Siento haberos hecho esperar. Ya está listo el capi cargado con mucho azúcar y Ooc, desgraciadamente.
Capítulo 14
Fans
Parte 2
Una vez planificada su idea y aceptada por los superiores, Kiba se dispuso a preparar el evento por la página web. Las invitaciones no tardaron en agotarse y descubrieron que eso provocó que hubiera más fans enfurecidas que alegres, así que tuvo que tomar dos de las posibles entrevistas y repartirlas. Cómo única condición para ser aceptada era no haber estado en la primera. Un mensaje personal de RC ayudó a que ese egoísmo fuera mitigado de forma sutil.
La expectativa por todo ello incrementó los gastos entre material de merchandising, la sala manga, el alquiler de la entrada, comida y agua junto al alquiler de instrumentos.
Encima, no iban a recibir nada por las entradas. Así que ahí se iba parte de un dinero que ella había destinado a otros asuntos. Sin embargo, tras esos comentarios, lo ameritaba.
Kiba, además, ideó la idea de dar cara a esos números. Así pues, imprimió tarjetas de pase con los números del foro para cada usuario. No podía negar que eso le creó cierta ansiedad de poner cara a todas aquellas fans que no cesaban de idear a Naruto y Sasuke como homosexuales, cuando ambos, claramente, eran tan heterosexuales como sus novias aseguraban.
Por supuesto, para evitarse problemas legales a futuros, Kiba insertó una cláusula en la que la persona sabía que eso ocurriría y que de querer mantener en secreto su identidad, tendría que esperar a otra oportunidad.
Por suerte, ninguna persona parecía estar interesada en preocuparse por eso.
—Hoy es el último día para afianzar todo —le recordó Kiba apoyando los codos sobre la mesa en la que se encontraba revisando los papeles firmados—. ¿Tienes todo?
—Creo que sí. Igual, daré otro repaso por si acaso —explicó levantando la mirada hacia él—. ¿Todo bien por la página web? ¿Ninguna cancelación de últimas?
—Nada de nada —aseguró—. Todos están emocionados con la idea de hacer esas preguntas que los periodistas no se atreven. ¿Sabes que van a estar entre las cuerdas?
—Ya dije que ciertas preguntas no serán admitidas. Tú mismo lo colocaste en las notas —recordó—, así que tenemos la defensa de nuestro lado.
—Con los fans no siempre funciona —puntualizó Kiba frunciendo el ceño—. Y me preocupa que la paguen contigo en algún momento. Hasta ahora has permanecido entre bambalinas, pero vas a salir a la luz completamente.
—A mi no, sinceramente —dijo tranquila—. No soy un bombón, así que no me verán como un enemigo. Puede que sí que piensen que tengo suerte de estar ahí, pero poco más.
Bajó la mirada hacia los papeles de nuevo hasta que sintió el dedo de Kiba bajo su mentón para que volviera a levantar la mirada de nuevo hacia él.
—Creo que esta charla a cuenta de que eres realmente un bombón ya la hemos tenido mil veces.
—¡Oh, para! —exclamó alejándose entre risas—. Vas a provocar que arda el cielo a este paso con mentiras. Y soy consciente de la suerte que tengo ahora mismo por ser como soy. Y me gusta.
El chico pareció confuso al no saber si debía de regañarla por eso o no.
—Estoy bien —aseguró—. Soy feliz como soy, de verdad.
—Vale, pero… no eres fea ni un monstruo.
—Lo sé —aceptó poniéndose en pie y tomando los papeles—. Iré a llevarlos al despacho de Tsunade. Kakashi ya los ha firmado, así que está todo listo. Luego haré las cuentas y necesitaré ese programa tuyo.
—Sabes que todo lo mío es tuyo.
Hinata dio un respingo.
—¡Siempre haces que suena a que me tiras los tejos! —exclamó sonriente.
—Y por algún motivo eso cabrea a Naruto —soltó Kiba entrecerrando los ojos—. ¿Ha pasado algo que no sepa?
Notó que le ardían las orejas.
—¡No! ¡Me marcho!
Una vez lejos de la mirada inquisitiva de Kiba no pudo evitar suspirar. Era tan frustrante no poder decir que sí. Que había cambiado algo en su vida. Entre ellos. Sin embargo, habían estado tan ocupados esos días que no habían tenido tiempo más que saludarse por las mañanas y poco más.
—Hinata.
Dio un respingo al escuchar justo al voz del hombre que ocupaba sus pensamientos.
—¡Naruto!
Él se detuvo, sorprendido.
