Al amanecer del día siguiente reunieron sus cosas y les agradecieron a los dueños de la casa por haberlos dejado pasar la noche ahí. Ellos les dijeron que no había nada de qué preocuparse ya que ellos con su exorcismo y purificación habían defendido su hogar de los demonios que secretamente vivian ahi (si, como no!) y les desearon suerte en su viaje.
Así que se pusieron en marcha y en cuanto a los demás, sorprendentemente parecían estar de un sorprendente buen humor. Inuyasha pensó que esto era resultado de la pequeña pizca de esperanza que habían recibido gracias a las mujeres que trabajaban en aquella casa, quienes les habían dado una pequeña posible pista sobre los fragmentos de la perla de Shikon; al final del día, era mejor tener esperanza, por muy pequeña que esta fuera, que no tener nada en absoluto y era algo que no habían sentido en mucho tiempo.
En esos días de viaje sus amigos charlaron y rieron como no lo habían hecho en mucho tiempo, al menos no cuando se encontraban en su búsqueda de Naraku y los fragmentos. Esos días de viaje fueron los más felices que habían tenido desde que Kagome se había ido.
La única que no pareció haber estado teniendo un buen humor al igual que los demás fue Kikyo quien por todo el camino se encontró con su misma actitud fría y distante de siempre. Inuyasha había tratado de hablarle pero esta lo había alejado con miradas de advertencia. La sacerdotisa quería estar sola e Inuyasha no la culpaba. El Hanyou había tenido toda la intención de disculparse por su comentario insensible de hace un par de noches pero al parecer no había encontrado el momento indicado, era imposible cuando Kikyo no hacia mas que evitarlo, a él y a los demás.
Era la última noche de viaje, ya estaban a tan solo pocas horas de llegar a su destino, incluso podían aunque sea de lejos ver la aldea de Getsu, donde supuestamente una sacerdotisa tenía en su poder un fragmento de la perla que tantas desgracias les habia traido.
Ya que no les faltaba mucho y estaban seguros que al mediodia del dia siguiente ya habrian llegado a la aldea así que decidieron buscar un lugar para pasar la noche. Kikyo estaba sentada al pie de un árbol un poco apartada de los demás mientras sus serpientes la llenaban de almas, mientras que los cuatro amigos se encontraban charlando mientras preparaban el campamento; y todo había estado yendo bien, hasta que la tuvieron que mencionar a ella.
-Siempre tuve mucha curiosidad de su mundo, ustedes no? -preguntó de la nada Sango. No era necesario mencionar su nombre, todos sabían bien de quién estaba hablando, pero a nadie pareció haberle molestado ese comentario, al contrario, últimamente hablaban mas y mas de ella. Era natural, para los demás esa herida había cerrado hace mucho tiempo...pero para Inuyasha aun dolía como si el tiempo no hubiera pasado. No solo eso, además el aún tenía una responsabilidad con Kagome.
-Pues, yo tambien solia preguntarmelo mucho, hemos visto muchas cosas extrañas aquí, pero por alguna razón, una sacerdotisa del futuro me parecia completamente loco. -dijo Miroku
-Si, la verdad es que tuvimos mucha suerte en conocerla y en tenerla como amiga, siempre estaré agradecida por eso...Aunque es una pena que haya durado tan poco tiempo -dijo Sango. En los dias seguidos despues la pelea entre Inuyasha y Kagome, Sango le habia hablado a Inuyasha con demasiado veneno, pero ya lo había perdonado, esta vez no lo decía con ninguna malicia hacia Inuyasha, esos eran los verdaderos sentimientos de Sango.
-Yo todavia la extraño. -dijo Shippo. -Pero es bueno que ella ahora esté en su mundo a salvo y feliz. Creo que tenemos que seguir con nuestra lucha, para mantener el futuro seguro para ella. -Inuyasha hizo una mueca ante esas palabras. Esa era la mentira de la que él los había convencido, de la que el mismo se había convencido.
-Es una forma muy madura de pensar Shippo, has crecido mucho. -Dijo Miroku. El Kitsune sonrió, al igual que sus dos amigos. Inuyasha no podia mas, no quería ser arrastrado a la conversación, no sobre Kagome. Así que antes de que cualquiera de ellos tres pudiera preguntarle algo, el Hanyou pensó en una excusa para irse. No tenían mucha comida, así que decidió correr al estanque más cercano para buscar algo de comer, a lo lejos aun podía escuchar a sus amigos llamar su nombre.
