Ehm….Hola? Aun hay alguien aqui que lee esta historia?

Puees a todos los lectores primero me quiero disculpar por desaparecerme tanto tiempo! No era mi intencion dejar esta historia abandonada :( quien diria que desde la ultima vez que actualize comenzaria y hasta se acabaria una secuela de Inuyasha?!

Cambió mucho el fandom gracias a eso. Que les parecio a ustedes Yashahime? La verdad la historia se me hizo un poco meh y me molestó que InuKag no hayan criado a Moroha entre otras cosas, pero al final estoy feliz porque me gustaron mucho Towa, Setsuna y Moroha!

Bueno, ya se que no estan aqui para oirme parrotear, al fin despues de casi 4 años estoy de regreso, aunque quiza ya nadie lee o se acuerda de esta historia, pero yo nunca me olvide de ella y estoy decidida a terminarla.


La oscuridad se estaba acercando por encima de ellos; la puesta de sol terminaba lentamente dando paso a una noche sin luna.

La realización de una luna nueva los había golpeado todos a la vez, pero quien más se molestó fue, obviamente Inuyasha.

El Hanyou maldijo en voz alta ¿Cómo diablos no se había dado cuenta? Siempre había sido cauteloso y siempre se encontraba preparado para nuevas lunas, así que esto no tenía ningún sentido. Y ahora se encontraban parados en medio de una aldea destruida, recién atacada, con la sangre y la carroña aún frescas en el aire, con un fragmento sagrado alrededor y con un Inuyasha humano.

-¿Qué pasó aquí? - dijo Kagome, horrorizada por la cantidad de cadáveres y todas las chozas destruidas.

La silueta oscura de las montañas, por alguna razón, increíblemente cerca y alta al mismo tiempo, así como el alto dosel de árboles de los que acababan de salir, les hizo sentir la angustia de estar atrapados en la tragedia de las ruinas de la aldea.

-Quienquiera que haya hecho esto tiene un fragmento, -dijo Kikyo. -O muchos...

Con la desaparición del sol, el enrojecimiento del cielo se fue desvaneciendo lentamente, por lo que todos empezaron a sentirse cada vez más incómodos con el escenario que se desarrollaba a su alrededor. Nadie había anticipado que les llevaría un día de viaje llegar al destino del fragmento, y nadie se había dado cuenta de que esa noche no les traería luna, sino un Inuyasha humano.

-Inuyasha, -dijo la Taijiya. -Creo que es mejor si nos vamos por la noche y volvemos al amanecer antes de que ocurra algo más.
Inuyasha no dijo nada, él mismo todavía estaba considerando su mejor opción dada la situación inesperada. Pero era verdad, definitivamente no podían ir a buscar a quien tuviera el fragmento—al menos no esa noche.

-¿Y por qué es eso una buena idea? Es mejor acabar con esto rápido y de una vez. -dijo el Youkai quien acompañaba a Kagome.

-Joven Kioshi, no creo que entienda ... -Miroku había tenido la intención de comenzar a explicar la situación de su amigo, pero esto no fue necesario, ya que una vez el último rayo de sol desapareció del cielo, también las características hanyou de Inuyasha, al igual que sus poderes. El cabello negro reemplazó el color plata, y sus orejas de perro se esfumaron. El medio demonio se había vuelto completamente humano ante ellos, con un ceño fruncido de disgusto en su cara obstinada, mientras Kagome y Kioshi lo miraban con los ojos llenos de sorpresa y confucion.

-Es por esto. -Gruñó Inuyasha. A pesar de su leve cambio de apariencia y el enorme cambio en su aura, aún sonaba y actuaba de la misma manera, esto, la sacerdotisa Kaiya no pudo evitar notar. -Pedimos una maldita semana en esa estúpida isla y lo olvidé! Olvide que la luna nueva era hoy! -Gruñó Inuyasha con frustracion.

-Ah, ya veo. -dijo Kioshi una vez que la sorpresa había pasado. -Eres un Hanyou después de todo. -Su arrogancia se estaba mostrando, el Youkai, a pesar del peligro en el que estaban, se estaba divirtiendo bastante al ver a Inuyasha así.

-¡Oye! ¡No seas así! -regañó Kagome a Kioshi, pero sus ojos no pudieron dejar el Hanyou, ahora humano, como si tratara de descifrarlo, como si tratara de recordar. La intensidad en su mirada casi hizo que Inuyasha se sonrojara, pero esto nadie más pareció notarlo.

-No te preocupes por eso, Kaiya, no necesitamos que él encuentre el fragmento, tú y yo somos suficientes para hacer esto.

Y como si intentara probar su punto, Kioshi, conjuró una llama que parecía flotar, ardiendo brillantemente justo sobre su mano.

-Cualquier amenaza que exista, simplemente la quemaré hasta volverla cenizas.
Todos los demás del grupo parecían impresionados por los poderes de fuego de Kioshi, menos Inuyasha y Kagome, quienes ya habían presenciado la magia del Youkai antes.
-¡Wow! Eso no es nada como mi fuego mágico. -se asombró Shippo.
-Ohh, no sabía que podías hacer eso! -dijo Sango. -No me extraña que a Kirara le hayas agradado tanto.

