"El odio se gana

tanto por las buenas obras

como por las malas."—Nicolás Maquiavelo

El pequeño imp comenzaba a bostezar y frotarse lo ojos debido al gran sueño que comenzaba a invadirlo, miró hacia su compañero de juegos quién le ofrecía unas galletas de chispas de chocolate y leche para merendar y así no irse a dormir totalmente con el estómago vacío Él aceptó hambriento, pero apenas termino el cansancio comenzó a dominarlo todavía más.

El día había sido muy agotador para el pequeño diablillo, pasar varias horas jugando con el pequeño príncipe de un lugar para otro, puesto el lugar es realmente enorme. Un castillo en el que casi cualquiera podría perderse, pero que estando con el pequeño búho no fue difícil ir de un lado para otro. Incluso logró despistar aquellas miradas para nada disimuladas de los guardias que andaban por ahí vigilando la zona, quienes lo miraban con inferioridad y recelo, pero como el señor Goetia les explicó que es el amigo de su hijo y por lo tanto les advirtió que no le hicieran nada, es que ellos mantenía su distancia e incluso podía perderlos fácilmente de vista, así podía cumplir con la misión que su obstinado y manipulador padre le había encomendando, tomar todas las cosas de valor que se encuentre, y vaya que son demasiadas que con un solo saco no alcanzaba.

Fue tan agotador, tomando en cuenta que él ya estaba acostumbrado a correr y saltar de un lado a otro, de hacer maniobras y escalar, aún así no dejaba de ser un niño y estar muy cansado que cuando cayó la noche, después de merendar esas deliciosas y calientitas galletas con leche, no dudó en ir a dormir. Posiblemente ha sido la primera que él va a dormir sin que nadie más le tenga que decir u obligar.

—¿Dónde se supone que vaya a dormir?— le preguntó el diablillo a su acompañante, dando un largo bostezo al final de la pregunta.

Blitzo todavía no tenía muy en claro si ya mañana iba a regresar al circo con su familia y demás conocidos, o debía soportar estar un día más en ese lugar. Su padre no le explicó bien ello. Aunque en lo personal, no la había pasado demasiado mal como llegó a pensar en un principio. Terminó por divertirse de verdad estando con el pequeño príncipe búho y descubrió que esté tenía un libro muy interesante donde puede viajar al mundo de los seres llamados humanos, ¡Los pecadores! Quería saber cómo eran antes de llegar al infierno. Había escuchado un poco de su apariencia pero él mismo tenía tantas ganas de verlo con sus propios ojos.

Si aún mantiene una buena amistad con él, posiblemente pueda convencerlo de que lo llevé allá arriba para ver el mundo humano en un futuro lejano. Aunque debe ser muy paciente para que llegue ese momento, realmente es su deseo ver ese mundo del que tanto ha oído hablar de los pecadores, quienes algunos de ellos incluso llegan a tener tanto poder.

—¡Vamos a mi cama!— le respondió el búho a su pregunta de a dónde se va a quedar a dormir.

Blitzo ya se veía durmiendo en la alfombra o en algún sofá cerca de por ahí, así que sin quejarse fue hacia la habitación del príncipe. Realmente pensó que tratar con un niño mimado ricachón iba a ser mucho peor, después de todo hasta del mismo padre del niño lo escuchó, que son inferiores a los demonios de la realeza. Sin embargo y contrario a lo que realmente creyó, fue tratado muy bien por el pequeño príncipe búho, quién le daba todas las atenciones y es muy amable con él. Incluso puede decir, que no es un chiquillo creído. Al menos no de momento, tampoco puede decir que ya en unos pares de horas lo conoce bien.

—¿No está muy alta?

No es que no pudiera subir a la enorme cama, poniéndose de pinturas y dando un buen salto lo lograría sin problema, pero en su opinión está algo alta para que alguien tan pequeño durmiera sin temor a caerse. ¿Así son las camas de los ricos?

—Hay un banquito por aquí para que te apoyes.— indicó el príncipe señalando el banquito que estaba del otro lado.

Blitzo se subió y recostó en la comodidad del colchón, los espacioso que es y el olor tan agradable es de ensueño, nunca pensó que algún día dormiría tan dignamente. Ignoró por completo lo que el contrario estaba haciendo, cayó rendido ante el agradable aroma perfumado de las sábanas y almohadas.