El sol comenzaba a ponerse, sus amigos de seguro estarían hambrientos pronto y cada vez costaba mas atrapar un triste pez.
-Ah demonios! –maldijo Inuyasha mientras tiraba al suelo la larga y puntiaguda rama que estaba utilizando para pescar y se sentó de golpe. Había sido su tercer intento fallido de atrapar algo y ya estaba comenzando a desesperarse.
Su mente estaba en otro lugar, no podía evitar ponerse así cada vez que su adorada azabache era mencionada, la verdad nada le gustaría más que poder desahogarse y hablar de ella con sus amigos, pero se sentía tan culpable que no podía hacerlo.
-No te rindas tan pronto, Inuyasha. –Escuchó de repente Inuyasha la voz de su amigo Miroku quien apareció por en medio de unos arbustos. Inuyasha se sorprendió, no creía que Miroku lo hubiera seguido y estaba tan distraído que tampoco lo había escuchado venir.–Tienes que tener más paciencia.
El Hanyou no se movió de su lugar a un lado del estanque y evitó mirar al monje. Se sentía vulnerable, quería hablar con alguien porque si no; no sabia cuanto mas iba a resistir antes de explotar. Pasaron unos momentos de comprensión en silencio, Inuyasha llegó a la conclusión que podía confiar en Miroku, si es verdad que el monje era un poco chismoso, también era verdad que los tiempos habían cambiado. Ellos habian cambiado.
-No tendría que hacer esto si ella estuviera aquí… -susurró Inuyasha, no significaba mucho, pero significaba todo. Extrañaba a Kagome y todo lo que ella representaba en sus vidas. Y ya esta, lo había dicho. Aunque Kagome estuviera todo el tiempo en sus pensamientos, Inuyasha odiaba hablar de ella, este era un gran paso para Inuyasha y su amigo lo sabía. Miroku solo lo miro con empatía y se sentó junto a él.
-La extrañas, no es así?
-Más de lo que te imaginas…- Inuyasha estaba cabizbajo y su voz era apenas audible, pero Miroku lo escuchó bien.
-Todos la extrañamos, Inuyasha. Pero tienes que hacerte responsable de tus actos por una vez, no querrás que la señorita Kikyo pase por lo mismo que la señorita Kagome, o si?
-Cometí un error Miroku. –dijo inuyasha aun sin quitar su mirada del suelo, era la primera vez que lo admitiría en voz alta, pensó que se sentiria bien, que le quitaria un peso de encima pero solo le hizo darse cuenta de lo cierto y triste que era.
-Lo se. Todos lo sabíamos desde un principio, y creo que tu también, pero estabas tan asustado por admitirte a ti mismo el amor que sentías hacia Kagome qué decidiste regresar al pasado. -Auch, eso había dolido como un "abajo" que no había sentido en mucho tiempo.
No dijeron nada por un momento mientras Inuyasha analizaba la verdad que le acababa de decir Miroku, y lo cierto era que tenía toda la razón, Inuyasha no era del tipo que expresaba fácil mente como Miroku o Koga, él era diferente y ni siquiera a sí mismo se admitía sus sentimientos, sabía lo que sentía, pero nunca lo pensaba a fondo, no se daba el lujo de explorar su sentimientos de verdad y sentir la felicidad "la felicidad que pude hacer tenido con Kagome" pensó Inuyasha. Y si, era verdad, cuando la joven del futuro comenzó a despertar sentimientos en el que ni sabía que existían se había sentido completamente aterrado, aún así prefería eso que el dolor de no tenerla con el que sentía a diario.
-Supongo que tu silencio me da la razón, Inuyasha. –siguió hablando Miroku. –Pero mira el lado positivo, ella está a salvo en su tiempo.
Involuntariamente Inuyasha desvió su mirada hacia el otro lado para no ver a su amigo. "Ojala así fuera" pensó Inuyasha, pero Miroku estaba demasiado alejado de la dura y desesperante verdad.
-Te pasa algo, Inuyasha? –preguntó el monje.
-Eh? No! No me pasa nada. –Contestó Inuyasha recobrando la compostura. –Voy a seguir tratando. –dijo el poniéndose de pie y tomando de nuevo la rama. –Usualmente si puedo pero, estoy desconcentrado…
El monje le sonrió.
