Capítulo X: Nuevos Aliados y nuevos problemas

Una vez que el vehículo estuvo listo, el gerente, Mauricio y los Pececillos lo abordaron, poniendo rumbo por la carretera, bajo una intensa, copiosa, precipitación, la cual impedía ver hasta donde llegaba la vista. Tuvieron que ir a paso de hombre para no llevarse puesto algún que otro coche abandonado o que podía estar siendo utilizado por algún desesperado que intentaba resguardarse de las garras del enemigo, desertores de las filas del "Negaverso", gente reclutada a la fuerza para integrar las filas de éstos y que su única "solución" era pagar aquel delito con la muerte. Sabían que tenían que llevarlos hasta su destino, a pesar de que les doliera, solo quedaba una sola opción ante el problema desatado, bajo la amenaza de ser condenados a la "Pena de Muerte" por la Reina Beryl, cuyos Generales eran su voz y voluntad, aquel pequeño grupo supo que tenían poco tiempo.

- Señor, a este paso nunca llegaremos.- Advirtió uno de los Pececillos.

- Lo sé, pero es toda la marcha que puedo darle a este vehículo.- Sostuvo el gerente.- Si vamos más rápido, ¿quién sabe lo que nos podemos topar?.

- Pero si seguimos perdiendo el tiempo, el "Negaverso" nos mandará a fusilar. No quiero morir. Por favor, Gerente, haga algo.- Rogó otro de los Pececillos, el cual le tomó de las manos, siendo observado por los otros.

El gerente respiró hondo, cerró los ojos y aumentó un poco la velocidad del vehículo, avanzando por una carretera, posiblemente desolada, pero que desconocían lo que se ocultaba a la vuelta de la esquina. Mauricio vigilaba el camino, duro como un Centinela que cumple con su única función, estar atento y dar la alarma ante el menor atisbo de peligro.

- Dios mío, esto no me gusta.- Habló el monstruo a su amigo pelirrojo.- Todo esto me da mala espina ¿y si nos traicionan?.- Preguntó. Las dudas afloraron en ellos, como semillas que son enterradas en la tierra para la próxima Primavera, a la espera de germinar. El gerente respiró hondo pero no supo qué decir.

- No tengo palabras que me ayuden a describir el terror que estoy sintiendo, en estos momentos, por entregar a esta gente a sus verdugos.- Sostuvo el hombre con lamentación.- Somos peor que Judas Iscariote al traicionar a Cristo después de "La Última Cena". Mauricio.- Llamó a su amigo tras decir aquella referencia de la Biblia.

- Sí, Señor Gerente.- Acató la criatura.

- Ojos bien atentos. No debemos frenar. Nuestras penden de un hilo.- Pidió el citado personaje, mientras que el viaje continuaba.- Nos espera una noche larga.

- Recibido.- Informó el monstruo y al momento de que avanzaron un buen tramo del camino, algo llamó su atención. Atisbó la mirada y notó una señal que se alzaba en la lontananza.- Señor.- Tocó el hombro del Gerente y señaló hacia el letrero que decía ""Camino Cerrado" junto a una patrulla de la Policía con sus luces encendidas.

- Oh, genial.- Bufó el hombre pelirrojo, preocupado y frenando la marcha.


Un sujeto con abrigo para la lluvia se encontraba allí y sus acompañantes en la patrulla les hicieron señas para que se detuvieran. El gerente bufó para sus adentros, mientras que aquella persona se acercaba hacia la ventanilla del lado del conductor y el otro la bajaba para hablar con él.

- Buenas noches, agente.- Saludo el sujeto del Hotel.- Por favor, necesito llevar esta carga antes de que sea tarde.

- ¿Qué llevan ahí?.- Preguntó el "policía", señalando con su linterna la parte trasera del vehículo.

- Pescado y mariscos provenientes de los Muelles.- Respondió el gerente.

