AL FIN!
Antes de empezar quisiera
1) disculparme por la tardanza.
2) decirles que para compensarlo este capitulo sera extra largo y cuenta con dos partes que se supone que serían dos capítulos separados pero los uni en uno.
3) dedicar este capítulo a el usuario Serenity usagi, quien sin falta siempre deja un lindo review! Muchas gracias! Espero que aún después de tanto tiempo sin actualizar, aún encuentres interés en esta historia. :)
Mas notas al final del capítulo, ahora comencemos!
I
La noche interminable, y los dulces sueños que esta había traído, habían sido bruscamente interrumpidos por un fuerte estruendo y un temblor momentáneo que despertó de golpe a Sango y Miroku, quienes hace unos momentos se habían encontrado perdidos en un mundo de fantasía y sueños.
Con sus ojos abiertos en sorpresa y temor, y sus corazones latiendo agitadamente, salieron ambos de las cabañas en las que se habían encontrado dormidos hace unos momentos.
Aún en la noche estrellada, viendo a su alrededor, la exterminadora pudo notar que Miroku y ella habían sido los únicos que habían sido despertados por el estruendo.
-Excelencia! -llamó la exterminadora al monje, mientras trataba de mantenerse de pie en la tierra que aún se tambalea.
-Sango! Qué está pasando? -le preguntó Miroku, pero ella se encontraba igual de desconcertada que el. Su corazón se aceleraba mientras pensaba en el peligro que podrían estar corriendo—y los demás también!
Sango y Miroku se tomaron por los brazos el uno al otro como apoyo para no caer, mientras los temblores, al igual que ellos, se comenzaban a calmar.
-No lo sé, Excelencia. No tengo idea de lo que está pasando, pero escuché un fuerte ruido y luego el suelo comenzó a temblar. Donde estan Inuyasha y Kagome?
-No estaban con nosotros? -el monje miró alrededor para darse cuenta de la ausencia de sus dos amigos y se comenzó a preocupar aún más. No podía ser que sus amigos no se encontraran ahí, seguro un estruendo así los habría puesto alerta.
-Crees que tengan algo que ver con lo que acaba de pasar?
-Seguramente, Sango -contestó el monje. -aunque no tengo idea de que podrían andar haciendo por ahí, los dos solos...de noche, a no ser que…? -la sonrisa repentina en el rostro de Miroku delató sus pensamientos pervertidos, lo cual fue suficiente para molestar a Sango.
-Ya basta de pensar cosas libidinosas, esto es serio! No recuerdo muy bien nada de lo que pasó antes de dormir, pero tenemos que encontrar a nuestros amigos! Podrían estar en peligro, pero alguien tiene que quedarse aquí, con Kirara y Shippo y todas las demás personas en caso de que algo mas pase. Yo iré a buscar a Kagome.
La tierra se estremeció de nuevo haciéndolos perder el balance una vez más.
-Sango! -la llamó Miroku, con preocupación presente en su voz, y en sus ojos.
-No trate de detenerme, excelencia!
-No iba a hacer eso, pero ten cuidado. Por favor.
Al ver preocupación sincera en los ojos de Miroku sintió algo cálido dentro de su pecho, pero no podía quedarse y perderse en sus ojos por mucho más, así que solo asintió y se apresuró a tomar su Hiraikotsu, también el arco y las flechas que Kagome había dejado, y comenzó a correr.
Sango corría lo más rápido que su cuerpo se lo permitía, contra la helada brisa, entre las plantas y los árboles mientras gotas de sudor bajaban por su frente.
Que había pasado la noche anterior? No sabía. Estaba confundida y molesta y lo único de lo que estaba segura es que alguien había jugado en su mente y en la de sus amigos, y ese alguien se las iba a pagar.
Entre la oscuridad y la naturaleza salvaje, se sentía perdida, y no tenía idea de donde ir, pero eso no iba a detenerla de seguir adelante.
Luego cuando ya no estaba segura en qué dirección ir, entre los sonidos de la isla y de la noche escuchó un estruendo y la voz familiar de Inuyasha y su grito de batalla para usar el Viento Cortante.
Genial, pensó ella, no solo sus amigos estaban cerca, si no que también se encontraban en medio de una pelea.
Normalmente lo hubiera encontrado molesto, pero esta vez, la guerra era de nuevo por los fragmentos.
Solo ese pensamiento era suficiente para llenarla de adrenalina y coraje.
Sango se dirigió lo más rápido que pudo hacia los sonidos de pelea, donde sabía que Inuyasha y Kagome se encontraban...y luego los vio.
Justo como ella lo había esperado, fue con una batalla con la que se topó, pero esta parecía una pelea bastante desequilibrada, ya que sus amigos hacían lo posible para no ser alcanzados por el injusto poder de los fragmentos de la perla de Shikon.
Lo primero que Sango noto fue un lago cristalino, hermoso, pero este se movía peligrosa y salvajemente mientras Sayuri—la mujer pelirroja que los había recibido en la isla, quien los había tratado de hacer quedar ahí por siempre—sin esfuerzo alguno atacaba a Inuyasha y a Kagome.
Sango miró impotente como con un pequeño movimiento de su mano, la pelirroja quien se encontraba flotando como una entidad sobre el lago, hizo que la larga rama de un árbol se moviera bruscamente y golpeara a Kagome.
La chica del futuro recibió el impacto y cayó inconsciente sobre su espalda.
-Kagome! -gritó Sango con preocupación al mismo tiempo que Inuyasha, sus gritos mezclándose en uno haciendo anunciar así la presencia de Sango en el lugar y en la pelea.
-Sango! Que haces aqui? -Preguntó Inuyasha acercándose rápidamente, un destello de confusión pasó brevemente por su rostro.
-Qué crees que hago, Inuyasha? Acabo de llegar y te guste o no, somos un equipo y vamos a pelear lado a lado!
-Donde estan los demas?
-Miroku los cuida, si algo pasa allá, el se encargara.
Inuyasha frunció el ceño pero asintió.
Era extraño, después de mucho tiempo volver a pelear lado a lado por un fragmento de la perla de Shikon, aunque Inuyasha y Sango no se encontraran en buenos términos que digamos, ambos sabían que nada de eso importaba ahora.
-Entonces somos tu y yo, Sango. Yo me encargo de Sayuri y tu ve que nada mas le pase a Kagome.
Sango abrió la boca para protestar pero Inuyasha ya había saltado a la acción, lanzando directamente un Kongōsōha a la mujer que flotaba en medio del lago.
Conteniendo la respiración, la exterminadora esperó que el ataque de Inuyasha tuviera efecto, pero sin tan siquiera cambiar su serena expresión facial, Sayuri movió una mano, y ningún diamante la tocó.
Inuyasha pareció desconcertado por un momento, pero enseguida volvió a intentar. Y luego otra vez más, pero el resultado siguió siendo el mismo; ni un rasguño en la clara piel de la hechicera.
-No lo entiendes, Hanyou? No me puedes ganar, no mientras de encuentres en mi isla. -Sayuri les dedicó una pequeña sonrisa burlona mientras levantaba sus manos a la altura de su cabeza y entonces, nubes oscuras comenzaron a cubrir el cielo y la luz de la luna y las estrellas.
Noche total. Se hubieran encontrado en completa oscuridad, de no ser por la increíble luz que salía del lago, la cual se volvió más fuerte con la ausencia de las luces en el cielo.
Todo esto le provocó un escalofrío a la exterminadora. Esto no era normal.
Las nubes en el cielo, la lluvia que comenzaba a caer, helada sobre ellos. Nada era natural...y entonces Sango lo notó. La razón por la que no podían y no podrían tan siquiera tocar a Sayuri.
La isla estaba bajo el comando de la hechicera. El viento, el agua, las plantas, incluso las personas, Sayuri tenía el control de todo. Como una diosa que controlaba todo con solo pensarlo y mover sus manos.