-Yo lo hago si quieres –dijo este quitándole la rama a Inuyasha. –soy muy bueno concentrándome, sabes? Bueno! A menos que haya una hermosa señorita cerca.
-Keh! Como quieras, Miroku. –dijo Inuyasha en su tono usual y se volteó para regresar con los demás. La verdad, su pequeña charla con Miroku le había ayudado un poco a desahogarse, pero se dio cuenta que necesitaba esforzarse más si en verdad deseaba encontrar a Kagome.
Miroku había hecho un buen trabajo, todos comieron muy bien esa noche, no tan bien como cuando Kagome estaba con ellos, esta claro, pero algo era algo. Les costó un poco dormir por la emoción de estar muy cerca a su destino, después de la cena pasaron horas hablando de todo, y de nada al mismo tiempo, hablaban de lo que encontrarian en la aldea de Getsu y si esto era lo que necesitaban para encontrar los fragmentos restantes y a Naraku de una vez por todas. Eran simples imaginaciones, pero no tenía nada de malo soñar, no después de cinco años de desgracia.
Una vez todos dormidos y en profundo silencio, Inuyasha escuchó una voz.
-Inuyasha, se que estas despierto. –dijo Kikyo silenciosamente para no despertar a los demás. Inuyasha se sorprendió de que Kikyo lo estuviera llamando, después de pasar días evitandolo a el y los demás, pero no pudo negarle a la sacerdotisa su atencion, asi que sin pensarlo dos veces bajó del árbol en el que estaba para encontrarse con Kikyo.
-Te desperté? – le preguntó Inuyasha.
-No, no me despertaste. -le contestó ella.- no podía dormir. De hecho no he podido en un par de días. -Inuyasha supuso que el sueño no sería demasiado problema para alguien como Kikyo...cómo estaba muerta y todo. Pero la verdad es que ahora que se daba cuenta, el cansancio era un poco evidente en Kikyo y eso lo preocupaba.
-Sigues enojada por mi comentario de aquel día? Ya te dije que no…-iba a seguir hablando pero fue interrumpido por Kikyo quien hablo sorprendente mente fuerte y con algo de ira. El Hanyou no se lo esperaba.
-No es por lo de "aquel" dia! Es por lo de siempre!
-A qué te refieres con lo de siempre? –le preguntó Inuyasha imitando el tono de la sacerdotisa.
Kikyo respiró lenta y profundamente para calmarse un poco, una vez lo hizo tomó a inuyasha de la mano y le pidió que la acompañara a un lugar un poco más alejado.
-Por qué me trajiste aquí? –preguntó Inuyasha
-Para hablar, no quiero que nadie mas escuche.
-Esta bien? –Inuyasha estaba algo confundido e incómodo ahora. –De que quieres hablar?
Kikyo le dio la espalda a Inuyasha para no tener que verlo, y comenzó a hablar.
-Esto es una farsa. –dijo ella sin más. Inuyasha ahora que se encontraba de verdad desconcertado, no tenía idea de lo que hablaba Kikyo.
-El que es una farsa? –preguntó Inuyasha, temiendo conocer la respuesta.
-Nosotros! Todo esto! Me tarde mucho, demasiado en decirlo, pero ya no lo soporto más.– Inuyasha no supo si Kikyo hablaba enserio cuando ella volteo su rostro hacia él, ya que está como siempre carecía de expresión.
"Es tan diferente a Kagome" pensó Inuyasha, pero se lo reprochó a sí mismo en el mismo instante. Ya basta de compararlas, esoes lo que lo había metido en tantos problemas para empezar, ademas este no era el tiempo para pensar algo así.
-Dejaste de amarme hace mucho. –continuó ella. –más específicamente cuando apareció mi reencarnación. –Inuyasha se tensó un poco ante la mención de Kagome, le costaba creer lo que Kikyo le estaba diciendo, no sabía cómo sentirse, una mezcla de sentimientos llegaron a él, culpa, preocupación, tristeza… ni uno de ellos era bonito.
-Pero eso da igual, eso no es lo que me duele.
Inuyasha guardó silencio dándole a entender a Kikyo que siguiera hablando, además no era como si él tuviera algo que decir, la verdad nunca se había quedado sin palabras tanto como en ese momento.
-Lo peor es saber que todo es mi culpa.
