango, Inuyasha tiene razón, quizá esta sea nuestra mejor opción –dijo el Monje poniendo su mano sobre el hombro de Sango.

-Bueno, nunca dije que no quisiera ir…-dijo la chica un tanto avergonzada, además dicen que es una aldea grande y hermosa! Pero aun así, no estamos seguros que algún fragmento se encuentre en- La exterminadora no pudo terminar ya que para sorpresa de todos fue interrumpida por Kikyo

-Es verdad. –susurró Kikyo con la mirada baja. –Es difícil detectar los fragmentos, no sabemos lo que está pasando, y yo solo nos guió sin rumbo. –dijo ella con amargura en su voz.

-Kikyo, yo no quise…

-No importa! –Alzó la voz ella . –no importa que tan lejos nos encontremos de ahí, nos iremos en la mañana. –y con eso se dirigió su habitación asignada sin decir nada más.

-Vaya Inuyasha, ahora si la enojaste! -dijo Shippo.

Inuyasha se molestó, es que nunca lo iba a dejar en paz ese enano?

-Ash! Tu no te metas renacuajo! -gritó Inuyasha mientras le daba un golpe en la cabeza a Shippo quien corrió llorando hacia Miroku.

-Te hubieras quedado callado…- dijo el Monje, Inuyasha no estaba seguro si se lo decia a el o al Kitsune.

-Keh! como sea, ya se los dije, descansen. Tenemos mucho camino que cubrir en los próximos días.

Sus amigos asintieron.

-Solo espero que este viaje no sea una pérdida de tiempo. -dijo en voz baja la exterminadora.

-Ánimo Sango! -dijo Miroku. -Algo me dice que esta vez será diferente. definitivamente encontraremos algo en esa aldea. -La chica le sonrió y a juzgar por esa nueva luz en sus ojos parece que había creído las palabras del Monje; e Inuyasha tambien, el tambien lo sentia, una pequeña pizca de luz y esperanza que le decía que esta vez iba a ser diferente.


Y aqui esta! se que la historia se va moviendo un poco lento pero ya se viene lo bueno (los que ya saben, saben! acuerdense que por el momento esto es un re upload xD) Espero que les haya gustado, estén pendientes de la próxima actualización y dejen review… que creen que Inuyasha se merece encontrar a Kagome si o no? (me siento malvada) Los quiero mucho los veo en el siguiente capítulo! ;D