Hola, hola!

Estuve viendo sus comentarios, pero este capítulo me quedó largo así que al siguiente les escribo los personalizados. Ojalá no se les haga aburrida la parte de la presentación de la mansión pero es que imagínense pobre Candy nunca ha ido le dejan tremendo . paquetito de que ella se haga cargo, no se vale. Bueno ya las dejo leer y espero sus comentarios.

P.D. Me voy a apurar porque se me agolparon las ideas y pensé de una vez me voy al siguiente capítulo, gracias por leerme.

La historia de Candy Candy no me pertenece es de la escritora Kyōko Misuki, yo solo se la tomo prestada sin fines de lucro para divertirnos un poco con los personajes.

El siguiente contenido puede tener escenas que dañen la sensibilidad de las personas, si no les gusta este tipo de historias absténganse de leerla

Este capítulo contiene escenas Candy/Terry.

CAPITULO 66

Bibury, Inglaterra era el sueño para muchas personas, un lugar con casitas de cuento de hadas, rodeado de bosques y pequeños riachuelos que desembocan en el gran río Coln, la casa alquilada por los Van der Horst no era la excepción. De las más elegantes y antiguas, había sido construida en piedra coloreada proveniente de Honey Cotswold en el siglo XIV, tenía un hermoso jardín interno bañado por el sol, la parte trasera rodeada de árboles y como tenía de lindero el río, estaba construido un pequeño muelle que servía para atar un pequeño bote o bien para que pescaran los aficionados a este deporte. La entrada daba a una de las hermosas calles arboladas, los jóvenes que habitaban este lugar no eran diferentes a un príncipe y una princesa, haciendo que fueran la estampa perfecta para los pocos vecinos que los curioseaban.

-Cathy ¿te encuentras bien?.- pregunto Anthony con su dulce voz, estaba aún en pijama con la bata de terciopelo rojo sobre puesta y estaba sentado frente a su prometida que también traía aún su ropa de dormir. Ambos desayunaban en una pequeña terraza que daba al jardín interior.

-Discúlpame amor, me quede pensando en otra cosa ¿Qué me decías?.- pregunto la hermosa rubia que por ahora tenía mejor semblante.

-Preguntaba si vas a querer vivir aquí cuando nos hayamos casado. Pero veo que no tienes cabeza para eso ¿En que piensas?.- quizo saber el rubio, ya que la veía tan distante.

-En tu tía, no tarda en llegar y me da un poco de tristeza pensar que no podremos seguir durmiendo juntos, ni desayunando como ahora, en general en toda nuestra convivencia.- dijo la rubia platinada viendo hacia afuera.

Anthony tampoco había pensado en eso, desde que él y su prometida había dejado Londres un día después del festival, se habían sumido en una burbuja de ensoñación, en cuanto llegaron habían hecho la vida de una pareja recién casada y ya que todo se había dado naturalmente debido a la rápida partida de la madre de Catharina a Alemania por los crecientes rumores de guerra.

Los dos habían estado sumidos en su idilio, Anthony no estaba enamorado de ella porque aún sentía algo por Candy, pero el cariño y dedicación que ella le daba lo hacían caer en sus encantos, desde la primera noche habían dormido juntos por petición de ella y prácticamente estaban viviendo una pre luna de miel, no hacían el amor tan frecuentemente como ella hubiera deseado ya que Anthony vivía pendiente de su salud y por supuesto no quería correr el riesgo de dejarla embarazada. No es que le preocupara el hecho de ser padre tan joven o que tuviera que casarse precipitadamente, lo que en realidad le angustiaba era que ella enfermara y muriera por su culpa.

-No pienses en eso, lo resolveremos en el camino.- le dijo Anthony que bebió de su café.

-Respectó a lo que preguntas, si me gustaría que vivamos aquí, le escribiré a mis padres para que negocien la casa y podamos comprarla, no quisiera dejar este lugar que nos ha caído tan bien para nuestra salud.- dijo Cathy sonriendo y dispuesta a comer al fin.

Su apetito había mejorado notablemente, se veía un poco más sonrosada y su cuerpo estaba dejando de ser tan delgado, el ejercicio, la compañía y la felicidad le estaban dando una tregua contra su enfermedad. Si alguien los viera dirían que se trataba de un joven matrimonio de unos muchachos de veinte años y no de dos adolescentes de 16 años, pero el accidente de Anthony y el prolongado estado vulnerable de Cathy los hacían ser más maduros que el resto de jóvenes de su edad. Por eso no tenían miedo de casarse, hasta Anthony había pensado en no asistir al colegio San Pablo para no despegarse de su compañera.

