Lamento la demora, pero ando sin apenas tiempo para poder escribir *cry*
Resumen:
Hinata ha conseguido ser aceptada como mánager de un famoso grupo de música formado por Sakura, Sasuke y Naruto, quienes en antaño se consideraban uno de los más influenciados, pero debido a un problema con su anterior mánager su popularidad bajó. Muchos son los rumores y las pruebas que Hinata debe pasar para ser aceptada por el grupo pese a que ellos la escogieron (o más bien Naruto y su impaciencia). Cuando finalmente es aceptada por ellos, aparece Kakashi por sorpresa... ¡Con un examen sorpresa!
Capítulo 4º
Ojos de cielo
No todo puede ser mala suerte en este mundo.
A veces, los golpes también llegan.
Depende si los recibes con una sonrisa o una lágrima el valor que tendrán.
Hinata se mordió el labio por tercera vez, con tanta fuerza que tuvo que esforzarse por evitar una mueca de dolor. Apretó la carpeta contra su pecho y se tomó un momento para tomar aire y lograr que una pizca de tranquilidad la invadiera.
Kakashi Hatake le sonrió desde la pared en la que estaba apoyado, observándola como si de algún tipo de depredador se tratara. Era un hombre curioso, si lo pensaba. Siempre cubría la mitad de su rostro con un pañuelo y tenía una cicatriz extraña sobre uno de sus ojos. Curiosamente, su mirada era interesante gracias al heterocroma y aunque muchas veces parecía sonreír de una manera tranquilizadora, Hinata no podía evitar pensar que estaba entre la espada y la pared.
¿Y cómo no estarlo?
Había escuchado muchas veces el tema de los exámenes para mánager sorpresivos, pero jamás que fuera tan rápido. Y los rumores siempre eran nefastos. Especialmente duros para los mánager de grupos de música, baile o actores.
Así que temblar como un flan y morderse las uñas era algo que no podía ni evitar.
—Imagine que no estoy aquí, señorita Hyûga. Haga lo que crea correspondiente.
Asintió y miró hacia la pizarra frente a ella. Había comenzado un horario para antes de que llegara el grupo, preparado unas mesas con agua para ellos y colocado folios en blanco junto a bolígrafos. Kakashi había enarcado una ceja mientras lo hacía y aunque sus ojos parecían curiosos, el rictus que podía notar en sus mejillas, le preocupaba.
—Estoy intrigado —dijo una de las veces en que sus miradas se cruzaron.
Hinata inclinó la cabeza, sin saber bien qué decir o como explicarle sus métodos. Eran extraños, lo sabía, pero era su modo de organizarse.
La puerta de la clase que había reservado para ellos se abrió de par en par y Sakura fue la primera en entrar seguida de ambos chicos. Mientras que la mujer sonreía, Naruto se rascaba la barriga y bostezaba, mientras que Sasuke parecía caminar automáticamente mientras revisaba una y otra vez las hojas que sostenía en una de sus manos.
Cuando las dejó sobre el escritorio, vio que había pentagramas con diferentes anotaciones y notas. Suponiendo que sería una nueva canción, Hinata decidió interesarse por ello más tarde.
—Oye, qué bien organizado —felicitó Sakura mirando con atención la pizarra.
—Casi pareciera que vamos a tener que pasar un examen —protestó Naruto guiñando los ojos —. Odio los exámenes.
—No hace falta que lo jures —puntualizó Sasuke sin levantar la vista de los pentagramas —. Solo aprobabas música con excelente y… deportes.
—Porque tengo mucho más estilo que tú, cerebrito con patas —protestó Uzumaki golpeando la mesa con el puño.
—Halla paz —reclamó Sakura bufando y poniendo los ojos en blanco.
Fue en el gesto que se percató de que Kakashi estaba allí. Carraspeó para que los otros dos se dieran cuenta y Naruto fue el primero en levantarse al reconocerle.
—¡Kakashi-sensei!
El hombre levantó la mano como saludo, guiñando los ojos en una sonrisa. Hinata les miró sin comprender.
