Hinata se despertó al sentir un rose en su frente, tenía mucho sueño. Le había costado muchas horas dormir y finalmente lo logró cuando el sol comenzaba a asomarse. Parpadeó y estiró la mano, sacando, sea lo que sea que estaba tocando su cabeza.
Ella giró la cabeza y se asustó al ver que había alguien mirándola. Se incorporo rápidamente en la cama, apretando la ropa de cama contra su cuerpo. Su rostro estaba arrugado en confusión, hasta que reconoció a Toneri que la observaba con una sonrisa.
— Oh.. me has asustado —, murmuró ella.
Toneri tenía una bandeja en sus manos y la miraba con sus ojos grises amables.
— Lo siento, bonita. Pero, ya son casi las 11 a.m., me pareció apropiado despertarte para que pudieras desayunar algo.
Hinata alzó las cejas, sin poder creer que sea esa hora. Pero, Toneri no le dejó decir nada mientras acomodaba la bandeja que tenía pequeñas patas para poder acomodarla en su regazo sin que tocara sus piernas. Él sonrió, mostrando dientes blancos y sus finos labios estirados.
Hinata observó la taza de café, los pedazos de fruta y hasta había un plato tapado con huevos revueltos.
— Gracias Toneri —, le dijo, aún sorprendida. Ella se pasó la lengua por los dientes e hizo una mueca —. Me gustaría lavarme los dientes antes.
Toneri asintió, rápidamente sacó la bandeja de la cama y se hizo a un lado cuando Hinata sacó la ropa de cama para bajarse.
—¿Quieres desayunar aquí o en la sala? ¿En la cocina, tal vez?
Hinata se paró al frente de él. Toneri tenía una pantalón vaquero desteñido y aún usaba la bota para su pierna, pero luego su otro pie están sólo en calcetines. Una remera holgada color bordoña. Ella recordaba esa remera, se la había regalado ella.
Hinata sintió que su cara se calentaba.
— En la cocina. Bajó en seguida —, respondió, recordando lo que él había dicho.
— No hay problema linda—, dijo con un guiño y comenzó a caminar a la puerta de la habitación de invitados, con bandeja en mano.
Hinata se mordió el labio al ver la forma extraña que él caminaba gracias a su pierna que se estaba recuperando. Y suspiró cuando él estuvo fuera.
Lo cierto que anoche había estado tan enojada y sin saber a dónde ir que había terminado en la casa de Toneri. Ella había hablado con él sobre sus sentimientos, y aunque él se había sentido dolido, aceptó ser sólo amigos. Estaba tan agradecida por tener uno, después de todo lo había pasado, y sintiéndose tan pérdida como estaba en ese momento, corrió al único lugar donde había sido feliz antes de casarse.
Hinata se cepillo los dientes, mirando su rostro en el espejo y sin saber qué pensar.
Ella se había pasado casi toda la noche pensando en Naruto y extrañando sus brazos para dormir. No sé había dado cuenta cuánto se había acostumbrado a él para tener una buena noche de sueño. Observó las ojeras bajo sus ojos hinchados, porque sí, había llorado casi toda la noche.
Ella era fuerte, se consideraba una mujer que había entrado en el infierno y había salido todavía en pie. Pero, aún seguía siendo sólo una mujer, que tontamente había vuelto a creer en un hombre. Y se dió cuenta, que ella no conocía en nada a Naruto y ver cómo esa perra de Shion lo conocía mucho más, fue como un balde de agua fría en medio de una noche de invierno.
Ese duchazo le sirvió para abrir los ojos.
Ella había dicho que Naruto era vengativo y rencoroso, eso quería decir que jamás perdonaría que ella haya quedado embarazada sin que él supiera. Hinata se convertiría en su enemiga, ella estaba segura de eso.
¿Y qué haría él?
¿Hacerle la vida imposible? ¿Intentar convencerla para que se sacará el bebé?
Hinata terminó de lavarse la boca y acarició su estómago plano mirando hacia su reflejo.