-Eso es muy impresionante Joven Kioshi, y definitivamente será útil cuando tengamos que luchar. - dijo Miroku.
-De acuerdo, -soltó Kioshi, -así que vamos a buscar a la criatura que tiene el fragmento.
-¡¿Eres estúpido o qué?! -dijo Inuyasha. -¡No sabemos qué pudo haber causado este caos y este daño a estas personas! ¡No vamos a vagar por ahí, no haremos nada hasta el amanecer! ¡Apaga tu fuego ese!

-Apesar de todo estoy de acuerdo con Inuyasha! -dijo Sango
-Es la opción más sabia aquí. -asintió Miroku.

-Pero…- el demonio estaba a punto de protestar, mas se detuvo una vez que sintió una de las manos suaves de Kagome en su mano, y la otra en su mejilla, girando lentamente su rostro hacia ella.
-Esta bien. -dijo ella suavemente con una sonrisa. -Sé que tienes mucha prisa por volver al templo con Haruo y Arisu, pero tenemos que esperar. Ellos tienen razón, tenemos que permanecer ocultos al menos durante la noche. Sé que tu sabes que es nuestra mejor oportunidad.
Tomó un momento, pero el Youkai finalmente cedió.

-De acuerdo, -dijo suspirando y acercando a Kagome para un abrazo, que con mucho gusto ella le devolvió.
Al ver que su sacerdotisa estaba tan cerca de alguien más, y nada menos que en luna nueva, le dolía el corazón, le hacía sentirse pequeño y solitario. Inuyasha tuvo que desviar la mirada de ellos con dolor.

Antes de que algo más pudiera suceder, o que alguien más pudiera hablar, una pequeña voz desconocida se escuchó de las cercanías.

-shhh! -Todo el mundo se detuvo, sorprendidos por el repentino sonido.

-¿Qué fue eso? -susurró Sango.
-Shhhhh! -La misma voz se escuchó otra vez, más fuerte, desde algún lugar entre las cenizas y los escombros de todas las casas y la madera derribadas, suplicándoles que guardaran silencio.

-¿Quién está ahí? -preguntó Kioshi,
Una sombra se movió entre los escombros, y cuando el polvo se asentó, pudieron ver la pequeña figura de una niña, quien trataba de esconderse, pero pronto salió de su escondite.

-Por favor, váyanse o escóndanse. Esa cosa se puede despertar en cualquier momento, no podemos hacer mucho ruido. -en silencio y susurros dijo una advertencia. Un sentimiento de urgencia e impotencia llenó a Inuyasha mientras miraba a la pequeña, con el rostro sucio de cenizas y lágrimas darse la vuelta, pálida y silenciosa como un espectro y con una pequeña voz les pidió que la siguieran.

-Vámonos, -dijo Kagome quien intentó seguir a la niña primero, pero la mano de Kioshi la detuvo.
-Ey, espera un minuto, ¿y si es una trampa?
-¿Preferirías quedarte aquí toda la noche, expuesto a el monstruo sin corazón que hizo esto? Es solo una niña y deberíamos ayudarla! -siseó Kagome, quien se liberó del agarre de Kioshi y comenzó a caminar en medio de las cenizas y destrucción, siguiendo el camino de la niña. No mucho después, los demás la siguieron también.


Todos sabían que no debía meterse con Inuyasha en una noche de luna nueva, y los que no lo sabían, pronto lo iban a descubrir.
La noche sin luna siempre fue terrible para él. Lo peor de lo absoluto. Pero por alguna razón, Inuyasha estaba seguro de que esta noche iba a ser especialmente mala.

Habían seguido silenciosamente a la pequeña niña entre las ruinas por lo que se sintió un largo tiempo, un camino se formaba en la tierra y las cenizas y se abría paso entre hojas y arbustos hasta que de las sombras de la noche se formó una casa un poco grande—parecía pertenecer a un terrateniente adinerado.

La casa, a diferencia de el resto de la aldea, no había sido víctima de lo que sea que había atacado antes. La niña les ofreció a todos entrar, lo cual ellos hicieron, hesitando un poco y se sorprendieron al ver que el lugar se encontraba lleno de sobrevivientes.

-Estas son las personas de la aldea -susurró Kagome mientras observaba a su alrededor la cantidad de personas heridas echadas en los pisos de madera de la casa, iluminados tenuemente por la luz que ofrecían las llamas danzantes de algunas candelas.

-Por fin alguien nos va a explicar lo que pasó afuera? -preguntó impaciente Inuyasha, alzando la voz una vez entraron todos y cerraron las puertas tras ellos.

Su pregunta fue recibida con voces alrededor que lo silenciaban "shhhh".

-Quieres hablar más bajo? Nos va a escuchar.

-Lo vas a despertar, muchachito imprudente!

Los desconocidos regañaban a Inuyasha, haciendo más ruido que él.

-Que esta sucediendo aquí? -apareció de pronto un hombre alto, vistiendo elegantemente y con una voz monótona y autoritativa que hizo que todos se callaran de pronto.

El dueño de la casa, supuso Inuyasha.

-Asahi-sama! -uno de los aldeanos heridos exclamó. -¡La pequeña Hana desobedeció las órdenes y salió a la aldea! Cuando regresó, estas personas venían con ella.

