Saludos preciosuras
Ranma 1/2 y sus personajes no me pertenecen, son absoluta propiedad de la extraordinaria y cruel Rumiko Takahashi.
Modo romance: activado
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En esta vida y en las siguientes
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Capítulo 9
"Inefable"
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Sentía fluir la energía en su cuerpo, a su alrededor nada más existía, solo era él y su estado de concentración. Respiraba lentamente, al compás de los segundos y su mente divagaba en la nada. Agudizó sus sentidos, liberando con lentitud su aura y esto le permitió percibir, cada movimiento en un rango aproximado. Sonrió orgulloso de su capacidad de percepción, era algo en lo que había venido entrenando últimamente y le gustaban los resultados que había conseguido. Abrió sus ojos antes de que la persona detrás de la puerta la abriera, él sabía quién era y supo que venía, varios segundos antes.
- ¿Todo listo? - consultó al verlo.
- Si, sus padres lo esperan - mencionó mirándolo. - ¿Cómo hace eso? - preguntó al verlo aún sostenido sólo con su dedo en posición vertical.
- Entrenamiento, si entrenaras realmente, podrías hacerlo. - mencionó mientras se levantaba de un solo movimiento.
Negó con la cabeza, él no podría llegar a ese nivel. Por lo menos, no en poco tiempo.
- ¿Mamá? - la llamó al verla cabizbaja sentada en la sala.
Ella se levantó y lo abrazó sollozando.
- ¿Por qué tienes que irte?
- Ya lo hablamos, mamá. Vendré a visitarlos, solo no quiero que te pongas así. - limpió sus lágrimas delicadamente.
- Pero... - comenzó a sollozar más fuerte. - ¡Zen! dile algo - miró enojada a su esposo.
- Estás seguro ¿Qué es lo que quieres? - preguntó a su hijo.
- Si, papá. Ayúdame un poco - mencionó señalando a su mamá.
- Ya es un hombre, cariño - trató de consolarla y hacerla entender.
- No lo es, aún es mi bebé - se aferró más a la camisa del muchacho.
- Tengo 18 años, mamá. Así que ya no soy un bebé... - se quedó callado cuando ella lo miró enojada.
- Raiden - dijo amenazante.
- Si, mamá - respondió asustado.
- Podrías tener 100 años y aún así serás mi bebé - lo abrazó aún más.
- Lo sé mamá, solo quiero que me entiendas. Prometo cuidarme y llamarte a diario. ¿De acuerdo?
- Está bien - aceptó de mala gana. - Me sentiré tan sola... tu hermana no volverá hasta después de algunos días y ahora tú también te vas. - comenzó a sollozar nuevamente.
- Mírame, mamá - pidió haciendo nuevamente el intento de convencerla. - Es importante para mí, por eso tengo que irme. Tu misma me has dicho tantas veces, que debo hacer las cosas, según lo que crea correcto. Por eso voy a estudiar en esa ciudad, lejos de su protección y me esforzaré por mi cuenta. Solo confía en mí.
- Lo haces bien, hijo - felicitó su padre.
- Lo entiendo, pero me resulta difícil - confesó.
La abrazó con ternura mientras intentaba consolarla, para todo padre es difícil dejar ir a un hijo. Él lo entendía bien, se sentiría igual.
- Cuando esté de vacaciones iremos de viaje - prometió y enseguida su mamá lo miró.
- ¿En verdad? - preguntó ilusionada. Su hijo siempre fue indiferente a acompañarlos de viaje. Parecía no tener el mínimo interés en ello y para ella, que era una amante de los viajes, era un trató estupendo.
- Si, lo prometo. ¿Ahora sí puedo irme? - volvió a preguntar.
- Si, sin olvidarte de llamarme a diario. Te extrañaré demasiado, mi pequeño. - volvió a llorar.
- No lo olvidaré - dijo apartándose de ella un poco.
Tardó en despedirse de sus padres y luego de los demás. Habían sido tantos años viviendo en esa casa, que le resultaba extraño tener que irse.
De vuelta a casa.
Subió al auto rumbo al aeropuerto, listo para volver con su familia, le esperaba un camino difícil, pero este era el principio.
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Se cruzó de brazos, viendo la casa que tenía enfrente, recuerda haber sido totalmente claro, cuando le dijo a su padre que solo era necesario un pequeño lugar para quedarse, solo serían Roderick, Kenji y él, quienes vivirían en ese lugar. Eso le pasa por confiar y dejarse llevar de su padre, le había comprado una mansión, ya se lo imaginaba riéndose de él.
- Muy pequeño el lugar - comentó sacando las maletas.
- No comiences, Roderick - dijo molesto cerrando la puerta del auto.
- El señor Zen, no conoce el significado de pequeño. - murmuró Kenji.
No tenía caso, se adentro a la casa derrotado.
- Son muy amables, las chicas de servicio - dijo sentándose.
