CAPÍTULO 45

La mansión Andrey en Londres estaba de fiesta, la nueva integrante de la familia había sido recibida con demasiado júbilo.

Al llegar la tía Elroy mando a preparar una cena de bienvenida y fueron pronto a acomodar la habitación de la pequeña Felicity, quería mandar a pedir una nodriza pero Sarah se negó dijo que ella se encargaría de su bebé cada que requiriera alimento, extrañamente la señora Legan quería sentirse parte de ella ya que no la había llevado en sus entrañas.

-Tia abuela podría mandarle un telegrama a Daniel avisando del nacimiento de la pequeña Felicity Rose, no quise molestarlo, no había forma que me alcanzara ya que yo iba en alta mar y al ver que era niña no quise contrariarlo con lo ocupado que esta- dijo Sarah resentida.

-¿está todo bien con tu esposo?- la señora Elroy notaba comportamientos extraños en su sobrina.

-No realmente, él tiene una amante, debido al embarazo dejo de buscarme y se consiguió quien lo entretuviera- Sarah estalló en llanto.

-Debes entender Sarah, el tiene necesidades y tú no las podías cumplir en ese momento, después de que La Niña tenga un par de meses hablaré con él para que se deje esa locura y no vaya afectar a la familia, no vaya a ser que ese amorío traiga terribles consecuencias. Ahora cálmate puede cortarse tu leche y eso no será bueno para mi nieta- termino la señora Elroy tranquila a pesar de la noticia.-¿Te parece bien que vengan Neal y Elisa a visitarte y conocer a su hermanita?

-Preferiría esperar hasta el viernes y así podremos organizar una pequeña fiesta por el cumpleaños de Elisa, aunque esté comenzando octubre pero no quiero que pase desapercibida, no vaya a ser que resienta la llegada de Rose, también quiero comprarle un regalo a Neal, sigue siendo el único caballero de la casa y es nuestro orgullo.

-Estoy de acuerdo contigo Sarah- termino la tía abuela.

Elisa estaba teniendo un día muy duro, aparte de las náuseas incontrolables, estaba mareada todo el tiempo, le encantaría estar segura que ese niño era de Jonathan y entonces podría sobrellevar lo pesado que es tener tanto malestar, pero al no saber si podía ser producto del Señor Chadburn le daba asco sentirse así, la hora del almuerzo fue un suplicio y comió menos de lo que aparentaba ser normal, Luisa y Lydia no dejaban de preguntarle si se sentía mal. Cuando iban caminando hacia el salón Elisa sintió un gran mareo y tuvo que sujetarse del dintel de la puerta, pero trató de disimular molestando a Annie Britter que llevaba dos días esquivando a la pelirroja porque había escuchado los rumores de ella y la ojiazul prefería que no la fueran a calumniar por seguirla a todos lados como había pasado con Caroline, ahora prefería estar en soledad que ser flanco de chismes.

-Miren es Annie Britter -dijo Elisa

-¿Qué es lo que estás tejiendo con tanto esmero?-pregunto Luisa, mientras se acerca a Annie para inspeccionar el tejido.

-Pareces muy apurada- terminó Lydia.

Annie solo las veía muda y trataba de continuar tejiendo, no negó que fuera para Archie pero sus mejillas coloradas lo afirmaron sin palabras.

Elisa las alcanzó ya recuperada y con su sonrisa malvada comento -debe ser para Archibald Cornwell.

-¿así que te gusta Archibald? Que interesante- dijo Luisa que ya tenia su tono de chismosa.

-si el que es tan amigo de Candy- Elisa soltó una risita mordaz.

-Vamos Annie ¿si es un regalo?-presiono Lydia

-Si, pronto será su cumpleaños y como es muy amable conmigo quise agradecerle dándole un presente.- dijo Annie en un susurro.

-Si quieres conseguir a un hombre será mejor que pienses en agradecerle de otro modo Annie- dijo Elisa

Las tres amigas se rieron burlándose de la ojiazul, Candy solo las observaba molesta, seguía pensando como era posible que Annie prefiriera la amistad de Elisa a la de ella, pero Candy no pudo seguir pensando ya que entró la maestra para dar su clase de francés. Todas las demás se fueron a sentar a sus lugares.

La clase transcurrió de forma normal, los recreos fueron lo de siempre, en el internado se había instaurado sesiones por la tarde para hacer los deberes y así controlar mejor a los alumnos, Candy se había tenido que inscribir ya que Patty le había insistido mucho, los hermanos Cornwell también se habían inscrito y aunque no se podía hablar entre mujeres y hombres, si se podían intercambiar miradas o discretas notas si se corría con suerte. Elisa no se había inscrito pero al ver que Candy se inscribió no lo dudo ni por un momento, a pesar de todo lo que pasaba en su vida no dejaba de envidiar a Candy y esto la hacía estar pendiente de cada uno de sus movimientos.

