Sigamos con las actualizaciones y por supuesto, corazón de sueños =)
Resumencillo:
Hinata ha descubierto más cosas de ellos, como que Sasuke es capaz de crear baladas y que tiene ciertos complejos con su música, que Naruto es un alma cándida que no soporta las injusticias y que Sakura no duda en mimarlos a ambos.
Kiba le da una idea genial a Hinata para poder promocionar a los chicos y tras pensarlo mucho decide tomar la iniciativa. Los resultados son favorecedores para los chicos y Kurama, la nueva mascota.
¡Todo avanza!
Capítulo 6
La alegría del avance.
Hasta la palabra que menos consideras importante para mí lo es.
Mi corazón está loco por escucharlas.
Que su padre aceptara patrocinar a los chicos no sólo fue un alivio, sino unas noticias maravillosas que fueron llegando tras otra. Cuando vio la firma plasmada en el contrato sintió deseos de llorar. Lo había conseguido. Aunque la idea original era de Kiba, por supuesto.
Hinata le quería tanto que en lugar de ir a ver a los chicos directamente fue a comentárselo y ahí sucedió algo que llenó por completo su pequeño su montón de arena de la esperanza que no debía de tener.
—¡Lo he conseguido! —había exclamado nada más entrar en la biblioteca.
Sabía que estaría vacía a esas horas, así que corrió directamente hacia él, lanzándose a sus brazos mientras sacudía los papeles.
—¡Lo logré! ¡Mi padre aceptó!
Kiba le dio unas vueltas en sus brazos, tan emocionado como ella.
—¡Eso es genial, Hinata! ¡Felicidades!
Hinata asentía cuando la dejó en el suelo. Algunas lágrimas habían escapado a su control sin poder evitarlo y se las limpió con el dorso de la mano. Fue justo entonces cuando escuchó un golpe cerca de ellos. Ambo dieron un respingo y siguieron el sonido.
Naruto estaba de pie entre dos de las estanterías. Había tirado un libro contra el suelo que fue lo que llamó la atención. Su ceño estaba fruncido y la miraba fijamente, para volver luego hacia Kiba, que continuaba aferrándola de la cintura.
—¿La has hecho llorar? —cuestionó ladeando la cabeza y señalándola con el mentón—. ¿Has hecho llorar a nuestra mánager?
—¿Qué? —Kiba estaba tan atónito como ella.
Al no obtener una respuesta clara, Naruto rompió las distancias. Saltó por encima del escritorio entre ellos y la tomó de la mano para alejarla de él.
—¿Has hecho llorar a nuestra mánager? —repitió apretando el puño.
Hinata lo captó con el rabillo del ojo, tomando su mano.
—¡No, no! — negó rápidamente—. No es lo que crees.
Esa mirada tan suya, penetrante y azulada la estudió. Hinata podía comprender por qué. Después de lo de Sakura ellos estaban como gatos con las uñas sacadas, listos para saltar en cualquier momento.
—Es por esto —explicó mostrándole los papeles—. Ahora iba a ir a veros. Pero fue idea de Kiba, así que quería mostrárselo y me emocioné demasiado. Se me saltaron las lágrimas.
Naruto había aferrado los papeles entre sus manos para leerlos. Su boca fue relajándose de un rictus firme a una sonrisa cálida y feliz. Cuando volvió a mirarla, dio un salto enorme y soltó un grito.
—¿Es de verdad?
—¡Totalmente! —garantizó.
Entonces, la tomó del talle y fue su turno de girarla hasta que casi la habitación le pareció un borrón, con sus carcajadas resonándole los oídos.
Cuando la dejó en el suelo la arrastró sin darle tiempo a recuperarse hacia el exterior. Escuchó la voz de Kiba reclamar una disculpa, pero Naruto ya era un huracán imparable que no se detuvo hasta que encontraron a Sasuke y Sakura.
—¡Mirad! —exclamó.
Ambos se mostraron interesados y mientras que Sasuke leía en voz alta, Sakura daba saltitos, acercándose a ella para abrazarla.
—¡Lo lograste, Hinata!
—Empresas Hyûga —repitió Sasuke mirándola con gesto severo—. ¿Es tu padre?
—Sí —reconoció. Repentinamente se sentía como una niña mimada.
—¿Y qué que sea su padre? —cuestionó Naruto—. Hemos conseguido patrocinador. Y han metido hasta a Kurama, así que ya no necesitamos esconderlo más tiempo.
