Kikyo tenía un mal presentimiento. Los demás no, al menos al principio no. Lo pudo notar por la manera en que sus ojos brillaban, como si hubieran caído en un hechizo y estuvieran viendo la cosa más maravillosa del mundo. Pero por suerte a ella no le había afectado.

Aún se encontraban en el bote y Miroku los dirigía lentamente por las aguas a la llamada Isla de Yugen. Aunque esta se encontraba un poco lejos, podían ver claramente a personas que vivían en ella. Se veían inusualmente felices, algunas jugaban, otras se encontraban recostadas, dormidas, otras cantaban pero todas tenían algo en común: todas tenían una sonrisa en el rostro.. Habian hombres y mujeres, la mayoria jovenes pero pudo notar a pocos ancianos también. Casi no habían niños, le pareció un poco raro pero no le tomó mucha importancia.

La isla, pensó Kikyo, era bastante inusual. Era plena noche, pero parecía como si el cielo hubiera bajado a ellos, eso combinado con los extraños y brillantes colores que de alguna manera parecían salir de el centro de la isla y mezclarse en el aire...daba la sensación que se encontraba en otro mundo.

Mientras los demás se encontraban maravillados por la hermosa vista, Kikyo los observaba a todos cuidadosamente. Todo le parecía bastante extraño. Hace unos pocos momentos había estado a punto de ahogarse, la tormenta había podido con ellos, el bote se había volcado y ellos habían caído al agua. Nadie cuestiono lo que pasó después, estaban demasiado ocupados admirando el lugar para hacerlo.

Escuchó como Miroku molestaba a Sango diciéndole que la isla sería un buen lugar para comenzar su familia y poner su hogar o algo asi. Sango se sonrojó, probablemente golpeó al monje y Kikyo rodó los ojos, no tenía tiempo para esto.

-Oigan, -dijo Sango, después de unos momentos. -no creo que este lugar sea peligroso como nos dijo ese anciano.

-Que te hace creer eso -preguntó Inuyasha. Probablemente tratando de guardar apariencias, pensó Kikyo, ya que ella lo había notado antes, y él había estado igual de maravillado por el lugar que los demás.

-Es que acaso no ves a tu alrededor? Es increible… Lo mas probable es que las personas que vinieron aquí ya no quisieron regresar. Y quién podría culparlos?

Kikyo suspiró cansada. No se podía imaginar una energía tan poderosa como para hacerla querer quedarse ahí, o en cualquier lugar, y no regresar, quizá era porque no estaba completamente viva y su alma probablemente nunca sería satisfecha...al menos no por lo que sea que le diera a este lugar su energía.

-Puede que tengas razón. -escuchó decir Kikyo a su reencarnación. -Si no tuviera mi deber de sacerdotisa ni personas a las que regresar, también me gustaría quedarme aquí.

Tratando de calmarse respiró profundo. Había peligro...y ellos tontamente no lo veían. Ya había tenido suficiente.

-Nada nos asegura -dijo ella. -que estas personas no tenían un hogar o personas a las cuales regresar. -sabía que su voz había sonado fría y que su mirada era inexpresiva pero no le importó. Aún así, al parecer su comentario había molestado a Sango, quien frunció el ceño.

-Míralos! -dijo la exterminadora señalando a las personas en la isla. -Se ven felices. Eso es felicidad, no es mi culpa que después de tanto tiempo de no sentirla ya no la reconozcas.

Kikyo apretó los labios, si las palabras de Sango le habían molestado no dejó que se mostrara en su rostro ni en ninguno de sus movimientos ni expresiones.

-Oigan, calma ya. Se supone que somos un equipo, no es así? No hay que olvidar porque estamos aquí, vinimos por el fragmento y nada más . -dijo Miroku

A Kikyo le sorprendió que el monje se pusiera de su lado pero no dijo nada al respecto, después de todo, ella no les debía nada a estas personas.

-Inuyasha. -dijo ella acercándose al Hanyou, necesitaba hablar con él y no quería que los demás escucharan.

-Que sucede Kikyo?- preguntó él, acercándose a ella.

-No se si lo notas, pero algo no esta bien aqui. Una vez estemos ahí no hay que confiar en nadie. -dijo ella susurrando. -No creo que tus amigos me quieran escuchar a mi, por eso te lo digo a ti. Hay que tener mucho cuidado, Inuyasha.

El Hanyou asintió sin decir nada. Se veía determinado y Kikyo supo que había logrado que él la había tomado en serio.

Un par de minutos pasaron y ya se encontraban cerca. Las personas que habían visto de lejos se reunían cerca de la orilla, observandolos curiosamente y susurraban entre ellos, algunos los saludaban con la mano dándoles la bienvenida.

Dentro del bote y sobre las calmadas aguas, Sango, Kagome y Shippo sonreían y saludaban de regreso a las personas de la isla. Miroku también se encontraba bastante sonriente y tal parecía que los únicos que actuaban precavidamente y que sentían duda alguna eran Inuyasha y Kikyo.

Los demás se encontraban ya en tierra firme, habían sido ayudados por los extraños habitantes de Yugen, quienes los bañaban de preguntas y de cumplidos y parecían no querer dejarlos en paz.

Cuando era su turno de bajar y poner pie en la Isla, Kikyo se dio cuenta de algo desesperante y de golpe sintió como toda su energía y la mayoría de sus almas abandonaban su cuerpo. De un momento para otro se encontró demasiado débil para ponerse de pie, para caminar, para ayudar a Inuyasha a encontrar y recuperar el fragmento de la perla de Shikon como ella lo tenía planeado hacer. Cerró los ojos con fuerza, preparándose para sentir su cuerpo golpear el suelo, luego sintió como alguien la sostenía impidiendo así su caída. Inuyasha.

-Kikyo! -gritó él mientras la sostenía en sus brazos con fuerza. -Estas bien?

Y Kikyo podía ser muchas cosas pero tonta no era una de ellas. Se dio cuenta en el momento en el que sus pies tocaron la Isla Yugen. Alguien como ella no era bien recibida aquí...

-Inuyasha. -dijo ella, tratando de ser lo más discreta posible. Se dio cuenta que personas desconocidas la miraban preocupadamente y le hacían la misma pregunta que Inuyasha.

