La historia de Candy Candy no me pertenece es de la escritora Kyōko Misuki, yo solo se la tomo prestada sin fines de lucro para divertirnos un poco con los personajes.

El siguiente contenido puede tener escenas que dañen la sensibilidad de las personas, si no les gusta este tipo de historias absténganse de leerla.

En el siguiente va. Los comentarios y espero no se enojen porque este quedó corto.

El domingo entre las seis y seis y media de la tarde Stear y Archie llegaron de Chicago. Venían contentos y tranquilos, en su estancia se había decidido que todos irían al real colegio San Pablo en enero, al menos los tres primos pues la señora Legan insistía en que sus hijos se educaran en América. Anthony se había disculpado diciendo que se sentía un poco enfermo y debido al miedo que tenía la tía abuela de que le pasara algo como a Rosemary su madre, lo dejo estar en su habitación descansando y se le llevaron todos sus alimentos. La verdadera razón era que no quería ver a Elisa, no sabía cómo iba a reaccionar y quería sacársela de la cabeza. Cuando llegaron los hermanos Cornwell, los hermanos Legan se retiraban, Neal se veía demasiado feliz y ni siquiera intento insultar a sus primos o molestarlos, es más se veía ansioso por volver a su casa. Elisa iba tranquila, no le había importado no ver a Anthony en todo el día y ambos hermanos se fueron.

Al llegar a la mansión Neal corrió a las habitaciones de las empleadas, como su madre seguía indispuesta con descaro llevó corriendo a Dorothy por toda la casa hasta su recámara y de la emoción olvidó poner el pestillo, no tardo en seducir a la chica y siguió con lo que quería tener sexo con la joven todo el tiempo.

Elisa al ver a su hermano subió corriendo pero esta ves no entro, ella sabía lo que su hermano hacía y no quería volver a ver esas escenas, que le causan molestia y asco al tratarse de las sirvientas. Estuvo tocando la puerta largo rato y gritaba su nombre al grado de que Sarah sin desearlo se levantó y fue a ver lo que pasaba.

-¿Por qué tanto escándalo Elisa?

-Mamita, Neal no se comporta como un caballero y está ahí encerrado con esa chica.

-¿Cuál chica?- Sarah abrió la puerta y descubrió cómo Neal y Dorothy se vestían después de tener relaciones-¿Neal me quieres explicar qué pasa aquí? ¿Acaso tu también te pretendes que las sirvientas sean tus rameras?

Dorothy se tapó la boca y abrió mucho los ojos de susto, la señora Legan se acercó y la abofeteó dos veces.

-No mamá, ella no tiene la culpa. Yo la quiero.- Neal estaba muy asustado.

-No quiero que te acerques a las sirvientes me entiendes, Dorothy vete a tu cuarto y te quedarás ahí hasta nuevo aviso, te aviso que te vas a México, pues no pretendo soportar eso en mi casa.- Sarah estaba fuera de si.

La vida se había vuelto un caos en la mansión Legan, en la mañana que volvió Candy, nadie la recibió y nadie recordó ningún incidente de los que habían sucedido. La única que vio con enojo el regreso de la rubia fue Elisa, que entró al cuarto de su hermano sin pedir permiso y sin importarle qué estuviera en confinamiento.

-Tenemos que hacer algo para que esa maldita se vaya, Anthony ya estaba volviendo a interesarse en mí y si ve a esa huérfana todo se irá al traste de nuevo.- dijo Elisa.

-¿Has visto a Dorothy, Elisa?- Pregunto Neal triste.

-Ya olvida a esa poca cosa, no oíste a mamá ella jamás podrá ser nada tuyo, es la sirvienta y ahora sabemos que ningún heredero Andrey puede casarse o si quiera fijarse en ese tipo de gente.- dijo Elisa alegre.

-No me importa lo que diga la familia- grito Neal haciendo una rabieta.

-Neal por Dios deja de ser una bebe, no que eres un hombre, pues compórtate como uno y ayúdame a idear un plan para deshacernos de Candy.- Elisa pensaba.

-No quiero ayudarte, lo único que quiero es que a Dorothy no la envíen a México.- dijo El moreno desesperado.

-Eso es Neal, ya lo tienes y si hacemos que Candy sea enviada a México en vez de Dorothy, tú tendrás a tu sirvienta y yo tendré a Anthony libre de sentimentalismos por La huérfana.- Elisa estaba extasiada, como hacía días no lo estaba.

