Capítulo 13: Discutir, perdonar, tolerar...
.
.
.
—¡¿Qué?! ¡Eres una paranoica! ¡Sigue soñando! —gritó Takuma.
Lory cogió el pomo y abrió la puerta.
—¡No! ¡Tú sigue soñando! —gritó esta vez Kyoko.
Y de repente chocolates envueltos en papel aluminio se estrellaron contra el rostro de Lory.
Kuon y Yashiro se inmovilizaron, con los ojos bien abiertos.
En medio de un silencio tenso, Lory inspiró y exhaló de manera ruidosa.
—Mogami-kun, Takuma... —Un tic nervioso atacó el ojo derecho— ¿Qué demonios están haciendo?
El color fue abandonando el rostro de Kyoko y sus labios comenzaron a temblar de forma visible.
—P-P-P-Presidente...Lo...Lo...Lo...—Sus ojos fueron con pánico hacia su cara, los chocolates caídos en el piso y nuevamente su cara.
—¡LO SIENTO MUCHO!
Se postró en el piso y no se atrevió a mirar más que el piso.
—¿No deberías disculparte con otra persona?
Kyoko agrandó los ojos y lentamente se levantó mirando titubeante hacia Takuma.
—Yo...Yo...él...—apretó las manos hacia sus costados—. Él...—Agachó la cabeza y calló.
—Y tú, Takuma, ¿no tienes nada que decir? —dijo con voz grave y fuerte.
Takuma abrió grande los ojos e hizo una reverencia de noventa grados.
—Lo siento mucho, presidente.
—No a mí, sino a Mogami-kun.
Ambos, Takuma y Kyoko se paralizaron. Vacilante se miraron, entornaron los ojos con desdén y volvieron la mirada hacia otro lado.
—Si me permite hablar primero —dijo Takuma repentinamente—. Fue ella la que comenzó. Traté de solucionar las cosas como adultos, pero ella empezó a ser irrespetuosa. Usted vio como trato de lanzarme los chocolates.
—¡¿Q-Qué?! —exclamó Kyoko con furia. Los Rencores salieron rápidamente para el contraataque— Fuiste tú quien comenzó —gruñó señalándole con el dedo—. Me estabas faltando el respeto desde un principio. He tratado de aguantarlo todo este tiempo recibiendo todas sus acusaciones sin rechistar, pero ya no lo puedo soportar. ¡Esto es injusto, esto es un abuso de su poder!
—¿A-Abuso de poder? — tartamudeó Takuma con incredulidad— ¡Si no te opusiste a lo que te inculpaba debe ser porque yo tenía razón!
—¡Me oponía con respeto! ¡Pero usted nunca me escuchó y me seguía acusando, sugiriendo que era una mentirosa!
—¡Si niegas todo lo que es verdad es porque estas mintiendo!
—¡¿Q-Qué?! ¡El mentiroso es usted! ¡Fue su culpa que perdiera la cordura y le tirará chocolates al presidente cuando tenía que ir en su cara! ¡Usted comenzó!
—¡No! ¡Tú comenzaste!
—¡Es obvio que fue usted el que comenzó!
—¡Seamos realistas! ¡Fuiste tú!
—¡TAKUMA! ¡MOGAMI-KUN!
Los dos cerraron la boca y giraron hacia Lory con la cabeza gacha, mostrando arrepentimiento.
Lory arrugó el ceño, y habló con voz firme y autoritaria.
—Si no pueden llevarse bien y es así como actúan en realidad, me parece correcto que Mogami-kun no audicione para tu película.
Kyoko levantó el rostro, agitada.
—P-Presidente...espere, por favor...
Lory le hizo una seña para que se detuviera.
—Ah, y Takuma...
—Sí...¿sí? —dijo vacilante, tragando en seco.
—Akiro-san me ha pedido mi opinión respecto a darte el patrocinio, pero siendo testigo de lo que sucedió hoy, aconsejaré que dé el patrocinio para la película pero con la condición de que cambien de director.
—P-Presidente...
—No tengo nada más que decir.
Lory se dio la vuelta y salió.
—¡Presidente, por favor espere! —dijeron Takuma y Kyoko al unísono siguiéndolo desde atrás.
Kuon y Yashiro se hicieron a un lado y miraron aturdidos la escena.
—No puedo creer que Takuma-san y Kyoko-chan peleen como si fueran... —Yashiro calló y obvió la palabra "niños", frunciendo el entrecejo—. De esa manera —culminó.
—Nos reconciliaremos, presidente, por favor reconsidere lo dicho anteriormente. Haremos lo mejor para que la película sea un éxito —oyó a Takuma clamar en voz alta, mientras lo seguía.
—Reconsidérelo por favor, presidente. Nos reconciliaremos —dijo Kyoko con algo de nerviosismo.
Pero el presidente calló y continuó caminando.
Ambos dejaron de seguirlo, y segundos después se miraron uno al otro ceñudos.
