Continuamos con la historia :D
Capítulo 12
Dar un paso adelante
Después de la muerte de Shion, las cosas continuaron avanzado. Hinata sabía ya que la muerte no detenía la vida. Pero a veces no podía evitar pensar que el mundo era algo más solitario sin ella. También, que nadie notaría su ausencia de morir. Otros podían ocupar su puesto perfectamente.
No era tan hipócrita de no creer que sus padres no sufrirían, su hermana, Tenten y Neji.
Sabía que ellos sufrirían, pero el vacío sería llenado enseguida.
Dicen que cuando estás cerca de morir entiendes mejor ese sentimiento y lo controlas mejor. Entiendes que las personas vivas tienen que seguir sus vidas. Sí, pero eso no quita la soledad que hay tras todo eso.
Ella no deseaba que Shion desapareciera como si nada. Y lo más triste de todo, es que la gente que no la conocía o no entendió por qué ella era la protagonista de ese videoclip, no tardaron en protestar y preguntar por ella. ¿Por qué aparecía una chica de la nada abrazando a Naruto? ¿Por qué se besaban? Daba igual el trasfondo de la canción o que al final del videoclip pusieran que era en su memoria.
El odio injustificable por unos celos era asqueroso hasta ese punto. Las disculpas de otros usuarios no servían para nada.
Sabía que desmoronarse no servía para nada, así que se enfocó en el trabajo. Intentó evitar las relaciones innecesarias y sí, continuó esquivando a Naruto.
Después de escucharle cantar algo en su corazón se calentó. Recordaba las palabras de Shion, su última conversación y le daban ganas de llorar.
Y no podía permitirse eso.
—Hinata.
Levantó la cabeza del nuevo calendario que estaba preparando. Naruto estaba frente a ella, con las manos en los bolsillos y gesto serio. Elevó una ceja al percatarse qué estaba haciendo.
—¿Ya estás organizando el nuevo calendario? Todavía no hemos terminado. Ni siquiera estamos llegando a fin de año.
—No tengo muchas ganas de celebrar una navidad o un fin de año —respondió—. Y si adelanto trabajo…
—No tendrás con qué distraerte en ese momento y todo el agotamiento caerá sobre ti.
Frunció el ceño bajando la mirada hacia su trabajo.
—Encontraré algo más que hacer. Todavía hay propuestas y estoy segura de que llegarán más. El concierto por el recuerdo de la discoteca, los doramas y la nueva canción tuya nos da muchos resultados. Vamos bien y no voy a dejar que eso se destruya.
—Hinata.
—No, sé hacer mi trabajo.
—Todavía recuerdo que tuve que tirarte de las orejas porque casi te desmayas de cansancio. ¿Quieres que volvamos a tener esa charla?
Sintió que enrojecía.
—No —negó—. Esta vez es… diferente. Necesito…
—Necesitas aceptar que no puedes cambiar la vida de otras personas. Ayudaste en lo que podías y…
—Y ahora no puedo hacer nada por ella.
—Puedes —aseguró Naruto inclinándose hasta ponerse en cuclillas.
A ella se le anegaron los ojos.
—No, sabes que no. No puedo hacer nada porque recuerden quién era… lo mucho que te amó.
Naruto cerró los ojos con cierto dolor. Pero volvió a abrirlos y sacó una de sus manos con algo en ella. La deposito sobre sus papeles y posó el dedo sobre ello.
—Tienes que escuchar esto, Hinata.
Se percató de que era un dispositivo. Buscó sus cascos y lo enganchó a él, sin comprender. Él presionó el play y la música llenó sus oídos. La letra fluyó con la voz de Naruto. Era sólo él. Sólo su corazón.
—Yo no sé componer tan bien como Sasuke, ni escribir las letras como Sakura. Así que sé que tiene errores y que seguramente no es nada buena, pero… Es un pedazo de todos. La confusión de Sasuke al creerla mala o molesta. Sakura, confusa con si quererla o no. Yo, siendo descortés y enfadándome como un crío. Y tú, que viste lo bueno detrás de todo eso porque eres mucho más empática que nosotros.