No, no lo estaba pero no le interesaba llamar de mas la atencion y no le interesaba la compasión de nadie.

-Recuerdas lo que te dije hace rato? Pues va en serio. Por alguna razón, mis serpientes caza almas no pueden venir aquí y eso me debilita mucho, este lugar oculta algo oscuro, pero por desgracia no te voy a poder ayudar a descifrar que es.

Kikyo supo por la forma en la que él la miraba que no sabia que hacer ni decir así que solo le pidió que la pusiera en el suelo, recostada contra el tronco de un árbol para así poder descansar.


La primera cosa que notó Inuyasha al llegar fueron las extrañas ropas que traían las personas del lugar. Eran Yukatas de colores bastante llamativos y fuertes, algunas personas incluso vestían Kimonos y al igual que Inuyasha todos se encontraban con sus pies descalzos. Inuyasha arqueó sus cejas pero no dijo nada.

Las personas lo rodeaban a él y a los demás, haciendo preguntas estúpidas con sus voces amables y sus grandes sonrisas. Incluso habían tratado de tocar sus orejas! cómo se atrevían estos completos extraños? Ni siquiera parecía molestarles el hecho de que él fuera un Hanyou a pesar de no ver a nadie más como él entre la multitud.

Definitivamente Kikyo tenía razón, había algo peculiar ahí y no había que bajar la guardia en ningún momento. Buscó a la sacerdotisa con la mirada y notó que esta se veia debil, aun mas pálida de lo común y no pudo evitar preocuparse por ella, algo malo le pasaba. A penas había podido apartar a todas las personas que lo rodeaban a tiempo para correr hacia a Kikyo y sostenerla antes de que su cuerpo hecho de barro golpeara el suelo.

Los demás, al parecer, estaban demasiado ocupados charlando y riendo para tan siquiera preocuparse o darse cuenta de lo que sucedía con Kikyo... O al menos eso pensaba él.

-Inuyasha, está todo bien? -era Kagome.

-Kikyo, dame un momento, enseguida regreso. -dijo el, delicadamente pasando su mano sobre los oscuros cabellos de la sacerdotisa y ella silenciosamente asintió. El Hanyou camino entre la multitud de gente hacia Kagome quien parecía en verdad estar preocupada por Kikyo. Quizá incluso por algo más.

-Inuyasha! -lo llamó ella una vez más.

-Ya estoy aquí. Qué sucede? Y donde estan Miroku y los demás? -preguntó Inuyasha mientras miraba a su alrededor, no había visto a ninguno de sus amigos desde el momento en el que bajaron del bote y se habían perdido en la multitud.

-Vi que algo no andaba bien con Kikyo y me quise asegurar que todo estuviera bien, hay algo que yo pueda hacer? -Preguntó ella pero Inuyasha negó con la cabeza.

-No hay nada que nadie pueda hacer, las almas que necesita Kikyo y las serpientes que se las traen, por alguna razón no pueden alcanzar este lugar así que parece que habrá que apresurarnos aquí. No permitiré que Kikyo salga herida gracias a esto.

Su mirada encontró a la de Kagome por un momento quien a pesar de la indescifrable expresión en su rostro, le contestó:

-Está bien, trataremos de tardarnos lo menos posible. Y en cuanto a los demás, ellos estaban conmigo hace un rato, parecían bastante despreocupados mientras otras personas nos recibían, pero no se en donde se habrán metido ahora.

-No creo que sea buena idea separarnos mientras estemos aqui, yo ire por Kikyo y tu ve por…- "Ve por los demás" es lo que él iba a decir. Pero se volteó un momento hacia donde había dejado a la sacerdotisa reposando hace solo un rato y se sorprendió al darse cuenta que ella ya no se encontraba ahí.

La mente de el Hanyou se llenó de preocupación y despues de ira. Kikyo no era capaz de moverse y andar libremente en estos momentos, estaba débil, necesitaba almas. Eso solo significaba que alguien se la había llevado, alguien se había atrevido a tocarla.

Antes de poder detenerse llamó en voz alta, bastante fuerte, el nombre de la sacerdotisa, buscándola con la mirada. Cualquiera que lo haya oído, quien sea que se la hubiera llevado sabia que tenia que temer, que esconderse. Por que Inuyasha había prometido proteger a Kikyo, y no perdonaría a nadie que se atreviera a hacerle daño.

Estaba a punto de perder el control por completo, pero antes de que eso pasara, Kagome lo tomó firme pero delicadamente del brazo.

-Inuyasha, cálmate. Vamos a encontrar a Kikyo y a los demás, pero no podemos llamar la atención de esa manera. -dijo ella, y luego más suave. -pensaran que queremos pelear y no seremos bienvenidos más aquí, tenemos que pensar bien las cosas si es que queremos encontrar el fragmento sin problemas.

Poco a poco Inuyasha se tranquilizó, aunque si por el fuera, colmillo de acero ya se encontraría en sus manos. Pero Kagome tenía razón...normalmente ella siempre la tenía, y si alguien podía calmarlo y hacerlo pensar en momentos como este era Kagome. Era bueno tenerla de regreso, pensó él, aunque ella no se encontrara completamente de regreso todavía. Eso era una lástima.

El Hanyou suspiró con resignación y Kagome le dedicó una pequeña sonrisa.

-Entonces qué sugieres que hagamos?

La chica abrió la boca para contestar pero antes de que esta pudiera decir nada fue interrumpida, por una voz fuerte...misteriosa y desconocida que venía detrás de ellos.

-Parece que tenemos nuevos visitantes en nuestro pequeño paraíso...bienvenidos sean a la Isla de Yugen.

Inuyasha y Kagome se voltearon al mismo tiempo. Las personas se habían dividido, de un lado al otro, así creado un pequeño camino, en el cual ellos se encontraban en medio, y otra persona más al otro extremo.

Quien hablaba, era una mujer la cual les sonreía dulcemente. La desconocida era alta, su cabello largo y escarlata, bastante inusual, y usaba un hermoso kimono de varios colores. A simple vista, no parecia mas que una mujer hermosa y amable, pero había algo más... una aura misteriosa y helada a su alrededor. Parecía intocable como si de una deidad se tratara. Inuyasha pudo sentir de inmediato como Kagome se estremeció.