- Solo no se lien con ninguna - miró a ambos al decirlo.
- Es muy bonita la casa - mencionó quitándole importancia.
- Ambos tienen tiempo para hacer de todo, ¿No es verdad? - se desperezó cerrando la laptop.
- Siempre nos pasa explotando laboralmente. Es muy cruel, Joven amo.
- Te gusta mucho quejarte, Roderick.
- Es mi hobby, ahora tenga - le entregó unos papeles.
- ¿Ya decidió qué hará? - preguntó Kenji al observar los papeles en la mesa.
- Lo pensaré según vea como avanza todo. - contestó pensativo.
Había decidido mudarse a Nerima, bajo la excusa de valerse por sí mismo, lejos de sus padres. Aunque tampoco era algo tan creíble. Al menos, no para su padre, quien descubrió los negocios que él hacía, tiempo atrás y desde ese momento le puso a cargo de algunos asuntos relacionados a las empresas familiares, así que su padre mejor que nadie sabía que él, podía tranquilamente vivir sin problema por su cuenta. Fue una sorpresa cuando tuvo que confesar la verdad, no era fácil mantener todo oculto, más cuando su nombre se volvió conocido y por más que el señor Yamada, intentó ayudarle a mantener todo en un perfil bajo, fue imposible que la gente no comenzará a hablar y que llegará todo a oídos de su padre. Quien inmediatamente pidió verlo y lo tomó de buena manera, estaba sorprendido de lo que había logrado su hijo, por sí solo y le aclaró lo orgulloso que estaba de él. Desde ese momento su responsabilidad fue mayor, no solo debía hacerse cargo de sus negocios, sino también de acciones de la compañía de su padre y era visto por muchos accionistas, como un talentoso empresario, que a temprana edad triunfó en los negocios. En fin, su padre siempre le apoyaba en todo, hasta en sus decisiones poco convencionales. Ese vínculo de padre e hijo, era algo que siempre se preguntaba, si sería igual con sus hijos. Capaz lo averiguaría pronto.
Será una noche larga.
Apagó la luz de su cuarto e intentó dormir.
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- Recuerde, no llamar demasiado la atención - mencionó mientras le seguía a la salida.
- Tampoco busque pelea - mencionó Kenji.
- No voy a mi primer día de escuela - miró a ambos de mala forma. - Es mi primer día en la universidad y soy lo suficientemente mayor, para saber lo que debo hacer. - concluyó.
Notó cómo ambos se reían.
- Par de tontos - masculló antes de irse.
Estacionó su auto y se preparó mentalmente antes de bajar.
No llamar la atención, recuerda no llamar la atención. Solo preocúpate por lo que debes hacer y no llam...
Cuando bajó del auto, se encontró rodeado por un grupo numeroso de adolescentes. Y todos lo miraban fijamente.
¿Por qué me miran?
Se revisó así mismo para ver qué de raro tenía. Miró a ambos lados buscando algo que fuera de interés para ellos, no encontró nada. Luego volvió a voltear para atrás y entendió el porqué. Fue un descuido de su parte, olvidó que no se encontraba en Osaka, sino en Nerima, que no era una ciudad de ese tipo, había llegado a la universidad en un deportivo de lujo y ahora era el centro de atención de las personas presentes en ese lugar.
Claro, no debes llamar la atención y es lo primero que haces.
Entonces la vio, los pensamientos se habían esfumado de su cerebro y sintió un cosquilleo muy conocido, recorriendo su cuerpo. Ella tenía una luz propia, solo verla tan cerca le cortaba el aliento, se había dejado crecer el cabello, tal y como años atrás, cuando la conoció. Estaba hermosa, demasiado hermosa, disfrutaba observarla de esa manera, no le quitó la mirada de encima hasta que la vio pasar a su lado y ella lo miró, sus miradas se encontraron, le saludó amablemente con un asentimiento y una sonrisa, que le derritió el corazón.
Mi Akane
Suspiró, llevándose la mano al pecho y sonrió.
Trató de asegurarse de que era el aula correcta, verificando en su teléfono. Cuando estuvo seguro ingresó y busco con la mirada a dos personas, las encontró al fondo. Quien diría que ahora se encontraba asistiendo a la Universidad Furinkan, tenía tantos recuerdos de su vieja preparatoria, después de años abrieron esa universidad en Nerima y tenía buen renombre, considerando los pocos años que llevaba activa, aunque sabía que no tenía la misma excelencia de universidades más antiguas.
- ¿Está ocupado? - preguntó.
- No, adelante - dijo mientras se recostaba en el asiento.
Fijó su mirada en Kai, parecía bastante relajado, luego miró a Ryota quien estaba con audífonos y tenía cara de pocos amigos. Él había podido observar las personalidades de cada uno, mientras Ryota era más serio y centrado, Kai era más alegre y despreocupado. Ambos eran totalmente opuestos físicamente, así como en sus actitudes. Suspiro feliz de poder estar con sus hijos.