Sango sospechaba que Inuyasha, terco como era, no iba a dejar de atacar ciegamente. Tenían que pensar en algo más.
-Inuyasha! -La exterminadora trató de advertirle a su amigo lo que estaba pasando. Pero antes de que pudiera hacerlo, la tierra bajo sus pies tembló, se desmoronó por completo y ella quedó atrapada en un hoyo en la tierra
Antes de poder evitarlo, Sango se golpeó la cabeza en la caída, y todo a su alrededor se apagó en un chasquido.
Kagome abrió los ojos de golpe y lo primero que sintió fue un terrible dolor en su espalda al respirar y al tratar de moverse.
Se encontraba acostada, justo donde la había mandado el golpe, y decidió quedarse así por unos segundos para poder recuperarse, al menos un poco. Su rostro se mojaba con las gotas de lluvia que se volvían cada vez más gruesas y aunque no la podía ver, podía escuchar la conmoción de todo lo que pasaba a su alrededor.
La batalla continuaba, Inuyasha seguía tratando — sin mucho éxito— de derrotar a Sayuri y a lo que sea que controlaba la isla y los mantenia a todos cautivos ahí.
Por unos momentos Kagome, no dio señal alguna de haber despertado y no tenia planeado hacerlo hasta haber pensado en un plan.
De pronto, sintió una presencia —los fragmentos, al fondo del lago. Había visto cómo se hundían y era gracias a los fragmentos que Sayuri ahora controlaba ahora todo.
Kagome supo entonces lo que tenía que hacer.
Cuidadosamente, sin tratar de llamar la atención hacia ella, apoyó un codo en la tierra y levantó su cabeza.
Toda la atención de Sayuri aún se encontraba en Inuyasha.
Bien, esta era su oportunidad.
El Hanyou declaró un ataque mientras atacaba con su espada, fue entonces cuando Kagome aprovechó la oportunidad para levantarse, correr y lanzarse a las profundidades del lago.
Inuyasha se estaba comenzando a quedar sin ideas, pero no estaba ni por cerca de rendirse.
Eso no era una opción.
Sayuri no recibía ninguno de sus ataques y sin dificultad alguna los bloqueaba o esquivaba, pero claro hacer eso era fácil para ella al poder controlar la isla entera con solo mover sus manos.
Ese era el poder que los fragmentos le habían dado y ellos los tenían que recuperar a como diera lugar.
A la distancia vio a Kagome lanzarse al lago, y sin poder evitarlo, gritó su nombre. Ese fue su primer error.
Sayuri se volteó y al ver lo que planeaba hacer Kagome, con un movimiento de sus manos, movió a su antojo el agua del lago, creando así una ola que llevó a rastras a Kagome de regreso a la orilla.
La chica del futuro comenzó a toser al ser regresada a la orilla con tanta brusquedad y luego miró molesta a Inuyasha lo cual le hizo pensar que quizá no debió de haber gritado su nombre. Kagome había querido ser sigilosa y él lo había echado a perder.
Sayuri río y los miró como si fueran insectos fáciles de aplastar.
-Creen que los dejaré tomar los fragmentos asi como asi?
Esta vez, Sayuri atacó haciendo levitar varias rocas pesadas del suelo y lanzandolas hacia Kagome, pero Inuyasha fue más rápido y logró llegar hasta la sacerdotisa a tiempo para poder protegerla del ataque, destruyendo las rocas con su viento cortante.
-Kagome, estas bien? Donde esta Sango?
-Yo estoy bien, pero no sabia que Sango estaba aquí!
-Ve a buscarla, podría estar herida! Yo me encargo de esto.
Asintiendo, Kagome se puso de pie y corrió a buscar a la Taijiya.
Entre la tierra pudo ver el Hiraikotsu de esta— y su arco y flecha.
Una idea pasó por su mente, pero iba a necesitar de la ayuda de Sango tambien, asi como de la fuerza Inuyasha.
-Sango! -en medio de la lluvia, Kagome alzó su voz mientras en el caos a su alrededor buscaba a su amiga, pero en lugar de llamar la atención de Sango, fue Sayuri quien miró en su dirección y comenzó a controlar los árboles del lugar, y sus ramas también, con la intención de atacar a Kagome.
Pero ella tenía su arco ahora y con eso, un poco más de confianza.
No se sorprendió cuando Inuyasha fue a su rescate, lanzando otro ataque inútil hacia Sayuri y aunque este no habia funcionado, había sido al menos una distracción que Kagome aprovechó para lanzar una flecha sagrada, la cual brilló en un deslumbrante púrpura completamente puro entre la noche y las lágrimas del cielo, dejando un rasgo de brillo mientras se dirigía a su objetivo.
Pero falló, porque Sayuri y su magia había sido más rápidos al bloquearla y a su energía, aun con la distracción del ataque de Inuyasha.
Necesitaban más. Necesitaban a Sango, o de lo contrario no ganarían.
Su mente se encontraba en esos pensamientos cuando luego, saliendo de un agujero en la tierra y con una mueca de disgusto, vio a la exterminadora.
-Sango, -Kagome suspiró con alivio y como pudo, tomó el Hiraikotsu— el cual pesaba más de lo que ella se imaginaba— y corrió a ayudar a Sango.
-Estas bien? - Kagome la tomó de los brazos mientras ayudaba a la exterminadora a ponerse de pie.
-Creo que sí, -respondió Sango al reponer la compostura. -Qué hay de ti?
Kagome asintió. -Estoy bien.
El resplandor que venía del lago se intensificó de pronto, una vez más la tierra tembló con intenciones de volver a hacer caer a la exterminadora y a Kagome quienes no hicieron más que tratar de buscar un lugar seguro mientras procuraban mantenerse de pie.
Inuyasha ya no sabía por donde atacar, después de todo, si Sayuri continuaba teniendo los poderes de la perla, todos sus intentos iban a ser inútiles.
-Tengo una idea, -le dijo Kagome a Sango -si atacamos los tres al mismo tiempo—
-Aun así no le haremos ni un rasguño.
-No, -continuó la sacerdotisa, -pero la podemos distraer, al menos por un momento, si ella está muy ocupada con ustedes, no notará cuando yo vaya por los fragmentos.
Sango parpadeó un par de veces, pero pareció comprender de inmediato, y al otro lado del pequeño lago, la mirada de Inuyasha se encontró con las de ellas y él pareció tener una idea similar.
"Bien," pensó Kagome, "que funcione."
Y entonces comenzaron a atacar. No a molestarse en lastimar, sino en distraer a la diosa fingida, deslumbrante y despiadada. Inuyasha atacando con su espada, Sango con su Hiraikotsu y Kagome disparando flechas en el momento correcto.
Eso combinado con la rabia de Sayuri y el agotamiento de su paciencia mientras trataba de aplastarlos con cualquier cosa que pudiera poner bajo su control, creó un caos que se extendió por toda la isla. Kagome pensó que esta se podría desmoronar en cualquier momento, y solo pidió ya no encontrarse en ella cuando eso pasara.
Sus ataques sincronizados continuaron por un tiempo y después de un rato, comenzaron a cansarse, pero de ninguna manera se detendrían. No cuando rendirse significaba una condena segura y la pérdida de los fragmentos, no cuando significaba ser aplastado por árboles o rocas, o tragados por la tierra o ahogados en el lago y la lluvia. No, tenían que continuar, porque ellos eran lo único en la isla de lo que Sayuri no tenía control y ellos iban a usar eso, en su ventaja para ganar.
Kagome esperó hasta el momento correcto, un tan solo segundo de distracción de parte de la hechicera, y cuando ese momento se presentó, corrió lo más rápido que pudo y una vez más se adentró en las profundidades del lago.
