La historia de Candy Candy no me pertenece es de la escritora Kyōko Misuki, yo solo se la tomo prestada sin fines de lucro para divertirnos un poco con los personajes.
El siguiente contenido puede tener escenas que dañen la sensibilidad de las personas, si no les gusta este tipo de historias absténganse de leerla
Hola a todas! Ya leí sus comentarios pero les pondré las respuestas personalizadas hasta el otro capítulo. Igual ya lo tengo planeado como este. Me esta gustando cómo está quedando, creo que no vamos tan mal, este capítulo en el anime es el 33 y este es el 42. Espero lo disfruten porque fue bastante divertido escribirlo. Nos leemos pronto.
CAPÍTULO 42
Elisa estaba parada en su balcón esperando a que fueran las siete de la mañana para ir a desayunar, después de bañarse había pensado en que debía decir que Lewis Chadburn había abusado de ella, pero pensándolo con detenimiento no podía o todo se delataría, seguramente el diría que ella lo provocó coqueteando con él el día de la reunión que dio en la mansión Andrey y tampoco podía justificar porque estaba afuera del colegio, prácticamente tenía la boca sellada por sus mismas acciones. Eso la hizo sentirse furiosa, por lo visto ser coqueta y llevar una vida ligera no era tan fácil cuando comienzas a llamar la atención de hombres como Lewis Chadburn, no tenía idea de cómo podía hacerlo pagar y mucho menos estaba segura de que ahora cada que lo viera no querría abusar de sus favores. Maldecía su suerte pues ahora no podía salir si quiera porque era más que riesgoso exponerse a volverlo a encontrar. Y lo único que se le ocurría era inscribirse a las clases de equitación que ofrecía la escuela para tener más actividad física, según había escuchado Daisy dijo que si te caías o hacías ejercicio no te embarazabas, el problema era que Daisy si salió embarazada de la misma forma que Megan.
-Maldito seas Lewis Chadburn, pero me voy a vengar de ti- Elisa cerró el balcón de un portazo haciendo que se rompieran algunos vidrios.
Salió rápido de su cuarto y se fue al comedor, al entrar vio a Paty y a Candy sentadas juntas riendo. Su coraje aumentó, todo el tiempo se preguntaba ¿cómo a la maldita huérfana le podía salir todo bien y ella a pesar de ser mil veces mejor que Candy le salía todo mal?, estaba sumida en su ira contra Candy que no vio venir a Luisa.
-…Elisa te estoy llamando ¿estás bien? ¿qué pasó?- pregunto una Luisa
-¡Luisa! No te escuché, no paso nada. No conseguí nada, estaba cerrado.- Elisa camino fingiendo que estaba bien.
-¿Y que vas a hacer si no puedes tomar la infusión?- pregunto Luisa curiosa.
-Hay otras soluciones, vamos desayunemos y vámonos.- Elisa no tenía ganas de hablar con ella.
Paso el desayuno y se fueron a sus salones, Elisa seguía muy distante con sus amigas y no prestaba mucha atención a las clases, a la hora del primer descanso se fue a su habitación, pues aunque no quería aceptar lo qué pasó le dolía todo el cuerpo. En las siguientes horas de clases regresó con mejor humor, ya que decidió que lo ocurrido no le afectaría y seguiría siendo como era, de todos modos ya encontraría la forma de sacar ventaja. En la clase de francés por fin pudo poner atención pues recordó que no había entregado los deberes a Candy y Paty, disfruto mucho cuando las regañaron y siguió siendo cínica y malvada, para olvidar su mal rato inventó un concierto con violín para molestar a Candy y así delatar la amistad que tenía con Paty, lo mejor sería que todo mundo las molestaría y desacreditaría a Paty, ahora más que nunca tenía que hacer que la atención estuviera en otras personas y no en ella hasta saber si había quedado embarazada. Al terminar el día todo le había ido bien en el recital y pasando las 11 de la noche se escabulló para ir a buscar a Jonathan. La idea que había generado era seguir haciendo el amor con él y en cuanto su madre llegara diría que se enamoró del joven en su estadía, si sabían que estaba embarazada seguramente le darían una suma grande a la familia Green y los casarían de inmediato, de todos modos Anthony seguía muy mal y no podían culparla de rehacer su vida.