—Eso no es… —apretó los labios—, yo también tuve oscuridad con eso. Yo… tuve sentimientos complicados.
Naruto se levantó y caminó hacia ella, arrodillándose esa vez delante de ella.
—Oye, oye —tranquilizó asiéndola de los codos—. No tienes que culparte por nada. Sé que fui muy duro contigo. Lo sé. Y… lo siento. De verdad.
Negó con la cabeza y parpadeó para disipar las lágrimas.
—No es eso. Yo… yo realmente no he hecho nada. Has sido tú sólo el que has honrado su memoria. Incluso cantaste en su tumba, Naruto, y eso es precioso.
Naruto la observó con sus ojos de cielo, con la duda en ellos. En un momento de debilidad, de atrevimiento, llevó sus manos hasta sus mejillas.
—Lo que has hecho es precioso, Naruto. Precioso.
Naruto chasqueó la lengua y se levantó, apartándose.
—No lo es. Si lo miras de cierta forma, es más bien como si quisiera expiar mis errores de comportamiento hacia los demás. Hacía ella exactamente. Mi enfado me llevó a considerarla pesada, molesta y muchas veces pequé de ser Sasuke. Me irritaba que la hubieras traído para que enamorase de ella cuando no lo hiciste por eso. ¿Verdad?
—No —confesó—. Nunca fue mi intención.
Porque eso realmente iba tras sus sentimientos y el dolor en el corazón pesaba todavía.
—Sé que te dije que tenías que rehacer tu vida tras lo de Ino, pero no soy una celestina. No soy nada buena en el amor —recordó sonriendo amargamente—, no tengo ni experiencia para guiar a otros. Sé lo que tengo que hacer como mánager, nada más. Y si lo miras bien, mi trabajo es ocultar posibles relaciones peligrosas y no animarlas. Y en caso de ser serias, he de protegerlas —añadió haciendo énfasis en el significado que, obviamente, Naruto comprendió.
Se puso en pie y tomó el dispositivo.
—Sin embargo, esto es precioso. Dices que fuiste un Sasuke con ella y te aseguro que no fue así. Al final, hasta parecía que os llevabais bien y me gusta pensar que ella obtuvo todo lo que sabía que podría obtener de ti. Ni más ni menos.
Le mostró el dispositivo.
—Tú eres el creador de esta canción. Una vez la registremos, debes de decidir qué hacer.
Se acercó a él y lo posó en su pecho, dándole unas palmaditas antes de alejarse. Naruto la atrapó de la muñeca antes que se alejara más.
—Hinata, esto sigue adelante. Pero la canción es algo que necesitabas, algo que buscabas.
—¿Qué quieres decir?
—Pues, estoy seguro de que te comías la cabeza pensando en que no podías hacer nada por ella, cuando no es verdad. Ahora, tienes la oportunidad de hacerlo. Esta canción está llena de ella. El título es su nombre. Así que no me digas que yo decida, porque esto, es gracias a ti. Tú has de decidir si es mejor que todos la conozcan o no.
Le puso de nuevo el dispositivo en la mano y cerró sus dedos para asegurarlo.
—Es tu decisión. Más que nada.
Luego, se inclinó y besó su mejilla antes de marcharse. En otro momento, Hinata sabía que eso podría haber estallado en su corazón como fuegos artificiales. En ese instante, se sentía demasiado confusa y perdida.
—Tómate tu tiempo y descansa.
—Gracias.
.
.
La canción de Shion fue registrada y colocada como posibilidad de descarga en la página web. Le dieron el crédito que correspondía y la gente, increíblemente, comenzó a cambiar y alabar el recuerdo de Shion. De alguna forma, su historia comenzó a tomar fuerza y eso atrajo cosas buenas.
Y también malas.
—¿Esto quiere decir que cualquier persona con dinero y muerte pronosticada puede pagar una suma para rodar un videoclip con vosotros?
Sí. Los periodistas no iban a perder la oportunidad y manchar el legado maravilloso que querían mostrar de Shion.
