En la WBBA española Jinbei era conocido como "el lobo en piel de cordero" pero esta es una verdad a medias.
Trad más que nadie fue testigo de que Jinbei no era un lobo en piel de cordero, si no que para algunos era un lobo y para otros un cordero.
Para sus rivales y colegas más acérrimos, Jinbei era un furioso lobo gris, pero con sus nietos y los niños a los que guiaba hasta la cima, el dueño era un dulce y manso cordero blanco. Lo que era muy diferente a "llevar un disfraz" en primer lugar.
Por eso para Trad desde el primer instante en que lo vio, Jinbei fue "el domador de leones". Incluso con todos los años encima Jinbei era enorme, duro y valiente. Él lucharía fervientemente contra lo que venga y obligaría a las bestias tercas como él a escucharlo.
El único hombres capaz de obligar a Free de la Hoya a hacer algo. El único hombre que alguna vez conseguiría sacarle a Kristina Kuroda algo de la cabeza. Ese era Jinbei, el furioso domador de leones.
A pesar de eso, todas las veces en las que Trad llegó a escuchar al respecto, lo único que olló fue "Jinbei, el lobo en piel de cordero".
El quince de enero del siguiente año, Jinbei murió.
Tuvo una muerte tranquila y silenciosa en su cama. Un día catorce fue a dormir y el día quince no despertó.
Quién encontró su cuerpo tristemente fue Kristina, quien al no tener noticias de su abuelo esa mañana, fue a buscarlo por su cuenta.
Nunca en su vida escuchó un grito tan desgarrador como ese y hubiera deseado no volver a hacerlo.
Él mismo Trad tuvo que sacarla de la habitación, mientras que Free, quien llegó como aparecido con solo escuchar, solo pudo quedarse en la puerta paralizado, completamente ajeno a todo menos al cuerpo en la cama. Perturbado y aterrorizado.
Trad quién ya tenía mucho en las manos mientras lidiaba con Kristina, solo atinó a gritarle a Ange—la única otra persona cuyo tacto el niño dorado aceptaría por el momento—que lo sacará de ahí de inmediato. No tenía porque ver eso.
Todo ese día fue el más caótico y horrible de su vida hasta ese momento. Los beybladers y entrenadores pararon todas las actividades, Kristina no estaba en condiciones de comer o al menos de decir algo entendible. Free simplemente desapareció y Trad tristemente no podía hacer nada por ellos con el mundo sobre sus hombros en ese momento en el que todos parecían necesitar algo de él.
La familia Kuroda llegó y lloró, discutieron, se culparon los unos a los otros por dejarlo salir del hospital, luego nadie dijo nada. Finalmente el cuerpo de Jinbei fue sacado del club y la familia aisló a todos los empleados y miembros—incluyéndolo—de todos los planes funerarios y de entierro.
Dos días después fue lo más pronto que se pudo hacer el funeral para un hombre de tal importancia. Jinbei odiaba hacer planes "para cuando me muera"—apenas y se obligó a sí mismo a hacer un testamento—así que Trad solo podía esperar a que la ceremonia fuese lo suficientemente apropiada para que Jinbei la hubiese considerado digna.
Kristina no lloró en el funeral, sólo observó cómo una espectadora silenciosa, callada e inalcanzable con una máscara de hielo que Trad nunca supó hasta ese momento que ella podía dominar tan bien.
Free ni siquiera estuvo ahí demasiado tiempo. Apareció para dejar las flores silvestres que siempre llevó a Jinbei cuando el anciano ya no pudo hacer más el viaje a la arena en el bosque que tanto amaba y volvió a aparecer al enterrar el cuerpo para lanzar las dichosas flores antes que la tierra y poner su cabeza en el hombro de Kristina.
Y finalmente todo acabó. Trad fue en el mismo auto que Kris y Free. Free fue obligado a pasar unos días con sus padres—aunque para sorpresa de todos, está vez no mostró resistencia—, mientras que Trad y Kris—quienes realmente no tenían alternativa porque eran adultos y la vida sigue—volvieron al club.