Stolas por otra parte fue al baño a cambiarse de ropa a una pijama. Se sentía tan nervioso pero ansioso, emocionado de que aquel hermoso y carismático niño imp esté en su habitación y duerman juntos, como en una pijamada. El pequeño búho quiere apreciar esos momentos por siempre, después de todo el imp es su primer amigo, el único que tiene.

Apenas salió del cuarto de baño se dirigió rápidamente hacia su cama donde ya se encontraba ahí un Blitzo acostado, casi en bolita y abrazando una de sus almohadas con algo de fuerza y una sonrisa boba, posiblemente disfrutando de la suavidad de está. Stolas con cuidado de no aplastar la cola del diablillo, se recostó a su lado. Tenía sueño, pero también desbordaba alegría que se le hacía un poco difícil quedarse dormido tan fácilmente.

—Blitzo. — lo llamó suavemente. Esté apenas le hizo caso y solo le contestó con un pequeño ruido, dándole la señal de que lo estaba escuchando.

—¿Hm?

—Mañana también vas a estar aquí conmigo, ¿Verdad?— dijo curioso el búho.

Hubo un muy breve silencio antes de que recibir una contestación. Stolas pensó por un momento que ya se había quedado dormido su amigo, hasta que por fin le respondió.

—Stolas, tengo sueño. — bostezó, se giro hasta quedar frente a él, pero mantenía los ojos cerrados. Sin embargo ambos niños estaban cara a cara, Stolas se sonrojó por la cercanía del contrario, por tener sus rostros cercas aunque el imp tuviera los ojos cerrados.—Mañana seguiremos jugando un poco más...

El príncipe sonrió feliz, puesto eso significaba que el diablillo no se iría pronto y podrá estar con él por un poco más de tiempo.

—Descansa Blitzo. Dulces sueños.— le deseó recordando estas últimas palabras de su madre cuando era un recién nacido, un polluelo que recién salida del cascarón del huevo.

El demonio rojo lo escuchó, y aunque se le hizo muy extraño ese último comentario que nisiquiera sus propios padres le deseaban con tanto afecto como el pequeño búho —su madre un poco sí pero no seguido—, no comentó nada al respecto y prefirió disfrutar el dormir en un lugar tan cómodo, cálido y grande como ése.

Mañana será otro día, Blitzo dudaba que en otra ocasión pudiera dormir tan cómodamente cómo esa noche, así que realmente quería descansar lo más que pudiese antes de marcharse de ese lugar y regresar con su familia y amigos al circo, que por muy humilde, viejo y feo que esté, son los demonios con los que convive todos los días lo que convierte esa carpa de circo en un verdadero hogar.

El pequeño Stolas tuvo un maravilloso sueño.

Ya de por sí es muy raro que recuerde sus sueños al momento de despertar, en esta ocasión lo hizo porque valió la pena y lo hizo suspirar de felicidad y provocarle un buen humor que difícilmente desaparecerá por el resto del día.

Soñó que su padre le volvió a decir acerca del tema de que ya está comprometido con una niña que le da mucho miedo por lo violenta que se ve en la fotografía que le enseñaron. Eso fue lo feo del sueño, pero que tomó el valor para decirle a su padre que no quería comprometerse con alguien que no solo no conoce y ni recuerda su nombre, sino que también es una niña de la que no siente nisiquiera una pizca de atracción. Pero en sus sueños también le dijo a su padre que la razón por la que no quería casarse con ella, es porque en realidad ya había un demonio que ocupaba un lugar en su corazón.

Su padre no reaccionó mal y al enterarse de quién se trataba, le dio la "aprobación" para poder seguir juntos en un futuro.

Esta claro que los sueños no siempre son maravillosos y que por más irreal que muchas veces son, está vez el pequeño Stolas realmente deseó que su sueño se cumpla, tarde o temprano. Este dichoso sueño fue suficiente para que el búho declarará que sería un buen día y que está preparado para ser un príncipe ejemplar, alguien digno que gobernara el infierno, que estudiara día y noche el Grimorio que le dio su padre hasta saber y conocer de toda la magia oscura que puede controlar, dominar. Estudiará sin descansar y ser un poderoso y respetado demonio.