—RC siempre ha demostrado sentir empatía por muchas cosas injusta en esta vida. No es algo nuevo —recalcó Naruto como respuesta—. Mientras ustedes estaban disfrutando mostrando la catástrofe de la discoteca, por ejemplo, sin hacer caso de las lágrimas de los demás, sin darles el apoyo que realmente necesitaban, nosotros lo hicimos y lo seguiremos haciendo. Las circunstancias que nos hicieron conocer a Shion son especiales. Hubo un contrato de por medio y, sinceramente, no descubrimos la verdad hasta que terminó el videoclip.
Hinata se mordió el labio inferior. Debía de pararlo, lo sabía. Lo que menos necesitaba RC era tener a la prensa en su contra.
—Así pues, no venga a cuestionar nuestra moralidad cuando no son capaces de mirarse el ombligo.
Para su sorpresa, la periodista se quedó sin palabras y RC salió de allí victorioso.
—Hinata —llamó Naruto cuando regresaban a los dormitorios.
Ella se detuvo. Se percató de que Sasuke y Sakura se habían marchado. Naruto estaba casi sobre ella, ocultándola con su tamaño.
—¿Naruto? —preguntó.
—¿Cómo te encuentras?
Se lamió los labios antes de responder. El tiempo había ayudado a la congoja. Los cambios en los fans también. El hecho de que Shion no fuera un don nadie le gustaba. Especialmente, que se notase el amor que sentía por RC y por Naruto.
—Mejor —respondió finalmente—. Lo que has dicho, sin embargo, ha sido peligroso.
Naruto elevó las cejas y, después, su boca se extendió antes de soltar una carcajada.
—¿Me estás regañando mientras me respondes?
—¿Sí? Sí, eso creo —afirmó—. Es mi deber como mánager. Ha salido bien, pero tampoco lo sabremos hasta que saquen la entrevista al aire. Ha sido peligroso —repitió.
—Lo sé —reconoció acariciándole la mejilla—. Pero sólo podía pensar en cómo de enfadada debes de sentirse porque insulten su memoria. Y yo mismo lo estaba, he de decir.
Colocó ambas manos tras la cabeza y caminó unos pasos hacia su dormitorio.
—Hinata, puede que estemos pasando un momento de esos que son difíciles, pero la vida tiene que continuar y RC tiene que continuar avanzando y sinceramente, sin tu ayuda, dudo que seamos capaces de lograrlo. Eres un pilar muy importante que sostiene a todos. Sin embargo, ya te dijimos que cuando necesites detenerte para respirar, puedes hacerlo. Incluso si en vez de respirar quieres llorar.
Le sonrió amablemente.
—Mi puerta siempre estará abierta para ti.
Le devolvió la sonrisa con cierta tirantez. Sí. Su puerta podría estar abierta. ¿Su corazón?
No quería pensar en eso, no en ese momento.
—Oye, Hinata —añadió Naruto acercándose más a la puerta—. ¿Quieres cenar?
Eso la pilló con la guardia baja.
—Tengo algo de ramen en mi cuarto. ¿Te apetece?
—Sí —dijo antes de pensar. Luego, parpadeó, poniéndose colorada.
—Ah, no, no —añadió él levantando ambas manos frente a ella—. No es una cena de cita.
—No, claro —negó con cierta intranquilidad—. Claro que no. ¿Cómo iba a serlo?
Naruto abrió la puerta, ajeno a lo que ocurría en su corazón. Los nervios y el dolor siempre eran pequeños en comparación al resto, como para que él se diera cuenta.
—Ponte cómoda —invitó.
Dejó su carpeta a un lado y buscó con la mirada a Kurama, quien no tardó en salir de debajo de un montón de ropa y corretear hacia ella. Se frotó contra sus piernas y saltó hacia la cama y mirándola con ojos suplicantes. Sonriendo, se acercó a él para rascarle la barriga.
—Eres precioso, pequeño.
—Un terremoto, más bien —recalcó Naruto mientras trasteaba en la pequeña cocina—. Me ha roto ya cinco calcetines, me revuelve los papeles y no duda en llenarme la almohada de pelos. Y al parecer, eso sólo lo hace conmigo. Sakura dice que se porta bien con ella. Sasuke que ni le toca los papeles y contigo, bueno, tú ya sabes cómo es.