Kris se quedó toda la noche junto al teléfono en la sala de reuniones haciendo llamadas.
Trad finalmente con el tiempo para hacerlo, hizo la limpieza a la oficina del dueño. Limpieza que debían hacer sus hijos, o Kris, o alguien de la familia, pero que honestamente Trad lo prefería así. Está era la intimidad de Jinbei y no le competía a nadie más.
Fue en ese momento que Trad al fin pudo llorar.
Con la cabeza aquí y allá no había tenido tiempo para asimilarlo. Ni siquiera cuando vió el cuerpo sin vida de Jinbei en el funeral creía haber estado del todo consciente de que el anciano no iba a levantarse tercamente y pedirle las estadísticas semanales. Y cuando bajaron el cuerpo, bueno, el ataúd estaba cerrado.
Así que para él este el momento en el que se sintió real. Cuando entendió que Jinbei no volvería a la oficina ni se sentaría más frente la ventana. Que tenía que sacar las vitaminas y gotas para los ojos porque Jinbei ya no las necesitaría por las mañanas, que debía volver a poner la silla frente al escritorio porque ya no hacía falta el espacio para la silla de ruedas.
Que debía quitar el oso de peluche de la infancia de Kristina que el anciano dejaba en el escritorio como un recuerdo y observaba con cariño porque…
No pudo.
Entonces ya no eran solo lágrimas rebeldes molestándolo, si no un llanto descontrolado como si fuese un niño perdido.
Cinco años. Jinbei solo estuvo en su vida cinco años y aunque Trad tenía un padre propio al que amaba, no podía evitar pensar que así debía sentirse la pérdida de uno, como si le hubiese confiado una parte de su alma a alguien más pero ahora que se había ido no podría recuperarla nunca.
A la mañana siguiente, fingiendo que había dormido algo estaba en la oficina del dueño antes de Kristina. El entrenador observando las ventana como solía hacerlo el viejo kuroda hasta hace poco.
Kris entró en silencio y se sentó en la silla que por tantos años perteneció a su abuelo y por un tiempo ninguno dijo nada.
Kris acarició el oso en el escritorio y volteo a ver a Trad con la confusión clara en sus ojos. "¿Por qué sigue aquí?" Parecía recriminarle.
—Era tuyo, ¿No?—preguntó al aire sin estar seguro de a qué se refería.
—Sí, supongo que sí—ella murmuro con una sonrisa triste. Su voz rompiéndose como el cristal.
La primera vez que Kristina Lloró, fue cuando se sentó en la silla del dueño.
Trad no sabía mucho sobre los Kuroda además de que eran una numerosa familia mixta japonesa-española llena de hombres y con una única niña—Kristina—. Una familia que siempre está metida en sus propios asuntos.
Cuando Trad llegó al club, Kristina debió tener unos once o doce años si no recordaba mal. Aún así, a diferencia de los otros chicos a ella no la llamaban sus padres y tampoco parecía tener mucho que decir al respecto. Ella hablaba muy bien de su abuela y se quejaba constantemente de sus tíos quienes siempre la hacían rabiar. Tampoco parecía saber mucho de sus primos aparte de que ellos no hacían beyblading.
Free quien era prácticamente un Kuroda tampoco era muy vocal sobre ellos. No tenía una opinión sobre nadie a pesar de haberlos visto incontables veces, excepto que tampoco le agradaban los tíos de Kris, hombres que no sabían si adularlo o mirarlo desde arriba.
Entonces Trad ahora no tenía idea de qué esperar ahora que la nueva matriarca Kuroda, lo había citado discretamente en un restaurante del centro de Barcelona.
—Buen día, jovencito—la mujer lo saludó con una sonrisa adorable.
