—¡Blitzo!¡Fizzarolli!

El señor de avanzada edad se acercó a los dos menores y les indico que dejarán de hacer lo que sea que andaba haciendo para ayudarlo. Los niños comenzaron a percibir un peculiar olor alrededor al apagar la estufa donde estaban calentando la comida.

—¿Qué está pasando?— preguntó Blitzo confundido ante el comportamiento de su padre, quién apenas recuperó fuerzas los hizo salir de la cocina y salir lo más pronto posible de ahí.

Entonces ambos niños pudieron percibir mejor las cosas, el olor y la cantidad de humo enfrente suyo que poco los dejaba ver.

—¡La carpa!¡Hay fuego por todos lados!¡Nos están atacando!— explicó muy brevemente el adulto tan atemorizado como ellos dos.

Ambos se dieron cuenta que el hombre cargaba tres sacos, uno muy grande y otros dos más pequeños, los más pequeños se los dio a ellos para que lo ayudarán a cargarlo. Fizzarolli no tenía ni idea de que pudiera haber dentro, pensó en quizás ropa y algo de comida, pero Blitzo ya podía sospechar que traía adentro, especialmente por como se escuchaba.

Ambos niños quizás por reflejo y miedo se tomaron de las manos con todas sus fuerzas y junto al imp mayor comenzaron a correr y ser precavidos por si algo caía encima de ellos. Escuchaban gritos al fondo de otros imps, desesperación y confusión los invadía. Ese día pudo haber sido bastante normal como cualquier otro, es increíble como en un segundo las cosas pueden estallar.

—¿¡Qué!?¿Y mamá?¿Y mi hermana?— pregunto Blitzo preocupado por ellas, ya que no más veía por ningún lado o no estaba con su padre.

Entre más corrían de un lado a otro buscando algún punto de salida, se daban cuenta de las llamas que los envolvían. Normalmente el fuego "normal" no hace daño a los demonios, solo destruye cosas materiales y cocina los alimentos, pero ese fuego es diferente a todo lo que alguna vez vieron, es de un color azul y resulta hacerles daño a ellos, lo cuál es bastante inusual.

—¡No hay tiempo!— excuso su padre, a lo que Blitzo se molesto y entristeció más.— Tu hermana y tu madre ya deben estar afuera. — dijo rápidamente, pero Blitzo no sabía si creerle.

Ambos corrían con esos sacos no muy pesados pero molestos en busca de la salida.

—¿¡Pero quién nos está atacando y por qué!?— gritó está vez Fizzarolli sumido en la desesperación.

¿Por qué les está pasando esto?¿Cuándo acabará todo?

Pero el padre de Blitzo nunca respondió aquella pregunta lo cuál hizo que en ambos entrara una gran desconfianza y tuvieran ganas de irse por otro lado, alejarse de él y solo tenerse ellos dos.

Luego de un considerable rato yendo de un lugar a otro, se dieron cuenta que estaban atrapados en el extraño y peligroso fuego azul, los dejaba sin salida y acorralados. Rodeados por la misma muerte.

¿Qué pueden hacer ahora?

Cuando la esperanza estaba perdida y ya daban por hecho que ahora sí van a morir y se van a pudrir en la tierra entre las cenizas del fuego, sin opción de ir al cielo o regresar al infierno, los niños dejaron los sacos con el vanidoso imp mayor y se alejan de el rápidamente, apenas lo hacen logran ver a lo lejos una forma de tal vez salir de ahí.

Uno puede cruzar con la ayuda del otro, quizás sienta el fuego demasiado cerca de él e incluso se queme un poco con gravedad, pero tal vez si pueda salir de ese círculo de fuego que tanto les aterra y les hace imposible la salida.

Ambos niños se ven, es obvio que se necesita uno que sea el apoyo para dar ese impulso y el otro debe hacer un espectacular salto sin errores, es similar a cuando hacen acrobacias para un show. El mejor calificado para hacer el salto sería Fizzarolli, pero también saben que si uno salta y cruza el otro lado, el otro se quedará y no correrá con la misma suerte.

—Blitzo...— lo miró su amigo algo decaído, sin la intención de abandonarlo.

Pero el imp más pequeño ya lo tenía muy en claro el que debían hacer.

Recordó las palabras de su padre, como en ocasiones solía compararlo con Fizzarolli porque esté solía ser mucho mejor que él, tenía un mejor carisma y talento innato para ser un payasito. Su padre siempre había arruinado sus sueños, ha sido tan directo y crudo en sus palabras. Pero al fin y al cabo, ha tenido razón.

—Tu saldrás de aquí, y no me contradigas.— se apresuró a decir, Fizzarolli dijo un "pero", y Blitzo continúo hablando.—Solo ve y hazlo, probablemente yo encontraré otra salida antes de que se ponga peor la situación. Además, todavía tengo que asegurarme que mi mamá y mi hermana no estén aquí...— explicó brevemente, insistente para que Fizzarolli lo dejé.—Si tú estás afuera y ellas están allá, por favor cuidalas, ¿Si?— pidió sonriente.