Hinata se percató, como si fuera la primera vez, que estaba muy guapo. Con su camiseta naranja y sus pantalones negros. Incluso esa forma inocente de ladear su cabeza mientras la miraba intrigado por sus acciones.
—Perdón, me asusté —se disculpó—. ¿Ocurre algo?
Él bajó la mirada hacia sus papeles.
—¿Vas a entregárselos a la vieja?
—Naruto —regañó—. No llames así a Tsunade o un día lo pasarás mal.
—Nah, ella nunca me pega más de lo necesario.
Hinata abrió la boca mucho.
—¿Estás escuchando lo que dices?
Naruto esbozó una radiante sonrisa.
—Es una broma, mujer.
Aliviada, suspiró.
—Sí, voy a llevárselos. Esto ya deja pactado lo de mañana. Los he revisado de pe a pa tres veces. Así que creo que están listos. —Miró a su alrededor—. ¿Y Sasuke y Sakura?
Naruto se rascó el cuello, incómodo.
—Digamos que el ensayo se ha… caldeado un poco. Y sobraba, así que he venido a buscarte. —Clavó la mirada fijamente en ella—, llevamos días sin poder estar a solas.
—Lo siento —se disculpó sinceramente. ¿Cómo podía decirle que ella también le echaba de menos?
Era algo frustrante tener un novio y no poder si quiera estar a solas y tomarse un momento para ellos.
—Es frustrante —dijo él, como si fuera capaz de leerle la mente. Ella le miró muy atenta—. No me mal entiendas —advirtió—, no quiero cortar esto. Es el hecho de que justo no pueda disfrutarlo. Es como si no me tuvieras ahí para ti o yo te tenga a ti.
Hinata miró a su alrededor preocupada, luego de nuevo a él.
—Me…
—¿Te has enfadado? —cuestionó levantando las manos preocupado.
—No —negó rápidamente. Alargó su mano libre para tocarle, deteniéndose antes de hacerlo, doliéndole hasta el alma por tener que controlarse—, es que me siento igual.
Una vez más, la sonrisa naturalmente encantadora de Naruto se mostró en sus labios y llegó hasta sus ojos.
—¿No te parezco horrible por pensar eso?
—No, para nada —negó—. Ya te he dicho que me siento así. Me sentía un ogro egoísta. Viendo cómo te esfuerzas por esto y pensar de esa forma. Es un alivio que también tengas este pensamiento. Tendremos que compensarlo más tarde. ¿No crees?
Lo sopesó, asintiendo. Aunque iba a ser difícil con la agenda tan ocupada que tendrían en el futuro.
—¿Vamos a entregar los papeles? —propuso él.
—Ah, sí —aceptó retomando el camino.
No acababan de subir el primer piso cuando Naruto volvió a hablar.
—Oye, en cuanto a las preguntas…
—¡Oh, me aseguraré de que no lleguen aquellas que puedan haceros quedar mal o que sean incómodas!
—En realidad, no tengo problema con ellas —descartó—, pero no sé si podré controlarme a cuenta de que alguien pregunte si estoy interesado en alguien. No voy a mentir, Hinata.
A Hinata se le hizo pequeñito el corazón.
Naruto se había detenido para mirarla fijamente. Una severidad y determinación implacable.
—No desvelaré quién es, pero pienso admitirlo.
—Eso… Eso podría crear problemas. Ya vistes los comentarios.
—Leí tanto los negativos como los positivos —asintió—, me quedaré con los positivos. Además, admitir que me gusta una persona, podría crear a ideas acerca de Sasuke y yo, como siguen creyendo. La verdad, es que no sé cómo diablos llegaron a esa conclusión y cómo es que lo que más vende es eso cuando ambos estamos a gusto con mujeres.
—Crearás un caos innecesario que estallará como una tormenta cuando descubran que no era con Sasuke.
—Eso, en realidad. ¿No es problema de ellas? —cuestionó irritado—. Son las que han imaginado cosas que no son.
—Estamos hablando de temas de suicidio, Naruto —protestó sorprendida—. ¡No podemos jugar con eso! ¿Qué crees que hará ese acto a RC? ¡Os marcaría para siempre! Mira, sé que suena injusto y lo comprendo, pero no sería la primera vez que por esos motivos alguien se ha quitado la vida.
—¿Y por eso tengo que restringir mi vida sentimental? —inquirió de nuevo—. No puedo salir con una mujer sin que la ataquen o sin que eso cree que alguien a quien no conozco y se hecho ideas propias se quite la vida. Shion usó sus últimos días conmigo porque quiso ella y te hizo sentir mala persona después.
—No la metas a ella, por favor —rogó apartando la mirada.