Terry iba por el pasillo hacia la escalera de emergencia, ese día tampoco había visto a Candy y como se sentía aburrido iría a dar una vuelta por la ciudad, iba caminando sin hacer mucho ruido cuando vio a la señorita Legan escabulléndose al interior del edificio, la vio pararse cerca de las escaleras y desatarse el listón de su camisón para hacerlo escotado.
-Vaya, vaya, la señorita Lujuriosa no se cansa nunca, si Jonathan no se cuida esta si lo engatusara.- pensó Terry y siguió viendo cómo Elisa se perdía en el cubo de la escalera. Terry al seguir corroborando la clase de chica que era siguió con su aventura de la noche.
Elisa entró sin hacer ruido a la habitación de Jonathan, este al escucharla se levantó feliz y la besó con mucho ímpetu, Siguieron besándose sin decir nada, a pesar del dolor Elisa dejó que le hiciera el amor toda la noche porque debía asegurar su plan por si las clases de equitación no funcionaban.
La vida religiosa en el colegio era muy estricta y los alumnos debían ir a misa todos los fines de semana por la mañana, para que así pensaran mejor las cosas que hacían. Elisa llegó a su recámara a las seis de la mañana, lo que le sorprendió mucho fue encontrar a su hermano ahí.
-Hermanita veo que no pasaste la noche en tu cuarto. ¿Dónde estabas o mejor pregunto con quien?
-Eso no te incumbe,
-Si me incumbe quiero saber de quien será tu bastardo, porque dudo mucho que de todos con los que estás alguno te responda y no hay forma de que le eches la culpa a Anthony. No te juzgo pero creo que estás tentando mucho a la suerte, Jonathan anda diciendo que diario se revuelca contigo y eso no es bueno para el nombre de los Legan y mucho menos si tú andas pregonando que tienes novio. Y bueno ya sabrás que Dennis y Peter al escuchar lo que decía Jonathan no se quedaron atrás y hablaron un poco de sus andanzas contigo,…bueno dijeron que también les has calentado la cama.- dijo Neal sin darle importancia a pesar de sus palabras.
-Cotilleos de corredor y ¿Qué quieres?- Elisa comenzó a enojarse
-Ya sabes hermanita, un poco de dinero, me acabe el mío porque aposté con los chicos y no quiero que me excluyan de sus reuniones clandestinas.- Neal se veía en el espejo del tocador de su hermana.
Elisa se acercó a un cofre que había en su escritorio y sacó un poco de dinero, se lo extendió a Neal pero antes de darle el dinero le dijo- Escúchame bien Neal, esta es la última vez que te salvo el trasero, si apuestas y pierdes que te cobren con una paliza como debe ser, que te quede claro que no me vuelvo acostar con nadie por ayudarte, Jonathan será el único que goce de mis favores de ahora en adelante, con quien yo me acueste es mi problema, así que o paras los rumores o le digo a mamá que Dorothy esta embarazada de tu bastardo, tres ya que todo mundo esta tan interesado en mi deberás buscar la forma de que la huérfana sea la comidilla de la escuela, así vemos si nos liberamos de ella de una vez.
-¿yo que puedo hacer para que esa se vuelva el chisme? Es tan insignificante que no creo que la miren.
-Deshonrala.- dijo Elisa sin más
-¿Qué? ¿Quieres que yo? ¿Con ella? No es una huérfana me repugna de solo pensarlo.- dijo Neal incrédulo.
-Entonces que uno de tus amigos lo haga, pero quiero que la expulsen.- terminó muy enojada Elisa.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué ahora la odias tanto?- Neal estaba muy confuso.
-Estoy cansada de que todo le sale bien, me molesta que invada mi espacio y me robe atención, todo mundo la compadece por ser huérfana mientras que a mi nadie me compadece a pesar de lo que me pasa- Elisa no pudo más y se puso a llorar.