Tal vez la última sonrisa que los dos se compartan, no se sabe aún.

Fizzarolli no estaba de acuerdo con Blitzo, no del todo. Pero si salía rápido de ahí y buscaba ayuda, tal vez puede salvarlos. O tal vez Blitzo realmente podía encontrar alguna otra salida que no hayan visto antes, por más que no lo cree posible, debe tener fé. Pero los demonios como ellos, ¿Pueden tener realmente fé?

—Prometo que lo haré, y tú no vas a morir. No así y no en este momento.— dijo Fizzarolli seguro de sus palabras. No piensa defraudar a su mejor amigo.

Blitzo agrando su sonrisa y le brindo toda su confianza.

—Hagámoslo.

Si bien es cierto que sólo se iban a quedar temporalmente en ese anillo del infierno y que suelen ir de un lugar a otro sin una casa fija, el circo y la gente de ahí es su verdadero hogar. Uno del que ya no quedaba casi nada.

Ya habían pasado diez minutos desde que Fizzarolli y Blitzo se habían separado, Blitzo recorrió otros lugares del interior de la carpa. Con desesperación y lo último que se le ocurrió fue escarbar en la tierra para hacer un hueco o un camino subterráneo, lo suficientemente profundo y llevarlo al otro lado.

Pero el sólo no iba a poder y menos en tan poco tiempo, luego se encontraba con piedra y esa no la podía romper.

Entonces viendo los demás cuerpos que se iba encontrado, las logró ver para su tristeza y pena.

A su hermana y a su madre. Inmóviles, el fuego las consumió.

No se molestó en buscar a su padre.

En un último aliento de desespero y con ganas de morir como ellas porque toda la esperanza ya la había perdido, trago duro y corrió rápidamente hacia el fuego azul para cruzarlo haciendo el mayor salto que podía hacer, fracasando.

Cruzó la llamarada, lo que se encontrará el camino quemándose en el proceso. Todo fue dolor y agonía, y cuando por fin salió del humo y el fuego azul se alejó lo suficiente hasta tirarse en un charco lodo más cercano, tierra húmeda que esperaba eso sirviera para apagar el fuego que aún lo rodeaba.

Esta anocheciendo, pronto todo estaría oscuro y no sabía si ese fuego azul en algún punto iba a detenerse. La carpa de circo se deshizo dejando cenizas y cuerpos de imps quemados y muertos. Algunos difíciles de reconocer.

Escuchó unas voces en el fondo, al parecer buscando algo. Incluso esas voces se insultaban entre sí puesto su trabajo era proteger o buscar a alguien, es lo que entendió.

Después de un largo rato inconciente despertó porque unos extraños lo vieron y sacaron del lodo. Blitzo les hubiera gritado pero no tenía el aliento ni las fuerzas de siquiera parpadear, su cuerpo se sentía como si todavía estuviera en ese abrazador calor del fuego azul a pesar de que en la noche hace muy frío. Sentía que en cualquier momento iba a morir y que todo lo que sacrificó no valió la pena. Muchas partes de su piel ardían insoportablemente.

—¿Es el niño?— habló uno de los extraños. Lo poco que logra verlos, es de esos demonios perros. ¿Qué hacen ahí?

—Creo que si. De todas formas lo llevamos con los demás y que el jefe lo compruebe.— le contestó su compañero de trabajo.

Ambos demonios peludos vestían con un traje modesto y lentes oscuros.

—Ojalá sea él. Se supone que debimos sacarlos antes de que el incendio comenzará, llegamos demasiado tarde.— comentó el contrario.

—Si el jefe se entera nos va a matar.

Aquello preocupó a ambos sujetos. Solo tenían una maldita misión y no la cumplieron de la mejor manera.

—Esta todo sucio, pero apenas se de un baño probablemente se dé cuenta que si se quemó. — suspiró angustiado, más preocupado por lo que le pase a él a las condiciones del pequeño imp que apenas podía escucharlos.

—Maldita sea.— exclamó uno hacia arriba, mirando hacia cielo rojizo despejado. Una imagen se le vino en mente de repente.—Lucifer ayúdanos.— imploró al más poderoso ser del infierno.

Ya no podían tardar más tiempo o será peor, deben llevarse al imp de ahí.

Varias horas pasaron para que Blitzo lograra despertar de su profundo sueño, o más bien del trance en el que se sometió y poco a poco los sentidos en su cuerpo es que fue reaccionando.

El lugar era completamente desconocido para él. Lo único que podía jurar es tener otra ropa puesta, muchas vendas sobre su cuerpo, incluso por su rostro, sentir algo de frío en la habitación y su garganta muy seca como sus labios.