-Tu culpa? –preguntó él un tanto sorprendido. "siempre pensé que fue mi culpa…" pensó el Hanyou, no quería que Kikyo se sintiera mal por sus errores.
-Claro, de no ser por mi egoísmo del pasado, ella seguiría contigo, tu estarías feliz, y probablemente la perla estaría completa y Naraku muerto. La desgracia ajena es por mi culpa.
Inuyasha pensó que cualquier persona normal hubiera soltado al menos una pequeña lágrima al pronunciar aquello, pero Kikyo no, ella aun lo veía con esa mirada vacía.
-No te estoy liberando de mi promesa de ir con migo al infierno, sabes? Pero hay algo que quiero saber.
Hubo una pequeña pausa, el silencio los inundaba e Inuyasha esperaba atento la pregunta de Kikyo.
-Por qué no has ido tras ella? –Inuyasha se sobresaltó ante eso, se esperaba cualquier cosa antes que eso. Inuyasha se tensó, no dijo nada, simplemente no podía y Kikyo lo notó. –No trates de decirme que es por que me amas, porque sé que no es verdad. Una vez lo fue pero ya no lo es. –continuó ella. –He oído a tus amigos decir que está en su época. Es fácil para ti solamente saltar en el pozo, cruzar e ir por ella, porque no lo has hecho? –La voz de Kikyo sonaba cada vez menos vacía, y se llenaba cada vez más de tristeza. –sientes lastima por mi? Es eso? Tienes miedo de lo que puedas encontrar del otro lado? O ya te resignaste? Quiero saber…
El Hanyou miró tristemente al suelo sin contestarle a Kikyo quien lo miraba insistentemente.
-Puede que ya no me ames, pero espero que aún me tengas confianza. –le dijo Kikyo.
Dudando un poco, Inuyasha habló, Kikyo tenia razon, tenia que decir la verdad y si en alguien confiaba era en Kikyo. No había dicho nada en el pasado por temor a herir sus sentimientos, pero ahora era diferente, no podía negarle una respuesta a Kikyo y se rehusaba a mentirle tampoco.
-Lo haría si pudiera. –contestó suavemente Inuyasha.
-Ya no funciona el pozo? –preguntó intrigada ella.
-La cosa es.. -dijo Inuyasha, sintiéndose avergonzado y luchando en su mente para encontrar las palabras. -Ella jamás llegó ahí. –dijo el Hanyou con la misma voz silenciosa y algo apagada.
-Te refieres a que no sabes dónde está?
Él asintió lentamente.
-Les mentiste a tus amigos?
Él asintió de nuevo.
-Y en todos estos años no la has encontrado? Es a ella a quien siempre buscas cuando viajamos? Por qué no creas que no lo he notado, como siempre, a donde quiera que vayamos te distraes y miras y buscas alrededor, y luego desapareces como si estuvieras buscando a alguien.
Y él volvió a asentir.
-Vaya. –exclamó Kikyo. –Tu no me ayudas, Inuyasha. –dijo mientras negaba con la cabeza. –Te digo todo esto para desahogarme y tratar de superarlo, pero solo agregas algo más a mi lista de problemas.
Inuyasha la miró intrigado.
-Te refieres a que..?
-Si, Inuyasha, la vamos a encontrar. Tratare de ayudar –dijo Kikyo con una pequeña y sutil sonrisa.
-Por qué me ayudas, pensé que estabas molesta. –dijo Inuyasha, de verdad que no se esperaba este nivel de comprensión de parte de Kikyo.
-Si estoy molesta contigo por no haber hablado conmigo antes, pero es mas conmigo misma, porque por mi culpa se retrasó la búsqueda, por mi culpa alejaste a Kagome.
-Alejarla fue solo mi error. –dijo Inuyasha, sin medir sus palabras, otra vez. Luego cayó en cuenta que era con Kikyo con quien hablaba. –No! Quiero decir…!
-No te preocupes, yo…tampoco te amo como antes. –dijo ella con su expresión vacía de nuevo, sin embargo él sabía que no mentía. Inuyasha creyó que al escuchar estas palabras de parte de Kikyo dolería, pero al contrario, sintió un gran alivio.
-Bueno, Inuyasha eso era todo. –hablo Kikyo mientras se daba la vuelta y caminaba de regreso al campamento. –Ahora al menos podemos dejar de fingir. Descansa que mañana llegaremos donde sacerdotisa de Getsu. –y con eso se fue. Dejando a Inuyasha aun muy confundido por esa repentina y extraña conversación.