Al instante pudo sentir como la corriente luchaba contra ella, tratando de alejarla y de llevarla de regreso a la superficie, pero esta vez no se iba a detener.
Nadó más y más, siguiendo una pequeña luz en la distancia la cual ella estaba segura eran los fragmentos y a medida se acercaba más, esta luz tomaba la forma de una flor reposando en el fondo del lago.
Kagome estiró sus brazos, estaba tan cerca, la energía de tantos fragmentos juntos era muy fuerte, pero la falta de aire en sus pulmones comenzaba a ser una molestia de verdad.
Quería salir, nadar hasta arriba y simplemente respirar —pero no! No cuando se encontraba tan cerca de terminarlo todo.
Con Sayuri en control de la isla, probablemente no tendría otra oportunidad como esta. Solo un poco más, hasta que la flor que guardaba los fragmentos estuviera al fin entre sus manos.
La tierra tembló de nuevo. Esta vez más fuerte que las veces anteriores, ya no era más una advertencia de los desastres que vendrían, ni del mal que se escondía en la isla.
Esta vez era diferente. Era una señal que ya estaba todo por acabar.
La expresión de serenidad y confianza que hasta el momento no había abandonado el rostro bañado en lluvia y luz de luna de Sayuri, se desvaneció por primera vez.
Los ojos verdes de la hechicera se abrieron de pronto en preocupación mientras sus manos trataban de controlar una magia que poco a poco la dejaba de obedecer.
Inuyasha sonrió mostrando los dientes, por que supo de inmediato lo que eso significaba; Kagome había tomado los fragmentos y los había purificado con sus poderes— o al menos en eso se encontraba.
Pero un simple toque había sido suficiente.
Esto era todo, los poderes de la hechicera se comenzaron a desvanecer y solo tendría la oportunidad de atacar una vez más.
Sango notó esto y aprovechó ese pequeño instante de pánico en Sayuri para atacar con su Hiraikotsu antes de que la hechicera pudiera usar su último hilo de poder para controlar las aguas y volver a sacar a Kagome del lago.
Después de que el ataque de la Taijiya fuera resultado, Inuyasha no desaprovechó ni un segundo más, levantó alto a colmillo de acero sobre sus hombros y a todo pulmón declaró el Viento Cortante.
La oscuridad era tan profunda— tan intensa, que podía perderse en ella.
Lo único que le recordaba que había un mundo en la superficie al cual regresar era el brillo entre sus manos.
Los fragmentos que ella buscaba se encontraban todos juntos, protegidos dentro de una flor que se rehusaba a abrir sus pétalos, sin importar cuanto ella tratara.
No había podido evitar tratar de ser delicada al principio. Después de todo no quería dañar a la flor.
Pero ahora el tiempo (y el aire) se le estaban agotando así que no tuvo opción y comenzó a tirar hasta arrancar a la flor desde la raíz.
Un relámpago en el cielo iluminó por un instante el rostro de Inuyasha y todo a su alrededor, y el trueno que siguió después fue ahogado por los gritos llenos de desesperacion y agonia de Sayuri tras haber recibido el ataque de Colmillo de Acero.
Y asi de rapido, todo había acabado.
Habían ganado una vez más.
-Inuyasha! - El Hanyou se volteó al escuchar su nombre y vio a Sango — empapada, llena de lodo y con el ceño fruncido — corriendo en su dirección.
-Tal parece, -comenzó a hablar ella, a regañadientes, mientras evitaba su mirada y trataba de recuperar el aliento. -Que nos has salvado de nuevo.
-Fue Kagome quien nos salvó, -dijo él, su voz apenas audible bajo la lluvia. -Y tú ayudaste también.
Compartió una mirada con Sango. Ella aun estaba molesta, el se daba cuenta… pero habia algo mas tambien, algo que tenian que hablar, y ambos parecían concordar silenciosamente en eso.
La lluvia comenzaba a detenerse, poco a poco, y de pronto escucharon a algo — no, alguien, salir bruscamente del agua, jadeando fuertemente.
-Kagome! -gritó Inuyasha mientras corría hacia el lago para sumergirse al agua y ayudarla a regresar a la orilla.
La sacerdotisa se encontraba cansada, apenas y pudo salir a la superficie a tiempo, antes que sus pulmones cedieran ante la falta de aire. Una vez en tierra, se apoyó sobre sus codos, con su frente casi tocando el suelo y sus manos hechas puños enfrente de ella, cada respiro se sentía como un regalo.
Inuyasha y Sango se acercaron a ella y entonces, la sacerdotisa abrió su mano, mostrando en ella una flor — la cual había sido hermosa bajo agua, ahora se encontraba negra y marchita— y varios fragmentos de la Perla de Shikon.
-Eres increible. -dijo Sango mientras se apresuraba a abrazar a su amiga, gesto hizo reír a Kagome mientras le devolvía el abrazo a la exterminadora.
La mirada de Inuyasha encontró la de Kagome. Había tanto que quería decirle.
"Estas hecha para esto —para estar con nosotros. Ves que buen equipo hacemos...como los viejos tiempos. Si tan solo recordaras."
La mirada de Kagome lo quemaba como fuego, de la buena manera, y combinado con su sonrisa, el Hanyou no pudo evitar sonrojarse un poco.
-Kagome, yo —
-NO! - detrás de ellos resonó una voz llena de ira y todos se voltearon de pronto ante la sorpresa. Ahí estaba ella, débil tras haber recibido el ataque de Inuyasha y arrastrándose hacia ellos, Sayuri.
Excepto que sin los fragmentos, ya no era poderosa, ya no era una amenaza, solo una simple humana quien a pesar de estar herida y desaliñada—con sus ropas una vez hermosas, ahora cubiertas de sangre y tierra— mostraba furia y fuego de venganza en sus ojos.
Inuyasha, Sango y Kagome se pusieron de pie de inmediato, El Hanyou buscó con su mano a Colmillo de Acero, pero Kagome lo detuvo, poniendo su mano sobre la de el. Quizá no iba a ser necesario recurrir a su espada.
-Esos...son mis fragmentos. Son míos! No pueden venir, como si nada… y quitarme lo que es mio. -la hechicera derrotada hablaba con dificultad mientras se acercaba a ellos cojeando, sus movimientos lentos y torpes, pero peligrosos y llenos de determinación.
Aunque Sayuri estaba demasiado débil como para dañarlos de alguna manera y hablaba con amenazas vacías, Inuyasha no pudo evitar poner defensivamente a Kagome detrás de él, protegiéndola con su cuerpo de cualquier cosa que pudiera pasar. Sango también hizo lo mismo.
-Estas mal! -dijo Inuyasha, y su voz no mostraba piedad alguna. -esos fragmentos no te pertenecen, jamás lo hicieron!
-Cállate! -su largo cabello rojo cubría la mitad de su cara, haciendo resaltar el peligroso brillo color esmeralda de sus ojos amenazantes. -No voy a permitir que un Hanyou me dirija así la palabra! Arruinaron todo lo que tenía! Mi Isla, mi paraíso….El me lo advirtió. El me dijo que vendrían.
-De quien estas hablando? Quien podria saber que vendríamos aquí? -Preguntó suavemente Kagome.
-Naraku! -grito Sayuri con todas las fuerzas que aún tenía en ella y el cielo tronó junto a ella. -Cuando me dio el primer fragmento! Me advirtió de ti! -señaló a Inuyasha -un sucio hibrido con mas poder de el que merecia...Y tu -señalando a Kagome. -también me habló de ti, una débil sacerdotisa, quien ni siquiera pertenece a este mundo, no eres nada, Kagome Hig—
No pudo terminar ya que antes de que lo hiciera, Sango dio un paso adelante y la golpeó en la cara con su mano hecha puño. Eso fue suficiente para dejar a Sayuri inconsciente.