El señor solo arqueo una ceja, y comenzó a ojear con interés al tan peculiar grupo de viajeros que se había presentado en su casa.

-No los había visto antes, ¿que los trae por aquí? Como verán no estamos en condición de recibir visitas y no puedo más que ofrecerles refugio por esta noche, al igual que he hecho con los sobrevivientes del ataque de la aldea.

-Es usted muy amable -sonrió Kagome.

-Pero la verdad, no creo que sea necesario. -dijo Kioshi, -Hemos venido a encargarnos del monstruo que destruyó su aldea, así que si nos pueden decir bien lo que sucedió, nos encargaremos de inmediato.

-¿Que aún no has entendido que no haremos nada hasta la mañana? -preguntó Inuyasha alzando la voz.

-Es verdad, Kioshi, ya habíamos hablado de esto. -dijo Kagome y luego se dirigió una vez más al dueño de la casa. -No nos gustaría importunar, pero estaremos más que agradecidos si nos deja quedar la noche y también si nos dicen que fue lo que pasó afuera.

Varias voces comenzaron a hablar en susurros a la vez, cada aldeano urgiendo en ser el primero en contar la historia pero el sentido de las palabras se perdía entre tantas voces hablando al mismo tiempo.

-Está bien, esperen. -dijo Sango, alzando la voz, lo cual solo hizo que todos hicieran 'shhh' en unísono.

-Uno a la vez, por favor, -les pidió Kagome con una amable sonrisa. Después de eso, fue el dueño de la casa, al que llamaban Asahi-sama, quien habló primero.

-Nunca habíamos visto nada como eso, -comenzó a hablar el hombre, en un tono sombrío. Todos se callaron para escuchar. -está aldea siempre fue pacífica, monstruos y demonios menores nos han atacado antes, claro, pero hemos podido con ellos. Pero esto…

Inuyasha, Kagome y todos los demás se sentaron en el piso de madera, interesados en escuchar el relato en la oscuridad, con solo las pequeñas llamas de las candelas iluminando el tenue salón.

-Era un día como otro, los aldeanos se encontraban en los campos de la aldea cuando notaron algo extraño ...la forma en la que lo describieron—montañas moviendose! Parecía ridículo cuando corrieron a advertir a todos, muchos se rieron, pero era enserio. Tras las montañas de la aldea se escondía un enorme dragón.

Kagome abrió los ojos en sorpresa, todos se miraron entre sí ante la revelación de que el culpable de la masacre y destrucción en la aldea había sido un dragón.

-Quemó y destruyó lo que pudo, -continuó Asahi-Sama. -No muchos pudieron escapar, pero los que lo hicieron tuvieron mucha suerte. Mi casa está un poco alejada, así que sobreviví, y todos los que también lo hicieron están bajo mi protección. Como pueden ver no somos muchos.

Kagome miró a su alrededor, observando con dolor a los sobrevivientes. No podían ser más de treinta personas, contó ella. Menos de treinta en una aldea grande y con numerosas casas…Todos con sus rostros llenos de lágrimas y cenizas, reflejando dolor y perdida.

Todo gracias a la perla de Shikon.

Siempre la maldita perla, Kagome pensó con ira, al sentir una vez más, la presencia del fragmento en las montañas.

Nada de esto era justo.

-Eres un idiota! -La voz de Inuyasha gritándole a Kioshi la sacó de sus pensamientos y la obligó a poner atención en la tonta pelea de machos demonios, la cual ya la tenía cansada.

-Kagome, -dijo inuyasha, esta vez dirigiéndose a ella. -Tu noviecito es un imbécil. El quería ir de noche a buscar el fragmento y vencer a la criatura con su fuego, pero fue un dragón, y sus poderes solo son inútiles!

Kioshi no dijo nada, solo miraba a Inuyasha con furor.

Bueno, Inuyasha tenía razón. Por primera vez, pensó ella, el hanyou estaba en lo correcto. Si hubieran seguido el plan de Kioshi de cazar al monstruo sin ningún plan, solo las flechas de Kagome y el fuego del demonio, ya estarían muertos.

-Inuyasha, no es momento de iniciar argumentos. -dijo Miroku. -mañana pelearemos y recuperaremos el fragmento, pero por ahora hay que descansar.

Luego, el monje se dirigió hacia el dueño de la mansión.

-Muchas gracias por dejarnos quedar.

-No hay problema, -le contestó él. -síganme, les mostraré donde pasarán la noche.


El terrateniente los había dividido en dos grupos. Las mujeres compartían un cuarto, y los hombres otro.

Al principio, Inuyasha y Kioshi se habían quejado, ambos demandando estar cerca de Kagome. Inuyasha para "protegerla y no perderla de vista" y Kioshi porque "ella era su prometida".

Al final la sacerdotisa se cansó de ambos demonios y con un suspiro cansado, se dio la vuelta para seguir a Sango y Kikyo hacia el cuarto de las chicas.

No tomó mucho tiempo para que todas durmieran, y solo había silencio a su alrededor. Ella también tendría que haber estado dormida, pero últimamente le costaba mucho conciliar el sueño. Específicamente desde que Inuyasha y los demás se aparecieron en su templo, llamándola "Kagome".

Eso no importaba ahora. Mientras que las noches anteriores no podía dormir pensando en el hanyou, esta noche era diferente.

