Final imaginario del siglo XIX
En estos tiempos, las personas que poseen extraños poderes provenientes de su cuerpo o incluso de misteriosas y poderosas armas, son conocidas como ladrones, escoria de la humanidad que roba hermosas y valiosas obras de arte, estatuas o joyas de diversos museos de todo el mundo, con la esperanza de reunir los 109 trozos de inocencia perdidos.
OOOOO
Cayendo desde el cielo, los ladrones activaron sus poderes, comenzando a luchar con los Akuma que se encontraban en su camino.
Kanda los partía en dos con su segunda ilusión, llenando sus ropas con la sangre de las criaturas. Umiko; convertida en su demonio de Shizen, los aplastaba con sus puños o los mordía con sus dientes.
Lavi movía su martillo de tamaño variable, electrocutando, mojando o quemando a las criaturas. Sesshomaru usaba a colmillo explosivo para dividirlas por tiempo ilimitado, haciéndolas agonizar. InuYasha se unió a él con colmillo de acero, realizando el viento cortante en repetidas ocasiones.
Kagome, encontrándose en su espalda, lanzaba varias flechas de diferentes colores desde su arco negro. Las rojas envenenaban y las moradas los hacían explotar al ligero roce de las puntas metálicas.
Unos segundos después, aterrizaron en tierra firme. La mayoría del bosque que rodeaba la gran torre estaba convertido en cenizas. Arriba, en la azotea, la cazadora Hitomiko continuaba luchando contra los seres malignos que amenazaban con entrar, lanzando hasta ocho flechas desde su arco, al mismo tiempo que mantenía un campo de fuerza que destruía a las máquinas.
-¡Abuelo!
El grito de Lavi llamó la atención de los presentes, viendo asombrados el cuerpo tirado de Bookman, cubierto por polvo de escombros, tierra y ramas quemadas de los árboles.
De repente, se escucharon varias risas por parte de los Akuma.
Volviendo a cubrir sus armas con la luz de la inocencia, Kanda y Sesshomaru se lanzaron al combate. InuYasha, Kagome y Umiko, mientras tanto, siguieron Lavi.
-¡Abuelo, despierta, por favor! - gritó alterado, arrodillándose en la tierra encenizada y sosteniendo el cuerpo del anciano en sus brazos. - ¡Abuelo!
-Lavi... - unos segundos después, Bookman reaccionó, haciendo llorar a su nieto de alegría. - ¿Mi cabello está bien?
-¡¿A quién le importa eso?!
-A mí, muchacho insolente...
-Qué bueno que se encuentra bien, Bookman-san. - habló Umiko, aliviada.
-¿Qué sucedió con exactitud? - lo interrogó InuYasha. - ¿Por qué los Akuma vinieron aquí y atacaron de pronto?
-No estamos seguros... - el mayor se quejó, sentándose con ayuda de Lavi. - solo sabemos que se trata de un ataque orquestado por Lulubell. Ni siquiera los sellos protectores del cazador Cross fueron suficientes para detenerla. Los destruyó como si fueran papel.
-Oigan... - los llamó Kagome, con su mirada dirigida al bosque quemado. - Allen no está.
-Ahora que lo mencionas, Megumi y el maestro tampoco han bajado del arca.
Señaló el Hanyou, antes de escuchar otra explosión... y ser sorprendidos por un Akuma de nivel 3, liderando a otros 8 de nivel 2. Umiko volvió a transformarse, uniéndose a los ataques de viento de InuYasha y siendo apoyados por las flechas de Kagome, el martillo de Lavi y las agujas negras de Bookman.
PPPPP
-Maldición... maldición...
Bak no podía dejar de quejarse y llorar, aplicando con desesperación, varios hechizos para traer de vuelta a Lenalee, aun inconsciente y postrada en la cama de una habitación de la sede fantasma.
De repente, un portal apareció a sus espaldas. Cuando volteó; por escuchar un grito, fue tirado al suelo con brusquedad por Allen, aterrizando sobre él.
-W-Walker... - se quejó, apretando con fuerza los dientes y llorando dos caminos de lágrimas en forma de cascadas.
-¡Discúlpalo, Bak Chang! - exclamó una voz en el interior del portal, saliendo unos segundos después, acompañado por Megumi. - Es un enano sin modales.
-¿Cross Marian? - Bak lo llamó anonadado, incorporándose junto a Allen, quien no dejaba de sobarse la cabeza por el mal aterrizaje.