- No pareces de aquí - mencionó mirándolo.
- No lo soy, vivía en Dotombori. Me mudé hace poco. - respondió - ¿Parezco extraño? - preguntó divertido.
Lo escuchó reír.
- Para nada amigo, solo que la gente aquí es diferente. Y tú das unos aires de forastero.
- ¿Así como del viejo oeste? - bromeó.
- Un poco, hasta pareces uno de esos villanos vestido de negro - hizo alusión a su vestimenta.
- Tranquilo compañero, he dejado mi caballo afuera y mis armas con él. - comentó revisándose.
Se echaron a reír.
- Mi nombre es Kai Saotome - mencionó extendiendo su puño en saludo.
- Raiden Saejima - chocó puños con él.
- Y ese de ahí - señaló a su hermano. - Es mi hermano Ryota, es un amargado de primera. - lo molestó.
Ryota lo miró y le mostró su dedo de en medio. Luego, hizo un asentimiento a manera de saludo.
- ¡Kai! - gritó desde la puerta corriendo en dirección al mencionado.
- Llegas tarde, Hideki - dijo cuando se tiró sobre la mesa.
- Por culpa de Yuki, ya sabes cómo demora. Por poco no la cuento. - comentó dejando su maleta. - Hey, Ryota - saludó al pelinegro al notarlo.
Este solo movió la mano y continuó en lo suyo.
- ¿En qué salón le tocó a Yuki?
- Le tocó en el segundo piso, tiene otra materia a esta hora. Creo que solo estamos con él en una asignatura, la vida quiso separar a los 4 fantásticos. - se lamentó dejándose caer en su asiento.
- Tomen asiento, Jóvenes - dejó sobre su escritorio una carpeta. - No perdamos el tiempo y comencemos la clase, pueden dirigirse a mí como Ing. Okada. Cuiden su comportamiento, recuerden que son mayores y ya no están más en la preparatoria, aquí nadie les ayudará en nada y si pierden alguna materia será solo responsabilidad de ustedes.
- Es un tipo...
- Pesado - completó la frase.
- Tú me entiendes, amigo. - contestó en voz baja, prestando atención al docente.
- Este hombre nos dará muchos problemas - resopló - tendremos que cuidarnos, sino nos reprobará, sin dudarlo. - hizo un gesto con su dedo pasándolo por su cuello. - Soy Hideki - comentó mirándolo.
- Raiden - se presentó, si su memoria no le fallaba ese muchacho era hijo de Hiroshi y Yuka. Bueno era idéntico a su amigo.
Continuó dando un sermón sobre la importancia de que se comprometieran con la materia y el respeto hacia los docentes.
- Necesito un concepto de que entienden como ¿Valoración de la inversión? - fijó su mirada en los presentes - ¿Nadie?, vamos ¿Qué han venido a estudiar entonces? - dijo de mal genio.
- Este cree que ya somos expertos - comentó bajo para sus amigos.
Asintieron dándole la razón.
- En vista de lo poco participativos que son - abrió una carpeta - Veamos quién es el afortunado. ¿Raiden Saejima? - llamó en voz alta.
- Aquí - levantó el brazo.
- ¿Acaso no serás el hijo de Zen Saejima? - preguntó mirándolo atentamente.
- Si, ¿Por qué?
Observó al hombre de avanzada edad, su actitud dejaba mucho que desear. Estaba seguro de que él sabía quién era desde el principio. Cuando hizo el trámite para ingresar a la universidad, el mismo director se mostró demasiado amable y era de suponer que informó al personal docente.
- Me sorprende que alguien de tu "posición" venga de tan lejos a estudiar en una universidad como la nuestra. - su tono fue de burla total.
- Cada quien es libre de estudiar dónde quiera. Después de todo, nuestro país es libre y me parece una buena universidad, por ese motivo estoy aquí.
- Fantástico - dijo - Entonces, Raiden. Al ser hijo de un empresario, debes saber mucho sobre el tema, ayúdanos con tu conocimiento o lo tuyo solo es ¿Gastarlo?.
Sonrió y lo miró, ese hombre estaba intentando burlarse de él. Notó algunas risas de los presentes.
Veamos quién termina humillado, anciano.
- Se ganarlo y gastarlo por igual - le dedicó una sonrisa de medio lado. - Le explico, si hablamos de la valoración de la inversión, analizamos qué tan rentable es la inversión. Se establece un orden donde vamos a evaluar nuestras alternativas. En teoría eso sería. - tomó aire - Entonces ing. Okada, usted cómo docente cuando ha puesto en práctica ¿Todo su conocimiento? Puede saber la diferencia entre ambos conceptos, entre los cuales existe una brecha muy extensa. Los mercados son dinámicos, lo que fue una opción hoy, mañana puede no ser factible. - notó que quería responder, no lo dejó y continuó. - ¿Cuánto gana al mes? Calculo que lo suficiente para vivir decentemente, una casa mediana, un carro tal vez del año 2006 como máximo, darse alguna salida familiar o un viaje al año posiblemente. Eso es lo que se obtiene cuando uno solo sabe "el concepto". Cuando se va a la práctica, los resultados son mucho más apreciables y eso se lo digo por experiencia. Manejo mis propios negocios desde muy joven y sé mejor que nadie cómo invertir, y tener éxito. ¿Desea que responda algo más?