Al principio se sentía medio inseguro y no tan confiado de todas las responsabilidades que ya se le dieron siendo tan pequeño todavía, quería sentir orgulloso a su padre y ser alguien digno para darle honor y más respeto al apellido Goetia, pero no había sentido esa inspiración que lo animara lo suficiente, ese pequeño empujoncito y aliento de apoyo. Hasta que conoció a Blitzo, él es como una radiante estrella, con una esencia única. Cuando lo vio por primera vez en ese circo, quedó hipnotizado. Cómo si lo hubieran hechizado.

Es su primer amigo y no quiere perderlo.

La mañana para el príncipe búho fue un poco diferente a lo habitual. Comenzando con que no despertó solo, puesto tenía a un diablillo recostado a su lado que tenía la cabeza hundida en una de las almohadas. Parecía tal vez, tener el sueño pesado y tampoco se veía con muchas ganas de querer levantarse. Aunque para Stolas es una buena hora para empezar el día.

Con la intención de no querer molestar al diablillo y levantarlo de sus sueños, decidió comenzar sus labores de la mañana. Apenas salió de su cuarto su mayordomo con la misma expresión aburrida y casi inexpresiva de siempre, ya lo estaba esperando para ayudarlo.

El pequeño príncipe le pidió que llevará el desayuno a la cama y que está vez sea el doble, puesto tiene un invitado especial con el que quiere compartir su desayuno. El mayordomo solo asintió simplón y le recordó sobre sus clases al medio día y que debe continuar dándole lectura y estudio al Grimorio.

Cuando Stolas regresó a su habitación intentando no hacer mucho ruido, grande fue su sorpresa al ya no ver a Blitzo dormido en la cama, por lo que intrigado comenzó a buscarlo en toda la habitación. Incluso reviso por debajo de la cama y en su armario, hasta el baño. Pero luego de un breve rato, termino por encontrarlo saliendo por la ventana.

Le preocupaba que se terminará por caer, especialmente por la altura en la que están, pero el imp realmente parecía saber lo que hacía maniobrando para saltar hacia la rama de árbol más cercana. Pero antes de llegar eso, Stolas fue rápidamente hacia él para preguntarle:

—Blitzo,— llamó alto, el mencionado se asustó un poco y volteó rápido a verlo. Intento verse relajado, sin perder de vista los árboles y que estaba por marcharse.—¿Ya te tienes que ir?

Ya sospechaba el porque hacía eso, era para salir de ahí. Pero lo que no entendía es porque salía por la ventana y no bajando las escaleras hasta llegar a la puerta principal, ¿Los imps tienen alguna rara tradición con estas? Algo más que lo entristecía es que esté se iba a marchar sin siquiera despedirse de él. ¿Por qué?

—Tengo que seguir trabajando en el circo, ayer fue mi pequeño descanso estando contigo.— explicó encogido de hombros el imp. Stolas comprendió pero, no dejaba de estar desanimado al pensar que Blitzo ya debía irse.— Pero hey, puedes ir a verme de vez en cuando, ¿No?— le propuso sacándole una sonrisa al príncipe.

Si bien el circo no es el lugar favorito de Stolas, pero con tal de ver un rato a Blitzo y después pasar tiempo con él, iría sin problema. Solo que claro, tendría que ir acompañado de alguien como su mayordomo y un guardaespaldas por seguridad.

—Si estás tú, estaré ahí.

Blitzo le sonrió con agradecimiento, una sonrisa bonita para el príncipe que lo ruborizo e intento calmarse pensando en otra cosa.

Se escuchó el estómago de Blitzo rugir, avergonzando lo un poco. Cómo su piel es tan rojiza, a duras penas se puede notar cuando se ruboriza.

—¿Tienes hambre?¿No te gustaría desayunar conmigo antes de irte?— invitó Stolas insistente.

Blitzo estuvo a poco de decirle que no, puesto realmente quería regresar al circo para ver a su hermana y a su madre, realmente las extraño mucho al no verlas por un día entero. Pero realmente tenía hambre y sabía que cuando llegue a casa, no comería en una condición igual a si lo hace con Stolas. Además si come con él, puede darle su ración de comida a su madre para que coma más. En las últimas semanas casi no come por darle la comida a él y su hermana, haciéndose más delgada y pálida. Le entristece verla así.