—Sólo tenéis que firmar y lo llevaré ante Tsunade. Será completamente oficial.
Sasuke continuaba algo morrudo mientras los otros dos firmaban. Sakura le dio con el codo para invitarlo a firmar.
—Tu padre —repitió.
Hinata volvió a tragar.
—Te aseguro que es legal —prometió—. Tiene una gran cadena de centros comerciales y mucha potencia económica.
—Sí —reconoció cruzándose de brazos pese a que Sakura ya le tiraba de la camiseta, desesperada—. ¿Qué pasará si tienes una pelea con él? ¿Nos tirará por la borda?
—¡Ah, eso! —exclamó a la par que Naruto. Ambos se miraron. Ella continuó.
—No tienes que preocuparte por eso. Mi padre siempre deja el trabajo y la familia aparte. Nunca los mezcla y de hacerlo, sigue siendo un profesional.
—¡Oh, venga, Sasuke! ¡Firma de una vez! —exclamó Sakura llevando sus manos hasta las caderas—. Tenemos una oportunidad justo delante nuestra.
Sasuke finalmente firmó a regañadientes.
Hinata no podía esperar para mostrárselo a Tsunade.
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—Lo primero que váis a necesitar es grabar un nuevo tema.
Nada más que Tsunade aceptara el contrato y lo confirmara como legal, Kakashi fue a verles como encargado. Sólo les dejaba algunos consejos que a ella le ayudaban mucho más de lo que parecía.
—Y luego, publicidad. No sólo gracias a vuestro patrocinador, sino a la publicidad se puede conseguir interés. Está bien que utilicéis temas ya conocidos. También necesitáis ir innovando y preparándoos para nuevos álbumes. Eso es todo lo que tengo que deciros por ahora.
—Un tema nuevo —repitió Naruto pensativo.
Los tres se reunieron. Hinata estaba tomando notas, apuntando las cosas que necesitaría preparar y preguntar, algo ajena. Cuando les vio, prestó algo más de atención antes de participar.
—¿Qué tal el último tema que compuso Sasuke? —cuestionó.
Sasuke clavó la mirada en ella. Sakura y Naruto la miraron interrogativos. Al parecer, no sabían de su existencia.
—Sí. Hace poco creo un tema que no pierde vuestra esencia pese a ser una balada. Hay grupos que tienen distintos tipos, así que pensé que esa llamaría la atención. Ya la envié para que la maquetasen. No debe de tardar en enviármela. Después será poner la letra, claro.
Sasuke parecía incómodo. Sakura extendió una mano hacia él.
—Déjame escucharla.
El chico se hizo de rogar hasta que finalmente le pasó el mp3 a Sakura. Todos esperaron impacientes mientras la escuchaba, caminando de un lado a otro, cerrando los ojos en ciertos puntos. Movió las manos como si golpeara la batería lentamente al compás y canturreó algo entre dientes.
Cuando se quitó los cascos y les miró sus ojos brillaban al controlar el llanto.
—Vale, ya tengo la letra.
Naruto dio una palmada.
—¡Esa es mi Sakura! —exclamó.
Sasuke le dio un tortazo en la cabeza y Sakura levantó el dedo corazón como respuesta pero los tres se rieron a su modo. Naruto ruidoso. Sakura femenina y Sasuke sólo emitió un gruñido mientras su boca se torcía levemente.
—No olvidemos una cosa — puntualizó Sakura.
Hinata prestó más atención por si fuera algo que ella pudiera ayudar. Cuando la miró, se preparó para ello.
—Hinata tiene un buen oído musical y un corazón lleno de sueños.
Sasuke sujetó la barbilla de Sakura repentinamente, quien parpadeó por sorpresa.
—Ese. El título.
—¿Hinata corazón de sueños? —cuestionó Naruto rascándose la nuca.
—No, dobe —gruñó Sasuke soltando finalmente a Sakura—. Corazón de sueños.
Hinata sonrió. No pudo evitarlo.
Ese título le iba ni que pintado.
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Dos días después la maqueta llegó a su buzón. Todavía en pijama y bostezando no lo pensó nada más verlo. Subió las escaleras para llamar a la puerta de Sakura. La chica bostezaba y tenía el cabello completamente revuelto cuando abrió.
—¿Qué ocurre, Hinata? —cuestionó—. ¿La regla?
—¡No! —negó enrojeciendo ante la ocurrencia—. ¡La maqueta!