Sin embargo, el rostro de la española era innegablemente duro. Habla sobre dominancia y poder. No como un gran lobo gris mostrando los dientes, ni como un domador de leones haciendo un espectáculo. Ella era simplemente digna como una reina. Pero los ojeras bajo sus ojos hablaban de algo diferente. Después de todo, perder un marido debe ser duro independientemente de la situación.
La viuda de Jinbei, Natasha Kuroda.
—Buen día, señora.
—¿Tú eres el asesor de la firma? Para todos los problemas en los que Jinbei te metió, te imaginaba mayor y seguro que no tan guapo—ella lo analizó de arriba abajo con paciencia antes de adularlo superficialmente.
"Alguien mayor no hubiera aceptado la mitad de las cosas que yo" se sintió tentado a bromear, pero estaba tan nervioso que simplemente se sentó incómodo con un asentimiento silencioso.
Intercambiaron nombres rápidamente aunque seguro que ambos sabían perfectamente a quien tenían al frente.
—No te haré perder mucho tiempo. Solo tengo un par de preguntas sobre los acuerdos premortiz de Jinbei que me gustaría resolver para ahorrarme la mayor cantidad de drama posible. Lectura de testamento, como en una novela—la mujer se burló—. Jinbei siempre fue dramático, en lugar de simplemente decir las cosas claramente. No es tan difícil. En América quien se queda con la herencia es la esposa. En Sudamérica son los hijos. Pero aquí es quien alcance. Solo en España—se quejó con un suspiro—. Jinbei dejó todo a sus nietos, el único que recibiría algo sería nuestro hijo mayor Jhonatan. Y eso era el club. Pero Jinbei lo expulsó y se lo regaló a únicamente a Kristina.
—Eso hizo—no había mucho que Trad pudiera decir.
No tenía mucho sentido negarlo.
—¿Por qué?—La dama preguntó con una sonrisa tranquila.
Habían muchas cosas razonables que Trad podía decir. Podía hablar sobre la opinión del club sobre Jhonatan, o sobre la educación de Kristina, pero esas eran cosas menores en las que esta mujer ya debió de haber pensado. Ella bajo esa sonrisa encantadora debía de estar buscando otra cosa.
—Eso es porque Kristina quería el club—esa era la verdad más cruda que podía darle. Jinbei le dio el club porque Kris lo quería.
Sencillo como eso
—Suena a él. Ahora, ¿Por qué el dinero de mis nietos está en un fideicomiso?
—No es díficil de imaginar. Yo no sabría que hacer tan joven con ese dinero, Jinbei también creía que sus nietos son manipulables.
—Y entiendo eso, "el dinero se liberará cuando el menor de los herederos sea mayor de edad", eso también está bien. La menor de mis nietas es Kristina, faltan solo dos
años para eso… o así sería si no hubiera añadido a su niño de oro a la lista. Él tiene once años—expreso con una preocupación que visualmente solo podía asociarse al dolor.
—Sí, eso extiende bastante el tiempo de espera—Trad asintió en comprensión.
—Y reduce el porcentaje de ganancia para los demás considerablemente—gimió con pena antes de cubrir la mitad de su rostro con su mano—. Protege a ese niño y mantenlo alejado de nostros lo más que puedas hasta los dieciocho. Mi familia nunca ha sabido muy bien como reaccionar cuando se trata de él. No sé qué podría pasarle si le da la cara a mis nietos ahora.
—Está bien—Trad asintió con una sonrisa cortes, sin embargo su actitud era indiferente.
Si a Free le convenía estar lejos lo estaría, pero si un día de pronto le favorece estar cerca—lo que duda muchísimo porque no hay razones para ello—, no lo impedirá. Free es inteligente y perspicaz para ir y venir a conveniencia. No es que Trad planeara instar al niño dorado a sacar algo de su fideicomiso ahora. Por el momento el niño desconoce que es parte de la herencia y no es algo que ni sus padres ni Kris le van a hacer saber pronto. Se hará cuando Free esté listo.