No tenía mucho ánimo de hablar o siquiera estirar sus extremidades. De pronto un imp que se le hacía familiar fue hacia a él y le entrego un vaso de agua que el de inmediato bebió. El imp no necesito hablar, hizo un gesto para pedir más y el otro imp entendió y le sirvió más agua. Realmente estaba tan sediento y el agua es diferente a la que ya está acostumbrado a tomar.

—¿Dónde estoy?— pregunto Blitzo el imp de vestimenta rara pero se nota más viejo que él.— Me duele...— se quejó al intentarse moverse un poco.

El imp no respondió, al contrario salió dejándolo a solas en la habitación pero en poco tiempo regresó con alguien más que, al verlo, supo identificarlo sin problema.

Ese demonio es imposible de olvidar o de no reconocer. Es el padre de Stolas. Sin embargo, aunque puede reconocerlo a simple vista, no recuerda su nombre en lo absoluto.

—Al fin has despertado. Estuviste dos días enteros inconsciente. — habló el demonio con calma y gentileza, en un tono de voz moderado para no alarmarlo pero lo suficientemente alto para no repetir las cosas dos veces.

—¿Dos días?— dijo bastante sorprendido. Él contrario asintió encogido de hombros. Blitzo de repente sintió hambre, pero supo disimular bien. Aunque conocía a ese demonio, no se fiaba de él.—¿Este lugar es...?— preguntó sospechando que se trate de alguna habitación del castillo de esa familia ricachona que nunca inspeccionó cuando llegó a estar ahí.

—El cuarto de invitados por supuesto.

—Llamare el príncipe Stolas para avisarle que su amigo por fin ha despertado. — habló por fin el otro imp que parecía estar muy callado en todo este tiempo.

Blitzo no comentó nada al respecto, se quedó bastante pensativo en esas cuatro paredes, incluso no le tomo importancia cuando el demonio de mayor altura igual se retiro de la habitación.

Dos días inconsciente. Y aún así se siente cansado, y algunas partes de su cuerpo las siente entumecidas o adoloridas. Todo le parece extraño. Perfectamente recuerda los sucesos de hace unos días, la carpa del circo en llamas, los cuerpos de toda su familia inmóvil, su hogar se había extinto en poco tiempo. Lo había perdido todo de un momento para otro. Quería llorar, pero cuando estaba a punto de correr la primera lágrima, la voz de alguien lo saco de su pequeño trance.

—¡Blitzo!— lo llamó el pequeño príncipe búho, de inmediato se subió a una silla cerca y con cuidado tomo asiento en una esquina de la gran cama donde está el imp pensativo.—

Cuánto me alegro que por fin hayas despertado. Le pedí a mi papá que tratarán tus quemaduras y—, comenzó a explicar Stolas tan feliz y emocionado de verlo por fin despierto.

Cuando su papá le dijo la condición en la que se encontraba su amigo hace dos días, realmente se sintió tan mal hasta el punto de llorar. Incluso aunque Paimon le dijo que no estaba muerto, terminaron por tratarlo. Por fortuna pero no coincidencia, su padre sabe el arte de las medicinas así que no tuvo problemas en atenderlo de manera rápida y decirle con confianza a su hijo que solo son quemaduras en su piel y que pronto despertaría.

La espera para Stolas fue una tortura.

—¿Por qué estoy aquí?— pregunto con seriedad Blitzo interrumpiendo al príncipe.

—El circo donde estabas...

—Si recuerdo lo que pasó, me refiero a, debería estar muerto. ¿Por qué estoy aquí?¿Quién me trajo?

—Ahm yo...— Stolas se puso nervioso. ¿Qué se supone que le diga? No quiere decirle sobre lo que su propio padre hizo. Además que todavía tiene esa duda sobre porque el imp robó en su propia cara y si realmente el contrario lo ve como su amigo o solo lo utilizo para su beneficio. Sea como sea, decirle la verdad es algo que prefiere posponer de momento.—¿Recuerdas que prometí visitarte lo más pronto posible? Justo decidí ir hace dos días por la noche, y se vio el fuego y mandé a buscarte. Lamento haber llegado tan tarde, pero te encontraron y pedí que te atendieran tus quemaduras lo más pronto posible, que te trajeran aquí para que descanses. ¿Seguro que estás bien?— pregunto para cambiar un poco de tema, todavía preocupado por la salud de Blitzo, quién al final decidió creerle.

Ya que dudaba demasiado que Stolas tuviera algo que ver con el incendio del circo. Además que si recuerda al búho decir que pronto iría a visitarlo y fue gracias a ello que lo salvó. Así que debería estar muy agradecido.

Pero aun así, las cosas no pueden estar bien. Blitzo no se siente como si hubiera sido realmente salvado.

—¿Estar bien? Toda mi familia murió, mis padres, mi hermana... Mi amigo no sé si aún sigue con vida... Lo poco que tenía, ya no existe. No tengo nada. ¿A dónde se supone que iré?— se cuestionó el imp afligido, lleno de tristeza y coraje. Para él salvarse de una muerte segura no le hace sentir más aliviado o cómodo.