Los demás habitantes aplaudían; dándole la bienvenida a la extraña mujer...o quizá a ellos. Inuyasha no estaba seguro.

Se encontraba a punto de comenzar a pedir explicaciones y no de una manera muy amable que digamos, cuando sintió sobre él la mirada de Kagome, deteniendolo antes de que pudiera empezar hacer o decir algo.

-Muchas gracias! -dijo Kagome con su dulce voz, un poco temblorosa, sonriendo. -Mi nombre es Kaiya, vengo de la aldea de Getsu, soy su sacerdotisa y este es Inuyasha.

El Hanyou quien se encontraba a punto de protestar, se detuvo al notar a la extraña y alta mujer quien comenzó a acercarse unos pasos a ellos. Y por la forma en la que lo hacía, lenta y firme, Inuyasha pensó que quizá, estaba tratando de ser algo intimidante.

-Mi nombre es Sayuri y es mi deber encargarme que todo se encuentre en orden por aquí, que todos y cada uno de nuestros habitantes e invitados se encuentren siempre satisfechos y felices. Es un placer para nosotros recibirlos aquí.

-Dónde están nuestros amigos? -preguntó Inuyasha, sin poder contenerse más, se estaba comenzando a cansar de tantas amabilidades.

El fragmento. La seguridad de los demás Eso era lo único que importaba.

Sin cambiar si quiera un poco su expresión y su sonrisa despreocupada, Sayuri dijo:

-Las personas que los acompañaban? No se preocupen ellos ya se han adelantado. Tenemos unas cabañas. No es mucho en realidad, son bastante pequeñas pero acogedoras y bastante útiles. Todo es de todos aquí, y todos estamos felices de recibir a nuevas personas, ya que no es algo muy...usual, que digamos, así que hemos llevado a nuestros nuevos invitados a que se nos unan. -dijo ella. -Vamos, seguro que sus amigos los están esperando, haremos una celebración en honor a ustedes! Si creen que este lugar es hermoso, aun no se han adentrado bien en nuestra isla, les aseguro que aunque busquen, no encontrará nunca otro lugar como este.

Inuyasha y Kagome intercambiaron miradas un tanto preocupadas. Claramente, ninguno sabia que hacer o qué pensar, pero cuando Sayuri y las demás personas alrededor se dieron la vuelta y comenzaron a caminar juntos hasta el corazón de la isla, ellos no dudaron en seguir.


Caminaron en silencio, mientras seguían a los demás, en un camino estrecho, lleno de plantas y árboles que iba por en medio de la isla. Algunas personas cargaban antorchas para iluminar la noche y poder ver bien hacia dónde iban, pero aunque no los tuvieran, Inuyasha tenía la impresión de que aún sin esa luz de fuego, ver en una noche como esta no sería ningún problema.

Kagome siempre hablaba de cómo el cielo nocturno de la época Feudal era hermoso y brillante comparado con el de su época, sin embargo él nunca entendió la admiración que ella sentía. Pero quizá ahora comenzaba a hacerlo. Inuyasha jamas habia visto una noche como esta.

-Kagome. -dijo silenciosamente mientras se inclinaba un poco hacia la sacerdotisa, quien entrecerró los ojos y lo miró molesta.

-Que no me llames así, que quieres?

-Solo quería preguntarte si puedes sentir en algún lado el fragmento. Dónde está? Entre más pronto lo sepamos mejor.

La chica siguió caminando como si nada pero en su rostro se notaba que estaba pensando, tratando, probablemente, de rastrear el fragmento.

-Está aquí. -dijo ella sin referirse a ningún lugar en específico e Inuyasha la miró confundido.

-Aquí? Ya sabemos que está aquí pero a donde?

-No lo se! se siente en todo el lugar, la esencia del fragmento se puede sentir por doquier...siento, como si me estoy ahogando. Me comencé a sentir así desde que nos bajamos del bote

Inuyasha frunció el ceño, sin entender bien de lo que hablaba Kagome.

-Esto lo hace todo más todavía más complicado.

-Lo se, pero encontraremos la forma de salir de aquí, todos y con el fragmento. -Kagome sonrió, Inuyasha no pudo evitar también hacerlo un poco.

-Bueno, -Escuchó Inuyasha de repente la voz de Sayuri. -hemos llegado.

Se movió a un lado y detrás de ella se encontraba una gran fogata que daba vida y luz al lugar. Las llamas bailaban libremente emulando a las sombras de las personas en el lugar; riendo y corriendo y danzando. Alrededor, había también unas cuantas Cabañas pequeñas, las suficientes para habitar a todas las personas que habían.

-Vayan, la celebración ha comenzado y creo que sus amigos los están esperando.

Inuyasha no lo dudó ni un momento y fue rápidamente a buscar a Kikyo en medio de esa multitud. Kagome también iba detrás de él.

A Inuyasha nunca le había gustado estar rodeado de demasiadas personas, siempre había sido muy solitario y en momentos como ese no le gustaría hacer más que desaparecer o subir a la rama más alta de un árbol a disfrutar no ser parte de celebraciones como está. Pero en ese momento eso no era una opción, por muy tentador que fuera. En lugar de eso se encontraba tratando de darse paso entre una multitud mientras llamaba el nombre de Kikyo quien no parecía estar por ningún lado.

Inuyasha maldijo. Estaba a punto de preguntarle a Kagome si ella había visto a Kikyo o a alguno de los demás, cuando de pronto escuchó a alguien llamar su nombre y sus orejitas temblaron.

-Inuyasha! - Era Sango, quien lo saludaba alegremente con una mano mientras sostenía a Kirara en la otra y caminaba hacia el.

El Hanyou se sorprendió, no era normal ver a Sango así de feliz, en especial no con el. Al principio no supo qué decir.

-Ehm...está todo bien Sango? -le preguntó él y la exterminadora río.

-Si Inuyasha! Todo está bien, más que bien! Mira que buenos son aquí! Nos dieron comida y ahora tocan música y hicieron todo esto por nosotros! -El la miró confuso mientras ella continuaba hablando y la mayoría de cosas que decía escapaban sus orejas. Hasta que la exterminadora logró llamar su atención.