—Vamos —dijo Kuon y Yashiro se giró a él, confundido.
—¿Eh?
—Tenemos que irnos ahora o se nos hará tarde después —respondió dándose vuelta.
Yashiro se volvió por última vez, mirando como Takuma y Kyoko caminaban juntos. Suspiró y siguió a Kuon.
...
—¿Y? —dijo Kyoko molesta, mientras iban camino al ascensor.
—¿Qué?
—¿No nos reconciliaríamos?
—Eso quiero pero no sé cómo hacerlo con alguien como tú -murmuró sin mirarla.
—Tal vez diciendo la verdad y aceptando que eres un paranoico —le imitó y miró hacia el frente.
—Dije toda la verdad tal como lo veo, y tú eres la paranoica —repuso con voz pasiva.
—Bueno, yo también dije toda la verdad desde mi punto de vista, así que no tengo nada más que agregar.
—Entonces... —Takuma se detuvo, haciendo que Kyoko también se detenga y lo mirase.
—¿Qué? —preguntó impaciente.
—¿Tenemos que aceptar que nos gustamos el uno al otro, y que sentimos deseos impropios?
Los ojos de Kyoko se agrandaron como platos.
...
Minutos antes
Kyoko vio con nerviosismo como Lory, Kuon y Yashiro salían de la sala, quedándose a solas con Takuma.
Él guardó silencio, así que decidió hablar primero.
—¿Hay algo que quiera decirme?
Takuma miró hacia los lados antes de mirarla y volver a fijar la vista hacia su costado.
—¿Yo? —Negó con la cabeza—. Nada
Kyoko respiró profundamente y fingió una sonrisa.
—Entonces...si no le importa, me daría algo de privacidad. Tengo que vestirme.
—C-Claro...Saldré.
Takuma carraspeó sutilmente, dio media vuelta y salió, cerrando la puerta.
Inspiró y exhaló con fuerza, ladeó la cabeza y sus ojos se agrandaron cuando se encontró con la mirada ceñuda de Lory, que estaba a unos metros, observándole.
Takuma estiró sus labios en un disimulo de sonrisa.
—Y-Ya entraré...Lo haré...—se rió entre dientes—. ¿Por qué tengo que hacer esto?...No es como si tuviera tanto tiempo...—murmuró en voz baja.
Cogió el picaporte y entró con rapidez.
—¡Kyoko-san!
—¡Oh, mierda! —exclamó Kyoko enrojeciendo y volviéndose a poner con rapidez la blusa—. ¡Le dije que me vestiría!
—¿Pero que dices? —vociferó dándole la espalda—. Deberías vestirte tras las puertas del casillero o en un vestidor, ¿Qué si alguien entra y te encuentras así?
—¿Acaso no me escucho antes? ¡Le dije que me vestiría! —le recordó cerca de perder la paciencia.
—¿Ya estás vestida?
—Sí, ¿o acaso cree que quiero quedarme desnuda frente a usted?
—Con lo de ayer...No lo sé
—¿Q-Qué...? ¿Qué está...? —Kyoko respiró hondo, se revolvió el cabello con irritación, pero una vez lo vio girar a ella irguió su espalda y simuló una actuada amabilidad—. Takuma-san, por favor, ¿hay algo que desee decirme o hay algo con lo que pueda asistirlo? —Se mordió la lengua y estiró temblorosamente las comisuras de sus labios.
—Bueno, eso...de atrás...—Sus ojos se detuvieron en la bolsa que estaba en el asiento de atrás y luego en ella—. Esa nota...¿ya lo has leído?
—Sí, lo hecho...¿Hay algo malo en ello?
—Bueno...yo...eso es lo que dije
—Sí, lo escribió.
Takuma se pasó la mano por el rostro y resopló.
—Está bien. El presidente me obligó a disculparme en persona, mi hermana es la soplona...y verás...esto se me está haciendo difícil...
Kyoko se quedó inmóvil, cerró los ojos por largos segundos y los abrió, intentando mantener o disimular calma.
—¿Por qué razón? —preguntó entre dientes.
—No es nada...es solo que...
—¿Qué?
—Para serte sincero...Eso que pasó en el baño, ¿no lo has hecho en un principio a propósito? —dijo de repente dejando de titubear.
—¿Perdón?
—Quiero decir...—hizo un gesto con la mano, como si buscase encontrar las palabras correctas—. Has dejado la puerta abierta...y has gritado, y verás...
—¿Entonces cree que quiero seducirlo? —refunfuñó—. Su disculpa nunca fue sincera, ¿no?
—Estoy siendo sincero ahora, yo quiero que hablemos como adultos para que nos entendamos bien —pausó y entrecerró los ojos—. Kyoko-san, tú dejaste la puerta abierta, gritaste y estabas desnuda...
Kyoko sintió que el calor subía a su cabeza por la vergüenza y el enojo.