—Un santo.
—¿Cómo no? —farfulló él—. Cualquiera que le rasque las orejas y le de leche, lo domina.
—¿Tú no se la das? —preguntó.
—No. Le doy latas y pienso.
—Oh.
Le guiñó un ojo a Kurama y se levantó, acercándose a él.
—¿Quieres que te ayude?
—No. No es tan difícil hacer ramen —bromeó mirándola—. Oye, lo de que no sea una cita de cena…
—¿Cita de cena? Será cena de cita —corrigió.
Naruto asintió, guiñando los ojos, confuso con su propio error.
—Bueno, eso —aceptó carraspeando. Miró el microondas y suspiró—. Preferiría que fuera en un restaurante o cualquier otro lugar. Y que fuera mejor que una taza de ramen. No te mereces menos.
Se volvió para mirarla y el mundo podría haber ardido a su alrededor. Sin embargo, las esperanzas las había menguado tanto bajo el sujeto llamado dolor, que no podía darse alas. Lo asió de la mano, sonriéndole.
—Muchas gracias por preocuparte por mí. Aunque, te diré que no es mala idea una cita con solo ramen.
El tono de su voz, esperaba, fuera de humor. Pero Naruto frunció el ceño y continuó observándola. La ponía algo nerviosa que no dijera nada y l mirase de esa manera, pero a veces sentía que no era capaz de leerle.
—No tienes que conformarte con menos cosas de las que mereces —dijo al final—. Nada. Y si alguien te da menos, pero le quieres y eres feliz, no me meteré.
Parpadeó, suspirando y sonriendo después, dándole la espalda.
—Claro… Cualquier otro.
Le escuchó maldecir y caminar rápidamente hacia ella. Antes que tuviera tiempo de reaccionar, sus brazos la rodeaban. Se encogió, sorprendida.
—Hinata, por favor —suplicó—. No hagas eso. No sigas por ese camino.
—¿De qué estás hablando? —farfulló. —Naruto, suél…
—Estoy sintiendo cosas por ti. Cosas complicadas.
El mundo podía congelarse. Sus oídos podrían haber escuchado mal perfectamente. Pero su corazón latía, como si fuera la respuesta que necesitaba. Aún así, aunque eso debería de hacerle medianamente feliz, le dio unos golpecitos en los brazos para soltarse y caminó hacia la puerta.
—Creo que estás confuso. Yo no soy tu tipo y tenemos los sentimientos sacudidos tras lo de Shion y las cosas que están pasando a nuestro alrededor.
—No. No hagas eso tampoco —protestó él.
La tomó de la mano antes de que abriera la puerta. Una puerta que recibió su espalda, sobre la que su cuerpo se amoldó, al poco, sus labios recibieron la suavidad y la presión de otra boca, cubriéndola. Se aferró a su camiseta, sorprendida.
Sí, era maravilloso.
Y sí, también estaba asustada.
¿Cómo habían llegado a eso? ¿Cómo podía sentirse asustada cuando se había prometido a sí misma frente a la tumba de Shion ser más sincera con sus sentimientos?
Posó sus dedos sobre los labios de él, deteniendo el frenesí del contacto. Él jadeó contra sus dedos y llevó una de sus manos para retirarlos.
—Hinata…
—Por favor, para —suplicó—. Voy a… estallar.
—¿Eh?
Él parpadeó, confuso, pero se retiró preocupado. No se detuvo demasiado lejos, pero sí lo suficiente para que dejara de apoyarse contra la puerta y recuperase su equilibrio mucho mejor. Tragó, lamiéndose los labios y levantando la mirada hacia él.
—Creo que… necesitas enfocarte mejor —dijo—. Esto crearía un gran problema en nuestro trabajo, mezclar trabajo con… Dios mío, no sé ni qué estoy diciendo —protestó—. Estoy segura de que no hay nada de eso y que todavía estamos a tiempo de detenerlo. Tú no querías besarme ni sentir estas cosas. Y si me hicieras daño, tendrías que pegarte a ti mismo para cumplir tu promesa y…
Esa vez, él cubrió sus labios con sus dedos.