—Chicos, luego hablaremos. Por ahora, haced como si yo no estuviera aquí —demandó Kakashi guiñándoles un ojo.
Sasuke tiró del brazo de Naruto hasta sentarle, quien no parecía comprender lo que sucedía. Sakura se sentó a su vez y el grupo comenzó a prestarle suma atención de repente.
—Hinata, comienza —invitó Sakura.
Pese a su seriedad notó que una parte de su boca se levantaba en una sonrisa.
Carraspeo.
Era maravilloso sentirse arropada.
—Bien. Lo que os he entregado no es un examen exactamente —explicó lanzando una mirada de disculpa hacia Naruto, que sonrió con una de esas sonrisas que la dejaban sin aliento—. Es un test. No tenéis que rellenarlo y entregármelo ahora mismo, pero sí que me gustaría que estuviera pronto.
—¿De qué es? —cuestionó secamente Sasuke.
Hinata se clavó las uñas en la palma de la mano intentando controlarse.
—Es… para conoceros mejor. Saber vuestros gustos, lo que no podéis llevar, por ejemplo, en ropa. Si os pasara algo porque yo os pusiera una prenda a la que sois alérgicos en el set, no me lo perdonaría nunca. Entonces, necesito saber todo lo que me sea posible de esas cosas —explicó—. Las comidas también son importantes y muchas veces tendré que pedirla yo mientras ensayáis, así que eso será prioridad… por favor.
—Lo haremos —prometió Sakura revisando las hojas por encima—. No hay nada dañino ni personal de más.
—Nunca me atrevería a preguntar más allá de lo que a mí, como manager, me concierne —recalcó inocentemente.
Sakura sonrió por fin.
—¿Y ese cuadro en la pizarra?
—Son horarios —respondió girándose hacia el tablero—. He estado revisando los horarios que anteriormente teníais con vuestro último manager y… y…
—Dilo —alentó Sasuke uniendo las manos bajo la barbilla en un gesto que más que de ánimo le pareció capaz de estrangularla con la mirada. Casi hasta podía pensar que esos oscuros ojos se volvieran rojos, qué tontería.
—Eran ridículamente inútiles —dijo finalmente—. No comprendo por qué teníais tres horas de canto. Eso era forzar la garganta demasiado y terminar frustrados. Tampoco por qué Sakura tenía que pasar por una clínica láser dos veces por día. No. Aquí os he planteado uno nuevo —añadió señalando con el índice los cuadritos—. Basándome en las necesidades de cada uno y el trabajo que hacéis en el grupo. Lo he organizado con las clases, horas de descanso y comidas.
Hubo tanto silencio mientras hablaba que cada vez le estaba costando más ordenar la charla. Pero los integrantes de la banda asentían con una seriedad que asustaba. Se concentró tanto en lo siguiente, que no estaba segura de cuándo Kakashi se había marchado de la sala hasta que terminó.
Fue agradable ver que los chicos se llevaban consigo los cuestionarios y que hacían fotos con el móvil del horario.
Al salir, Kakashi la esperaba frente a la puerta, cruzado de brazos. Sin apenas un respiro, se acercó.
—¿Me permite invitarla a tomar algo, señorita Hyûga?
Dudó.
—Insisto. Déjeme decirle que será algo extraoficial. Ya he visto lo que tenía que ver. En pocas palabras: el examen ha terminado.
Parpadeó sorprendida.
—¿El resultado…?
—Ah, primero bebamos algo.
Antes de que pudiera negarse, Kakashi le había pasado el brazo por el hombro y arrastrado pasillo abajo.
No fueron demasiado lejos. Si algo había bueno en el mismo barrio de la escuela, es que tenías un montón de sitios donde ir a quitarte algo de estrés si te gustaba empinar el codo. Kakashi se detuvo en uno de los bares que parecía conocer y tras ocupar una mesa, demando tres bebidas. Hinata estaba demasiado confusa como para plantearse que hubiera una tercera persona en camino, así que se quedó mirando las dos copas cuando se las pusieron delante de las narices y luego, levantó la vista hacia Kakashi, quien la miraba fijamente.