Lo que los estuvo preocupando sucedió, la tía abuela llegó cerca de las tres de la tarde y se escandalizó un poco al enterarse de que estaban solos en la casa, sin chaperones.

-Los veo muy bien de salud, aunque no estén acompañados. Anthony espero que hayas tenido el comportamiento de un caballero.-

-No se preocupe tía abuela, yo soy un caballero.- dijo Anthony guiñándole un ojo a Cathy, haciendo que casi se ahogara con el té.

-Aun así tendremos una charla seria después de que haya descansado un poco.- dijo la matriarca recuperándose del viaje comiendo bocadillos y té en lo que era la hora de la cena.

En la mansión Andrey también acababan de llegar los Andrey, Annie, Terry y Patty. Candy se impresionó al ver la casa, era un pequeño palacio a su parecer, tenía un jardín bastante grande con un gran fuente y una vereda de árboles, el edificio era blanco con una gran cúpula verde, su estilo italiano la hacía una de las más bellas de la zona.

-¡Increíble!Le falta poco para ser un castillo.- dijo Terry observando el edificio.

-Me impresiona, es más grande que la mansión de las rosas.- dijo Candy y Terry la vio con curiosidad.

-Y eso que no has visto la mansión de Chicago, es mucho mas grande que esta. Aunque mi favorita es la de las rosas.— dijo Archie sonriendo mientras ofrecía su brazo a Annie.

-¿Están seguros de que los Andrey no son nobles?.- pregunto Patty muy impresionada.

-No lo somos Patty querida, descendemos de los escocés pero los antepasados eran solo comerciantes y granjeros, que tuvieron la suerte de llegar a America y convertir sus negocios en grandes emporios, pero somos simples mortales, Candy deberíamos ir a la de Chicago un día, hay un lago impresionante podríamos probar algunos experimentos.- dijo Stear entusiasmado.

-Cuando acabemos el colegio Stear y puedes llevar mi bote cisne que quedó en el lago de la mansión de las rosas, si logras hacer que no haga agua será una experiencia agradable, porque en época de frío no quiero ser víctima de tus experimentos acuosos.- dijo Candy despreocupada, mientras todos los demás se reían.

El mayordomo Kliff ya estaba cerca de la entrada junto con un séquito de sirvientes.

-Bienvenidos Señorita Andrey, Señoritos Cornwell, señoritas y Señorito , esperemos que tengan una estancia agradable..- todos hicieron una reverencia hacia Candy, ya que era el miembro más importante de la familia Andrey que hospedaban ahí, después del Bisabuelo Williams.

-Gracias, pueden ir a ocuparse de lo suyo.- dijo Candy muy azorada, hasta el grado que su rostro se volvió carmín.

Archie y Stear que estaban más acostumbrados a todo esto decidieron tomar el control.

-Kliff, podrías mostrará a los huéspedes de mi prima sus habitaciones y llevar el equipaje, por favor.- dijo Stear tranquilo, no le gustaba dar órdenes pero imagino que algo así sucedería.

-Kliff, también podrías mostrarle a la señorita Candice cual es su habitación y puedes mandar a que nos sirvan el té en 30 minutos, lo servirán en el salón grande, que traigan bocadillos salados y dulces, además de una botella de coñac, por favor.- ordenó Archie mas desenvuelto ya que el si disfrutaba de dar órdenes y ser un miembro activo de la familia.

Los sirvientes entraron a la casa y ordenaron los equipajes de todos. Candy se había quedado muda, así que Annie y Patty caminaron junto a ella.

-Candy tranquila, no te amedrentes por esto.- dijo Patty sonriéndole.

-No me esperaba este recibimiento, en Lakewood nadie me trataba así y aquí hay más gente de la qué hay allá, me tomo por sorpresa nunca había visto esta casa.- dijo Candy sincerándose.

Terry caminaba solo observando todo, nunca hubiera pensado que los Andrey fueran tan poderosos como los Granchester y aunque le hubiera gustado ayudar a su pecosa a dar órdenes, vio que en esa casa se tenía que guiar por el protocolo que tenía tan bien aprendido.

Stear espero a Terry en la escalinata de la entrada.