Neal no entendió a que se refería pero decidió no preguntarle pues la veía muy mal y aunque trato de consolarla no se dejó.
-Toma el dinero y largaté. Y otra cosa Neal lo mejor será que te encargues de Luisa.- Elisa saco a Neal de su cuarto y le cerró la puerta por suerte no había nadie en el pasillo y no lo vieron salir del edificio de las niñas.
A las 9:30 de la mañana se dio por terminada la misa de una forma muy solemne, Neal y Elisa asistieron y se comportaron de la mejor manera, la hora del Almuerzo estaba cerca, así que Patty y Candy se quedaron en el salón de recreo donde saludaron a la distancia a Archie y a Stear que platicaban del lado de los chicos.
-Me da un poco de vergüenza saludar así a tus primos, ya que no me los han presentado como es debido. Quizá piensen que actuó con ligereza.- dijo Patty un tanto ruborizada.
-¿Saludar a la distancia es considerado actuar con ligereza? Vaya entonces soy una mala educada y yo que pensaba que era educada por desear buenos días a todo el mundo aunque no los conozca. Adujo Candy meditando el comentario de su amiga de anteojos.
Patty no pudo contener la risa y Candy se le unió aunque resultó que todos las voltearon a ver porque Candy no sabía reír sin entusiasmo. Terry que estaba entrando en seguida la vio y pensó que su risa era contagiosa otro punto a favor de la señorita pecosa.
Después del receso todos entraron a almorzar y ya no tuvieron oportunidad de verse, Candy y Patty se sentaron juntas, mientras que Elisa Lydia y Luisa se sentaron frente a ellas para criticar cómo era su costumbre. Los alimentos se tomaron coló siempre aunque Candy fue juzgada por su comportamiento en la mesa a los ojos de la pelirroja y sus secuaces, aprovechando que era viernes la hermana Margaret les entregó su correo, Candy recibió misiva del hogar de Pony, Patty de su abuela avisando que había llegado con bien a su casa de Alondras y Elisa cinco cartas que para el resto de sus amigas era mucha correspondencia, aunque no dijo que tres de los sobres correspondían a su familia.
-Tengo mucho que leer y responder, ya sabrán soy muy popular en mi círculo social en America.- dijo Elisa presumiendo.
-Que envidia Elisa- dijo Carolin.
Elisa se alejó de las chicas y se fue a leer las cartas que para ella eran más urgentes, la primera fue de su madre donde le decía que su embarazo iba muy bien y seguramente pronto tendrían un hermanito. También le informaba que llegarían dentro de tres semanas para que pudiera estar cerca de ellos ya que en cuanto naciera El Niño no podría viajar con él y por eso quería irse antes de tenerlo. A Elisa eso no le gusto, si llegaba y ella estaba embarazada no iba a quedar de otra que decirle lo que pasaba, porque al final se daría cuenta por lo escrutadora que solía ser su madre, la segunda carta también le cayó muy mal, era de la tía abuela diciendo que Anthony se recuperaría por completo y hasta ahí eran buenas noticias, lo que le cayó fatal fue que el joven iría al colegio hasta enero probablemente y eso hacía que fuera imposible decir que el bebé era suyo y otra de las noticias es que llegaría esa misma tarde, así que iba a ser imposible organizar otra fiestecita de las que disfrutaban, para rematar su mala suerte el domingo quería que tomara el té con ella y con las Britter que llegarían de America ese mismo día. La vida definitiva era más compleja ahora. Elisa no terminó de leer las cartas salió corriendo en busca de Jonathan porque quería invitarlo a tomar el té el domingo, si no podía estar con él en otro lugar tendría que arriesgarse a seguir con sus dosis diarias de lujuria para así amarrarse a él y exigir que los desposaron lo más pronto posible, en ese momento hasta se le había ocurrido la disparatada idea de que debían sorprenderlos en el acto para así asegurar lo que quería, pero después recordó a Anthony y deshecho la idea.