Después del incidente donde a su hermano le pegó Terruce Grandchester no podía dejar de observarla, la intriga la estaba matando de curiosidad ¿Por qué un chico como Terry defendería a una huérfana? ¿Y que interés tendría Candy en él?, Jonathan le había contado que su vecino de dormitorio del lado derecho era el aristócrata petulante de la escuela y le encantaría saber un poco más sobre él porque como a todo mundo en el colegio Terry les causaba curiosidad. Elisa no se había dado cuenta que el inglés en diferentes circunstancias la había visto varias veces en situaciones poco dignas de una dama, sin contar que por accidente la vio correr medio desnuda por el bosque mientras se escapaba de las monjas.

Candy esa tarde estaba tan aburrida con sus deberes de literatura que decidió levantarse y escudarse fingiendo dolor de cabeza, los hermanos Cornwell no lo pasaron por alto y Patty la vio preocupada, Annie que estaba sentada dos mesas atrás de Candy también se levantó, entregó sus deberes y se fue aprisa rodeando el edificio, pues ella también había estado pendiente de los movimiento de la pecosa en las casi tres semanas que llevaba en la escuela.

Candy que siempre iba distraída se buscaba algo en la bolsa de la falda, saco el objeto de su bolsillo y lo vio, era una preciosa armónica plateada con unas pequeñas flores en la esquina, se la había regalado el señor Cartwright antes de partir del internado nuevamente para ir a Inglaterra, para ella era un instrumento muy preciado y quería dárselo a alguien como muestra de amistad, cuando iba pensando donde estaría esa persona Annie la abordó haciéndola guardar rápidamente la armónica.

-¿Candy?- Dijo Annie en voz baja

-Annie, tenía tantas ganas de hablar contigo- Candy estaba muy emocionada.

-Por favor Candy no me quites a Archie, no me lo quites- Annie le rogaba a la pecosa.

-¿Qué? Vamos Annie no digas eso- Candy no sabía que hacer ya que no era lo que esperaba hablar con Annie.

-Por favor Candy no me quites a Archie te lo suplico.- la Rubia de cabello lacio comenzó a llorar

-Annie como se te ocurre, el y yo solo somos amigos, Estoy segura que él preferiría una chica como tú hermosa y delicada- Candy trato de animar a Annie- tranquila nada va pasar.

-Candy, gracias - Annie no podía dejar de llorar, en su interior moría por abrazar a su hermana de crianza pero bien sabía que se estaba arriesgando mucho tan solo al hablar con ella, a pesar de poder volver a comenzar su amistad tenía tanto miedo que le había transmitido su madre por su adopción que se había vuelto más insegura, lo que la hacía ser caprichosa. Su madre la había vuelto distante y poco sincera hasta con ella misma y eso le estaba causando un gran problema de timidez y constante tristeza.

-Vamos Annie, sonríe. Pensé que ya no eras una llorona.- Candy trato de animarla.

Annie intentó sonreír pero al escuchar que alguien venía también le sonrió y cada una siguió un camino diferente.

Candy se había quedado viendo hacia el bosque, pero frente a ella venían dos hermanas y tuvo que abortar la misión de nuevo y dirigirse a su habitación, llevaba fuertemente apretada la armónica, pensaba que tendría que ser al día siguiente.- de todos modos ya es muy tarde y nos podría ir mal si nos pillan.

-¿a quien van a pillar?-Archie la había estado esperando cerca de la puerta del dormitorio de señoritas.

-a nadie… bueno… a mi porque finjo que me dolía la cabeza para no hacer más tarea ¿Qué haces aquí Archie?- cambió el tema Candy.

- te vi salir y se me ocurrió que era el momento para invitarte el próximo domingo a almorzar y quizá a dar un paseo en bote en el Támesis, es para celebrar mi cumpleaños.-

-ah si, claro que podemos ir, pensé que sería celebrado el sábado junto con la fiesta se cumpleaños de Elisa, claro que el domingo podemos salir irá con nosotros Stear supongo.- Candy estaba animada y aunque Archie se notaba raro ella decidió tomar lo hablado con Annie como una promesa- tal vez pueda invitar a algunas amigas para que nos acompañen.

