La historia de Candy Candy no me pertenece es de la escritora Kyōko Misuki, yo solo se la tomo prestada sin fines de lucro para divertirnos un poco con los personajes.
El siguiente contenido puede tener escenas que dañen la sensibilidad de las personas, si no les gusta este tipo de historias absténganse de leerla.
Hola a todas perdón la demora, pero tengo mucho trabajo y en home office no da tiempo, ademas reescribe este capitulo varias veces hasta que me quedo, que lo disfruten. Y espero que todas estén bien y cuídense mucho.
CAPITULO 38
El Capitan Vincent Brown había hecho varios ajustes para poder ir más rápido de lo que se estaba permitido, sabía lo crucial que era llegar a tiempo y sin demora pues ya lo que estaba haciendo era muy arriesgado y estaba terminando de decidir el destino de su hijo. La tía abuela viajaba con Anthony, después de que arribaran a Amberes, ella iría a Londres un par de semanas para asegurarse cómo estaban los demás y después tomaría el ferri para llegar a Suiza donde esperaría a Anthony en un balneario de reposo. Durante el trayecto en tren el joven fue atendido y mantenido cómodo lo mejor que se podía pero era bien sabido que sus fuerzas lo estaban abandonando. En el barco los primeros dos días parecía que estaba estable, las enfermeras que lo acompañaban y el médico del barco lo atendían con esmero.
Para la tercera noche El Capitan Vincent estaba sentado viéndolo y haciendo una oración por el cuando Anthony se quejó y de repente dejó de respirar, asustado corrió a llamar al médico. El doctor se había dado cuenta que el corazón de Anthony había dejado de latir, pero al ver tan devastado al padre del rubio, comenzó a hacer una técnica de resucitación que aplicaban casi siempre en las personas que se ahogaban. Una de las enfermeras le daba respiración de boca a boca al muchacho y el doctor masajeaba su corazón comprimiendo su pecho, el padre del rubio veía todo con horror y en los pocos minutos que se llevó acabo la maniobra él ya había decidido dejar ir a su hijo a los brazos de su madre, pero algo sorprendente pasó.
Anthony comenzó a toser y volvió respirar, unos segundos después dijo en un murmullo -mamá.
El milagro que estaban esperando se había hecho realidad el joven rubio estaba intentando incorporarse y hablar pero en ese momento sucedió lo que todos temían.
-¿Quién está ahí? No puedo ver ni moverme, ¡No puedo ver ni moverme!- se desesperó el rubio
-Tranquiló Anthony, acabas de despertar tuviste un grave accidente.- dijo su padre que se sentó junto a él y le acarició el cabello, las lágrimas salían sin control de sus ojos.
-¿Dónde estamos?- las palabras de Anthony salían como entrecortadas y cada vez se agitaba más.
-Debes calmarte, estamos en un barco rumbo a Europa, debemos llegar a Alemania para que un médico amigo mío pueda revisarte y ayudarte.- dijo despacio El Capitan Brown
-¿Cómo? ¿Dónde están los demás? ¿Y Candy?- dijo más calmado y en voz baja, pues la energía de Anthony se estaba agotando.
-Ellos están en Londres, en el colegio. Cuando te mejores podrás ir con ellos a estudiar mientras estarás conmigo y lo mejor será que ahora descanses- El Capitan Vincent término de acomodarlo en su cama para que descansara.
-Me duele mucho la cabeza, no entiendo nada- dijo el joven rubio.
-Te iré explicando pero a su tiempo- término su padre y lo dejo dormir.
El médico que los había estado observando, pidió al Capitán Brown salir y pasar al camarote contiguo, una de las enfermeras se quedaría con Anthony para observarlo.
-Que haya despertado es algo bueno ¿no?- dijo la matriarca de los Andrey.
