Capítulo 8
"Eliza, qué sorpresa… ¿Qué haces aquí?" preguntó Caroline tratando de sonar lo más casualmente. Ella no iba a permitir que esa mujer le robara la atención del hombre de sus sueños.
"La señorita Darcy nos invitó a cenar y nosotros aceptamos con mucho gusto, señorita Bingley," replicó Elizabeth. A ella no le gustó la manera en cómo esa mujer le habló y pensó que era mejor mantenerse lo más alejada posible de ella.
"Entiendo. Mi querida amiga Georgiana es tan buena que no tiene dificultad en compartir con todo tipo de personas," dijo Caroline con una sonrisa falsa.
"Así es, mi hermana es una persona muy generosa. Pero en el caso de la señorita Bennet, no es necesario que Georgiana haga ningún tipo de esfuerzo. El señor Bennet es un caballero y mi padre fue un ballero, por lo tanto, ambas son hijas de un caballero y pertenecen a la misma clase social," explicó el señor Darcy.
Caroline estaba furiosa, pero ella jamás se atrevería a contradecir al señor Darcy. Entonces, se sentó al lado de Louisa y comenzó a hablar de lo entretenido que había sido viajar con Georgiana y de lo excelentes amigas que eran.
Cada cierto tiempo le hacía algunas preguntas indiscretas a Elizabeth, pero ella respondía de manera breve y cortés. Ella no quería arruinar aquella velada, y menos hacer sentir incómoda a Georgiana. Ella había notado que era una chica bastante tímida, y que se ponía muy nerviosa al escuchar los impertinentes comentarios de Caroline y Louisa.
Como Caroline no consiguió sacar de quicio a Elizabeth, decidió atacar a su familia. Era cierto que Eliza Bennet era la hija de un caballero, pero su familia eran simples comerciantes y ella quería dejar eso bien en claro.
"Señor Gardiner, Jane nos contó que usted tenía un almacén en Londres y que vivía en Cheapside. Me imagino que debe ser muy difícil poder salir de vacaciones y dejar el negocio abandonado," dijo Caroline con fingida preocupación.
"Así es, señorita Bingley. Tengo un almacén, pero no vivo en Cheapside sino cerca de allí. Le agradezco la preocupación, pero mi negocio no está abandonado. Tengo muy buenos empleados que están a cargo mientras yo estoy de vacaciones. Si uno planifica las cosas, siempre resultan bien," respondió el señor Gardiner.
"Así es, señor Gardiner. Mi padre también fue comerciante y tenía muchos empleados buenos y leales que le ayudaron a hacer que su negocio fuera muy próspero," dijo el señor Bingley para impedir que su hermana siguiera atacando a los invitados.
"Señor Bingley, su padre es conocido y admirado por su disciplina de trabajo, honestidad y buen instinto para los negocios," agregó el señor Gardiner con amabilidad.
Caroline y Louisa estaban furiosas con el señor Bingley. Ellas no comprendían cuál era el afán de su hermano de hablar de aquellas cosas que eran parte del pasado y que las humillaban en frente de personas de menor valía.
Elizabeth y Georgiana se mantuvieron en silencio escuchando y observando lo que ocurría a su alrededor. Georgiana porque era demasiado tímida para decir algo en una conversación que parecía más bien hostil, y Elizabeth porque tenía miedo que se dieran cuenta de su problema.
El señor Darcy estaba de pie observando la conversación. Él pudo distinguir la elegancia y la clase con la que los Gardiner se comportaban. Pese a los comentarios abiertamente hostiles y mal educados de Caroline y Louisa, ellos nunca perdieron la calma y respondieron con naturalidad. Una vez más, él sintió vergüenza de haber juzgado tan duramente a personas que no conocía, y se preguntaba cuántas veces había perdido la oportunidad de conocer a personas justas, buenas y agradables debido a sus prejuicios.
Mientras Elizabeth observaba la conversación, algunos recuerdos vinieron a su mente. En un principio no estaba muy segura si era su imaginación o recuerdos reales, pero después de meditarlo por unos minutos creyó que efectivamente eran recuerdos que habían regresado a su mente y decidió decir algo para evitar que las hermanas del señor Bingley siguieran arruinando la velada.
"Señor Darcy, disculpe la pregunta fuera de lugar, pero me gustaría que me aclarara algo. ¿Eran cinco o seis las mujeres talentosas y consumadas que usted conocía?" preguntó Elizabeth con una sonrisa traviesa.