-Ah! es verdad, Inuyasha, venía a darte una buena noticia!

-A si? Acaso ya sabes dónde está el fragmento? -Sango rió de nuevo, esta vez más fuerte.

-No! No es nada de eso! Solo quería decirte que te perdonamos! -de un momento para otro y antes de que sus palabras pudieran llegar a tener algún efecto en Inuyasha, apareció Shippo de la nada, saltando hacia el hombro de Sango.

-Si Inuyasha! Ya no estamos enojados contigo! - Que? Pensó el.

Confusión. Era lo único que pasaba por la mente del Hanyou en esos momentos, no tenía idea de lo que estaban hablando sus amigos, por eso no tenía idea de cómo actuar o qué decir. Sango y Shippo quienes seguramente esperaban una reacción diferente de Inuyasha, después de un momento parecieron entender su confusión y le sonrieron de nuevo.

-Tu nos mentiste, Inuyasha. Nos hiciste creer por cinco años que Kagome se encontraba en su época, cuando en realidad se encontraba perdida aquí y no tienes idea de cuando nos dolió.

Por un momento sintió como si su respiración se hubiera detenido.

Oh...eso. Claro. Los demás no lo habían olvidado y él tampoco. Desde que su mentira había sido descubierta cuando encontraron a Kagome en la aldea de Getsu, los demás se habían estado comportando notablemente más fríos con él, especialmente cuando Kagome no se encontraba cerca. Y el no los culpaba, con sus acciones se había ganado su rechazo. Ya lo habian perdonado una vez por haber alejado a Kagome hace tantos años, pero esto…esto era diferente.

Al haber traicionado su confianza y amistad, la verdad es que no esperaba demasiada simpatía de ellos, especial mente Sango y Shippo quienes parecían haber sido los más afectados con todo ese asunto. Pero ahora, le decían que lo perdonaban y que todo estaba olvidado, sin más...y por mucho que a Inuyasha le gustaría que eso fuera cierto, no lo podía creer. No podía ser.

Y las sonrisas asquerosamente dulces de Shippo y Sango no le ayudaban mucho a entender lo que estaba pasando.

-Estábamos muy molestos, pero ya todo quedó en el pasado.

-La amargura y el rencor están en el pasado -Su tono de voz chillón y melódico traía a Inuyasha recuerdos, bastante lejanos pero no del todo borrosos...acaso Sango había estado bebiendo Sake? Solo de recordarlo le dio escalofríos.

Fue una suerte, cuando Kagome lo tomó por el hombro, cambiando la atención de sus pensamientos de sus amigos hacia ella mientras susurraba su nombre.

-Qué sucede, Kagome? -La chica tenía una mirada seria mientras con un dedo señalaba a una persona la cual se encontraba sentada en el suelo, pálida y con una mirada distante y fría. Kikyo.

-Ya la encontré.

Sin perder un segundo, se abrió paso entre la gente que bailaba para acercarse donde se encontraba la sacerdotisa, ignorando completamente a Sango y Shippo...ya lidiaría con eso después, por mas que eso lo aterrara.

Inuyasha llamó su nombre y al oír su voz, la expresión en el rostro de Kikyo se llenó de alivio. El Hanyou junto con Kagome se acercaban cada vez mas a Kikyo, sin embargo una mano alzada al aire los detuvo de pronto.

-Tu no. -habló suavemente Kikyo, refiriéndose a Kagome. La sacerdotisa del futuro parecía avergonzada y balbuceó que iría a hacerle compañía a los demás. Y mientras se alejaba, una mueca de desagrado pasó por el rostro de Inuyasha, solo por un segundo. No entendía por que Kikyo se comportaba así con Kagome cuando ella se encontraba aquí para ayudar.

La briza sopló, helada y refrescante en su rostro mientras se sentaba junto a Kikyo

-Inuyasha, no sabes lo aliviada que estoy de que me encontraras. Les dije que no me trajeran aquí, que yo te esperaría y que no era necesario pero no me escucharon. Insistieron. En cuanto más pronto salgamos de aquí mejor. -La miró de reojo, su rostro que mostraba una expresión de confianza y sinceridad que era solo para él, era iluminada por la luz gran fogata.

-Me alegro que estes bien, estaba preocupado...estábamos preocupados, Kagome y yo. No debiste de haberla tratado así. -Kikyo suspiró cansadamente mientras cerraba los ojos.

-Acaso no entiendes en la situación en la que estamos? Te lo dije antes, mientras no salgamos de aquí no puedo confiar en nadie más que en ti.

-Si pero Kagome-

-No me importa. Ella puede rastrear el fragmento aquí o lo que sea, pero no estoy obligada a ser gentil con nadie. En especial no cuando... -Kikyo se detuvo en seco, su mirada se clavó en la nada y sus palabras perdieron en el aire.

-Cuando que? - preguntó Inuyasha y notó como lenta y sutilmente el modo de la chica cambiaba, como si pareciera estar pensando muy bien sus palabras o como si tratara de recordar una cancion melancolica de hace mucho tiempo. Kikyo, quien siempre se encontraba calmada y dulce y en guardia, parecía estar bastante nerviosa...tambien molesta. Había bajado la cabeza y sus manos yacían hechas puño sobre su regazo.

-Algo pasó…-dijo ella con seriedad. -Inuyasha, escucha, yo tenia el resto de los fragmentos conmigo…-y luego más suave- Pero eso... fue antes, de que me trajeran a este lugar.

Al oír eso, al comprender, lenta y amargamente lo que Kikyo le estaba queriendo decir, abrió sus ojos en sorpresa.

Los tenía. Antes.

La mente de Inuyasha dio vueltas. No. Demonios eso no podía estar pasando.

-Quien lo hizo? Lo sabes? Como pudiste dejar que esto pasara! -había alzado la voz, sin darse cuenta y sin poder detenerse. Si de Kagome se tratara, la chica seguro se encontraría gritándole de regreso, enfadada y defendiéndose. Pero era Kikyo y ella solo lo volteó a ver, su mirada tan fría y penetrante como siempre.