Su hogar ha sido destruido.

—Blitzo, puedes quedarte aqui todo el tiempo que necesites. — consoló Stolas intentando levantarle el ánimo pero sin hacerlo enojar, después de todo sabe que el imp está pasando por una situación muy difícil. No solo por la salud, sino también emocionalmente la está pasando muy mal.

—Yo no quiero... Yo no debería—, intento negar el imp, pero está vez el príncipe fue quien le interrumpió ante su negación.

—Somos amigos, no debe haber problema si te quedas aquí. — hizo una pequeña pausa mirando los gestos del contrario. Todavía parece un poco ido, y tiene su mirada agacha. Casi intentando ocultarla.—¿Quieres llorar?— esa pregunta salió de la nada, más bien lo pensó en voz alta.

—¿Te estás burlando de mí?— frunció el ceño molesto, porque efectivamente quería hacerlo.

—Oh, no, no no, no me malentiendas. Lo que trataba de decir es que...— se puso nervioso y trago duro. Lo que menos desea ahora es que el imp se la agarre contra él, y tampoco quiere molestarlo o hacerlo sentir mal.— Puedes llorar, no me burlaré. Está bien sacar todo lo que tienes dentro, desahogarse. — fue lo que dijo yendo con cuidado en la elección de sus palabras para no hacerlo enojar más.

—¿No soy demasiado joven para que esto me pase?— se dijo para si abrazándose así mismo, triste ante la pérdida de su familia, aunque igual Stolas lo escuchó y decidió quedarse en silencio.

El búho siente algo de culpa, después de todo sabe quiénes fueron los culpables de la muerte de toda la familia de Blitzo. Pero incluso aunque se lo dijera justo ahora, ¿No sería peor?¿No sería mucho que afrontar para Blitzo? Ya de por sí se siente desgarrado por dentro y aún está en recuperación después de tantas quemaduras en todo su rojizo cuerpo. Además de que posiblemente aunque le expliqué las cosas al imp, ¿Y sí él lo odia? Él no hizo nada, incluso intento persuadir a su padre de no hacerlo, pero aún así las cosas se dieron. De todas formas él sabe lo que pasó, pero será mejor no decir nada de momento.

Es mejor que se quede callado con respecto a ese tema delicado para el imp e intentar animarlo de otras formas y cuidarlo.

—Este puede ser tu nuevo hogar. — se le ocurrió decirle, esperando a que el imp no se lo tomará a mal. No sabe cómo puede reaccionar.

Blitzo no dijo nada, siguió callado y llorando en silencio. Quiere quitarse todas las vendas de su cuerpo.

Blitzo terminó por quedarse un tiempo con la familia Goetia, al menos por unos pares de meses más en lo que se recuperaba y también se ponía a pensar cuál sería su futuro. A dónde debe ir, que hacer y la posibilidad de que Fizzarolli haya sobrevivido. Pasar todo este tiempo con Stolas, realmente le hizo darse cuenta que el pequeño búho es de sus amigos más cercanos e íntimos, estando en todo momento hacia él y sabiendo darle su espacio cuando esté se siente abrumado por las emociones y recuerdos de la muerte de toda su familia. Cuando quiere estar solo para desahogarse en llanto y aferrarse a la primera almohada o peluche que tenga cerca. Aunque no lo diga, Blitzo aprecia la amistad de Stolas en esos difíciles momentos donde se ha quedado sin nada más que los recuerdos y las memorias del extraño fuego abrazador en lo que alguna vez fue su hogar.

Sin embargo, no todo es color de rosas en el castillo.

Aquella tarde Stolas le había preparado una pequeña sorpresa al imp para animarlo, enseñándoles unos preciosos caballos que la familia Goetia tiene a su disposición, de buena raza. Pero antes de llegar a esto, se pusieron a jugar a las escondidas en todo el enorme lugar. Claramente no fue la mejor de las ideas pero si para pasar el rato lo suficiente.

Especialmente cuando Blitzo logró escabullirse en la oficina del papá de su amigo y escuchó a éste hablar sobre un tema en particular que intrigó demasiado al imp como para seguir bien oculto y seguir escuchando de lo que hablaba con alguien.

—Su alteza, ¿Qué piensa hacer con ese imp?

Blitzo supuso que se refieren a él.¿Por qué están hablando de él? Ya lleva un buen tiempo ahí.

—Si a mi hijo le gusta, puede quedarse lo. Me beneficia más que perjudica, así no se sentirá solo en mi ausencia. — respondió Paimon a las dudas de su sirviente. Parecía prepararse para marcharse.

—¿Y cree que le guste quedarse aquí?

