Log 7
Sintió el peso de haber renunciado a pensar por sí mismo.
Otras siete veces más su escuadrón había sido eliminado y devuelto a la vida. Y en cada una de ellas, de maneras poco variadas, No.6 había repetido acciones similares con una marcada conducta sexual. En cada una de ellas, de una u otra forma lo forzaba a participar, al menos las suficientes como para que lograra encontrar un patrón. La explicación más razonable que pensó es que, No.6 se las había arreglado para predecir cuando serían atacados y morirían. Aun no determinaba cómo, pero constantemente coincidían sus acercamientos con que, en minutos u horas posteriores, moría en servicio.
Observó a los chicos preparándose para iniciar la misión. Todos estaban más que tensos. Llevaban ya varias emboscadas y fallos, simplemente no lograban completar ninguna misión que les habían ordenado.
La situación era desesperada.
Aunque eran soldados, sus psiques ya comenzaban a mostrar signos de desgaste.
No.3 comenzaba a comportarse de manera más hostil y demandante con No.4, quien, a su vez, se había vuelto aún más callado, pero dando la impresión de que explotaría en cualquier momento contra No.3. Parecía que tenían un tema personal sin resolver y que dicho tema explotaría en cualquier momento.
No.6 aparentaba seguir como siempre, con su aburrimiento crónico al luchar con las máquinas y con sus chispas de excitación cuando veía a sus compañeros morir, pero sospechaba, que el aumento en su conducta sexual se debía a la misma tensión que acumulaba al percibir la muerte cerca de él.
No.9 parecía intentar ser más optimista, pero su optimismo lucía más como una reacción para mantener su psique unida, como si con eso pudiera evitar la tristeza. No.21 se había vuelto más irritable y apático respecto a completar sus tareas. No.22 parecía tener pequeños choques con su irritable unidad gemela.
Sentía como las vidas de su escuadrón se deterioraban a gran velocidad. Volteó a ver a cada uno de sus alumnos. Todos estaban ocupados en sus preparaciones. Y mientras ellos estaban en ello, él no paraba de recordar lo que sucedió la primera vez que No.6 lo forzó a besarlo y en cada una de las veces. Pues le parecía hasta extraño que nadie le recriminara nada nunca.
No.6 no lo recordaría, nadie lo recordaría. Esperaba que No.9 no se hubiera percatado de nada nunca. Sería vergonzoso de ser así. Pero sabía que era pedir demasiado.
Una parte de él se recriminaba por sentirse aliviado de que nadie tuviera memoria. Pero ¿no era natural? Justo antes de cada uno de los ataques anteriores, él había hecho algo que consideraba innombrable con No.6. Incluso si No.6 forzaba la situación cada vez, él se sentía responsable por no detenerlo y en algunos momentos, por participar.
Aun podía recordar algunas sensaciones. No eran ciento por ciento desagradables por eso a veces participaba, pero no eran ciento por ciento placenteras por eso lo detenía. ¡Qué vergonzoso! ¿Qué pasaba con él? ¿Cómo podía siquiera pensar en hacer algo así con su alumno? Mas aun si este ultimo no tendría memoria después. El placer físico impedía que fuera totalmente desagradable. No obstante, el sentirse …¿violentado? Eso era lo que impedía que fuera placentero.
Bufó. ¿Sentirse violentado? Él mismo pensaba que no tenía derecho a sentir eso, menos con esos chicos. ¿Sería por eso que cedía a los deseos de No.6?
— Si es que a eso podía llamársele ceder — se autocriticó en voz baja.
Estaba consciente de que las misiones consistían en acumular una derrota tras otra, probar cada modelo Yorha confrontando situaciones de perdida y estrés. Sus informes eran vitales para el desarrollo posterior de los modelos. Y él, al igual que No.9, acumulaba memorias de su escuadrón, memorias que su escuadrón no volvería a tener jamás. Pero había una notable diferencia entre él y No.9. En cada ocasión, su alumno se encargaba de salvar a los demás a costa de sí mismo. Él, por otra parte, se encargaba de guiarlos a su inminente destrucción cada vez.