-No grites, no hagas escándalo por favor. Si estas personas nos escuchan... - Kikyo guardó silencio por un momento y los sonidos intrusos de música y voces y risas parecieron desvanecerse junto a su voz, hasta que el silencio desapareció y de nuevo decidió hablar. -Me di cuenta poco después de que me dejaran aquí. Eran varias personas, quienes me ofrecieron su ayuda y me cargaron, una vez aquí, los busqué pero parece que alguien aprovechó la oportunidad y la multitud y ahora ya no los tengo. Ni siquiera se como se dieron cuenta de lo que traía conmigo...

Poco después de la partida de Kagome y de la entrada de Kikyo en el grupo, había sido ella quien se encargaba de llevar y proteger los fragmentos que ya habían encontrado antes. El pequeño frasco brillante se encontraba siempre bien guardado entre sus ropas . Ella nunca se despegaba de ellos y los cuidaba como si de su vida se tratara. Entonces, por qué ahora…

-Inuyasha, no pude hacer nada. Apenas y tengo energía para moverme en estos momentos mucho menos pelear o defenderme. Qué querías que hiciera?

Luego de escuchar Kikyo y la preocupación que escondía su voz, Inuyasha supuso que su ira era bastante evidente, eso o Kikyo lo conocía bastante bien. Respiró hondo. Era verdad. Kikyo tenía razón, no podían darse la libertad de llamar demasiado la atención, gritando y discutiendo en medio de una celebración como esta, en un lugar sospechoso y peculiar como este. Mucho menos ahora que alguien había robado los fragmentos y entre tantas personas era imposible saber quién. Además, no podía molestarse con Kikyo...después de todo, fue él quien la dejó sola cuando estaba débil y cuando ella más lo necesitaba. Fue tan solo un momento, pero fue suficiente para que lo peor pasará.

-Esta bien, Kikyo. -Dijo él después de un rato.- No te preocupes, yo me encargaré de encontrar los fragmentos, todos y cada uno de los que se encuentren en esta maldita isla. -una pequeña sonrisa pasó por los labios de Kikyo, pero en un segundo esta había sido reemplazada por su usual expresión y sus finos labios formaban una perfecta línea recta.

-Pues ve y hazlo, encuentra el momento indicado, quizá cuando todos duerman y...no te preocupes por mi...Ademas, no creo que tus amigos puedan ser de mucha ayuda en esta ocasión. Aunque no pueda hacer mucho, me quedaré aquí y me asegurare que no vayan a ningún lado.

Inuyasha, preocupado por Kikyo, se quedó un rato más con ella, asegurándose de que esta se encontrara realmente bien pero ella le contestaba despreocupada por ella misma y más preocupada por los fragmentos, mientras insistía que ella estaría bien y que los que en realidad necesitaban ayuda eran los demás. Así que después de un par de minutos más, el Hanyou se puso de pie y se dirigió a buscar a Kagome, quien dijo estaría con sus amigos.

Esta vez no le costó mucho encontrarla. Un poco alejados del centro donde se encontraba la gran fogata, se encontraban varias personas reunidas. De espaldas, pudo notar que una de ellas tenía cabellos azabache, tan largo que este llegaba hasta su cintura. La chica usaba un traje de sacerdotisa el cual se encontraba ya un poco sucio y algo roto. Sin duda se trataba de Kagome.

Se aproximó por detrás y se reconoció de inmediato los familiares rostros de sus amigos junto a ella y nadie tardó en notar su presencia por lo que fue recibido de inmediato por las voces de sus amigos. Kagome lo miró preocupada; silenciosamente y haciendo un gesto le preguntó si Kikyo se encontraba bien. Con ironía, estaba a punto de contestarle. Pero como un buen Hanyou, se limitó a asentir. Nada estaba bien y ahora se encontraba más preocupado que antes...el robo de los fragmentos que cargaba Kikyo había dificultado mucho mas las cosas, quería decirle eso a Kagome y a los demás, pero no podía. No ahora cuando sus amigos se encontraban probablemente afectados por la extraña energía del lugar y Kagome tan cerca de ellos para darles la oportunidad de escuchar…

Lo había decidido, tendría que llevarse a Kagome a un lugar lejos para explicarle las cosas y tratar de ayudar a sus amigos...y después, todos juntos harían que la persona o el demonio responsable de todo esto sufriera y se arrepintiera de haberse metido en su camino.


En el velo de la noche calurosa y entre los ruidos y celebraciones que parecían no acabar nunca, el viento soplaba, moviendo las hojas y refrescando los cuerpos de las personas en todo el lugar.

No se dio cuenta de cuándo ni de como pero se encontraba sentado sobre su Haori, sus piernas cruzadas y su espalda recostada ligeramente contra la de Miroku. Los demás también estaban ahí, sentados como si no tuvieran ni una preocupación en la vida. Habian mas personas con ellos, desconocidos, rostros borrosos de personas que Inuyasha ni siquiera se había molestado en recordar. Juntos formaban un círculo y en medio de ellos unos bocadillos que quien sabe de dónde habían salido acompañados con un poco de Sake. El sonido de las voces y las risas de sus amigos se había mezclado con el de la música y no pudo evitar la pequena sonrisa relajada que se mostró en su rostro.

Sango quien había estado hablando, estiró el brazo para tomar algo y luego llevárselo a la boca

-Lo hubieras visto, Inuyasha! -exclamó la exterminadora -Miroku...bailando! Fue terrible! - las risas explotaron a su alrededor y se mostraba en todas las personas junto a él.

Miroku, quien fingía tristesa de una forma bastante exagerada se quejó;

-Y tu te rehusaste a bailar conmigo Sango, rompes mi corazón! -una sonrisa dulce se formó en el rostro de la exterminadora.

-Vaya, es una pena. Quizás a la próxima será.

Luego hubieron más risas.

Más insinuaciones románticas entre esos dos, más miradas y suspiros. Inuyasha rodó los ojos.

Aun asi, no podia mentir; se sentía bien. Estaba con sus amigos disfrutando de la velada, quienes por primera vez en mucho tiempo no parecían tener resentimiento alguno con él, y pensó que quizá había estado deseando algo asi por mucho tiempo...Que las cosas fueran como solían ser.