—¿A quién no?— suspiro incrédulo. Cómo si fuese obvio que cualquiera disfrutaría estar ahí como algún tipo de invitado.—Quizás con el tiempo incluso sea parte del servicio. Así seguirá a lado de mi hijo y también hará algo de provecho aquí. No creo que quiera escapar, no está en condiciones de hacerlo...— dijo aquello en un tono de voz más serio y preocupante para el imp escondido.—

Después de todo, ya no tiene a nadie ni nada a dónde ir.— agregó encogido de hombros, esas palabras se sintieron fuertes para el diablillo.—En fin, tengo una reunión muy importante con Lucifer. No me verás aquí por un tiempo, así que vigiladlos bien. No quiero que haya algún otro robo en mi ausencia, pero quizás ya no se atreva, después de lo que pasó la última vez. — ordenó confiando en el pequeño sirviente de bigote simpático que ya llevaba varios años sirviendo a la familia.

—Como usted ordene, su majestad.

—Solo espero que ese niño no ocasione problemas, otra vez... La última vez que lo hizo, toda su familia murió.— añadió sin tacto alguno.

Blitzo observo como el padre de Stolas abrió un portal hacia no sabe dónde, pero aquello no fue lo que realmente le llamo mucho la atención, sino que al momento de despedirse una última vez, hizo un gesto con la mano que provocó que saliera por breves instantes ese fuego azul que hace meses no veía desde el accidente en el circo.

No pudo ser coincidencia, y si analizaba más las palabras de Paimon, está más clara la verdad.

Las horas pasaron, Blitzo más que olvidar que seguía jugando a las escondidas con Stolas, prefirió no ser encontrado y estar más tiempo solo mientras se ponía a pensar acerca de lo que descubrió. Quienes lo trajeron aquí, sobre que el padre de Stolas sabía lo del robo que hizo y aquel fuego azul que no volvió a ver y no sabía que un demonio podía manipular. Sigue siendo muy ignorante en varias cosas, con trabajo sabe leer y escribir e incluso es muy poco, escaso.

Algo que lo tenía bastante inquieto es sobre si su amigo sabía lo que hizo su propio padre. Quería despejar dudas, quería creer que él no lo sabía. Pero para ser sinceros, en esos momentos sólo quería salir corriendo de ahí, huir muy lejos y aislarse de esa familia de ricachones que solo ha traído desgracias a su tan corta vida. Pero antes de largarse de ahí, quiere saber la verdad. Quiere saber si Stolas lo supo todo este tiempo. De no ser así así, tampoco cree que el coraje y profundo rencor que lleva dentro se calme, estar en ese lugar comienza a molestarle.

Entre más solo estaba, más se ponía a pensar de aquel incidente que le dejó no solo marcas en su cuerpo, sino también en sus memorias y emocionalmente sigue afectando lo.

Pero estar en soledad no es algo que le dure para siempre, especialmente estando en casa ajena.

—¡Aqui estás! Realmente eres muy bueno escondiéndote. Llevo más de dos horas buscándote.— escuchó la "irritante" voz de Stolas llamándolo. Desde hace bastante rato se había salido de la oficina de Paimon y ahora se escondía en uno de los tantos baúles del castillo.—¿Pasa algo?— pregunto intrigado al no recibir contestación del imp y notarlo bastante afligido cómo sin ganas de hablar.

Paso un breve rato para que el diablillo le respondiera, saliendo de su escondite y pasando a lado del búho, estuvo a nada de ignorarlo pero terminó por decirle con cierto rencor:

—¿Tú lo sabías?

—¿Saber qué?— soltó sin entender pero preocupado por la repentina actitud del diablillo. Hace rato estaba contento o por lo menos mucho más amigable con él. Entiende que esté triste por la muerte de su familia, pero parece que en vez de triste y apagado, esta molesto e irritable, impaciente.

Ahora ni siquiera le ve a la cara, le da la espalda y solo puede ver su cola delgada y puntiaguda moviéndose de un lado a otro lentamente.

—¿Sabías quién inicio el incendio en el circo?

No hubo respuesta. Stolas se quedó mudo pero abrió los ojos en grandes. Se puso nervioso así como pensar como se pudo haber enterado así de la nada. Al reflexionarlo un poco, debió ser algo bastante reciente porque hace rato no estaba así. Entonces, ¿Fue mientras jugaba a las escondidas?¿Cómo se enteró?¿Por qué sospecha que él ya lo sabía? Tantas preguntas y no sabe si recibirá respuestas o que sucederá. Incluso la idea de mentirle le tentó demasiado, después de todo si le dice que nunca estuvo enterado de que su padre lo hizo, Blitzo no sería capaz de odiarlo aún así, ¿Verdad? Además él no tuvo la culpa.

Su padre es quién tomó esa decisión. Su padre fue quien provocó ese incendio que mató a los padres de Blitzo. Y si Paimon lo hizo, fue porque Blitzo decidió robarles en primer lugar, en su propia cara lo engañó. ¿Quiénes son los malos aquí?