—¿He oído maqueta?
Las dos se volvieron. Naruto estaba en el pasillo, sudado, limpiándose el sudor con el brazo mientras se acercaba a ellas. Hinata había marcado un horario de deportes para ellos pero Naruto ya tenía uno programado con anterioridad. Nunca se habían encontrado y en ese momento pensaba que era una verdadera pena perderse tantas veces lo bien que le sentaba ese pantalón gris. Especialmente en su trasero.
—¿Hinata? —cuestionó Sakura pasando una mano por su rostro.
—¡Ah, sí, sí! —reaccionó mostrándoles el paquete—. Me la acaban de dejar.
Sakura se la quitó de las manos. Naruto pasó por su lado, tocándole el hombro y golpeó la puerta de al lado. Sasuke abrió poco después con cara de sueño y el cabello revuelto.
Así que realmente se entretiene en peinarse, eh.
—¿Qué ocurre?
—¡La maqueta! —exclamó Naruto—. Ya ha llegado.
Sasuke se acercó para ver. Sakura se la entregó y tras revisar, la miró.
—Entonces, necesitamos un estudio de grabación —dijo.
—¡Claro! He estado calculando el dinero que tenemos y podemos permitirnos uno ajeno a la escuela si queréis. Así no tendréis que estar pendientes de que otros tengan que usarlo.
—Perfecto.
—Entonces iré a…
—Frena el carro —detuvo Sakura repentinamente. Hinata la miró sin comprender. —¿Realmente vas a ir así como estás vestida?
Escuchó una risita a su espalda de Naruto. Se miró. ¡Continuaba en pijama! Y tendría que tener el cabello tan enredado como los otros dos.
Enrojeció hasta las orejas antes de echar a correr.
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Su padre le había entregado una tarjeta de crédito únicamente para los gastos necesarios del grupo y siempre bajo su responsabilidad y su mirada atenta. Por supuesto, Hinata no estaba dispuesta a gastar en cosas que no significaran necesarias para ellos. Así que cuando pagó el estudio para los chicos no sintió ningún tipo de resentimiento. Incluso llamó a su padre para confirmarle la compra, que el hombre afirmó y recalcó no necesitar un aviso por todo.
Incluso la felicitó. En su forma, pero lo hizo.
Y ver la cara de felicidad de los chicos cuando entraron era incluso todavía mejor. Por supuesto, sus sueños habían vuelto a tener un rumbo exacto. Un camino directo en el que podrían remontar.
—Iré a por las bebidas —informó antes de que la música comenzase a resonar.
Los demás asintieron y nada más salir se quedó un momento en la puerta para apuntar otras cosas antes de que se le olvidaran cuando alguien dio un portazo más abajo. Un hombre golpeaba la puerta con el pie mientras gritaba a alguien por teléfono.
—¡Asco de niños! —gritaba—. ¿Qué mierda se creen que soy? ¿Su niñera? Ojalá y nunca logren salir al aire. Niños mimados de mierda.
Se detuvo para mirarla y golpeó la puerta junto a ella. Hinata se quedó estática, sin saber qué hacer.
—¿Y tú qué miras?
Luego se alejó mientras ella resbalaba por la puerta, tan asustada que ni las palabras le salían. Cuando la puerta se abrió a su espalda, cayó hacia atrás, contra las piernas de Sasuke. Éste enarcó una ceja al verla y tiró de su brazo para levantarla.
—¿Qué ha ocurrido, Hinata? —cuestionó Sakura acercándose—. ¿Te has golpeado contra la puerta?
—No, yo —balbuceó.
Naruto la hizo a un lado para asomarse. Captó los gritos del mismo sujeto y frunció el ceño.
—¿Te ha hecho algo?
—No sé quién es —explicó—. Ha salido de ese estudio maldiciendo al grupo que hay dentro. Me ha visto y…
—Le ha dado un puñetazo a la puerta —terminó Sasuke por ella. Asintió mientras los otros le miraban en busca de cómo lo sabía—. La puerta está rasgada.
Sakura tenía la mandíbula tensa.
—Hay mánagers que no saben controlar su furia y la pagan con otros o hacen actos irresponsables que podrían afectar a su grupo.
Hinata se prometió a sí misma nunca ser ese tipo de persona. Quería RC subiera por sus propios medios, apoyarles, demostrar que eran capaces de mover el mundo.
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Naruto al final se ofreció a ayudarla para ir en busca de las compras mientras Sakura y Sasuke se quedaban a afinar los instrumentos.