-Terruce, disculpa a Candy para ella todo esto es nuevo.-

-No tienes que explicarme nada, ni disculparla yo la entiendo, que te lo enseñen en la escuela es fácil ponerlo en práctica es lo difícil y más si nunca te sacan del colegio, yo mismo lo he vivido.- dijo Terry tranquilo, el inglés comprendía a la perfección a Candy, ella había sido tan sincera con el y tan transparente que nunca la juzgaba, sabía que el tiempo le enseñaría y quizá el día que conociera a su Tío abuelo ella ganaría confianza y se sentiría parte de la familia.

Su mirada se perdió viéndola caminar uno metros delante de él y se sintió orgulloso, imitando a Archie que se había acercado a Annie y le había dado su brazo gallardamente, el hizo lo mismo y le extendió su brazo a Candy que al verlo le sonrió alegre y lo tomo sin ninguna pena.

Stear se puso a caminar junto a Patty y junto a Terry. Llegaron a las escaleras y las subieron, dentro estaba Kliff esperándolos con la puerta abierta.

-Señoritos, todo está dispuesto. Le pedí a Betsy la ama de llaves que disponga una mucama para cada señorita y un ballete para los señoritos.- dijo muy correcto el mayordomo.

-No lo necesito Kliff, yo puedo hacerme cargo de mi mismo.- dijo Stear sonriéndole.

-A mi no me molesta Kliff yo si requeriré su ayuda.- acepto Archie.

-Le agradeceré que se dejen servir por ellos, el señor Johnson me comentó que el distinguido caballero que los acompaña es miembro de la aristocracia y me parece que debemos seguir los protocolos al pie de la letra.- dijo el mayordomo.

Terry inclino la cabeza, no sabía si le gustaba ese trato, se quitó el sombrero, y los guantes para luego dárselos al mayordomo.

-Kliff, nos iremos a refrescar y en unos minutos bajaremos a tomar el té por favor verifique que todo esté listo.- dijo Candy lista para tomar su lugar.- y le agradeceré que mis invitados puedan disfrutar de un ambiente relajado, como sabrá estamos tomando unas merecidas vacaciones de nuestros estudios, así que ellos le dirán cómo quieren ser atendidos.

-Como usted mande Señorita Andrey.- dijo el sirviente un poco sorprendido pero se recompuso rápidamente.

Los seis jóvenes subieron las escaleras platicando de una forma más relajada.

-Ahora entiendo porque tanta ceremonia, ya decía yo que nunca nos habían atendido así.- se quejó Archie antes de entrar a su cuarto que estaba junto al de su hermano.

-Si al parecer George si aviso que venia Terry y de quien es hijo, espero que la situación se relaje, se que no estaremos aquí más que un par de días pero si el ambiente sigue así Candy seguirá muy nerviosa.- dijo Stear.

Como era de esperarse las habitaciones fueron dadas por jerarquías, la más lujosa de huéspedes se la dieron a Terry, era espaciosa, tenía una chimenea, una terraza amplia, en la que había varias plantas decorativas por ahora cubiertas por el frío y un pequeño juego de jardín de sillones y mesa que servía para ver el panorama.

Las habitaciones de Annie y Patty estaban en el tercer piso, esto molesto a Archie pero nadie entendió porque. Eran muy hermosas, con chimenea y en colores claros, las habitaciones de los padres de Annie ya estaban dispuestas en la otra ala de la mansión, Candy ocupaba la habitación más grande al final del pasillo junto a la que supuso era del tío abuelo, tenía un baño muy amplio, en cuanto entró quizo guardar el equipaje pero descubrió que en el gran armario había un gran volumen de vestidos, todos nuevos y hechos a la medida.

-Pero si solo estaré aquí un par de meses, toda esta ropa es para un año de invierno además.- dijo sorprendida. Betsy le sonrió, era una ama de llaves no tan grande y le parecía muy divertida su patrona.

-No se preocupe señorita Andrey yo acomodaré su equipaje por si quiere algo de ahí, le haré el espacio adecuado.- dijo sonriéndole.

-Gracias Betsy pero no me digas "Señorita Andrey" para todo, me siento como regañada, si gustas puedes decirme Candy.-

-Disculpe señorita pero no me atrevo, si gusta puedo decirle señorita Candy si la hago sentir mas cómoda en su hogar ¿Quiere que le prepare el baño?.- pregunto Betsy.