-Pero como vamos a conseguir eso, ¿acaso crees que por lo de la cinta de Annie la van a echar? Si mal no recuerdo, el tema de las rosas y la cinta no se aclaró. ¿O si?- Pregunto el moreno.

-Si pero No seas idiota, necesitamos hacer algo más grave,¿ y si le escondemos entre sus cosas Algunos vestidos?- La pelirroja dudaba un poco.

-No, más grave sería que escondiéramos las joyas de mamá y tus aretes o las mancuernillas de papá.- dijo Neal pensativo- mañana se va papá temprano y por la tarde mamá dará la cena de agradecimiento a la tía abuela por tenernos en su casa el fin de semana.

-Es la mejor idea que se te ha ocurrido, cuando Candy esté ayudando en la cocina, guardaremos las cosas en sus maletas y en sus muebles, y la delataremos justo cuando entre la tía abuela para que sea echada sin regreso a nuestras vidas.- Elisa estaba feliz.

La mañana siguiente comenzó normal, aunque Neal tuvo que esperar un poco pues Dorothy le avisaba que se iba a su amiga y tardaron largo rato en salir del establo. Cuando ambas muchachas salieron Neal entró rápido, sin ser visto y en el cajón de un pequeño escritorio metió la sortija de compromiso de su madre y un brazalete que le había regalado la tía abuela por su cumpleaños. Elisa también bajó corriendo y le puso en su maleta un par de vestidos nuevos y de los más costosos, ahí mismo vio la cinta de Annie y la dejó en su lugar. Los dos hermanos salieron corriendo a su casa sin ser vistos por nadie. Fingieron bajar a desayunar como de costumbre y lo único extraño fue que Elisa no le dirigió la palabra a la rubia ni para molestarla.

Casi era la hora de la cena en la mansión Legan, Stear y Archie no irían por qué acababan de regresar de Chicago y estaban muy cansados de tantas tertulias y eventos a los que fueron invitados. Los muchachos entraron a la biblioteca a descansar después de la merienda. Ahí sentado viendo a la ventana estaba Anthony.

-¿Tu no irás con la tía abuela?- Pregunto Archie, que sacaba de el librero el tablero de ajedrez.

-No- dijo el rubio sin voltear a verlos.

-Anthony te noto raro, ¿quieres hablar?- Pregunto Stear ahora.

-No- volvió a decir Tony

-¿Te apetece jugar?- el castaño estaba muy desconcertado.

-No

El moreno se levantó y sirvió tres copas, como ya era su rutina cuando se querían contar confidencias.

-Toma Anthony tal vez un poco de brandy te ayude a sentirte mejor, la verdad no te hemos visto desde que regresamos, ¿te sucedió algo mientras estuvimos fuera? O ¿algo le paso a Candy?

-Candy- dijo Anthony y por fin reaccionó.- debió haber llegado hoy y ni siquiera me acordé.

- ¿Stear a la mejor a Anthony le pasó algo desagradable con Elisa? Recuerda que estuvo aquí.- dijo Archie tratando de ver si El ojiazul reaccionaba.

-No iré a ver a Candy por ahora, no quiero ver a Elisa porque no somos novios y ella no me gusta.- Anthony se levantó y se fue.

-Nadie pregunto si le gustaba Elisa,¿ que crees que le pase hermano?- Archie estaba sorprendido y miraba la puerta por donde se fue Anthony.

-Algo muy malo debió pasarle para no querer hablar del tema. Dejemos que el solo se anime a contarnos todo- dijo Stear y se pusieron a jugar.

Anthony camino a su recámara y tomó su capa, se fue al jardín sin que lo vieran pasar, pues se suponía estaba enfermo, en el jardín medito y se dio cuenta que si él quería que Candy fuera su novia cuando hubieran crecido, necesitaba hacerla una dama de sociedad. Recordó un día antes de irse como Candy lanzaba el caballo que se le había escapado por maldad de Elis Cambiarla para que su familia la pudiera aceptar y no lo obligarán a desposar a Elisa que sabía lo único que sentía por ella era un deseo muy grande y no estaba bien pensar de esa forma en una señorita.

-Si lo voy a hacer, escribiré una carta al tío abuelo para que adopte a Candy legalmente y pueda estar cerca de nosotros, antes de que pueda surgir algún problema, o el mismo causará los problemas.- Anthony se lo había ido a prometer a las rosas ya que no tenía ganas de encontrarse a Elisa y mucho menos ilusionar a la pecosa.