—Estoy realmente interesado en algo, señorita Hyûga. ¿Por qué una mujer de su rango ha decidido ser mánager de una banda de rock como Rock Crazy?
—En realidad… fueron ellos quienes me escogieron a mí. Era mi tercera prueba y la final. Mi idea, sinceramente, era ser la mánager de un escritor o escritora.
—Ya veo… Es interesante. Sí. Porque la popularidad de esa banda es bastante creciente. Una gráfica bastante irregular. Comenzaron fuerte, se comieron parte del mundo y después, todo se derrumbó.
—No fue culpa de ellos —defendió.
—Bueno, eso dígaselo a la prensa y a los fans que decidieron darle la espalda. Sin embargo, he de añadir que es gracias al carisma de los integrantes que esa banda sigue sosteniéndose.
Hinata se mordió el labio inferior, frunciendo las cejas.
—¿Está intentando decirme algo, señor?
—Chica lista. Sí. —Rebuscó dentro del bolsillo de su camisa y le entregó un papel doblado—. Sabía de sus intereses como mánager. Todos rellenamos un formulario la primera vez. ¿Recuerda? Usted puso claramente que quería ser manager de un escritor, indiferentemente de su sexo, sí. Yo le voy a dar esa oportunidad.
Abrió el papel con sumo cuidado. Era una ficha de una joven mujer. Ino Yamanaka, una talentosa novelista de relatos y novelas eróticas, cuya pasión por las flores y por todo lo hermoso la había convertido en una de las más famosas noveles de todo el gremio. Para un mánager, eso era un dulce. La trampa perfecta.
—Está disponible. Puedo mover unos cuantos favores y hacer que te acepte, sin pasar un casting.
Hinata no podía apartar la mirada de la hoja. Era la oportunidad perfecta. Lo que siempre había soñado. Su corazón latía por el recuerdo de lo que había ansiado hacer durante toda su vida.
Sin embargo, también se debatía fuertemente contra las ataduras de lo que en ese tiempo le había parecido algo impresionante para ella, como un logro de última hora en un videojuego.
Dobló la hoja con mucho cuidado y la empujó por encima de la mesa hacia él.
—Lo siento mucho. Agradezco su oferta, pero pienso hacer de esta banda algo maravilloso. Si realmente tuvieron fans de verdad, como dice, seguirán ahí, esperando que vuelvan a levantarse como los seres carismáticos que dice que son. Y los que se fueron, volverán haciendo ruido, pero les dejarán con la boca tan abierta por la sorpresa que no tendrán tiempo de criticar una sola nota.
Entrecerró los ojos. Le temblaban las piernas y el puño que mantenía oculto bajo la mesa. Kakashi le sostuvo la mirada demasiado tiempo y tuvo que morderse el interior de la boca para poder resistir la intensidad.
—Vale, te lo pondré de otro modo. ¿Ves las dos copas en la mesa?
—Sí.
—Bien. Las dos tienen la misma forma y están cubiertas por una razón. Una de ellas tiene alcohol —explicó—. Te voy a hacer la siguiente pregunta: ¿estás tan dispuesta a todo, incluso a tomar una de estas copas hasta el fondo, por esa banda?
Hinata clavó la mirada en ambas copas. Se lamió los labios e intentó por todos los medios que la bilis no se le subiera a la garganta.
Alargó la mano y tomó una de ellas, pegando los labios a la pajita y bebiendo, con los ojos cerrados. Hizo lo mismo con la otra, ante la atónita mirada de Kakashi.
—Es suficiente, Kakashi-sensei.
Hipó, levantando la vista hacia la voz. Naruto le había arrebatado la copa de la mano para dejarla sobre la mesa con demasiada fuerza. Sasuke, junto a él, se cruzó de brazos.
—Vaya, me habéis encontrado.
—Siempre vienes aquí —bufó Sasuke—. ¿Hasta cuánto va a durar la prueba esta? Necesito a mi mánager.
—Y yo también, ttebayo— añadió Naruto.