-Que? -dijo Sango encogiéndose de hombros al darse cuenta que Inuyasha y Kagome la miraba con los ojos bien abiertos. -como si ustedes no hubieran querido hacer lo mismo.
II
-Miren! Han regresado! -escucharon la voz de Shippo decir muy animadamente mientras el Kitsune los señalaba y corría hacia ellos.
Después de recuperar los fragmentos y todo lo que había pasado después, habían aprovechado para rápidamente limpiarse y sus ropas en el lago y luego caminaron juntos hasta el área donde se encontraban las cabañas y todos los demás.
Ya no llovía, una vez habían retirado los fragmentos de la flor en el lago, las gotas se habían comenzado a calmar hasta desaparecer por completo, y la noche que los había recibido desde que llegaron había sido reemplazado por un cielo azul despejado y el cálido brillo del sol.
-Sango! -dijo Miroku dirigiéndose hasta la exterminadora. -Todo está bien?
-Todo esta bien, Miroku. Conseguimos los fragmentos gracias a Kag— ah, dijo la sacerdotisa Kaiya. -su voz se desvaneció, un poco avergonzada, pero aun así no dejaba de sonreír.
-Qué pasó aquí? -preguntó Inuyasha mirando a su alrededor.
Las personas que hace apenas unas horas parecían encontrarse en un trance de felicidad, al parecer habían despertado de este ya que ahora no eran sonrisas, si no que ceños fruncidos en confusión, lo que marcaba sus rostros.
-Fue la última vez que la tierra tembló, -comenzó a explicar Miroku. -Las personas comenzaron a despertar y ninguna sabía en dónde estaba ni recordaban cómo llegaron aquí. Todos quieren ir a casa.
Kagome volteo rápidamente a ver a Inuyasha con preocupación en su voz y en sus ojos.
-Nosotros también tenemos que regresar, pero ellos destrozaron la balsa en la que vinimos.
-Que?! Cuando paso eso? Ahora que vamos a hacer? -Shippo se veía preocupado mientras hablaba. Los demás tampoco sabían lo que había pasado, los únicos que habían visto los trozos de madera apilados habían sido Inuyasha y Kagome la noche anterior.
-No se Shippo, calmate, pero vamos a encontrar la forma de salir de aquí.
-Inuyasha tiene razón, -comenzó a hablar Miroku. -Solo tenemos que guardar la calma y permanecer juntos y ya verán que todo estará bien.
-Oigan...donde esta Kikyo? -preguntó Inuyasha buscando con la mirada a la sacerdotisa.
-Estoy aquí. -contestó ella, parada con su espalda recostada contra un árbol a penas unos pasos atrás de ellos y se le veía considerablemente mejor que antes. El color había regresado a su rostro y ya no estaba débil como en la noche anterior.
Sin dudarlo, Inuyasha corrió hasta ella.
-Kikyo! Ya estas mejor!
-Supongo que si. Una vez recuperaron los fragmentos y derrotaron a esa mujer la energía de este lugar se desvaneció también. Las mentes de las personas comenzaron a ser liberadas y mis serpientes caza almas pudieron entrar. -las esquinas de sus labios se levantaron levemente y habló en un susurro. -gracias.
Inuyasha estaba a punto de decirle que no había nada que agradecer, pero si quería hacerlo, que se lo agradecieron a Kagome pero entonces la segunda sacerdotisa se acercó a ellos.
-Kikyo, -dijo Kagome mientras extendía el brazo hacia ella, ofreciéndole los fragmentos. Kikyo la miró con confusión.
-Eres la guardiana de la perla, verdad? Tómalos.
Vacilante, Kikyo los tomó lentamente de la mano de Kagome.
-La próxima vez que me los quieran quitar, tendrán que arrancarlos de mi cuerpo sin almas. -declaró Kikyo en una promesa.
Antes de que alguien pudiera decir algo más, la multitud de alrededor comenzó a murmurar entre sí y luego todos comenzaron a moverse por el camino entre los árboles y plantas que los llevaba de regreso a la orilla del mar.
-...Y si cortamos suficientes troncos, quizá de alguna manera podamos crear una nueva balsa.
-Miroku, qué está pasando, a donde van todos? -Inuyasha apareció de pronto junto a su amigo.
-Que? -preguntó el monje saliendo de su conversación con Sango y prestando atención a las personas a su alrededor.
-Miren, -dijo la exterminadora señalando. -es mejor seguirlos.
Todos comenzaron a caminar y pronto ya no había nadie en el área de las cabañas, todo eso había quedado atrás, como si de un mal sueño se tratara.
-Disculpe? -preguntó Kagome a una pequeña anciana que se encontraba caminando entre la multitud. -Sabe que está pasando? Porque todos están regresando a la orilla?
Con una dulce y optimista sonrisa la anciana le contestó:
-Vieron una balsa acercarse a lo lejos, todos quieren irse de aquí lo más pronto posible.
-Pero claro, -dijo Sango. -todas estas personas estaban aquí contra su voluntad y ahora que el fragmento que permitía a Sayuri tener poder sobre las mentes de estas personas nos pertenece de nuevo, es natural que nadie quiera pasar un minuto más aquí.
-Tienes razón Sango. Me da escalofríos en solo recordar como jugaron con nuestras mentes la otra noche. -añadió Miroku.
-Si claro, pero hay un problema, ya vieron cuántas personas hay aquí? Están locos si creen que con una sola balsa sus problemas se van a resolver. -dijo Inuyasha.
Era verdad, iba a ser completamente imposible, pero no les quedaba más que esperar lo mejor y guardar la calma.
A medida iban avanzando entre un camino de plantas en medio de la multitud de personas, y se acercaban más a la orilla para tener una mejor vista del mar, pudieron notar que no solo era una balsa la que se aproximaba a la isla, si no varias. Ya no estaban solos.
-Que es todo esto? -dijo Kagome con un tanto de asombro en su voz. Y como no? La vista era increíble.
-Cómo lograron todas esas personas llegar aquí? -preguntó Shippo haciéndolos recordar a todos la dificultad que tuvieron ellos mismos para encontrar esa peculiar isla.
-Yo quisiera saber lo mismo. -Dijo Sango.
La conmoción a su alrededor era demasiada, en especial cuando las balasa comenzaban a llegar a la orilla.
-Creo, -comenzó a hablar Kikyo. -que se que esta pasando.
Los demás la miraron expectante y con curiosidad y ella continuó
-Antes de venir aquí, en la aldea de los pescadores, todos sentimos una energía extraña. Era este lugar, nos llamaba con el poder de un solo fragmento. Supongo que cuando Sayuri se llevó los demás fragmentos a su fuente de poder, esa energía se hizo más fuerte, atrayendo a todas estas personas.
Kikyo concluyó y todos asintieron. Tenía sentido lo que decía la sacerdotisa.
-Pero ellos no querrán quedarse para siempre como todas esas personas y nosotros ayer, o si? -preguntó de nuevo Shippo, a lo que Kikyo negó con la cabeza.
-Los fragmentos son nuestros de nuevo y con eso liberamos nuestras mentes y las de las demás personas. Ahora solo me imagino que todos deben de estar muy confundidos. Pero lo bueno -sonrió Kikyo. -es que ahora podemos regresar sin problema.
-Nuestra suerte! -Sango rió de alivio y felicidad al ver que todas las personas alrededor habían tenido la misma idea y las personas que había llegado a la isla de Yugen, atraídos por su energía, ahora subían a personas en sus balsas, llevándolos lejos, muy lejos de ese lugar.
-Vamos! -les dijo a todos Shippo mientras comenzaba a correr. -No queremos que nos dejen!
-Espera, Shippo! -exclamó Miroku mientras todos los demas corrian en la arena tras el pequeño Kitsune….pero luego, Kagome se detuvo de repente y abrió los ojos en sorpresa.