El señor Darcy quedó un poco sorprendido por la pregunta tan curiosa, pero cuando cayó en cuenta que Elizabeth le estaba comunicando que había recordado aquel episodio, no pudo evitar sonreír también.
"Eliza, ¿qué clase de pregunta es esa?" dijo Caroline con desprecio. Pero no ella pudo agregar nada más porque el señor Darcy la ignoró y siguió conversando con Elizabeth.
"Eran seis las señoritas a las que consideraba talentosas y consumadas. Pero debo decir que en el último tiempo he cambiado de opinión."
"Por supuesto, es muy difícil encontrar una mujer que reúna tantas condiciones y se comporte como toda una dama," dijo Caroline y Louisa la apoyó.
"La verdad es que mi opinión ha cambiado por distintas razones a las que usted ha expuesto, señorita Bingley. Para mí, hay dos cosas que son esenciales: una dama debe leer y cultivar su mente y tener sentido del humor para hacer de cualquier situación, incluso de la más desagradable o angustiante, algo agradable."
Caroline estaba confundida y no deseaba que Elizabeth siguiera quitándole atención del señor Darcy, entonces comenzó a interrogar a Georgiana para no permitir ni una otra conversación.
El señor Darcy no paraba de mirar con admiración a Elizabeth. Su rostro estaba iluminado por una sonrisa que no dejaba ninguna duda sobre sus sentimientos. Afortunadamente para todos, avisaron que la cena estaba servida y el señor Darcy inmediatamente se acercó a Elizabeth y su hermana para escoltarlas hasta la mesa.
Caroline no tuvo más remedio que resignarse a ir del brazo de su hermano y guardar silencio por gran parte de la cena. Ella tenía un plan, pero se dio cuenta que no podía hacer nada por el momento y tendría que esperar hasta el día siguiente para poder hablar con el señor Darcy. Ella no se iba a dar por vencida tan fácilmente.
Por su parte, el señor Bingley había estado gran parte de la velada ansioso por hablar con Elizabeth. Afortunadamente estaba sentado al lado de ella, entonces cuando notó que su amigo Darcy estaba muy entretenido conversando con los Gardiners, aprovechó la instancia para hacer algunas preguntas.
"Señorita Elizabeth, ¿cómo está su familia… y todas sus hermanas?"
"Todos están muy bien, gracias por preguntar," replicó Elizabeth.
"Extraño mucho a todas las agradables personas que conocía en Hertfordshire. En ese lugar pasé tantos momentos inolvidables. Usted tiene mucha suerte de vivir rodeada de personas tan alegres y simpáticas. ¿Recuerdas cuando nos conocimos en aquella asamblea? Bailé toda la noche, y como siempre, Darcy no quiso bailar…"
El señor Bingley hablaba sin parar, y aunque decía muchas cosas, en el fondo parecía que no decía nada. A Elizabeth le agradó mucho aquel caballero. Él parecía un hombre amable y bastante alegre, pero le costaba entender por qué se había ido tan abruptamente abandonando Netherfield y a Jane.
"Señor Bingley, si usted no planea regresar a Hertfordshire, sería mejor que renunciara a Netherfield para que otro caballero se hiciera cargo. Eso sería lo mejor para el vecindario y para los inquilinos que dependen de la finca." Elizabeth quería hacer ver al señor Bingley que había actuado de una manera muy irresponsable y decírselo de la forma más amable que pudo.
"Tiene razón, señorita Bennet. En los últimos días he estado pensando mucho sobre algunas de mis decisiones y creo usted tiene toda la razón. Debo tomar una decisión lo antes posible con respecto a Netherfield y a lo que deseo hacer con mi vida."
"Me alegro mucho, señor Bingley. Espero que la decisión que tome sea la mejor, y sobre todo, que lo deje en paz y contento."
Después de la cena, Elizabeth y Georgiana tocaron el piano y cantaron. Louisa y Caroline se mantuvieron distantes y no participaron en ninguna de las interesantes conversaciones de las que eran parte los Gardiners. Antes de que los invitados se fueran, el señor Darcy encontró un momento para hablar con Elizabeth.
"Señorita Bennet, me dio mucho gusto saber que ha podido recordar algunos otros eventos de su pasado. Tengo mucha fe y esperanza de que muy pronto podrá recobrar gran parte de sus recuerdos."