Hinata no estaba segura de cuales de los Naruto que tenía a su lado había hablado. No de todo. Porque todos se movían a la par. ¿Cuándo había comenzado a ver tantos, por cierto? Porque ella estaba segura de que solo había un Naruto Uzumaki con vida. ¿Verdad?
Hipó otra vez y apenas fue capaz de cubrir con sus manos la risita que escapó, porque sí, de entre sus dientes.
—Oh, así que es de las que se emborrachan y cambian de personalidad. Qué mona.
Kakashi se inclinó hacia ella, metiéndole una hoja rosada por el pliegue del cuello, demasiado cerca del sujetador. Quizás fue porque estaba demasiado borracha, porque generalmente eso no le habría hecho ninguna gracia, pero ahí estaba: partiéndose de risa.
Naruto apartó la mano con tanta rapidez que se mareó. Se inclinó hacia él y su mejilla dio de lleno con algo duro y caliente. Palpó sin comprender y Naruto se encogió, ahogando una carcajada entre dientes.
—Oye, que ese es mi hueso de la risa, Hinata —protestó.
Hinata miró hacia arriba para encontrarse con sus ojos.
—Eres cielo en unos ojos —soltó. Otro hipido se unió y a continuación, vomitó.
Y eso, antes de perder el sentido.
Lo demás le llegaba algo borroso, demasiado vertiginoso para su pobre estómago.
Naruto parecía soltar algunos tacos que no lograba captar. Sasuke la había atrapado y tiraba de ella para cargarla en brazos. Creía que había gritado algo acerca de ser una princesa y que el moreno la había fulminado con la mirada.
Estaba segura de haberse dormido, porque despertó al sentir algo de fresco en la cara y lo primero que vio fue a Naruto sin pantalones, en boxers, con las deportivas y tirando sus pantalones en una papelera mientras se ataba la chaqueta de Sasuke en la cintura.
Volvió a dormirse y hasta que algo no se le clavó como martillos en la cabeza, no volvió a despertar.
Frente a sus ojos había un despertador en forma de gatito que sonreía mientras la campanilla de su collar se sacudía frenéticamente. No fue su mano la que lo apagó, si no otra de uñas verdes.
—Bienvenida al mundo de los mortales dolores de cabeza por resaca. Ten.
—¿Sakura?
Se llevó una mano a la boca. La sentía pesada y asquerosa. Como si no hubiera conocido el cepillo de dientes en años. Se sentó. Grave error en ese momento.
—Con calma, chica —indicó Sakura sosteniéndola del hombro.
Le entregó un vaso con algo humeante que sabía a rayos, pero estaba tan sedienta que no se lo pensó demasiado. Cuando su estómago decidió que era mejor mantenerlo dentro que fuera, se asentó y pudo ser algo más consciente de sigo misma.
Llevaba puesto su pijama, estaba sobre su cama desordenada de esos días y su ropa estaba doblada a los pies. Encima de la ropa había una hoja rosada.
—¿Qué pasó? —masculló aterrada—. Ellos no me…
Sakura tardó en comprender.
—Ah, no. Tranquila. Los chicos no te cambiaron de ropa. Fui yo. Te dejaron y vinieron a buscarme casi a gritos. Fue divertido ver a Naruto correr por los pasillos en gayumbos, sinceramente. ¿Sabes cuántas chicas han querido quitarle los pantalones? Y tu lo consigues más pronto que ninguna.
Hinata se llevó una mano a la mejilla aterrada.
—Le vomité encima, creo…
—Lo hiciste, sí.
—Y Sasuke me cargó…
—Sí y también le babeaste el hombro, por cierto.
Sakura apenas pudo controlar la carcajada y tuvo que marcharse con la excusa de dejar el vaso en el fregadero. Mientras ella quería ser tragada por la cama y no volver a salir en su vida, le entregó la hoja rosada.
—Toma. Esto es lo último que te dio Kakashi. Deberías de leerlo.
Hinata tomó el papel con cuidado.