—Lo siento —se disculpó sincero—, pero estoy enfadado con esto. Y me va a costar mucho controlarme.
—Eres el líder, Naruto. Necesito que te controles más que nadie. Por favor… —Él no parecía dispuesto a ceder—. ¿Por mí?
La mirada azulada se posó sobre ella con enfado.
—¿Vas a chantajearme de esta forma?
—Voy a salvarte de caer de nuevo —respondió—. Recuerda lo que me prometiste.
Naruto apretó los dientes y luego soltó el aire lentamente.
—Necesito dar un paseo. Solo —añadió.
Ella asintió y le dio espacio. Ella también necesitaba poner en orden sus pensamientos.
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—Entonces. ¿Está todo claro? —cuestionó mientras les miraba a cada uno, queriendo asegurarse de su estado.
Sakura fue la primera en asentir. Sasuke tardó algo más y Naruto sólo encogió los hombros.
—Lo siento. Sé que es injusto —se disculpó—, pero esto forma parte de la fama, desgraciadamente.
—Ya —farfulló Naruto poniéndose en pie—. ¿Hay algo más? ¿Una correa?
—Naruto —aseveró Sakura sorprendida—. No la pagues con Hinata.
En lugar de responder o disculparse, Naruto gruñó y salió del dormitorio de Sasuke en el que se habían reunido. Sakura se levantó para seguirle, pero ella la detuvo.
—Está bien —aceptó—. Está enfadado.
—Todos lo estamos —indicó Sasuke—, pero él siempre tan acalorado que no piensa. Pero no te preocupes, Hinata. Mañana dará el callo, como todos.
—Lo sé —confirmó, aunque no podía evitar estar preocupada.
Aunque su sorpresa llegó al regresar a su propio dormitorio. Naruto estaba sentado en la puerta, con la mirada fija en ella a medida que avanzaba hacia él.
—¿Puedo entrar? —preguntó con voz suave.
—Claro —aceptó enseguida.
Abrió la puerta apresuradamente y accedió a que él entrara.
Se mantuvo con la cabeza gacha, mirando a su alrededor y esperando a que ella cerrase y dejara las cosas. Cuando llegó a su altura, mirándole preocupada, él volvió a sorprenderla abrazándola de golpe.
—¿Naruto? —exclamó avergonzada.
—Lo siento —susurró—. De verdad que lo siento.
Levantó una mano hacia sus cabellos, sintiendo el alivio en su cuerpo. Era ahí donde realmente podía tocarle sin ser juzgada, sin ocasionar problemas a RC. Envalentonada por eso, llevó la otra hacia sus hombros, abrazándole cuanto pudo dado su tamaño.
—Lo sé. Sé cuán duro es. Yo me siento igual. ¿Te cuento algo que me gustaría hacer? —cuestionó animadamente.
Él asintió. Sus manos habían llegado a su cintura. Justo ahí donde su condenada grasa le gustaba alojarse sin invitación.
—Me gustaría —comenzó, intentando concentrarse más en eso que en sus complejos—, subir a esa mesa, la del evento digo, y señalar a todo el mundo mientras grito que eres mío.
Él soltó un siseo semejante a una risa.
—Y me gustaría decirle a Ino que me da igual lo mucho que proclame sobre cómo eres en la cama, que me gustas mucho más que pudiste gustarle y que ahora no tienes más ojos para ella y sólo para mí.
Naruto se separó, tensó como un hierro. Su mirada azulada se posó sobre ella, estudiando su rostro. Debía de ver lo roja que estaba, porque sentía que la cara le ardía.
—¿Ino te ha dicho algo inadecuado?
—Sólo fue cuando vimos el dorama. Que claramente estabas fingiendo, porque tú no… eh… bueno —dudó, avergonzada—, follas de esa forma —citó.
—¡Mierda! —masculló cubriéndose el rostro y dejándose caer en la cama—. ¡Esa Ino y su lengua!
—Ella no sabe que estamos juntos —excusó.
—Igualmente, decirte a ti eso es como si buscara que estallara una bomba.
—Ya le dije que sabía que vosotros salisteis —justificó—, así que es normal para ella confiar en mí en esas cosas.
Aunque no impidieran que doliera.
—Eso no la justifica. Si alguien la hubiera escuchado, lo de mañana igualmente sería una mierda —expresó—. Y no me gusta nada que le diga eso a mí chica.
—Repito que ella no sabe que estamos saliendo —recalcó avergonzada por sus palabras.
—Lo sé, pero… —Suspiró, pasándose los dedos por el rubio cabello. Despeinándose más de lo normal. Hinata sonrió, acercándose para adecentarlo—. ¿No te duele?