Eran las seis de la tarde Neal y Elisa salieron muy elegantes de sus cuartos y se vieron en el pasillo.

-¿Irá a venir Anthony?-Pregunto la pelirroja

-Lo dudo- contesto su hermano

-Mientras Candy no estuvo mostró mucho interés en mi, hasta salimos a cabalgar, espero que él plan funcione para volver a disfrutar de su compañía.- dijo Elisa

-Con esto se tendrá que ir, no puede ser feliz si le destrozamos los nervios.- dijo Neal.

-Quiero echarla de mi casa- sentenció Elisa.

Sarah corría por toda la casa, dando órdenes ese día se sentía fatal pero tenía que estar todo perfecto para la tía abuela y encima no encontraba sus joyas.

El mayor domo comunicó la llegada de la tía abuela y Neal se escabulló de la casa sin que se diera cuenta nadie. Sarah era un manojo de nervios pero saludó a la tía como debía ser.

-Que elegante te quedó todo querida Sarah, pero me sorprende que no hayas hecho un mejor arreglo con tu persona, ¿Dónde está el broche y el brazalete que te regale?- dijo la matriarca del clan.

-Estoy preocupada tía, no los encuentro donde los había guardo.- dijo Sarah compungida

-A mi también me falta mi brazalete, tía- completo Elisa.

-Mamá, mamá, los encontré.- regreso gritando y corriendo Neal.

-Daniel, sabes perfectamente que esos no son modales dignos para mostrar ante la tía abuela.

- Pero mamá mira encontré las joyas.- dijo Neal actuando.

-¿Pero donde los has encontrado? Yo misma revise mi alhajero y no vi nada.

-Es que no estaban en sus lugares, los encontré en el escritorio del establo de Candy.-Explicó Neal

-¿Cómo dices? vamos hay que averiguar qué pasa aquí.- Sarah estaba muy molesta, este acontecimiento era la cereza del pastel de una semana terrible que había vivido.

-Ya voy contigo- dijo la tía abuela

Ambas mujeres salieron, Neal y Elisa iban detrás de ellas, al llegar al establo comenzaron a revisar todo y Candy que solo fue informada de pasada intento decir que no lo hicieran porque eran sus cosas privadas, los dos hermanos vaciaron cajones y desatendieron la cama, en la maleta de Candy aparecieron dos vestidos y en los cajones más joyas. La pequeña rubia se defendía porque ella no sabía nada, ni entendía nada. Sarah le pregunto muchas veces de donde saco todo eso y la sentenció a qué era obvio que había robado todo. La cinta de Annie volvió a causar polémica y la pecosa seguía sin poder decir porque la tenía.

-Ella me la regalo- decía Candy

-Mientes- dijo Elisa

-¿Por qué te la regalaría si tu casi la haces caer del caballo?- Pregunto Sarah

-Es mentira, Annie no le regalaría algo tan bonito- dijo Elisa intrigosa

-No se nada, no se nada- dijo Candy desesperada.

-Candy esto es intolerable, no te soporto más. Te irás a México en lugar de Dorothy- Sarah estaba decidida.

-No sería mejor llevarla a la comisaría- intervino la señora Elroy.

-No creo que sea lo adecuado Tía abuela, la gente no debe saber que teníamos a una ladrona de empleada o quedaría muy mal el nombre de la familia Legan y por ende el de la familia Andrey.- explicó Sarah, aunque en realidad no la mandaba a la comisaría pues sabía que si su marido se enteraba le iría muy mal a ella y sus hijos. Sin embargo mandarla a México era lo mejor pues en el camino podría hasta desaparecer para siempre de su vida a la posible bastarse de su marido.

-Tienes razón, no debe hacerse un escándalo de esto. Que tragedia sería- la tía abuela estaba escandalizada.

-No pueden enviarle a México, su marido no lo permitiría- gritó Candy

-Debes llamarlo señor Legan porque solo eres una empleada.-Sarah no dejaba de acusar a Candy.

-El señor Legan no lo va a permití- La rubia estaba aguantando las ganas de llorar.

-Se lo dire por carta, mi familia no debe convivir con la clase de gente que eres tú.- Sarah por un momento quiso darle una cachetada a Candy.

-En cuanto mi padre sepa que eres una ladrona, no te querrá cerca de nosotros- Neal la veía con superioridad. Elisa atrás de él sonreía con descaro y entonces Candy se dio cuenta, todo había sido una trampa de ellos dos.