-Si, pero al parecer Anthony tiene un coágulo en la cabeza, además de otras afecciones en la columna y por eso no se puede mover. Es importante llegar lo más pronto a Alemania para que le puedan hacer los exámenes y saber de donde partir, no sabemos si el coágulo se cambio de posición y por eso despertó o si le oprimió el nervio ocular y por eso no ve. Lo que pido es que ustedes le vayan dando noticias paulatinamente, de otro modo le podemos causar un shock y perjudicar más su salud, tampoco quiero que piensen que hemos ganado todo, hay que mantenerlo en estricta observación- dijo el médico.
-Iré a la cabina para ver si podemos ir más rápido, estamos a mitad de camino y aunque es peligroso me urge que lleguemos cuanto antes.- después de eso el padre de Anthony salió a ver qué podía hacer.
La tía abuela sin decir nada salió y se fue a velar el sueño de su sobrino más querido.
Mientras tanto el Mauritania había hecho su arribo a Southampton y los pasajeros estaban comenzando a acomodarse para bajar, Stear y Archie vieron cómo llegaba el barco de Candy y la saludaban con entusiasmo desde el muelle, Candy se entusiasmó los veía tan bien, los había extrañado tanto que no aguantaba las ganas de bajar y abrazarlos aunque eso no estuviera permitido.
Cuando bajo la baranda Stear y Archie corrieron a ella para ayudarla, se tomaron las manos y no podían creer que al fin estaban juntos. Desde lo lejos Terry veía todo, se preguntó con más curiosidad quien era la rubia y pensó que seguramente alguno de esos jóvenes era su novio si no porque tanto entusiasmo al verlos, estaba seguro que de no ser por toda la gente ella hubiera abrazado al que no traía lentes. Los estuvo observando mientras se dirigían al carruaje que los esperaba y el más elegante de los dos se mostraba muy atento y servicial con la pequeña pecosa. Seguro eran de una familia muy rica y por lo que suponía venían de America, seguramente estudiarían en el mismo internado que él ya que estaba muy de moda que los jovencitos ricos de America vinieran a Londres a estudiar para volverse damas y caballeros. No eran más que unos snobs.
Terry después de eso se dirigió a su auto, la pecosa le había caído bien pero al ver el tipo de personas que la esperaban le había molestado, a él no le gustaban todos esos americanos pretensiosos del colegio, no hacían más que molestarlo y siempre trataban de ser sus amigos para tener mejores relaciones, el peso de su apellido siempre le hacía que la gente arribista se le acercara, sin ningún tipo de sinceridad, las señoritas eran igual tratando de llamar su atención para poder ver si conquistan a un noble. Recordaba una muy odiosa antes del verano Daisy se llamaba y no hacía más que perseguirlo por toda la escuela, una noche antes del escándalo se la encontró en su recámara casi desnuda, por suerte se le había bajado la borrachera un rato antes si no hubiera acabado en la cama con ella y eso si hubiera sido un grave error, cosa que ella buscaba seguramente. Nadie negaba que fuera bella y tuviera muy buenos atributos pero la muy tonta había cometido el error de una noche antes haberse acostado con Sebastian y él se había percatado de que ella estaba en cinta, esparciendo el rumor a la mañana siguiente. Que el alcanzó a escuchar y terminó escapando por el balcón, dejando que las monjas la atraparan tratando de seducir al hijo de un duque y expulsándola inmediatamente. Su padre de la chica se había encargado de enviarla a Viena a tener a su hijo y no se sabía nada de ella, por ese motivo el tuvo que ir a Francia con su padre para que lo vigilara constantemente pues el duque pensaba que en verdad había tenido algo con ella, aunque después recibió el informe de las monjas que decía que Daisy había ingresado al internado ya en estado, pero el ya estaba lejos en compañía de su padre y no en Escocia como le hubiera gustado, aunque gracias a ese viaje a Francia él terminó viendo a Eleanor Backer en una obra de teatro, lo malo de todo eso es que él había descubierto que su madre no lo quería en ese viaje intempestivo que lo llevó a America. Después de un terrible verano ahora si sentía que había echado de menos el castillo de Escocia, al menos en ese lugar se sentía tranquilo y en paz.
