6 meses después
Inuyasha
Se encontraba en su habitación, mirando a través de la ventana. La ciudad ya no era la misma desde aquella tarde. Frunció el entrecejo ante aquellos recuerdos, al mismo tiempo en que, tomaba su arma y salía de su hogar
Cayó de cuclillas, comenzando a correr por las desoladas calles, en las que, a duras penas veía a algún humano o grupo de ellos, intentando reconstruir aquella estructura que, alguna vez, fue su hogar
¡Por favor! ¡Ayúdame!
El último grito de su amada pasó por su mente, provocando que apretara sus dientes, al mismo tiempo en que apuraba sus pasos. Llegó más rápido que los días anteriores, deteniéndose al frente de los grandes escalones, mirando hacia arriba
Dos saltos fueron suficientes para alcanzar la cima, el sol resplandecía demasiado, aunque habían pasado algunos minutos del amanecer, la soledad del lugar se reflejaba en su devastación. Posó sus orbes dorados sobre lo que quedaba del templo, en el que se erguía, aún intecato, el pozo. Cerró sus ojos, recordando la manera en la que se había aferrado a su cuerpo, sin embargo, sin importar la fuerza ejercida, no pudo retenerla a su lado
Maldito sea el que está detrás de todo esto
Pensó, dirigiendo su mirada hacía el árbol, abriéndolos levemente, en señal de sorpresa
- Kikyo - pronunció, acercándose a la joven
La miko, se encontraba vestida con su antiguo traje y su pelo recogido, arrodillada frente a la planta, rezando. Giró su cabeza, encóntrándose con el rostro del hanyo
Sus heridas... aún no han cicatrizado
Observó las marcas de las cortaduras que aún poseía en su rostro. Sabía que, una de las razones por las que había decidido volver a utilizar el traje, que Totosai había recuperado y entregado a Kaede, era para cubrir aquellas magulladas, moretones y marcas en su cuerpo
- ¿Ya estás mejor? - se acercó, sentándose a su lado - Mi padre dijo... que no era necesario que vinieras
- No voy a huir, Inuyasha - respondió seriamente - Tampoco voy a dejar que me maten nuevamente
- Bueno... casi mueres esa tarde - la miró
Kikyo
Aquella frase provocó que la mujer frunciera el entrecejo, en señal de molestia, al mismo tiempo en que los recuerdos de esa fatídica tarde, pasaban por su mente
El primer oni en aparecer tenía un aspecto difícil de explicar, era físicamente similar a un ogro de cuento de hadas, con la diferencia de que su tamaño era el de la mitad del árbol sagrado
- Kamisama - murmuró, empuñando su arco
Entrecerró sus ojos, lanzando su flecha, la cual impactó en su pecho, destruyéndolo completamente
- Hm - frunció el entrecejo ante aquellos pedazos de cuerpo y sangre, que cayeron sobre ella y a su alrededor - ¿Qué?
Decenas de monstruos, grandes y pequeños, comenzaron a salir del interior de la planta, provocando que huyera en dirección de la casa
- ¡No salgan! - el perro demonio miró a los Higurashi, quienes se encontraban en estado de shock y, acto seguido cerró la puerta a su espalda, encontrándose con la sacerdotisa - ¡¿Estas bien niña?!
- E... eso creo - volteó, observando el campo de batalla
- ¡Debemos detenerlos! - el peliplata se adelantó, al ver como algunos monstruos se dirigían a las escaleras
La sacerdotisa comenzó a lanzar sus flechas, aniquilando a más de uno en su camino, sin embargo, no se detenían. El día se oscureció de repente, debido a la gran cantidad de energía maligna que emanaban los seres
Uno de los oni se adelantó, golpeando fuertemente su cuerpo, lanzándola contra la puerta de la casa de Kagome. El lateral de su rostro chocó contra el suelo, al mismo tiempo que un intenso dolor la atravesaba y los rugidos de los seres, se escuchaban cada vez más lejos
- Voy a morir - murmuró, cerrando sus ojos
- ¡Kikyo! - los abrió al escuchar la voz del híbrido
Un resplandor se reflejó en el suelo, lo siguiente que vio fueron los pies del joven y como sus manos, sostenían su cuerpo
- ¿Estas bien? - la elevó
- Eso creo - desvió su mirada - Son demasiados
- Lo sé - frunció el entrecejo - ¿Puedes levantarte?