—Esta bien, desayunaré y luego me iré. — suspiró sin más remedio, y regresando a la habitación con Stolas.

No esperó mucho tiempo para que el desayuno fuera traído por unos dos sirvientes que pusieron la bandeja de comida en la cama del príncipe, dónde habían muchos platillos con suficiente comida para ambos. Para beber jugo de manzana refrescante.

Blitzo miró el desayuno, realmente se veía tan bien. Fruta fresca y dulce, huevos con nuggets, tocinos y papitas recién hechas. Era un paraíso para el imp, así que sin más tiempo que perder comenzó a comer con mucho ánimo.

Apenas termino y se sintió con más energía, fue hora de la despedida.

—Entonces nos vemos. — se despidió el imp para marcharse e ir dando saltos y descendiendo de los árboles hasta llegar al césped, luego irse de ahí casi corriendo.

Stolas suspiro más tranquilo y ansioso, puesto ahora sabe que podrá encontrarse con Blitzo en muchas más ocasiones.

Al caer la tarde y un breve receso de sus clases, se encontró con su padre saliendo del castillo hacia al jardín, dónde decidió sorprenderlo y contarle sobre lo maravilloso que fue su día ayer jugando con su único amigo.

Su padre apenas le prestaba atención a lo que uno de sus tantos hijos le contaba.

—¡Papá! ¿Cuándo volveremos a ir al circo?— pregunto Stolas con bastante insistencia rodeando a su padre, siguiéndole el paso. Para su suerte su padre caminaba lento pero elegante, así no se tenía que matar corriendo para seguirle el paso al mayor si fuese a un ritmo más rápido.

—Tengo tiempo libre dentro de dos años.— respondió calmadamente, recordando que en unos días tiene que verse con el mismo Lucifer para unos asuntos meramente personales pero de suma importancia.

Aquella respuesta de padre a hijo deprimió al príncipe búho, la única opción que le quedaba a Stolas es ir al circo sin su padre y con unos guardaespaldas.

—¿Te divertiste?— preguntó Paimon para cambiar el tema al notar la expresión deprimida de su pequeño hijo.

—Por supuesto, Blitzo y yo jugamos toda la tarde a los piratas y arrogar cosas por la ventana. — contestó con emoción y entre risas al recordar el día de ayer.

Su padre arqueo la ceja curioso y algo confundido ante la mención de ese extraño juego de niños.

—¿Piratas y ventana? Los Piratas no tienen ventana.

—¡Lo sé!— concordó su hijo.—Se lo dije a Blitzo pero él dijo que así es mas divertido y que es un juego de imps.— explicó brevemente lo que el diablillo le contó.— Nunca me divertí tanto como ayer. Fue el mejor cumpleaños de todos. — suspiro satisfecho y radiante de sonrisa. Incluso recordar los momentos con su nuevo amigo, le hace olvidar brevemente sobre su compromiso arreglado con esa niña que le da miedo y repelús.

—O por Satán, soy un buen padre. — se halago así mismo el señor Paimon sonriente, tan orgulloso de sí mismo y encantado de hacer las cosas tan bien.

Aunque el buen humor es de los ánimos que no te duran siempre.

—Disculpe su majestad...— le habló uno de sus guardaespaldas perrunos, esos los tiene encargados de la extrema vigilancia y de la seguridad en su castillo.

Son realmente muy buenos en olfatear y cuando es de noche ven demasiado bien. Rápidos y fuertes, son perfectos. Pero a veces, solo a veces, no son tan inteligentes.

Paimon se inclina un poco para escuchar lo que el guardaespaldas tiene que decirle, esté parece hablar solo un poco bajo, explicándole la situación. Y cada segundo que pasaba, el rostro del padre se iba poniendo más serio, severo. Estos gestos no pasaban por desapercibido para el pequeño Stolas, quién intrigado y sin escuchar del todo bien lo que platicaban, decidió preguntarle a su padre que sucedía apenas el guardia terminará de hablar con él.