—Piensas demasiado.
—He de hacerlo —exclamó apartándole—. Si me permito ceder a un momento de locura, entonces…
—¿Por qué te empeñas en pensar que lo que hago tiene que ver con calor del momento?
—¿No es así?
—No, no lo es —aseguró él. Se frotó el ceño y caminó hasta sentarse en la cama—. No estoy haciendo esto ni por el momento ni porque sea fácil. Llevo dándole vueltas mucho tiempo y empezó a molestarme más cuando apareció Shion. Respeto sus sentimientos, pero ellos provocaron que me frustrara y enfadara verte… no hacer nada.
—¿No hacer nada? —repitió.
Él la miró y asintió. Hinata no podía creérselo. ¿La estaba culpando por ello? Se subió las gafas, nerviosa.
—Desde luego, nunca te enteras de nada, Naruto.
Luego, abrió la puerta. Pero antes de que la cerrase tras ella, Naruto la abrió, volvió a asirla del codo y tirar de ella. Cerró una vez más y, de nuevo, su estatura la cubrió.
—No, no vas a huir de esto —dijo antes de que pudiera protestar—. Sé que es horrible, que necesitas tiempo para pensar y que parece que quiero presionarte, pero aprendí tras lo de Ino que dejar que las cosas se pueden calmar con el paso del tiempo es mentira. Porque esa espina siempre queda. Y sí —añadió—, me cuesta entender las cosas. Especialmente, cuando te cierras herméticamente y esperas que yo sea capaz de leer lo que te ocurre, cosa que, déjame decirte, no ocurre siempre. No porque yo no lo intente, es porque…
—Lo oculto muy bien —interrumpió empujándolo con ambas manos desde el pecho. Él no obedeció—. Porque sé que no puede ser. Que es impensable que tú quieras besarme, que puedas llegar a quererme de alguna forma. Por favor, Naruto: mírame bien.
Él frunció el ceño y la miró directamente a los ojos.
—Ya lo hago.
—No, no, creo que no lo haces.
—¿Por qué? —cuestionó frunciendo el ceño.
—Porque… dios, esto suena tan a cliché. Soy la persona más torpe, soy lo que mantiene tu grupo activo, soy gorda, tengo granos, llevo gafas y…
—¿Has terminado de decir mentiras? —la interrumpió.
Ella tomó aire, indignada.
—Creo que tú necesitas mejor las gafas que yo.
—Y seguiría viéndote como te veo. Puede que mal por los cristales, ya que no las necesito. Hinata. Te lo dije en su momento, no te puedes echar pestes por cómo seas físicamente.
Retrocedió y tras llevar las manos a la parte baja de la camiseta, se la quitó. Y bien, sí, eso era una visión maravillosa que podría haberla babear libremente y no se arrepentiría.
—Tengo estrías por adelgazar y engordar. Tengo que hacer ejercicios que tú misma me pusiste, especialmente, ahora que canto. Tengo cicatrices por peleas. No me crece la barba como al resto de hombres. El dedo corazón de mi mano derecha es más corto que el resto de mis dedos y los huesos de mis rodillas sobresalen. Tengo el cuerpo lleno de pecas, aunque no tome el sol. ¿Y sabes qué es todo esto? La realidad.
—Ino no…
—Ah —exclamó sarcástico—. Ahí podría decirte que Sasuke es perfecto. No tuvo acné, no tiene pelos en el pecho ni en las piernas. Es delgado por naturaleza y el muy idiota tiene buena voz desde siempre sin necesidad de hacer curso de canto, que simplemente hizo para tener mejor nota. ¿Quieres que sigamos comparándonos con el resto del mundo? —preguntó. Podía notar algo de enfado en su voz y no le culpaba—. Hinata, cuando te gusta algo o alguien es porque te gusta. A veces no hay explicación. ¿Sabes realmente lo que me molesta en mi caso de sentirme atraído por ti?