Con sus pensamientos tristes tomo su auto y condujo muy rápido por la carretera que lo llevaba a Londres, en el camino de no ser porque rebasó un carruaje muy elegante y casi lo hace salirse del camino, no se hubiera dado cuenta que la pecosa americana iba ahí y aunque pensó en detenerse para ver si estaban bien no lo hizo, pues pensó en sus acompañantes y pensó que no tenía ganas de conocer a esa gente, tuvo un poco de cargo de conciencia pero si tenía suerte la vería al día siguiente en misa y comprobaría que no había herido a nadie, llegó a la mansión de su padre, dejó su auto en el garaje, pudo dárselo algún mozo pero decidió que quería retrasar el encuentro. En la entrada principal lo estaba esperando Alfred, al verlo le sonrió y no pudo tomarle el hombro de una forma fraternal.
-Joven Terry me alegro mucho de verlo, estábamos muy preocupados por usted. Por favor no vuelva a escapar, pensé que algo podía haberle pasado al no encontrarlo.- el mayor domo que fungía más como un asistente estaba muy aliviado de que el futuro Duque estuviera sano y salvo.
-Gracias Alfred, está todo bien y la verdad es que creo que tu eres el único que se alegra de verme- dijo Terry sonriéndole tristemente.
-No diga eso Señorito, su padre aunque no lo diga también, de hecho le rentó una habitación en el gran hotel Savoy, pensó que si mañana va al colegio debe estar descansado y se sentirá mejor lejos de la Duquesa- término el hombre mayor.
-De nuevo té agradesco y agradesco que mi padre escuche tus sugerencias, te pido un permiso iré a verlo- Terry hizo una reverencia con la cabeza y se retiró, apreciaba mucho a lo que para él era su custodio, él lo quería mucho más que sus padres y siempre procuraba su bienestar, así el fuera un patan con él en muchas de las ocasiones y siempre lo metía en problemas.
Después de eso camino al despacho, llamo a la puerta, si padre solo dijo un adelante quedamente.
-Buenas tardes Terruce, veo que decidiste regresar- el duque sonrió de lado con suficiencia- ya sabia yo que no encontrarías nada en America, entenderás que debo darte un castigo por tu mal comportamiento, así que no vendrás a casa por un mes, te quedarás confinado en el colegio.- término el duque y volvió a ver sus informes sin volver a dirigirle la mirada.
-Buenas Tardes Duque de Grandchester. Así que solo eso, ¿no tiene más que decirme?¿no quiere saber si la encontré?- Terry estaba molesto.
-Es simple Terruce si ella te hubiera aceptado y acogido como su hijo, tu no estarías de vuelta aquí, no tienes que contestarme porque estoy seguro que ella te pidió que no digas que eres su hijo.- Terry veía como su padre decía esas palabras con la mayor frialdad y el solo trago en seco porque no pudo reclamar, ya que lo que su padre decía era la verdad- ya te lo había hecho cuando eras pequeño y si estás aquí es que nada ha cambiado, quise evitarte el dolor pero tu terquedad te llevo a buscarla, tendrás que aprender de tus errores y aceptar que a esa mujer le importa más su carrera. Y si no tienes nada más que decir, espero que entiendas que por ahora incomodas a tu madrastra porque ella si está muy enojada con el escándalo que provocaste, así que espero te vayas al hotel Savoy donde te reservaron una suite para que pases el fin de semana, no olvides que un carruaje pasará por ti a las 6 am del lunes y te llevara al colegio. Puedes retirarte.
Terry lo vio con enojo, pero sabía que no ganaría nada si hacía un escándalo, prácticamente lo habían desterrado ya que ni si quiera lo dejarían estar el fin de semana en el castillo Grandchester.