Inuyasha al notarlo se detuvo también y caminó hacia donde Kagome aún se encontraba parada, sus ojos viendo hacia el mar, con una cara que expresaba confusión.
-Estas bien? -le preguntó el Hanyou y la chica parpadeó un poco, como si estuviera siendo sacada de un trance.
-Si—ehm, estoy bien, es solo que...esa energía. Que está haciendo él aquí?
Él?
Inuyasha la miraba confundido, de qué hablaba Kagome? No entendía qué le pasaba a la sacerdotisa pero entonces, el también lo sintió.
Era alguien poderoso quien se aproximaba, Inuyasha se podía dar cuenta solamente por su poder espiritual, como si de un peligroso Youkai se tratara.
Inuyasha tenía el presentimiento que esto no iba a ser bueno.
Decidió seguir la mirada de Kagome y entonces lo vio.
Una silueta entre la neblina resaltaba entre todas las demás. Parado en una balsa y acercándose a la isla, era un muchacho— un Youkai, y Kagome no le quitaba los ojos de encima.
Sus amigos debieron de haberlo notado también ya que varios pasos adelante de Inuyasha y Kagome se habían detenido, y los miraban — y al Youkai también— expectativos, sin saber que hacer y cuando el muchacho al fin llegó a tierra firme, Kagome no dudó en caminar hacia adelante.
-Kioshi? -preguntó ella.
-Quien mas iba a ser? -La voz del extraño era firme, grave y masculina. -Los dos enanos estaban preocupados, ellos me enviaron por ti.
Con un movimiento rápido y ligero como el viento mismo, en un abrir y cerrar de ojos, el Youkai de nombre Kioshi ya se encontraba en frente de Kagome, tomándola de las manos y mirándola con ojos que expresaban preocupación.
-Haruo y Arisu estaban muy preocupados, Kaiya. También yo. Te encuentras bien?
Antes de que Kagome pudiera contestar, Inuyasha ya había tomado a colmillo de acero y había alejado las manos de Kagome de las del Youkai.
-Y tu quien te crees que eres?! No te atrevas a tocarla! - La ira en el Hanyou era explosiva y se notaba en su voz, mientras que el rostro del Youkai había permanecido serio, como si no pudiera molestarse en perder el tiempo con alguien como Inuyasha, y cuando al fin lo volteo a ver, ninguno de los dos se molestó en esconder el odio repentino que había nacido en ese momento.
Kioshi— lo había llamado Kagome— era igual de alto que Inuyasha, pero hasta ahí iban las similitudes. Tenía inusuales cabellos dorados que brillaban bajo el sol y oscuros ojos color cafe. Vestía de Azul y negro y entre sus ropas llevaba con él una Katana.
Probablemente a primera vista no levantaría muchas sospechas de ser diferente, pero tenía marcas de Youkai en su rostro y cualquiera que pudiera percibir su energía se daría cuenta que no era conveniente meterse en el camino de este Youkai.
Pero a Inuyasha nada de eso le importaba y con colmillo de acero listo para atacar, se interpuso entre Kagome y Kioshi, protegiendo a la sacerdotisa con su cuerpo de lo que sea que fuera a pasar después.
-Te hice una pregunta, idiota! Que, acaso eres muy altanero para hablar conmigo?
-Tu -pronunció la sílaba lentamente, como si de una amenaza se tratara. -no te metas en lo que no te importa. Kaiya ya no es su problema de ahora en adelante, nos vamos de regreso al templo.
-Su nombre es Kagome y tú no te la llevas a ningún lado. -dijo Inuyasha y enseguida pudo notar como el Youkai se estremeció, tan solo por un momento, al escuchar ese nombre. Kagome.
Inuyasha lo podía sentir; el Youkai se moría de ganas de golpearlo, pero se estaba conteniendo, aunque no estaba muy seguro de por qué. Inuyasha por otro lado, no iba a dudar en atacar, de hecho pensaba en hacerlo cuando escuchó la voz de Kagome firme y un tanto enfadada.
-Por favor! Qué está pasando? Inuyasha ya te dije que me llames por mi nombre! Y Kioshi, como es eso que vienes a llevarme de regreso al templo? No eres mi dueño!
Kagome se veía molesta y mientras tanto sus amigos veían la escena como si de un espectáculo se tratara, ninguno se atrevía a decir nada y tenían los ojos bien abiertos.
-Creen que es este el Youkai que nos había mencionado antes Kagome? -preguntó Shippo en un susurro a Sango y Miroku desde su posición en el hombro de la Taijiya.
-No lo se Shippo -dijo Miroku tratando de hablar igual de suave.
-Pero si es así, las cosas se acaban de poner mucho más interesantes. -terminó de decir Sango.
Esperaban a ver qué pasaba después, probablemente una pelea entre los dos chicos. Después de todo podían fácilmente notar los celos de Inuyasha convertirse en ira.
Kioshi se acercó de nuevo a Kagome, ignorando por completo al Hanyou y la tomó por la mano.
-Necesito hablar contigo, Kaiya. Es muy importante -la mirada cautelosa del Youkai se enfocó en Inuyasha y sus amigos y luego regresó a encontrar los ojos de Kagome -Estuve buscándote por casi una semana.
-De que estas hablando, tarado?! -interrumpió Inuyasha. -apenas llegamos aquí ayer en la noche! Y salimos del templo hace solo un par de días!
-Lo que Inuyasha dice es verdad. -dijo Miroku -Es imposible que haya pasado una semana desde que llegamos aquí.
-Escuchen, yo no he venido a pelear con ninguno de ustedes. Excepto quizá el Hanyou si sigue molestando, pero no les digo mentiras. Pase buscando a Kaiya por días pero su energía desapareció de la nada hasta que depronto todos en la aldea de pescadores sentimos algo extraño venir de aquí. No tengo por qué mentirles pero necesito hablar a solas con Kaiya.
-Que no la llames así!
-Ya lo oíste, Inuyasha. -Tienen que hablar. Vamos, quizá ese señor de por allá sea tan amable de llevarnos de regreso en su balsa.
-No confío en este tipo, Miroku, no ves que se la quiere llevar!
En eso Kagome alzó la voz.
-Nadie me llevara a ningun lado encontra de mi voluntad. No era necesario que vinieras hasta aquí para buscarme, Kioshi, pero si quieres hablar, bien. Los veré a los demás cuando lleguemos a la aldea.
Antes de que Inuyasha pudiera hacer algo al respecto, Kagome ya se había dado la vuelta y el Youkai ya la había llevado con el.
-Maldito! -gritó el Hanyou en su dirección. Que tan rápido era ese tipo?
-Vaya, que les parece, Inuyasha sigue comportándose como un niño pequeño después de todo. -dijo el kitsune, sin intención alguna de esconder su voz de Inuyasha.
-Ahora no, Shippo, -susurró Sango.
-Y ustedes que están esperando!? Hay que salir de aquí ya! Si no, ellos llegan antes y el se lleva a Kagome!
Sango entrecerró los ojos.
-Y ahora, qué? Crees que nos puedes gritar solo por que si? - Luego se dio la vuelta y comenzó a caminar en busca de alguna persona que aceptara llevarlos de regreso a la aldea.
Aun en esa Isla remota, donde el sol ya había salido y ya las mentes de todos habían sido liberadas, existían rencores y problemas sin resolver entre Inuyasha y sus amigos. Aún había una platica pendiente.
-Inuyasha, -el Hanyou escuchó a Kikyo decir su nombre y el se volteó para verla. -Unas mujeres amables se ofrecieron a llevarme. -dijo la sacerdotisa. -También querían llevar a Kagome ya que vieron sus ropas de sacerdotisa y me dijeron que la llamara, pero veo que ya se fue con ese Youkai atractivo. -Inuyasha hizo una mueca de disgusto ante las palabras de Kikyo, pero no dijo nada y apenas escuchó cuando la sacerdotisa le dijo que lo vería después en la aldea de pescadores.