—¿De qué le conocéis? —cuestionó dudando si abrir la hoja o no—. Naruto y Sasuke parecían conocerle bien.
—Fue nuestro tutor al principio. Era un poco complicado encontrar un mánager y él nos asesoró hasta que… apareció él. Luego se convirtió en inspector de mánagers tras el fracaso del nuestro.
Asintió, lamiéndose los labios resecos.
—¿Por qué Sasuke y Naruto estaban allí? —preguntó al acordarse de todo.
—Bueno, conocemos a Kakashi lo suficiente como para saber que él quiere lo mejor para nosotros y ahora que es importante, no dudará en hacer uso de su poder para protegernos. Así que estaba alargando la prueba me temo. Lo siento. El caso es que como ya le conocemos, Naruto y Sasuke decidieron seguiros. Yo me quedé por si pasaba algo y tenía que cubriros.
—Comprendo…—Sonrió—. Supongo que no hace falta que alargue esto demasiado. Veamos mi "está suspendida".
Sakura se encogió de hombros e hizo un ademán para que prosiguiera. Hinata abrió finalmente el papel. Parpadeó. Miró a Sakura, quien se agachó para mirar y levantó la vista a su vez hacia ella.
Ambas volvieron a mirar el papel.
—No creo que los chicos aprueben esto…
.-.
Sakura tenía razón.
Ni Naruto ni Sasuke lo aprobaban.
Por eso estaban de pie frente al escritorio, cruzados de brazos como si de dos guardias de discoteca se trataran. Aunque el detalle curioso era que fueran más del estilo de lo que eran: los dueños de un grupo de rock. Con sus pulseras de pinchos, sus collares afamados de perro y sus camisetas llamativas y oscuras.
Sakura estaba junto a ella, sosteniéndola por los hombros para darle ánimos mientras que Kakashi esperaba tras el escritorio, con las manos bajo la barbilla y una sonrisa que le cruzaba la cara.
—Creía que iba a venir ella sola. Así pierde la gracia.
—¡Déjate de tonterías, Kakashi-sensei! —exclamó Naruto—. Dale su permiso y aceptación para nosotros y listos.
—Todo a su tiempo, Naruto. Siempre has sido el más impaciente. Oh, y Sakura te seguía de la mano, pese a ser la más madura aprendiendo. Y Sasuke es inteligente también y muy bueno en sus habilidades, pero el orgullo a veces le falla.
Ambos chicos torcieron el gesto.
—Lo comprendo —dijo interrumpiendo las protestas de Naruto, quien clavó la mirada en él, sin comprenderla—. Entiendo lo que quiere mostrarme, Kakashi-san.
El adulto clavó la mirada en ella. Unos ojos sonrientes y de reconocimiento.
—¿Lo entiendes? —repitió Naruto.
—Sí. Lo que me faltaba y ayer no supe decirle.
—¿Qué es? —se interesó Sakura.
—Demostrarle al mundo lo maravillosos que sois como personas. Borrar cualquier mancha. Recordarles que sois personas. Y que cada uno tenéis un ritmo diferente que he de cuadrar.
—Exactamente —confirmó Kakashi—. Aunque, sinceramente, mi consejo es: aunque te ofrezcan alcohol, no lo tomes. Porque serías una presa fácil y mandarías todo el listón que quieres darles a la basura si entraras en noticias infundadas, falsas o peligrosas. ¿Comprendes lo que quiero decir?
—Sí —murmuró avergonzándose por los recuerdos—. ¿Pu… puedo quitarme ya el vestido?
—Ah, sí. Nunca creí que te lo pondrías, sinceramente —confesó Kakashi sacudiendo una mano distraídamente—. Desde luego, eres una mánager muy interesante.
Hinata asintió y se dio la vuelta, con la falda del cancán oscilando en su trasero. Se tomó un instante para tomar aire. Había ido tan escoltada por los chicos y Sakura y era muy temprano que nadie la había visto. Sin embargo, a esa hora la gente ya empezaba a moverse y era fácil toparse con miradas indebidas. Lo que menos necesitaba era frases tan hirientes como "la gorda vestida de mucama".