Se rascó con furia la nunca, cerca de perder la compostura.
—No me enojaré si lo admites —continuó él—. Además de eso, tú me pediste ayuda después de que yo saliera, y sabes...pudiste levantarte sola.
Kyoko inspiró y exhaló con fuerza, y esta vez comenzó a rascarse el brazo.
—Supongo que...para usted...soy ese tipo de mujer...—murmuró en lo bajo.
—No estoy diciendo nada de eso, pero al hacer eso...—miró hacia un costado, pensativo, antes de volver a mirarla y asentir con la cabeza—. Hacer eso es algo bajo...Para una chica de tu edad se ve aún peor. Las personas te catalogarían de...—titubeó unos segundos—. De chica fácil...y ya sabes...también...
Una vena estuvo por reventar en la frente de Kyoko. Gruñó y con dos grandes zancadas tomó la bolsa de las cuerdas, fue hacia Takuma y la alzó arriba, pegándolo a su cara.
—Tenga su maldito chocolate y no me trate como una zorra.
—¿Maldito chocolate? ¿Zorra? —Takuma alzó la voz y apartó la bolsa que se lo extendía frente a sus narices—. ¿Qué crees que haces? ¿Estás faltando el respeto a tu superior?
—¡Así es! —gritó volviendo a sacudir la bolsa frente a su rostro—. Así que tómelo de una vez y váyase.
—¿Pero qué estas...? —apartó con un manotazo la bolsa—. No lo quiero.
—Pues yo tampoco lo quiero —gruñó tirándolo con violencia al suelo. Los chocolates salieron de la bolsa y se desparramaron.
—¡¿Qué te pasa?! ¡¿Por qué actúas como una desquiciada sin razón?!
—Porque lo soy. Porque estoy harta de aguantarme todas sus estupideces, estoy harta de que me trate como si quisiera seducirlo siempre, como si quisiera...
—Entonces no me mires con esos ojos —le interrumpió—. Tú solo me miras como si fuera un pedazo de carne que quieres disfrutar —sacudió su cabeza y se rió con ironía—. Es obvio que estás interesada en mi cuerpo.
—¡¿QUÉ?! —Las pequeñas demonios salieron listas para el combate. Kyoko afiló la mirada y le señaló con el dedo—. Entonces usted también deje de mirarme. Siempre está mirándome tan fijamente todo...¡Todo! ¡La cara y el cuerpo! Me dice que soy hermosa...¡Ah! Y la primera vez que vino para conocerme en Lme, yo estuve ahí cuando se puso a hablar con Tsuruga-san, ¡le escuche decir que era sexy como Natsu-chan! ¡Y muchas cosas más!
—¿Q-Qué? —Takuma trastabilló, perplejo.
—Y esa vez en el baño cuando me alzaste aunque no te lo pedí, te pusiste todo tenso, sonrojado...y...y...—Su boca comenzó a temblar—. ¡Escuche bien como tu corazón palpitaba como loco!
—¡P-Pues claro que no es así, estás alucinando! —tartamudeó sonrojado—. ¡Fuiste tú la que reaccionó así! ¡Y además ya antes, en el gimnasio, estabas mirando embobada todo mi cuerpo!
—¿E-Embobada? ¡Eso no es verdad! ¡Te estaba mirando pero solo miraba como usabas la máquina de remo! —gritó enrojecida— ¡Tú en cambio en el baño miraste mis labios y te sonrojaste de pies a cabeza!
—¿Cómo? ¡Eso no es verdad, estás inventando cosas!
—¡Tú también estas inventando cosas! ¡Desde el principio has estado alucinando siendo que debe ser todo lo contrario! ¡De seguro me has estado mirando con ojos pervertidos!
—¡¿Qué?! ¡Eres una paranoica! ¡Sigue soñando! —gritó Takuma.
—¡No! ¡Tú sigue soñando! —gritó esta vez Kyoko. Agarró los chocolates tirados del piso y los arrojó en dirección a su cara.
...
—¿Tenemos que aceptar que nos gustamos el uno al otro, y que sentimos deseos impropios?
Los ojos de Kyoko se agrandaron como platos. Las palabras parecían que hacían eco en sus oídos.
—Noooo—dijo con horror. Se frotó los brazos y negó repetidamente—.Yo no, pero usted —le miró de arriba abajo con ojos de desaprobación.
Takuma gruñó con enojo.
—¡Tampoco no! Lo que quiero decir es que...—se frotó el cuello con los dedos—. Tal vez hay cosas que no deseas admitir...
Kyoko gruñó y le miró con fastidio.
—Esto no llevará a ningún lado —dijo entre dientes—. De verdad que lo he intentado, no quería darme por vencida pero esto es imposible —recalcó con disgusto—. Adiós, Takuma Ito-san.