Todos habían acordado esperar hasta que el sol saliera para enfrentarse al monstruo que había destruido la aldea, pero Kagome sospechaba que no tendrían tanto tiempo.

Su corazón se aceleró, cuando sintió las montañas afuera moverse. Una briza un tanto caliente le hizo pensar que el dragón estaba despertando y que venía pronto por los sobrevivientes de la aldea.

…eso ella no lo podía permitir.

Con cuidado y en silencio, se levantó del futón. Dio pasos en puntillas hacia sus pertenencias y tomó su arco y flechas y respiró profundo. Esto lo tenía que hacer pronto, aunque le tocara hacerlo sola…o eso creía.

-Kagome—digo, Kaiya! -susurró Sango tocando su hombro y haciéndola saltar del susto.

-Ah! Demonios! Sango, me asustaste.

-Lo siento, -le sonrió la exterminadora. -tu…tú también lo sentiste, no es así? No podemos esperar hasta la mañana.

Kagome negó con la cabeza.

-No, no se puede. No me detendrás, o si?

-por supuesto que no, amiga. -dijo Sango. -tu sabes que a donde quiera que vayas, yo voy contigo.

Kagome se sorprendió. Las palabras de Sango hicieron su corazón latir con alegría y calidez, aunque no pudo evitar sentirse confundida, después de todo apenas tenía poco tiempo de conocer a la Taijiya.

-Yo…. -Kagome no supo qué decir, pero sango no le presto importancia.

-Es mejor que Miroku se quede aquí, -la interrumpió Sango. -conociéndolo, el querrá usar su agujero negro y eso no lo podemos permitir. Si quieres voy por Inuyasha—

-No, -dijo Kagome. -Inuyasha es humano hasta el amanecer.

-Nosotras también lo somos.

-Pero estamos acostumbradas, y podemos pelear así. Es mejor que Inuyasha se quede atrás. Kioshi también.

-¿Despierto a Kikyo? -preguntó Sango.

-Es mejor que no. La vi un poco pálida en la tarde ... .además no creo que le agrademos mucho.

Sango sonrió. -Entonces solo somos tú, Kirara y yo.

Kagome le devolvió la sonrisa.

-Eso parece. Gracias por acompañarme y por no tratar de detenerme.

Sango tomó con cuidado su Hiraikotsu y a Kirara—quien se encontraba despierta y lo había escuchado todo— entre sus brazos. Luego acompañó a Kagome hacía la salida y le guiño el ojo.

-Para eso son las amigas.


-Ese maldito monstruo—no puedo creer toda esta destrucción, Sango.

Ambas chicas y Kirara habían llegado a los escombros de lo que una vez había sido una hermosa aldea. Para llegar al camino de las montañas donde aún dormía el dragón, tendrían que pasar a través de la aldea, rodeadas de ruinas, los restos de las casas, y todos esos cuerpos.

Kagome llevó su mano hecha puño hacia su corazón, dudando dar el siguiente paso.

-Sango, cuando acabemos con esto, prométeme que ayudaremos a los sobrevivientes a enterrar a su gente y a darles la despedida que se merecen.

-Por supuesto que sí, -dijo la exterminadora a su lado. -Nosotros ya estamos acostumbrados. No sería la primera vez. A donde van Naraku y los fragmentos, siempre sigue la muerte y la destrucción.

Kagome no dijo nada, solo respiro profundo para darse fuerza y dar el primer paso. Agradecía mucho tener a Sango a su lado.

-Sabes, -comenzó a hablar la exterminadora mientras caminaban. -El destino de esta aldea, es muy similar a lo que le pasó a la mía.

-Que?- preguntó la sacerdotisa parando en seco sus pasos. -te refieres a que…tu hogar—

-De mi hogar solo quedamos mi hermano y yo, y todo gracias a Naraku. Él también tiene a mi hermano y no lo he visto en muchos años…las cosas no han sido nada fáciles.

-Sango, como lo siento.

-No te preocupes,- dijo Sango con una sonrisa triste. -He estado cinco años en duelo, pero ya es tiempo de acabar con todo esto…

Las chicas caminaron en silencio por un rato, pero Kagome no podía resistir. Los cuerpos a su alrededor y el olor a ceniza la estaba haciendo temblar. Necesitaba hablar y distraerse, si es que quería acabar con el demonio por su cuenta.

-Sango…

-Qué sucede?

-Si Naraku pasó los últimos cinco años escondido, por que creen que decidió regresar hasta ahora? Es decir, crees que ha estado tramando algo?

Su pregunta extrañó a Sango, quien la miró de reojo y se tomó un momento para pensar.

-Bueno…A Naraku siempre le ha gustado jugar sucio. Le encanta manipular y jugar con los sentimientos de las personas para luego usarlos en su contra, también es muy cobarde. Pero quizá la razón por la que ha regresado tiene que ver con que te encontramos a ti.

-¿A mi?- se sorprendió la sacerdotisa. -Ay no…Sango, tú también piensas que yo soy la tal Kagome?

Sango no dijo nada, ella bajó la mirada sin saber qué contestar.

-Yo…Kaiya, lo único que sé es que aunque tú quieras o no, eres parte de esto. Todos lo somos. También se que eres mi amiga y eso nada lo podrá cambiar.