Arrugó el gesto.
—Sí, lo hace —se respondió a sí mismo—. ¿Por qué no me dices nada? —cuestionó—. Estoy para ti.
—Lo sé, pero no quiero preocuparte por mis inseguridades y que eso haga que te marches —confesó abrumada.
—Si me apartas será peor que me las cuentes —aseguró él asiéndola de los codos—. ¿Estamos?
Asintió, inquieta.
—Dilo en voz alta, anda.
Ella se mordisqueó los labios. Una sonrisa pícara surgió en la boca masculina.
—¿Quieres que te bese como castigo?
—¡Vale, vale! —se rindió—. Te lo contaré.
Él afirmó, pero emitió un gesto de tristeza actuado.
—Vaya, eso ha sido rendirse rápido. ¿No quieres mis besos?
Hinata abrió la boca. La cerró. No estaba segura de si estaba jugando con ella o no, pero en lugar de preocuparse demasiado, se inclinó y presionó sus labios contra los de él en un corto y torpe pico.
Naruto pestañeó.
—¿Qué fue eso? —cuestionó asombrado—. ¡Quiero más!
—¡Pero…! —exclamó incrédula por su trampa—. ¡Ni hablar!
Él ya la había tomado entre los brazos, sonriendo, tan travieso como podía ser. Incluso se puso en pie para ganarla en altura y antes de que ella pudiera esquivarlo, ya la había besado. Y no sólo una, sino tres, cuatro, cinco… ¡hasta que perdió la cuenta!
Cuando comenzaba a sentirse mareada apoyó las manos en su pecho, suplicante.
—¡Por favor, detente! —se rindió.
Él, con las mejillas enrojecidas por la diversión y los besos, accedió, sentándose de nuevo y atrapándola por la camiseta desde el vientre.
—Habrá un día en que no podré parar. ¿Eres consciente? —le dijo sin dejar de mirarla—. Un día en que decida que todo esto ya se acabó y gritaré muy fuerte que eres mía y que le puede dar al resto del mundo por saco. ¿Lo entiendes?
Hinata asintió, sintiendo que sus ojos escocían por las lágrimas.
—No sé si es bueno que pienses en mí a largo plazo —dudó.
Naruto elevó ambas cejas, incrédulo.
—¿Qué?
—Bueno, quiero decir… me gusta. Me gusta muchísimo —aseguró acariciándole las mejillas—. Entérate bien que me gusta mucho. Amo eso. Pero… ¿Y si no funciona? Al fin y al cabo, dijimos que íbamos a probar.
—¿Eso significa que voy demasiado deprisa al pensar en que estarás a mi lado siempre?
Ella dudó.
—¿Quizás?
Naruto la soltó, echándose hacia atrás con el gesto tenso.
—Oye. Yo estoy yendo a esto al cien por cien. Sé que tienes tus dudas, pero voy con todo. Autocontrol incluido —añadió—. Lo digo de verdad.
—Lo sé —admitió apretando sus dedos—, y eso me asusta de cierta forma. Que la determinación de ahora se acabe. Que creo que soy novedad y por eso… por eso, pues sientes esa atracción.
—Justo porque eres diferente a todo lo que encuentro es que me interesas, Hinata —prometió—. Y dudo que me canse. ¿Sabes qué pienso cuando estoy como un idiota en que me regañas?
Ella negó. Ya le había pasado alguna que otra vez tener que llamarle la atención porque parecía estar en las nubes.
—En ti. En cómo de guapa estas o simplemente en cómo me gustaría meter mis dedos entre tus cabellos cuando los llevas sueltos. O soltar el coletero cuando los llevas aferrados.
Enrojeció al instante. Fue tan intenso que las piernas le fallaron. Si Naruto hubiera estado más lejos seguramente habría sido una aparatosa caída, pero él logró asirla a tiempo y la sujetó contra su cuerpo. Cosa que no ayudó a su pobre corazón.
Él sonreía felizmente, satisfecho con su obra, al parecer. Le retiró las gafas del rostro y volvió a besarla hasta dejarla sin aliento una vez más.
—Espe… —suplicó—. Voy a morirme —gimió suplicante.
Él se echó a reír. Con un rápido moviendo la deposito sobre la cama. Por un momento, la habitación giró tan rápido que creyó desmayarse. Cuando logró enfocarle, Naruto estaba sobre ella, apoyado en la cama con una pierna y un brazo a cada lado de su cabeza, arrinconándola.
—No vas a morirte —aseguró—, pero voy a parar mientras pueda, ttebayo —dijo besándola frente por última vez—. Mañana te necesito firme y fuerte. Porque tendrás que controlarme.