Se dio la vuelta. Iría de vuelta a la sala de la sección Love me, y se revolcaría en la desgracia y la aflicción de haber perdido un papel protagónico que sin saberlo llegó a amar sin siquiera actuarlo frente a las cámaras. Pero sus ojos estaban secos, no admitían ni una ridícula lágrima. En su mente aquella pérdida aún no había ocurrido. No podía darse por vencida cuando llegó tan lejos.
Frunció el ceño cuando creyó oír alguien llamándola, miró hacia los lados y no vio nada.
—E-Espera...
Esta vez sí lo oyó.
Se detuvo, y lentamente giró.
Takuma estaba ahí, mirándola, y se veía derrotado, pálido, fatigado. Le había costado llamarla, de seguro por su orgullo. Y, a pesar de estar así, quienes caminaban por el pasillo en esos momentos se detenían a mirarlo como si fuese una celebridad. Y tal vez lo era, y ella no estaba ni enterada.
Kyoko suspiró con cansancio.
Los demonios le susurraban al oído que se vengara, que lo ignorara o que le haga pasar el ridículo porque era lo que se merecía. Pero entonces un ángel le dijo todo lo contrario. El ángel le dijo que fuera con él y que lo ayudase a esclarecerse la mente de las cosas que imaginaba o sospechaba debido a posibles traumas.
Cerró los ojos y sacudió su cabeza, reacia a escuchar al ángel.
Dio un paso atrás, abrió los ojos, gruñó y caminó despacio hacia él.
—Solo si acepta esta verdad —dijo con la vista baja. Alzó la mirada para poder encontrarse con sus ojos—, le confesaré todo a usted sin reservas.
Él cambió su expresión a uno de sorpresa.
—¿Qué es? —dijo despacio, dudando de preguntarlo.
—Esa vez, en el baño...—Sus mejillas enrojecieron—, usted se puso nervioso cuando me alzó.
—¿C-Cómo? —Sus ojos azules se agrandaron.
—¡Necesito una garantía de que usted no me miente! ¡Y eso de que estaba nervioso fue demasiado evidente pero no lo quiere aceptar! —chilló avergonzada—. No sé si me está mintiendo cuando dice que piensa que quiero seducirlo o no, quiero decir... —respiró profundo y trató de calmarse—. No sé si me miente a propósito queriendo probarme para ver si tengo otras intenciones, o si de verdad cree que yo quiero...algo con usted —bisbisó lo último.
Takuma se quedó mirándola, perplejo.
—Dime, por favor
—¿Qué?
—¿Estabas nervioso?
—No...
Kyoko clavó la mirada a sus ojos, esperando a que se rectifique.
Takuma miró a otro lado y se cubrió la boca con una mano.
—Sí...—murmuró—. Pero no es lo que piensas —exclamó de inmediato, bajando la mano abajo-, es solo que...
—Está bien. Le entiendo —dijo con seriedad—. En realidad nunca pensé que usted me mirase con ojos inapropiados, o que tuviese segundas intenciones.
Takuma se le quedó mirándola durante varios segundos, antes de pestañear y carraspear.
—Eso me asombro —confesó—.Supongo que yo también debería reconocer algunas cosas —alzó su mano y miró su reloj—. ¿Te parecen bien diez minutos?
...
Miró el vaso de café en sus manos.
Estaban de vuelta en la sala de la sección Love me, sentados, tomando café de un vaso de plástico, como si la pelea de gatos que habían tenido hace unos minutos no hubiese ocurrido. La bolsa con algunos chocolates aplastados estaba en su lado derecho, mientras que en el lado izquierdo estaba Takuma, esperando su confesión.
Kyoko respiró hondo y habló.
—Esa vez, cuando usted vino aquí a conocerme y al final terminó encontrándose con Tsuruga-san, yo estaba ahí...
—¿Estabas escondida?
—No —arrugó el ceño por su interrupción—. Esa oficina tiene una pared que dependiendo de tu posición puede ocultar a la vista la habitación que está al fondo...
—Oh, pero tampoco te mostraste.
—Lo iba a hacer hasta que escuche que Tsuruga-san también estaba ahí.
—¿Por qué?
—Podrías dejar de interrumpirme, por favor, Takuma-san —gruñó con molestia.
—Oh, lo siento, mi error —dijo restándole importancia, y tomando de su café.
—Lo que quiero decir es que...escuché todo...—dijo jugando con el vaso que tenía en sus manos—. Y lo que te dijo Tsuruga-san en ese entonces era toda verdad.
—¿Eh? —Su vaso se detuvo cerca de sus labios.
—Yo no tenía ninguna experiencia con hombres, y tampoco podría haber actuado sensualidad o erotismo, porque era muy recatada y pudorosa —Alzó el rostro y lo miró—. Muy probablemente lo rechazaría.
—Eso...es...—La miró perplejo—. Tú entonces...¿por qué?