Entre tantos rostros y sonidos y colores fácilmente, pudo haberla ignorado.

Pero comenzaba a ser imposible cuando Kagome se encontraba sentaba al otro lado del círculo, justo frente a él, Shippo durmiedo en su regazo y Kirara junto a ella. La chica le dedicaba una mirada desaprobadora mientras le fruncía el seño. Cuando sus miradas se encontraron, Kagome negó con la cabeza. Un gesto de decepción y luego distrajo su atención a otro lado.

Por un momento no comprendió. La había estado pasando bien el último rato, los demás también. Pero al ver a Kagome se dio cuenta que la sacerdotisa no compartía el mismo sentimiento.

No le gustaba esa sensación, la que despertaba en él esa mirada de Kagome. Como si le hubiera fallado...de nuevo. Inuyasha se había prometido, hace mucho tiempo que jamás, mientras viviera, volvería a decepcionar a Kagome...Sabía que debía de estar haciendo algo más...tenía la sensación y Kagome y su mirada no hacían más que recordárselo.

Pero no podía pensar ahora. el mundo estaba nublado y borroso...caliente y confuso.

-Les molesta si me siento? -una voz lo interrumpió antes de que pudiera adentrarse más en sus pensamientos. La hermosa mujer de cabellos escarlata y ropas como la primavera se acercó a ellos y lentamente, con precisión y gracia, bajo su cuerpo para sentarse junto a la exterminadora. Sin esperar la respuesta de nadie.

-Señorita Sayuri! -la saludó animadamente Miroku.

-Hola, -sonrió ella. -solo venia a decirles que las fogatas y todo lo demás se apagaran en un rato, quería pasar los últimos momentos de esta memorable ocasión con nuestros invitados, nada me haría más feliz.

-Claro, no hay problema! Puede pasar con nosotros

Los demás comenzaron a charlar y él, por un momento pudo olvidar lo que se encontraba pensando hace unos momentos. También olvido la mirada de Kagome, mientras se permitía perderse en la conversación junto con los demás. No prestaba mucha atención a sus palabras y no creía que estas fueran importantes, pero se encontraba atrapado en el momento y no pensaba siquiera en salir.

-Debo decir, -comenzó a hablar Miroku. -que este lugar es una maravilla. Estas personas también, se han portado muy bien con nosotros desde el momento en que llegamos.

-Su excelencia tiene toda la razón. Había olvidado la última vez en la que me divertí tanto.

-Me alegro que les haya gustado, nosotros amamos tener a personas nuevas, esperamos que decidan quedarse por mucho tiempo. -exclamó la mujer de cabellos rojos. Luego hizo un gesto con las manos, como si estuviera pensando en algo importante, sus ojos brillaron -...Y hablando de eso, diganme lo han decidido ya...lo que hablamos hace rato?

Miroku y Sango intercambiaron miradas y luego comenzaron a balbucear un poco. No se encontraban nerviosos, pero entre risas pretendían hacerlo.

-Ehm...pues, verá, aún no hemos hablado de eso en realidad. Falta la opinión de algunos de nuestros amigos.

-Oh? Es eso cierto? La verdad, no hay mucho que considerar, en mi opinión. Ustedes mismos lo han dicho, les ha gustado bastante nuestra pequeña isla y a nosotros nos han gustado bastante ustedes. Aquí jamás les faltará nada, vivir aquí, con nosotros, sería una muy sabia decisión.

Esperen! Pensó de pronto Inuyasha mientras sus ojos se abrían en una moción brusca y dejaba que el peso de esas palabras penetrara su mente. Vivir? Ahí? De qué rayos había estado hablando sus amigos con esa mujer? que les había dicho ella?

Kagome también se tensó notablemente.

-A que se refieren con quedarnos aquí? -preguntó lentamente Inuyasha. Por qué sus amigos querrían eso?

Sango reposó su cabeza entre sus manos mientras decía, con una sonrisa perezosa:

-Es bonito. Miroku, Shippo y yo decimos que sí, pero no sabemos qué opinas tú y los demás.

-Por que no les preguntas ahora, que opinan? -mirando a Inuyasha y Kagome. quienes no dijeron nada, Inuyasha no confiaba en su mente en esos momentos, al menos no para hablar. Kagome parecía un poco nerviosa pero lo oculto con una sonrisa, de la cual quien sea que no la conociera no miraría más allá, pero él la conocía como nadie y fácilmente se dio cuenta de lo tensa que ella se encontraba.

-Bueno...nosotros, tenemos que.. -Kagome trató de hablar pero esta fue interrumpida por la gobernante de Yugen.

-Oh, que grosera, soy. No se me ocurrió que tuvieran que hacer algo. Supongo que después de todo, quizá tenían una razón importante para venir aquí, por supuesto. Diganme

-Yo lo único que recuerdo, es que veníamos pasando cerca. Ninguna razón en especial, pero estoy feliz de que nos toparamos con ustedes. -dijo Miroku despreocupado

-No, no. Estoy segura que ha de haber algo más, porque no dejas que tus amigos nos cuenten lo que saben. - Sayuri volteó su rostro enfrentando a Inuyasha y de repente...el velo de neblina que cubría su mente y sus pensamientos comenzó a desvanecerse, poco a poco. Una mueca torcida reemplazó por un segundo la calida expresion en el rostro de Sayuri e Inuyasha supo que no había sido su imaginación. -Diganme, por favor, qué fue lo que los trajo por aquí?

Él sabía que no era buena idea contestar con la verdad, y en ese momento su mente se liberó. De lo que sea que había mantenido cautivo hace unos pocos instantes. Y después, fue capaz de ver con claridad otra vez.

Probablemente, Sayuri ya había notado el cambio en la mente de Inuyasha. dejó de insistir y dejó de hacer preguntas, pero no se molestó en ocultar su mirada intensa y siniestra la cual no dejaba ir de la de Inuyasha.

El Hanyou recordó lo que Kagome le había dicho al llegar ahí…"Me siento como si me estuviera ahogando" y entendió ese sentimiento por completo.

Gotas de sudor cayeron por su frente...ahogándose. No podía seguir ahí, no aguantaría mucho tiempo más. Tenía que encontrar los fragmentos y salir de ahí. No podia creer que por un momento, casi caia.