Intentando despejar un poco su mente, se volvió y notó a No.6 jugueteando con su botón, por inercia comprobó su propio uniforme. Su botón actual seguía ahí. Ese debía ser el que le había quitado antes.
Luego, notó un conejo corriendo no muy lejos de ahí, se dirigía al río a beber agua. Sintió sincera preocupación. Esperaba que No.6 no lo viera. Luego, recordó algo que lo alivió. No.6 no recordaba aquella conversación con 6O. No tenía que preocuparse de que el atacante fijara su interés en esa criatura.
No.6 no recordaba el encargo de 6O. No cazaría al conejo, solo lo ignoraría. Eso esperaba. Y de nuevo, no pudo evitar volver a comparar a ambos. La adorable operadora que parecía apasionarse con la ternura y la belleza, y su revoltoso alumno que se apasionaba con la sexualidad y la violencia. Debía haber algún parecido en algún lugar. O quizá intentaba ver algo que simplemente no estaba ahí para justificar una conducta que no entendía.
Ahora notaba que él mismo presentaba signos de desgaste. Pensaba en tonterías, se preocupaba por cosas fuera de la misión y le era difícil discernir qué memorias tenían o no lugar en sus alumnos dificultándole la planeación. Con esas lagunas también se volvía más difícil predecir como reaccionarían los chicos a diferentes cosas con y sin dichos recuerdos. La guerra siempre cobraba facturas a todos los que participaban en ella.
De repente, vio a No.6 moverse velozmente y atrapar al conejo. Black se angustió, pero no dejó de observarlo desde la distancia. Esa era una de sus principales tareas: observar y dejarlos ser. ¿Sería esa la razón por la que le seguía a veces el juego a sus caprichos? ¿Algo programado? Deseó poder dejar de pensar en eso.
— Hey, No.22 ¿quieres que te muestre algo bueno?
El tono sugerente en el que lo había dicho impidió que No.22 respondiera, pero el artillero parecía realmente curioso de lo que No.6 tenía por mostrarle. No.21 pareció alertarse de inmediato arqueando una ceja. Aun ocupado, no dejaba de proteger a su gemelo.
— También puedo mostrártelo a ti, No.9 — completó con la sonrisa siniestra que comenzaba a ser característica de su persona.
— ¿Qué es lo que tienes ahí, No.6? — redirigió No.9
El sanador parecía alerta, aunque pretendió no notar las insinuaciones de No.6.
— Acércate y lo sabrás.
Con duda, tanto No.9 como No.22 se acercaron al notar aquella pequeña criatura de pelaje pardo.
— ¿Qué es esto? Es muy curioso — comentó No.9
— Se ve suave — opinó No.22.
— ¿Quieres tocarlo?
— ¿Qué es? — Inquirió No.22
— No lo sé.
— Es un conejo — respondió No.21
El conejo comenzó a patear un poco las manos de No.6 desesperadamente, pero No.6 lo sostenía con una firmeza que hacía ese acto inútil. El animal estaba incómodo y algo pasado de peso, en opinión del androide. Ocasionalmente sus músculos se contraían de manera extraña.
— Es combativo, me agrada. — opinó el atacante.
— Probablemente cree que quieres comerlo — comentó desde atrás No.21— Mejor déjalo ir.
— Solo quiere escapar.
— No irá a ninguna parte mientras lo sujete así — agregó, como siempre, sugerente.
Black, que los observaba desde lejos, notó que los chicos ignoraron los tonos de No.6, y entusiasmados comenzaron a acariciar al conejo. La pobre criatura lucía asustada. Parecía que la forma tan abrupta en la que No.6 lo había interceptado lo había horrorizado, probablemente pensaba que No.6 era un depredador. Y si lo pensaba, los instintos del conejo no estaban tan errados.
— Nunca había visto uno tan de cerca — comentó No.4 acercándose también.
— Tú también puedes tocarlo cuando quieras, No.4
Cuando No.3 intentó tocar al animal, No.6 alejó al conejo.
— Tu no. Consigue el tuyo No.3 este es mío.
