FUTURO EN EL PASADO
XXIX.
El camino de regreso a la aldea parecía eterno, por más que caminaran con rapidez parecía que nunca llegarían, quizá si la mente de Sesshomaru no se hubiera visto nublada por aquel pensamiento intrusivo sobre aprovechar o no aquella aparente oportunidad, habría podido recordar que podía volar, sí, quizá ya hubiesen llegado para aquel momento, todavía podía hacerlo, pero temía que resultara muy estúpido de su parte ¿qué pensaría aquella humana? ¿era tan retrasado que no podía haber pensado en volar en primer lugar? No, no podía permitir aquello. En cualquier caso, pensó, no había realmente prisa por llegar a la aldea, no es como si el cuerpo de aquella humana fuese a desvanecerse en el aire.
...
—Pareces malhumorado —comentó Kikyo mientras observaba el ceño fruncido de Inuyasha.
—Tonterías —contesto arrugando aún más el entrecejo, a ese paso terminaría con arrugas permanentes.
Inuyasha desvió la mirada, no quería ver a Kikyo, no es que estuviese molesto con ella, pero no dejaba de pensar que algo le faltaba, que algo era diferente. El vacío que se formaba en su interior no terminaba de crecer y el no saber el por qué lo volvía irritable, aunque intentaba por todos los medios no recalar con Kikyo.
La sacerdotisa observaba al hanyou, con aquella mirada llena de tranquilidad, pero que en el fondo escondía algo, Kikyo sabía a la perfección el por qué Inuyasha se encontraba así, sabía que sospechaba algo, debía admitir que se sentía un tanto desilusionada, no había logrado borrar por completo aquellos recuerdos ¿por qué? No tenía importancia, quizá con el tiempo lo olvidaría y finalmente tendrían una oportunidad de estar juntos, tal y como debió haber sido.
...
—Aún no veo que hagas nada para que yo tenga mi venganza —se escuchó una voz detrás suyo.
—No se preocupe, la tendrá —contestó la mujer de ojos escarlata, mientras pensaba en lo molesto que había resultado aquel terrateniente, pero tenía que soportarlo otro poco, un poco más se decía, un poco más y ya no lo necesitaría más.
—Eso espero —finalizó y mientras daba una última mirada a la mujer pensó en que no estaría mal poseerla, claro, era un ser repugnante pero no podía negar que el cuerpo que tenía era muy atractivo, en aquel momento lo decidió, la poseería y la desecharía una vez obtuviera lo que quería.
El hombre salió de la habitación sonriendo, pensando en todo lo que podría hacer con aquel hermoso cuerpo, mientras la mujer que quedó atrás pensaba en lo mucho que disfrutaría destazar a aquel hombre. Sí, ambos tenían planes y en aquellos planes, ninguno de los dos terminaba muy bien.
La mujer hizo una mueca, había menospreciado el poder de Kagome, una vez más. Ahora que Sesshomaru se encontraba libre de su hechizo era probable que regresara en busca de venganza, aunque sabía que no era alguien que actuara imprudentemente, seguramente estaría planeando su siguiente ataque. En cuanto a Inuyasha, realmente no tenía mayor preocupación, no después de que se diera cuenta quién era la que lo había salvado, Kikyo.