Sonrió abiertamente, cuando lo vio sumamente enojado apretando los puños. Y escuchó nuevamente las risas de todos y ahora mucho más fuertes.
- Gracias por su respuesta, Saejima - masculló molesto. - Continuemos con la clase. - sacó un libro y comenzó a escribir en el pizarrón.
- Eres mi ídolo - comentó desde atrás Hideki.
- Así se hace, compañero - felicitó Kai pasándole el brazo por encima. - Solo esperemos que no la agarre contigo, luego de esa paliza que le diste.
- Todo está controlado - aseguró con satisfacción.
Luego fijó su mirada en Ryota quien parecía estar de buen humor ahora.
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- ¿Qué asignatura te toca? - comentó viendo el horario en su móvil.
- Lengua y literatura.
Lo notó acercarse más para leer.
- Te toca con mi mamá - lo miró sorprendido.
- ¿Por qué te sorprendes?
Kai se puso pensativo antes de responder.
- Ella es bastante exigente y será mejor que no la hagas enojar. - aconsejó dirigiendo una mirada de consolación.
- Es cierto, recuerdo cuando nos daba tutorías. - sintió un escalofrío de solo recordarlo, como los ponía a estudiar por horas sin descanso.
- Es una buena profesora, sólo no le gusta la gente que no presta atención. - Ryota los señaló a ambos. - Bueno, nos vemos - se despidió antes de irse.
- En esta hora estamos separados todos - comentó mientras veía a su hermano marcharse.
Se despidieron antes de cada uno ir a su clase correspondiente.
Apresuró su paso e ingresó sentándose en la primera fila. Estaba ansioso de verla otra vez.
La vio llegar, tan bonita y elegante. Con tacones que resonaban a cada paso. Se paró en el centro y se arregló el cabello antes de hablar.
- Un gusto tenerlos a todos presentes en esta asignatura. Mi nombre es Akane Saotome y durante este semestre seré su docente de Lengua y Literatura. Espero que todos se esfuercen y que podamos llevar una clase muy dinámica, y amena.
Solo la veía hablar, estaba completamente concentrado en sus expresiones.
El tiempo te ha puesto mucho más bonita y sigo siendo un tonto incapaz de quitarte la mirada de encima.
- ¿Tienen preguntas? - consultó dirigiendo su vista a los estudiantes. Vio a uno alzar la mano. - Adelante.
- ¿Está casada? - preguntó sin descaro un chico con gafas.
Giró su cabeza inmediatamente para verlo.
¿Qué se cree este mocoso?.
Gruñó por lo bajo y lo miró con enojo elevando levemente su presencia, a los segundos notó cómo el muchacho temblaba, de seguro sentía su penetrante y nada amable mirada. Lo observó mirar en todas direcciones y luego solo sentarse. Asintió contento de haber logrado su cometido.
- Soy viuda, tengo dos hijos. - le respondió - Las preguntas que sean relacionadas a la materia, luego si gustan podemos hablar de nuestras vidas. Todo a su tiempo, jóvenes - comentó amablemente.
Levantó la mano llamando su atención.
- Adelante - dijo al ver su mano levantada.
- Me gustaría saber la importancia de esta asignatura.
Akane sonrió.
Me matas Akane. Tú y tus sonrisas.
- Con gusto. ¿Cuál es tu nombre? - consultó.
- Raiden, señorita Akane - dijo sin apartarle la mirada.
- Muy bien, Raiden. Nuestra materia se basa en instruir a cada uno de ustedes, un correcto manejo de sus habilidades lingüísticas, no solo nos basamos en hablar correctamente, sino a una correcta expresión corporal y les permitirá ser mucho más críticos. Recuerden que la principal carta de presentación en el entorno laboral y personal, es la manera como se expresan, esto puede abrirles puertas y permitirles llegar lejos. Pueden graduarse y tener su título, pero sí sus habilidades comunicativas son limitadas, estarán en serios problemas.
Suspiró, en verdad le encantaba tenerla tan cerca y escucharla hablar. Había añorado tanto tiempo algo así. Ella volvió a mirarlo y él le sonrió tal, y como antes lo hacía. Notó como ella se sorprendió un poco y luego trataba disimuladamente seguir con la explicación.
- Respondida su pregunta ¿Joven Raiden? - fijó su mirada en él.
- Completamente, le agradezco su respuesta - murmuró mirándola a los ojos.
