Hola a todos. Después de un tiempo, aquí llega el siguiente episodio.

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Episodio 6. Héroe a medias

Kyouka y las demás se hallaban caminando por un pasillo. La reunión iba a dar comienzo en unos minutos.

Llegaron al lugar con suficiente antelación, lo que les permitió una ligera charla con algunas de las otras integrantes del Cuerpo Antidemonios presentes en aquel lugar.

Tras aquellos breves saludos, se dirigían al lugar de la reunión. Sin embargo, Kyouka parecía estar más seria de lo habitual.

–¿Ocurre algo? –le preguntó Himari, quien se había percatado de la expresión de su capitana.

Kyouka soltó un ligero gruñido.

–No es nada por lo que debas preocuparte –respondió–. Solo es que me estoy sintiendo intranquila por alguna razón.

La vicecapitana soltó un suspiro. Era probable que la preocupación se debiera a haber dejado a su esclavo en compañía de Shushu. La verdad era que ella misma no congeniaba bien con la personalidad alocada e impulsiva de aquella integrante. Pero si se dedicaba a molestar al conserje, entonces no lo veía como algo tan malo.

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Yuuki miraba asombrado la confrontación que estaba a punto de tener lugar. Shushu había aumentado su tamaño para hacer frente a un shuuki gigante. Casi se veía como un combate de aquellas series de tokusatsu que le gustaba ver de pequeño.

Vio a la rubia salir corriendo hacia el monstruo.

–¡Toma esto! –gritó al tiempo que le propinaba un terrible puñetazo.

El ataque hizo que el shuuki volara por los aires y se estrellara a varios metros, provocando un enorme temblor de tierra. Esto hizo que Yuuki se quedara sin palabras ante la increíble fuerza de Shushu. Jamás se habría imaginado que podría ser capaz de eliminarlo de un solo golpe. Cada cosa nueva que veía del Cuerpo Antidemonios le impresionaba más.

Tras el ataque, Shushu redujo algo su tamaño.

–Uf… –suspiró–. Hacerse tan grande es agotador.

Pero en aquel momento de relajación, Yuuki vio algo que le alarmó.

–¡Shushu-chan, detrás de ti! –le advirtió.

A pesar de ser tan pequeño, la rubia pudo escucharle, por lo que miró en su dirección.

–¿Huh?

Sin previo aviso, ella recibió un terrible golpe en la espalda, que le hizo soltar un grito de dolor al tirarla al suelo.

Yuuki se preocupó. Esta chica era demasiado imprudente. ¿Se encontraría bien?

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Shushu se levantó con dificultad. Delante suyo tenía otro shuuki gigante, pero de menor tamaño que el que acababa de eliminar. La había pillado desprevenida.

–Así que te estabas escondiendo, tramposo –dijo ella preparándose para el contraataque.

Entonces vio algo que le llamó la atención. Varios shuukis de tamaño normal se acercaron hacia el gigante, y se fueron pegando a él. En cuestión de segundos el gigante aumentó su tamaño hasta hacerse igual de grande que el que había eliminado unos segundos antes.

–¡Guau! ¿Puedes hacer eso? –preguntó maravillada–. ¡Mola!

Pero pese a los elogios, el shuuki gigante le atacó. Ella trató de apartarse, pero no pudo esquivar por completo el golpe, recibiendo un arañazo en el brazo.

Shushu se puso seria. Su rival era enorme. Y en las circunstancias en que estaba, esto iba a ser difícil para ella. Pero tenía que aguantar. Estaba en juego su reputación como miembro del Cuerpo Antidemonios.

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Yuuki fue corriendo por el patio central del edificio. Shushu estaba en problemas. Por mucho que no la soportara y le chantajeara, no podía hacer otra cosa más que preocuparse por ella.

Quería transformarse para poder ayudarla, pero Kyouka-san seguía en aquella reunión, y sin ella era imposible.

Entonces una fugaz idea cruzó su mente. Recordó que se transformaba en cuanto besaba su mano.

Corrió todo lo rápido que pudo hasta llegar a la lavadora, junto a la que había un cesto con la ropa sucia.

Rebuscó corriendo hasta que encontró unos guantes de la capitana. Estos habían estado en contacto con sus manos. ¿Podría él transformarse si besaba alguna de las pertenencias de Kyouka-san? Solo había una forma de saberlo.

Besó de inmediato la prenda. Al momento le invadió una sensación.

Había pasado algo. No se había transformado, pero sintió como si estuviera a punto de hacerlo.

Quizá el estímulo no era lo bastante fuerte. Siguió rebuscando en aquel cesto. Tenía que encontrar algo mejor.

Sacó entonces una camiseta sin mangas de la capitana. Puede que esto funcionara.

Besó la prenda. Al hacerlo, una de sus piernas se transformó, aunque revertió a la forma humana en un par de segundos.

Esto le dio esperanzas a Yuuki. Parecía que estaba funcionando.