Al dia siguiente no esperaron ni una hora después del amanecer para ponerse en marcha, era un dia bonito pero hacía viento y nubes oscuras amenazaban con traer lluvia. Los demas tenian hambre pero acordaron que se encargarían de eso estando una vez en su destino.
-Miren! –gritó Shippo. –Ya se ve la aldea, es muy grande y bonita!
-Es verdad Shippo, ya estamos muy cerca. –exclamó emocionada Sango.
Después de caminar por horas ya se encontraban demasiado cerca, estaban ansiosos. Esto determinaría si valía la pena o no seguir con su interminable búsqueda, aquí se encontraba su esperanza.
Una vez en la aldea no pudieron dejar de admirarla, era tan próspera y llena de luz a pesar de ser un día oscurecido gracias a las nubes, pero era simplemente hermosa. Inuyasha no pudo dejar de notar algo extraño, algo muy familiar, no lo reconocía muy bien pero sabía que había algo bastante raro ahí, él supuso que este presentimiento solo podía significar que el fragmento en realidad se encontraba ahí, estaba a punto de preguntarles a sus amigos si ellos también sentian esa energía tan familiar cuando de pronto Sango habló.
-Disculpe, señora. –dijo amablemente Sango a una señora que pasaba por ahí.
-Si? –le contestó ella.
-Sabe de casualidad dónde se encuentra en estos momentos la sacerdotisa de esta aldea?
-Si, no hay problema. A menudo vienen forasteros preguntando por ella, es una maravilla – Rió amablemente la señora. Luego señaló un templo en una montaña de la aldea. –Ella vive ahí. Que tengan suerte. –y con eso se despidió y siguió su camino.
-Como no lo notamos antes…- dijo sarcásticamente Miroku. –Bueno, al menos tendremos un bueno lugar para dormir.
-Monje, como piensas en eso si apenas es mediodía! –reclamó Inuyasha.
-Exacto! –continuó Sango. –Y no venimos a divertirnos, tenemos trabajo que hacer. –y con eso se pusieron en marcha.
Tardaron un rato en subir las largas y muy numerosas escaleras que llevaban hacia el templo y se sintieron satisfechos cuando al fin estuvieron frente a la enorme puerta de este.
-Al fin llegamos…- dijo Inuyasha. –Ahora abran la puerta!- gritó él golpeando la puerta muy fuerte con su puño.
-Cálmate, Inuyasha. –lo detuvo Miroku. –Según todos los rumore esta sacerdotisa es muy prestigiosa, hay que comportarse o no llegaremos a ningún acuerdo.
Inuyasha pareció entender y se calmó un poco. Miroku tenía razón, pero...
-Ojala sea hermosa y quiera tener hijos conmigo! –Pensó en voz alta Miroku, y claro que al instante recibió un golpe en la cabeza por el Hiraikotsu de Sango.
-Recuérdelo, Excelencia, hay que comportarse! –dijo Sango regalándole una mirada infernal.
-Claro que si mi Sango, yo solo bromeaba. –dijo nervioso Miroku...Algunas cosas jamás cambiaban.
Todos observaban la ya tan típica escena cuando las puertas se abrieron dándoles paso a un hermoso templo. Ellos pasaron y notaron que no era como ningún otro templo en el que hubieran estado, no era muy lujoso pero estaba decorado muy bien y eso le daba un toque de elegancia. Era muy bonito y espacioso, extrañamente también era bastante acogedor.
-Hola, bienvenidos al Templo de Getsu. –les sonrió amablemente dándoles la bienvenida una linda niña que aparentaba unos quince años. Su cabello era negro como la noche, también ondulado y corto, sus ojos eran de un hermoso azul y llevaba un Kimono blanco y sencillo.
-Que se les ofrece? –dijo ella con la misma dulce sonrisa.
Miroku, claro, no pudo resistir y hizo el clásico "movimiento Miroku". La tomó por las manos y comenzó a hablar.
-Es usted ese la sacerdotisa de la aldea? Todos los rumores son ciertos! es usted más hermosa de lo que imagine, dígame quisiera usted tener un hijo conmigo?