Lo poco que entendió el pequeño príncipe fueron palabras claves como: "hurto", "objetos valiosos perdidos o desaparecidos", "sospechoso" e "imps". ¿Quizás hablaban de algún imp del servicio?¿O del cocinero?

—¿Qué pasa papá?

Paimon miro seriamente a su hijo por unos segundos, suspiró y le indico a qué guardia que se alejara de ellos, que después le comentaría que procedería pero que ahora hablara con su hijo sobre ese detalle.

—Parece que creen que robarle a la realeza no trae consecuencias. — fue la respuesta de su padre, sonó irónico pero con una doble intención. Stolas no entendía a qué se refería todavía.

Después de pensar un poco más, llegó a la siguiente conclusión:

—¿Robar?¿Nos robaron?— soltó dudoso hasta que su padre asintió.—¿Quiénes?— dice sorprendido. Sabe que en el infierno el acto de robar y hurtar es bastante normal y común, pero lo ve muy difícil e imposible que le roben a la familia Goetia. La seguridad es impresionante después de todo.

Su padre extrañamente vacilo en si decirle o no, lo medita un poco, recordando las palabras del guardia perruno que le comentó sobre el caso, que tanto habían investigado y porque no habían entrado en acción justo en el momento. Esperando a que el pequeño ladrón se marchará pero siguiéndole la pista.

—Tu amiguito.— dijo por fin Paimon para gran asombro del pequeño príncipe.

—¿¡Blitzo!?— exclamó sin creerlo, incluso llamo la atención de otros sirvientes cercanos. El pequeño recordó las palabras de su mayordomo de que los Goetia no deben exaltarse de esa forma, deben siempre mantener la calma y ser elegantes. Se aclaró la voz y le dijo a su padre:—Pero yo estuve todo el día con él, incluso al dormir fue en la misma cama. Él nunca se separó de mí en todo momento. — lo defendió sin poder creer que su amigo haya sido el ladrón.

Pero también es imposible que los guardias estén mintiendo o se hayan equivocado. Sin embargo Stolas no quiere creer que su mejor amigo haya sido el culpable. Intento recordar en qué momento puso haber sido, ayer se la estaban pasando tan bien y luego a la hora de dormir Blitzo dormía como tronco. Duda demasiado que se haya levantando en la madrugada

—Admito que agarramos algunas tantas cosas como joyas y diamantes metiendo las en su saco para luego tirarlas por la ventana.— recordó el juego de ayer. —¡Pero todo fue un juego! Nunca ví que él realmente se llevará ese saco con nuestras cosas. Seguramente alguien más se llevó ese saco, él no pudo haber sido. — continúo hablando sin parecerle nada sospechoso las acciones del imp ayer.

Porque Stolas es un niño que a pesar de que sabe las cosas malas que suceden en el infierno y como son los demás demonios de clase inferior como dice su padre, aún así, quiere creer en Blitzo, quiere creer que él no lo hizo. Quiere creer que él es diferente a los demás y que no lo pido haber engañado en su propia cara, ¿Verdad?

—Ay mi pequeño búho, eres tan ingenuo y tontuelo, no es tu culpa claro,— suspiró su padre comprensivo, dándole unos mimos en su cabeza. Esta claro que él jamás culparía a su propio hijo, qué aún es demasiado inocente que no se dió cuenta como robaban en su propia cara.— pero debo tomar medidas drásticas para que ésto no vuelva a pasar. — agregó poniéndose serio y con la mente fría.

El pequeño Stolas tragó duro y nervioso, inclusive si Blitzo realmente fuese el ladrón o colaboró en ello, aún así, no quiere que se le castigue.

—¿Qué piensas hacer, papá?— pregunto preocupado el menor, siguiendo a su padre quien entró al castillo y se dirigía a su despacho. El camino hacia ahí es un poco largo, a menos que vayas muy rápido o te teletransportes, pero Paimon parecía no tener estás intenciones. Parecía que se estaba tomando su tiempo en pensar las cosas.

—Los visitaré.— respondió sonando severo.

—¿Les pedirás que devuelvan todo diplomáticamente?— sugirió el menor. Su padre lo miró con una ceja alzada, extrañado por la sugerencia de su hijo.