—Aunque fuese verdad, la manera en que lo dijo Tsuruga-san hirió mi orgullo, tanto como actriz y... —Se sonrojó y agachó la cabeza—, como mujer...Estoy segura que usted ya se habrá dado cuenta que estaba enamorada de Tsuruga-san, y como lo dedujo días atrás, él llegó a herirme mucho...Por esa razón yo quise tomar el papel, quería mostrarle que podía actuar este tipo de papel que él se negaba tanto a que yo lo interpretase...Amaría actuar a Akiko, realmente lo quiero, pero en ese entonces mi decisión se debía a una especie de venganza —murmuró subiendo despacio la mirada. Cuando lo halló con expresión seria pero no discriminativa, la tensión que sentía en sus hombros disminuyó.
—Y fue por eso qué comenzaste ese tipo de relación con Reino —preguntó, dejando a un lado su vaso vacío.
—No —negó muy avergonzada—. Mi idea era solo aprender a...—calló y miró sus zapatos—, cómo besar... Yo había dejado de lado la importancia sobre un apropiado beso con la persona que fuere alguna vez mi pareja, si es que tenía alguna vez una —pausó, sintiendo que el rostro le ardía—. Pero por alguna razón me sentí muy atraída por Reino, y las cosas terminaron yendo más lejos. Lo sabes, lo has visto —exclamó con rapidez.
Kyoko oyó y vio que el vaso había caído al suelo.
Alzó el rostro y lo encontró algo enrojecido.
—Oh, ya...ya veo —dijo agarrando el vaso—. Entonces con todo lo que acabas de decir...Lo que quieres decir es que...solo tienes los ojos y la mente para Reino.
—Es cierto que usted es un hombre muy guapo y atractivo —expresó un poco ruborizada, mirándolo—. De repente, puedo quedarme observándole por esa razón, pero jamás he sentido, ni me ha causado algún tipo de...deseo impuro.
—Ah, ¿sí? —dijo dando vueltas su vaso—. ¿Ni un poco?
—¿Cómo?
—Lo siento, no quise sonar grosero —dijo apenado.
—Ni un poco —respondió a la pregunta de antes—. La verdad nunca me fijaría en el director de la película que quiero protagonizar, y además usted me debe pasar como trece años de edad.
—Espera —frunció el entrecejo—. ¡No soy tan viejo! Tengo veinticuatro años.
—P-Perdón —se disculpó con una pequeña reverencia—. Como es director de película creí que debía tener por lo menos más de treinta años. No es que se vea tan viejo.
—¿Me veo viejo? —dijo con expresión atónita, antes de reírse con ironía—. Así que aún no me has investigado, Kyoko-san —murmuró arrastrando las palabras.
—Lo siento —contestó sin culpa.
—Bien —dijo después de unos segundos—. Ya que me has confesado algo tan grande e íntimo, me siento realmente avergonzado de mi comportamiento —Se levantó e hizo una reverencia de treinta grados—. Lo siento mucho.
—Yo...Yo también lo siento...—Kyoko se levantó e hizo una reverencia—. Siento que los chocolates...no hayan terminado en su cara.
—¿Eh?
—¿Eh? —Se irguió despacio y le miró, incómoda—. Supongo que no puedo dejar de sentir un poco de resentimiento. Creo que debías haber recibido esos chocolates con la cara.
—Eres una descarada —le lanzó una mirada de reproche.
—Si usted lo piensa —señaló con los ojos entrecerrados—, ¿cómo usted se sentiría si siempre le anduviera siguiendo para acusarlo de acoso sexual cuando es inocente?
Takuma se quedó inmóvil. En instantes su rostro se puso pálido, pero luego se volvió rojo, muy rojo de la vergüenza.
—De verdad, ¡lo siento mucho! —dijo haciendo una dogeza de noventa grados.
—¡¿EH?! —dio un respingo del asombro.
—E-Entonces mejor me voy ahora...—dijo levantándose aún sonrojado, mientras se arreglaba la chaqueta para eludir su mirada—. Se me hará tarde —murmuró antes de despedirse, y salir por la puerta.
Kyoko, paralizada por el asombro, quedó con la boca abierta.
—Supongo que eso ha sido una disculpa...sincera —se dijo dándose la vuelta para buscar su uniforme en el casillero.
—¡Kyoko-san! —La puerta se había abierto y él entró a toda velocidad hasta quedar a un paso de ella.
—¡Oh, carajo! —gritó del susto, llevando una mano en su corazón—. Por favor, no me asuste así.
—Eso del baño...
—¿Eh? —dijo confusa.
—Por favor no me malinterprete —expresó con rapidez, mientras sus mejillas adquirían un pequeño rubor—. No es necesario palabras para saber a simple vista que me puede resultar algo problemático relacionarme con las mujeres...Pero a pesar de eso, la verdad es que...soy algo tímido —admitió sonrojado.
—Ahh...Oh...¿Eh? —Kyoko abrió bien los ojos, escéptica de lo que sus ojos eran testigos. Se había sonrojado frente a ella algunas veces, pero ahora se estaba poniendo realmente tímido.