-¿eh? Este… si si, esta bien Candy- Archie no sabía porque Candy no entendió la indirecta de salir a pasear juntos y aunque Candy tomo el control de la cita no la paro pues había sentido un pequeño remordimiento al traicionar a su primo Anthony.

La pecosa se despidió de su primo y no pudo evitar voltear a ver hacia el bosque, suspiró profundo y se fue resignada a su recámara, el que si alcanzó a ver cada uno de los movimientos de Candy fue Terry, estaba sentado en la copa de un árbol cerca de donde Annie Britter espero a La pecosa de rizos. No escucho nada pero les pareció que se comportaban bastante raro, ya había visto a esa chica rubia y le pareció insípida a comparación de la otra rubia. A pesar de sus esfuerzos de verla y hablar con ella no había tenido oportunidad y por alguna extraña razón el pensaba que ella también estaba buscando coincidir con él, pero si la pecosa ya se había metido en su dormitorio sin verle y el primo elegante de la chica había sido muy amable en acompañarla, a él ya no le quedaba nada por hacer. Ese primo Archibald le caí muy mal con sus poses de elegante y porque insistía tanto en coincidir con la rubia pecosa, seguro le atraía como todos los que se sentían interesados en ella pero no se le acercaban por sus orígenes, aunque al parecer de Terry el joven Cornwell no era de los que se quisiera apartar.

Sumido en sus pensamientos siguió su camino, iba distraído y chocó con Annie Britter que estaba escondida atrás de un seto grande vigilando a ambos primos Andrey, del susto solo se disculpó y salió corriendo como ratón asustado, El inglés siguió su camino y se fue a su habitación, algo en todos esos chicos nuevos de America no acababa de encajar y al parecer todos se comportaban extraño.- Al parecer no soy el único que oculta cosas aquí.- dijo Terry y se metió a su edificio riéndose de sus propias palabras.

Annie llegó a su recámara y se sentó en el escritorio, por un momento pensó que Archie se le declararía a Candy en ese momento pero seguramente estaría esperando un momento ideal, tenía miedo pues ahora sabía que había en el corazón del muchacho, no sabía que hacer por un lado le remordía la consciencia porque una vez más estaba robándole la felicidad a la persona que más le había importado en el mundo pero por otro lado estaba de por medio su propia felicidad.

En la cama estaba la frazada que había tejido a Archie a medio envolver en una caja azul junto a un listón que había elegido para hacerlo moño, la caja la había construido ella con cartón que pidió a las monjas casi suplicando y el listón había sido un regalo de su madre para su cabello y sin embargo no le importaba usarlo para terminar el regalo de Archie y eso sin contar las noches enteras que dedicó para la elaborada frazada en ese internado que no daba tiempo de nada con tantas clases, tareas y protocolos; vio la tarjeta y su pluma no podía dejar todo a la deriva, además Candy no había mostrado predilección por el castaño, ella se comportó como una amiga y tal vez no le gustara cuando hablo con ella le dijo que no se preocupara, aunque no podía asegurar que Candy no hubiera cambiado como ella había cambiado por el paso del tiempo, su madre misma la había hecho cambiar hasta tuvo que dejar de comunicarse con el hogar de Pony y con Candy para proteger la mancha que era ser adoptada, la vergüenza que caería sobre los Britter si se sabía y muy seguramente todo lo que había sacrificado ya no valdría nada porque no podría seguir siendo amiga de Archie y ella lo amaba, cada muestra de amistad y cada acto caballeroso que él tenia hacía ella la habían llevado a guardar un sentimiento tan profundo por él, cuando supo que volverían a Gran Bretaña para estudiar como era la tradición en su familia pero el viaje se adelantó debido al accidente de su otro primo, ella sintió que desfallecía de tristeza y le costó mucho trabajo convencer a sus padres para que pudiera estudiar en el mismo colegio que él aún sabiendo que era el más estricto de Europa.

No iba a perder su oportunidad para decirle a Archie lo que sentía por él y que mejor que en su pequeña nota de cumpleaños, se la daría mañana mismo en el primer recreo para así no perder el tiempo ni la esperanza, si tenía mucha suerte quizá podrían ir juntos al cumpleaños de Elisa y si no era así al menos lo habría intentado y tendrían el tiempo suficiente para volver a ganar su amistad, quien sabe su mamá le había dicho que ese colegio le serviría para conocer quizá a su futuro marido.

Sin más parsimonia tomo una pequeña tarjeta y escribió "¡Feliz cumpleaños Archie! espero te guste este pequeño presente, lo hice con todo mi amor." Quizá quedó más atrevido de lo que esperaba pero estaba dispuesta a jugase el todo por el nada, con un suspiro profundo que la calmó decidió acostarse a dormir.