Los dos bandos son malos. No hay ningún bueno aquí. Ningún inocente, y solo víctimas que tuvieron culpa.

Su silencio fue suficiente para Blitzo. Se había tardado demasiado en responderle que el imp no lo soporto.

—¿¡Lo sabías verdad!?¿¡Y no hiciste nada!?— gritó apretando los puños y mirándolo tan molesto y dolido. Su mente solo podía procesar la traición de su amigo. En como esa clase de gente siempre es y será así, cruel con ellos solo por ser inferiores. Solo por ser imps.

Que siempre hacen lo que quieren y nadie puede llevarles la contraria o sufrirá las consecuencias.

—¿Qué iba hacer yo contra mi padre? Yo intenté que no lo hiciera pero... Él...— intentó explicarse y aunque en un principio su plan era disculparse, pedir perdón y que no tuvo la culpa de lo que hizo Paimon, además del porque le ocultó la verdad por cierto tiempo, estaba tan nervioso y asustado que terminó por decir otras cosas qué él no quería decir.— ¡Tú nos robaste!¡Me engañaste en mi propia cara y yo te ayude porque pensé que éramos amigos!— se defendió, como si repentinamente el indignado y molesto fuese él.

"¿Pero que dije?¿Por qué?" Paso por la cabeza del príncipe búho. Su intención nunca fue decirle esas cosas tan groseras —aunque ciertas— a su amigo, porque más ira no arregla nada. Pero intentar disculparse en ese momento, parecía inútil.

—¿O sea que todo esto fue porque les robe un poco? ¡Ustedes tienen mucho más de lo que yo les pude robar!— señaló a su alrededor, haciendo obviedad las cosas que todavía conserva de gran valor. —Soy pobre, mi familia lo es, o mejor dicho la familia que tenía lo era. Todos los días es vivir en la miseria. — esto último al recordar a su ya fallecida familia le hizo temblar la voz, como rota, y lagrimear un poco. Apenas controló su voz continúo reclamando:—Lo peor de todo es que pensé que tú y tu padre me cuidarían, pero todo este tiempo me lo ocultaron. ¡Eras mi amigo! Me traicionaste, me viste la cara de tonto, de un payaso todo este tiempo.

Blitzo parecía aguantar sus ganas de golpearlo, porque quería y podía, pero pronto los sirvientes lo escucharían y al final serían apartados, y quizás incluso el imp terminaría de peor manera.

—¿Yo te traicione?¿Yo te vi la cara de tonto? ¿Y que hiciste tú cuando me robaste en mi propia casa, en mi cara?— cuestionó incrédulo y sin dejar intimidarse, extrañamente. Por lo general no suele ser un niño tan imperativo y menos agresivo, pero ahora es él quien se siente atacado y molesto porque injustamente está siendo culpado y odiado por cosas que no hizo, que nunca buscó y menos provocó.

Blitzo se quedó callado por un rato, le picaba la garganta y tenía tantas ganas de decir palabrotas cómo también largarse de ahí.¿Pero valía la pena desquitarse con el otro?¿Qué conseguiría?¿Desahogarse? Nada de lo que haga ahora hará que recupere a su querida familia.

Ya no volverá a ver a su mamá o a su hermana.

Ya no tiene a nadie.

—Blitzo, no estuvo bien lo que hizo, pero tienes que entender que no fue mi culpa y realmente siento por lo que estás pasando pero—, intentó calmarlo Stolas luego de aquel silencio amargo entre los dos, acercándose al imp para tomarlo de los hombros y abrazarlo, decirle cuánto lo sentía. Pero terminó siendo interrumpido y apartado bruscamente por el menor.

—¡No me toques! Ni siquiera me llames por mi nombre. — escupió muy molesto.— Me da asco escucharte decirme por mi nombre.

Las cosas ya se quebraron. La inocencia y gentileza en dos infantes se extinguió. Lo que parecía ser una irrompible amistad ya no es más que sueños tontos. La paz y el amor se distancian en ambos pequeños, ahora solo alberga el rencor puro y ese sentimiento amargo de traición y decepción.

—...¿Tú me odias?¿Realmente me odias?— preguntó el búho con un tono apagado en su voz.

—Dejame solo.— respondió, esquivando en parte su pregunta. Porque en el fondo, todavía no estaba seguro si realmente odiarlo.—Eres un príncipe cruel...

Blitzo se alejó de él perdiéndose entre los pasillos, Stolas fue rápidamente a su habitación y se encerró mientras reflexionaba las palabras del imp.

¿Es realmente cruel?

Stolas había estado varios horas encerrado sin querer comer o seguir sus estudios, incluso sin ánimo de tomarse un buen baño de esos que tanto le gustan. Su más cercano sirviente un poco harto de la situación terminó por hablar con él e intentar sacarlo de su burbuja deprimente y que comenzará actuar como lo que es, un príncipe con muchas obligaciones y responsabilidades que ya debe empezar a madurar, y no un niño llorón afectado por una simple discusión con su único amigo.