"Tengo la misma esperanza, señor Darcy. Permítame agradecerle que me haya defendido de los constantes ataques de la señorita Bingley. Por lo que he podido recordar, es evidente que ella está interesada en usted y no le guste que yo robe su atención."
"Ella está interesada en Pemberley y en la posición social que cree puede alcanzar a través de mí. Pero no me acerqué a usted para hablar de la señorita Bingley. Me gustaría saber si mañana me puede recibir por un momento… El día después de mañana viajarán muy temprano y estarán muy ocupados… Yo…"
Elizabeth se sonrojó un poco pero respondió sin dejar de mirarlo. "Mañana tengo planeado dar un paseo matinal por la ruta que sigue al pequeño río. ¿Qué le parece si me acompaña?"
"Me parece perfecto, allí estaré."
El señor Darcy y Elizabeth acordaron que se encontraría en el puente que estaba al frente de la iglesia a las once de la mañana. Luego, se sentaron al lado de Georgiana y conversaron por algunos minutos más hasta que fue hora de que las visitas regresaran a Lambton.
Georgiana dijo que estaba muy cansada, se excusó y se retiró a su cuarto. Por su parte, el señor Darcy pensaba hacer lo mismo, pero su amigo le dijo que deseaba conversar con él. Entonces, lo invitó a su estudio para estar más cómodos y poder hablar más privadamente.
El señor Hurst, Louisa y Caroline no tuvieron más remedio que retirarse a sus habitaciones después de una velada en la que nadie los tomó en cuenta.
Después de varios minutos de hablar de cosas inconsecuentes, el señor Darcy perdió la paciencia y le preguntó directamente a su amigo sobre cuál era el tema tan importante que deseaba discutir con él.
"Darcy, ahora que vi a la señorita Elizabeth no he podido quitarme de la mente a la señorita Bennet. Yo sé que tú me dijiste que ella… Pero, qué pasa si estás equivocado…"
"Bingley, me siento muy arrepentido de haberte dado un consejo como ese. Debo reconocer con vergüenza que creí que podía determinar cuáles eran los sentimientos de una señorita a la que prácticamente no conozco. Siento mucho, si por mi mal consejo, te llevé a tomar una decisión con la cual no te sientes contento o te ha creado algún tipo de infelicidad."
"De todo el tiempo que te conozco, nunca te había escuchado reconocer abiertamente un error. No creas que no noté cómo mirabas a la señorita Elizabeth, ¿ella te hizo cambiar de opinión?"
"No, ella fue la que me hizo comprender lo equivocado que estaba. Pero si he cambiado de opinión, es porque estoy convencido que no tenía ningún derecho a intervenir y a afirmar cosas de las cuáles no tenía ninguna certeza."
"Entonces, ¿crees que debo regresar a Hertfordshire?"
"Creo que esa decisión la debes tomar tú. Yo no quiero intervenir más en tus asuntos, sólo quiero ayudarte, pero no interferir más en tus decisiones."
"Es que necesito ayuda para decidir."
"Comprendo. Te aconsejo que hagas una lista con todos los beneficios y perjuicios que volver a Netherfield te puede traer, y luego tomar una decisión."
"Gracias, Darcy, haré eso y mañana te diré como me fue."
El señor Darcy le dio un fuerte apretón de manos a su querido amigo y le deseo lo mejor. Después de beber una copa de brandy, ambos se retiraron a sus habitaciones. El señor Bingley para hacer la lista que su amigo le recomendó, y el señor Darcy para pensar en todo lo que deseaba decirle a Elizabeth.
P&P
Francis miró la fachada de la elegante mansión por varios segundos antes de golpear la puerta. Hace tres días se había despedido de Jane Bennet y la extrañaba como nunca había extrañado a nadie antes. Le dio mucha pena dejarla sola con su indolente padre y malcriada hermana, pero no podía hacer nada más. Él no tenía derecho a hacer ni exigir nada y estaba decidido a hacer algo para cambiar su suerte.
Francis pensaba que todo lo que había ocurrido en su vida en las últimas semanas no era coincidencia. El encontrarse con Jane y tener la oportunidad de ayudarla, y ahora, tener que permanecer en tierra por tres meses mientras su embarcación era reparada, le había mostrado que era su oportunidad para encontrar la felicidad. Él había tenido muy poco amor en su vida y su sueño era tener una familia a la que amar y proteger.