—Me agrada Free. No es un mal chico, pero esa no es razón para dejarle tanto dinero.
—Jinbei no apadrinó a Free porque "le agrade" lo hizo porque para él, es como su hijo… era como su hijo. Lo siento—aún se estaba acostumbrando a esto de hablar de Jinbei en pasado.
—Tantos hijos y el hombre quería uno rubio—la mujer murmuró antes de retomar la compostura y darle otra sonrisa gentil—. Bien, eso sería todo por el momento. Gracias por venir, jovencito. Solo una cosa más. Llevate esto contigo—la mujer le ofreció una caja delgada.
Cuando Trad la abrió por precaución se encontró con una delgada y simple cadena de oro. Una que había visto innumerables veces antes en el cuello de Jinbei, a través de las camisas feas en su viaje a Madrid.
—Estaba en una nota al pie de página. Ahora te pertenece—la mujer prácticamente se lo lanzó con tal de ya no tenerlo en las manos.
—Yo no…
—Me da igual lo que sea que tengas que decir. Es tuya ahora y es ilegal que me la quede—Ella ni siquiera le dejó terminar—. Dasela a Kris de cumpleaños o a ese gato callejero suyo.
Trad ya había escuchado a Jinbei una vez llamar a Free "gato callejero", pero en esa ocasión fue inocente y cariñoso. Cuando lo dijo Natasha sonó más bien frío, como un adjetivo grosero. Debió de ser un desliz porque la mueca gentil de la mujer no titubeo. Trad duda que siquiera haya notado como lo llamó. ¿Así le dicen a Free en su casa?
—Que esté en donde sea menos conmigo—la viuda murmuró—. Buen regreso al club. Quiero mucho a Kris, es mi única niña pero conozco lo que tengo. Vigilala. No dejes que vaya muy rápido con todo esto.
No es como si Trad pudiera hacer algo al respecto.
Para su sorpresa la matriarca Kuroda debió mantener para ella quien fue la firma del testigo, o al menos dejó a Kris fuera de eso, porque cuando ella se enteró de su herencia simplemente celebró para sí misma y jamás le reclamó a Trad por "meter la mano en sus problemas" como solía decir aunque generalmente ni siquiera estaba tratando.
—¡Kris!—Trad la observó con seriedad entrando en la ahora oficina de la dueña sin siquiera tocar.
Kristina lo observó muy sorprendida, Trad tendía entrar por costumbre sin permiso—Su abuelo en sus últimos días ya no estaba en las mejores condiciones de escuchar la puerta y responder—pero generalmente era por eso mismo: costumbre. En silencio y con respeto.
Nunca haciendo ese escandalo, entonces algo pasaba.
Kris hizo un sonidito tímido para que supiera que tenía su atención, entonces Trad levantó en sus manos un gran sobre y cerró la puerta tras de él.
—Acababa de llegar, es de tu academia—notificó entregándole el dichoso paquete.
Lo observó sorprendida.
—¿Crees que sea…?—la chica empezó a tantear ilusionada.
—Solo hay una forma de saberlo—le asintió con impaciencia recibiendo un asentimiento igual.
Abrió el sobre con una hojilla y el tiempo mientras sacaba el cotenido se sintió eterno, adentro para nada sorprendentemente habían papeles y más sobres.
La chica desenvolvió los papeles, eran los exámenes que envió las últimas semanas que se vio obligada a cursar a distancia desde BC Sol por la muerte repentina de su abuelo. Luego estaba su registro de notas certificadas y por último su validación y documentos, todo apuntaba a una única cosa.
Levantó la mirada para ver a trad con una mirada dolorosamente emocionada, tan feliz que podría llorar. Él también sonreía con ojos orgullosos.
Sacó el sobre grueso y finalmente reveló lo que ya suponían que era, su título bachiller. Firmado en papel moneda, ahí estaba su nombre.