-No solo prepáreme otro vestido, uno cómodo, me asomaré a ver este balcón.- dijo Candy abriendo una puerta de cristal que estaba en su habitación.- ¡Vaya pero si esto no es un balcón! Parece una gran terraza, se podría hacer una merienda aquí mismo.

Candy camino por ese lugar asomándose a las orillas y a unos dos metros de distancia vio a Terry viendo su terraza.

-Tu casa es muy grande pecosa, aquí se podría dar una fiesta.- dijo el castaño sorprendido.

-¿Tú castillo no es así?.- pregunto Candy curiosa.

-Tiene habitaciones así, pero la mía no es tan grande como la que me toco, supongo que la Duquesa cara de cerdo le dio este tipo de habitaciones a sus malcriados hijos.- dijo Terry riendo.

- Esta casa es tan grande, no me la imaginaba así, Lakewood es mucho más reconfortante.- dijo Candy mordiéndose el labio.

-Si sigues haciendo eso con tu labio, arriesgaré la vida pegando un brinco hasta allá para besarte.- dijo Terry riendo.

-¡Terry! Aunque te diré que si veo imposible saltar a tu balcón.- dijo Candy observando lo alto que estaba.

-Si lo dices tú que tienes las habilidades de una mona pecosa, te creo.- Terry seguía riendo.

-¡oossh!Vamos, ya es hora de bajar y ninguno nos hemos cambiado, será mejor apurarnos.- dijo Candy

Terry y Candy no fueron los únicos en retrasarse Stear estaba tan absorto mostrándole a Patty lo que había en la mansión que a él le llamaba la atención que no vio la hora. Habían llegado a la biblioteca, Patty estaba maravillada, era tan grande y tan basta, tenía desde libros antiguos hasta algunos muy modernos.

-Stear que hermoso lugar podríamos pasar semanas aquí, disfrutando de la lectura y bueno de tu compañía.- Patty se ruborizó.

-Quisiera escribir a mis padres y a la tía para pedirles que me dejaran quedar aquí contigo, de haber sabido que serías una invitada aquí yo hubiera tomado otra decisión.- dijo Stear sentándose en un sofá de dos plazas.

-No me quedare mucho, mis padres llegarán en unos días y tendré que irme a la mansión O'Brian, pero lo me imagino lo magnífico que sería poder pasar estos días en Londres juntos espero que un día no solo sea una ilusión.- dijo Patty viéndolo intensamente.

-No lo será Patty, te prometo que esta será la ultima Navidad que pasamos separados.- Stear se acercó a Patty y la besó tiernamente.

-¿Patty me dejas quitarte las gafas?.- Stear mientras le preguntaba se las quitó y se quitó las suyas.

Comenzó a mirarla a los ojos con mucha intensidad, ella también lo observaba, sus ojos color café claro, la luz de las ventanas los hacia verse color miel, el no pudo reprimir un impulso más profundo y la volvió a besar, esta vez profundizó el beso, la llevó a abrir la boca para explorar su interior y que juntos descubrieran sensaciones nuevas. Sus miradas se habían cruzado y no podían dejarse de ver, el beso fue tan agradable que Patty cerró sus ojos color avellana y se dejó llevar por la pasión. Stear la,sujetaba de la cintura y la pegaba más a él, pero logró controlarse porque era un caballero y su a Patty la mejor dama que había podido en encontrará, terminó el beso con pequeños besos cortos y la tomo de las manos.

-Patty tenía tantas ganas de besarte, pero en el colegio el miedo me supera por lo terror a lo que te podrían a hacer las monjas si nos encontraran, pero nunca dudes que yo estoy realmente enamorado de ti.- dijo el pelinegro y beso la mano de su novia.

-Stear yo jamás dudaría de ti y tus sentimientos, soy muy feliz por tenerte a mi lado.- Patty busco la boca de su novio y se siguieron besando en el sofá sin darse cuenta de la hora.

Annie y Archie bajaron juntos al salón grande para el té, Archie se había cambiado y ahora lucia un hermoso sombrero con plumas de color azul, su camisa de seda blanca y un pantalón azul marino.

-Annie veo que ya estás lista, iba a ir a buscarte para escoltarte.- dijo Archie observándola.

-Gracias Archibald.- dijo secamente Annie, traía un vestido verde de manga larga.

Bajaron las escaleras sin decir palabra y entrar al salón, descubrieron que eran los primeros en llegar.