- Yo se la doy, Jefe.- Se adelantó Mauricio, quien salió hacia el exterior, listo para emboscar al hombre que los había detenido pero, en aquellos momentos, el monstruo fue dejado fuera de combate por los ayudantes del "policía", quienes lo metieron en la patrulla y de ahí iban, en modo "Comando", para asaltar el transporte, reduciendo a los Pececillos con un rápido movimiento.

- Amigo.- Dijo el encapuchado.- Está usted en serios problemas.

El gerente vio a Mauricio inconsciente dentro de la patrulla y a los Pececillos amarrados contra el piso. Viendo que no le quedaban más "cartas" por jugar, éste levantó las manos y miró a su interlocutor.

- No es lo que parece, nos obligaron pero hasta, ahí no puedo decirle más o me matarán.- Le intentó explicar al "policía" pero vio que éste sacaba una "Pistola Taser".-

- Aún así, que los hayan amenazado, no estuvo bien. Luego lo discutiremos.- Prometió el interlocutor, mientras que le daba una descarga al gerente, quien quedó inconsciente y de ahí hizo una seña a sus acompañantes para lo pusieran en la patrulla junto a Mauricio y los Pececillos.


Una vez dentro del transporte y con los prisioneros rescatados, el misterioso personaje encapuchado llevó a cabo un conteo de todos los que estaban allí con el fin de averiguar si no faltaba ninguno. Uno de sus ayudantes se acercó hasta él.

- ¿Están todos los cautivos?.- Preguntó el citado.

- Sí, por suerte sí.- Informó el otro, mientras que sacaba un frasco con un olor dulce, el cual fue pasando por debajo de la nariz a los presentes, quienes fueron recuperando la consciencia, siendo la primera de ellas Serena, quien abrió los ojos.

- ¿Eh? ¿Qué...Qué pasó?.- Quiso saber, aún dominada por los efectos del gas somnífero.

- Ahhh.- Gimió Lita.- Esto me hizo recordar a esa última misión del "Dead Island" cuando gasean a los personajes en el ascensor.- Hizo esa referencia a dicho videojuego, frotándose los ojos.

- ¿Qué nos pasó?.- Se preguntó Garfield, despertándose en aquellos momentos y al ver al encapuchado se llevó un gran susto.

- Tranquilos. No teman. Soy bueno.- Dijo éste.

- ¿Cómo podemos estar seguros?.- Inquirió Floyd.

- Cuando lleguemos al refugio, ya podremos hablar todo de lo que quieran.- Prometió el citado, mientras que sus acompañantes tenían el transporte encendido y ponían rumbo hacia el Norte, para las montañas.


- Hmmmm.- Murmuró Zoycite con seriedad, viendo que el vehículo con los prisioneros que iban para la granja, teniendo a las "Sailor Scouts" capturadas, aún no había llegado.- Algo no me gusta de todo esto.

- Lo mismo digo.- Se le sumó Kunzite, viendo que el tiempo se le había terminado.- Esos imbéciles no supieron cumplir una simple orden pero ya verán lo que pasa cuando nos toman el pelo.- Sostuvo con frialdad, mientras que dos "Malignas" traían, arrastrándolo por el piso, cubierto de cadenas, a un hombre de cabello negro, bigote frondoso, vestía una camisa café con pantalones azules y zapatos negros.-

- Lord Kunzite y Lady Zoycite, hemos capturado a este Humano quien había intentado huir en uno de los pueblos que habíamos capturado en el asalto principal.- Informó una de ellas.- Vamos, levanta la cabeza y haz una reverencia ante los representantes de la Reina Beryl, ¿o acaso quieres que te degüelle como a un condenado?.- Amenazó, poniendo el filo de su sable con el cuello del pobre hombre.

Lo tiraron contra el piso y ambas chicas lo patearon a más no poder hasta que Zoycite levantó su mano derecha, ordenando que cesaran, por el momento, con la paliza. El prisionero estaba hecho bolita, agarrado a sus piernas y tosiendo sangre por la herida interna que tenía. Quizás uno de sus pulmones estaba dañado por la rotura de una costilla y cuando la peli melocotón se le acercó, ésta le tomó del rostro.