El joven heredero subió las escaleras pesadamente, veía el castillo y a la vez lo sentía tan ajeno, ese último año había estado en el tres veces contando esta donde sabía que tenía que empacar e irse, llegó a su recámara y la vio grande y fría como siempre que llegaba, ahí no había nada de calor de hogar como él que muchas personas decían sentir en sus casas. Se desplomó en el sillón de orejas que tenía más cerca y que daba la espalda a la puerta de entrada. Se sujeto la cabeza con las manos y siento que le resbalaban unas lagrimas por sus mejillas, en estos últimos días no había parado de llorar, cada vez sentía que perdía más el control de sus emociones y sentía una presión muy grande en su pecho, seguía preguntándose qué más tenía que sufrir, el abandono de su madre, la indiferencia de su padre, la soledad del colegio y ser siempre el continuo blanco para que la gente se le acercara por la inmensa fortuna de los Grandchester. Maldecía su vida, porque aunque tenía todo no sabía que era la felicidad y cuando creía sentirla algo o alguien se la arrebataba. En ese momento escucho cómo giraron el pomo de su puerta.
Levanto la mirada y rápidamente se limpió los ojos, se levanto para que quien hubiera entrado no lo viera y dejó mal recargada su capa de viaje en el respaldo del sillón. Después se quitó el saco y se dispuso a colgarlo en lo que sacaba la ropa que llevaría al hotel, debía sacar sus objetos más valiosos y llevarlos con él pues no sabía que tanto cambiarían las cosas ahora que él se había mostrado tan rebelde y tampoco sabía que tanto había envenenado a su padre la Duquesa de Grandchester.
-Así que volviste Terruce, creí ingenuamente que no lo harías- dijo Gertrude Grandchester- de todos modos no importa puedes hacer lo que quieras. Nadie espera nada mejor de ti sabiendo tu linaje y tu mala estirpe.
Terry no volteo, estaba muy molesto lo único que le faltaba era que lo humillaran y no quería caer en las provocaciones de esa mujer.
-La sangre de ella corre por tus venas, la sangre de una americana indecente- soltó una carcajada de burla, mientras inspeccionaba la capa que Terry había dejado en el sillón, ya que esa prenda no la conocía, seguramente se la compraron en Francia y por lo que su tacto le decía había sido costosa, eso la molesto más, odiaba que el Duque lo mimara tanto a pesar de ser un malcriado y no ser digno de la estirpe Grandchester.
Terry le arrebató la capa y después de escuchar las risas no pudo más y por fin le contesto.
-¡Cállese! señora o su cara de cerdo será mucho más fea todavía- Terry le gritó
-¿Me dijiste Cerdo?- se ofendió la duquesa- eres un chico insolente, no debiste volver nunca más aquí, no tengo porque tolerarte, esta es mi casa.
-Váyase de aquí- Terry abrió la puerta para despedirla.
-Terruce no admito y nunca admitiré que tu seas el heredero de la familia Grandchester y si me conoces sabes que haré lo imposible para que eso cambie.- después de esa amenaza salió de la habitación del joven con la cara muy en alto.
Terry al ir cerrando la puerta escucho como cuña gritando con dirección al salón que no quería a Terry en esa casa, sabía que lo acusaría por decirle cerdo, pero también sabía que su padre no diría nada. Lo más aprisa que puso saco un arcón más grande, el que usaba para ir a escocía y metió sus prendas favoritas, sus libros de Shakespeare, incluyendo el de Romeo y Julieta que perteneció a su madre, junto con el reloj de oro que le regaló su abuelo antes de morir y otras pocas pertenencias que el consideraba valiosas o que les tenía cariño. Era obvio que ya no se le permitiría volver al castillo, seguramente su padre lo llevaría al apartamento que tenía en Londres y que continuamente usaba para sus infidelidades. Minutos después subió Alfred para llevarse su equipaje ya listo, Terry se puso el saco y la capa para irse bajo las escaleras mientras seguía escuchando la perorata de la Duquesa.
Al ir bajando las escaleras escucho como la Duquesa exigía que se echara a Terry de la casa y volvió a hablar del verdadero linaje Grandchester que Terry no poseía, pero como siempre el Duque no dijo nada y tampoco despidió a Terry cuando se marchó al hotel.