Lo había logrado.
Se levantó riendo contenta y abrazo a Trad con fuerza, él se tenso porque tal vez se pasó con la fuerza, pero la abrazo también. Ambos estaban tan felices que bien podrían llamarlo euforia. Habían pasado tanto tiempo con Jinbei esperando este momento que se sentía surreal ahora que finalmente estaba pasando.
—¡Lo hice! ¡Tengo mi título!—ella chilló separandose.
—¡Te dije que lo lograrías! ¡Te dije que no renunciaras! ¡Te graduaste dos años antes, Kris!—la felicitó sin perder su sonrisa.
Trad no recordaba haber estado tan feliz ni siquiera cuando recibió su propio título el año pasado.
—¡Me darán el control del club!—celebró impaciente.
En el nuevo testamento, Kris ya no era la dueña mayoritaria compartiendo autoridad con su tío, si no dueña total. Sin embargo, había una cláusula. Su herencia solo se
liberaría una vez que Kris tuviera un bachiller. Así lo había escrito Jinbei, siempre enfocado en que sus nietos lograrán todo lo que se proponían.
Sorprendentemente, Trad la abrazo por su cuenta de nuevo, esta vez no había euforia, solo orgullo y cariño. Más paz que otra cosa.
—Tu abuelo estaría tan feliz—murmuró en su cabello.
Kristina sintió sus ojos cristalizarse y antes poder pensar en aguantarse ya estaba llorando, de alegría, de tristeza o por ambos. Lo que más deseaba su abuelo para ella era verla con un título en sus manos—y un sin fin de cosas más, pero él siempre fue bastante realista respecto a su espectativa de vida—y aunque no pudo verlo, Kris cumplió con su parte.
Ella le devolvió el abrazo con fuerza y río mientras lloraba. Todos los esfuerzos, todo el tiempo había valido la pena. Todos los momentos donde fue demasiado y en los que no fue suficiente, todo tomaba forma ahora como su título.
Finalmente había cerrado esa etapa de su vida.
Lo logré, abuelo.
Y está lista para otra, como la dueña de BC Sol.
—¿Todo bien ahí?—Trad no quería mencionarlo.
Pero luego de ver a Free en el gimnasio moviendo incómodamente su muñequera como si no lograra acomodarla, se vio en la necesidad de intervenir.
—Me pica y no me puedo rascar bien—Free frunció el ceño irritado.
Fingiendo que todo estaba bien, que no había ningún problema y que su nueva muñequera solo era una declaración de moda. Que no se la quitaba por mera pereza.
La muñequera de cuero azul de Free que cubría diligentemente todo su brazo de extremo a extremo, esa que Kristina ató en su muñeca mientras intentaba con todas sus fuerzas no sollozar, todo para disuadirlo.
Eso de lo que nadie quería hablar, pero por la que Free estaba seguro de que exageraban porque para él era otra "estrategia" y solo aceptó llevarla porque Kris lo miró con esos grandes ojos azules que decían "por mi".
Solo Free sabe con exactitud porque cree tan fervientemente que necesita hacerse daño para dar lo mejor.
Mientras tanto todos los demás sólo querían con todas sus fuerzas que se detuviera.
El grito más desgarrador que Trad escuchó hasta ese momento fue otra vez de Kristina. Está vez ella sufría por su niño dorado.
La firma del traspaso a pesar de no ser más que un procedimiento legal, fue muy emotiva. En la oficina llegaron sin invitación, pero por supuesto con permiso, Free, Ange y Trad evidentemente ansiosos por verlo.
Un cambio de dirección era algo serio y sensible. Aunque Kris técnicamente ya llevaba varias semanas operando como dueña, el poder absoluto que se le otorgaría solo podían significar cambios que aún era muy pronto saber cómo y cuándo ocurrirían, pero para aquellos que han seguido a los kuroda durante años, no como dueños, si no como su familia, significaba mucho más que eso.