Negó con la cabeza porque apenas le salía la voz. ¿Acababa de decir que se sentía atraído por ella? Bueno, no era la primera vez que lo decía, pero… igual sonaba como si alguien estuviera tocando las campanas. ¿Lo hacían?
—Que no me tomas en serio. Que se que vas a cambiar cuando salgas por esa puerta y buscarás la forma de guardar las distancias. Porque siempre que ha pasado algo entre nosotros te has alejado de mí. Que harás lo posible para creer que mis sentimientos son equivocados porque crees que nadie puede enamorarse de ti. Y lo más triste de todo es que te equivocas en todo ello.
Se lamió los labios, acercándose a él y sentándose a su lado. No servía huir, aunque la puerta le pareciera realmente interesante.
—Naruto, piensa por un momento que esto saliera a la luz. ¿Qué crees que pasaría con los fans?
—Tendrían que aceptarlo.
—No, Naruto, no es tan sencillo —negó—. Romperías su corazón, destruirías sus ilusiones. Y justo esas ilusiones son las que despertó Shion. La esperanza. Lo que os conseguirá un ascenso. Destruirlo por alguien como yo no es bueno.
—Espera —dijo levantando una mano—. ¿Estás diciéndome que debo de hacer a un lado mis sentimientos, mis deseos, por ellos?
—Sí.
—¿Te estas escuchando?
—Estoy hablando y sé de lo que hablo.
—No. La que habla es el mánager y no la mujer.
Hinata asintió.
—Porque no puedo darme el gusto de pensar como mujer cuando de mí dependen la carrera de cuatro personas. Cuatro personas que han sido maravillosas conmigo y a las que apreció. Si esto solo me destruyera a mí… no tendría miedo. Pero…
—¿Tienes miedo?
—Muchísimo —confesó antes de poder retener sus palabras.
Naruto se lamió los labios, pensativo. Se frotó las manos y dio una palmada.
—Vale. Pues intentemos algo en secreto.
Hinata no pudo retener una risita nerviosa.
—No bromees, por favor. Lo que puedes sentir por mí es por empatía por Shion.
—Pues averigüémoslo.
Levantó la palma hacia ella y sonrió.
—Déjame averiguar si me gustas de verdad. Y averigua si eres capaz de sostener esto. Aunque, no me has dicho si yo te gusto.
Ella parpadeo rápidamente, con el rubor subiéndole por las mejillas y las orejas. Movió lentamente su mano hasta posarla sobre la de él.
—Si realmente… necesitas preguntarlo, es que no eres capaz de verme del todo —murmuró.
Él cerró la mano para atrapar la suya.
—Oye. No seas cruel con mi déficit de atención.
Se echó a reír, subiéndose las gafas. Él la observó por un instante y ella abrió mucho los ojos, curiosa.
—Creo que el Ramen lleva listo hace un rato —dijo, separándose—. ¿Crees que estará comestible?
—Seguro que sí —aceptó soltándose—. Y si no… podemos pedir algo de comida.
Naruto sonrió como respuesta.
—Eso suena bien.
Tan bien como sonaba su corazón horas más tarde, cuando ella se adentró en la oscuridad de su habitación, con las campanas resonando en sus oídos y las preguntas batallando en su mente.
¿Acaso había soñado?
Pero los sueños vuelven con la realidad cuando la fama acentúa el trabajo.
—Acaba de llegar el cambio del nuevo guion —informó el representante de dirección, Inui—. Ha habido un cambio. Espero que tus chicos no estén molestos con ello. Pero no hemos de olvidar que estos doramas son para mujeres.
—¿A qué te refieres? —preguntó sosteniendo ambos. Abrió las páginas, curiosa, hasta que se detuvo en una parte resaltada—. Oh, no.
El representante sonrió.
—Diles que los esperamos pronto. Oh, y buen trabajo, mánager. Los chicos están en plena forma.
Hinata tragó, nerviosa. Cerró los guiones.
Bien. Ahora era hora saber cómo era salir a escondidas, con un músico.
Continuará...