-¿Sigues molesta conmigo por lo qué pasó en el colegio?.- pregunto el casi rubio.

-No se si molesta Archie, simplemente ya no creo en ti, aveces pienso que cada vez que me lastimas y te disculpas es porque no quieres perder la oportunidad de besarme, no se a donde vas con nuestra relación, no hablamos, cuando salimos solo quieres tener contacto físico y yo no se que sentir.- dijo Annie de nuevo al borde de las lágrimas.

-Annie.- dijo Archie en un susurro.- Perdoname, en verdad perdoname no se que me pasa, no soporto a Granchester y no es porque sea novio de Candy, no quiero que creas que son celos hacia ella, yo simplemente me llevo mal con ese tipo, es engreído, prepotente, maleducado, grosero y siempre me falta al respeto.

-Por lo que he visto, tú tampoco eres muy educado y no sólo lo digo por esta vez, piénsalo Archie y no mi notices el tema que aborde, siempre que estamos solos terminamos besándonos sin mesura y bueno tú hasta has estado tocándome.- dijo Annie avergonzada y sobre todo muy angustiada.

-Discúlpame Annie, pensé que entendías que era mi forma de demostrarte mi afecto, yo pensé que los dos sentíamos lo mismo.- dijo Archie muy sorprendido.

-Si Archie pero no es correcto, me da mucho miedo que me pase lo que le paso a Elisa.- la rubia lloraba.

-Te juro que no es mi intención que te castiguen, yo solo quiero que veas mi afecto hacia ti, seré menos demandante y esperaremos a que tú estés lista.- termino el ojiazul.

-Esta bien.- Annie se dejó abrazar por Archie, mientras el le besaba la frente.

El contacto se tuvo que romper porque Candy y Terry entraron platicando y riendo. La rubia al ver su mejor amiga tan abatida no dudo en preguntar.

-¿Te encuentras bien Annie?.

-Si ya todo está en orden, porque en lo que vienen Stear y Patty no les tocó un poco ese magnífico piano que está junto al gran ventanal.-dijo la rubia de ojos azules mientras caminaba hacia el piano, aprovechando que dio la espalda a todos se limpió los ojos.

-Muy buena idea, yo mientras serviré el té.- dijo Candy

- Granchester o debo decirte mi Lord.- dijo Archie de mala gana.- ¿quieres una copa?

-Gracias por la copa.- dijo Terry sin seguirle el juego con la provocación.

Annie estaba tocando una obra de Chopin, que de inmediato llamó la atención de todos, la partitura estaba ahí puesta así que solo la leyó y la uso, Terry se sentó junto a Candy a escucharla y Archie tomo asiento viéndola con admiración, cuando acabo la pieza la rubia se acercó a tomar el té que ya estaba servido.

-Tocas muy bien Annie.- dijo Terry e hizo el ademán de aplaudir para dirigir el simulado aplauso solo para ella.

-Gracias, pero en realidad es el piano y el que eligió esa melodía.- dijo Annie ruborizada y muy halagada.

-¿Desde cuando practicas?.- pregunto Terry

-Desde los seis años, fue lo primero que me enseñaron cuando me adoptaron.- dijo La rubia intentando no ser tan tímida, Archie se puso celoso de inmediato.

-Gracias al piano nos hicimos amigos ¿no es cierto Annie?.-el Americano se puso de pie y la sujetó de un hombro.

-Si, mi madre pidió a la tía Señora Elroy, si podía ir a tomar clases de música con ellos y acepto, solo fui un corto tiempo.- dijo Annie que prefirió no decir que su madre al enterarse que Candy estaba cerca decidió no arriesgarla a encontrarla.

Todos se quedaron sumidos en un silencio raro, Annie no queriendo dejar morir el tema y para romper esa tensión que se comenzó a sentir debo a la actitud de su novio, volvió a hablar.

-Pero tú también eres magnífico al piano, te escuche un día que iba a ir a practicar y de inmediato tú me cediste tu lugar.- dijo a Terry.

-Solo practico cuando estoy solo, pero no sabía que me habías escuchado, no me di cuenta cuánto llevabas en el salón de música, además tú tenías la autorización y yo solo me metí, lo correcto era que tú ensayaras.- dijo el inglés y le regalo una sonrisa.

-Porque no nos deleitas con otra pieza Annie querida.- dijo Archie que estaba fúrico, no soportaba saber que Terry todo lo hacía bien.