Ella desvió la mirada.
Otra para mí colección.
Tomó algunas fotos, siendo sumamente cuidadoso de no ser visto. Estaba más concentrado en observarla, que en atender la clase que ella explicaba.
Lo bueno se termina pronto.
Resopló al verla despedirse y salir del aula. Agarró su maleta, saliendo detrás de ella apresurado.
- Fue una clase muy interesante - comentó poniéndose a su lado.
- Me alegra que te gustara - lo miró de reojo.
- ¿Puedo llamarte solo por tu nombre?
- Y el respeto hacia su docente, ¿Dónde queda? - indagó alzando una ceja.
- De dónde vengo las cosas son diferentes. Se me hace tedioso tener que ser tan "respetuoso" en ese sentido - hizo énfasis con sus dedos. - Además... - clavó su mirada en ella. - No pareces esa clase de persona, que se preocupe por algo así - se encogió en hombros.
- Me conoces desde hace aproximadamente menos de 2 horas. Y, ¿Sacaste esas conclusiones? - sonrió divertida.
- Creo que puedo ser muy observador.
- Puedo darte la razón en eso, no es algo que me importe demasiado. Me gusta llevarme bien con mis estudiantes, así mismo soy...
- Muy exigente - interrumpió y la notó con una expresión de sorpresa. - Kai, me contó sobre eso. Compartirnos clases y mencionó lo exigente que era su mamá.
- Por un momento pensé que me estabas leyendo la mente.
- No es una de mis habilidades, capaz y pueda desarrollarla algún día. - comentó fingiendo seriedad.
Un hoyuelo se hizo presente acompañado de su sonrisa. La miró sintiendo que en ese momento solo eran ellos dos. El mágico instante fue interrumpido, porque ella tropezó levemente.
- Torpe - murmuró agarrándola contra sí. Tuvo que moverse rápido para agarrarla.
- ¿Qué dijiste? - preguntó claramente enojada apartándose de él.
- Cuidado, eso dije - sonrió nervioso.
Ella lo observó no creyendo del todo su excusa.
A veces es mejor huir y más cuando cometes un error, tan garrafal, como el que cometió en ese momento. Miró en todas las direcciones en busca de algo que le sirviera en su escape. Vio a sus hijos a varios metros de él.
- Debo irme - comentó mientras caminaba rápido hacia el lado contrario - Nos vemos, Akane - le dedicó una sonrisa antes de desaparecer.
Siguió su trayecto hasta que lo perdió completamente de vista. Le ponía un poco nerviosa, la manera como sonreía. Tenía experiencia con adolescentes así, muchos creían que podían coquetear con ella, eso era algo tan alejado de la verdad, sus años como docente le dieron la experiencia para saber cómo lidiar con esos casos. Pero ese chico era diferente, no era un coqueteo en sí, sino algo natural o eso le parecía a ella.
- Así que ¿Torpe?. Es muy grosero y mal educado.
Tenía que dar clases en unos minutos así que era mejor apresurarse.
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- ¡Ryota! ¡Kai! - los llamó a ambos y los agarró de los hombros caminando junto a ellos.
- Hola de nuevo, Raiden. ¿Qué tal tu clase? - preguntó Kai.
- Bastante bien, la pondré en mi lista de asignaturas favoritas. - aseguró de buen humor - Y tenías razón Ryota, es una excelente docente. - comentó dirigiéndose al mencionado.
- Siempre lo ha sido - dijo orgulloso.
- ¿Tienen clases a esta hora?
- Tengo en 30 minutos - mencionó Kai.
- Yo tengo hora libre. Luego me toca todas las horas seguidas - Resopló colocándose sus audífonos.
- Vayamos a comer - propuso aún caminando cerca de ellos.
Ranma miró con cariño a sus muchachos, habían crecido tanto. Eran fuertes y sanos, todo lo que un padre pediría, se sentía dichoso de poder estar junto a ellos, soñó tantas veces con algo así y ahora era real. Sonrió con las esperanzas renovadas, encontraría algún modo de decirles la verdad, por ahora estaría junto a ellos todo el tiempo que fuera posible.
- Entonces ella lo abofeteó así - trató de imitar el golpe.
Los demás comenzaron a reír.
Ese que relataba la historia era Yuki, hijo de Daisuke y Sayuri. A él no lo conoció de bebé, solo sabía que Sayuri ya estaba embarazada en ese tiempo.
Un sonido familiar se hizo presente y trató de buscar el lugar de donde provenía. No le daba buena espina y sentía que algo iba a suceder.
- Joven amo, ¡Grub up! - mencionó llegando con algunas bandejas y dejándolas sobre la mesa donde se encontraban.
Roderick venía vestido con su traje de mayordomo y llevaba consigo su infaltable campanita. Atrás de él venía Kenji vestido con traje y con más bandejas repletas de comida. Entre ambos llenaron la mesa de alimentos, para luego tocar la campana e indicarles que estaba todo listo.