— ¿Por qué a mí no me dejas? — se quejó indignado.
— Porque eres un bruto que lo dejaría escapar.
— ¡Ah, cállate! ¡Y es señor No.3 para ti!
— Sí, sí — respondió con una expresión que señalaba que no lo haría.
No.4 rio por lo bajo. Le sorprendió que No.3 no negara el insulto de No.6. Era un descubrimiento gracioso.
El instructor estaba tan ensimismado en sus pensamientos, pero con la vista en los chicos que, una vez más no notó cuando No.6 se le acercó.
— Instructor…
— ¿Sí? — deseó que su voz no hubiese sonado tan sorprendida.
— Sostenga esto — dijo pasándole al conejo.
Black lo sostuvo apenas, no esperaba que se lo pasara. Era la primera vez que tenía en sus manos un ser vivo real de ese tamaño. El calor de la criatura, sus movimientos musculares, la sensación de la vida a través de sus manos era realmente extraña, muy diferente del tacto de las armas, los androides y las formas de vida mecánicas. Incluso a través de la tela podía percibir diferencias.
No.6 aprovechó su confusión y sin avisarle, ni saber por qué, le tomó una fotografía.
La sorpresa de Black no quedó ahí, estaba por preguntarle por qué le tomó la foto, pero, de repente, a través de sus guantes comenzó a colarse una humedad cálida. Alejó al conejo un poco de su pecho, sin soltarlo. El movimiento fue tan abrupto que alertó al resto de su escuadrón, pero no se acercaron.
— Está sangrando mucho — señaló No.6 colocando velozmente sus manos, pegándolas a las de Black, sosteniendo el coagulo de sangre que había salido y estaba resbalándose.
Notó entonces que no era un coagulo. Era un conejo muy pequeño cubierto de sangre y algo más.
— No quites las manos — ordenó Black impactado.
Parecía ser era una hembra y que tanto estrés la había hecho parir.
Siguió sintiendo algunas contracciones en el pobre animal. Sin embargo, de unos pocos pujidos, la coneja liberó otra pequeña replica y luego otra más. Tanto Black como No.6 estaban impactados. Ninguno de los dos había visto eso venir.
La expresión de Black lucía como si hubiese encontrado alguna cierta verdad sobre el mundo y la existencia. El impacto del nacimiento y el milagro de la vida, eran algo para lo que no estaba mentalmente preparado. Desde que él mismo había adquirido conciencia del mundo, solo se había encontrado con un rastro de muerte sin fin. Pero ese acto, con ese acto, algo en su interior había cambiado, algo había entendido, aunque en sus ideas aun no aterrizaba qué. Su expresión era una mezcla se angustia y alivio.
La expresión era tan inusual, que, en un impulso, No.6 se puso de puntas y le dio un beso en la mejilla al instructor.
Black quedó aún más sorprendido y lo miró.
El resto de los chicos hicieron lo mismo, pero no se movieron de sus puestos.
— Parece que somos los padres de tres conejos, instructor. ¿Podemos quedárnoslos? — bromeó.
— Denegado.
Lo cierto era que no tenían tiempo para cuidar de uno o varios conejos.
— ¿La regreso donde la encontré, señor? — inquirió dócilmente.
Tal docilidad le pareció sospechosa a Black, quien pensó que lo más conveniente era solo dejarlos en el suelo sin más. No obstante, entre el carácter de No.6 y el impacto del nacimiento, decidió ser él mismo quien buscara la madriguera.
— SSU la madriguera más cercana.
— Según los datos, se percibe un agujero cercano con un túnel a 10 pasos hacia el noreste.
— Ven conmigo — ordenó Black aun sosteniendo a la coneja — trae a sus crías y no les hagas daño.
No.6 lo siguió sin chistar, estaba intrigado observando el actuar de Black. Aunque su ultima orden además de haberlo tentado, lo tenía un tanto satisfecho: Black estaba consciente de sus preferencias.