—Príncipe Goetia, su padre tiene bastante rato que se fue. Y no volverá en un buen tiempo. — avisó el sirviente de avanzada edad, esperando alguna clase de reacción en el menor.

El pequeño búho a pesar de haberlo escuchado, ignoró casi por completo ese hecho, restándole importancia si su padre está o no ahí. Ya que después de todo, tiene otro tipo de preocupaciones.

—Blitzo me odia, ¿Qué haré ahora? Es mi único amigo... El primero que hice.— soltó lastimero el pequeño príncipe, sin levantarse de su cama ni querer ver a nadie, pero ahí seguía hablando con su fiel sirviente.

—¿Por qué lo odia, señorito?— pregunto con bajo interés.

—Él lo descubrió todo... Ya sabe quién fue el responsable de la muerte de sus padres y que todo esté tiempo yo lo sabía.

—Su padre ha hecho mucho por usted, príncipe. Es tiempo de que usted tome medidas. — aconsejo el pequeño sirviente, aunque Stolas no terminó por entender bien de lo que hablaba.

—¿Qué quiere decir?

—¿Qué le gustaría hacer respecto a éste asunto?

—Yo quiero...— lo pensó detenidamente. No tiene a su padre para que arregle sus problemas, tiene que comenzar hacer las cosas por su cuenta.—Me gustaría que Blitzo olvidará todo lo que pasó.

—Que olvide todo lo que pasó.— repitió y medito las palabras dichas por el pequeño príncipe. Stolas asintió todavía bastante afligido por la situación.—¿Y que le impide poder hacerlo, príncipe?

—¿Cómo?

—Tal vez debería seguir leyendo el libro que su padre le dió. — continúo aconsejando le, bastante calmado y despreocupado. Cómo si estuviera acostumbrado a escuchar las quejas y preocupaciones de todos los de la realeza.

—¿El Grimorio?— pronunció, su sirviente asintió. Stolas por fin prestó más atención a lo que el imp de avanzada edad le decía.—¿Crees que pueda encontrar algo que me sirva para que Blitzo me perdoné u olvide lo que pasó?— interrogó intrigado y no muy seguro. Sabe que ese libro que su padre le dió tiene tanto información y poder, pero no cree que pueda ayudarlo para que su amigo olvide lo que pasó.¿O si?

¿Qué es capaz de hacer por alguien?

—Estoy seguro que algo debe haber ahí que lo ayude. Aunque debería tener mucho cuidado también, señor.— habló con más seriedad, casi como una advertencia. Stolas se percató de que ya no le dijo "señorito" como hace poco.— Quién sabe en qué pueda resultar la magia oscura que usted y toda su familia alberga. Aún es un niño, pero estoy seguro que al igual que toda su familia, que su padre y hermanos, tiene un gran poder en sus manos que solo usted mismo puede ponerle límites.— explicó como si ya tuviera bastante experiencia.

Stolas lo pensó detenidamente. Prácticamente su sirviente le está diciendo que tenga cuidado con lo que vaya hacer o con lo que descubra mientras estudia el Grimorio, que debe poner límites a la magia que posea.

—Supongo que tiene razón.— suspiró. A fin de cuentas todo se trata de seguir leyendo y estudiando el Grimorio que su padre le regaló.—Pero debo hacerlo yo, ya no puedo seguir pidiéndole más cosas a mi padre. Debo comenzar a tener responsabilidades y madurar. Debo ser alguien.

Y aunque quisiera pedirle el favor a su padre, esté ya no está en casa. Había salido y no sabe cuándo regresará. Además que luego se ocupa demasiado y casi no tiene tiempo para él.

—¿Quiere que busque a su amigo imp y lo encierre en su habitación?— preguntó su sirviente, aunque sonó más como una sugerencia en realidad cosa que sorprendió al pequeño búho.

—¿Por qué eso debería ser necesario?

—¿No cree que escape?

—¿Escapar?

—Por lo que escuché y usted mismo explicó, recién discutieron muy fuerte y su amigo no quiere verlo ni en pintura, y tampoco se ve muy cómodo estando aquí. ¿No cree que intente escaparse?¿O prefiere dejar que se vaya?— formuló llenando de intriga al príncipe que se puso a sobre pensar en la situación. En el poco tiempo que lleva conociéndolo se ha dado cuenta lo escurridizo que es el imp, y a veces impulsivo. Es de sorprenderse que todavía no haya intentando escaparse.—De todas maneras no es como si pudiera hacer algo contra la familia Goetia.

—No quiero tenerlo prisionero pero...