—Eso sería muy amable para alguien como yo, lo que pienso hacer en realidad es...— hizo una breve pausa pensativo, negando por completo el ser amables con ellos.

Quienes le robaron después de todo es la clase de demonios más inferior, a quienes nadie les debería importar lo que les suceda. El castigo que piensa darles es severo y memorable, pero tampoco quiere que se noté que metió mucho empeño en ello por seres tan pequeños. Inclusive no necesita estar presente para castigarlos, tal vez.

—Incendiar todo esa sucia carpa barata de circo que tienen. — se le ocurrió sin preocupación o compasión alguna, asustando a su pequeño hijo.

—¿Los vas a matar?

—Claro que no, solo voy a destruir su hogar. Y tal vez mueran algunos en el proceso.— supuso, después de todo si ellos son tan ágiles y rápido puede que varios escapen de las llamas.— Además recuerda que el fuego "normal" no afecta a los demonios, no lo sentimos... A menos que sea fuego azul.— añadió para que su hijo se llevará esto como aprendizaje.

El fuego azul también se le conoce como el fuego de Lucifer, evidentemente no es el mismo que el normal. El fuego que todos conocen no hace daño a los demonios, solo a objetos materiales o cosas a comer. Y si quisiera realmente matarlos, tendría que usar ese fuego azul, aquel tan poderoso que solo muy escasos demonios tienen acceso a él. No cualquiera tiene el permiso y el poder de producirlo o que se lo otorguen temporalmente.

Pero él es Paimon, un demonio de la realeza que es de suma confianza y cercanía del mismo Lucifer. Incluso se atreve a decir, su mano derecha. ¿Qué tan lejos puede llegar para darles una lección a unos imps que realmente no merecen parte de su tiempo?

—Tienen que aprender a nunca robarle a alguien de la realeza.

—Pero papá, ahí está mi amigo Blitzo... Él no merece ser castigado. Por favor, a él no le hagas nada malo...— pidió el pequeño príncipe al borde del llanto, sumamente preocupado por su mejor amigo.

Paimon no soporta los llantos de los niños. No le gusta lidiar con ellos y realmente no quiere que su hijo este chillando, y aunque está seguro que ése tal Blitzo y su padre son los responsables del robo en su castillo, realmente está por permitir que el amigo de su hijo sea el único a quien tal vez, perdone.

¿Sería muy misericordioso de su parte?

—Esta bien hijo, prometo no hacerle un severo daño a tu amigo.— prometió el mayor a su hijo, suspiró sin más opción. Todo por no escucharlo chillar y que su hijo este contento para seguir estudiando el Grimorio.—Pero solo lo hago por ti.— le aclaró al menor, quién asintió y pudo respirar un poco más tranquilo.

Ahora solo tendrá esa espinilla de si Blitzo realmente ayudo al robo y solo lo utilizo. Necesita hablar con él para aclarar las cosas.

—Esos imps tiene que aprender su lugar y que nunca se les debió cruzar siquiera el pensamiento de robarnos. — soltó autoritario Paimon accediendo a su despacho, dónde su hijo lo siguió por detrás.

—¿Irás ahora mismo?— preguntó Stolas inseguro. Aunque su padre le prometió que su amigo estaría fuera de peligro, aún seguía bastante preocupado.

—Es muy temprano hijo, quizás por la noche vaya y les dé el mensaje de que no debieron robarle a la familia Goetia.— le respondió. Reconsiderando la posibilidad de de que tanto daño puede ocasionar el incendio. — ¿Qué dirán los demás cuando se enteren que fuimos robados y no hicimos nada al respecto?— preguntó y sin darle tiempo a su hijo de responder, continúo hablando mirando fijamente al menor.—Hijo, tienes que entender esto. Es mejor que un príncipe sea temido y respetado, a qué sea amado y burlado. Si eres muy bondadoso, el pueblo se terminará aprovechando de ti. — agregó con seriedad.

Es una lección, una enseñanza muy importante para el príncipe heredero que gobernara las treinta y seis legiones sobre como ser un digno príncipe del infierno.