Mientras tanto Candy se había ido al salón de lectura para leer su carta y contestarla con tranquilidad, Elisa regresó furiosa al edificio de las chicas, no había encontrado a Jonathan por ningún lugar, en la entrada la esperaban Luisa y Lydia que aunque la vieron apunto de explotar se fueron tras ella, se dirigía hacia donde estaba Candy aunque ella ignoraba que estaba ahí.
Al abrir la puerta Elisa se sintió complacida pues había encontrado en quien descargar su frustración, Candy estaba distraída terminando de leer la carta del Hogar, cuando Elisa le arrebató el sobre pues vio que tenía escrito algo a dentro.
-Vaya el hogar de Pony debe de ser un lugar muy pobre, miren esta escrito en el interior del sobre.-dijo Elisa
-Debe ser la primera vez qué pasa esto- dijo Luisa
-En este colegio si, algo nunca visto-siguió Lydia
-Elisa- gritó Candy
Elisa comenzó a reírse burlonamente- vamos a ver que dice.
Candy al desesperarse le dio una bofetada bastante fuerte, le tiro el sobre de la mano y la pelirroja cayó al suelo por la sorpresa, la mano de Candy se le quedó marcada en la mejilla, amenazando con ponerse morada.
-Que bruta eres Candy, pobre Elisa- Lydia que está a más cerca, ayudó a Elisa.- ¿Estas bien Elisa?
La hermana Margaret entró en ese momento. Cuando Candy iba a reclamar a Elisa por lo del sobre, al entrar la hermana con Paty detrás, la chica de anteojos pudo recoger el sobre y ponerlo a salvos
-Basta- gritó la monja
-Hermana, Candy uso la violencia.- acusó Luisa.
-Lo vi todo,…-Siguió la hermana Margaret pero Elisa la interrumpió.
-No puedo vivir con alguien tan violenta como lo es ella.
-mucho peor es leer correspondencia ajena señoritas, salgan de aquí y vayan directo a sus habitaciones, no pueden volver a salir hasta mañana, está claro.
Las tres muchachas se fueron caminando hacia la escalera, cuando vieron que la hermana dejaba de verlas se detuvieron a hablar en el cubo.
-La maldita huérfana hizo que nos regañaran, ahora no podremos salir de nuestros cuartos.- refunfuñó Lydia.
-Elisa se te está poniendo morado el golpe, será mejor que te pongas un paño de agua fría. Vieron, esa estupida monja esta de su parte- dijo Luisa
-Esa maldita, pero me las va a pagar. Mañana sucederá algo después de misa.- Elisa y sus amigas se subieron a sus recamaras definitivo no podría ver a Jonathan ese día.
A la mañana siguiente al salir de la misa, Neal llamo a Candy para acosarla como le había prometido a Elisa.
La llevo atrás del establo donde Estaba la yegua de Terry y comenzó a amenazarla junto con sus amigos americanos, a los que les había prometido un rato de diversión manoseando a la rubia. Lo que no se esperaban era que un apuesto joven inglés se encontraba sentado en una rama viendo toda la acción y justo antes de que le hicieran algo golpeó a esos chicos ricos para defender a La rubia.
-Espera, espera. Gracias por ayudarme Terry, perdón Terruce.-Candy no sabía si podía llámelo por su diminutivo.
-No es nada esos chicos me caen mal.- dijo Terry restando importancia.
-¿Pero?- Candy lo vio directo a los ojos y le sorprendió la claridad y transparencia que veía en ellos.
-¿Qué pasa pequeña pecosa? A caso ¿quieres declararme tu amor?- Terry se acercó más a ella para verla a los ojos, jamás había visto a una chica con unos ojos tan apacibles, eso debía ser la tranquilidad que el tanto necesitaba.
-¿Pecosa? Mi nombre es Candy White Andrey.y no respondo a ningún otro.- Candy se altero pues aunque ella pensó que se había disgustado en realidad sintió una chispa de atracción que no conocía y eso fue lo que la alteró.
-Entiendo pecosa, la verdad es que no me gustan las pequeñas y menos si son tan pecosas como tú- Terry se dio la vuelta y se fue de ahí trataba de no demostrar una sonrisa, por fin se había acercado a esa chica y le había hablado, aunque cuando la tuvo enfrente realmente no sabía cómo hablar con ella y por eso decidió molestarla. Pero seguro esto le ayudará a romper el hielo cada vez que se la encontrará o cada vez que tuviera ganas de verla.