Ella se puso roja como tomate ante las palabras de el monje y soltó sus manos de su agarre rápidamente. Luego Miroku recibió el segundo golpe de parte de Sango en menos de dos minutos, eso era un nuevo logro.
-No le haga caso, es solo un monje pervertido. –le dijo Sango a la chica.
-Da igual –dijo la chica aun roja y apenada mientras evitaba la mirada de los demás. –Como sea, yo no soy la sacerdotisa, soy su aprendiz pero la le diré que venga si quieren. Me llamo Arisu, pasen por favor. -Dijo Arisu recuperando la misma compostura y su amabilidad que había mostrado antes de que Miroku la molestara.
Arisu los guió dentro del gran templo a una sala donde les dijo que esperaran. Inuyasha y los demás tomaron asiento en el piso mientras pacientemente esperaban a la sacerdotisa de la aldea.
Luego pasó algo que ni uno de ellos esperaba, como si nada pasó un muchacho de cabellos claros. Era alto y tenía una mirada seria, parecía de dieciséis años y llevaba un kimono negro. Al principio pasó por la sala normalmente sin notarlos pero cuando los vio bien su expresión cambió drásticamente de sorpresa a enojo.
-Quienes son ustedes? –les preguntó el chico y su disgusto era evidente.
-Venimos a buscar a la sacerdotisa. –contestó Inuyasha lo más tranquilo que pudo, siguiendo el consejo de Miroku de comportarse.
-Pues ella no está, váyanse por favor.
Todos se miraron confundidos, no entendían la actitud tan repentina de aquel muchacho desconocido hacia ellos.
-Pero, la señorita Arisu, nos dijo que esperamos aquí, que ella iba a ir a buscarla. – le dijo Miroku.
En ese momento apareció Arisu.
-Ella ya viene. –anuncio ella feliz.
-RISU! –gritó el chico enfadado.
-Haruo? Que pasa? –lo miró ella extrañada.
-Pero qué has hecho?! –la regañó el chico molesto.
Al parecer la chica tampoco entendía la actitud del muchacho y lo miró confusa, no pasó mucho tiempo para que ella abandonara su actitud dulce de hace un rato y se pusiera a gritar también.
-Qué te pasa tonto, no me grites! –le habló ella con la misma fuerza caminando molesta hacia el.
-Cómo quieres que no te grite, tonta?! No te das cuenta de lo que has hecho?!
Inuyasha y los demás no entendían para nada la escena que pasaba en frente de ellos, y solo se limitaron a callar y ver, estaba claro que nadie se quería meter en eso, pero al parecer ellos ya tenían mucho que ver en esta discusión ya que al parecer todo comenzó por ellos.
-Sango, qué les pasa a esos dos? -Le preguntó Shippo en un susurro a Sango mientras se posaba en su hombro.
-No tengo ni la menor idea, Shippo. -Le respondió ella igual de bajo. -Pero al parecer tiene que ver con nuestra presencia aquí...
Los gritos de la pelea de esos dos seguían, al parecer no les importaba lo que pasara a su alrededor. Y mientras más peleaban, menos entendían los demás de que se trataba todo.
-Haruo, Arisu, que les dije de pelear cuando hay visita? - Se escuchó de repente una dulce voz en el pasillo, todos se sobresaltaron al escuchar, esa voz, ya la habian oido antes.
Entonces apareció frente a ellos la sacerdotisa de Getsu.
Pareció que el tiempo se congeló, hubo un silencio de muerte en la habitación, los ojos se les pusieron como platos, y no podían creer a quien tenían enfrente en esos momentos, en especial Inuyasha, no le podía quitar los ojos de encima, corrían millones de pensamientos por su cabeza, no lo creía. Era ella, estaba ahí. Ella estaba ahí.
-Kagome.
Cliffhanger! lo siento! La verdad es que este es uno de mis capítulos favoritos porque de aquí en adelante las cosas empiezan a cambiar bastante y el camino de la historia se hace más evidente, espero que les haya gustado leerlo como a mi me gustó escribirlo, de hecho creo que es el capitulo mas largo hasta ahorita...pero el que viene creo que es mas largo y tambien me encanta.
También tenemos nuevos personajes (OCs) que aunque no son muy principales, sería bueno prestarles atención ya que afectan un poco la trama (Haruo y Arisu)
Bueno, espero que dejen reviews por que me encanta recibir esos y espero verlos pronto en el siguiente capítulo de esta loca historia.