Sin soltar la mano de su aprendiz, el pelirrojo se acercó a la cama, llevando su mano izquierda, con un conjuro, a la frente de Lenalee. Conociendo mejor su situación, entornó los ojos. Apartó sus manos y se dirigió a los jóvenes.
SSSSS
Desde que llegué aquí, todas las noches he tenido la misma pesadilla.
Demonios muertos cayendo del cielo.
Su sangre, mezclada entre el negro y el rojo, manchaba los cuerpos inmóviles de mis amigos y mis compañeros.
Y yo, parada junto a ellos, no podía hacer otra cosa, más que llorar y lamentarme por llegar tarde.
Por no haber conseguido protegerlos.
¿Esto es lo que significa ser portadora de tipo cristal?
¿Agonizar lentamente a cambio de poder?
-¡Lenalee!
Preguntándome por ello, creí haber escuchado una voz en la oscuridad.
Pero era imposible.
Por mucho que corrí en esta pesadilla, no había nadie más que yo, teniendo que llorar por no soportar que estaba sola.
Cayéndome en pedazos.
-¡Lenalee!
Entonces, conseguí verlo.
Con un cambio radical en su apariencia. Su inmensa capa blanca iluminaba todo a su alrededor. Incluyéndome.
-¿Allen?
Volteé al lugar exacto donde estaba su cadáver. Ahí continuaba, tirado en medio de un charco de sangre. Un monstruo había atravesado su pecho.
-¡Vuelve conmigo, Lenalee! - exclamó. Yo volteé de nuevo hacia él, sorprendida. - ¡Todos están en peligro!
Di un respingo al escuchar aquello.
-¿Siguen vivos? - pregunté temerosa.
Podía sentir las lágrimas acumulándose en mis ojos.
-Si. - Allen asintió, sonriendo. - Y te extrañan mucho. Tu hermano en especial.
Mi hermano... aquel que siempre me recibía con un abrazo.
-Quiero volver... - me sinceré, llorando. - ¡Quiero volver a casa!
-¿"Casa"? - dijo una voz detrás de nosotros, haciéndonos voltear al mismo tiempo.
Una chica que se veía como yo; usando un vestido de tirantes negro y llevando su largo cabello suelto, nos miraba al otro lado con rencor, llenando, con cada paso que daba, sus piernas de sangre.
-Esta es tu casa ahora. - nos aseguró, sonriendo.
La sangre en la tierra se convirtió en inmensas cuerdas que se dirigían a nosotros como lanzas filosas.
Allen se puso frente a mí y me protegió con una gran espada. ¿Cuánto tiempo he estado en este lugar? ¿Por qué había cambiado tanto?
-¡Inocencia! - exclamó, viendo desafiante a la joven frente a nosotros. - ¡Lenalee no es tu prisionera, es tu compañera! ¡Por favor, deja que regrese y pelea a su lado!
-Ella me odia. - afirmó, sorprendiéndonos. - ¡LO HA HECHO DESDE HACE MUCHO TIEMPO! - gritando y frunciendo el ceño, invocó más cuerdas hechas de sangre, tomando la pierna izquierda de Allen y azotándolo contra la tierra.
Cuando quise ayudarlo, otras cuerdas carmesí se dirigieron a mí, atravesándome el torso y envolviendo mis brazos y mis piernas.
-¡Lenalee! - alcancé a escuchar a Allen, mientras la otra joven caminaba furiosa hacía mí.
SSSSS
-No tiembles. - pidió Cross, concentrado en el hechizo que realizaban en conjunto sobre la hermana menor de Komui.
Allen estaba a su lado, con su mano izquierda puesta sobre su cabeza y los ojos cerrados.
-N-No puedo evitarlo. - se sinceró Megumi. Parada frente a él, al otro lado del mueble, derramaba unas lágrimas en sus manos, sin poder controlar el movimiento de sus dedos. - Siento su angustia, su dolor y su miedo como si fueran míos.
-Eso no los ayudará. Concéntrate en seguir con la conexión o todo habrá sido en vano.
La guardiana se mordió el labio inferior, esforzándose para que sus dedos dejaran de temblar. Bak, parado junto a la puerta, frunció el ceño. Se acercó de nuevo a la cama y se paró al lado izquierdo de Megumi, poniendo sus manos sobre las de ella para apoyarla.
SSSSS
-No te dejaré ir, Lenalee. - declaró la chica del vestido negro, mirando enojada a la aludida, agonizando por las cuerdas rojas que cubrían de a poco su cuerpo. - Te quedarás conmigo para siempre.