A la mañana siguiente cada alumna estaba arreglándose para acudir a desayunar antes de sus clases, cada chica en su recámara se ponía el uniforme y se esmeraba en su aspecto, Elisa era una de las que más trataba de resaltar su belleza, esa mañana había sido mejor que las últimas de esa semana, cuando terminó de bañarse fue a su armario y sacó su ropa interior al dejar su bata en la cama para comenzar a vestirse notó una línea oscura en su vientre que iba de su pubis al ombligo y al estarse viendo al espejo noto que comenzaba a notarse le el embarazo su vientre se veía abultado y no plano como era lo normal, sintió alivio, alegría y miedo a la vez pues si el vientre ya se le notaba quería decir que llevaba más tiempo en cinta del que creía y así no había duda de que Jonathan era el padre de su bebé, el problema ahora era como decírselo a su madre y cómo ocultarlo el tiempo suficiente a las monjas, las clases de equitación deberían quedar descartadas y lo mejor era comunicarle a Jonathan de su estado actual, sin pensarlo mucho decidió ponerse el corsé más apretado para que le ocultara la panza, su cuerpo estaba cambiando más rápido de lo que pensó pues además del vientre los pechos le crecieron al grado de que el uniforme le apretaba y la hacía lucir más mujer, tal vez se saltaría el desayuno y buscaría de una vez a Jonathan para que aclararan todo de una vez.

Se apresuró a salir antes de que todos salieran corriendo al escuchar el primer repicar de la campana que los estaba llamando para dar inicio a su día, se escabulló y fue hacía los dormitorios de los chicos, antes de llegar ahí junto al establo de la yegua de Terry encontró a Jonathan.

-Hola Jonathan te estaba buscando.- dijo la pelirroja alegre.

-Elisa, me asustaste ¿para que me buscabas?- dijo el rubio

-Quiero decirte algo pero no podríamos ir a aún lugar más privado me da miedo que Terruce venga por aquí y nos vea juntos.

-Esta bien vamos, será mejor que vayamos atrás de la iglesia para que nadie nos encuentre, porque déjame decirte que hoy te ves muy hermosa.

Jonathan le dio un beso en los labios y la tomo de la mano para llevarla rápidamente donde dijo, atrás de la iglesia había un pequeño jardín con los setos muy altos, ideal para esconderse en las horas de misa o en las horas que se tomaban los alimentos pero muy mal lugar para estar en cualquier otra hora del día pues el Salón de descanso del sacerdote y las monjas estaba ahí.

Al llegar se sentaron detrás del seto y Jonathan enseguida saltó sobre ella pues pensaba que para eso lo buscaba, rápidamente la acostó en el pasto, Elisa no se pudo controlar y dejó que siguiera. El joven Jonathan le desabrochó el vestido y besó sus senos que efectivamente estaban más grandes por el embarazo no tardo mucho en comenzar con las embestidas haciendo estremecer a la pelirroja, Elisa estaba tan ardiente que por un momento olvidó porque estaban ahí. Entre jadeos Jonathan le recordó aquella primera vez

-Recuerdo cuando estábamos en una situación similar en la mansión de Chicago de tu familia- no paraba de besarla.

-si, lo recuerdo muy bien y fue magnífico- Elisa se emocionó tanto que alcanzó primero el clímax.

El chico al sentirla no aguanto más y también comenzó a liberar su exicitación, ambos estaban agitados recuperándose, él aún sobre la pelirroja cuando Elisa por fin le soltó.

-Estoy embarazada.

Jonathan se separó violentamente de ella, comenzó arreglarse y cuando terminó de vestirse soltó una carcajada.

-Elisa alguien en estado no hace lo que tú y yo acabamos de hacer, se vuelven delicadas y tú estás más ardiente que nunca.- Jonathan se seguía riendo.

-Estoy embarazada, vamos a tener un bebé y tendrás que casarte conmigo.- Elisa estaba furiosa y controlaba su voz de una forma maniática.

-Deja de mentir, para que te quede claro yo no me casare contigo porque estás inventando todo esto porque sabes que me casare con Caroline y no puedes probarme que ese hijo sea mío si es que es real que estás embarazada- Jonathan se le acerco y le dio un beso en la mejilla, después le susurro- princesa me gusta acostarme contigo, no lo arruines.

Jonathan dejo a Elisa con las lágrimas anegándole los ojos, algo le quedaba claro estaba sola y tenía que actuar rápido antes de que en el colegio alguien se diera cuenta, se termino de arreglar y se fue corriendo a clases.