Los chicos los observaron desde lejos caminar juntos, no sabían muy bien qué había pasado, pero suponían que Black había reñido a No.6 por capturar al animal y que probablemente, No.6 había respondido con irreverencia. O al menos, es la única razón coherente que encontraron para entender por qué el atacante había presionado sus labios en la mejilla del instructor. Era un acto humano de afecto, así que, solo pensaron que era un acto sarcástico.
— ¡Sigan preparándose! — ordenó el instructor.
No.6 sonrió con superioridad a sus compañeros y siguió al instructor con un paso inusualmente alegre.
— ¿Viste eso? — preguntó No.3 a No.4 a unos pocos metros de distancia.
— Sí…— respondió simple, pero entendiendo totalmente a lo que su compañero de armas se refería.
— ¡A ese tipo definitivamente le gustan los hombres!
— Sí.
-o-o-o-o-o-o-
El atacante caminaba unos pocos pasos detrás de Black, admirando su espalda ancha. Le gustaban sus hombros, eran de aspecto fuerte y trabajado. Era una lástima que con todo el tiempo que llevaban juntos, nunca había podido ver a Black sin su uniforme. Le encantaría ver su piel rasgada por su espada, pero extrañamente, ver sus manos llenas con la sangre de la coneja y su expresión descompuesta le había aliviado un poco su urgencia de verlo lastimado.
— Señor… — lo llamó.
— ¿Qué pasa?
— ¿Alguna vez había sostenido algo vivo? — preguntó intrigado.
— No… ¿Por eso hiciste eso?
— ¿Atrapar al conejo?
— Sí.
— Me pareció que se vería bien en sus manos, señor. Ya que es muy serio — comentó con una sonrisa ladina.
Black no pudo evitar una reminiscencia de 6O. Una opinión en la que ambos con la personalidad tipo 6 coincidían en algo irrelevante y no tenía idea de cómo eso podría serle útil de alguna forma. Lo que sí, es que no podía decir tanto sobre 6O, pues sus interacciones eran pocas, así que no había tenido oportunidad de observarla trabajar cuando no la veía.
— ¿En qué está pensando, instructor?
— En ti y en la operadora 6O — admitió.
— ¿Piensa en mí, señor?
— Pienso en todos mis alumnos. Mira, creo que esa es la madriguera — dijo agachándose cerca de un árbol y dejando a la coneja ahí dentro.
No.6 se mostró decepcionado y permaneció de pie detrás de él, observando los pequeños conejos en sus manos. Pensó en la cara que pondría Black si tan solo los aplastara. Pero antes de poder hacerlo, el instructor se los quitó, casi como si hubiera leído sus intenciones.
— Creo imaginar en qué piensa — inició el atacante.
Ahora fue el turno de Black de mostrarse interesado.
— Nos está comparando ¿no? Por qué tenemos personalidades tan diferentes siendo la misma base ¿algo así?
Como era de esperarse de él, era el segundo pensador más veloz de su equipo. Vio a No.6 ladear levemente la cabeza, parecía estar calculando sus reacciones.
— ¿Quiere que se lo diga?
— ¿Sabes por qué? — le devolvió la pregunta.
El atacante sonrió. Llevó sus manos a sus bolsillos y se encogió de hombros.
— No del todo. Pero sé que lo desea. Desea encontrar una manera de dominarme ¿o no?
Dijo en un tono mimoso, seductor, pero, sobre todo: depredador.
Black lo conocía, ese era el tono. Su tono para anunciar que quería algo de él. Y no se equivocó. Sintió a No.6 arrinconarlo contra el árbol, ambos brazos a cada lado suyo. Y se preguntó ¿qué sucedería si le diera una respuesta afirmativa? ¿cómo reaccionaría? Por una vez, no quiso quedarse con la duda.
— Sí — respondió finalmente.
No.6 pareció satisfecho.
— Según los informes que leí en el bunker, la personalidad No.6 la describen como histriónica, inteligente, curiosa y conversadora. Se caracteriza por encontrar belleza en lo que ve y apasionarse con ello — soltó como si realmente estuviera leyéndole el informe— No crea que no lo investigué.
Parecía que No.6 quería ambas cosas. Dominar y ser dominado. Por eso lo sometía al tiempo en que revelaba algo de cómo ser sometido.