Que no tenía que llamar la atención dijeron y ambos vienen así a montar tremendo espectáculo.
No sabía si enojarse o reírse de la escena.
- Roderick - llamó.
- Si, Joven amo. - respondió acomodando las copas.
- ¿Cómo entraron ustedes? - los señaló a ambos. - ¿Y por qué trajeron todo esto?
- Creímos que quería comer adecuadamente y el director nos informó de su horario, también nos dió el libre paso. - comentó tranquilo terminando su labor.
- Ven - señaló que se apartaran un poco. - Tú también, Kenji.
- Fue culpa de Roderick - se defendió antes que lo acusara de algo.
Roderick solo se cruzó de brazos.
- No teníamos que llamar la atención dijiste. Y es lo primero que haces. - señaló la mesa y como todos los estudiantes parecían atentos a sus acciones.
- Es importante que se alimente bien, se lo prometí a mi lady. Además, se que llamó la atención cuando llegó, así que supuse que no habría problema. - asistió dándose la razón.
- Creo que siempre haces las cosas para molestarme y no me advertiste sobre eso. - prefirió relajarse, ya estaba hecho igual. - Para la próxima no quiero que traigan nada de eso, comeré lo que venden aquí. Sino hacen caso les pondré más tareas, para que ocupen su tiempo - amenazó a ambos y los vio retroceder.
Volvió a sentarse en la mesa y notaba las miradas de los demás sobre él.
- Menudo banquete, ahora me siento de la alta alcurnia - bromeó Hideki.
- Ya lo trajeron así que hay que aprovecharlo - emboscó una sonrisa y le hizo un gesto para que comieran.
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El resto del día pasó sin novedad, se aburrió bastante. Le fue imposible conseguir los horarios como él quería, así que no había tenido otra clase en común con sus hijos por ese día y tampoco había visto a su maestra favorita. Caminó a paso lento a la salida, revisando algunos mensajes.
- Me olvidé de pedirles el número de teléfono, sería muy raro si les escribiera de la nada.
Tenía sus contactos guardados hace mucho, cortesía de Nabiki.
Trató de buscarlos con la mirada entre el tumulto de estudiantes. No los encontraba, así que comenzó a usar su más reciente técnica, se concentró lo suficiente y expandió su energía. Cuando los encontró se dirigió directamente a ellos.
- Raiden, aquí - lo llamó Kai cuando lo vio cerca.
- ¿Vives cerca? - preguntó Yuki uniéndose a la conversación.
- Casi a las afueras de la ciudad, pero tengo un auto. ¿Se van caminando todos? - les preguntó en general.
- Claro, no vivimos tan lejos.
Hideki lo agarró del hombro.
- Mejor muéstranos tu caballo - hizo mención a la plática que tuvieron cuando se conocieron.
- No solo se los mostraré. Vengan, los llevaré a sus casas.
Cruzaron varios edificios hasta llegar a los aparcamientos, era una distancia considerable. La universidad en sí era bastante extensa.
- Esto no es un caballo, es una bestia - dijo Kai mirando el auto.
- Por algo así, soy capaz de dejar a mi novia.
- ¿Cuál novia? - se burló Yuki.
- No me lo recuerdes, desgraciado - Hideki intentó golpearlo.
- ¿Hasta qué velocidad acelera? - preguntó Ryota.
- Hasta los 2.40 km/h es una versión mejorada con un motor de 560 hp.
Lo escuchó silbar y seguir revisando el auto.
- Somos amigos de Ricky Ricón - dijo Hideki subido en el carro, revisando todo.
Se escucharon las risas de todos.
- Ohh. Pero mira como ruge, es una belleza. Amigos míos, hoy oficialmente me he enamorado. - Yuki fingía suspirar y puso su barbilla sobre sus manos.
- ¡Acelera! - pidió Kai mientras se estiraba y prendía la radio. - Es música para mis oídos.
Llevaban un escándalo montado dentro del carro. Hasta que vieron al ing. Okada en la salida teniendo problemas con su auto.
Detuvo el auto, bajó el vidrio y tocó el claxon. Notó como este se giró asustado.
- ¿Necesita ayuda? - preguntó con sarcasmo.
Al verlo poner una cara de molestia, tuvo que controlarse para no reírse.
- Todo está en orden, gracias por el ofrecimiento. - masculló claramente enojado.
- Excelente, hasta mañana - bajó el vidrio nuevamente y aceleró haciendo rugir el motor antes de ponerlo en marcha.
Miró por el retrovisor como el anciano golpeaba el capó.
- Las tienes así de enormes - con sus manos trató de hacer referencia. - Mira que joder así a un docente de una materia de flujo, no cualquiera lo hace. - comentó divertido Ryota.
- Él se lo buscó, ahora que aguante - mencionó sonriendo de lado.