Con un movimiento brusco se levantó del piso en donde se encontraba sentado y tomó su Haori. Sin decir nada se dio la vuelta y comenzó a caminar. Entre la distancia, Kirara y Shippo dormían profundamente, ajenos al peligro y la maldad a su alrededor. Sango y Miroku se preguntaban, sin darle mucha importancia, que le pasaba a Inuyasha y porque se había ido de repente. Kagome lo sabía, pero no dijo nada. Tenía su mirada llena de preocupación clavada en el Hanyou quien se alejaba y se preguntó por qué no la llevó con el.


Una vez todas y cada unas de las luces y los fuegos fueran apagados y nada más que las luces del cielo iluminaran la isla, todas las personas que habitaban Yugen se encontraban durmiendo apaciblemente dentro de las cabañas. Inuyasha se puso en marcha, tal y como se lo había dicho Kikyo..

En silencio y con cuidado de no ser descubierto, se movió entre la oscuridad y se dirigió hacia la cabaña en donde él sabía se encontraba Kagome.

Mientras pretendía dormir, la mente de la sacerdotisa no paraba de dar vueltas. Pensaba en los fragmentos. Pensaba en cómo rayos había llegado ahí, a esa isla encantada, con Inuyasha y los demás. Un dia se encontraba sirviendo como sacerdotisa en la aldea de Getsu y el otro…

Estaba perdida, y se preguntaba si había sido buena idea haber aceptado ayudarlos, seguir al Hanyou y haber dejado a sus amigos atrás...atrapados en un campo de energía. Porque algo en su interior le había dicho que ellos no la iban a dejar ir.

De pronto se detuvo y sus pensamientos fueron hechos a un lado. En medio de el pesado silencio en el que se encontraba escuchó un sonido. Justamente afuera de la cabana, en la que ella se encontraba junto con más personas, ella era la unica que lo habia escuchado. Había alguien afuera. Llamándola.

Antes de que pudiera si quiera pensar que quizá se trataba de una trampa o alguien peligroso que acechaba afuera, una persona se asomó por la puerta y lo primero que ella notó fueron un par de orejitas de perro que sobresalían por encima de su cabeza. Era Inuyasha.

Kagome no pudo evitar la sonrisa que se formó en su rostro al verlo y rápidamente se levantó y corrió hacia el.

-Tonta! no hagas ruido, nos van a descubrir. -susurró él, una vez afuera, bajo las estrellas, mientras la sostenía delicadamente por los brazos.

-Nadie nos va a escuchar. -dijo ella igual de suave, aun sonriendo. -Solo...me alegra que estes bien. Por un momento, pensé que te habías perdido en la energía de este lugar, igual que los demás.

Inuyasha la miró perplejo por un momento y dejó que las palabras de la sacerdotisa hicieran efecto.

Kagome estaba preocupada por el. Aún sin sus memorias de los tiempos que habían pasado juntos, ella aun tenia sentimientos por el. A pesar de todo, por un momento sintió que todavia podia ganar.

-Inuyasha. -lo llamó ella. -si te encuentras bien, verdad?

"Rayos", pensó el. La había estado mirando, por mucho tiempo, quizá.

-Si. Lo estoy. Aunque por un momento si, creo que estaba apunto de perderme yo también. -admitió el, avergonzado, y la chica asintió.

-Bueno, entonces, cual es el plan? Que vamos a hacer para encontrar el fragmento?

-Lo que vamos a hacer, es que nos vamos a mover de aquí. Ven, es más probable que nos escuchen si nos quedamos cerca. -dijo él, comenzando a caminar, alejándose de las cabañas, mientras Kagome caminaba junto a él.

Mientras caminaban, sin rumbo alguno, las estrellas y la luna iluminaban su camino y los sonidos de lo desconocido los guiaban.

Primero, decidieron ellos, recorrerían la orilla por donde habían llegado, para ver qué podían encontrar. Caminando en silencio se dieron cuenta al llegar, que no había gran cosa. Es más, la presencia del fragmento, había dicho Kagome, no se percibía demasiado ahí. Sin embargo, hubo algo que sí les llamó su atención, a ambos.

Inuyasha y Kagome se encontraban uno junto al otro, mirando asombrados una pila de madera destruida, y no les tomó tiempo reconocer de inmediato de que se trataba.

Era el bote que el anciano en la aldea de pescadores les había prestado. Con el que había llegado ahí.

Este se encontraba ahora irreconocible, hecho trizas y completamente destruido.

-Inuyasha….

-Lo se.

-Alguien tuvo que haber hecho esto...pero por qué? como se supone que vamos a regresar ahora? -preguntó Kagome preocupada.

Inuyasha también se encontraba preocupado...molesto, mas que nada. Había tenido suficiente de este lugar.

-Pensaremos en algo cuando sea tiempo. Por ahora, tenemos peores cosas por las cuales preocuparnos. -Sedio la vuelta y comenzó a caminar, Kagome no tardó en ir tras de él.

Continuaron su búsqueda, adentrándose cada vez mas y mas en lo salvaje de la isla. El Hanyou y la sacerdotisa hablaban y al parecer las cosas malas nunca acababan. Él le contó lo que había hablado con Kikyo, le dijo que ahora no solo buscaban un fragmento, sino varios. Y la ansiedad en Kagome se hizo notar de inmediato, mientras respiraba pesado y apretaba los labios.

-Cómo pudo pasar esto? -preguntó Kagome...más bien habló para sí misma.

-No lo se, pero no es culpa de Kikyo.

-Nunca dije que lo fuera.

El silencio se hizo presente entre ellos por un momento y habían dejado de caminar. Se encontraban parados uno frente al otro, tratando de evitar su mirada, tratando de decidir qué decir después.

-Escucha. -comenzó a hablar Inuyasha, bastante suave. -Ya se que sin que nos diéramos cuenta esto se volvió más peligroso de lo que esperábamos en un principio. Pero -

-Silencio! -lo interrumpió la chica cerrando sus ojos, como si tratara de concentrarse en algo importante.

-Que pasa, Kagome?

Ella le lanzó una mirada pero no dijo nada. Apretó más los ojos.

-Lo siento.