—No seas malo —suplicó.
Él sólo sonrió y se alejó. Cuando se marchó la habitación se sintió dolorosamente vacía.
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Dos cientos asientos ocupados. Sin faltar ni uno solo por ello. Carteles acomodados sobre pies inquietos. Botellas de aguas entregadas y algo de comida. Regalos recibidos a cuál más disparatado —¿Quién diablos regala su tanga mestruado, por favor? —, micrófonos en posición, sillas y mesa de presentación. Pantalla tras ellos con el logo de RC.
Médicos apostados en las diferentes entradas y guardias de seguridad preparados para saltar de ser necesario. Por supuesto, ya habían pasado un escrutinio severo en la entrada, pero con los fans uno nunca podía apostar.
Los curiosos no podían faltar, desde luego. Pareciera que fuera el acontecimiento del año.
Hinata estaba completamente nerviosa cuando tomó el micrófono y escrutó a las jóvenes y no tan jóvenes sentadas frente a ella, expectantes. Casi sintió deseos de reír al reconocer a Tenten entre ellas, quien no dudó en saludarla. Era la fan número 2. Sorprendentemente.
—Bienvenidos al evento "entrevístame tú" de RC —comenzó, deteniéndose al incrementarse los gritos. Sonrió, animada por ello—. Lo sé, todos estamos emocionados con esta idea. El grupo, os aseguro, que también. Soy Hinata Hyûga, la mánager de RC y que os está sumamente agradecida por haber retomado su camino junto a ellos y no haberlos abandonado nunca. Por eso, os doy mil gracias por estar hoy aquí.
Hizo una reverencia que fue aplaudida enseguida.
—Os pedimos encarecidamente que cumpláis las reglas que se os han entregado nada más entrar y las que firmasteis aceptando darnos una oportunidad para estar más cerca de vosotros. Si os falta algo de agua o comida, no dudéis en pedirla, por favor. Y mantener siempre vuestra acreditación con vosotros, pues al final del evento podrías llevarte contigo un regalo especial.
Eso creo nuevos víctores de alegría y aplausos de chicas y chicos elevando sus tarjetas sobre sus cabezas.
—Ahora, sin más rodeos, que pasen los importantes —anunció guiñando un ojo. De nuevo, aplausos y gritos de emoción—. Primero que nada, Naruto Uzumaki, el líder del clan RC al que muchas adoráis.
Naruto apareció lleno de exclamaciones y deseos hasta de tener hijos con él que estuvieron a punto de sacarle una carcajada y que él aceptó con gestos de corazones con las manos.
—Sakura Haruno, baterista y escritora del grupo, poder femenino en el escenario al cien por cien.
Más aplausos y víctores entre halagos y gritos de afirmación del poder femenino.
—Y por último, pero no menos importante: Nuestro compositor favorito que nos lleva a mundos fantásticos con sus sentidas melodías, Sasuke Uchiha.
De nuevo, el furor estalló. Gritos y emoción, con pancartas voladoras, lágrimas y sollozos. Incluso algún que otro desmayo.
—Vale, vale —intentó calmar amablemente—. Os recuerdo que esto es un especial para ustedes de entrevistas, que deben de respetarse el orden y que todos tendréis una oportunidad. Si alguien hace vuestra pregunta, pensad en otra para no quedaros sin vuestro puesto. Nosotros iremos nombrándoos según los mensajes que nos llegaron a la página.
Todo el mundo asintió nervioso.
Kiba, a un lado, fue encargándose de mostrar los resultados sin maña alguna en la gran pantalla. Cada fan por número fue apareciendo. Hinata fue la encargada de ir acercando el micrófono a cada una de ellas.
—¿Hay algún tipo de relación entre ustedes? —cuestionó el fan número 12, directa al grano como se esperaba. Kiba enseguida hizo una señal hacia los paramédicos al reconocerla como una de las posibles víctimas de suicidio.
—¿Qué tipo de relación? —cuestionó Naruto rascándose el mentón—. Somos mejores amigos desde la infancia. Nos conocemos desde que nos comíamos los mocos, básicamente.
Algunas risitas llegaron sin falta.
—Me refiero a amoroso —corrigió el fan.
—No —negó automáticamente Naruto.
—Pero ¿quiere decir que…?
Hinata retiró el micrófono.
—Recuerda las reglas, por favor —recomendó amablemente. El fan chasqueó la lengua y miró hacia otra determinante. Hinata sabía que la pregunta llegaría entonces de ella.