Movió la cabeza, tratando de alejar aquellos recuerdos
- De haber sabido que el golpe más leve, vendría de ese oni - sonrió - Hubiera tratado de ser más precisa con el arco...
- Supongo que... ninguno estaba preparado para lo que sucedió
El silencio se apoderó del lugar durante unos momentos
- Kaede... nos dijo que debemos tratar de mantener la energía del sello - elevó su mirada, observando el tronco, con aquel pergamino sobre el - No tenemos idea de como se encuentra el Jidaiju - hizo una pausa - Pero... ella cree que se encuentra con vida
- ¿Tienes idea de lo que ha sucedido del otro lado? - preguntó, mirando el papel
- No lo sé - murmuró - Pero... el hecho de que tantos demonios hayan logrado llegar hasta aquí...
- No lo digas - la interrumpió - No quiero escucharlo
Moroha... sólo espero, que estés con vida
Miroku
Tal vez... haya algo aquí que pueda ayudarnos
Pensaba, mientras recorría cada palabra escrita en las hojas del libro. Había conseguido un permiso del director, bajo la excusa (y ayuda de la anciana Kaede) de completar con urgencia el proyecto de la "época feudal" el cual había sido sólo una estrategia, para ayudar a los jóvenes a recordar sus vidas pasadas
- Se supone que estos libros son milenarios - murmuró - Sin embargo, no veo más que pura chantajearía en ellos
Suspiró, apoyando su cabeza sobre el escritorio, notablemente frustrado
- ¿Excelencia?
Volteó, ante aquella voz, la cual estaba cerca
- Señora Kaede, ¿sucedió algo?
- No en realidad - se acercó, sentándose a su lado - ¿Logró encontrar algo?
- No - respondió en un suspiro - Y francamente, debo confesar que estoy perdiendo la esperanza - cerró el libro - Se supone que, en esta época, deberían existir conocimientos más avanzados sin embargo...
- Hay demasiadas cosas, de la era feudal, que aquí ya no existen excelencia
- Eso me temo... primero Kohaku y después la señorita Kagome - hizo una pausa - Me pregunto, ¿Qué es lo que quieren?
- Ojalá pudiera responderle eso - ambos permanecieron en silencio unos momentos - Inuyasha está muy frustrado... no ha pasado un día en el que no haya ido a su casa
- Es lo esperado - sonrió levemente - Inuyasha está desesperado por conseguir una manera de ir a la época feudal, al igual que Sango - se recostó sobre la silla - ¿Usted cree...?
- Estoy segura de que existe una manera, sin embargo, el espíritu sagrado selló el portal y el pozo no funciona
- Tal vez... el espíritu sagrado, utilizó sus últimas fuerzas para evitar que los demonios se apoderaran de ésta época
- Tal vez... si tan sólo hubiéramos podido evitar toda esta masacre...
- No debemos castigarnos más, señora Kaede, después de todos, somos unos simples humanos - tomó el libro - Hicimos todo lo que estaba al alcance de nuestras manos
Pronunció, llevando su mente a aquel día
- Ésto no me gusta para nada - pronunció, elevando su mirada al cielo
- ¿Qué sucede, Koga? - preguntó Miroku, ayudando a la mujer a ponerse de pie
- Hay... olor a demonio - frunció el entrecejo - Y no es sólo uno
La exterminadora intentó dar un paso, sin embargo, su cuerpo tambaleó y hubiera caído, de no ser porque el castaño la sostuvo
- ¡Sango! - la tomó por la cintura - ¿Estas bien?
- No en realidad - hizo un gesto de dolor - El ataque de HiraiKotsu... fue demasiado
- Ven - ambos redirigieron su mirada al lobo,quién se puso en cuclillas - Sube, debemos apresurarnos y dudo que puedas correr en esa condición
- Pero...
- Hazlo Sango
- Excelencia...
- Yo llevaré tu arma - sonrió, tomando la empuñadura de HiraiKotsu
Momentos después, los jóvenes se encontraban corriendo en dirección del templo Higurashi
- Puedo percibir... una enorme energía demoníaca - pronunció, con preocupación
- Yo también - acotó Sango, con sus brazos alrededor del cuello del lobo
- No puede ser... - murmuró
- ¿Qué ocurre Koga?