Fue algo incómodo porque no podía quitarse de la mente la imagen de Naruto tras hacer deporte ni la vergüenza de que la viera en pijama. Pero el chico no hacía muchas referencia a eso y todavía no había bromeado una sola vez a cuenta de ello.
—¿Quién era?
—¿Eh? Ya te dije que no sé quién era…
—Digo el chico de la biblioteca —recalcó mirando al frente mientras caminaban.
—¡Ah! —exclamó al recordar—. Es Kiba. Le conoce de hace mucho. Siempre me ha apoyado durante estos años. Y me deja estar en la biblioteca incluso a horas que no son para el alumnado.
Eso le recordaba a algo.
—¿Qué hacías tú ahí, por cierto?
Naruto chasqueó la lengua rascándose la nuca con la mano libre.
—Dormía y me escapaba de Sasuke y Sakura.
—Ya veo —rio. Sasuke o Sakura. Uno de ellos siempre estaba regañándole.
—Pensé que era tu novio y se estaba pasando.
Hinata se detuvo de golpe al escucharle, levantando la cara hacia él. Naruto se detuvo, arqueando una ceja.
—¿Qué?
—Tú y Kiba —respondió—. Pensé que estaban juntos y estaba haciéndote llorar. Sólo vi tus lágrimas.
—Oh, no, no —negó demasiadas veces—. Kiba y yo no… —enrojeció de sólo pensarlo—, no somos pareja y es que me emocioné por el tema del contrato. Ya te lo conté.
—Sí, no… eh. No necesitas darme explicaciones —dijo desviando la mirada.
Hinata le sonrió.
—No te preocupes. La suerte de tener a mí de mánager es que nunca tendré novio del que preocuparme.
Avanzó más pasos, canturreando el sonido de la melodía de la balada. Se le había quedado marcada.
Naruto ni los demás necesitaban preocuparse por eso. Ella estaría todo el tiempo para ellos. No había nadie que le quitara el pensamiento y la alejara de ellos. Al fin y al cabo, el único que llamaba su atención no podía conseguir ni que la mirase.
—Espera.
Naruto la sostuvo de la muñeca, sorprendiéndola. Se inclinó tanto hacia ella que pudo oler su colonia.
—Si lo tienes y te hace llorar, le patearé el trasero. Nadie hace daño a mi chica.
El corazón le dio un vuelco. Entendía que esas palabras no era dichas por un amor más fuerte. Lo comprendía y, sin embargo, sintió unas ganas terribles de llorar.
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Cuando la grabación terminó Hinata estaba más agotada de lo que estaría en un mes. Los chicos, sin embargo, estaban eufóricos pese al cansancio. Los días en que duraron haciéndolo fueron tensos y cortos, con más trabajo del que esperaba y aún así, tener aquella pieza de música entre sus manos era maravilloso.
—Se lo daré hoy mismo a Kakashi —prometió.
Sasuke, Sakura y Naruto estaban casi recostados contra el suelo, levantando el pulgar como afirmación. Los dejó para reunirse con Kakashi y fue maravilloso ver cómo sus ojos brillaban de emoción.
Se tomó su tiempo para disfrutar la canción. Cuando sacó el sobre naranja que usaban para enviar a las discográficas, Hinata no podía contenerse más.
—Ahora, a promocionarse. ¿Has ideado algo?
—Tengo en mente una cosa —reconoció—. No sé si sea buena idea. Pero…
—Cuéntamelo.
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Nadie entendía qué pasaba. Eran las seis de la tarde y había oscurecido. Muchas deseaban irse a sus casas, otros hacían las últimas compras del día. Algunos curiosos ya estaban alrededor de las vallas, preguntándose qué pasaba, con los móviles en la mano para cualquier cosa.
No existían carteles anunciando nada. No había nada por las redes, todo era una sorpresa.
Por eso, cuando aquellas tres personas subieron al escenario, con un carisma tan arrollador, las luces se encendieron y la música sonó no existía nadie, absolutamente nadie, capaz de quitarse sus ojos de ellos.
La parte que más vítores llamó fue el nuevo tema.
Más de uno se hizo fan en ese momento. Otros lloraron por su regreso.
Pero RC no fue indiferente.
Para nadie.
Y menos para él, que observó todo desde lejos, apretando el bote de café que tiró al suelo. Aquellos habían sido sus chicos.
Todo eso era suyo.
Continuara…