- ¿Cuál es tu nombre?.- Preguntó pero él no supo qué decir.

- ¡Te han hecho una pregunta: Habla, escoria o ya verás!.- Le amenazó Kunzite al ver que el prisionero no emitía palabra alguna.

- Ly...Lyman.- Respondió ante la clara advertencia de que lo ejecutarían si hacía alguna tontería.

- Muy bien, ¿vio que no era tan difícil?.- Inquirió Zoycite, aún sosteniéndolo de los hombros.- Ahora, Lyman, ¿qué relación tienes con los prófugos?. Tal vez nos quieras decirlo: Sus nombres son Jon Bonachon, Garfield, Odie...

- ¡¿Jon?! ¡¿Qué hicieron con mi amigo, malditos?! ¡En cuanto me salga de su agarre, les daré su merecido!.- Juraba Lyman, intentando zafarse del control de la General peli melocotón pero tanto ella como su pareja estaban disfrutando de su sufrimiento a más no poder.-

- Así que los conoces. ¿Lo ves?. Ustedes, los Humanos, no son más que simples criaturas sin una guía verdadera. Tienen a ese tal llamado "Dios" pero ¿dónde está?. Veo que los ha abandonado, como es de costumbre en toda su historia: Cuando ocurre una desgracia así, aquellos que tanto admiraban, terminan huyendo como las ratas cobardes que son.- Se burló la chica, manteniendo aquella sonrisa y mirada repleta de maldad.

- Dios nunca abandona a sus hijos.- Le espetó el hombre de bigotes.- En eso estás equivocada.

- Hmmm, entonces ¿por qué no está aquí?.- Cuestionó Kunzite a él, llevando a que Lyman no tuviera argumentos para defender su postura.- Tal y como Zoycite dijo: Su Dios los abandonó, huyó y ahora están a nuestra merced. Es igual que cuando los Atenienses se preguntaron dónde estaban sus Dioses cuando perdieron frente a Esparta, su enemigo mortal, en el contexto de la "Guerra del Peloponeso".-

- Lo de la "Peste de Atenas" fue una cuestión distinta, una enfermedad que se coló entre las provisiones. Nada más que eso. Los pueblos que tienen Deidades saben cuándo deben intervenir, en especial los Cristianos.- Rompió Lyman el silencio.

- Vaya, ¿así que tenemos a un cerebrito?. Muy bien, entonces sabrás decirnos dónde están los colaboradores de las "Sailor Scouts", ¿no es así?.- Inquirió la novia de Kunzite, mirándolo fijo e intimándole a que soltara la información.

- Yo...Yo...Yo no lo sé...Hace un montón que veo a Jon, Garfield y Odie...Mi pobre perrito...Espero que estén todos bien...O...- No tuvo tiempo para completar su oración, ya que Kunzite le propinó una nueva golpiza en el abdomen, sacándole todo el aire y tirándolo contra el piso, llevando a que se ahogara por la falta de aquel Elemento.

- Basta de charlas: ¡¿En dónde están los Aliados de las "Sailor Scouts"?! ¡Habla y, quizás, sea piadoso contigo!.- Le exhortó el peli celeste blanquecino a que se rindiera.

- No...No lo sé...Ya se los dije...Hace años que no veo a Jon...No sé adónde podría estar...pero...conociéndolo...él ya estaría a miles de kilómetros de distancia con los otros.- Le dio Lyman una media respuesta, cosa que a Kunzite no le cayó para nada bien, por lo que fue preparándose para darle el "Tiro de Gracia".

- Veo que no quieres ceder: Bien, muy entonces te daré una muerte lenta y dolorosa.- Auguró el rival, listo para tirarle con su poder.

- ¡Detente, Kunzite!.- Oyeron una voz y al voltearse, apareció, repentinamente, el tercero de sus Camaradas.

- Neflyte, ¿qué haces aquí?.- Preguntó Zoycite.- Deberías estar listo para recibir a las "Sailor Scouts" en la Estación de Televisión.