-Que?

-Los fragmentos!

-Que? Donde!?

-Es bastante débil...la presencia, pero creo que la puedo seguir.

-Entonces vamos! No hay tiempo que perder.

Y así siguieron su camino. Caminaron y corrieron, con un objetivo en mente y con determinación. Cuanto más se acercaban, la tierra se volvía más húmeda y se encontraban con menos plantas. El camino se abría mas y mas ante ellos. Cuando entonces lo vieron.

Era un lago. No era tan grande, pero sí lo suficiente. Las luces del cielo nocturno se reflejaban en sus aguas claras. Las cuales, por alguna razon se veian inquietas, como si trataran de advertir algo a alguien.

Kagome iba a continuar caminando hacia adelante pero Inuyasha puso un brazo frente a ella y la detuvo mientras la atraía junto a él para esconderse atrás de la sombra del grueso tronco de un árbol, solamente asomando su cabeza. Ella lo miró, confundida. Pero el Hanyou tenía su mirada ocupada en algo más, y cuando Kagome decidió seguirla, entonces la vio.

Había algo en el medio del lago. Una silueta de una persona.

Se encontraba deespaldas, parada, justo sobre el agua como si volara.

La sacerdotisa miró a Inuyasha buscando alguna explicación, como si él la tuviera. Pero Los ojos de Inuyasha comenzaban a formar una imagen y poco a poco comenzaba a encontrar un nombre para esa figura.

El cabello largo y escarlata fue lo primero que notó, y lo único que necesitó divisar para darse cuenta de quién se trataba.

Sayuri.

-Así que me han encontrado. -su voz era suave pero firme y había un tono burlón en ella que les causó a ambos escalofríos. -Es una pena...quería jugar con ustedes un poco más.

La mujer se dio la vuelta, enfrentandolos al fin. No vaciló ni un momento, su mirada se clavó directamente en ellos y soltó una pequeña risa mientras les mostraba lo que tenía en sus manos.

Los fragmentos. Los que le habían arrebatado a Kikyo.

Sin dudarlo ni un segundo mas, Inuyasha y Kagome se pusieron en guardia mientras salían de su pequeño escondite tras el árbol. Esto solo pareció divertir a Sayuri aún más.

-No crean ni por un segundo que voy a dejar que un tonto híbrido y una sacerdotisa inútil arruinen todo lo que he creado aquí, jamás lo permitiré.

Al decir esto, y antes de que alguien pudiera evitarlo, la mujer de cabellos rojos dejó caer los fragmentos que sostenía en sus manos los cuales se hundieron y se perdieron en las aguas de inmediato.

Inuyasha se encontraba a punto de sacar a colmillo de acero y atacar, cuando una sonrisa llena de satisfacción se mostró en el rostro de Sayuri y entonces la tierra bajo sus pies comenzó a temblar.


(Inserten la canción del ending de Fushigi Yuugi aqui xD okay no!)

Tomó tres semanas escribir y editar este capítulo...TRES SEMANAS! (Es el capítulo más largo hasta ahora y me disculpo, trataré de limitarme a 4-5K en el futuro.) Se que ha pasado mucho más tiempo desde la ultima actualizacion pero me sentía intimidada por este capitulo, tenia miedo de escribirlo ya que han pasado años desde que escribí algo nuevo para esta historia, como ya había dicho antes todos los capítulos anteriores ya los tenia guardados solo era de re-escribir algunas cosas, editar, pulir etc…

Y no les voy a mentir, no estoy del todo satisfecha de cómo quedó pero si no lo subía hoy no lo iba a subir nunca y pues ya es tiempo de seguir adelante.

Espero que a ustedes si les haya gustado ya que me esforcé mucho para que quedara medio bien y tomo mucho tiempo. La verdad tenía planeado escribir mucho durante las vacaciones pero estas ya acabaron y no se pudo hacer mucho, más que nada porque estaba estancada en este capítulo….

Bueno, no solo eso. La verdad es, estoy trabajando en otra cosa, una nueva historia! Estoy tan emocionada de al fin estar escribiendo esto. Por años tenía en mi mente una historia que no podía sacar de mi cabeza y al fin le estoy dando vida y no puedo esperar para al fin poderla compartir con ustedes.

Esta nueva historia de la que estoy hablando se trata de un crossover de cuatro de los mangas de Rumiko Takahashi; Inuyasha, Ranma ½, Kyoukai no Rinne y Urusei Yatsura. No les puedo decir mucho de la historia aquí, pero solo les diré que es un AU de fantasía y guerra donde nuestros personajes favoritos se van a encontrar. Esperen romance, aventura, magia y tristeza...

El primer capitulo esta listo, pero me encuentro trabajando en la portada, el prólogo y el segundo capítulo. La verdad, no me había animado a escribir esta historia hasta que le conté a mi hermana las ideas que tenía para los personajes y la trama, a ella le gustó la idea y comenzó a aportar ideas ella también (se emocionó xD) me comenzó a dar ánimos y a presionar para que la escribiera y uniera nuestras ideas así que se podría decir que es una colaboración entre ella y yo...aunque yo escribo todo! Incluso le gusta meter la cuchara en esta historia y decirme"deberías de poner esto." A Veces le hago caso, a veces no. Así que ya saben, si ven una escena en esta historia rara o fuera lugar, es culpa de ella!

Solo necesito decidir como la subire aqui, ya que en la opción de crossover solo puedes poner dos franquicias y esta historia incluye cuatro :/ quizá simplemente la ponga bajo historia normal pero me da miedo que me la borren. Por si acaso tambien estara en mi wattpad que es /florabellas. Espero que para cuando suba el siguiente capítulo de esta historia, la otra ya este posteada también.

Yyyy antes de despedirme solo les dejare un pequeno adelanto para todos ustedes que leen las notas de autora: en el siguiente capitulo introducire al nuevo rival de Inuyasha formalemente en la historia...yay!

Ufff se hicieron muy largas las notas de autora esta vez...perdón! Pero como siempre, espero que les haya gustado, muuuchas gracias por leer y sobre todo muchas gracias a quienes comentan por que me dejan con una gran sonrisa que me dura todo el dia y me da más ánimos de sentarme a escribir. 3