Candy y Paty tuvieron un día ocupado con deberes, así que pasaron el día en la biblioteca y solo un rato en el salón de recreo, Elisa estuvo en el salón de recreo con sus secuaces y Neal que había terminado con el ojo morado y el labio partido.
-Estás diciendo que ese delincuente te dejó así, deberías acusarlo con la rectora.- sentenció Lydia.
-No creo que sea conveniente, ya me las pagará.- dijo Neal dándose importancia.
-¿Por qué defendería a una huérfana? Mmm a la mejor el no sabe los orígenes de Candy, ya me encargaré de que se entere, bueno los veré luego, ahí está Jonathan y… bueno los veré luego.- Elisa salió corriendo muy feliz a seguir al rubio.
Los demás ya sabía a que iba Elisa, así que no dijeron nada y tampoco quisieron interrumpir.
-Luisa ¿porque no me ayudas a curarme las heridas?- Neal aprovecho la situación para poder divertirse un poco con la amiga de su hermana.
-Esta bien.- dijo la castaña y se fueron.
Al salir Neal y Luisa se internaron en la oscuridad del bosque donde el joven no perdió el tiempo para besarla y manosearla a su antojo, Luisa que era completamente inexperta se dejaba llevar por él, pero tuvieron que separarse y alejarse corriendo ya que escucharon que la ronda venía.
Candy y Paty fueron a la habitación de la rubia, donde comenzó a traducir el mensaje que le había dejado Stear en manos de Paty. A la distancia vieron cómo aparecía el código morse con Luz y así Candy salto de rama en rama hasta llegar a la habitación de los chicos. Terry se había parado a cerrar la puerta, pues comenzó a escuchar los gemidos de Elisa en la alcoba de Jonathan cosa que le desagradaba mucho ya que la pelirroja se le hacía una buscona, aprovechada. Cuando estaba parado justo para cerrar vio que alguien saltaba a la galería del cuarto continuo y se llevaba un buen golpe al caer mal en la baranda y resbalar. Al futuro Duque no lo alcanzaron a ver porque estaba a oscuras en su habitación, pero se quedó parado junto a la puerta del balcón para escuchar a que había ido la rubia.
-Apúrate Candy o nos descubrieran y tendremos problemas.- dijo Archie que la ayudó a levantarse rápido del suelo.
-Bienvenida Candy- dijo Stear que colgaba del techo de la habitación.
- ¿Dónde estas?- pregunto la rubia
- arriba, estoy aquí. soy el hombre Arañ, Es mi nuevo invento ¿Qué te parece?.-dijo Stear que estaba caminando en el techo con unos guantes extraños, que el había inventado.
-Es un gran invento- dijo Candy.
-Me da vergüenza que sea mi hermano.- dijo Archie muy apenado
-Ni Edison pudo caminar en el cielo razo- Stear estaba muy orgulloso.
-Que maravilla, quiero intentarlo.- dijo Candy muy emocionada.
-Té los prestare- en ese momento Stear camino un poco más pero la succión de los guantes no aguanto y cayó estrepitosamente, por suerte su cama estaba bajo él.
Aun así hizo demasiado ruido y Terry se intrigó más por saber que hacían esos chicos, desde que habían llegado ellos y Jonathan ya no había paz en ese lugar, todos hacían demasiado ruido y los hermanos acornéelo eran los que hacían ruidos más extraños. Por ahora las risas de la pecosa se escuchaban hasta su cuarto y le pareció que era el sonido más agradable que había escuchado. Terry siguió parado ahí tratando de escuchar, lo que decían aunque no era su costumbre Candy le daba demasiada curiosidad.
Dentro de la habitación Candy sirvió el té mientras platicaba con sus primos.
-Dime ¿Quién es el que está en el cuarto de a lado? ¿Hay alguien? Siempre está oscuro. A la mejor nadie ocupa la suite especial.- siguió Candy charlando.