Kagome asintió, de pronto se sintió bastante deprimida. Sango solo buscaba su amistad porque pensaba que ella era alguien más…

Habían cruzado hace rato la aldea y ya no había masacre alguna a su alrededor para ignorar. Ahora su camino estaba compuesto por rocas entre la montaña, mientras cada vez se acercaban más al peligro.

-Sabes algo más? -dijo Sango de pronto mientras caminaban en el camino rocoso, sacando a la sacerdotisa de sus pensamientos. -También se que aunque no lo creas, Inuyasha te ama.

Kagome se quedó boquiabierta, sin saber qué responder. Pensó en protestar, pero luego, todo pasó en un abrir y cerrar de ojos.

Y de la nada, a lo lejos escuchó la voz de Inuyasha llamar su nombre—bueno, lo que el gritó fue "Kagome". Luego un estruendo sacudió la tierra bajo sus pies y el dragón rugió. Nunca antes había ella tomado sus flechas tan rápido.


"Tonta Kagome!" Pensaba Inuyasha mientras corría con todas sus fuerzas en el camino hacia las montañas atravesando la aldea.

Como se les había ocurrido a ella y a Sango escabullirse en medio de la noche para acabar con el dragón ellas solas? Eran tontas o que? ¿Acaso tenían ganas de morir?

Tenían suerte que él se había dado cuenta de que se habían ido, pensó él mientras corría. Había despertado mientras todos dormían, incluso el idiota de Kioshi. Tenía un presentimiento que algo estaba mal, y solo lo confirmó al ir a buscar a Kagome y darse cuenta que su futón y el de Sango se encontraban vacíos y Kirara no estaba, solo a Kikyo habían dejado atrás.

No le tomó mucho entender hacia adonde habían ido, y sin pensarlo dos veces y sin importarle que aún fuera humano, corrió tras ellas.

-Cálmate Inuyasha! -le gritó Shippo desde su hombro, agarrándose fuerte para no caer. -Recuerda que aún eres humano!

-Tu te callas, enano! Tendrías que haberte quedado atrás asegurando que Miroku y el idiota de Kioshi no nos siguieran!

Llamar a Miroku para que los ayudara estaba fuera de límites. A estas alturas el monje ya debería de haber sido consumido por su maldición, si usaba el poder del agujero negro una vez más, quién sabe qué pasaría…quiza este no sobreviviria. Inuyasha no quería ni pensarlo… habían tenido suerte hasta ahora pero las peleas por los fragmentos habían comenzado de nuevo, y Miroku podía ser muy testarudo.

Por otro lado, los poderes de fuego del noviecito de Kagome serían inútiles…pero si quería pelear y morir, a Inuyasha eso no le molestaría en lo absoluto.

-¡Me necesitas Inuyasha! -gritó Shippo una vez más. -Soy más poderoso que tú mientras seas humano así que agradece que decidí venir contigo, tonto!

Inuyasha rodó los ojos y siguió corriendo, cuesta arriba por las montañas.

Siendo aún hanyou, hubiera podido llegar en tres saltos, pero como humano, cada paso se le dificultaba más y más.

Como humano, era más difícil alejar las emociones que lo distraían tanto. Mientras corría, sentía como el miedo se apoderaba de él. Miedo, pero no cobardía. Aunque su corazón latía salvajemente contra su pecho y se sentía más ansioso de lo normal, el miedo no lo hacía temblar o querer huir. No, a lo que le temia mas que a nada era no llegar a tiempo, y no poder ayudar a Kagome…no soportaria de perderla una vez más.

"Kagome, espérame. Kagome no mueras."

Inuyasha solo podía esperar que los primeros rayos de sol comenzaran a salir pronto. Al ver al cielo podía sospechar que no faltaba mucho para el amanecer, aunque cada segundo como humano se le hacia eterno.

"Por favor que no falte mucho" pensó el.

Dio un salto alto, pero de pronto, sintió sus esperanzas caer por los suelos, y un sentimiento de terror en su pecho.

Y sus presentimientos estaba en lo correcto, por que en ese momento, la bestia de fuego despertó con un estruendo, e Inuyasha no pudo hacer más que gritar el nombre de Kagome.


-Kaiya- gritó Sango, tomado a la sacerdotisa del brazo y jalándola hacia una pequeña caverna para protegerla de las rocas que habían empezado a caer con el estruendo.

-Sango, -dijo Kagome jadeando, -esa cosa está despertando, tenemos que tomar el fragmento ya!

-Inuyasha está allá afuera yo lo vi! Antes de que salga el sol él también corre un gran peligro! -susurró Sango.

Kagome aún recuperando el aliento sacudió su cabeza con frustración.

-Como se le ocurre a ese tonto venir en estas condiciones?

-Seguro lo hizo por ti -le contestó Sango.

Kagome decidió ignorar ese comentario, asomándose fuera de su pequeño y frágil refugio para ver mejor su alrededor.

-Ten cuidado. ¿Ves donde está el fragmento? -preguntó la exterminadora.

En la oscuridad se le hacía difícil a Kagome ver. El cuerpo escamoso del dragón se mezclaba con lo rocoso de las montañas, solo cuando la criatura se movía podía distinguir un poco la diferencia.