Annie volvió a tocar la que seguía en las partituras de Chopin y ahora Archie se quedó a su lado ayudándole a dar vuelta a la página, mientras veía con mirada retadora a Terry. El inglés no se inmutó, siguió tomando de su copa y decidió tomar un bocadillo.

-Me gustaría poder tocar el piano igual de bien que ustedes, pero supongo que igual que el francés, soy un caso perdido.- dijo Candy sonriendo resignada.

-Mañana mismo comenzaremos las clases Pecosa, no creas que olvide lo que te prometí.- dijo Terry dándole la sonrisa vibrante que el usaba solo con ella.

En ese momento entró Stear y Patty que venían muy ruborizados y Stear un poco despeinado, se habían quedado dándose una maravillosa sesión de besos, ellos en ese aspecto no eran como Annie y Archie, Patty sabía que su relación era tan nueva y ella tan inexperta que quería que todo fuera con calma, disfrutaba de la compañía y de las pláticas de su futuro ingeniero. Además Stear también era muy inexperto, podría ser mayor que Archie y Anthony pero su mente se ocupaba más de conocer el mundo y el universo que de fijarse en que vestido usaban las niñas.

-¿Dónde estaban? Llevan más de 15 minutos de retraso.- dijo Candy viéndolos con picardía.

-Le mostraba Patty la casa, ¿tu ya la recorriste?.- dijo Stear muy nerviosito

-No porque pensé que la recorreríamos juntos, ya que yo tampoco la conozco, pero supongo que ahora Patty me podrá hacer un tour.- dijo Candy riéndose

Stear se ahogó con el sorbo de té que le había dado a su taza y Patty se metió todo el bocado para no tener que contestar. Candy y Terry se comenzaron a reír y Archie también río, pero voltio a explicarle a Annie que se había perdido de la diversión.

La tarde continuó así, relajada y tranquila. Entre Annie y Archie tocaron el piano, para entretener a los invitados, la hora de la cena se acercaba y George no volvía, Candy trató de no darle importancia, aunque no sabía que debía ordenar.

George había esperado más de una hora a Daniel Leagan en el departamento nuevo de los Legan.

-Veo que el señor Legan no volverá pronto, lo mejor será que me vaya a la mansión a supervisar que todo está bien.- dijo George imperturbable.

-Lamentó que la espera no haya rendido frutos, yo avisaré a mi marido sobre la cena que se hará por el compromiso de Anthony y la señorita Van der Horst, ¿quieres que le comunique otro asuntos mi marido?.- pregunto Sarah realmente apenada.

-Dile que espero que durante la cena me pueda atender, es sobre los negocios el señor William quiere zanjar ciertos acuerdos y ya no puede esperar más tiempo, me retiro.-dijo el ingles y se retiró despidiéndose con la cabeza.

Después de que salió George, Sarah llamó a sus hijos y a la mucama.

-Elisa y Neal, iré a buscar a su padre al club donde me dijo que estaría, gracias a que no está no pudimos saber más detalles de lo que está pasando con Anthony.-dijo Sarah más para ella que para sus hijos.

-Mamita pero yo quería ir a la mansión Andrey, imagínate que Candy tiene invitados y uno de ellos es un noble, no quiero imaginar que va a pasar y como lo atenderá.- dijo Elisa fingiendo preocupación.

-Nadie se irá de aquí hasta que yo vuela, en primera no tengo tiempo de llevarte y dos debes quedarte y pensar en el problema de Anthony porque eso solo quiere decir que ya no se casar contigo ¿y donde quedan nuestros acuerdo? Todo esto es culpa tuya Elisa por ser una casquivana y te prohíbo salir.- dijo Sarah exaltada por el enojo.

Sarah salió hecha una furia y azoto la puerta, en el segundo descanso de las escaleras encontró a su esposo que venía tomando del brazo a Marie y la mujer llevaba un bebé en sus brazos.

-¿Me quieres explicar que es esto?¿porque trajiste a la sirvienta hasta acá y que hace vestida así?.- Marie se asustó al escuchar los gritos, menos de un mes le había durado el gusto de sentirse la futura señora Leagan, ahora no sabía que iba a pasar

-No podemos hablar aquí, subamos al apartamento y ahí te explico todo. Marie sube a tu apartamento por favor.- dijo Daniel Leagan tratando de permanecer sereno.