Blitzo y Fizzarolli han sido muy buenos amigos e inseparables desde siempre. Ambos son imps que tienen un origen bastante similar y un humor parecido, mientras que Fizzarolli tiene un talento innato para la comedia y las acrobacias que lo distinguen en el circo, siendo una pequeña estrella muy popular, Blitzo todavía está aprendiendo a ser el mejor y su humor pocos lo comprenden. Sin embargo ambos son muy cercanos y se cuentan de todo.

—Escuché que fuiste a una casa grande de gente rica, de la realeza. ¿Es cierto?— preguntó Fizzarolli bastante curioso e interesado en el tema. Lo escuchó decir de la hermana de Blitzo quién a su vez está lo escuchó del padre, además que eso explicaría porque el niño andaba desaparecido desde ayer hasta el medio día de hoy que por fin regresó.

Los dos estaban ayudando a preparar algo de comida para la noche, la cena. Sopa de rabanos y orejas de cerdo como "proteína". Debido a la escasez de alimento que sufren no se permiten comer gran variedad de alimentos a la hora de comer. Los días con más suerte y fortuna comen tres veces al día y disfrutan de pescado a medio comer. Mientras que uno cortaba los rabanos, el otro se encargaba de hervir el agua y echarle un poco de sal. En otra olla más pequeña tenían arroz con granos de maíz, este todavía necesitaba más tiempo para cocinarse. Cómo no es mucho y en el circo son bastantes, la ración de esté es muy poco.

—Sip, y no era una casa grande.

—¿A no?

—¡Era un castillo!— expresó estirando sus brazos haciendo un gesto de lo enorme que es ese lugar. Después volvió su atención al agua hirviendo.—Tenía demasiadas habitaciones, pasillos y escaleras que sentía que me iba a perder. Lo único que no tuve oportunidad de ver tan bien, fue el jardín y la cocina. — fue contando cada una de las cosas que recuerda de ese enorme lugar.

Todo olía bien, era nuevo, brillante y enorme. Lujoso y precioso. Nada que ver con la vida humilde que les toca a ellos vivir.

—¿Pero por qué fuiste?— pregunto su amigo todavía sin comprender el porque lo escogieron él, y que estuvo haciendo allá.

—Le pagaron a mi papá para que fuese amigo de otro niño, y pasará todo el día con él. — explicó Blitzo en un tono de voz más bajo, puesto no estaba seguro si sería bueno que los demás imps lo escucharán. Agregó:— Apenas hoy pude salir. No tengo ni idea si debía estar más tiempo ahí, pero me fui y aquí estoy de nuevo.— suspiro más relajado y contento de regresar a casa.

Solo puede confiar en su amigo Fizzarolli, quién estuvo reflexionando las palabras del contrario.

—¿Se hicieron amigos?— dijo con cierto recelo el niño.

Otra razón por la que Blitzo y Fizzarolli son muy cercanos es la edad, no hay mucha diferencia de edad entre ellos, mientras que los otros imps son adultos, son adolescentes o son bebés.

—Podria decirse que sí. Al principio me resultaba todo un rarito y aburrido porque hablaba cosas que no entendía bien. Además que parecía leer mucho.— le fue contando Blitzo, recordando como Stolas lo único que le compartía era sobre libros que había leído de plantas y un diccionario de palabras en latín muy antiguas, cosa que a él obviamente no le llamaban la atención.

—¿Un come libros?— apodó Fizzarolli burlón.

—Exacto.

—Oh Blitzo, eso suena muy soso y tonto. — se rió un poco, terminando de cortar todos los rabanos que le dieron y con ayuda de Blitzo para tener mucho cuidado, metiendo los a la olla con agua hirviendo.

Luego de eso la taparon y decidieron preparar la bebida, agua con azúcar. En días con más dinero se daban el lujo de preparar limonada o jugo de naranja.

Pero Blitzo no se desanima, después de todo, con las cosas que robó ayer en ese castillo, seguramente su padre podrá venderlas o comprar muchas cosas y ellos serán el circo con más dinero de todos. Pronto tendrán una enorme, nueva y bonita carpa, también mucha comida de primera calidad y nuevos juguetes. Pensar en todo eso lo hace sentir mejor y quitarse todo tipo de culpa por haberle robado a su nuevo amigo.