Allen seguía gritando su nombre, luchando por cortar con su gran espada todas las cuerdas que se le venían encima. De un momento a otro, consiguió quedar más cerca de su compañera. No obstante, antes de poder tomar uno de sus brazos, la otra joven interfería, dañándolo con cuchillas escondidas en los cadáveres en la tierra.
-Basta... - dijo Lenalee. - ...por favor, ya no lo lastimes. Haré lo que quieras.
Su gemela con el vestido negro sonrió.
-Muy tarde.
Levantando su brazo, continuó atacando al muchacho, cambiando constantemente la forma de las cuerdas rojizas, para que fueran enredaderas con espinas, látigos o espadas.
Lenalee lo llamó asustada, viendo cómo se enfrentaba a cada elemento hecho de sangre, esquivando a duras penas; al recibirlos en sus costados o en sus piernas, o protegiéndose con su arma.
-¿Por qué las cosas siempre son así? - se preguntó a sí misma, agachando la cabeza y llorando.
Allen gritaba al ser arrojado por los aires con las enredaderas de espinas. Sus sonidos, le recordaron la ocasión en la que Suman perdió la vida y Tyki Mikk destruyó sus botas negras.
-¡¿Por qué nunca puedo proteger a mis seres queridos?!
La inocencia reaccionó, palpitando un par de veces antes de convertirse en una cegadora luz que los envolvió, terminando la pesadilla.
A veces, deseo en secreto que el Conde del milenio, la familia de Noé y la inocencia solo existan en mi imaginación.
De esa manera, despertaría y respiraría con alivio, diciendo que solo fue un mal sueño.
Entonces, me levantaría de la cama, bajaría a la cocina y me encontraría con mi hermano mayor, quemando el desayuno por accidente.
Al principio, le pondría una mueca. Pero luego, correría hacia él, para sonreírle y alzar mis brazos, pidiéndole que me levantara con los suyos.
El trozo de inocencia que Bak puso en mi corazón no estaba de acuerdo con mi inofensiva historia ficticia.
Se la tomó tan en serio que se transformó en mí para personificar mis temores, haciéndome ver como una persona insegura, furiosa y sin voluntad.
Cuando estallé, frustrada por no poder ayudar a Allen, la inocencia adquirió la forma que debió tener cuando se combinó con uno de mis cubos negros.
Una mariposa carmesí de cristal.
En medio de la luz que nos cegó, se metió en el interior de mi corazón, restaurando el arma que me ayudaba a entrar en los museos, con una apariencia totalmente diferente a la que recordaba.
Ahí fue cuando comprendí, que la inocencia me puso a prueba.
Si le demostraba lo contrario a lo que pensaba; por atreverme a soñar con un mundo diferente, si le demostraba que aún tenía mi voluntad para sobrevivir y pelear, me permitiría volver a la orden oscura.
Volver a casa... con mi hermano.
SSSSS
PPPPP
-¡R-Regresaron!
Anunció Johnny con una gran sonrisa, viendo por la ventana de la oficina de su líder; junto a Tap y Jerry, como InuYasha y los demás se enfrentaban a los Akuma que aún seguían rondando por el bosque quemado. Incluso Bookman se había recuperado del ataque imprevisto que le dio un nivel 3.
Teniendo la intención de apoyarlos, Komui salió de la oficina y subió al elevador triangular. Sus subordinados lo siguieron, alcanzando a subirse en el último segundo, cuando accionó la palanca hacia arriba, hasta llegar al último piso. Bajaron de la plataforma y corrieron por el pasillo que daba a la puerta de la azotea.
Al salir, observaron preocupados a la cazadora Hitomiko. Jadeando agotada, con sus ropas y su rostro cubiertos de polvo de escombros y sangre de Akuma, apenas y le quedaba energía para mantener el campo de fuerza. Reever corrió hacia ella, ayudándola a sentarse en el piso cuando colapsó.
En eso, un grupo de Akuma de nivel 2 apareció ante ellos, confiados en que ninguna barrera rechazaría sus balas venenosas. Los hombres palidecieron. Pero cuando las máquinas ya se disponían a extinguir sus vidas, una silueta oscura se les abalanzó, haciéndolas explotar de golpe.
Todos quedaron atónitos con la expresión decidida de Lenalee. Con su cabello a la altura de su nuca y usando el mismo uniforme con el que salió a su última misión en China, portaba en sus piernas unas botas rojo oscuro, con unas mariposas carmesí en sus tobillos, que la hacían flotar en el aire.
Fin del capítulo.