Cuando el mayordomo abrió la puerta, quedó un poco sorprendido, pero lo hizo pasar inmediatamente. Después de un minuto de espera, Lord Evans entró en el salón feliz de ver a su hijo más valioso.
"Francis, hijo mío, no sabes el gusto que me da verte. Ya son dos años sin verte… Hijo, quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti y de la vida que has construído. Sé que no fui el padre que merecías, pero…"
"Mi Lord, por favor, prefiero no hablar de eso. He venido porque necesito que me ayude con un asunto importante para mí. Yo soy un hombre de mar y no entiendo cómo funcionan algunas cosas en tierra firme."
"Dime por favor, Francis, cómo puedo ayudarte. Pero por favor hijo, siéntate. Además, no me llames mi Lord. Sé que no merezco que me llames padre, pero ya tengo setenta y dos años y no sé cuánto tiempo me queda. Espero comprendas que estoy muy arrepentido y que encuentres en algún lugar de tu corazón la posibilidad de perdonarme."
Cuando Lord Evans se enteró que su joven esposa jamás le había sido infiel, en un principio no quiso creerlo. Pero al pasar de los años y ver como Francis se parecía a él no pudo seguir negando lo innegable. Además, de sus dos hijos, Francis era el único que había hecho una vida productiva, tanto que había sido condecorado por sus servicios a la corona. Él estaba dispuesto a hacer todo lo que fuera posible para conseguir su perdón, y de esa forma, poder morir en paz.
"Está bien, padre. Pero por favor no perdamos más tiempo hablando del pasado," dijo Francis. Él no era un hombre rencoroso, pero tampoco podía fingir un cariño que no sentía, pero podía ser cordial con su padre. Lord Evans era un hombre mayor y él no quería crearle problemas y menos generarle tristeza.
Padre e hijo se sentaron en el salón principal de la casa a conversar. Francis le dijo a su padre que estaría tres meses en tierra y que necesitaba un lugar donde quedarse en Londres. Además, le explicó a su padre que deseaba comprar una finca y que necesitaba asesoría para eso.
"No te preocupes, Francis. Mañana mismo le pediré a mi procurador que venga para que le cuentes tus planes. Además, le diré a la señora Arnold que prepare tu cuarto. No sabes lo feliz que me hace tenerte conmigo, hijo. También le escribiré una nota al señor Kane, sé que él está interesado en vender una finca en Hampshire que recibió de herencia."
"No es necesario, padre. Yo quiero comprar una finca en Hertfordshire."
"¿Por qué? Vas a tener mucho mejores posibilidades de encontrar algo que te convenga si tienes un rango de lugares donde buscar."
"Sólo me interesa encontrar algo en Hertfordshire."
"¿Alguna razón en especial, hijo?"
"Sí."
"Entiendo. ¿Esa razón especial tiene alguna relación con alguna dama?"
"Sí."
"Comprendo. No se hable más del asunto, encontraremos algo en Hertfordshire, hijo. Quiero que sepas que en los últimos quince años he estado ahorrando dinero para ayudarte…"
"Eso no va a ser necesario."
"Lo sé, hijo mío. Sé que eres un hombre de valor y que probablemente debes haber ahorrado mucho de lo que has ganado, que no ha sido poco. Pero yo también he ahorrado mucho dinero. Otros padres hasta hoy deben pagar todos los caprichos de sus hijos, mientras yo, puedo presumir con orgullo como mi hijo ha contribuido a la grandeza de nuestro reino. Hijo mío, no creas que quiero comprar tu perdón, sólo quiero darte lo que te corresponde." Lord Evans había ahorrado casi veinte mil libras que pensaba darle a su hijo cuando comprara su finca.
"Te agradezco tu ayuda, padre." Francis dijo emocionado. Él no esperaba un gesto como ese de Lord Evans y era capaz de reconocer que su padre estaba intentando un acercamiento entre ellos.
Francis se acomodó en su habitación y comenzó a planear todo lo que pensaba hacer en los próximos días. Además, le pidió a su padre que le diera alojamiento a Glover y Logan porque necesitaba su ayuda. Ellos eran las únicas personas en quienes realmente confiaba y deseaba incluirlos en sus futuros planes. Él estaba muy ansioso por poder viajar a Hertfordshire, pero necesitaba una excusa y después de hablar con el procurador de su padre pensaba que la tendría.