Sin embargo, necesitaba algo más fuerte. Y no, de ninguna manera iba a besar ropa interior. Así que solo le quedaba una cosa. Corrió hacia las taquillas en el vestuario. Abrió la correspondiente a la capitana, que por suerte no estaba cerrada con llave.

Ante él tenía colgadas unas botas que pertenecían a Kyouka. Esto debería servir… ¿verdad? Pero empezó a sentirse mal consigo mismo. Besar unas botas de mujer como si fuera un fetichista. ¿Qué decía esto de él como persona?

Un nuevo grito de dolor de Shushu, seguido de un temblor, le sacaron de sus pensamientos. No quedaba tiempo. No sabía durante cuánto tiempo podía hacerse gigante, pero a juzgar por los gritos, lo más probable era que a Shushu no le quedara apenas fuerza. Tenía que ir en su ayuda cuanto antes. No podía detenerse ahora a meditar estas cosas.

Estaba en Mato para ser un héroe. ¡Y si besar una bota de mujer iba a concederle ese deseo, lo haría sin dudarlo!

Besó la prenda mientas apretaba fuertemente los ojos.

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Himari trataba de prestar atención a lo que se discutía en la reunión, al tiempo que tomaba notas. Tener que acudir a ellas era engorroso, pero necesario si querían mantener la coordinación entre las distintas unidades.

Junto a ella, Nei también tomaba notas, aunque menos detalladas, dado que su nivel académico era todavía el de una niña de primaria. Pero siempre era bueno contar con su ayuda para anotar detalles que a ella se le hubieran podido escapar.

Sin embargo, había algo que la tenía preocupada. Desde hacía unos minutos, la capitana estaba actuando de una forma un tanto extraña. Seguía prestando atención a lo que se decía, pero su mirada parecía desenfocarse por apenas unos segundos. Nadie más que ella pareció notarlo.

Era extraño. En todo el tiempo que llevaba con ella en la unidad, era la primera vez que la veía así. ¿Qué le estaría pasando?

Y entonces, vio que las pupilas de los ojos de Kyouka se encogieron ligeramente, al tiempo que abrió un poco la boca. No sabía qué le estaba provocando esto, pero en cuanto terminara la reunión le preguntaría.

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Shushu estaba agotada. Había recibido numerosos golpes y arañazos, y su camiseta de tirantes había quedado inservible.

El enemigo la tenía arrinconada, y nadie podía acudir en su ayuda. Tenía que dañarlo lo más que pudiera. Hasta ahora no había tenido mucho éxito.

Con gran dificultad agarró una roca gigante y se la lanzó a la cara.

Acertó el golpe, pero el shuuki era muy resistente, así que no se vio apenas afectado.

Empezó a sentirse mal consigo misma. Tenía el mal hábito de hacerse demasiado grande y gastar la mayoría de sus energías en los primeros minutos, lo que la hacía inútil para los combates prolongados. Ahora estaba contra las cuerdas, y se sentía como si fuese a encogerse de un momento a otro.

Sabía que no iba a poder contra este monstruo. Al menos esperaba que cuando terminara con ella, se marchara de aquel lugar. Así al menos Yuuki estaría a salvo.

El shuuki se preparó para atacar de nuevo. Shushu ya no iba a poder esquivarlo.

–¡UOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH‼

Un repentino grito sorprendió a ambos, que miraron.

El grito procedía la puerta del edificio. De ella, y a gran velocidad, salió Yuuki. Pero había algo diferente en él. Su cuerpo era blanquecino, con los tatuajes ígneos que tenía al transformarse, pero era menos corpulento y su cabeza seguía siendo humana. Parecía como si fuera a transformarse y se hubiera detenido a medio camino.

–¿¡Espera, no te ves algo incompleto!? –preguntó la rubia desconcertada–. ¡Es imposible!

–¡Shushu-chan! –gritó él mientras no dejaba de correr–. ¡Esta transformación no durará mucho! ¡Pero voy en tu ayuda! ¡Sujétalo fuerte!

Ella enmudeció. Normalmente una miembro del Cuerpo Antidemonios no aceptaría órdenes de un subordinado. Pero el chico tenía una mirada muy seria. Y algo en ella le dijo que tenía que hacerle caso si querían salir de esta.

No perdió el tiempo. Rápidamente, sujetó al shuuki por el brazo.

–¡Te tengo! –gritó.

Este se movió, tratando de forcejear para liberarse, pero Shushu empleó todas las fuerzas que se quedaban en retenerlo. Tenía que impedir que se moviera para que no escapara.

Yuuki preparó su puño. A una velocidad vertiginosa saltó y comenzó propinar un golpe tras otro en sentido ascendente al enorme monstruo.

La lluvia de golpes terminó partiendo por la mitad a aquella criatura. Incluso siendo una transformación incompleta, la fuerza del chico dejó a Shushu con la boca abierta.