-Un mal tipo- dijo Archie
-Fue el que hizo el escándalo en misa, ¿lo recuerdas?- continuó Stear, cerca de la puerta del balcón. Terry aguzo el oído.
-¡Terry!- dijo Candy y Terry en su balcón sonrio al escuchar como ella pronunciaba su nombre.
-Si Terruce Grandchester- Archie estaba muy indignado.
-Archie tuvo un disgusto con él y casi se pelean.- explicó Stear sin entender muy bien la razón de la pelea.
-Es que me equivoqué de puesta y casi entró por error a su habitación, yo buscaba el cuarto de Jonathan Green para darle un mensaje, fue hace pocos días, además yo no sabía que ese era su cuarto, el ingreso al colegio el mismo día que tu entraste Candy.- dijo Archie aun molesto – pero la próxima vez no lo perdonaré. Si no es por Sebastian Mckenzey que me contuvo, le hubiera dado una paliza- Archie estaba muy alterado y Terry tuvo que aguantar la risa por los comentarios que hacía el castaño.
- ¿En serio? Cálmate Archie- dijo Candy preocupada.
-No me gusta para nada ese tipo.-Archie aun quería seguir criticando a Terry.
-A mi tampoco- Candy se puso muy digna también.
-¿Te pasó algo con él, Candy?- pregunto Stear preocupado y Archie se enderezó para ver a Candy a la cara.
-Eehh si, pero nada de importancia. Solo creo que es mal educado.- Candy se puso muy nerviosa y afuera se alcanzó a escuchar una risa, Terry no pudo contenerse y tuvo que ponerse la mano en la boca, pero al notar que hubo unos segundos de silencio decidió entrar a su habitación, para no ser visto.
Candy que había escuchado la risa y quería distraer a sus primos decidió cambiar de tema, hablando sobre la carta que había llegado al edificio de las mujeres por error.
-¿te refieres a esta carta? Candy- pregunto Stear
-Si esa es, ¿todavía no la abres?- pregunto curiosa Candy
-No, conserva su dignidad- dijo Stear burlón
- Stear basta- dijo Archie enojado
-pero que orgulloso, a ver si no vas a leerla ¿puedo romperla?- siguió la burla el moreno
-Claro que si.- Archie estaba muy molesto y contrariado porque Candy viera la carta.
-¿Y de quien es la carta?- pregunto Candy divertida pero más interesada.
-Querido Archie, siempre tuya Annie Britter- y Stear lanzó un beso al sobre.
-Basta- Archie se levanto y le arrebató la carta a Stear, sin que se dieran cuenta la guardo en la bolsa de su chaleco.
-¿Annie?- diño Candy emocionada, pero los hermanos no se dieron cuenta.
-Le escribe una vez por semana, quiere conservar bien su amistad.
-¿Por qué no lees la carta Archie?- pregunto Candy.
-No quiero leerla- Archie estaba muy digno lejos de los otros.
-Me entere que quiere venir a estudiar a este colegio- dijo Stear.
-¿Annie quiere venir?- Candy estaba sorprendida
Pero la reunión tuvo que llegar a su fin, la luz hizo que las hermanas fueran a ver que pasaba, Candy corrió al otro cuarto y saltó de la galería de Archie a los árboles, Terry que escucho los golpes y la voz de la hermana corrió a ver a su balcón y vio como hábilmente Candy escapaba meciéndose de rama en rama con la ayuda de una cuerda blanca. De verla no pudo contener una risa, no le había gustado que se viera con esos dos chicos pero al escuchar las platicas y las risas y después de recordar que ellos fueron por ella al puerto, estaba casi seguro que eran familia. Se quedó parado en la oscuridad viendo cómo se perdía la pecosa y cuando ya iba a cerrar la puerta del balcón por tercera vez esa noche vio salir corriendo de la puerta de emergencia a una muchacha pelirroja, salió a medio vestir como pudo y también se internó en el bosque, al ver demasiado lo que no quería ver le pareció la jovencita más vulgar del colegio y esta vez si cerró su balcón y regreso a recostarse en la cama para pensar.