—En ese momento me había dado cuenta de que...tenía una mujer desnuda en mis brazos...y me sentí realmente nervioso, incomodo, avergonzado...y asustado por lo situación —Carraspeó al notar su cara de estupor—. Nunca te había visto de esa manera, pero es razonable mantener una distancia prudente entre un hombre y una mujer...Y ese día, lo que ocurrió fue toda mi culpa, sobrepase los límites cuando te alce sin considerar que eres una mujer y que estabas en toalla. ¿me perdonarías?
Kyoko sintió que el calor subía desde su cuello a toda su cara.
De repente ya no fue capaz de mirarlo a los ojos por la vergüenza.
—S-Sí, gracias por admitir y reconocer la situación.
—Eso era todo, ahora sí...Me voy
Kyoko lo vio salir y cerrar la puerta.
—Dios, eso ha sido muy vergonzoso —murmuró cubriéndose el rostro con las manos.
...
Sintió una caricia en su mejilla. Unos labios cubrieron los suyos con suavidad. Entreabrió los ojos, viendo borroso por el sueño y la mediana oscuridad. Unos labios se movían, articulando palabras que no logró procesar en su cerebro, por estar hipnotizada en ellos.
—Caperucita —fue lo último que oyó.
—Beagle —balbuceó subiendo su mano hasta tocar su mejilla.
Lo acarició con los ojos cerrados, y pasó su pulgar por su labio inferior. Una sonrisa se formó en esos labios. Sintió que él tomó su mano y la bajó. Y de repente, esos labios sensuales y provocativos la volvieron a besar. Le devolvió el beso. Y aquello se sintió suave y extrañamente dulce. Cuando ya no los sintió, hizo un mohín de fastidio. Se volvía a dormir, creyendo que oía algo más, lo cual solo respondió con algunas afirmativas antes de quedar nuevamente dormida.
La alarma de su celular la despertó.
Abrió los ojos y se quedó inmóvil, mirando el techo con extrañeza.
—¿Eso fue un sueño? —murmuró frunciendo el ceño. Pero mientras más pasaban los segundos, más confuso y borroso se hacía su memoria—. ¿Cuál era el sueño?
Apagó la alarma, y miró a su lado. El Beagle no estaba ahí, aunque no hubiese trancado la puerta con una silla.
Se levantó, y titubeante fue hacia su habitación. Abrió despacio la puerta, mirando de reojo para que no la descubra si es que estuviese ahí. Pero no estaba. Entró y buscó en su baño y luego en su vestidor.
Salió, apretando el paso. Buscó en cada habitación, y bajó por las escaleras, sintiendo que el enojo crecía con cada paso.
La sala, la cocina, la habitación en donde había acomodado un escritorio y donde pasaba la mayoría del tiempo además de su futón. Aunque hubiese sido la primera habitación en donde debía buscar fue la última, porque cada que pasaba ahí le entraban unos escalofríos.
Al abrir la puerta un escalofriante frío la recibió. Era la habitación más hermosa pese a la sensación tenebrosa que le causaba. De un estilo victoriano, con unas ventanales y unas pesadas cortinas de color rojo vino. Tenía una estantería empotrada que cubría todo la pared del lado derecho. Cuando se había mudado ahí estaba completamente vacía, pero ahora tenía algunos libros ordenados en la estantería, un escritorio, una silla ergonómica que se veía realmente muy cómoda y un sofá estilo victoriano. Hasta el piso estaba tapizado con una alfombra victoriana.
Y como lo supo desde que despertó, él no estaba ahí, ni en ninguna parte de la casa. No sentía su presencia.
Abrió las puertas corredizas y miró el jardín, fijando la mirada en las hermosas rosas rojas, con gesto abatido.
Dos días dejándola sola. Dos días sin saber nada de él.
Sacudió la cabeza, y el enojo regresó como un volcán cerca de la erupción.
Si el bastardo dos le parecía o le copiaba el estilo al bastardo uno, entonces en algo más debía copiarlo: En salir sin avisar y abandonarla por largos días.
Pero se negó a embargar algún sentimiento por él. Continuó su vida diaria, trabajando, comiendo, durmiendo en la cama ya que el Beagle no se dignaría en regresar en alguno de esos días de la semana.
Y así, sin querer reconocer su preocupación y molestia, pasaron cinco días sin saber nada de él.
...
El tono de llamada la hizo gruñir de irritación. Tanteando en la oscuridad, prendió la lámpara y tomó su celular. Eran las cuatro y cincuenta de la mañana.
—¿Takuma Ito?
Atendió soñolienta la llamada.
—He encontrado al hombre perfecto —dijo en tono emocionado apenas contestó
Kyoko frunció el ceño con los ojos cerrados.
—¿Te gustan...los hombres?
—Deja de decir tonterías y escucha. Es atractivo, alto, sexy, con un estupendo físico, una mirada única...¡Ah! ¿Y sabes que es lo mejor?