Una luz púrpura que resplandecía sobre un pico alto llamó su atención.

Ahí estaba el fragmento!

-Lo veo, - le dijo a Sango, regresando al escondite y reposando su espalda contra una roca. -Esta muy alto, pero con mis flechas quizá yo—

-Pero vaya! Miren quienes decidieron que podían contra un dragón ellas solas! -interrumpió Inuyasha—quien traía a Shippo junto a él—apareciéndose frente a ellas de la nada con un salto.

-Cual es su problema? -reclamó una vez más el hanyou. -¿Acaso quieres morir Kagome? Ya se que eres una tonta impulsiva así que de ti no me sorprende, ¿pero Sango? Crei que tu eras más lista! Crei que tu si me ayudarías a proteger a Kagome!

-Baja la voz! -le dijo Kagome en una mezcla de susurro-grito. -Quieres que esa cosa despierte antes de que tengamos un plan?

-El único plan es que nos quedaremos aquí hasta que amanezca y yo me pueda encargar de esa cosa con colmillo de acero, ¿entendido?

-Tu no nos dices qué hacer! -protestó Sango. -a ti nadie te llamó!

Inuyasha rodó los ojos y se preparó mentalmente para discutir con la exterminadora pero antes de poder decir el primer insulto, Shippo lo interrumpió.

-Por favor amigos! Peleando no solucionarán nada! Inuyasha tiene razón, es mejor esperar!

-Con mis flechas es suficiente. -dijo Kagome, retando a Inuyasha, ignorando las palabras de Shippo. -si solo ibas a venir a gritar, te hubieras quedado atrás!

-La energía sagrada de tus flechas lo puede lastimar, pero las escamas de un dragón son resistentes—me sorprende que no sepas eso, oh gran sacerdotisa Kaiya!

Kagome se sonrojo con enojo y estaba a punto de gritarle a Inuyasha pero Sango la detuvo.

-Ustedes dos pueden pelear después, pero por ahora silencio!

El dragón se estremecio una vez más y todo a su alrededor tembló; mas rocas cayeron sobre ellos e Inuyasha se apresuró a proteger a Kagome con su cuerpo. Sango, Kirara y Shippo corrieron a buscar un lugar seguro en medio de los escombros. En un momento de desesperación, Sango tomó su Hiraikotsu con la intención de atacar, pero la voz de Inuyasha a lo lejos la detuvo.

-No se te ocurra! Te matará!.

Pero Sango no hizo caso. Con una señal, Kirara se transformo y Sango corrió lista para atacar junto a su companera, pero Kagome se le adelantó.

Sango, Inuyasha y Shippo gritaron el nombre de la saserdotisa, pero a ella no le importó. Una vez montada en Kirara, Kagome tomó una flecha y apuntando hacia el fragmento en las escamas del dragón, tensó su arco y disparó.

Ella mantuvo la respiración por un segundo, esperando con incertidumbre saber si su ataque había dado resultado . Bastó un retumbo más de la bestia para darse cuenta de que no, justo como había dicho Inuyasha, sus flechas no habían sido suficiente para penetrar las escamas del dragón.

"Ahora que?" Pensó Kagome angustiada mientras se sostenía fuerte de Kirara, quien esquivaba velozmente las rocas que comenzaron a caer con los ataques.

A lo lejos, Sango protegía a los demás con su Hiraikotsu, un ligero pánico se apoderó de Kagome por un momento.

Su alrededor estaba borroso, le costaba respirar.

"Ahora que?"

Una vez más, se hizo la misma pregunta una y otra y otra vez.

Kirara se movía por los cielos con brusquedad para no ser aplastada y Kagome gritó al tratar de no caer.

Por un momento se sintió perdida, ¿que tal si los habían derrotado por culpa suya? Por no haber sido más fuerte, por no haber esperado a que tuvieran un plan.

Por no haber sido suficiente.

Le costaba respirar, y trató de buscar a sus amigos con la mirada pero debajo de ella solo se veían rocas y polvo y oscuridad.

Luego el monstruo atacaría de nuevo, Kagome lo vio prepararse una vez más y pensó que esta vez sería la definitiva y no había más que hacer.

Con esperanzas rotas, tomó otra flecha de todas formas, porque si iba a morir, no iba a hacerlo sin haber dado un último intento.

Fue entonces cuando ocurrió.

No se había dado cuenta cuando los primeros rayos de sol habían comenzado a salir tras las montañas.

Comenzaba a amanecer.

Luego de los escombros escuchó una voz llamar el nombre de Kagome, y como si todo sucediera en cámara lenta a su alrededor, apareció la figura de Inuyasha.

Listo para atacar con colmillo de acero, el hanyou desató el poder del Bakuryuha.

Justo en ese momento, Kagome disparó su flecha, uniéndola con el ataque de Inuyasha y desatando sus poderes combinados contra el dragón.

Y eso fue todo. Con un destello púrpura en la montaña, reclamaron otra victoria y un fragmento más.


Al regresar a la aldea, Miroku y Kioshi los habían recibido muy preocupados, justo con los aldeanos sobrevivientes.

-Kaiya! -se apresuró Kioshi a abrazar a Kagome y luego a regañarla. -¿Estás bien? Qué sucedió? Eres una tonta por ir sin mi!