Black pareció de pronto entenderlo. Si la personalidad tipo 6 encontraba belleza en lo que veía y se apasionaba por ello… su alumno solo veía guerra, violencia, sufrimiento. Él había encontrado belleza ahí. Pero, aun así, sentía que había algo que le faltaba para terminar de definir ¿por qué expresaban sus impulso de manera tan diferente? Aun había algo que le faltaba para terminar de resolver el puzzle y manejar más efectivamente a su equipo.
A diferencia de las ultimas veces, decidió probar algo. Si había una posibilidad de poder redirigir el comportamiento de No.6 y con ello, mejorar las probabilidades de supervivencia del equipo, lo haría.
Tanto él como su alumno se observaban, estudiándose mutuamente. Debido a las circunstancias, Black no podía permitirse dudar. No con No.6. Cualquier señal de debilidad sería interpretada como una invitación a matarlo. Ese simple acto de observarse era una lucha de poder.
— Siento cosquillas — dijo con una sonrisa, sin desviar la mirada y manchando el rostro de Black con los restos de sangre que estaban en sus manos. Quería incomodarlo y obligarlo a desviar la mirada, así él ganaría, las posiciones de poder estarían mas que establecidas en la mente de Black.
Black tomó una decisión.
De un movimiento veloz, cambió sus posiciones, siendo ahora él quien tenía cautivo a No.6.
— SSU corre un análisis antivírico en el sistema motor y en el sistema sensitivo de No.6
Cubrió la boca de No.6 con su mano, para disminuir el volumen de su voz, mientras sentía el cuerpo contorsionarse con espasmos. Pero por más que lo hacía, su voz era muy fuerte. Frunció el ceño y cubrió la boca del atacante con la suya, imitando sus vivencias anteriores con él. Sentía el reverberar se su voz en su propia boca y su propio cuerpo con más de esas sensaciones tan duales.
La respiración de No.6 estaba más que agitada y había comenzado a dejar caer su peso sobre él, como si no pudiera ya sostenerse por sí mismo. Terminó por cargarlo, cambiando un poco la posición. Sintió las piernas de No.6 rodear su cintura. Pero a diferencia de las ultimas veces, el cuerpo de No.6 parecía tan sobre estimulado, que no había atisbo de que intentaría usar su espada contra él.
Cuando No.6 pareció llegar a su clímax, su cuerpo quedó agotado y se durmió. Esa reacción fue más que inesperada para Black. Estaba algo contrariado, porque hacía varios minutos que se habían ido y no estaba seguro de qué decir llegando con No.6 desmayado.
-o-o-o-o-o-o-o-
— ¿No se tardaron ya? — preguntó No.3
— Yo no iría en tu lugar — le detuvo No.9, con cierta idea en su mente, por algo que apenas y había visto muy rápido poco antes de uno de los ataques.
— ¿Qué tal si les pasó algo? — esta vez fue No.22
— Si así fuera, se habrían comunicado o el SSU nos habría notificado o habríamos escuchado algo, no están tan lejos — le señaló su gemelo.
— ¿Entonces? — presionó No.3
— Es mejor no interferir — No.4 detuvo a su compañero colocando una mano en su hombro — Tal vez al instructor también…
No.3 volteó a verlo sorprendido, no por el evidente hecho, sino que, fuera No.4, con lo estoico que era, quien se aventurara a decirlo en voz alta.
— No, no lo creo — comentó ahora No.22, entendiendo también la idea.
Todos la entendían.
— Yo sí lo creo, eso de ahora estuvo raro — fue No.21 quien lo señaló— También piensas lo mismo, ¿no, No.9?
No.9 se rascó la mejilla. Él también había notado cosas, y aunque estaba consciente que al iniciar la misión, sus compañeros no recordarían nada, él sí lo haría. Se puso en los zapatos del instructor. A él también le sería un poco vergonzoso quedarse con él sabiéndolo, así que su empatía le hizo que finalmente dijera:
— Probablemente. Lo mejor sería no hacer preguntas — comentó.