Estaba enfadado, pero tenía que calmarse… después de todo, cuando le había servido de algo desquitarse con sus amigos? Ahora, de todas formas, su ira estaba dirigida a un Youkai que apenas acababa de conocer.
-Inuyasha! Si no te apresuras te vamos a dejar! -Miroku lo llamaba.
"Bien." gruñó él. Ya era hora de dejar esa maldita isla atrás.
Las aguas estaban calmadas y una débil pero refrescante briza jugaba ligeramente con sus largos cabellos plateados y rozaba su piel mientras sus ojos color miel miraban el triste reflejo de su rostro en las aguas claras.
Desde que se habían subido a la balsa para dejar la Isla de pesadillas atrás, el silencio había reinado entre el grupo de amigos...Hasta que Inuyasha decidió que ya era hora de hacer algo al respecto.
Vaya pensó el. Esto no iba a ser nada fácil.
-Escuchen… -su voz rompió el silencio e hizo que todos se sorprendieran y giraran la cabeza hacia Inuyasha, quien aún mientras hablaba no se atrevía a levantar su mirada.
-Se que todos me odian en estos momentos, se que fue necesario que el extraño hechizo de esa Isla jugará con sus mentes para que sintieran que me habían perdonado por… por mentirles—respecto a Kagome, y si me van a seguir odiando, bien! Lo tengo merecido pero quiero decirles, que lo siento.
Ya está! Lo había dicho! Estos últimos días su orgullo se lo había impedido y su mente pensaba en otras cosas, pero este pequeño incidente con la isla le había hecho darse cuenta que necesitaba a sus amigos y si el precio para recuperarlos y a su confianza era una vergonzosa disculpa, pues bien. Kami sabía que esa no era la única disculpa que tenía pendiente.
Todos se habían quedado conmocionados y sin palabras ante el comportamiento inusual del Hanyou. Acaso, Inuyasha se acababa de disculpar? No solo eso, sonaba sincero también.
Al ver que nadie decía nada, Inuyasha continuó.
-No debi de haberles mentido, debi de haberles dicho lo que estaba pasando con Kagome desde el principio. Quizá si lo hubiera hecho, la hubiéramos encontrado antes, todos juntos y nada de esto estaría pasando. Entiendo si nunca más vuelven a confiar en mi.
De nuevo, nada sólo silencio. Inuyasha se estaba empezando a desesperar, sus amigos sabían que no era fácil para el decir esas cosas y aun asi no tenían la decencia de contestar! Rayos! Sabía que no debió de haber dicho nada, solo había hecho el ridicu—
-Inuyasha! -tres voces gritaron su nombre mientras los cuerpos de Sango, Miroku, Shippo y Kirara se abalanzaron sobre él, casi — pero no del todo— volcando la balsa.
-P...pero qué les pasa?!
-Es lo que necesitábamos escuchar, tonto! -chilló Shippo.
-Una disculpa sincera, ya estas madurando, amigo mio. -dijo Miroku con sus brazos alrededor del Hanyou.
-Bueno, ya! Que me axfisio! -se quejó Inuyasha y los demás rieron y deshicieron el abrazo poco a poco.
-Creo, -comenzó a hablar Sango, sus ojos fijos en Inuyasha. -que muchos desafíos nos esperan en el futuro, más ahora que todo esto está comenzando otra vez— ya saben, Kagome apareció de nuevo y los fragmentos también. Sería muy tonto enfocarnos en rencores del pasado. -La Taijiya le dedicó una sonrisa de comprensión a su amigo, quien quiso sonreír de regreso pero solo miro hacia abajo.
-Se que no me merezco esta segunda oportunidad, pero les prometo que nunca mas volvere a jugar con su confianza.
-Lo sabemos, Inuyasha. -dijo Miroku dándole una palmada en la espalda. -Ya nos oíste, te hemos perdonado, pero tambien tienes que perdonarte a ti mismo...es decir, si quieres volver a ganarte el corazón de la señorita Kagome y averiguar qué le pasó a su memoria.
-Es cierto, Inuyasha! -gritó Shippo -ese Youkai, Kioshi que apareció en la isla te quiere quitar a Kagome! Tienes que hacer algo al respecto!
-Y ustedes creen que no lo se?! No confio en ese Demonio ni en las personas del templo de Getsu! No se que es lo que haré para enterarme de lo que le han hecho a Kagome y como hacer que esa tonta recuerde quien es en realidad! Pero una cosa si se, no voy a dejar que ese tal Kioshi se quede con Kagome!
-Asi se habla Inuyasha! -dijo Sango levantando alto su puño.
-No estás solo en esto. -le recordó Miroku. -Pase lo que pase, te vamos a ayudar.
-Somos un equipo otra vez! -exclamó muy emocionado Shippo saltando sobre la cabeza de Inuyasha. Los demás reían y al fin, después de mucho tiempo el Hanyou pudo sonreír de verdad.
-Entonces, de qué querías hablar? -La chica sonaba un tanto molesta, tenía sus brazos cruzados y miraba en dirección contraria al viento que soplaba melódicamente. -Aun no puedo creer que me hayas seguido hasta aquí.
Aunque ella aún se rehusaba a mirar de frente a Kioshi, él podía ver como la brillante luz del sol de mediodía se reflejaba en su clara piel.
No podía evitar admirarla y a la desaliñada belleza de su sacerdotisa, se veía limpia pero podía ver algunos raspones en ella y su traje rojo y blanco se había roto un poco de las mangas y de los lados.
Solamente podía imaginarse por todo lo que ella había tenido que pasar junto con el inútil del Hanyou y los demás. Antes de que él pudiera siquiera pensar en que contestar, Kagome habló otra vez.
-Es que no me estás escuchando? -le preguntó ella levemente alzando su voz y volteandolo a ver de mala gana.
-Si… lo siento. -comenzó a hablar Kioshi -Lo siento por haberte seguido y todo. No quería que te enojaras, pero entiende que era necesario.
-No! No lo era, yo estaba perfectamente bien y a salvo, incluso pudimos recuperar un fragmento de la perla de Shikon!
-Si! Y te encontraste en un gran peligro! Si algo te hubiera pasado—
-Pero no fue así! No entiendo, todos en el templo comenzaron a actuar extraño y a tratarme diferente ahora tú también. Es que acaso me ocultan algo?
El Youkai suspiró.
No era de extrañar que ella se sintiera mal, que desconfiara de ellos cuando las cosas habían cambiado tanto en tan poco tiempo solo porque cierto Hanyou había decidido aparecer.
Normalmente en el templo de Getsu el cual el llamaba hogar, Kagome—Kaiya, era la protectora. Actuaba como una hermana mayor para Haruo y Arisu. A el también lo había protegido de más de una manera, pero ahora que su pasado se había hecho presente de nuevo, eran ellos quienes la tenían que proteger.
Ella le había preguntado si le ocultaban algo, y si, de hecho si lo hacían.
Había un secreto que solo él y los dos aprendices en el tempo sabían. Pero ella jamás se podría enterar, por eso tenía que llevarla de regreso al templo de Getsu, antes de que fuera demasiado tarde.
-Te busqué por toda una semana, -fue lo único que dijo el, tratando de evadir su pregunta. -Tu energía desapareció por completo, no te puedes enfadar conmigo y con Haruo y Arisu por preocuparnos por ti.
Un poco del enojo de Kagome pareció desaparecer con esa respuesta, y sus hombros se relajaron un poco cuando ella al fin se dio la vuelta y lo vio a la cara. Aunque Kagome aun fruncía el ceño, él no pudo evitar pensar que se veía adorable así.
-Bien. -dijo Kagome al fin. -Te perdono por seguirme, acosador.
Ella rió suavemente y él rodó los ojos con una pequeña sonrisa que no le duró mucho.