Era el momento en el que oficialmente Kristina, la nieta del dueño cumpliría la primera meta que se planteó en su camino a la adultez, el que Jinbei tanto quiso y por el que luchó en contra de su cuerpo por ver.
Y también, el fin de la era de Jinbei Kuroda.
Sentimientos contradictorios cuánto menos.
Ange no dejo de llorar en silencio, Free sonreía de una manera complicada y Trad tuvo el honor de entregarle en las manos el papel donde iba la firma de traspaso y que una vez sellado cambiaría las vidas de todo BC Sol para siempre.
Cuando la mano de Kristina finalizó el trazo en la línea punteada Ange no perdió el tiempo y saltó a abrazarla, para sorpresa de todos, Free tampoco, en su versión menos intensa que decía "me gusta el espacio personal, pero juro que te quiero".
Sin embargo, dejando de lado esa linda mañana, ese día no fue necesariamente lo que trad llamaría "el mejor de los días".
—Aquí vamos—murmuró Clay, uno de los entrenadores que hasta el momento se había quedado mientras trabajaba con él en el taller.
—¿Dijiste algo?—Trad no levantó la mirada de su mesa, pero preguntó de todas formas.
—Solo estoy nervioso—soltó también sin mirarlo, igual de concentrado—. Me preocupa la dirección que tomará BC Sol sin Jinbei.
Trad lo observó por un segundo y luego volvió a ignorarlo.
—Es una preocupación razonable—coincidió él—, pero de hecho, llevamos semanas trabajando sin Jinbei—levantó una ceja extrañado.
—Pero bajo las reglas de Jinbei—le recordó con tono cansado—. Ahora que Kris es oficialmente la dueña podrá hacer cambios—detuvó su trabajo y lo analizó fijamente—. ¿O puedes asegurarme que no?
—No, no puedo. Kris no es su abuelo, naturalmente tendrá su propia forma de hacer las cosas—. No se molestó en darle demasiada importancia.
—Querrás decir que no es su abuelo y es una niña—murmuró irritado.
—Sí, tendremos que vivir con eso.
Kris aún era joven—ellos mismos acababan de obtener su bachillerato también—y por supuesto que también inexperta. Mentiría si dijera que no estaba nervioso por todo el poder que tiene en sus manos ahora, especialmente porque está consciente de que Kris no es la fan número de las tradiciones de su abuelo y honestamente lo tiene con los pelos de punta.
Es normal que en los cambios de dirección drásticos una buena parte del personal y miembros se dé de baja. Hasta ahora los números han sido normales, sin embargo, que hayan bajado tan pronto… Pero Trad tuvo una buena mañana y no tiene ganas de malgastarla en cosas que aún no han pasado.
—Es fácil para ti estar tranquilo, pase lo que pase tú puesto está asegurado—soltó Clay sin tono malicioso, pero aún así la bomba había sido soltada.
—¿Disculpa?—finalmente Trad se detuvo y le prestó toda su atención.
—Oh, nada—lo ignoró.
Trad lo estudió con las cejas abajo pero luego volvió a lo suyo.
El alboroto sobre el cambio de gerencia siguió extendiéndose como pólvora entre miembros y personal hasta el punto en el que ya no le quedó de otra que intervenir y pedir algo de cordura y claro, también respeto para la dueña. Kris ya no era solo "la nieta de Jinbei"—y aunque lo fuera, no hay excusa que valga para pasarle por encima—, ahora tenía completa autoridad sobre el club y lo mejor para todos es acostumbrarse rápido o habrán roces más pronto de lo que pensó.
Calma no era necesariamente el segundo nombre de Trad. La poca disposición de todos para llevar los cambios en paz lo tenían sudando frío, no. Frío era poco, helado.
Tragó pesado rezando a cualquier santo que pudiera escucharlo porque esto no se les saliera de las manos.
Kris no es la mejor dueña del mundo.