Debido al ataque, Yuuki había ascendido a gran altura. Misión cumplida. Había eliminado a la criatura y salvado a Shushu.

–Lo… Lo hice –dijo esbozando una sonrisa.

Sin embargo, su transformación revirtió de repente, siendo humano otra vez. Yuuki trató de moverse, pero se había quedado sin fuerzas.

Miró hacia abajo. A la altura que se encontraba, era imposible que pudiera sobrevivir a aquella caída, aun siendo capaz de mover el cuerpo. Al menos podría decir que había terminado su vida siendo un héroe. Kyouka estaría orgullosa.

De pronto, algo detuvo su caída. Estaba sobre algo blando. El chico miró. Estaba sobre… ¿unas manos gigantes? Como pudo, volvió su cabeza.

–¡Yuuki! ¿Estás bien? –preguntó Shushu muy preocupada.

Por toda respuesta, el chico cerró los ojos. Había llegado a su límite.

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Un poco después, Yuuki estaba en el suelo, ya pudiendo moverse con normalidad. Shushu también había vuelto a su tamaño original.

–Estás completamente loco para haber forzado una transformación así –dijo la chica emocionada.

–Tú misma me lo dijiste, ¿no? –respondió Yuuki con una sonrisa–. "Los chicos son débiles, así que quédate donde estás". Quería mostrarte que te equivocabas, y que podía ser útil.

Shushu también sonrió. Se dio cuenta de que este conserje era más de lo que parecía. Y algo en ella había cambiado al ser salvada por él. Empezó a mirarlo con más interés.

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Más tarde, se escucharon gritos de dolor masculinos procedentes del edificio de los dormitorios.

En una de las habitaciones, Kyouka estaba dando un masaje con los codos y puños en la espalda de Yuuki, el cual solo podía reaccionar quejándose.

Tras haber regresado de la reunión, eso fue lo que hizo la capitana tan pronto le vio.

–Sopórtalo –le dijo secamente mientras aumentaba la presión.

En la sala estaban el resto de miembros de la unidad. Himari solo podía poner una sonrisa maliciosa al ver los gestos de sufrimiento del chico, mientras que Nei miraba con algo de preocupación.

Yuuki estaba que casi no podía soportar esta clase de masaje. Parecía que incluso forzando una transformación, también obtenía recompensas, pero no se imaginó que fuese una tan dolorosa.

La capitana por fin terminó, para alivio del conserje. Entonces se dirigió a la rubia.

–Shushu, la próxima vez no seas tan imprudente peleando contra los shuuki. Si subestimas a tu enemigo, terminarás hecha pedazos –le dijo con seriedad.

–Sí, lo siento –respondió ella bajando la mirada, consciente de que su error había estado a punto de costarle muy caro.

–Agradece a Yuuki echándole una mano con las tareas de casa.

–¡Sí!

Poco después, se marcharon todos salvo Shushu y Yuuki. El chico, ya libre de aquellos masajes, comenzó a incorporarse lentamente mientras se agarraba la espalda por el dolor.

Pero entonces un repentino peso sobre su espalda hizo que volviese a caer.

El chico movió la cabeza. Shushu se había sentado encima suyo.

–Espera… ¿¡Qué estás haciendo?! –le espetó.

–¡Te estoy poniendo en tu lugar como tu ama! –respondió ella empleando un tono juguetón.

Acto seguido sacó su teléfono, mostrándole una foto en la que se veía a ella con la ropa medio rota y expresión aterrada aparentemente huyendo de Yuuki, quien estaba tras ella con la mano extendida hacia delante.

–¡Me estoy interesando cada vez más en un chico que resultas ser tú! –dijo con una sonrisa traviesa–. Así que nuestra relación continua.

Yuuki se aterró. Ella había logrado la foto perfecta. El montaje era tan bueno que si Kyouka o cualquiera de las otras miraba aquella imagen, pensarían lo peor de él, y seguramente le harían pedazos.

Como pudo se levantó y escapó de allí temblando. Creía que por fin sería libre, pero la situación se había retorcido aún más. ¿No podía ni siquiera tener un momento de paz?

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Mientras el conserje se alejaba, Shushu se echó a reír. Entonces le dio la espalda al chico y esbozó una sonrisa.

–No te voy a dejar ir, Yuuki… –dijo con un leve sonrojo en sus mejillas mientras se llevaba la mano al pecho.

Aquel chico había hecho que por primera vez en su vida sintiera una sensación que no sabía explicarse, pero que por alguna razón no quería que terminara. Eso hizo que no estuviera dispuesta a dejarlo marchar, por mucho que fuera el esclavo de la capitana.

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Hola a todos. Y aquí termina un nuevo episodio. Será el penúltimo de esta temporada.

Si queréis que la historia siga, no olvidéis seguir esta historia y dejar vuestros comentarios.

Nos vemos en el siguiente episodio.