- Me temo que, desgraciadamente, ha habido un cambio de planes: Reunió urgente en el Cuartel General, ya.- Ordenó el pelirrojo, mientras que se giraba hacia donde estaba Lyman.- ¿Y él?.

- Es un allegado a los Aliados de las "Sailor Scouts".- Le dirigió Kunzite una mirada cegada por el odio hacia el civil.- Pero descuida, acabaré con su sufrimiento.

- ¡No, no...No, por favor, se los ruego, no quiero morir, no!.- Rogó Lyman, quien se arrastró por el suelo y se aferró a las piernas de Neflyte, pidiendo por clemencia.- Hazte a un lado y déjame acabar con el trabajo.

- No lo harás.- Intervino Neflyte.- Esta persona es nuestro prisionero, ¿acaso te olvidas quién tiene la cadena de mando después de lo ocurrido con Jedite?.- Cuestionó el pelirrojo a su Camarada de Armas.

- ¿Acaso estas insinuando en proteger a esa escoria?.- Kunzite se acercó, amenazante.

- No es eso.- Le detuvo el otro.- Evito que perdamos una fuente de información sumamente valiosa. Ahora hay que seguir trabajando.- Ordenó.- Los muy idiotas del gerente y sus amigos no pudieron cumplir con una simple orden. Fracasaron y mis Destacamentos de Malignas les han perdido el rastro.

- Tiene que ser una broma. Dijiste que lo tenías todo en la bolsa.- Zoycite se mostró muy seria al respecto.-

- Un error se comete en todos lados, pero, en este caso, lo ocurrido no ha sido más que una estupidez por parte de los idiotas a los que les confié todo. Pero eso ya se va a solucionar. ahora andando, tenemos que dar un pequeño "mensaje".- Concluyó Neflyte y llevándose Lyman consigo, al cual encerraron en uno de los graneros, junto a otros prisioneros, entre ellos el dueño del "Caserón" que había mencionado el gerente, quienes miraron al pelirrojo cuando metió a Lyman dentro de aquel edificio.


Llegaron hasta el final del camino, la carretera terminaba en una serie de montañas y desde sus escarpadas laderas, en donde el misterioso encapuchado sacó un control remoto y, para sorpresa de los presentes, las mismas se fueron abriendo, como en las películas de espionaje de "James Bond", dando paso a una base de operaciones, el Cuartel General en el que funcionaba aquel grupo que resistía al embate enemigo.

- ¿Qué es todo esto?.- Preguntó Liz al sujeto.

- Bienvenidos a mi laboratorio.- Saludó aquella persona.- Aquí es donde espío y veo los movimientos del "Negaverso" y todo gracias a ti, Rosco.-

- ¿Eh? ¿Cómo es que sabes mi nombre?.- Inquirió el chico intelectual.

- Porque te conozco bastante bien, pues hemos estado en contacto últimamente.- Aquello llevó a que el rostro del chico adquiriera una mirada de asombro, por lo que fue quitándose la capa con capucha, revelándose ante ellos.

- No puede...- Quedó Rosco sin palabras.

- Es...es...- Dijo Jon con incredulidad.

- Estoy sorprendido...- Añadió Garfield con Odie, Nermal y Floyd.

- ¡Es imposible!.- Se acercó el niño de lentes hacia aquella persona que los había salvado del enemigo.


[¿Quién será este misterioso Salvador?. Lo veremos en el capítulo que viene. Por cierto, el personaje de Lyman pertenece a los cómics de "Garfield", ya que él fue amigo de Jon, compañero de piso y el dueño original de Odie hasta su misteriosa desaparición en los Años 80, por eso decidí ponerlo aquí.

Nos estamos acercando al final de esta historia y los próximos capítulos van a ser más largos. Este fue un "pequeño descanso" antes de lo que se vendrá más adelante. Prepárense.

Mando saludos y agradecimientos para todos ustedes, amigos.

Cuídense y buen inicio de semana.

Nos estamos viendo, Camaradas.].