-Joven Terruce ¿quiere que lo lleve al Savoy?- dijo Alfred
-No es necesario, ¿subieron mi equipaje a mi automóvil?- pregunto sin evitar mostrarse triste.
-Si está todo listo y Teodora ya fue traída de Escocía, ahora está en el establo del colegio.- dijo el empleado.
-Gracias Alfred- dijo Terry mientras se subía a su auto.
-Cuídese mucho joven Terry.
Después de eso Terry condujo por la carretera hasta llegar a Londres, el trayecto se le hizo muy rápido o más bien todo lo que traía en la mente hizo que no lo notara. Habían sido demasiadas cosas, lo único que quería era embriagarse hasta ya no tener que pensar. Estaba tan candado de todo lo que le pasaba, el nunca pidió ser hijo de quien era y sentía que la sangre lo aprisionaba y condenaba. Cuando llego al hotel el ballet guardo su auto y los botones subieron su equipaje, mientras él terminaba el registro. Cuando le acaban de dar las llaves de su alcoba, vio cómo entraban corriendo la rubia y los dos chicos del puerto, preguntaron por la habitación 812 y al ver todo eso el leyó el número que tenía el llavero de su habitación, que casualmente era la 813, sin darles tiempo de reaccionar corrió al elevador y se metió, tenía que llegar primero si quería verlos de cerca. Iba en el pasillo buscando su habitación cuando un hombre rubio y de un traje muy elegante le hablo.
-¿Me puedes ayudar? Acaba de subir un botones corriendo para decirme que me buscan y no quiero que me encuentren. ¿Me dejarías esconderme en tu habitación?- William Albert no dejaba de ver hacia las escaleras con nerviosismo. De casualidad estaba viendo por la ventana cuando vio a Candy entrar al hotel con Stear y Archie.
Terry se confundió, pero al verlo tan ansioso abrió la habitación y lo dejó entrar. Albert corrió al escritorio y terminó de escribir en una hoja que traía en las manos el rubio, la firmo y la enrollo.
-¿Te puedo pedir otro favor?-
-Si, ¿pero estás bien?
-Puedes dejar esto en la habitación de a lado, iría yo pero no quiero que esos tres jóvenes me encuentren.
Terry sin entender tomó el pergamino y aunque vio al rubio con recelo lo llevo a la otra habitación, cuando entró a la suite 812 se escuchaba mucho revuelo en la escalera así que se apresuró vio que en el rollo decía "Para La señorita C.W.A." Pero cuando estaba por dejar el rollo escucho que tocaron y que lo llamaban tío abuelo. Ya no podía salir, lo único que se le ocurrió fue sentarse en el sillón azul frente al escritorio y encendió un cigarrillo, justo en el momento en que entraban.
-Tio abuelo William, Soy Candice Withe Andrey, vine agradecerle por todo lo que ha hecho por mi. ¿tío abuelo William?- término Candy
-¿A que están jugando?- justo en ese momento Terry giro la silla y vio sus caras, tuvo que usar su fuerza de voluntad para no echarse a reír.
-¿Así que este es nuestro abuelo?- dijo Muy sorprendido.
-No puede ser, ¿Quién es usted señor?- dijo Archie que estaba casi seguro que ese chico casi de su edad no era abuelo suyo.
-El huésped de esta habitación olvidó esto. Toma pecosa, es para ti.- acto seguido Terry salió de la habitación. Al menos su día termino de una forma muy divertida y por casualidad hasta había averiguado el nombre de la pequeña pecosa del barcoz
En ese momento el botones entró y le informo a Terry que esa no era su habitación, Terry dijo cínicamente que el solo curioseaba. Candy y los muchachos no entendían que estaba pasando, pero en seguida el botones aclaró que el huésped de esa habitación ya se había ido, la rubia leyó la carta y aunque seguía confundida acepto que aún no era tiempo de ver al tío abuelo William, aunque una vez más no pudo sacarse de la mente a ese joven inglés que veía en todos lados. Después de eso Georges llevo a los muchachos al internado para inscribir a Candy y que la vida tomara un nuevo curso.