- Creo que no podrá dejarlo igual, se ve que nuestro amigo - Kai lo señaló. - Sabe hasta más que él.
- ¿Enserio me perdí algo tan interesante? Maldigo los horarios de clases. Mira que no conozco al anciano, pero corren rumores de que nadie quiere estar bajo su tutela.
- Si, hermano. Lo destrozó en un momento. - asintió orgulloso Hideki.
- ¿Los cambios de cuánto son? - indagó Ryota prestando atención a la caja.
- De 7 velocidades, con tracción en las cuatro llantas. - respondió - ¿Sabes mucho de autos? - le preguntó.
- Digamos que me gustan los vídeojuegos de carreras. Algún día me compraré un auto como este. - golpeó con la palma la guantera.
- ¿Quieres manejarlo?
- Nunca he manejado - comentó - Y si lo chocó, quedaría endeudado de por vida. - concluyó.
- No pasa nada, yo te enseño. Y por el auto no te preocupes, tengo otros. - le quitó importancia.
Condujo un poco más y buscó una vía no muy transitada. Y cambiaron de lugares.
- Ahora presiona suave el acelerador - indicó.
- Sabía que era muy bueno para ser cierto, vamos a morir - se agarró al asiento delantero.
- Ni siquiera he arrancado - le respondió de mala gana a su hermano.
- Deja que se concentre, Kai - lo regañó.
- Como ordene, capitán - hizo un saludo militar. - ¿Qué hacen ustedes dos? - miró a sus amigos que estaban con los ojos cerrados.
- Estamos rezando, para llegar con vida a casa. - respondió Yuki.
- Sálvanos, dios.
Los tres se echaron a reír.
- Vas bien, cambia de marcha ahora - siguió guiando.
- No es tan difícil - dijo relajándose.
- Solo es cuestión de práctica, ahora no olvides poner las luces intermitentes, suelta el acelerador y frena un poco para girar. - asintió conforme al verlo hacer el giro sin problema.
Parecía muy concentrado y alegre de estar al volante.
- Agradezco haber llegado con bien a casa - se dió la vuelta corriendo antes que Ryota le alcanzará a golpear a través de la ventana.
- Chófer, acelere. Llegaré tarde a mi casa y me dejarán sin cenar - ordenó Hideki.
Luego de dejar a Hideki, condujo en dirección al dojo. Podría decir que no se le daba mal conducir, para ser su primera vez. Capaz los videojuegos ayudaron un poco. La otra opción era que Raiden era un buen maestro, le había agradado bastante, también le daba cierta confianza, no entendía el motivo. Ya que él nunca ha sido de llevarse fácilmente con cualquiera. Se concentró en aparcar correctamente y sonrió satisfecho saliendo del carro.
- Te doy un 5 y me arriesgo. Tortuga. - molestó Kai al bajarse. - Nos vemos, amigo - dijo antes de entrar corriendo al dojo.
- Gracias por la clase de manejo - chocó puños con él. - Hasta mañana - le entregó las llaves.
- Hasta mañana, compañero - se despidió de él y se quedó un rato observando la entrada antes de marcharse.
- Un excelente día.
Mencionó mirando por el retrovisor, el lugar donde vivió años atrás y donde pasó tantas cosas cuando era joven.
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Cómo de costumbre se levantó muy temprano y decidió salir a correr. Era una manía que no había olvidado con el pasar de los años. Se sentía relajada en la frialdad de la madrugada justo antes del amanecer, la ciudad había tenido ligeros cambios adquiriendo un aire más moderno, aunque en su mente estaba grabado cada callejón y conocía el trayecto como la palma de su mano. Se acomodó los zapatos y comenzó a trotar suave, disfrutando del clima.
- Akane.
Se giró al escuchar su nombre, por un momento se asustó, porque le agarró de sorpresa encontrarse con alguien por ese lugar.
- ¿Si? - respondió sin saber quién era realmente.
Luego notó como alguien bajaba de quién sabe dónde. Y se situaba frente a ella.
- Buenos días - saludó acercándose. - No tienes que estar tan a la defensiva - comentó al verla aún alerta.
- Esa no es la manera de llamar a alguien de la nada, ¿De dónde saliste? - preguntó fijando su mirada en él.
- Estaba corriendo por aquí cerca y te vi, por eso me acerqué.
Bueno en realidad te estaba siguiendo.
- Entiendo, corre todo lo que quieras, pero sin asustar a la gente. - comenzó a correr nuevamente.
- No es pesado, ¿Llevar una vida así? - la vio confundida con su pregunta. - Me refiero a salir a correr todos los días y dar clases.
- Lo de correr es una costumbre que tengo desde muy joven. Sobre las clases, considero que sé cómo llevarlo, sin complicarme de más. También doy clases en mi dojo, durante las mañanas. No es tan cansado como parece. - aclaró, bajando un poco la velocidad.
- Así que clases en un dojo, interesante.