P&P
Jane estaba contenta porque en pocos días Elizabeth regresaría a Longbourn. Ella le había escrito para contarle que había recordado algunas cosas y que estaba optimista que pronto podría recordar todo lo que había olvidado. Además, le contó que el señor y la señorita Darcy habían sido muy amables y que habían desarrollado una bonita amistad. Finalmente, le mencionó que se había encontrado con la familia Bingley, y que sólo el señor Bingley le había parecido agradable.
Jane estaba muy confundida porque saber del señor Bingley no le había provocado ningún sentimiento en especial. A ella ya no le dolía pensar en él, sólo le producía mucha pena saber que él había jugado con sus sentimientos e ilusiones, pero estaba resignada a que eso era algo del pasado. Ella no deseaba en su vida a alguien tan inconstante. En las últimas semanas, ella había tenido que asumir el control de muchas situaciones y al hacerlo, comprendió que no deseaba seguir esperando que la vida pasara en frente de sus ojos. Ella tenía veintidós años, y pese a lo que decía a su madre, sabía que probablemente nunca recibiría una oferta de matrimonio. Entonces, ella pensaba dedicar su vida a ayudar a sus hermanas, para que ellas pudieran tener mejores oportunidades que ella.
Mientras miraba por la ventana de su habitación, recordaba aquella mañana cuando el capitán Coleman se despidió de ellos. Él era un hombre tan excepcional, que Jane sentía mucha pena de no poder haberlo conocido mejor. Por lo menos, él le había prometido que mantendrían correspondencia a través del señor Bennet y que le contaría todo sobre sus viajes. A Jane le emocionaba mucho saber que podría viajar a través del mundo a través de los ojos del capitán Coleman. Ella no podía dejar de pensar en lo que él le dijo: Estoy seguro que nos volveremos a encontrar, señorita Bennet."
'Espero poder verlo pronto, querido Capitán… Su amistad es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo,' pensó Jane. Pero sus reflexiones fueron abruptamente interrumpidas por los gritos de Lydia.
El señor Bennet, Jane y Lydia habían regresado el día anterior después de un viaje largo y bastante desagradable debido a las constantes quejas de Lydia. Después de cenar, todos se retiraron a sus cuartos y parecía que Lydia había recobrado energías y estaba hablando con su madre para conseguir su apoyo.
"Madre, no es justo que mi padre me haya hecho esto. Yo debería estar en Brighton divirtiéndome con Harriet y todos mis amigos oficiales. Tuve que pasar casi dos semanas en un pueblo donde no había nada que hacer porque la madre de Harriet se enfermó, y cuando regresé a Brighton, mi padre arruinó todos mis planes. Yo me iba a casar con Wickham y él lo impidió. Pero no contento con eso, me trajo de regreso…"
"Lydia, querida, por favor no estés triste. Déjame hablar con tu padre…"
La señora Bennet intentaba consolar a su querida hija, pero ella no paraba de gritar diciendo lo injusto que eran todos con ella. Lydia se había resignado a que no se casaría con Wickham, pero no deseaba perderse toda la diversión de estar en Brighton asistiendo a bailes y coqueteando con los oficiales.
El señor Bennet estaba encerrado en su estudio cuando escuchó los gritos de Lydia. Entonces fue directamente a la sala para aclarar las cosas. "Señora Bennet, déjame aclararte que no hay nada que puedas decirme que me haga cambiar de opinión. Lydia está castigada y no dejará esta casa a no ser que sea conmigo, con Jane o con Elizabeth cuando ella regrese."
Mary y Kitty, que también estaban en la sala, quedaron muy impresionadas al escuchar a su padre ser tan categórico. Sin duda alguna, algo había cambiado para siempre y la señora Bennet y Lydia eran las únicas que aún no se daban cuenta.
"Señor Bennet, estás siendo muy injusto con mi querida Lydia…" intentó decir la señora Bennet, pero Jane entró a la sala y la interrumpió.
"Madre, no puedo creer que seas tan irresponsable. Mi padre y yo te contamos que Lydia estuvo a punto de huir con un hombre que no tenía ninguna intención de casarse con ella si es que no recibía diez mil libras como pago. ¿Cómo puedes ser tan irresponsable y apoyar a Lydia después de lo que hizo? ¿No te das cuenta que ella nunca va a comprender lo errado de su comportamiento si es que tú sigues protegiéndola?"