-Solo no me pidas que regrese antes de terminar la perla, porque no lo voy a hacer.
-Y por qué no? Te necesitan de regreso en la aldea y esta no es tu responsabilidad, no tienes porque quedarte. -el intentó sonar tranquilo, pero al parecer habia usado las palabras equivocadas— le pasaba mucho últimamente— ya que Kagome pareció enfadarse de nuevo.
-Ahora más que nunca siento que me corresponde hacer esto! He visto de antemano el poder de los fragmentos, y la maldad que la persona incorrecta puede hacer con ellos. No vas a hacer, jamás, que desista de buscarlos. Solo cuando la perla esté completa descansaré.
Demonios pensó el. Al parecer, Kagome aun conservaba su sentido de deber y lealtad hacia la perla de Shikon, de su otra vida— de antes que se volviera Kaiya la sacerdotisa.
De ser así, era verdad, jamás la haría cambiar de opinion, asi que le tocaba a el ceder.
-...Bien.
-Bien?
-Si. Supongo que no tiene caso tratar de convencerte que esto es una mala idea...Asi que porfavor deja que vaya contigo.
-Que? -Kagome se veía genuinamente sorprendida, pero no del todo disgustada por la idea. -Si quieres venir, no hay problema conmigo, pero estan Inuyasha y los demás. Tienes que preguntarles a ellos, y no le pareces agradar mucho a Inuyasha.
Kioshi pensó por un momento. Era verdad, el Hanyou lo habia odiado al apenas poner los ojos en él… y el sentimiento era mutuo, aunque Kioshi de hecho, comenzó a odiar a Inuyasha mucho antes de conocerlo. Desde ese momento, hace cinco años en el que encontró a Kagome Higurashi herida y llorando bajo la lluvia con un corazón roto. Desde entonces despreció a Inuyasha mas que a nadie en el mundo.
-Tengo una idea. -dijo de pronto el Youkai.
-Cual es?
-Finge ser mi prometida.
El silencio cayó sobre ellos y todo lo que Kioshi sentía era ella. El aroma tan dulce de su sacerdotisa se mezclaba con ese de la sal marina y la fresca briza, lo relajaba. Pero Kagome no le quitaba los ojos de encima y estaba sonrojada.
Le costó demasiado no hacer mostrar el calor que tambien corria por sus mejillas, no era digno para un Demonio como el ponerse así de nervioso, por algo tan ridículo como esto. Por un momento casi se arrepintió de haberlo sugerido.
-Que estas diciendo?
-De esa manera no podrán negarse.
Ella lo miraba sin poder creer sus palabras y él pretendía no estar muriendo de la vergüenza y la emoción al mismo tiempo. El solo esperaba que ella dijera que sí.
-...Esta bien.
Que?! había escuchado bien?
-Dije que sí lo haré, -repitió Kagome, de nuevo apartando su mirada de el, llevándola en cambio a la orilla lejana donde pronto llegarían.
Vaya… Si, era verdad que con los años de amistad viviendo en Getsu con ella, había desarrollado sentimientos hacia la sacerdotisa pero ahora, quizá al fin tendría su oportunidad de empezar algo con ella de verdad, aunque todo empezara con una pequeña mentira.
Fue en ese momento cuando decidió aceptarse a el mismo que si, en efecto, estaba enamorado. Había sido como quitarse un gran peso de encima…. pero había un problema; Inuyasha.
Kioshi no tenía la menor duda que el Hanyou también iba a pelear por el corazón de Kagome, y esa no era una pelea que él pensaba perder.
Esto no era lo que tenía planeado para nada. Había querido tomar a la chica y llevarla de regreso al templo pero eso tendría que esperar, después de todo sólo faltaban cinco días para la sacerdotisa Kaiya recuperara las memorias de Kagome Higurashi, y eso, Kioshi no lo iba a permitir.
Cuando al fin llegaron a tierra firme, a la aldea de los pescadores, lo primero que hizo Inuyasha fue buscar a su alrededor para encontrar a Kikyo y a Kagome.
La primera no fue tan difícil de encontrar, ya que al igual que Inuyasha y los demás, parecía haber recién llegado a tierra firme y se encontraba despidiéndose alegremente de las chicas que se habían ofrecido a llevarla. A Inuyasha le hacía feliz ver a Kikyo con tal sonrisa en el rostro, no era muy comun despues de todo.
Ahora Kagome. Al no verla de inmediato Inuyasha se preocupó bastante, pensando que quizá el Youkai Kioshi si se la habia llevado despues de todo, pero entonces antes de que comenzara a gritar su nombre, vio su inconfundible cabello azabache en medio de una multitud de personas y respiró con alivio para después caminar hacia ella.
-Vamos! -les dijo a los demás, haciendo gestos para que sus amigos lo siguieran.
-Inuyasha! -lo saludó Kagome con una sonrisa al darse la vuelta y notar la presencia del Hanyou y los demás. -Chicos! Están todos bien?
-Todos estamos bien, pero creo que teníamos un pequeño asunto pendiente. -dijo Sango refiriéndose a la repentina aparición del Youkai, mientras discretamente apuntaba hacia el.
-Ah, sí claro! -Kagome aclaró su garganta. -Amigos, este es Kioshi.
El Youkai parecía desinteresado en el grupo de humanos y el Hanyou, pero hizo lo que pudo para al menos no ser descortés y levantó su mano en saludo.
-Kioshi, estos son mis nuevos amigos, Inuyasha, Sango, El Monje Miroku, Shippo, Kikyo y Kirara.
Todos menos Inuyasha saludaron al Youkai con amabilidad y el les contestó con una pequeña sonrisa.
-Lamento haberme portado mal antes, -comenzó a decir Kioshi. -pero tienen que entender que estaba preocupado por el bienestar de Kaiya. No quiero que nada malo le pase nunca.
-Lo entendemos muy bien, -dijo Miroku. -pero creame que la señorita se encuentra en muy buenas manos con nosotros. No vamos a dejar que nada malo le pase.
-Así que puedes irte tranquilo de regreso a tu templo ese! -exclamó molesto Inuyasha -Ya oíste a Miroku, Kagome se encuentra perfectamente a salvo con nosotros. Adios!
El Hanyou tomó del brazo a Kagome, lista para llevarsela lejos de aquel Youkai lo más pronto posible.
-Espera! -le gritó Kagome saliéndose de su agarre. -No me han dejado terminar. Kioshi se ha ofrecido a venir con nosotros y ayudarnos a recolectar los fragmentos. -su voz de desvanecía cada vez más y terminó sonando como una pregunta.
Todos se quedaron en silencio de pronto temiendo la respuesta de Inuyasha. Veían incrédulos a Kagome y de regreso al Youkai, luego a Kagome de nuevo.
-Que estas diciendo? -le preguntó lentamente Inuyasha a Kagome, tratando de comprender lo que Kagome acababa de decir.
-Ya la oiste, Hanyou. De ahora en adelante iré con ustedes también. -le contestó Kioshi e Inuyasha se encontraba listo para causar un alboroto.
-Estas loco! De ninguna manera voy a dejar que eso suceda! Vamonos Kagome. -la trató de tomar por el brazo de nuevo.
-Pues más vale que te vayas haciendo la idea! -ahora fue el Youkai quien tomó a Kagome, tratando de alejarla de Inuyasha.
-Que no! Entiéndelo, más te vale que regreses por donde viniste! -denuevo atrajo a Kagome a el y esta vez no dudo en atrapar a la sacerdotisa en fuerte abrazo.
El gesto debió de haber molestado mucho al Youkai, quien respiraba profundo para calmarse y no dejaba de mirar venenosamente a Inuyasha, quien aun tenia a una angustiada y confundida Kagome entre sus brazos.
-Inu...yasha?