Caminó entre los demás presentes, interesados en futuros eventos, en la vida de los chicos o en simplemente, sus gustos. Deteniéndose junto a otro fan.
—¿Estáis enamorados de alguien? —cuestionó sin tapujos este.
La incomodidad se centró en la mesa y Hinata notó que su cuerpo incrementaba en calor. Intento guardar la mejor compostura.
—Sí.
La respuesta tajante fue de Sasuke, antes de que ninguno. Los gritos aumentaron entre preguntas incoherentes acerca de quién era la persona.
—Sí —continuó Sakura.
—Y sí —continuó Naruto firme, pasando la mirada alrededor de todas sus fans, deteniéndose en ella, quien asintió, algo preocupada—. Pero no vamos a decir quién es. Porque hasta nosotros podemos no ser correspondidos. ¿Sabéis? —añadió con gesto de dolor perfectamente fingido—. Si yo os contara la cantidad de veces que me ha roto el corazón esa persona. ¡Y duele, chicos! Duele mucho. Así que ser un roquero famoso no significa que la persona que quieres te corresponda. ¿Cómo lo veis? ¿No os compadecéis de mí?
Enseguida, diversas respuestas acudieron en gritos. Hinata estaba con la boca abierta. De alguna forma, Naruto había conseguido volver la tortilla a su favor. Y dios, ¡se había ganado completamente al público! Realmente estos creían que estaba enamorado de alguien que no le correspondía.
—Y Sasuke. ¿A ti no te rechazaron hace poco y por eso sacaste aquella canción de corazón roto? —continuó Naruto—. ¿La habéis escuchado? —cuestionó esa vez hacia el público—. Decidme que no fui el único que lloró con ella.
—¡Noooo! —el grito fue tan general e intenso que Hinata tuvo que taparse los oídos, sin poder dejar de sonreír.
—Pues ya sabéis. A nosotros nos rompen el corazón y aún así, amamos.
Diversos hipidos empáticos llegaron. Kiba cambió la imagen aprovechando eso y salió el puesto de Tenten. Le costó llegar a ella y sonrió abiertamente mientras que Tenten daba saltitos emocionada.
—¿Y qué pasa si la persona de la que estáis enamorados os correspondiera? —cuestionó.
Hinata no podía creerse que, después de todas las posibles preguntas que había enviado fuera esa la que le preocupaba en ese momento.
—Bueno, creo que todas como chicas y chicos enamorados podéis entender qué sentiría yo —dijo Sakura cubriéndose el rostro avergonzada y sacando risas y deseos de amor hacia ella.
—En mi caso —comenzó Naruto—. Y creo que hablo también por Sasuke en este caso. Porque sabemos cuánto nos amáis y os aseguro que es recíproco hasta el punto que creo que estaríais felices de que nosotros fuéramos tan felices como queremos haceros con nuestras canciones y que queremos que seáis en la vida, día a día. Es más, os puedo contar una cosa de Sasuke —añadió con cierto brillo travieso—, ¿sabéis esas cartas que nos enviáis? Pues las leemos todas. Y Sasuke colecciona especialmente aquellas que le dicen que gracias a su música encontraron a su pareja. ¡Las colecciona como un tesoro!
Sasuke le tiró la botella de agua, cosa que sacó risas a todos junto a víctores y agradecimientos por su cariño hacia ellos.
—Así que, por favor —añadió Naruto agachando la cabeza suplicante—. El día en que nosotros os mostremos a quién amamos, por favor, amarlos igual. Porque jamás, pero jamás, esa persona que elijamos, estará por encima de lo que sentimos por vosotros y por RC. Porque vosotros sois RC, sin duda.
De alguna forma la sala quedó en silencio. Tenten la miró preocupada. No podía negar que se sentía igual que ella. Estaba empezando a ponerse nerviosa cuando alguien comenzó a aplaudir. Luego, otro, otra, otro, así sucesivamente hasta que toda la sala se llenó de aplausos.
Hinata soltó lentamente el aire que había almacenado.
Definitivamente, eso sólo podía conseguirlo Naruto.
Caminó hasta otro fan y tomó aire antes de ofrecerle el micrófono.
—Pero… ¿seguiréis dándonos contenido del SasuNaru? —cuestionó.
Hinata se llevó el micrófono a los labios.
—Para aquellos despistados, el SasuNaru o NaruSasu es la pareja formada por Naruto y Sasuke —explicó.
—¡Ey, yo sí quiero! —exclamó Sakura—. Si miráis bien el tema de guion de algunos de nuestros videos, los he dirigido yo, así que… ¡contad con que estoy de vuestra parte!