"Jane, ¿cómo puedes hablarme de esta manera?" dijo la señora Bennet al borde de las lágrimas.
"Porque te he escuchado toda mi vida decir que quieres que tus hijas se casen bien. ¿Crees que un hombre decente y con algo de fortuna va a querer tener por cuñada a una niña que no sabe comportarse y que puede poner en riesgo la reputación de su familia?" preguntó Jane, también con lágrimas en los ojos.
"Jane… Yo…" La señora Bennet no sabía qué decir. Ella sabía que Jane era una persona equilibrada y ella respetaba mucho su opinión.
"Lydia, te irás a tu cuarto y no saldrás de allí hasta que aprendas a comportarte como una señorita decente. Jane, hija, te agradezco mucho que me hayas apoyado, pero no quiero causarte más angustia. Señora Bennet, si vuelvo a escuchar que sigues apoyando las conductas irresponsables de Lydia, me veré obligado a cortar tu mensualidad."
La señora Bennet estaba muy afectada con todo lo que había pasado, y como siempre hacía, se puso a llorar y se fue a su habitación. Jane salió al jardín para poder calmar sus nervios, ella no estaba acostumbrada a discutir y menos a tener que reprender a su madre, pero sintió que era lo que debía hacer.
Ella se sentó en una banca y no pudo evitar llorar con mucha pena. Entonces, Kitty y Mary se sentaron al lado de ella y la abrazaron con mucho afecto.
"No llores, Jane. Me alegró mucho que dijeras lo que tantas veces he querido decir," dijo Mary.
"Nuestra madre siempre ha mimado a Lydia y le ha permitido que haga lo que quiera. Me alegró mucho escuchar lo que le dijiste y me arrepiento de haber apoyado a Lydia…" dijo Kitty muy triste.
"No se preocupen, queridas hermanas. Si nos unimos todas podremos sacar a nuestra familia adelante," replicó Jane y las abrazó.
Después de calmarse, las tres hermanas conversaron por más de una hora de todo lo que deseaban hacer para cambiar. Ellas no deseaban que nunca más alguien hablara mal de la familia Bennet.
P&P
El señor Darcy se había levantado temprano y estaba en su estudio esperando que las horas pasaran para poder ir a Lambton a conversar con Elizabeth. Pero su paz se vio abruptamente interrumpida cuando escuchó un golpe en la puerta.
"Pase."
"Señor Darcy, me levanté temprano porque necesito hablar con usted de algo urgente."
"Pase, señorita Bingley, pero deje la puerta abierta," dijo el señor Darcy. Él no deseaba estar a solas con Caroline y menos hablar con ella, pero prefería terminar con ese asunto lo antes posible.
"Señor Darcy, estoy muy preocupada por usted. Nos hemos conocido por varios años y somos casi familia, por eso me atrevo a hablar de esto…"
"Disculpe, señorita Bingley, pero tengo muchas cosas que hacer. Le pido por favor que me diga por qué está aquí."
"Entiendo… Señor Darcy, no sé si usted se ha dado cuenta, pero la forma en la que usted trata a Eliza Bennet puede generar rumores. Estoy segura que el tío comerciante no dudará en usar en su contra su amabilidad…"
"Disculpe, señorita Bingley, pero ¿qué está insinuando?"
"Señor Darcy, ¿no se da cuenta que le están tendiendo una trampa? Señor, es mejor que se aleje de esa gente lo antes posible o ellos buscarán la forma de obligarlo a… bueno, usted comprende. Me rompe el corazón tan sólo pensar que ellos abusen de su amabilidad para forzar una unión entre usted y esa mujer. Imagínese señor Darcy, tener un tío comerciante y una suegra tan vulgar…"
"Señorita Bingley…" dijo el señor Darcy. Él no deseaba escuchar ni un segundo más a esa mujer, pero sabía que debía ponerla en su lugar de la manera más caballerosa que fuera posible.
P&P
Muchas gracias a todos los que siguen la historia con entusiasmo y dejan comentarios de apoyo.
En los últimos días estuve resfriada y no pude escribir, pero ahora me siento mejor y quiero seguir actualizando con más frecuencia. Recuerden que las notificaciones por correo electrónico no están funcionando y deben revisar la app o la página de FF P&P.
En el próximo capítulo la acción se trasladará a Londres y Hertfordshire.
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
Yo