Ella jamás lo permitiría. Jamás dejaría que le hicieran a su hijo o hija lo que le habían hecho a ella. Nadie decidiría por ambos.. Hinata tendría ese bebé, aunque Naruto no lo quisiera.
Hinata entró en la cocina de la casa de Otsutsuki, mirando a Toneri sentado en una de las sillas leyendo un libro. La bandeja estaba sobre la mesa, a un lado de la silla que él estaba ocupando. Ella no hizo ni un ruido, pero como siempre, él parecía siempre sentir su presencia ya que levantó la cabeza con una sonrisa y la miró.
— Ven, linda. Sientate a comer—, le dijo e intentó levantarse.
— No, no. Quédate ahi—, le pidió al saber que él querría sacar la silla para que ella se sentará.
Hinata sonrió a Toneri mientras se sentaba a su lado y comenzaba a tomar el café con un suspiro de alivio. La dió una mirada a su acompañante, notando que él la mirada aún con sus sonrisa.
— Gracias —, murmuró ella.
— No hay de qué —, dijo Toneri con un encogimiento de hombros.
Hinata hizo una mueca.
— No lo digo por el delicioso desayuno, aunque también es por eso—, una pequeña risita se le escapó al ver que Toneri ponía los ojos en blanco.
— Hinata —, dijo suavemente —. Me sorprendió que vinieras a esa hora, pero.. Te dije que siempre te ayudaría. Me alegró que acudieras a mí, las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti y para tu familia.
Hinata se mordió el labio y bajó la mirada a su taza de café, sintiendo que sus ojos se llenaban de lágrimas. Apretó las manos en la taza de cerámica, ya que estaba casi temblando. Probablemente fueran las hormonas, se dijo, porque nunca había sido sentimental y sus palabras tocaron una fibra sensible.
— Gracias. Significa mucho para mí —, murmuró.
— Estabas enojada anoche.
Hinata lo observó por arriba del borde de la taza. Él no había preguntado, Toneri lo había afirmado. Puede ser que no hubiera cambiado tanto después de su matrimonio si él podía seguir leyendola tan bien como antes.
Simplemente asintió, sin ganas de hablar de eso. Y una vez más, Toneri captó el mensaje. Ella se había olvidado lo fácil que ellos se entendían.
—¿Tienes algún plan para hoy?— él cambió rápidamente el tema de conversación.
— En realidad...—, dudó.
Sabía que tenía que ir a la casa de Naruto. Hablar era lo que tenían que hacer, pero una vez más, sólo pensar en eso la ponía triste. Porque sabía que su vida ya había cambiado muchísimo en menos de un año. En ese momento volvería a cambiar, drásticamente, y sentía que no podría llevar ese cambio bien. Sólo pensar en la mirada furiosa de Naruto sobre ella, llena de reproche, le partía el corazón.
— No—, respondió finalmente.
Toneri sonrió, mostrando sus dientes perfectos.
—¡Genial!— exclamó —. Tengo cita con el médico, ¿tal vez quieres acompañarme? Después podríamos ir a ver una película o algo así. ¿Qué dices?
Ella dudó mientras tomaba lo último del café. No quería darle falsas esperanzas a Toneri. Él era grandioso, y merecía estar con una buena chica, una mujer que lo amará y ella.. ya no lo hacia.
— ¿Somos amigos, verdad? ¿Eso hacen los amigos?— preguntó, de repente Toneri, confundido—. Lo siento, no he tenido amistades femeninas. Sólo a ti, pero podríamos hacerlo por los viejos tiempos ¿Qué dices? Nada romántico —, aclaró con una mueca —. Sólo salir a divertirnos.
Hinata soltó una risita. Toneri siempre había sido de los chicos que decían lo primero que venía a su cabeza. Y ella se dió cuenta, que quería eso. Quería salir y desconectarse por un momento de los problemas, grandes problemas que la esperaban en la casa de Naruto, así que finalmente asintió.
— Claro, podemos salir a divertirnos luego de tu cita médica —, respondió dejando la taza vacía en la mesa.
Toneri estiró una mano y pincho con su dedo índice en el hombro de Hinata, con una sonrisa y un guiño de ojo.
— Genial.
Continuará...