Y eso está bien. Aunque suene cruel, este era un escenario para el Trad estaba mentalizado, Kris solo tiene dieciséis años y poca o nula experiencia en la práctica sin importar que tantos esfuerzos haya hecho Jinbei para aconsejarla. Sí, ella sigue siendo brillante y guarda dentro de su cabeza un conocimiento teórico de batalla al que solo puede aplaudir.
Pero ella tiene esta visión completamente diferente del mundillo del bey.
No necesariamente mala, pero si nueva y bastante divergente de lo que había sido el estatus QO en BC Sol hasta ahora. Entonces los desacuerdos eran naturales.
Sin embargo, la inexperiencia de Kris no estaba ayudando para aclararlos.
Desde que ella asumió el cargo del club, su sueño empezó a armarse ladrillo por ladrillo como una construcción apresurada difícil de entender, entiendalo quien lo quiera entender, ella no tuvo piedad en cambiar las viejas reglas jerárquicas de Jinbei ni tampoco con todo lo demás y todo eso llevo a más bajas inevitables, de bladers y entrenadores por igual y por supuesto, también llevo a despidos. Algunos más merecidos que otros. Sin embargo, entendía el punto de todos ellos.
Trad entiende lo que la nueva dueña está intentando construir, si está de acuerdo o no esa es otra historia. Aún así, no pudo evitar estar molesto.
Los cambios fueron demasiado rápidos. El objetó en casi todos porque a la mitad de la temporada competitiva con el escenario continental frente a ellos por primera vez desde que Jinbei los dejó no era el momento, pero Kristina estaba decidida a seguir por el camino difícil que había elegido con tal de hacer las cosas a su modo.
—Fue bueno trabajar contigo, Cuidate—Clay estrechó su mano cuando fue a despedirlo en la entrada, mientras lo esperaba su taxi.
—Lo mismo digo—correspondió palmeando su espalda con camaradería.
Clay era el último de los entrenadores. No es raro que un club tuviera un solo entrenador, de hecho era lo normal, pero un equipo grande era lo que hizo aún más grande a BC sol en primer lugar. Era una pena que perdieran eso.
—Espero que aguantes. Por cómo van las cosas a BC Sol no le irá bien en la clasificación este año—Clay suspiró con pena.
—No te quiero escuchar volver a repetir eso—Trad le sonrió pero frunció el ceño involuntariamente porque ese era hielo delgado para pisar.
Clay se encogió de hombros abriendo la puerta trasera del transporte y poniendo sus malestas mientras seguía hablando sin parar.
—Perdieron a todos sus entrenadores y a lo mejor de su alineación sin contar a Free, en mitad de la temporada. Se caerán a pedazos—dedujó sin tibutear, mirándolo sin asco, directamente a los ojos—. Amo este club y no me gustaría que pierdan nunca pero no soy idiota. En las condiciones en las que están tendrán suerte si clasifican.
—No perdimos a todos los entrenadores, aún estoy yo. Y no se como ves a los chicos pero yo tengo plena fe en lo que quedan de los bladers. Por si no lo recuerdas, nosotros los entrenamos—le sacó en cara irritado.
—No hables como si no estuvieras molesto también—Clay lo retó.
—Eso no te incumbe ya—dió el tema por concluido ahí.
No quería que el último recuerdo que se llevara de un bonachón como Clay, fuese una discusión.
Tuvieron momentos mucho mejores que ese.
—No y lo agradezco—Clay también prefirió dejarlo de esa manera y asintió respetuosamente—. No creo que volvamos a coincidir pronto—habló refiriéndose a su nuevo puesto en Asia, en un equipo que no participaría en la liga mundial este año—, pero ya veremos. Adiós, amigo.
—Ten un buen viaje—se despidió con un suspiro.
Observó el auto irse y enderezó la espalda. Ahora era el único que quedaba para los niños. No había lugar para suspiros por su parte.