—Mmmm —gimió medio dormida.
—Tiene talento. Su actuación está al mismo nivel de Tsuruga Ren.
—¿T-Tsuruga Ren? —Sus ojos se abrieron en un parpadeo.
—¿Ahora sí me escuchas? —Le regañó—. Te estoy diciendo que descubrí al próximo actor que podría igualar o incluso superar a Tsuruga Ren.
—¿En serio? —dijo sorprendida.
—Te recogeré a la hora del almuerzo, ya se lo he dicho a Yukihito-kun, quiero que lo conozcas, él será tu pareja en la película.
—¿Eh?
—¡Sigue durmiendo!
Cortó.
—¿Qué demonios...?
Kyoko decidió ignorarlo. Dejó su celular en la mesita de noche, apagó la lámpara y siguió durmiendo abrazada a la almohada del Beagle.
...
—Kyoko-chan, ¿Con Takuma-san, ya te has arreglado desde ese día?
Habían terminado de grabar. Era la hora del almuerzo, y saldría una vez se cambiase de ropa.
—Lo hemos hecho —contestó ruborizada por el vergüenza—. Lo siento, Yashiro-san —se disculpó haciendo una pequeña reverencia—. Discutir de esa manera con Takuma-san no ha sido muy profesional de mi parte.
—Es así, pero la verdad es que ustedes se veían...—Yashiro de repente se detuvo—. No es nada.
Kyoko le miró extrañada, pero no dijo nada y fue a cambiarse de ropa, ya que se hacía tarde.
Yashiro la acompañó afuera.
—Kyoko-chan, Takuma-san puede ser algo raro cuando un actor le gusta. Se emociona demasiado, y otros lo pueden malinterpretar, pero eso durará solo los primeros días, después se tranquilizará.
—¿A ti también te llamó a la madrugada? —preguntó con agobio al recordarlo.
—Sí —Yashiro enarcó las cejas—. No sabía que también te iba a llamar...Supongo que eso es algo bueno —dijo pensativo—. Ya dio por hecho que estarás en su película, incluso sin la audición —mencionó observándola detenidamente.
—¿Yashiro-san?
—Entonces...¿se hicieron amigos?
—¿Amigos? —arrugó la nariz—. No lo creo.
Salieron y esperaron a que llegara. Kyoko le miró a su manager. Él parecía conocer a Takuma, y en realidad tenía curiosidad de algo.
Cuando él giró a mirarla, le preguntó.
—¿Sabes por qué a Takuma-san le emociona tanto encontrar actores talentosos?
—Algunos dicen que es por su sueño frustrado. También lo creo así. Él no solo va a conocerlos, algunas veces incluso les ayuda, les encuentra u ofrece trabajos para expandir su carrera.
—¿Qué sueño frustrado?
—Aunque es un talentoso actor, él dejó la actuación.
—¿Eh?
—Oh, ya llegó.
El sonido del claxon de un automóvil la hizo dar un respingo.
Giró, y vio que Takuma se asomaba por la ventanilla del coche y agitaba la mano.
—Kyoko-san, vamos, entra rápido —exclamó emocionado con una sonrisa.
Kyoko frunció el ceño, observándole saludar a Yashiro, mirar la hora de su reloj de pulsera y alzar el rostro con expresión impaciente.
—Vamos, vamos, entra.
—¡No me apure!
Apenas entró y cerró la puerta, él arrancó y condujo lo más rápido que se lo permitía en la carretera.
Aunque tuvo mucha curiosidad sobre el pasado de Takuma como actor, no pudo decir nada; él no le daba oportunidad a cambiar de tema.
En todo el transcurso no paró de informarle o halagar al actor que había descubierto, Fujiwara Jun. Le contaba cómo fue que lo descubrió, el primer papel protagónico que hace poco finalizó, los papeles secundarios que actuó, datos personales... Solo le faltaba confesar que estaba enamorado.
—Él me gusta mucho.
Ya lo admitió.
—Si no estoy equivocado es el hombre perfecto —Y entonces desvió la mirada hacia ella—. Ya quiero ver cuanta química tienen.
—¿Química?
—Jun será tu pareja.
Hasta lo tuteaba, y daba por verídico un futuro incierto.
Pareja...
No pudo evitar sentirse algo nerviosa. Si de verdad pasaba lo que él tanto confiaba, estaría protagonizando con Fujiwara Jun. Actuaría con él las escenas de besos y...
—Sexo... —Kyoko carraspeó, un poco avergonzada por sus pensamientos. Pero aquello fue un gran avance si remontaba a épocas anteriores. Antes siquiera pensar en la palabra sexo se escandalizaba y enrojecía toda la cara—. De verdad era muy mojigata...
Mientras Takuma no paraba de hablar sobre su enamorado, miró hacia la ventana.
Ese camino era cada vez más conocido.