-¡¿Qué estás diciendo?! Trajiste a tu querida a vivir al mismo edificio donde nos tienes a mi y a tus hijos.- Sarah ya estaba fuera de si.- quiero que se largue de Londres Ella y tu maldito bastardo, porque no vas a negar que ese mocoso es hijo tuyo.

Daniel empujó a Marie para que caminara sola, y tomo a su esposa del brazo para llevarla hasta su departamento.

-Suéltame Daniel, yo puedo subir sola.- dijo Sarah y subió más aprisa las escaleras, Marie iba casi corriendo con su Niño en brazos muy asustada. Sarah la alcanzó y la sujetó del brazo hasta hacerle daño.- Lárgate de aquí con tu engendró, jamás serás la señora Leagan porque solo eres una puta que no sirve para nada más.

Marie se soltó y estalló en llanto, alcanos a subir al siguiente descanso tratando de proteger a su bebé. Sarah al soltarla se volteó y encaró de nuevo a su marido.- Maldito cerdo.

Daniel la metió como pudo al departamento, Elisa y Neal se metieron a sus recámaras al escuchar un poco del altercado en el pasillo.

-Sarah quiero el divorcio.- dijo Daniel intentando estar tranquilo.

-No te lo daré nunca, me oyes. Si te lo diera tú eres el que sale perdiendo, tengo entendido qué tal vez seas el presidente de los bancos Andrey, George estuvo aquí para comunicártelo y te daré un ultimátum si quieres el cargo te desharás de tu concubina y del bastardo que tienen o le dire a la señora Elroy que me engañaste desde antes de casarnos porque eres un cazafortunas, tienes hasta el lunes para que se vaya si no quieres que yo la desaparezca.- dijo Sarah furiosa.

-No me desharé de ella entiende, yo me enamore de esa mujer.- dijo Daniel enojado.

-Entonces despídete de todo lo que conoces, porque o te quedas conmigo o te quedas sin nada y esa prostituta no te va a querer sin un solo centavo o ¿que harás la regentearás para sobrevivir?.- Sarah se burlaba

-Has lo que quieras, el cargo no será mío terminará siendo para alguien más, hablas de Marie de la peor forma pero tú y tu hija son las verdaderas putas aquí. Tu me diste un bastardo por hijo y Elisa está llevando los mismos pasos que tu.- Daniel le grito a Sarah y ella lo abofeteo por ofenderla.

-Neal es tu único heredero y no digas idioteses, si no quieres que tu amada puta desaparezca tú encárgate de llevártela lejos.- Sarah se dio la vuelta y se fue a su recámara.

Daniel se salió del departamento y fue a ver a Marie. La mujer abrió la puerta envuelta en un mar de lágrimas.

-No te angusties Marie, te prometo que tarde o temprano me dará el divorcio, tal vez tengan que irse a America de nuevo para que estén a salvo.- le explicó el señor Leagan a la ex mucama.

-No quiero irme, quiero estar cerca de ti, por nuestros hijos.- dijo ella llorando más fuerte.

-¿Qué?.- dijo Daniel

-Es una sospecha pero estoy casi segura que de nuevo estoy encinta.- seguía llorando amargamente.

-Debes estar tranquila, no salgas del departamento hasta que yo te diga y voy a intentar afrontar la situación, te juro que yo quiero estar con ustedes.- dijo Daniel besándola y abrazándola para calmarla.

Su mente era un torbellino, no podía dejar a Marie con un Niño pequeño y otro en camino, pero si la dejaba cerca de Sarah su vida corría peligro.

Tristemente recordó a Adele, la institutriz de Neal y Elisa con la que tuvo un amorío, el se estaba enamorando y cuando Sarah lo descubrió todo la desapareció sin importarle qué ya tuviera un prominente embarazo, todo fue una terrible tragedia, lo único que pudo averiguar es que había dado a luz a una niña, que Adele había muerto en el parto y la comadrona al ser tan pobre no podía haberse quedado con La Niña y la llevo a un orfelinato cercano. En todos sus años de investigación el único lugar que encontró cercano fue el hogar de Ponny y todo el tiempo pensó que Candy podía ser su hija pero en su última investigación le informaron que su hija había sido adoptada cuando era aún pequeña y no como paso con Candy que nadie la adoptó.

Su intranquilidad lo estaba torturando, sin saber que su hija estaba más cerca de lo que él imaginaba.