Entre tantas preguntas Kagome no pudo contestar, aún estaba en shock por todo lo sucedido. Kioshi tenía razón, pudieron haber muerto todos.

-Yo—es que… -balbuceó Kagome, tratando de hablar coherentemente. Luego como de costumbre, Inuyasha se acercó para separarlos y comenzar otra discusión sin sentido con Kioshi.

A ella no le importaba escuchar otra discusión entre el Youkai y el Hanyou. Estaba cansada.

Los aldeanos alrededor le daban las gracias, Miroku se encontraba abrazando a Sango y Shippo y Kirara estaban siendo halagados por los aldeanos igual que ella.

De pronto se sintió abrumada. Como si la pelea no hubiese terminado. No entendía lo que las personas a su alrededor decían, los rostros se volvían borrosos.

Ella trató de respirar profundamente y calmarse, pero todo empeoró. De un momento al otro todo se volvió oscuridad, y sintió cómo su cuerpo caía al suelo.


Había pasado ya un día entero desde su última batalla.

Desde que Inuyasha y Kagome habían vuelto a unir sus poderes por primera vez en cinco años.

Habían tantas cosas que Inuyasha quería decirle a Kagome, pero después de ese acontecimiento Kagome había estado extraña, y al llegar a la aldea se había desmayado.

Preocupado, Inuyasha había corrido hacia ella, y el idiota de Kioshi también lo había hecho.

Las personas de la aldea quienes se encontraban muy agradecidos con el grupo de Inuyasha y los demás, les habían ofrecido quedarse mientras recuperaban fuerzas para continuar con su viaje. Si no hubiera sido por Kagome, Inuyasha se hubiera negado, pero se encontraba muy preocupado por el bienestar de la sacerdotisa.

Los amables aldeanos les habían ofrecido comida, y habían curado las heridas de Kagome, Sango, Shippo y Kirara.

Kagome se encontraba descansando, por lo que Inuyasha no había podido hablar con ella, lo cual lo tenía de un muy mal humor.

Habían decidido quedarse dos noches en la aldea, y si perder el tiempo molestaba Inuyasha, Kioshi estaba completamente furioso.

Inuyasha ya tenía sospechas sobre Youkai, las tuvo desde el primer momento en que lo conoció, pero el tipo insistía con desesperación en llevar a Kagome de regreso al templo de Getsu lo antes posible.

No solo Inuyasha había notado esto, si no también Kagome, al parecer, ya que Inuyasha los escuchó discutir fuertemente al respecto. Al final Kagome, quien aún se encontraba un poco débil, había ignorado a Kioshi y prefirió pasar su tiempo de reposo con Sango y Shippo.

Para distraerse y como agradecimiento hacia la aldea, Inuyasha y Miroku se encontraban ayudando a los habitantes a limpiar todo el desastre hecho por el dragón y reconstruir el lugar.

Kioshi también ayudaba, pero él lo hacía por su propia cuenta, lo cual no molestó a Inuyasha para nada. Entre más lejos de ellos se mantuviera ese Youkai mejor. Kagome aún estaba molesta con él, Inuyasha lo podía notar por la forma enfadada en la que el Youkai actuaba.

Bien. Pensó Inuyasha, mandando una mirada fulminante en dirección a Kioshi. "Pronto Kagome se dará cuenta de la clase de persona que eres…escondes algo." Inuyasha no pensaba quitarle los ojos de encima al Youkai, menos ahora que parecía cada vez más desesperado por llevarse a Kagome lejos de él.

Aún con muchas cosas que pensar, Inuyasha se recogió el cabello, se quitó su Hitoe de rata de fuego y se lo dio a Sango para que se lo entregara a Kagome, luego comenzó a trabajar.

Junto con Miroku se pusieron a ayudar a cargar los materiales, a reconstruir casas y levantar estructuras. Los dos amigos también ayudaban a limpiar los escombros y destrucción, todo mientras Inuyasha le contaba a Miroku sus sospechas, sin saber que el monje tenía otras preocupaciones en la cabeza.

-Creo que es muy extraño. -le dijo Inuyasha a Miroku mientras cargaban madera para reconstruir una de las muchas casas que habían sido dañadas en el ataque.

-¿Qué es extraño, Inuyasha? -le preguntó Miroku, quien se encontraba un poco más callado de lo normal. Su mirada estaba perdida, e Inuyasha sospechaba que quizá no lo había estado escuchando del todo.

-Kagome desmayándose de la nada. Quise ayudar pero el idiota de Kioshi no me dejó—

-Vas de nuevo con tus celos, Inuyasha—

-No, no! Escúchame, Miroku!- reclamó el Hanyou. -¿Recuerdas alguna vez en el pasado en la que Kagome se haya desmayado por usar sus poderes espirituales? ¿Por lanzar una sola flecha?

Miroku dudó un poco, pero puso la madera en el suelo, y aunque al principio no había hecho mucho caso a las palabras de Inuyasha, ahora lo habían puesto a pensar.

-Pues…la verdad es que fue hace mucho tiempo. -dijo Miroku con un suspiro. -No recuerdo perfectamente todos los pequeños detalles de cuando viajábamos juntos hace cinco años, pero ahora que lo mencionas, creo que no.