-Sabes que, Hanyou? Si fuera tu, no iria por ahi, poniendo mis sucias manos sobre las prometidas de los demás.
-Dijo Prometida?! - exclamaron con incredulidad Sango, Miroku y Shippo al mismo tiempo.
Inuyasha abrió los ojos como platos, se sintió mareado de pronto. Sinto como si el toque de Kagome lo quemara y no hizo más que apartarse de abruptamente de ella. No podía ser…. Kagome no podía estar comprometida con ese tipo! Tenía que haber escuchado mal! Esto tenía que ser un malentendido! Una mala broma!
-Kagome… de que esta hablando este tonto? Dime que no es verdad!
La sacerdotisa del futuro no dijo nada— ni siquiera se molestó en corregir a Inuyasha por su nombre y pedirle que la llamara Kaiya como comenzó a hacer desde que la encontraron, en lugar de eso solo aparto la mirada y dejó que el Youkai la tomara de la mano.
Inuyasha sintió como si su corazón, al igual que la Perla de Shikon, se rompía en miles de pedazos.
-Entonces si es verdad? -Inuyasha sonaba derrotado, pero se rehusaba a mostrar ese tipo de debilidad, en especial cuando Kagome ya se había decidido por alguien mas, asi que de inmediato retomó su actitud indiferente y grosera, para esconder como en verdad se estaba sintiendo. Demonios, era asi como Kagome se sentía siempre que el iba por Kikyo? Como si su alma se desmoronara y su pecho se estuviera quedando sin aire.
-Saben que? De ser así no creo que vaya a ser necesario que ninguno de ustedes dos nos acompañe, es más! En mi vida, nunca los quiero volver a ve—
-Callate, Inuyasha! -gritó Sango mientras ella, Miroku y Shippo se acercaron rápidamente a él para evitar que siguiera hablando. La Taijiya lo había tomado por una de sus orejas mientras Miroku le cubría la boca con su mano y Shippo lo golpeaba en la cabeza.
-Oigan! Pero qué les pasa!? - quejandose, Inuyasha trataba de soltarse del agarre de sus amigos, mientras estos y Kikyo comenzaban a arrastrarlo lejos para poder hablar sin que Kagome y Kioshi los escucharan.
-Nos disculpan un momento, por favor? -dijo Miroku fingiendo amabilidad.
-No le hagan caso a Inuyasha, solo necesitamos hablar. No se vayan a ir, esta bien?
Y así corrieron a un lugar en la playa donde su conversación no pudiera ser escuchada y forcejeando, llevaron a Inuyasha con ellos.
-Por qué hicieron eso?! -grito el Hanyou una vez sus amigos lo habían dejado ir.
-Porque, Inuyasha, amigo mío, estabas apunto de echar a perder todo.
-De que estas hablando, Miroku? Ya los escuchaste, están comprometidos!
-Que necio eres, Inuyasha! -dijo Sango. -Primero, piensa en nosotros, no queremos que Kagome se vaya, queremos saber lo que le pasó y hacer que vuelva a ser como antes y creo que tu también quieres lo mismo. Cómo lo vamos a hacer si tu mandas a Kagome de regreso al Templo de Gestu?
Inuyasha pareció calmarse, solo un poco.
-Segundo, -comenzó a decir Kikyo. -Ahora más que nunca necesitamos los poderes de Kagome en nuestro lado, Inuyasha y lo sabes.
Bien. Esas si eran cosas que considerar. No quería separarse de Kagome de nuevo y no quería que sus amigos se volvieran a molestar con el, también quería continuar con la búsqueda de los fragmentos y derrotar a Naraku lo más pronto posible. Pero aun asi, no creía poder ser capaz de ver a Kagome con alguien más. No sin poder alejar ese horrible sentimiento que lo comía por dentro cuando los veía juntos.
-Y tercero, eso del compromiso es mentira. -dijo Miroku, con los ojos cerrados y muy seguro de sus palabras.
-Pero que estas diciendo, Miroku? -Le preguntó el Kitsune y el monje asintió.
-Yo conozco muy bien a las mujeres…. demasiado bien créanme, y eso era una mentira.
-Ahora que lo menciona, excelencia, Kagome ya nos había mencionado a ese muchacho antes y en ningun momento menciono nada sobre ningun compromiso. Tampoco cuando nos encontrábamos en Getsu escuchamos nada al respecto.
-Que...qué quieren decir? -Inuyasha comenzaba a sentirse mejor, pero aun asi no podia evitar sentirse perplejo y enfadado por toda la situación.
-Yo tambien ya lo sospechaba, -dijo Kikyo. -no es común que una unión así sea aceptada. Si fuera verdad y si Kagome se ha vuelto una sacerdotisa prestigiosa en estos últimos cinco años, no lo anunciarían asi como asi.
-Entonces, por qué mienten? -Inuyasha se preguntó a si mismo en voz alta y sus amigos parecieron pensarlo por un momento también.
-Algo me dice, que esto no fue idea de la señorita Kagome.
Era verdad, a Kagome nunca se le ocurriría hacer algo como eso. Inuyasha sintió su ira subir de nuevo, iba a matar a ese Youkai!
-Pero no te confíes, Inuyasha - Sango se le acercó y lo tomó de una de sus orejas mientras señalaba a Kagome y Kioshi en la distancia.
La chica reía sobre algo que el Youkai había dicho, luego el se le acercó para poner sus manos delicadamente en los costados de los brazos de Kagome para después acercarse más y plantearle un pequeño beso en la frente.
Inuyasha sintió como si hubiera recibido el mismo viento cortante.
-Te lo digo porque aunque lo del compromiso sea mentira como dice si excelencia, no significa que esto vaya a ser una pelea fácil de ganar para ti.
Terminamos por hoy!
Vaya, la verdad me siento muy mal por haber abandonado esta historia por casi un año, no tengo excusa!
…. bueno, si tengo y se llaman clases y "The Deviant Hearts". Antes de que me diera cuenta, en el tiempo que debí de haber terminado este capítulo, me la pase escribiendo para mi otra historia la cual es un crossover de varios de los personajes de Rumiko y...fue por eso.
Espero que me perdonen u.u la verdad no quiero volver a dejar abandonada esta historia por tanto tiempo, pero creanme que esa no fue nunca mi intención.
Me la iba a pasar escribiendo en el verano pero tuve la oportunidad de comenzar mi educación universitaria de arte en ese tiempo así que no se pudo hacer mucho y ahora que comienza un nuevo año escolar pues no se cuando vuelva a subir capitulo, aunque tratare de que sea lo más pronto posible. Lo prometo!
Este capítulo aunque no sea de mis favoritos, tiene varias escenas que me gustaron escribir. Perdón si la calidad no es muy buena, se me hizo difícil este cap no se por que :(
Ehm, no se si este capítulo hizo que odiaran a Kioshi o que pareciera malo pero solo esperen por que el es un amor y aunque hay pistas aún no sabemos lo que le pasó a Kagome y no sabemos de quien fue la culpa.
No duden en compartir conmigo lo que piensan acerca de este personaje que tengo mucha curiosidad, aunque yo en lo personal lo amo!
Y bueno, gracias a todos los lectores de esta historia. Muchas más gracias a los que se toman la molestia de dejar review y me hacen el dia! A los que la siguen y les dan favorito también. Por Favor no duden en dejar sus comentarios o sugerencias o lo que sea :) yo soy feliz de oír de ustedes!
En la versión de wattpad de este capítulo (la cual subiré dentro de una cuantas horas porque me desvele hasta las 6AM para terminar esto!) he dejado un pequeño dibujo de Kioshi por si les interesa pasar a ver, tambien hay de Haruo y Arisu por si tienen curiosidad. (Está en el capítulo 7 creo)
Y pues, eso es todo! Los amo a todos mis lectores, les mando besos y abrazos. Cuidense y nos vemos!