—¿Hacia dónde vamos? —le interrumpió deseando que estuviese equivocada.
—¿No te lo dije? Hace un par de meses Jun ha cambiado de agencia —Esbozó una sonrisa—. La agencia rival, Akatoki —dijo riéndose entre dientes—. Pero no te preocupes, ya he obtenido el permiso del presidente para que me acompañes a una visita.
Ay, no...
...
¿Acaso no pudo tener la grandísima idea de encontrarse con su enamorado fuera del edificio de Akatoki? ¿Por qué tenían que entrar?
No, no... Tal vez exageraba demasiado.
No era como si Sho fuera a aparecerse en frente como un fantasma. Desde el incidente del hospital, en el que besó al Beagle frente a su cara, ya no supo nada de él ni tampoco tuvo la suficiente curiosidad como para investigarlo. Pese al vergonzoso suceso que tuvo con la mordida del perro en una nalga, en algún momento debió haber regresado al trabajo. Sí, había una alta probabilidad de que estuviese recluido en su departamento para componer nuevas músicas, o incluso afuera, grabando ya un nuevo sencillo.
Se colgó la tarjeta de visitante en el cuello, y no pudo evitar atisbar los alrededores.
—¿Ocurre algo? —preguntó Takuma, mirando también hacia los lados.
—Nada —murmuró aún alerta.
Mientras caminaban parecía que todo el mundo los miraban, aunque en solo segundo reconoció que a quien miraban era a Takuma. Él en cambio estaba tan ensimismado en encontrar a su enamorado que no se dio cuenta.
—Ven más rápido —le apuró a ella. Kyoko inhaló y expiró profundamente para contener sus nervios. Algunas veces era intolerable.
Una señora que estaba con su equipo de limpieza, limpiando en medio del pasillo una mancha reciente en el piso, se detuvo completamente al advertir de su presencia. Primero se quedó inmóvil, luego pasó rápidamente la fregona, hizo a un lado su equipo de limpieza, se peinó con las manos el cabello y, con la boca entreabierta, esperó a que él llegase cerca.
—Por favor, pase por aquí. Tenga mucho cuidado de no resbalar —dijo con las mejillas ruborizadas.
—Gracias, discúlpeme por molestar su trabajo.
—Oh, para nada —soltó una risa tonta, y cuando pasaba se lo quedó mirando con la boca abierta.
Kyoko ya no pudo mirar porque le daba vergüenza ajena.
Sus orejas hicieron un pequeño movimiento al oír un nombre en específico.
—¿Sho?
Se detuvo como un ciervo frente a las luces del auto, y agudizó el oído.
—Te digo que Sho-kun acaba de pasar...
—Oh, no
—¿Kyoko-san?
Takuma dio media vuelta al notar que no la seguía.
Kyoko miró por todos lados.
Su corazón agitándose ante el pavor de encontrarlo y que él haga una de sus escenas que arruinarían más su reputación.
—¿Kyoko-san?
Dio un paso atrás, y otro más al oír a una chica pasar gritando.
—¡Sho-kun!
—Tenga cuidado, señorita.
Retrocedió y giró la cabeza para ver si se trataba de él, pero de repente sintió que algo chocó contra sus tobillos. Resbaló con el piso mojado y cayó de trasero en algo que crujió e hizo que le doliese espantosamente las nalgas.
Soltó un pequeño alarido de dolor, pero no olvidando y fijándose hacia atrás, descubrió que Sho-kun no era Fuwa Sho, y aun peor, Sho-kun y algunas personas estaban siendo testigos de ese vergonzoso momento.
—Mi fregona... —musitó de repente la señora de la limpieza.
Oyó unas risas que fueron convirtiéndose en carcajadas estruendosas.
Con la boca abierta del pasmo miró como Takuma la miraba y carcajeaba hasta el punto en el que su cara se convirtió en un rojo tomate.
—El palo de la fregona... —carcajeó— se rompió...—otra carcajada— con tu trasero.
Takuma se cubrió la boca, pero entonces escupió una carcajada más ruidosa.
Kyoko enrojeció de pies a cabeza al oír que otros también se reían.
Se levantó rápidamente acallando un gemido de dolor.
—Toléralo ...Toléralo...No lo puedes asesinar...
Sintió que unas manos la agarraron repentinamente por los hombros.
Trató de girar, pero él la detuvo.
—¿Qué haces...? —murmuró oyendo que Takuma se reía a sus espaldas.
—No gires —le dijo intentando contener la risa.
—¿Qué?
Takuma se agachó para susurrar a su oído.
—Las costuras de tus pantalones...se rompieron atrás —apretó los labios para silenciar la risa— se te ven las bragas...
No pudo contenerlo y se le escapó una ruidosa risa en su oído antes de que pudiese alzar la cabeza.
Un calor abrasador subió hasta el rostro de Kyoko, primero por vergüenza y luego por furia.
—¿Tolerarlo?...Lo voy a asesinar.