Diversas risas mezcladas con las protestas de Naruto y Sasuke llegaron en diversas dosis. El buen humor continuó durante el resto de la entrevista. Los chicos salvaron las preguntas incómodas que fueron llegando, como si alguna vez se habían intercambiado calzoncillos y cosas semejantes.
A Hinata le sacaron más de una vez los colores y debía de reconocer que fue muy cansado el tener que ir de un lado para otro entre doscientas personas.
Y el premio, se lo llevó justamente la fan número 12. No fue amañado. Habían preparado un bombo con las tarjetas de los invitados y Sakura fue la que atrapó la suya. Cuando subió al estrado, los tres integrantes la rodearon, aparte de regalarle entradas VIP para el siguiente evento, no dudaron en animarla.
—Hemos leído tus comentarios —dijo Sakura tomándola de las manos—. Y te agradecemos lo mucho que nos aprecias y quieres. Queremos lo mejor para ti. ¿No quieres lo mejor para nosotros?
—Claro, yo… ¡Sí, por supuesto!
—Entonces, por favor, promete que te mantendrás con vida incluso más allá de que nosotros nos jubilemos. Porque vamos a quererte toda la vida. Estemos con otras personas o no. Estemos juntos o no. ¿De acuerdo?
La muchacha asintió y se aferró a ellos, abrazándoles cuanto podía. Puede que ella no lo supiera, pero para Sasuke estaba siendo algo impensable. Toleraba poco los abrazos de los fans.
Después, llegó el momento de un par de canciones y, como todo, llegaba el telón.
—Muy bien, llegó la hora de la despedida —anunció.
Naruto le quitó el micrófono, subiéndose a la mesa. Hinata puso el grito en el cielo por el susto, aferrándolo de la pierna.
—¡Y RECORDAR SIEMPRE SEGUIR VUESTRO CAMINO SIN DETENEROS HASTA CULMINAR VUESTRO SUEÑO COMO HICIMOS NOSOTROS! ¡COMO HACEMOS Y HAREMOS MIENTRAS OS TENGAMOS A NUESTRO LADO, TTEBAYO!
—¡Naruto, baja! —ordenó finalmente entre los gritos que llegaron tras sus palabras.
Completamente emocionados, los tres se encargaron de entregar al resto los presentes por acudir, mientras Hinata se tomaba un momento para acercarse a Tenten.
—¿Te has divertido? —le preguntó.
—¡Un montón! Aunque ahora me queda consolar al hombre de mis sueños —bromeó.
Hinata pensó en su primo y no pudo sonreír.
—Mímalo un poco. Te ayudó a conseguir esto.
—¿Cómo lo sabes? —cuestionó Tenten sorprendida.
—Kiba —respondió únicamente.
Tenten buscó al chico tras los ordenadores.
—Sigue cuidando de ti —dijo.
—Sí, mucho. Gracias a él no me he caído —reconoció.
—¿Qué tal si le das una oportunidad? —cuestionó Tenten dándole un codazo cómplice.
—No —descartó rápidamente—. No podría.
Porque ya tenía a alguien capaz de enloquecerla.
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—Y todavía nos queda mañana —protestó Sakura bostezando—. Necesito dormir más que comer.
—Necesitas comer más que dormir —la regañó—. Gastas hidratos que has de regresar a tu cuerpo. Pero por favor, y recalco por favor, no te duermas encima del plato y te ahogues.
—Cuidaré de ella —aseguró Sasuke tirando de ella hacia su habitación. Aunque Hinata dudó, ya que Sasuke no parecía estar al cien por cien.
—Están agotados —verificó Naruto.
Ella le miró de arriba abajo.
—A veces me pregunto si es que tienes baterías extras de energía.
Naruto sonrió y le hizo un gesto con la cabeza. Hinata lo siguió, debía de reconocer, demasiado cansada. Hasta que descubrió que estaban en su dormitorio cuando la puerta se cerró tras ella.
Aún estaba en medio cuando Naruto pasó a su lado quitándose la camiseta por encima de la cabeza y tirándola sobre el cesto de la ropa sucia, donde Kurama asomaba las orejas. Les miró por un momento, bostezó y volvió a acomodarse.
—Espera. Este es…
—Mi dormitorio, sí —asintió él colocándose otra ropa y caminando hacia la cocina—. ¿Comemos algo?
—Espera. Espera.
Naruto elevó una ceja, mirándola.
—Eso ya lo has dicho. Tres veces. ¿Qué tengo que esperar? ¿No tienes hambre?
—Tengo —confirmó con la boca abierta—. Es sólo que… ¡Es tu dormitorio!