- ¿Te gustan las artes marciales? - indagó al verlo pensativo.
- Bastante, entreno desde niño. Justo estaba buscando un lugar para entrenar. Pensaré en inscribirme en tu dojo - mencionó esquivando a un perro que justo se cruzó por delante.
- Buenos reflejos - comentó cuando notó como esquivaba sin problema al animal. Y eso que estaba segura que no estaba viendo hacia delante, lo esquivó por puro instinto.
Este le sonrió por el halago.
¿Que tiene su sonrisa? Se sentía nerviosa al verlo sonreirle de esa forma y no podía quitarle la mirada de encima. Se obligó a sí misma a desviar su rostro, concentrándose nuevamente en el camino. Podía sentir la mirada penetrante de ese muchacho en ella, eso también le hacía sentir rara, la manera como le miraba. El día de ayer cuando lo conoció se percató de eso, es normal que la observen cuando da sus clases, pero no de esa forma. Era un joven agradable, podía describirlo así, se notaba tan confiado de sí y aparentaba tanta tranquilidad. Bueno también parecía grosero e irrespetuoso, esto podía atribuirlo a su edad.
- Los artistas marciales, deben tenerlos. - aseguró.
- Puedes venir al dojo cuando quieras. - le propuso. Dobló en la esquina para emprender el camino de regreso.
- Te aseguro que iré pronto - pasaron por el canal e instintivamente intentó saltar sobre las rejillas para caminar sobre las mismas, se quedó congelado recordando que no podía hacer eso, aún pegado a la reja, volteo encontrándose con la mirada de Akane.
- ¿Qué haces ahí? - preguntó.
- Ah, creí ver algo y estaba intentando ver que era. - inventó separándose de la reja y volviendo a emprender el camino.
Es muy raro, demasiado raro.
- Ok, te creo - dijo riéndose.
- Es enserio.
- Y te dije que te creo.
- No pareces tan convencida. - acusó caminando delante de ella.
- ¿Cuántos años tienes? - preguntó intentando esquivarlo.
- Tengo 18. Tu pareces de 27 por lo menos - comentó impidiendo que pasara.
- Me halagas, pero ¿27? Con dos hijos y una maestría ¿No es muy convincente?
- Tal vez, eres una genio súper dotada. Tranquila lo mantendré en secreto.
Akane le sonrió y notó como sus ojos adquirían ese particular brillo.
Me encantas.
- Agradezco que guardes mi secreto - comentó aún sonriendo. - Será mejor que mires al frente, te puedes caer - regañó al verlo correr de espaldas.
- Soy muy habilidoso - confesó.
- Y también nada presumido - añadió deteniéndose. - Me estoy desviando del camino. - retrocedió hasta volver a su ruta habitual.
- Eso puede ser uno de mis defectos - confesó siguiéndola.
- De lo poco que hemos conversado, puedo decirte que en ocasiones pareces alguien mucho mayor. - Luego - lo señaló cuando esté volvió a ponerse delante de ella, de la misma forma. - Haciendo eso si pareces de tu edad.
- Parece divertirte - afirmó sin perder detalle de su reacción.
- Un poco, ¿No deberías volver a tu casa? - preguntó.
- Tengo tiempo y además estoy disfrutando la conversación.
- Me gustaría acompañarte un poco más, pero llegué a mi casa - señaló la entrada del dojo.
Lo vio hacer un puchero y resoplar.
Ella también había disfrutado esa extraña conversación. Se encontraba bastante animada, algo diferente había en ella y no podía explicarlo. Era como si hubiera recobrado algo que había perdido, solo que no encontraba palabras para explicarlo. Sonrió sin motivo, quizás si había motivo y era ese irreconocible sentimiento que se instaló en su corazón.
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Se hizo larga la espera para el reencuentro, pero al fin se dió. Creo que acabo de hacer realidad el mayor temor de Vero.Guti y Bealtr, sobre el romance de 20 y 40. Se que la diferencia de edad es muy notoria, igual no podemos olvidar que Ranma sigue siendo él. Y Akane… pues lo sabrán con el pasar de los capítulos.
Un comentario que también me llamó mucho la atención fue él de Bayby Face, creo que analizaste a profundidad la historia y entendiste a la perfección todo. En sí, que Ranma volviera a la vida no fue una recompensa, sino que en el otro mundo, no había un lugar para él, por eso se vieron obligados a enviarlo de regreso, la parca le envió con sus recuerdos, y le dijo "lo que hagas será tu problema", dando a entender que no sería fácil y quitándose responsabilidad del asunto. Es exactamente como dices un destino retorcido dónde él está sufriendo, nadie dijo que sería fácil, si lo fuera, no sería real. Me encantó tu comentario y muchas gracias por leer cada semana.
Un agradecimiento especial a Arianne Luna, James Birdsong y a Benani0125 por su apoyo también.
Y también a los que miran en secreto.
Feliz fin de semana, preciosuras.