—Aunque debo admitir que al final no fue tan malo. Me divertí mucho con él y me contó qué él va aprender a como ir al mundo humano. — comenzó a contar Blitzo, el único libro que le llamó mucho la atención de los tantos que tenía Stolas, era ese de forro azul con símbolos extraños que según el búho, lo llevaría al mundo humano.

Ahora ya no se acuerda de su nombre. Pero si puede recordar como era la portada y su color. Si en un futuro próximo le preguntarán si quisiera volver a ir a ese castillo, lo haría para saber más de ese misterioso libro.

Aunque para leerlo debe mejorar su compresión lectora.

—¿Al mundo de los pecadores?¿Es enserio?— cuestionó Fizzarolli sin poder creerlo.

Blitzo rió un poco ante la expresión de su amigo, es entendible que le cueste creer lo que dice. Ir al mundo de los humanos suena fantasioso pero no imposible.

—Si, además le hablé sobre mi negocio en el futuro.— sonrió en grande con brillitos en los ojos. El contrario hizo una mueca extraña en sus labios, como si ya no le gustará lo divertido y feliz que se oía Blitzo a hablar de alguien más.—Le prometí que tal vez lo contrataría y él me dijo que yo sería un gran jefe. — se señaló así mismo bastante animado.

Fizzarolli sabía del sueño de Blitzo sobre su futuro negocio, a él también le ofreció sobre que si quería, podía contratarlo. En aquel entonces el niño se burló un poco de él, pero ahora el hecho de que otro niño que no sea la hermana de Blitzo también sepa sobre los sueños de su mejor amigo, le pone un poco raro.

—Blitzo, ese niño rico no es mejor que yo, ¿Verdad?— mencionó el contrario mirando a su compañero de juegos quién estaba concentrado preparando el agua de azúcar. En el fondo no lo sabía, pero estaba celoso de que Blitzo tuviera otro amigo más genial que él.

—¿Qué dices?— soltó confundido sin comprender a su amigo.

—Solo somos nosotros dos, tú y yo, mejores amigos por siempre. ¿Bien?

Blitzo un tanto extrañado por el repentino comentario de su amigo, le choco los cinco como señal de hermandad y no discutir con él. Esta claro que Fizzarolli y él seguirán siendo muy buenos amigos por mucho más tiempo, ¿Pero tiene problemas si él tiene más amigos? No está seguro, pero tampoco quiere pensar mucho en eso y prefiere concentrarse en el agua con azúcar que está preparando.

—¿Y robaste muchas cosas?— le pregunto Fizzarolli curioso para cambiar el extraño ambiente que se había generado entre los dos.

—Por supuesto.— confesó confiado, aunque al principio la idea de robarles no fue de su agrado por miedo a que lo descubrieran, todo salió muy bien y salió de ahí sin problema alguno.— Pero como ellos son tan ricos, puede que ni lo noten.— comentó con ironía y gracia. Ellos tienen mucha riqueza que robarles un poco, no los hará pobres.— Aunque debo admitir que robarles fue demasiado fácil para ser creíble...— murmuró pensativo.— Incluso engañe a ese niño para que me ayudará a robarle, ¡Y no se dio cuenta!— soltó una carcajada al final.

—Que idiota es. — le siguió con malicia el otro burlándose de aquel niño que ni conoce.

Aunque a Blitzo no le agrado ese último comentario, después de todo Stolas le termino por caer muy bien para su sorpresa.

—No le digas Idi—, intento defender Blitzo a su nuevo amigo, pero antes de decir algo más, fue interrumpido un ruido sordo de fondo que provocó un largo silencio en los dos niños, mirándose entre si confundidos.

Se escuchó más bullicio al fondo y comenzaron a preocuparse, ¿Qué estaba pasando?¿Deberían ver qué sucede? Ellos están encerrados de la comida, de ver qué todo esté bien y vigilar que nadie más entre a robarla.

Alguien entró a la cocina, un imp ya algo viejo y encorvado, parecía haber corrido una maratón de lo cansada que se veía, miró a los niños angustiado.

—¡Blitzo!¡Fizzarolli!— exclamó entre alarmante pero aliviado de haberlos encontrado.

Es el padre de Blitzo. ¿Por qué se ve como si estuviera por dar una muy mala noticia?