"Eres un príncipe cruel" recordó entonces las palabras que Blitzo le dijo por última vez antes de darle la espalda e irse a algún lado del castillo. El imp ya lo ve como alguien malo, así que, ¿Qué más da lo que haga? Incluso aunque intente disculparse ya sea con palabras o alguna acción buena, a ojos del imp seguiría viéndose cómo alguien de la realeza que es cruel.

Al final el que se ve comprometido es Stolas, quién recordó que ya no pudo mostrarle esa pequeña sorpresa que le tenía preparada al imp y el ofrecimiento de montar a caballo juntos.

—Tienes razón.— concordó el pequeño con su sirviente.—Encierren lo en una habitación y que no escape. No hasta que encuentro la manera de que me perdone o...— hizo una breve pausa.¿Qué límite tiene la magia oscura, demoniaca de la realeza? Solo sabe que tiene que tener mucho cuidado con lo que vaya hacer.—De que se olvide de lo que pasó.

No es un perdón, borrón y cuenta nueva. Más bien es un "perdón u olvidas lo que pasó".

Blitzo sufrió un bloqueo. Es como si todas las ideas y planes que tenía en la cabeza hubiesen desaparecido hasta el punto de no dejar nada en su cabeza más que su nombre y la muerte de sus padres de hace algunos meses por un incidente.

Él iba a escapar de ese lugar.

Pero, ¿Por qué iba hacerlo?¿Por qué ya no lo recuerda?¿Qué hace ahí?¿No debió haber muerto en aquel incidente del circo junto a los demás?¿Cómo llegó ahí?¿Dónde está? Ese lugar no le es para nada familiar. Es demasiado bonito y brillante para su gusto.

Se miró, tenía unas manchas blancas en su rojiza piel. ¿Son esas quemaduras?

—Has despertado.

—¿Quiénes son?¿Dónde estoy?— pregunto un desorientado imp ante las siluetas desconocidas frente suyo.

Otro imp tan bajito como él pero de avanzada edad. Y otro demonio pero muy diferente a lo que alguna vez ha visto. ¿Es un demonio pecador? Parece un niño en realidad.

—Soy Stolas Goetia.— se presentó formalmente y controlando cualquier fuerte emoción que lo alteré o descontrole.—Y estás en mi hogar. Tú eres Blitzo.

—¿Cómo sabes mi nombre?¿Por qué no puedo recordar cómo llegué aquí?— dijo todavía confundido y tan extrañado por todo. Su cabeza comienza a doler cada vez que intente recordar como llegó ahí y como sabe el contrario su nombre.

El pequeño búho que se quedó callado por un breve momento, su sirviente fue quien tomó la palabra está vez al notar el nerviosismo y breve arrepentimiento de su joven amor.

—Sufriste un severo accidente. Por ello tienes quemaduras en la piel y no recuerdas bien ciertas cosas. — explicó brevemente el imp anciano con serenidad y sin titubear. Blitzo le creyó por lo seguro que se escuchaba, además que al ser un imp también como él decidió confiar un poco.—

A partir de ahora trabajaras para el joven príncipe Stolas. — agregó señalando con la mirada respetuosamente al niño a su lado.

—¿Príncipe?— mencionó incrédulo.—¿Esto es una broma?

Nunca había tratado con alguien de la realeza, poco conoce de quienes gobiernan cada círculo del infierno.

—No es ninguna broma.

—¿Estoy muerto?

—Fuiste salvado.

—¿Por quién?

—Por el joven Goetia. — volvió a señalar al mismo niño a su lado.

—¿Eso es cierto?— pregunto no muy seguro.

Pero Stolas por fin decidió hablar suspirando para tranquilizarse.

—Si.

—Gracias, supongo.— murmuró cohibido, aunque no se fiaba totalmente de ellos y tampoco entendía porque algún desconocido decidió salvarlo, supone que algo ha de querer de él.—¿Nos conocemos de algún lado?

Stolas se debatió mentalmente sobre si responderle un "si" o un "no". Si le dice que sí es probable que el imp le agarre un poco de confianza aunque debe decirle de dónde y cómo, si le dice que no es cuestión de que el otro sienta desconfianza y sea poco creíble el porque salvo a un desconocido de su muerte segura si supuestamente ni se conocen.

Recordó hace tiempo en el día de su cumpleaños, ambos debajo de un enorme y hermoso árbol jugando. Blitzo le había hablado sobre que de grande tendría una gran oficina, que sería un gran jefe y tendría caballos con increíbles nombres. Y que si quería lo contraria para que trabaje con él. El búho todavía cuestionó asombrado "¿Tú me contrataras a mí?", Y el imp respondió con dos sencillas pero efectivas palabras "tal vez".

Ambos rieron y siguieron conversando juntos hasta el anochecer y el siguiente día fue donde Paimon supo sobre el robo en su propia casa. Dónde las cosas se pusieron bastante feas.

Stolas solo contestó a la pregunta de Blitzo con un:

—Tal vez.

Tal vez debe seguir mintiendo por más tiempo.

Por mucho más tiempo.