Naruto miró a su alrededor.
—Bueno, está algo desordenado, pero… ¿Qué tiene de malo que…? Ah. Ah —repitió—. No voy a comerte ni nada así. Tengo comida, así que puedes estar tranquila. ¿Por qué no te sientas?
Ella dudó. Naruto no tenía un condenado sofá como el resto. Más bien, lo había tirado hacía poco porque Kurama hizo sus necesidades más apestosas ahí.
Sopesó el suelo y así lo hizo.
Cuando Naruto se volvió con dos ensaladas —no ramen, sorpresa—, se quedó congelado, mirándola.
—¿Qué diablos haces en el suelo y sentada tan recta? —cuestionó frunciendo el ceño—. Siéntate en la cama, anda. Vamos, vamos. No vas a comer como si fueras un perro.
—Pero es que… —dudó.
—Hinata —aseveró él—. No tengo ni alfombra. Pillarás frío o algo. A la cama.
Se sintió repentinamente como una niña pequeña y regañada. Suspirando, aceptó y se sentó al filo. Aceptó la ensalada y los cubiertos y esperó a que él se sentara, con la cama crujiendo bajo su peso. Naruto ya masticaba cuando ella continuaba moviendo las hojas verdes contra el maíz.
—¿No te gusta la ensalada? Es lo que tengo más rápido. No he comprado ramen, así que…
—Me gusta —mintió. Cuando él la estudió más con la mirada, lo admitió—: la odio. Es lo que me he obligado a comer muchas veces por perder peso. Así que no soy muy fan de ellas. Es sano, sí, pero…
Naruto le quitó la ensalada y se puso en pie, tirándola en la papelera.
—¡Hombre, tampoco hagas eso! —regañó, pero él no le permitió sacarla—. ¡Naruto!
—Nada, nada —descartó rebuscando entre el congelador—. Tengo lasaña. ¿Te vale?
—Sí.
—No me digas que sí sólo porque sí —advirtió.
—Que no, que me gusta —aseguró.
Convencido, Naruto la metió en el microondas y esperó junto a él. Cuando terminó, pinchó dos tenedores sobre la masa blanca y suave y se dirigió de nuevo a la cama con una bandeja de madera para colocar sobre sus piernas.
—Ahora sí, a cenar —invitó.
Ella aceptó. Pinchó con cuidado y usando su mano para no dejar caer nada, lo llevó hasta sus labios para disfrutar del sabor de la barbacoa contra su lengua.
—Deliciosa —dijo.
Naruto la imitó y asintió.
—Oye, pues sí. La compré porque Sakura me la recomendó. Tenía mis dudas. Ella tenía razón; está buenísima.
Con una sonrisa triunfal, ambos comieron en silencio. No era incómodo, más bien, la ayudaba para organizar un poco sus ideas.
—¿Estás enfadada por la entrevista? —cuestionó finalmente él extendiendo una servilleta.
—No, para nada —negó aceptándola y tras limpiarse, continuó—. Me gustó mucho como lograste convencer a los fans acerca de admitir a quien amáis. Aunque eso llevara un tiempo, es bueno que vean que los tenéis en cuenta y valoráis sus sentimientos. Existen muy pocos famosos capaces de hacer algo así. Y tu energía… Dios, la contagias. Es como si fueras capaz de pasarla a cada uno de ellos sin agotarte.
Naruto sonrió halagado.
—En realidad, estoy muerto —reconoció frotándose el vientre—. Y más ahora que he cenado.
—Entonces, te dejaré descansar. Mañana tenemos otra rueda de prensa igual que hoy.
Se levantó con intenciones de marcharse, pero antes, dejó la bandeja en el fregadero y se volvió hacia la puerta. Antes de llegar a ella, él le rodeó la muñeca con la mano, mirándola fijamente.
—Quédate conmigo, por favor.
Hinata tragó. Notó el pulso en sus oídos.
Debía de estar muy cansada, mucho, porque su boca habló antes que su mente.
—Me quedaré.
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Ino Yamanaka acababa de salir de su horario de trabajo cuando decidió ir a felicitar al grupo acerca de su éxito. Tras intentar hablar con Sakura, lo intentó con Sasuke y finalmente, se decantó por Naruto.
Que fuera raro que este cerrase con llave cuando estaba agotado ayudaba a entrar sin ser vista en aquellas noches que necesitaba algo de pasión Uzumaki.
Sin embargo, jamás pensó que se encontraría lo que vio nada más abrir la puerta.
¿Lo malo?
Ella era malísima guardando secretos.
¿Lo bueno?
Ahora tenía una historia que contar.
Continuará...