Fue frustrado camino de vuelta al edificio principal, cuando encontró en el patio a Kristina observandolo directamente.
—Lo siento—Kris por alguna razón se disculpó en cuanto llegó a él.
—¿Por qué?—preguntó desconcertado, sin embargo, no pudo quitar su mala cara. Simplemente no estaba de ánimos.
No sabía si ella sentía pena por él por "quedarse solo" de alguna manera, o quizás por ponerlos a ambos en esta posición. Trad tampoco sabe si él lo pregunta porque no hay nada por lo que disculparse o si es porque no sabe por cual de los recientes cambios al club se estaba arrepintiendo ahora.
—Por tratar a BC Sol como si fuera arcilla—ella suspiró con un rostro duro—. No me arrepiento de nada de lo que estoy haciendo, pero quizás fui muy rápido. Y ahora la liga nacional está en nuestras espaldas y tenemos la alineación con peor clasificación
que ha tenido el club en… la decada—gimió estresada—. Creo que no pensé bien que no era tan simple.
—¿Tú crees?—trad cuestionó con sarcasmo antes de que pudiera controlar su boca.
—¡Estoy intentando estar en paz contigo! Todo recae en nosotros y sé que estás frustrado por mi culpa, pero te necesito conmigo ahora—le pidió desesperada.
—Se que estás haciendo lo que sea que tienes que hacer para conseguir el club que quieres y ni siquiera me importaría si no fuera porque te advertí muchas veces, cada vez que esto no es el momento—Evidentemente estaba molestó, sin embargo su voz permanecía calma con su dureza natural, estaba siendo un poco difícil de leer—Y aún así nunca me consideraste siquiera. No estoy aquí para regañarte o llevarte la contraria, Kristina. ¡Soy tu asesor! Cuando te digo algo, te lo digo por el club. Porque debes considerarlo. Eres la dueña ahora pero no puedes encargarte tú sola, ¡Escúchame de vez en cuando!—aunque hace un esfuerzo persistente por mantener la calma, sin notarlo llegó a levantarle la voz gradualmente.
Nunca alcanzando a gritar porque no podían permitirse eso en medio del patio, pero sí lo suficiente para no manejarlo del todo.
Kris pisó con molestia y lo observó como si fuera el ser más lento del planeta.
—Ya lo sé. ¿Por qué crees que me estoy disculpando?
—Por favor. No te estás disculpando por nada. Solo lo soltaste ahí y ya—toco su frente exasperado—. Y no necesito una disculpa. Necesito que me escuches de vez en cuando. Necesito que entiendas que hay cosas que no puedes hacer con solo pensarlas.
—¡Bien, ya entendí! A partir de ahora así sera—le prometió naturalmente enfurecida, pero con los ojos húmedos, claramente intentando no llorar.
Trad no estaba orgulloso de eso, pero no pudo evitar el sonido de fastidio que se escapó de su garganta cuando volteó para ignorarlo. Él entendía que todo esto era demasiado para una adolescente, especialmente cuando ella estaba manejando un poder tan repentino, pero él intentó guiarla múltiples veces para que nunca tuvieran que pasar por esto y hemos aquí. Cada quien debía hacerce cargo de su decisión… sus múltiples decisiones.
Extrañaba tanto a Jinbei.
Hizo un esfuerzo por respirar y volvió a mirarla. ¿Qué está haciendo? A él le agrada Kris, hasta ese momento jamás habían discutido. Tal vez porque nunca habían tenido alguna razón para hacerlo antes. Aún así necesita calmarse.
—¿Podemos solo… dejarlo aquí y dar lo mejor mañana? Ambos estamos muy ocupados para pasar la noche discutiendo en el patio—dejó caer entre frustrada y terriblemente triste.
Con su misma corriente de pensamiento de "llevar las cosas por la paz".
—Sí. Suena bien—Trad asintió y se fue por su lado.
Jodidamente surrealista.