-Eso es lo que pienso!- exclamó Inuyasha. - sabes quién fue el que dijo que Kagome había perdido el conocimiento por usar sus poderes espirituales? Fue el estupido de Kioshi! Ese idiota sabe algo, y nos lo está ocultando porque eso no solía pasarle a Kagome!

Miroku se detuvo a pensar por un momento. Inuyasha estaba bastante molesto con toda esta situación, eso era evidente para todos, lo que más le preocupaba al Hanyo siempre era proteger a Kagome.

-Pues, ahora que lo dices, quizá tengas razón. -dijo el monje. Inuyasha iba a decir algo más, pero este siguió hablando. -Pero también creo que los poderes espirituales de la señorita Kagome han crecido mucho desde la última vez que la vimos. El joven Kioshi ha estado a su lado todo este tiempo, quizá él sabe más sobre los poderes espirituales de—

-¡No es cierto! - alzó la voz Inuyasha. -eso no es verdad.

Miroku no dijo nada. Cruzó los brazos y miró fijamente a Inuyasha.

El hanyou se molestó, pero podía sentir que su amigo también estaba enfadado, solo que Inuyasha no estaba seguro de la razón.

-Escucha, Inuyasha. -dijo por fin Miroku en un tono serio. -se que no tiene nada que ver con lo que estábamos hablando, cambiare un poco el tema, pero esto no se lo puedo pedir a Sango, así que te lo pido a ti: la próxima vez que estén en peligro no me dejen atrás.

Las palabras de Miroku sorprendieron un tanto a Inuyasha, quien no supo que decir. ¿Era eso lo que tenía tan callado y pensativo a su amigo?

-Yo aún puedo luchar,- continuó el monje. -Y si temes por la seguridad de la señorita Kagome yo ayudaré, pero no hagan de nuevo lo que hicieron hoy. Si tengo que usar el agujero negro otra vez, lo haré aunque ustedes no me lo pidan.

-Eres un tonto Miroku! -dijo Inuyasha enojado levantando la voz. -Escuchas las estupideces que estás diciendo ahora?

-No me importa lo que tú pienses, pero ¿quieres proteger a la señorita Kagome? Yo también, y quiero proteger Sango, a Shippo y a todos! Fue peligroso lo que hicieron, pero no debieron de haberme dejado atrás.

Inuyasha negó con la cabeza, aún no podía creer las palabras de Miroku. Eran amigos, simplemente trataban de protegerlo, ¿acaso era eso tan malo?

-Si algo te pasa, sabes que Sango no te lo perdonaría, ni a mi! Además no estábamos hablando de eso!

-No, no estábamos hablando de eso, pero era algo que quería decir desde que desperté y vi que se habían ido a pelear sin mi….cuando los vi regresar a la aldea heridos.

Inuyasha iba a protestar, pero Miroku se veía decidido, y sin querer discutir más se dio la vuelta y continuó ayudando a los aldeanos.


Inuyasha se apartó de todos el resto del día. Demasiadas cosas estaban pasando al mismo tiempo, y no sabía cómo lidiar con todo lo que se le venia encima.

Los problemas con Sango se habían arreglado, pero ahora Miroku estaba enfadado. En el pasado, Kagome le hubiera aconsejado a Inuyasha para arreglar aquella amistad, pero ahora no podía ser eso. Inuyasha no podía evitar notar como su grupo que alguna vez había sido tan unido, amenazaba en desmoronarse poco a poco desde que Kagome había desaparecido hace tanto tiempo.

Kagome quien era el centro de todo y el corazón del equipo…de verdad que se encontraba perdido sin ella.

La sacerdotisa había despertado hace poco y se encontraba ayudando a los aldeanos en lo que pudiera, pero Inuyasha decidió mantenerse alejado. No sabía cómo hablarle a Kaiya, solo a Kagome, y cada conversación ahora parecía terminar en pleito. Inuyasha comenzaba a perder la esperanza poco a poco.

-Inuyasha! -se escuchó de pronto una voz chilliona que corría hacia el Hanyou con bastante urgencia.

El se dio la vuelta para recibir a Shippo quien corría a toda velocidad hacia el. -Inuyasha! Inuyasha! Inuayshaaaa!

-Que es lo que quieres enano? Por qué tanto escándalo, ah?! -se quejó Inuyasha.

-Hay una emergencia, Inuyasha!

Como si no hubiera ya suficientes problemas, ahora resultaba que habia una emergencia….

no tenia los animos para lidiar con eso, mas sinembargo, Shippo seguia haciendo escandalo e Inuyasha no entendia ni una palabra de lo que el Kitsune decia.

-A ver, calmate, Shippo. Dime con tranquilidad que es lo que esta pasando? -le preguntó el Hanyou tratando de no perder la paciencia.

-Inuyasha! -dijo con desesperacion el Kitsune. -Es Sesshomaru….y ha venido por Kagome.


Hola! Prometo esta vez no hacerlos esperar tanto tiempo por el siguiente capítulo! La verdad este iba a ser mas largo pero decidi partirlo a la mitad entonces el que sigue ya esta casi terminado. Espero les haya gustado, estoy emocionada por lo que sigue y espero me perdonen por perderme mucho tiempo, no volvera a pasar. Puede que hayan varios errores en este capitulo pero volvere a editar los errores pronto.