—Toma.
Se volvió hacia Sasuke con sorpresa.
Le ofrecía su chaqueta, mucho más larga que la de los demás. La tomó con cierta duda y hasta que no se la pasó por encima de los hombros no estuvo segura de haber escuchado correctamente.
—Gracias —murmuró mirándose la punta de los pies para apartar la mirada al recordarse lo horrible que debían de verse sus pies gordos dentro de zapatos tan hermosos.
—Señorita Hyûga, antes de marcharse. ¿No quiere escuchar su nota?
—¡Si! —exclamó a la par que Naruto.
Ambos se miraron antes de que el rubio se echara a reír. Junto a Sakura, se colocó a su lado, sosteniéndola cada uno con una mano desde el hombro. Hinata tembló como un flan, mientras Kakashi les miraba con una diversión que provocó que Uchiha chasqueara la lengua.
—Aprobada.
Un instante después, era un amasijo de manos y brazos nerviosos que querían abrazarla y levantarla en aire. Sasuke, quien se había mantenido apartado de ella, enarcó una ceja hacia Kakashi.
—¿Es oficial?
—Completamente oficial —garantizó este—. Es vuestra manager. Como eres un líder, mientras Naruto y Sakura la asfixian de efusividad, firma aquí para terminar lo necesario.
Hinata captó por el rabillo del ojo como Uchiha se inclinaba para firmar, apartando la mirada cuando notó que el pantalón se caía de más y aparecía la famosa hucha de los hombres*.
No pudo salir con una sonrisa cruzándole la cara, demasiado emocionada.
Para su sorpresa, Kiba estaba esperando fuera, inquieto, caminando de un lado a otro.
—¿Kiba?
—¡Hinata! —exclamó tomándola de las manos lo mejor que pudo, ya que la chaqueta de Sasuke le cubría por completo las palmas—. ¿Cómo te ha ido? ¿Has pasado miedo? ¿Te han hecho hacer algo horrible y tóxico hacia ti misma?
—No, no… espera… Kiba, déjame hablar…
Pero el chico continuaba haciendo preguntas sin cesar, jurando matar a cualquiera que abusara de ella. Hasta se ofreció para hackear todos los ordenadores de la escuela de ser necesario.
—¡Ey, deja de gritar!
—No eres el más indicado para decirlo, dobe.
—¿Qué? ¡Yo no chillo!
Tanto el rubio como el moreno se enzarzaron en una pelea verbal de la que todos perdieron el hilo cuando sus voces empezaron a elevarse y liarse. Sakura los aferró de las orejas para calmarlos y les sonrió en disculpa. Pero Kiba los miraba con ojos entrecerrados mientras continuaba sosteniéndola de las manos.
—¿Estás segura de querer hacer esto?
—Sí, definitivamente —respondió automáticamente.
—Bien. Sabes que puedes contar conmigo siempre.
—Tranquilo, chico —interrumpió Naruto pasándole un brazo por encima de los hombros y tirando de ella hacia atrás—. Que está con nosotros.
Hinata balbuceó por el agarre, nerviosa.
—Cuidaremos de ella —prometió Sakura levantando el pulgar hacia Kiba, quien sacudió la cabeza al notar el rubor que comenzaba a cubrir todo su rostro.
—Si es que no la matáis antes.
Naruto se sacudió a su lado.
—Tranqui, tranqui, que controlamos. Además —añadió mirándola desde su estatura y sonriendo con cierta picardía—. Le mostraremos a Hinata lo que es realmente el cielo y no será en unos ojos.
Le guiñó un ojo travieso antes de soltarla.
Hinata, en esos momentos, no podía haberle explicado a nadie si su corazón latía tan fuerte por la emoción de haber sido aceptada como mánager oficialmente, por pasar el examen y pertenecer a algo o por el rubiales de vaqueros que gritaba a pleno pulmón que iba a comerse el mundo.
Continuará.
¡Espero leernos más pronto que tarde!
*hace referencia a la raja del trasero, ja, ja, ja.