El olor de Kagome... no puedo percibirlo
- ¡Debemos apresurarnos! - gritó, acelerando sus pasos, provocando que la exterminadora apretara su agarre, para no caer
- ¡Oye! ¡¿Qué sucede?!
- ¡El olor de Kagome desapareció!
- ¡¿Qué?! - la expresión de su rostro se contrajo en una notable sorpresa
- No pasó mucho tiempo, antes de que nos encontramos con los primeros demonios - sus ojos se ensombrecieron - Todavía recuerdo los gritos de las personas que intentaban escapar
La manera en la que muchos de ellos fueron mutilados...
Meneo la cabeza, mientras la mujer al frente de él, intentaba tranquilizarlo
- Fue una gran tragedia... pero debemos concentrarnos en buscar una solución
De lo contrario, es muy probable que nunca volvamos a ver a Kagome y Kohaku
Sango
- ¿Quieres más ramen, padre? - preguntó, sentada frente al hombre, quién meneó la cabeza, con sus ojos perdidos sobre la mesa - De acuerdo - sonrió levemente, poniéndose de pie y recogiendo los platos
Suspiró casi inaudiblemente y apoyó sus manos sobre el mesón. Su memoria aún le jugaba malas pasadas al recordar el día en el que su hermano fue secuestrado, sin embargo, la plática que había tenido con su padre, con respecto a esa situación, no había sido muy tranquilizadora que digamos
Su padre no habría creído una sola palabra de lo que le hubiera dicho, de no ser porque él mismo lo vio con sus propios ojos, además, de utilizar sus propias manos para defenderse
Llegó a su casa sola, a pesar de las terribles insistencias de Miroku e Inuyasha en acompañarla, sin embargo, sabía que ellos debían asegurarse de que sus propias familias estuvieran a salvo. Su hogar se encontraba bastante alejado del epicentro del ataque, pero no sabía si la horda de demonios y monstruos habían atravesado, o no, la ciudad completa
- Maldición - gruñó mientras cojeaba y se acercaba a la puerta
Pudo notar que, una parte del techo, había sido destruido y las paredes habían comenzado a desquebrajarse. A su alrededor, las cosas no eran mejor, alguna que otra casa estaba aún en llamas, mientras los vecinos corrían de aquí para allá, tratando de apagarlas. Otras personas estaban sentadas sobre la acerca, con expresiones de shock en sus rostros, algún llanto se oía a la distancia, pero, en ese momento, su mente solo tenía un rosto presente
- ¡Papá! - gritó, abriendo la puerta de golpe, mientras se sostenía de la manija para no caer - ¡Padre! ¡¿Estas aquí?!
- ¿Sango?
Elevó la mirada, encontrándose con el hombre, un poco malherido, descendiendo de la segunda planta
- Papá - murmuró, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y su cuerpo se desplomaba de rodillas
- ¡Hija! - como pudo, descendió rápidamente, arrodillándose a su lado - ¿Estas bien?
La ropa de la mujer estaba rasgada en diferentes zonas de su cuerpo, además de estar repleta de manchas de sangre por doquier, algunas resecas, otras aún saliendo de sus heridas. Parte de su rostro poseía un incómodo morado, sus mejillas tenían raspones y su cabello estaba demasiado alborotado
- No te preocupes - respondió en un tono bajo - Sigo con vida
Sus ojos se encontraron con los de él y supo que debía decirle la verdad en ese instante
- Ojalá pudiera recordar mi vida pasada
Las palabras de su padre la regresaron a la realidad
- ¿Qué? - volteó, encontrándose con la espalada del hombre y su cabeza mirando hacia abajo
- Si tan sólo... pudiera recordar mi época de exterminador, como tu dices, podría ayudarte a recuperar a Kohaku
- Papá - regresó a la mesa, abrazándolo y apoyando su cabeza en su hombro
- Lo traeré de regreso... lo prometo - cerró sus ojos, tratando de no llorar
Tardé un poco, pero aquí traigo, por fin, la secuela de "En otra vida"
Comenzamos con las perspectivas de algunos personajes y un poco más de detalles sobre lo que pasó luego del final del primer fic. Espero que logren disfrutarlo :)
¡Muchas gracias por leerme!
